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Eurocopa, Champions y Superliga: misma apuesta, mismos protagonistas.

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Olympic Stadium de Berlin, Alemania

A partir de la década de 1990 el fútbol dejó de ser el deporte tal como muchos lo conocían y pasó a ser otra cosa: el fútbol moderno. Podríamos discutir en qué fecha exacta comenzó el cambio, pero durante este período dos competiciones clásicas europeas, la Eurocopa y la Champions, adquirieron el formato con el que hoy las conocemos. A partir de esos cambios el corazón del negocio futbolístico, esto es, la retransmisión de encuentros, la publicidad y el patrocinio, y las apuestas, generaron mucho más dinero en estos campeonatos de la UEFA. Marcando además el camino a todos los demás. Así es como hemos llegado a las selecciones eurocopa 2024 y a la ahora ligeramente reformada Champions. Pero sobre todo a esa propuesta que sugiere regresar a un campeonato reservado exclusivamente a campeones. La Superliga.

Si atendemos a las razones por las que cambió la Eurocopa, encontramos que la UEFA estuvo sometida a una gran presión por los clubes más grandes del continente, que alimentaban las selecciones más relevantes. Deseaban mayores ingresos frente a los más pequeños, y ya a mediados de los ochenta amenazaron con formar una posible Super Liga Europea. Nunca llegó a realizarse, y en lugar de eso se introdujo una fase de grupos para la Eurocopa en la temporada 1991/92, que reemplazó las fases de cuartos de final y semifinales.

También en la Champions las reglas cambiaron para beneficiar a los clubes líderes. Antes del 93 no existía la fase de grupos, solo había eliminatorias. Ahora se juega una ronda previa formada por varios grupos de clasificación. Y eso ha acabado por favorecer a las ligas de Inglaterra, Alemania, España e Italia, cuyos clubes suelen ser los que llegan a las finales. Pero al mismo tiempo eso impide que volvamos a ver como campeones a equipos como el Steaua de Bucarest, rumano, que ganó al Barcelona la final de 1985/86. O al Estrella Roja, serbio, que venció al Bayern en 1990/91, aunque por aquel entonces aún era de la liga yugoslava. La Champions ha terminado por ser un campeonato que elimina la pluralidad, porque los equipos campeones en su país no compiten contra los de otros países, sino que es el coeficiente UEFA el que decide. Portugal parece estar siendo la última víctima de este sistema, con el Porto como último campeón en 2004, y último que no ha sido un club alemán, italiano, inglés o español.

En la Eurocopa los campeones y los subcampeones han sido algo más diversos, pero aún así la presencia de selecciones nacionales cuyas ligas albergan los equipos líderes es más que notable. Desde los noventa han predominado también como campeones y subcampeones España, Alemania e Italia.

Ahora el reciente fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dado alas de nuevo a los promotores de la Superliga. Interpretan que la sentencia les da vía libre para crearla, aunque para ser exactos, no es eso lo que ha dicho el TJUE. Su sentencia afirma que la UEFA abusó de posición dominante al imponer una autorización previa para la creación de la Superliga. Y ese tipo de permisos violan los principios del Derecho de la Unión Europea. Pero el tribunal ha añadido también que la competición no debe ser necesariamente autorizada. Es decir, tendrán que decidirlo o negociarlo ambas partes. Ahora bien, sería de ingenuos pensar que los clubes que la promueven van a dar esta batalla por perdida. Especialmente ahora que han reformulado su propuesta original de 2021. Renunciando a uno de sus aspectos más criticados, limitarse a una competición entre los mejores clubes de Europa. Ahora serán entre 60 y 80, a los que garantizarán un número mínimo de 14 partidos jugados. Es una cifra significativa, pues tanto la Eurocopa como la Champions, gracias a la fase de grupos, redundó en favor de los clubes y ligas más importantes.

Desde la sentencia del TJUE la empresa A22 Sports Management, que gestiona la Superliga, se ha preocupado de anunciar los grandes cambios introducidos a su proyecto original de 2021. No solo el mayor número de clubes admitidos, y el número de partidos, que dobla a la Champions, sino sobre todo la retransmisión de los partidos será en abierto. Nada favorecería más a los fans, si se cumple. Desde la presidencia de LaLiga Javier Tebas ha advertido que no hay que fiarse de estas promesas de lobo con piel de cordero. Y dado que el pago por retransmisión es un ingreso importante, habría que conocer en profundidad el modelo de negocio de la Superliga, y si compensaría esa pérdida con publicidad, patrocinio y apuestas. Este último es ahora un aspecto especialmente relevante, porque en las reformas de los noventa resultó especialmente beneficiado.

Puede que no fuera un efecto buscado. Las apuestas deportivas no eran tan importantes fuera de Inglaterra hasta los noventa. Pero desde entonces la proliferación de internet, y especialmente de los navegadores web, iniciaron el camino para desplazar a otros tipos de apuesta. Nuestro país es un perfecto ejemplo. La Quiniela fue la más importante «lotería del fútbol», comienza a decaer en esa década, y hoy los aficionados más habituados a apostar online prescinden de ella. De hecho lo han incorporado a sus rutinas, tanto como para que ahora supongan un papel relevante en las partidas económicas de los clubes, y en menor medida de las ligas. En las partidas presupuestarias anuales se tienen tan en consideración como el patrocinio, la publicidad y la retransmisión televisiva. La mejor muestra de ello, es que aquellos clubes que siempre compiten en la final de la Champions, o cuyos jugadores acuden a las selecciones nacionales vencedoras de la Eurocopa, han creado sus propias casas de apuestas. El Liverpool, Inglaterra, el Bayern Leverkusen, el Real Madrid o el Roma, por citar algunos, tienen las suyas. Si cruzamos la lista de máximos goleadores de ambos campeonatos, y la de apuestas más fuertes en las dos últimas décadas, encontramos un patrón significativo.

Manchester City, Inter de Milán, Barcelona, Bayern, Chelsea, lideran el ranking de las mayores apuestas hechas en la final de la Champions. En el caso de la Eurocopa, Inglaterra, Alemania, España e Italia. No siempre con acierto, los aficionados tienden a apostar por los jugadores de los clubes a los que siguen, por las selecciones de su propio país, y solo en tercer lugar por los favoritos. Así que la mayor parte del negocio de apuestas acaba redundando en los clubes más grandes. Ellos han sido los favorecidos por las reformas de los noventa, pero es que en su propuesta de nuevas ideas para el fútbol, la Superliga se parece sospechosamente a la Champions, y favorece a los mismos que la Eurocopa.

De hecho uno de los puntos en que más insiste A22 es en su comparación con la Champions. Todos los partidos en abierto frente al pago por suscripción. Mínimo de catorce encuentros por club, frente a ocho. El mismo número de jornadas europeas. Y, quizá lo más importante, la gobernanza en manos de los clubes participantes en lugar de delegar en la UEFA. Si tal propósito se cumpliera, cabe suponer que los más grandes dominaran esa gobernanza, y como además son los que alimentan las ligas más importantes, también impondrían sus condiciones en la Eurocopa.

La UEFA ha reaccionado, introduciendo cambios en el formato de la Champions League 2024/25. Ahora parece haber un cierto interés para que los equipos situados entre el 9º y 24º puesto lleguen a los octavos de final. Hipotéticamente eso abriría el camino a campeones nacionales de otras ligas y por tanto al equilibrio perdido contra el que protestan tantos aficionados. Y que era una de las críticas a la Superliga de 2021: siempre íbamos a ver el mismo fútbol, jugado por el mismo grupo de favoritos. En cuanto a la Eurocopa, no hay cambios respecto a 2020, y tampoco grandes expectativas de ver a selecciones distintas a las habituales proclamándose campeonas y subcampeonas.

Sin el proyecto de la Superliga más desarrollado, y sin ver si le marca finalmente el paso a la UEFA, queda abierta la incógnita de si veremos alguna vez de nuevo a un Estrella Roja como campeón de Europa. O a la selección de Serbia alzándose con la Eurocopa, para variar. Una vez más, el corazón del negocio del fútbol llama a moderar cualquier optimismo derivado de las promesas de unos y otros. Por la retransmisión, por el patrocinio, por las apuestas, pero sobre todo por el número de aficionados. Los que siguen a los clubes líderes y los de las ligas campeonas suman muchos más. Superando la barrera de sus países y continentes de origen. La audiencia del Madrid, el Bayern, el Juventus, etc., tiene mucho mayor peso que quienes disfrutan del fútbol bien jugado, sin importar quién lo juegue. Champions, Eurocopa y Superliga apuntan a beneficiar a los mismos protagonistas. Y quien busque otro tipo de fútbol tendrá que ir a otra parte. Porque el negocio es el negocio, y nada manda más en el fútbol moderno.

Un comentario

  1. Bueno, aquí hasta hace bien poco no se miraba mucho el negocio, y ¿cuántos clubes acabaron en concurso de acreedores? ¿15, 16? No recuerdo exactamente. Y sus primeros acreedores eran hacienda y la seguridad social, o sea, todos nosotros. Prefiero que miren el negocio, a mi que paso mucho del jurgol no me apetece pagarlo.

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