Fútbol Femenino

El 8 de marzo que sigue al «Se acabó»

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El 8 de marzo, recordar que España es la mejor selección de fútbol femenino de todo el puto mundo
(Foto: Cordon Press)

De las cosas que la columnista este año guardó en una caja de recuerdos con candado, conocer a Carmen Arce, Kubalita, tiene sección propia en el baúl. Sabía de ella, nos habíamos hablado, llamado incluso, pero hay abrazos y silencios que encierran tantas historias que se convierten en un tesoro atemporal.

Charlar, reír, con una mujer que fue portera de nuestra selección cuando al árbitro se lo llevaba la Guardia Civil porque estaba pitando en un partido de mujeres (cosa prohibida) no hace tantos años, te da la perspectiva necesaria para entender que todo cambio, por molesto que sea —y cuanto más molesto, mejor—, no es necesario: es cuestión de vida. 

Cuando saltó el escándalo de la entrega de premios del Mundial, también hablé con Kubalita. Coincidió que al coronarse la Selección Española femenina como Campeona del Mundo, me encargaron un reportaje sobre las pioneras. Hablé con ella y con Eli Sánchez en una llamada a tres sobre aquella época.

Entonces, salió el tema de cómo se habían sentido apartadas, de la escasa memoria del fútbol español a la figura de las mujeres que pelearon para que en España todas pudieran jugar. «Estábamos reconocidas por la Federación Española, disputamos aquel partido oficial el 5 de febrero del 83 en La Guardia, frente a Portugal, y no se nos ha hecho ningún reconocimiento», contaba Eli Sánchez en aquel reportaje. «Me da mucha pena», explicaba Kubalita, «parece que todo empezó en Canadá y hay 12 años de diferencia y de lucha». 

Al terminar aquella entrevista, las jugadoras actuales se juntaron en un grupo de Whatsapp para redactar aquel comunicado de condena a las palabras de Rubiales en la Asamblea. Aquel comunicado donde 80 firmantes —por el escaso margen de tiempo para prepararlo, porque habrían sido más— se declaraban no convocables. Pedí que las incluyeran. La justicia era eso. Incluir a las que no habían incluído en nada. Tener en cuenta. Escuchar. Y sentir el apoyo de las que fueron para que ellas puedan ser. 

Lo hicieron. Esa es la intrahistoria de por qué Kubalita, Ainhoa Tirapu, Eli Capa, Toña Is, y una larga lista de exfutbolistas firmó aquel comunicado de rechazo a participar en el circo federativo en el que se había convertido la Selección si no se producían cambios.

Era la ratificación de aquel «Se acabó» que espontáneamente tuiteó Alexia Putellas y que ponía fin a la concesión histórica que se le había hecho a los dirigentes de nuestro fútbol, a mirar a otro lado cuando un entrenador o un directivo hacían lo que no debían hacer, a la prensa callada cuando se conocía un escándalo que no se podía publicar para no perder beneficios. 

Rubiales nos hizo un favor escenificando delante de millones de personas los comportamientos que teníamos que dejar de tolerar. Lo del palco, lo de la entrega de medallas y lo del avión. Lo de Doha, lo de la Asamblea, lo de la Iglesia de Motril, lo de Ibiza. Todo por lo que se le enjuicia no es tan diferente de lo que pasó años atrás, pero esta vez se acabó de verdad.

Hubo fuerza, hubo consenso y hubo un hartazgo que rebosó, que nos decía que esta era la última que íbamos a consentir. Siguen habiendo Rubiales en cada club, en cada Federación y en cada país (hola, Zambia, que lo tuyo es mucho peor y la FIFA sigue callada), pero aquel impulso sigue siendo referencia para que ninguna niña o mujer consienta lo que ya no consentimos. 

Perdón por molestar. No leo los comentarios, esos que hieren a mis compañeras de Jotdown, he entendido que aquí la conversación no es bidireccional, que no me hace falta leer insultos ni calificativos para poder escribir, así que lo omito. Pero soy consciente, porque me lo dicen mis compañeros, que a muchos les molesta que las mujeres tengamos voz y podamos expresar cómo nos sentimos.

Lo he vivido este año con las futbolistas. He sufrido con ellas los ataques en redes sociales, he visto los vídeos de niñatos gritando «piquito, piquito» a la salida de una Selección que estaba celebrando su segundo título en seis meses. No habéis entendido nada. Somos la mitad de la población, queráis o no. Tenemos voz, os guste o no. Jugamos a fútbol, lo consumáis o no. Y tenemos el respeto de quienes entienden que al fútbol femenino no hay que tolerarlo, hay que respetarlo.

Tenemos a la mejor Selección del puto mundo, a las mejores futbolistas, y no necesitamos ni vuestra condescendencia ni vuestro odio para competir. Solo necesitamos que en días como este, si no vais a aportar, apartéis. El movimiento es imparable, y si no queréis que os atropelle, podéis echaros a un lado. Durante décadas lo hicisteis.

Cuando Kubalita no podía vestir el escudo de España porque en España estaba prohibido que las mujeres jugaran a fútbol, callasteis. Cuando Quereda violentaba a nuestras futbolistas en Canadá, callasteis. Cuando 15 futbolistas renunciaron a ir a la Selección, os reísteis. Cuando Rubiales se comportó como un cretino en Australia e hizo un discurso inspirado en El Lobo de Wallstreet, aplaudisteis. Dejad de haceros daño: esto no es una guerra con vosotros, es una batalla por nosotras. 

Feliz 8 de marzo a todas. Y a todos los que habéis entendido que esto no va de bandos, va de respeto. Se acabó. 

Un comentario

  1. “No habéis entendido nada”

    Esta es la clave. Esa frase resume TODO.

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