Este artículo es el último de la temporada. Espero que podáis vivir sin mí durante un tiempo. Hoy puede ser un buen día para comentar mis logros del curso 2023/24.
No son muchos, lo confieso. Si la vida fuera el instituto, igual me tocaba repetir curso. En el ámbito de los memes, por ejemplo, esta temporada he flojeado bastante. Es verdad que tenía el listón muy alto. La temporada pasada hice el de Abdón (un Abde muy grande) y el de Buyako Saka (un Buyo gigante sacando de puerta, en honor a Bukayo Saka). Se podría decir que el logro de este año ha sido conseguir que Javier Aznar entendiera el meme de Buyako Saka, al fin, después de numerosos intentos.
Este año creo que hice uno de «La mano derecha de Iraola toma el banquillo del Rayo Vallecano» cambiando la cara de Iñigo Pérez por la mano derecha de Andoni Iraola. Hay talento. No me acuerdo de más, pero hay talento. Tendría que consultarlo.
Artículos he escrito un montón, quizá demasiados. Me da pereza buscarlos.
Ideas de negocio he tenido varias. 1) Imprimir internet 2) Pagar a alguien la mitad de lo que me pagan por escribir estos artículos y así no tener que escribirlos y 3) Cobrar a los aficionados un dinero por recibir un pelotazo en la cabeza por parte de su jugador favorito, como una experiencia inmersiva o algo, un recuerdo.
No están mal, pero palidecen frente a las arrolladoras ideas de negocio de la temporada pasada: 1) el McAuto para barcos 2) el parque de atracciones sin acción y 3) el alquiler de camiones a restaurantes de carretera que quieran llenar el parking de camiones para que la gente pase por la carretera y piense ‘si hay camiones, se come bien’.
Unimos esto a lo de los memes y se puede afirmar que estoy en franca decadencia. Intentaremos camuflarlo.
Menos mal que me salva el fútbol. En verano, en un domingo tonto que me quedé solo en casa, puse la tele y estaba jugando el Girona. Jugaban contra la Lazio y enseguida me fijé en un futbolista que no conocía de nada. Se llamaba Savinho y estaba volviendo locos a los italianos.
Pasé el resto del verano parando a señoras por la calle, agarrándolas del brazo y contándoles lo bueno que era ese tal Savio. Por lo que sea, cuando digo algo así no me suelen hacer mucho caso, pero ahora resulta que todos se suben al carro. Con esto del temporadón inesperado de Savinho he recuperado el prestigio en el trabajo. En muchos hogares respetables de este país, de hecho, se me considera el legítimo descubridor del pequeño Savio.
Seguimos recapitulando. Recuerdo que la pereza que me dio cambiar el Mario Kart por el FIFA 24 me salvó de la adicción fatal a la consola en Navidades. Gracias, Doña Pereza, gracias por tanto. En casa, por cierto, ha destacado mi hijo mediano: hace unos días descubrimos que el tío pensaba que el Ratoncito Pérez era en realidad el Ratón Cito Pérez. Tiene siete años. Fantástico.
A mi hija mayor le gasté una broma de la que estoy bastante orgulloso. Le pregunté si quería ver un vídeo de su hermano andando, porque tiene un hermano pequeño que pronto va a cumplir un año, y está dando sus primeros pasos. Me dijo que sí, muy ilusionada, y entonces le enseñé un video de su hermano andando, pero del hermano de siete años. Súper gracioso.
Último artículo de la temporada. Otra vez. Lo hemos logrado.