Futbol

Athletic, escalar la montaña de la Ley Bosman con lo puesto… o «lo nuestro»

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El Athletic, en la gabarra
La «Gabarra»» por el rio Nervion (Foto: Cordon Press)

«Clemente fichó a Valverde, su sucesor en la gabarra». El dato me lo pasa Mikel Aguilar,  socio del Athletic Club desde hace más de tres décadas, tiempo en el que ha escrito su diario de a bordo con los hechos más significativos  de cada curso futbolístico, comenzando por la temporada 1991-1992. Un ejercicio de memoria colectiva garabateado en rojo y blanco, testimonio de la montaña rusa en la que han vivido los leones-no así las leonas- durante cuatro décadas.

Utilizando como unidad de medida mis cuarenta y un años largos, la sequía copera del Athletic venía desmontado a Heráclito y su afirmación de que lo único permanente es el cambio, siendo la derrota una constante inalterable. Con cada final perdida, fuimos interiorizando un relato acrítico y autocomplaciente resumido en dos palabras, un lema, y un gigantesco elefante en la habitación: «Gure Estiloa» (nuestro estilo), trampantojo cuyo significado no literal sería «es lo que hay».

1984 supuso el inicio de nuestra propia novela distópica, y desde entonces hemos vivido un puñado de momentos felices, incluso alguno inolvidable, y también otros tenebrosos, hasta trágicos. En la lista de nuestros debes figuran el bienio negro, donde el Athletic tuvo pie y medio en segunda división, las salidas de jugadores como Alkorta -con tomatina al presidente Lertxundi incluida- Llorente o Javi Martinez, y sobre todo las finales perdidas contra la Real Sociedad, Atlético de Madrid y todos los Barcelonas habidos y por haber.

Julen Guerrero (Foto: Cordon Press)

En el balance positivo, por el contrario, sobresale la irrupción de Julen Guerrero como punta de lanza del rombo creado por Juup Heynckes, el subcampeonato torero de Luis Fernandez, la clasificación para la Champions ante el Nápoles, además de las Supercopas opiáceas y la colosal exhibición europea de Manchester.

Capítulo aparte merecen, en lo positivo, los títulos y conquistas imparables del equipo femenino, y en lo negativo, el fichaje de Zubiarre, la sanción de dos años por dopaje a Gurpegi, y sobre todo, las muertes del presidente Javier Uria, y de Iñigo Cabacas, cuya memoria merecía mayor cabida en la celebración copera, independientemente del color político de cada cual.

No es posible resumir 40 años en apenas tres párrafos, pero hay una circunstancia ajena a la entidad rojiblanca que en diciembre de 1995 cambió el fútbol para siempre, amenazando la propuesta contracultural del Athletic: la ley Bosman. El contexto, globalización y puertas abiertas mediante, y la coyuntura, con los clubes rebozándose en el dinero de los derechos televisivos, generaron un panorama sombrío en Bilbao.

El club que hace más de un siglo decidió vencer menos para ganar más, manteniendo, siempre a contracorriente, su esencia en la primera persona del plural, corría el riesgo de verse reclasificado de león a lince ibérico en los manuales de zoología y biología futbolera. Fuera de Bizkaia, la filosofía del conjunto de Ibaigane se ha dado por agotada y amortizada con cada cambio significativo acaecido en la industria del  fútbol, y si bien discursos así nunca han encontrado demasiado predicamento en las gradas de San Mames, habían calado lo suficiente como para generar un sentimiento de inferioridad acrecentado con cada intento fallido.

Al Athletic no le pedíamos ganar siempre, ni siquiera mucho, pero habíamos llegado a un punto en el que, como les sucede a los ricos con el dinero, hablar de exigencia se tomaba como ejemplo de mal gusto. Romantizamos la derrota como si se tratara de una bilbainada más, y decidimos perder más y mejor que nadie. Decía el inolvidable Jose Iragorri, periodista radiofónico bizkaino, que no ser del Athletic es una oportunidad perdida, y a lo largo de la pasada década serlo suponía un ramillete de finales perdidas.

Berenguer (Foto: Cordon Press)

Por todo ello, cuando Berenguer marcó el penalti decisivo, y previo al delirio colectivo, me sorprendí tarareando obsesivamente una melodía que no era el himno del Athletic ni ningún otro cántico futbolero, sino un verso de la canción «Teoria bat» (Una teoria) de Gorka Urbizu, y que resume de forma mucho más elegante concisa que yo esta espera de cuatro decadas: «gauzak ez dira horrela, gauzak horrelaxe daude», cuya traducción al castellano vendría a ser «las cosas no son así, las cosas están así».

 

 

 

5 Comentarios

  1. Primero, en castellano se escribe Vizcaya, no Bizcaia (cuando escribáis en vasco podéis escribirlo como os dé la real gana, con X,Y,Z o con W).
    Segundo, es fácil mantener una supuesta filosofía (eso sí, cambiante y etérea, dependiendo de las necesidades del Club y de la ideología nacionalista vasca) cuando tienes unos poderes públicos detrás de tí que te protegen hasta el límite de regalarte un estadio (De los 200 millones aprox. que costó el Nuevo San Mamés, el Athletic sólo tuvo que poner 50).
    Y tercero, esta supuesta filosofía lo que ha supuesto es una inyección de morfina perpetua en el aficionado del Athletic, que se ha convertido con el paso de los años en un equipo mediocre, que de vez en cuando gana una copa del Rey.
    A los que les vale con eso, enhorabuena.

  2. jaja …otro fustrado de la vida ,con ganas de decir chorradas por que no tiene en quien reflejarse ¡¡ .. tu apoya , que os mola, a ese equipo de los 11 extranjeros titulares o la mayorìa de los equipos,gastando ,siempre con lo prestado, o vendiendo el club a chinos ,saudies o millonarios americanos jaja……tu tranquilo que aquì ,en Bilbao, estamos encantados con nuestro Athletic de los socios,de nuestra filosofìa,nuestra identidad ,sentimiento y arraigo —1 millòn de personas para celebrar la Copa , una disculpa para un pueblo entero unido. Pero claro ,los rencorosos como tu poco saben de eso–haztelo mirar

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