Humor

La historia que no emocionó a Spielberg

Es noticia
Iñaki Gastón (Foto: Cordon Press)

Dejemos a un lado a los que son de un equipo por un tema familiar. Dejemos a un lado a los que se decantan por unos colores por una cuestión geográfica. Dejemos a un lado a los que se hacen de los que ganan, y no se complican. Dejemos a un lado a la gran mayoría de habitantes del planeta, pues, y preguntémonos por qué se hacen aficionados de un equipo cualquiera, o por qué se hacen fans de un determinado deportista, aquellos que asoman como una anomalía estadística.

Durante un tiempo trabajé con Xavi, que pasaba los fines de semana pendiente de los partidos de Osasuna. Xavi nació, creció y vivía a centenares de kilómetros de Pamplona. Lógicamente, enseguida le pregunté por qué era de Osasuna. Se lo preguntaba y al poco tiempo lo olvidaba y se lo volvía a preguntar, así que al final la historia la conozco de verdad (creo). Resulta que Xavi era y es de Osasuna porque de niño, en el pueblo, crearon una competición de chapas con los equipos de la Liga y Xavi eligió (o le tocó en suerte) jugar con Osasuna.

La historia que emocionó a Spielberg. Normal que se me olvidara con tanta frecuencia.

Todo el mundo espera una gran historia que sostenga una pasión duradera, pero en realidad, y a menudo, las verdades son más pequeñas. Cuando era niño me hice fan de Pablo Laso. El momento permanece en mi memoria como una nebulosa: estaba viendo un partido de baloncesto en casa con mis padres y el locutor repetía «Laso», y como sonaba parecido a «lazo» algo hizo click en mi cabeza. Es absolutamente ridículo pero es así, porque mi padre me lo recordaba en los años posteriores. Me encantaba ver a Pablo Laso en lo alto de las estadísticas de asistencias en el periódico. Me hice de Laso y en consecuencia del Taugrés aunque Vitoria me quedara lejísimos.

Se daba además la circunstancia de que la fábrica de Taugrés estaba en Castellón, en mi propia ciudad, algo que añadía en mi cabeza, a la vez, cercanía y confusión. No lo terminaba de ver muy claro y la vida tampoco me lo ponía fácil. Mi padre trabajaba en una empresa llamada Novogrés, cuyo logo era increíblemente parecido al de los Portland Trail Blazers. Cuando vi el escudo de los Blazers en un cromo de la NBA flipé, pero en el fondo me pareció verosímil que Novogrés fuera su esponsor principal. No en vano, ahí estaba el ejemplo del Taugrés.

El caso es que Laso-lazo me hizo gracia. Soy un público muy agradecido. Por esa época me ocurrió algo similar con el ciclismo. La historia se repite una y otra vez: estaba viendo una etapa ciclista en casa con mis padres y el locutor repetía «Gastón», y como sonaba parecido a «bastón» algo hizo click en mi cabeza. Es absolutamente ridículo pero es así, porque mi padre me lo recordaba en los años posteriores. Me encantaba ver a Iñaki Gastón subiendo y bajando en la clasificación de las grandes vueltas, en el periódico. Me hice de Gastón y en consecuencia del Clas-Cajastur aunque Asturias me quedara lejísimos.

Laso-lazo me hizo gracia y me hice fan. Gastón-bastón me hizo gracia y me hice fan. Décadas después, siendo ya un usuario adulto en Twitter, me hice fan de los juegos de palabras de Chimoeneas. He escrito unos mil artículos de opinión y publicado cuatro libros, pero la gente me conoce por el meme de Buyako Saka (un Buyo muy grande sacando, porque Bukayo-Buyaco me hizo gracia y me hice fan). Todo el mundo espera una gran historia que sostenga una pasión duradera, pero en realidad no es necesario emocionar a Spielberg ni buscar la intensidad ni la trascendencia. ¿Acaso no se vive mejor en una comedia ligera?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*