Baloncesto femenino

Natalie Achonwa disputa el Preolímpico de baloncesto con su hijo de diez meses en la expedición

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España venció a Canadá el pasado viernes 9 en su segundo partido del torneo Preolímpico disputado en Soprón (Hungría). El escenario de la cita fue el Novomatic Arena, un pequeño pabellón con capacidad para 2.000 espectadores. Allí, en un rincón de la arena y atentos a lo que sucedía en la cancha, estaban Marion Achonwa y Maverick Noel. La madre y el bebé de Natalie Achonwa, capitana de la selección canadiense.

Con apenas diez meses, el pequeño hijo de la pívot se convirtió en una pieza más de la expedición. Un torneo al que, tal como asegura Achonwa, no habría acudido sin la complicidad de la Federación Canadiense para facilitar su doble papel de líder y madre. «Canadá es diferente. Si alguien quiere aprender algo, que llame a la federación canadiense. Yo no habría jugado el preolímpico si Maverick, mi hijo, no estuviera aquí. Han sido la mejor bendición para que yo volviera a trabajar», explica la atleta.

El último torneo con la selección para Achonwa (Toronto, 1992) fue el mundial de Australia de 2022, donde su equipo quedó en cuarto puesto tras perder el bronce ante las anfitrionas. Tras esa cita internacional y con nueve cursos WNBA a sus espaldas, la jugadora apartó el balón una temporada para dar a luz.

«Ser madre ha cambiado como soy y me ha hecho ver el mundo de manera distinta. Vivo en el momento y me ha cambiado para mejor», asegura. Achonwa decidió que la cita preolímpica era el mejor escenario para regresar a las pistas y su hijo Maverick es ahora un integrante más del equipo. «Cuando te llevas a un bebé a viajar contigo, la prioridad es él. Lo importante es que Maverick esté cómodo y que tenga cosas que le hagan sentir como en casa. Porque al final si él duerme mejor, yo también», afirma la canadiense.

Un doble papel, el de madre y jugadora, que puede llevar a cabo gracias al apoyo de su propia progenitora, Marion Achonwa. «Es mi espina dorsal. Realmente no podría estar aquí si ella no estuviera aquí. Tengo muchísima suerte de que mi madre haya viajado con nosotras y de que pase tiempo con mi hijo», relata.

La capitana asegura que vivir esta experiencia con su bebé al lado está siendo un camino que nunca habría imaginado. «Trae una alegría especial, no sólo a mí, también al equipo. Me emociona mucho ver como reconoce a todo el mundo y las relaciones que va tejiendo pese a lo pequeño que es. En las comidas con el grupo o simplemente estando cerca alegra el ambiente y nos recuerda que al final somos personas, que esto es sólo un juego y que hay cosas más importantes en la vida», reflexiona.

Más allá de su papel dentro de la pista, la pívot forma parte del comité ejecutivo de la Asociación de Jugadoras de la WNBA (WNBPA, por sus siglas en inglés). La entidad firmó en 2020 un convenio con la liga que, entre otras mejoras, introdujo la baja por maternidad garantizando la totalidad del salario a las jugadoras que quedasen embarazadas. Su rol en la asociación lo ejerce con determinación, más aún tras dar a luz. «Creo que lo que es especial de la Asociación de Jugadoras es que estamos todas unidas en la lucha para conseguir más derechos que a veces no necesariamente se aplican a nosotras individualmente.

El regresp de Achonwa a los entrenamientos (Foto: instagram)

Antes ni siquiera de ser madre ya estaba peleando para conseguir más derechos para las jugadoras-madres. Luchaba por la oportunidad de que las jugadoras puedan ser madres trabajadoras. Y ahora que estoy en esta posición siento un agradecimiento muy grande por todas las que se han unido para conseguir estos derechos. Ahora que estoy en el comité ejecutivo, sin duda haré mi trabajo para seguir con esta lucha y para mejorar la calidad y las oportunidades que nos merecemos como madres trabajadoras».

La canadiense, que también tiene experiencia europea —pasó por las filas del Napoli, el Bouges Basket y el Beretta Famila Schio—, espera que el paso adelante dado en la WNBA se replique en otros países. «Creo que la WNBA es muy progresista en ese sentido. Me encanta ver como el deporte puede replicar lo que pasa en la sociedad o incluso a veces liderar en ella. En Estados Unidos la baja por maternidad no es accesible a todo el mundo, depende del lugar de trabajo que ocupes. Así que es algo que seguiremos peleando. Lo que estamos haciendo en la WNBA debería ser un ejemplo para FIBA, Europa y el resto del mundo. Las madres deberían tener la oportunidad de hacer las dos cosas, competir a un alto nivel en su trabajo y ser madres. No deberían tener que elegir».

La Liga Femenina Endesa se encuentra en un paradigma distinto comparado con la WNBA. Por el momento —y hasta que no se apruebe definitivamente el convenio colectivo con su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE)— las jugadoras que quedan embarazas se remiten a los derechos del Régimen General del Estatuto de Trabajadores.

Por lo tanto, pese a pasar la revisión médica obligatoria con el respectivo club, se pueden atener a una baja por riesgo de embarazo a la que pueden acceder previo informe médico que certifique la exposición del mismo y que cubre el 100% de la base reguladora hasta un tope de 4.139,40 euros al mes, según lo establecido en la Seguridad Social. Una vez han dado a luz, lo indicado por ley son 16 semanas (ampliables en función de casos específicos) más 15 días de lactancia que pueden fragmentarse.

El nuevo convenio, que debería publicarse este 2024, establecerá un salario mínimo de 16.000 euros brutos durante los meses de la competición con contratos a jornada completa y mejorará las condiciones específicas en casos de bajas por maternidad, aunque éstas todavía no han trascendido.

La ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría; el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Víctor Francos; y la presidenta de la Federación de Baloncesto, Elisa Aguilar, estuvieron presentes en el acto de la firma que se celebró el pasado mes de noviembre en la sede del CSD. El nuevo acuerdo garantizará que las relaciones laborales entre los clubes y las baloncestistas queden reguladas, dejando de estar sujetas a las negociaciones particulares de cada entidad.

Natalie Achonwa (Foto: Instagram)

Si antiguamente ser madre implicaba prácticamente el fin de la carrera profesional de una baloncestista, ahora es sólo una etapa más en el camino. Y para muestra, un botón. Cada vez son más las jugadoras que regresan a las canchas tras dar a luz: Napheesa Collier, Dearica Hamby, Valeriane Ayayi o Magali Mendy son algunos ejemplos de ello.

Natalie Achonwa es consciente de los malabares que implica tener el doble título de madre y jugadora. Éste no va a ser un camino de rosas, pero tampoco lo ha sido su trayectoria baloncestística. En 2014 era una promesa de la Universidad de Notre Dame y ese año se rompió el ligamento anterior cruzado de la rodilla. Una lesión que le impidió disputar la Final Four de la NCAA e incluso puso en jaque su salto a la WNBA.

Y ahora, diez años más tarde, la jugadora está a punto de clasificarse para sus cuartos juegos olímpicos capitaneando a la selección canadiense y, todavía mejor, va a compartir ese momento con su hijo Maverick. Echando la vista atrás, la capitana suspira, sonríe y asegura que a lo largo del recorrido ha aprendido que «eres más grande que los malos momentos y puedes superar cualquier cosa».

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