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Las lecciones de Alice Merryweather: una recuperación heroica

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Alice Merryweather tras su caída en Saas-Fee (Suiza) y en su regreso (Foto: instagram)
Alice Merryweather tras su caída en Saas-Fee (Suiza) y en su regreso (Foto: instagram)

No es una esquiadora que haya acaparado muchos titulares todavía. Su carrera era prometedora, había ganado el Campeonato del Mundo Junior de 2017, lo que le sirvió para sustituir a Steven Nyman en el equipo de esquí alpino estadounidense en los JJOO de Pieonchang’18. Ahora ha vuelto a dar noticias, pero para lo contrario, para celebrar un último puesto. Ha sido en St. Moritz, la visibilidad era nula y aún así logró llegar a la meta, pero la alegría se debía a otras circunstancias. Era su regreso. Había podido completar un descenso después de tres años fuera del circuito. 1.380 días.

Hace dos años, durante un entrenamiento en Saas-Fee, en Suiza, tuvo una caída a 128 kilómetros por hora que le causó graves lesiones. Se rompió los ligamentos, de la rodilla, el menisco de la pierna izquierda, una fractura compuesta la tibia y se destrozó la cara y le tuvieron que operar la pierna inmediatamente. Tenía 25 años y esos descensos también eran especiales, eran su regreso a las pistas de otro problema.

Durante la pandemia, había sufrido un trastorno alimentario. No fue algo circunstancial, le impidió esquiar durante una temporada completa. Lo interesante es cómo logró salir del hoyo, porque fue gracias a una compañera que compartió una experiencia similar en un blog. Jessie Diggins, oro en sprint por equipos de 2018.

Todavía no era tan frecuente que los deportistas hablasen abiertamente de salud mental. El testimonio de Diggins sirvió para que dejara de asfixiarla la principal consecuencia de su problema, la soledad. Leyendo a su compañera logró identificar síntomas psicológicos similares y le fue más fácil combatirlos al tomar conciencia de ellos y dejar de sentir que no podía compartirlos con nadie ni mucho menos hacerlos públicos.

Alice Merryweather em 2019 (Foto: Cordon Press)
Alice Merryweather em 2019 (Foto: Cordon Press)

En su caso, obsesionarse demasiado con la preparación le llevó a restringirse la dieta al máximo. Pensaba que estaba tomando solo alimentos sanos e, inconscientemente, atravesó la línea que separa una buena nutrición de causarse daños en la alimentación. Al final, nada era lo suficientemente saludable para ella y empezó a dejar de comer.

No solo perdió 11 kilos, sino que empezó a aislarse socialmente. En lugar de competir tras la pandemia, la tuvieron que hospitalizar. Lo peor del trastorno alimentario era que se manifestaba como unas voces en su mente, tuvo que realizar grandísimos esfuerzos para, a través del diálogo consigo misma, con un monólogo interior, llevar sus pensamientos a un lugar más seguro y saludable.

Al llegar al blog de Diggins, se hizo la luz. «Me resulto terapéutico instantáneamente», explicó. «Creo que hay una especie de división generacional en la que parece que, al fin, mi generación ha crecido entendiendo que la salud mental es importante, también los más jóvenes están en sintonía con esta idea, como lo estoy yo», añadió.

Sin embargo, «a las generaciones que nos están entrenando y nos dirigen nadie les dio eso, no les enseñaron nada sobre salud mental ni sobres trastornos alimentarios, sobre nada de eso. Afortunadamente, el equipo que me rodea ha estado abierto a entender el problema y han querido ser útiles, pero creo que todavía hay cierta incomodidad al mantener conversaciones realmente abiertas sobre temas vulnerables».

Alice Merryweather a su regreso después de 1.380 días de recuperación (Foto: instagram)
Alice Merryweather a su regreso después de 1.380 días de recuperación (Foto: instagram)

De hecho, en ese momento, la esquiadora bromeaba con que se había convertido en una especialista en recuperaciones. Reconoció incluso que le ha sido más fácil recuperarse de una operación con múltiples clavos en su pierna –los enseñó en Instagram– que de las secuelas mentales del trastorno alimentario. De hecho, todo estuvo en el enfoque que hizo de su ausencia de las pistas. En lugar de vivir como un drama perderse unos JJOO y una Copa del Mundo, valoró la oportunidad de poder estudiar todo ese tiempo y pasar más tiempo con su familia: «reconectarme con otras metas».

Si como esquiadora se la consideraba una extraordinaria perfeccionista, ahora han cambiado las tornas y se ve como una «perfeccionista en recuperaciones». Sus frases son para repetirlas en todos los centros de alto rendimiento: «Ser la atleta perfecta significa cuidarme». Este verano, cuando volvió a ponerse unos esquís, declaró: «Siento que he crecido inmensamente como ser humano» tras toda esta catarsis.

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