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Gabino: «Me fui del Betis al Español por todos esos comentarios y rumores que no me dejaban vivir»

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Si las leyendas urbanas fueran sinónimo de títulos, Gabino Rodríguez (Sevilla 1964) tendría las vitrinas de su casa repleta de esos peculiares éxitos que tanto daño hicieron en su momento a uno de los futbolistas más talentosos que uno ha visto sobre un terreno de juego. Leyendas urbanas que se quedaron en eso, en comentarios sin fundamentos de barra de bar que en estos tiempos que corren de redes sociales se hubieran convertido en virales. Criado en el populoso barrio de Las Letanías, siempre recordado por una muñequera de tamaño gigante y vecino en la actualidad de la bella localidad de El Ronquillo desde hace algunos años, a través de la madurez adquirida tras superar no pocas adversidades repasa una trayectoria deportiva que nació en Santa Olalla del Cala y que tuvo su canto del cisne en Ceuta. Un exfutbolista, bético por los cuatro costados, que ahora se gana la vida como repostero de éxito en una de las pastelerías más reconocidas de la provincia de Sevilla y como modesto ganadero gracias a una finca de unas dos hectáreas. Empresario al que siempre le quedara la espina de haber trasladado todo su saber balompédico a los banquillos. Una asignatura que quedará pendiente por culpa de los que antepusieron los rumores sobre la vida privada de un Gabino que a través de esta entrevista desnuda su alma…

¿Cuándo te diste cuenta que el fútbol te iba a dar de comer?

Mi sangre es de Santa Olalla del Cala (Huelva), donde nace la figura Gabino y donde encuentro la posibilidad de dedicarme al fútbol. A los seis meses, cuando nos trasladamos a Sevilla, fui a probar al Betis porque yo vivía en Las Letanías, que está muy cerca de su campo, y empecé con el famoso Mani (un conocido ojeador que durante mucho tiempo fue los ojos del FC Barcelona en Andalucía). Ahí es donde me comentan y se dan cuenta de que tenía cualidades.

¿Cómo es tu infancia?

Nunca he pasado necesidades extremas, aunque era limitada como la del resto de los mortales. Mi madre era limpiadora de colegios, una luchadora, y mi padre albañil y dedicado al ganado. Tanto en Santa Olalla, como en Sevilla, siempre hemos sabido sobrevivir.

¿Tú siempre has sido bético?

Nací bético, aunque a mi padre le tiraba mucho el Celta. Mis primeros años yo era aficionado del Celta, pero me llamó la atención el Betis y hasta hoy.

Por cierto, ¿nunca te tentó el equipo rival?

Sí, muchas veces y una de las figuras importantes del sevillismo, Luis Cuervas, su hermano Antonio y creo que de vicepresidente estaba Del Nido, me tentaron varias temporadas en la época de Azkargorta (finales de los años 80 del siglo pasado). Ese mismo año firmaron a Diego.

¿Cómo fue el recorrido desde las primeras pruebas que te hacen hasta llegar al primer equipo?

Tremendo, porque tuve muchos vaivenes. Cuando me incorporo al Betis, lo hago en los prebenjamines. No voy escalando a benjamín o cadete, sino que pasé a infantil y después a Cross, un equipo de fútbol de San Juan de Aznalfarache, que hoy es el San Juan Fútbol Club, y me rescatan otra vez para el juvenil. Después paso al Betis Deportivo muy poco tiempo y luego al primer equipo desde que Pepe Alzate me pidió para un partido y ya me quedé.

Siempre en posiciones ofensivas…

Sí, sí en la zona de pivote, como mediapunta. Estaba el jugador libre en defensa y uno por delante en el rombo, que era donde yo me desenvolvía. Caía bien a una banda, incluso jugaba en la banda derecha por mi velocidad y mi cambio de ritmo.

¿Ya jugabas con la venda?

No, eso viene del Logroñés, cuando más participaba. Fue a raíz de una lesión de escafoides en un partido contra el Zaragoza en una falta que sacó rápida Juan Señor.

Dentro de poco se cumplen 40 años de tu debut oficial en el primer equipo del Betis en el Santiago Bernabéu, ante el Castilla de la Quinta del Buitre.

Sí, en Copa con Butragueño, Martín Vázquez, Pardeza, que para mí era un gran futbolista. Al ochenta por ciento de ellos los tuve de compañeros en la selección, tanto en la sub 21, como en la olímpica, y después debuté en Atocha en Liga contra la Real Sociedad.

¿Cómo recuerdas ese debut en el Bernabéu?

Tremendo. Lo que había en ese Betis era tremendo por mencionar a mitos, como Julio Cardeñosa, José Ramón Esnaola, Rafael Gordillo, un tal Antolín Ortega. Había auténticos líderes y yo no me sentaba como uno más en el vestuario. Aunque lo hacía en sillas que el responsable del material, Alberto Tenorio, preparaba en otra zona, fuera del vestuario.

Debutas con Pepe Alzate.

Vengo de un partido del Betis B en Riotinto con Frasco, que en paz descanse, y me salió el partido del siglo, buenísimo, con cuatro goles. Como había un problema de lesiones en el primer equipo y yo fui uno de los elegidos para jugar contra el Castilla.

Se iniciaba el revelo generacional de los campeones del 77, ¿no?

Correctísimo. Estaban en la rampa de salida muchísimos, cuando emergemos nosotros, como Antonio Reyes, Parra estaba ya despuntando, Antonio Casado, Quico, Salva de portero, Perico Medina, Cristóbal… Todos canteranos y subimos de un año para otro. Nos encajamos casi el 80 por ciento canteranos.

Tienes que hacer la mili y te vas a Logroño.

Una vez que había debutado en el Betis, tenía muy buenas perspectivas, pero no había renovado. Estaba en Vitoria y me llamó Pedro Buenaventura, que en paz descanse, para decirme que el Logroñés estaba interesado, que jugara allí y después me rescataban ellos para el primer equipo o para cederme a otro equipo y esa fue una de las grandes locuras, en positivo, que yo viví.

Fue una bomba. Llegué jovencísimo, solo, el clima no es el mismo, pero tuve la suerte de encontrarme a unos compañeros en un vestuario de lo mejorcito que me pude encontrar. Si te los enumero: Uno de los más grandes ahora, Mendilibar, Lotina, Ruz, Raúl (el conocido reportero), Noly del Celta, Guembel… jugadores extraordinarios y como personas mucho mejores. Tuve la suerte de hacer muchos goles, me salió una temporada estupendísima y el mismo Pedro Buenaventura me llamó para firmar un nuevo contrato con Francisco García de la Borbolla, que era el vicepresidente.

Jugaste en el mítico Las Gaunas.

Bufff, un estadio pequeño, pero coqueto. Lleno siempre, con unas ganas, una ilusión, una emoción… La derrota no se sentía y en las victorias era tremendo. Aun perdiendo un partido, nunca sentí una mala cara, todo positivo, en superación, que el próximo partido era mejor. Aquellos años fueron inolvidables para mí. Nunca me puedo olvidar de esa temporada. De la gente del club, de la ciudad… Si llegué a ser futbolista en gran medida fue por mi temporada en Segunda, en la que marqué 13 goles, con el Logroñés. Allí triunfé como futbolista.

Has dicho que coincidiste con Raúl, comentarista de Canal Plus, Lotina y con José Luis Mendilibar, entrenador del Sevilla hasta hace unas semanas.

Mendilibar era un futbolista muy fijo para Delfín Álvarez. Técnicamente muy bueno, muy inteligente en el campo, se situaba de pivote un poco avanzado, donde yo normalmente jugaba, y lo tenía complicado porque había una serie de futbolistas que venían de años anteriores y se conocían muy bien, memorizaban muy bien los conceptos, pero tuve la suerte de que en un partido hubo un problema de trámites de la Federación y ahí me colé.

Mendi pasó a la suplencia, pero nunca hubo una mala cara o una mirada fea ni de Mendi, ni de nadie. Todos éramos positivos. Mendi de cerca es estupendo, extraordinario. El que lo conozca a distancia tendrá mil opiniones, pero de cerca es un tío servicial, que siempre se ha reciclado, el deporte lo lleva por bandera y no tengo palabras para él, ni para Lotina, que era el mayor de todos nosotros. Tenía una experiencia brutal, te colocaba, era el entrenador en el campo.

Pasé un año terrible, positivamente hablando, y quería seguir, pero el Betis me tenía firmado por cinco años. Pero hay algo que poca gente sabe…

Soy todo oídos…

Soy el primer internacional en la historia del Logroñés. Recuerdo que el presidente del Logroñés no sabía cómo tenía que desplazarme a Madrid para unirme al resto de internacionales. Pensaba que vendrían a recogerme a Logroño. Pues no se le ocurre otra cosa que mandarme a Madrid en taxi.

Cuando llegó y los federativos ven que la factura es un buen pellizco, me dicen que sea la última vez que eso sucedía, que de repetirse no me llamarían más. La factura se la querían cargar al club. A la vuelta el presidente me recoge personalmente para no pagar la multa…

Algún equipo llamaría a tu puerta tras su gran temporada en Segunda…

Sí, entre otras cosas llamaron equipos vascos preguntando si tenía antecedentes vascos, el Valencia, el Atlético de Madrid, pero yo era muy inmaduro, no tenía representante y vivía muy solo. Cuando me presentó el Betis los cinco años, lo primero que hice fue venirme corriendo para Sevilla porque quería estar cerca de la familia, jugar en el equipo donde de pequeño había soñado y darle la satisfacción a mis padres después de los esfuerzos que habían hecho por mí.

Supongo que estarás contento por Mendilibar, aunque haya logrado un importante título en el eterno rival.

Soy un hombre ante todo muy honesto, en el halago y en la crítica, y le deseo a mis amigos lo mejor. Mendilibar es un grandísimo entrenador, llegó al Sevilla y lo que ha logrado es por méritos propios, nadie le ha dado nada. Me alegro una eternidad porque se lo ha luchado y nadie le ha regalado nada.

A Mendilibar no lo pusieron en el Sevilla porque llevase seis meses entrenando, había pasado por equipos que quizás muchas personas desconocen. Ganó un título, estuvo a punto de ganar otro y me alegro muchísimo por él porque lo primero es que como compañero y persona es extraordinario. Y con los buenos recuerdos que tengo de él, qué tiene de malo decir esto, aunque estuviera en el eterno rival.

Vuelves al Betis con jugadores importantes, como Poli Rincón o Calderón, pero los resultados deportivos no son los esperados.

Nos costaba muchísimo, porque no éramos un equipo con mucho equilibrio en cuanto a resultados, aunque teníamos siempre a buenas figuras, ¿no? Calderón era un fuera de serie, Rincón un peleón, Ortega, otro líder, la suerte de jugar con Diego, el central Faruk Hadzibegic, pero éramos un equipo quizás capaz de lo mejor y de lo peor.

Tuvisteis muchos cambios de entrenador…

Llego al año siguiente de Dunai. Mantener un cuerpo técnico es uno de los factores importantísimos, el jugador necesita tranquilidad y las plantillas lo sienten. Hace veinte años no ocurría, con cambios con gente de la casa a los seis meses. Yo soy partidario de aguantar los proyectos a que se terminen.

Vives el famoso partido de Málaga, donde os salváis…

No, lo vivo desde la distancia, en Logroño, pero como si estuviese jugando, porque yo volvía y no quería una categoría que no fuera la Primera división, pero sí viví el de Las Palmas, con el gol de Zafra y Pepe Calleja, con Pedro Buenaventura de entrenador.

Lo pasamos tan bien y nos dio tanta alegría, abrazos… Fue increíble y nos mantuvimos, con Retamero de presidente. Son momentos que piensas que no se volverán a repetir y, de hecho, a la temporada siguiente, se firmó muy bien e hicimos una temporada más bien aceptable, con casi los mismos aficionados que hoy.

He leído que siempre dijiste que si hubieras tenido la cabeza de Calderón, habrías acabado en el Real Madrid.

He tenido siempre oportunidades del Barcelona, del Atlético Madrid de Jesús Gil, pero lo que me pasó fue que la madurez me llegó tarde. Si me hubiera llegado estando jugando al fútbol, quizás hubiese gestionado todo mucho mejor. He aprendido de aquellos errores, pero no supe vivir los aciertos.

Por cierto, en aquella época los jugadores no ganaban tanto dinero como ahora.

Hay mucho bulo. Hoy y hace veinte años yo era un jugador que no pasaba desapercibido, era carismático, por mi forma de jugar, por el arte, pero había bulos agresivos, malintencionados, entre ellos, el dinero.

Se ganaba para vivir muy cómodamente, tener una buena casa, un buen coche y no pasar necesidades, pero no era la locura de en lo que se convirtió el fútbol cinco años después, que cualquier jugador mediocre cobraba un pastón. Viví una época donde no pasé necesidades, podía haberme organizado la vida económicamente algo mejor, pero nada que ver con la locura que han dicho sobre mí. Esa información hay que contrastarla antes que difundirla.

Coincidiste con Canito.

Otro bulo. Cuando yo llego al Betis, ni conozco a Canito, ni es amigo mío, ni es de mi generación, simplemente he entrenado cuatro veces con él, Ortega en la Ciudad Laboral… Mis amigos más cercanos eran Pepe Calleja, Quico, Julio, Antonio Reyes, que es mi generación, con los que he convivido, pero no hice vida con otros. Era otro bulo, otra mentira y otra etiqueta.

Son años en los que se dicen muchas cosas de tu vida privada y tu amistad con algunos compañeros de vestuario en el Betis…

Yo no puedo poner la mano en el fuego por nadie porque yo nunca estuve. Me lo pasaba extraordinario con Pepe Calleja, porque era simpático, alegre. Vivimos momentos muy bonitos con Peña, Reyes, Parra, Casado, esa es mi generación, pero no puedo decir cómo eran Canito, Mantilla, ni Peruena, porque no es mi época.

¿Cómo vivías la rivalidad con el eterno rival?

Muy intensa. Había muchos canteranos y también en el Sevilla, que tenía un equipazo con Francisco, Rafa Paz, Serna, Antoñito, Carlos… Era el partido del siglo para nosotros. Nos preparábamos como bestias y las declaraciones eran muy explosivas porque habíamos nacido el ochenta por ciento béticos desde la base. Unas veces ganaban ellos y otras nosotros, pero había pique. Con Jiménez, con Serna era a muerte, con Francisco igual, lo vivíamos con auténtica locura.

Siempre recuerdas un marcaje muy particular que te hizo Castellano jugando en el Betis (mediocampista del Valencia Campeón de la Recopa en 1980)…

Fue tremendo, pero fue un marcaje dentro de la legalidad. Duro, terrible. Un marcaje muy de verdad. Cuando acabó el partido el pensaría que había salido ganador de nuestro duelo y yo pensé todo lo contrario. Coincidió con un gran triunfo del Betis ante el Valencia en el Luis Casanova.

Acabas tu primera etapa en el Betis y cambias Sevilla por Barcelona.

Me fui del Betis por todos esos comentarios que no me dejaban vivir. Las críticas eran más numerosas que las cosas positivas y necesitaba un cambio para mi madurez y para saber cómo se vivía fuera. Me llama Javier Clemente para decirme que contaba conmigo, me explicó el proyecto que tenía el Español y a mí me apetecía muchísimo.

Español y Betis se ponen de acuerdo, me desplazo a Francia, donde estaban haciendo la pretemporada, con mucho dolor porque no quería salir del Betis. Era titular, había nacido allí, soy bético y he sido capitán de ese equipo y en el Betis he hecho prácticamente todo, pero sabía que por familia, madurez, entorno, crítica, tenía que salir y creo que ahí no me equivoqué, las cosas no me fueron mal.

El Betis cambió un jugador talentoso como tú por dos defensas, Miguel Ángel y Job.

Les parecía bien un trueque para reforzar la defensa y es curioso porque tampoco se supo el precio, a lo mejor 20 o 30 millones de pesetas, que está bastante bien a día de hoy, si las hemerotecas no mienten.

 

Firmaste tres temporadas a razón de 13, 15 y 17 millones de pesetas.

Aproximadamente fue eso, no estás mal encaminado, que por aquel entonces era un dinero muy interesante. De ahí es cuando yo hago mis inversiones como empresario, a través del Español y me fue bien económicamente y deportivamente.

Creé una cadena de supermercados. Cuando te haces empresario, no te haces millonario de la noche al día. Necesitas aprendizaje, equilibrio, una gente muy formada. Hoy, por ejemplo, soy empresario, pero tengo un grupo de trabajo que son todos mejores que yo. No quiero a ninguno por debajo de mí en cuanto a nivel intelectual, cultural, de información. Quiero siempre a los mejores. Entonces no supe hacerlo, hoy sí lo he hecho.

El Español era un equipo de mentalidad y filosofía parecida al Betis.

Es casi un setenta y ochenta por ciento muy parecida. Es una afición muy pasional, muy sentimental, y es muy difícil ser perico en Barcelona, tiene unos huevos terribles porque el noventa y cinco por ciento es culé. Donde tú vayas es Barcelona y se respira, se habla y se quiere Barcelona. Es como El Ronquillo en Betis-Sevilla, nada.

¿Y cómo era el ambiente político de aquella Barcelona?

No tiene nada que ver. Era una Barcelona tranquila, en paz. De todas formas, nosotros estábamos muy alejados de la política, sobre todo yo. Era muy apolítico, ahora me interesa más. El fútbol estaba muy apartado de todo y como todo era culé, nosotros pasábamos desapercibidos en todo. Teníamos 25.000 fieles y yo daba la vida por esos socios que ahí siguen en número.

Juegas en el Villamarín, campo mítico, Las Gaunas, campo mítico, y Sarriá.

Sarriá era tremendo. Tenía unos pasillos interminables. Y tuve la suerte de tener también grandes entrenadores, Javier Clemente o Luis Aragonés, lo bordaban más con una psicología que una táctica. Sarriá era pequeño, muy llamativo, muy cercano con el jugador, difícil de ganar. Muy buena plantilla, con Michel Pineda, delantero que si estuviese en esta época te daría 20 goles; Orejuela, un capitán líder con un mando extraordinario; atrás Francis; Mendiondo, uno de los mejores futbolistas que he visto yo, un todoterreno; N’Kono de portero; Zubillaga en el centro del campo, otro líder. Había un alemán, Wolfram Wuttke, uno de los mejores extranjeros con los que he jugado, con todos mis respetos a los demás. Diferente, travieso, incómodo, tácticamente cero, pero en el campo letal. Estuve un año con Francisco y con Mino, del Sevilla.

¿Y qué tal era Francisco?

Éramos compañeros de habitación. Pasé un año extraordinario. No he visto un jugador más inteligente en el campo. Tenía un don que a lo largo de un partido de 90 minutos perdía dos balones. Eso era fundamental en un futbolista. Todo era mantenerse siempre su espacio, te corregía, siempre positivo.

Coincidiste con una familia de origen sevillano, la familia Lara.

Con el tiempo me hice capitán y el que negocia aquellas primas fui yo. Recuerdo que vinieron a recogerme con un chófer. Eso para mí era impensable. Nos llevaron a un restaurante, Botafumeiro. No he visto unos pericos con tanta ansia de que ese equipo creciera, apostaron fuerte por el equipo, aportaron su patrimonio.

La familia Lara siempre será perica y recordada porque en la época lo hacían sin ánimo de lucro por mejorar al Español en Barcelona, no en una ciudad con dos equipos muy parejos. Hay que tener bemoles.

Fuiste campeón de Europa sub 21 en el 86 y llegaste a ser internacional olímpico.

Siempre tenía la posibilidad con Miguel Muñoz de seleccionador, porque me comentaba que podía citarme para que me fuera formando en esas selecciones. Tuve la suerte de que Luis Suárez confiaba en mí. Juego la final de titular en Zorrilla, en Valladolid. Ramón Vázquez entró por mí y mete el gol. Vivimos también un tiempo maravilloso.

Además, ahí sentíamos que el estrés era muy diferente a nuestros equipos. En España estaban Sanchís, Roberto Fernández, Llorente, Quique Sánchez Flores. Disfruté todo aquello como un enano y cuando fuimos a las Olimpiadas, igual. Jugadores del Atlético de Madrid, como Marina. No lo puedo olvidar como compañero y futbolista.

Le ganasteis a la Italia de Vialli.

Vialli, Donadoni, Zenga. Por aquellos entonces eran figuras de sus equipos. Vialli venía de arrasar con la edad que tenía con la Juventus, que te metía 20 goles, con 2 metros. Y Zenga, uno de los mejores porteros de Italia. Como mayor de edad podías tener dos, tenían también a Donadoni, que estaba en el Milan con lo que era. Era una Italia muy diferente a la actual, que pierden y se pelean entre ellos. Aquella era una Italia que te miraba con una mirada agresiva, ganadora y si te podían meter mano, te metían mano.

Era una época en la que ser internacional absoluto era muy complicado, ¿no?

Era complicadísimo. Estaba cerca de estar ahí, pero tuve algunas lesiones. Recuerdo un viaje de la selección sub 21 y la absoluta a Reikiavik, yo estaba con Pepe Mejías y junto a nombres como Rafael Gordillo, Míchel, futbolistas con los que era complicadísimo estar ahí metidos, como Butragueño.

Una gama del Barça y el Madrid de mi edad con un nivel muy alto, muy alto, Martín Vázquez en su época buena a mí me encantaba, Marcos Alonso, el padre del chaval que está ahora en el Barça, Lobo Carrasco… Siempre estuve a un milímetro de entrar porque estaba muy considerado y lo busqué, eh. Era mi reto, aun sin esa madurez que necesita un futbolista para estar en la élite. La táctica es importante, pero la madurez es fundamental. Creo que los equipos se tienen que formar primero a través de la madurez.

Tienes tres buenas temporadas en el Espanyol y vuelves al Betis con 27 años.

Vuelvo con 27 porque estaba haciendo un trabajo grandísimo Antolín Ortega con un directivo de la época de Hugo Galera. Se pone en contacto conmigo Antolín y me dice «te voy a ayudar para que vuelvas otra vez». Esos son los compañeros que realmente te llegan al alma.

Hoy, con esta madurez, le daría cuatro besos y cuatro abrazos porque el tío apostó por mí sabiendo él que podría ser A o B. Convenció a Hugo Galera, que se pone en contacto conmigo, y todo rapidísimo. No miré absolutamente nada, ni el tema económico ni nada.

Yo lo que quería era volver, jugar, triunfar otra vez y llevar al Betis a lo máximo con un presidente muy honorable. Hugo Galera era muy cercano, muy simpático, muy elegante. Hizo mucho por el Betis y se le ha reconocido muy poco.

Vuelves a un Betis que está mal económicamente y deportivamente va a menos. Sabías a lo que venías.

Sí, sabía perfectamente que el Betis iba a menos, estaba también por ahí Lopera. Yo era capitán y negociaba con él las primas y sabía perfectamente que me enfrentaba a la economía salvaje del Betis de aquellos años, pero no me importaba; me importaba volver a vestir las trece barras, mi sentimiento.

Era volver al Villamarín y ponerlo otra vez boca abajo, sacar sus pañuelos y volver a sentirme futbolista y continuar muchos años más. Cuando Hugo se va, entra Lopera y ando yo por ahí.

¿Y qué tal con Manuel Ruiz de Lopera?

Bien, nunca me llevé mal con Lopera, tuve con él un trato muy cercano, negociaba bastante bien, un tío muy simpático, me gastaba muchas bromas, un bético en condiciones, que puso su patrimonio al servicio del club para que mejorara todo. Puedo decir abiertamente que para mí Lopera hizo un buen trabajo tanto económicamente como después en la organización de directivos y jugadores.

Se decía en aquella época que eras su jugador preferido, su ojito derecho.

Mira si fue así, que después, con los años, apostó por mí para que fuera entrenador de los cadetes. Después de las etiquetas malintencionadas que me pusieron, lo que yo hice fue que, mientras me criticaban, estudiaba. Me saqué todas las titulaciones para ser entrenador y él fue uno de los primeros que dijo «fulanito para el cadete».

Le tengo mucha estima, le tengo mucho cariño, igual que le puedo tener a Retamero, del que no puedo tener queja. Quizás, yo me porté peor con él que él conmigo. Hugo Galera un honorable y encantador. Y Lopera. Es que yo no puedo hablar mal de los presidentes que he tenido porque siempre me trataron mucho mejor de lo que yo merecí.

Son años complicados en Segunda división en los que el Betis no consigue volver a Primera.

Nos costaba muchísimo trabajo, andábamos siempre bastante bien durante la temporada, pero después en el tramo final siempre había algunas lesiones de jugadores importantes, siempre teníamos la cabeza un poco más bloqueada, el estrés…

Creo que todo eso nos penalizaba mucho a nosotros. Teníamos siempre la duda de pegar el salto, quizás necesitábamos la ayuda de dos futbolistas más reconocidos de lo habitual, más veteranos, que nos hubiesen ayudado a llevar camino de la Primera. Nos costaba un mundo el tramo final.

Tienes fútbol, sigues siendo un jugador importante, metes goles, pero te vas a Segunda B al Xerez Deportivo.

Me voy al Xerez porque también tengo una conversación con Manolo Cardo (entrenador que se dio a conocer para la élite en el Sevilla FC), extraordinario, un tío cachondo, me llama y me dice que el proyecto es terminar la temporada, después subir y me convence.

Vi la posibilidad de engancharme otra vez al fútbol y de estar donde yo quería estar. Cuando llego a Jerez, me encuentro un vestuario buenísimo y unos futbolistas con una calidad, como un tal Villarán, izquierdo, tremendo; Rafita, otro; Miguel Ángel, capitán; Ruiz, de portero; Sanromán, también de portero; Sanromán primo; los hermanos Peña. Me encontré un equipo fabuloso y un entrenador fabuloso. Qué es lo que pasa, que pusieron a mi servicio todo, pero volvemos a la mismo, mi madurez llegó tarde.

Ése es tu punto final como futbolista en Jerez, ¿No?

No, después fui como futbolista al Ceuta. El que me lleva es Quique Pina, que por entonces estaba empezando como representante. Me doy cuenta de que tengo una edad y que me costaba más adaptarme al mundo del fútbol de esa categoría: velocidad, fuerza, choque… Y el presidente me ofreció otro departamento y allí me quedé.

Hacías un poco de todo.

Sí. Teníamos limitaciones económicas y había un presidente, José Antonio Muñoz, que era un fuera de serie. Conocía todo el fútbol base de Andalucía. Te fichaba todo lo mejorcito que podía firmar: Parrado, Fajardo, Maldonado, Olaeta, Echarri. Futbolistas punteros de todos los equipos donde estaban, para mí era muy fácil.

Estábamos él, el hijo y yo. Yo me dedicaba a llevar el vestuario, mi mujer lavaba la ropa y yo la colocaba. Si había que firmar un futbolista, me iba de secretario técnico. Si tenía que ver un partido para pasar un informe a los entrenadores, iba yo. Si tenía que coger las maletas… Las limitaciones hacían que tuviera que trabajar en tres o cuatro departamentos, pero yo estaba encantado.

Allí en Ceuta comienza la leyenda urbana de Gabino, sobre tu vida, tu estado económico, tu relación con los tuyos… ¿Cómo lo llevas cuando se dicen tantas cosas negativas sobre tu persona?

Sobre todas esas etiquetas que me pusieron, solo decir que ni puedo olvidar, ni puedo perdonar. Vivir con estos dos conceptos y no dar el paso de decir vamos a olvidarlo. No puedo, es superior a mí. Creo que a otra persona no se le debería de juzgar tan brutalmente sin ninguna información contrastada. Todo con las malas intenciones y con el único propósito de hundir a esa persona.

No sabía que tenía tantísimos enemigos. Eso nace de la sociedad, una parte, pero otra parte nace de algunos periodistas de Sevilla de hace 30 años que se atrevían libremente a escribir o decir cosas de oídas. Hoy ya llevo en la radio muchos años y no digo nada de ellos. Digo algo cuando lo veo y lo contrasto.

No puedo hablar de la vida privada de fulanito porque me lo ha dicho un amigo si yo no sé ni una. Ése es un gran error que puede causar un daño terrible. Cómo me voy a sentir a día de hoy después de todo lo que ha pasado. Ahora soy un buen empresario, pero fui pésimo. Gabino ha hecho un aprendizaje y ha madurado. ¿Vale? Pero mi familia no puede perdonar, cómo va a olvidar cosas y bulos tan, tan dolorosos.

No soy escritor, pero me gusta mucho escribir y hoy peso lo mismo, no bebo, no fumo, tengo mis negocios, llevo todo el día trabajando doce y catorce horas, me encanta correr por el campo, soy directivo de El Ronquillo Fútbol Club, soy amante de mi Santa Olalla del Cala y llevo una vida muy saludable, pero no de ahora, desde hace muchos años.

Me acuesto a las nueve y cuarto de la noche para a las cuatro empezar a funcionar. Todo esto me ha hecho mucho daño y me hubiese encantado dedicarme a ser entrenador y me han cerrado todas las puertas. El daño ha sido incalculable porque mi deseo ha sido siempre estar vinculado al deporte, enseñar todo aquello que llevo dentro y no he podido por esa mancha negra. Yo no he sido, ni fui, el primero ni el último que se separó. He cometido errores, pero como todo el mundo.

Todo eso explica que el Betis en su momento te echase (hablamos de 2012).

Todo eso conlleva a que el Betis en un momento tenga que tomar una decisión por todos estos comentarios. Cuando a un directivo le llega esa información y lo primero que hace es largar a la persona de la que la recibe, claro que me pasa factura.

Eran barbaridades. Lo más sencillo es contrastar las cosas, soy un tío cercano y de esto hace 30 años y todavía no he olvidado, ni olvido. Me han asociado a muchos clanes con los que no tengo nada que ver y me han cerrado las puertas para todo. No hubiese sido mal entrenador, he tenido pinceladas, pero no he podido hacer más porque esa etiqueta ha sido brutal.

Hoy algunos de los que me pusieron esa etiqueta han intentado abrazarme, besarme, decirme que soy un genio. ¿Para qué, si el daño ya está hecho? ¿Para qué quiero que me digan que soy el mejor? Ya no vale, ya es tarde. Me he reciclado porque tengo una familia extraordinaria, que ha confiado en mí y hemos salido delante de mil batallas y, al final, claro que hemos ganado la guerra porque aquí estoy, nada más.

Son años en los que la gente se aprovecha de ti en lo económico, dice cosas maliciosas sobre tu persona sin ningún fundamento. Esos que se consideraban tus amigos desaparecen cuando el dinero no está.

Esa gente es fugaz, desaparece totalmente. Soy un tío generoso, que da más de lo que tenía que haber dado por esa inmadurez. Cuando das tanto y llega un día que no tienes para dar, estorbas y en ese camino te quedas solo, con esa etiqueta y sin nada.

Para eso está el hombre, para ser valiente, luchador, reciclarse, estudiar y afrontar un reto más allá del fútbol, pero con esa etiqueta es complicadísimo. Te voy a contar una anécdota. Me dice uno «oye que yo te conozco porque te vi en un pueblo». ¿En qué pueblo me viste? «Jugué contigo en un pueblo un amistoso…». Sé quién estuvo y no estuvo conmigo.

Hoy, afortunadamente, me gano la vida honradamente, luchando por mi familia en un pueblo encantador como El Ronquillo, muy cerca de Santa Olalla del Cala, donde me crié, aunque nací en Sevilla. Cuando te etiquetan de esa manera con esa mala intención, te lo llevas a la tumba.

¿Pensaste en algún momento tirar la toalla y que esos rumores sobre tu vida privada acabaran contigo?

Nunca, por la familia, que siempre estuvo a mi lado. Siempre decían lo mismo «Hay que llegar al final para descubrir la auténtica verdad» y aquí estamos. Afortunadamente hoy puedo decir que soy el hombre más feliz del mundo. Ni yo he estado en el entorno de ex jugadores, como han dicho, ni yo he estado en ningún sitio de locura, nada que no sea una vida saludable, empresarial, donde he caído y me he levantado.

He leído que tú decías públicamente que tus únicos vicios eran el fútbol y las mujeres.

Nada más. Y siempre lo diré. Mi único vicio ha sido el fútbol, por eso estoy muy dolido porque creo que tengo semilla de entrenador y podía haber sido muchas cosas de entrenador. Y las mujeres porque me encantan todas. No tengo prototipo de mujer. Me gustan altas, chicas, más rellenitas, pero no tengo la culpa.

Mi padre era un valiente y yo nací como él. Ese es el único pecado que puedo admitir. En lo demás, he vencido, le he ganado la partida a todos. He escrito un libro y me he quedado corto, no me he desahogado, tenía que haber sido mucho más duro.

¿Cuál es tu relación con tus hijos (tiene cuatro)?

Bien, aunque siempre lo he dicho y lo volveré a decir: yo no estuve a la altura con mis hijos pequeños porque no tenía madurez y vivía descoordinado. Nada más. Las cosas se enfrían, mis hijos están en su sitio y yo en el mío. ¿Qué me encantaría abrazarlos y estar más cerca de ellos? Joder, cómo te voy a decir que no.

El único que cometió aquí el error fui yo, que no supe ser padre. Por eso, les recomiendo a muchos que cuando quieran ser padres primero sepan si tienen esa virtud, si están formados, si tienen equilibrio emocional y económico. Para ser padre, ojo, no es fácil. Yo puedo decir que yo no supe ser padre, sin embargo hoy creo que soy un padre de la hostia.

Volviendo a tu pasado de entrenador. He leído también que Quintanar marca un punto de inflexión en tu vida.

Quintanar fue una gran oportunidad. Llegué allí e hicimos un papel extraordinario en un pueblo con siete u ocho mil habitantes y sacamos el proyecto adelante. Me vi con un modelo de juego muy brillante y tuve la oportunidad de meterme en Tercera División y de hacer mis pinitos. Después, firmé por el Alzira y más adelante me fui a Gibraltar.

Podía haber continuado, pero a veces llamaba a equipos de fútbol y me costaba un mundo porque en el apartado de ex jugador había puesta una etiqueta y era muy complicado que se pasara esto por alto y explicárselo a un presidente.

Te voy a contar una nada más. Llamé a un presidente por teléfono para entrenar en La Cabezas de San Juan al Cabecense durante tres años, lo iba a hacer gratis, pero a día de hoy todavía no tengo una respuesta. El daño moral que se me ha hecho es increíble.

Ahora, que me he puesto de analista, tengo que tener un cuidado terrible. Por ejemplo, Isco acaba de volver al Betis, no es un futbolista que me maraville, pero yo tengo que ser respetuoso. A Isco lo analizo en el fútbol, su vida privada es suya y ahí no entraré en mi vida. No diré nunca en una radio para diez ó doscientos mil lo que realmente no sé. Le voy a juzgar por lo que haga él en el campo. Y así tenían que haber hecho conmigo.

¿O yo, por criarme en Las Letanías, tienen el derecho de ponerme la etiqueta que a ellos les dé la gana? Eso es muy doloroso, apuntarte un tanto siendo una gran mentira. Yo no soy santo, ni soy Jesucristo, ni la reencarnación de nadie. Habré cometido los errores y el dolor más grande que tengo es que tú me analices por mis errores, que al fin al cabo son muy comunes, muy comunes, porque son tipos de madurez, de personalidad, de carácter, pero no me juzgues de cosas extradeportivas, feas, sucias, malas.

Tú comentas que siempre te han cortado las alas de ser entrenador, pero siempre tendrás en la rutina la oportunidad inolvidable de Wembley (fue convocado por el Comité Técnico de Selecciones Inferiores de la RFEF para colaborar con Iñaki Sáez en un encuentro internacional de la sub’16 en 2007 gracias a su buena labor en el Ceuta).

Después de todo lo que estaba ocurriendo, ir allí a Wembley con Iñaki Sáez, tener la oportunidad de ser segundo entrenador y poder entrenar a los porteros, con Egea, Masip, Alcántara y Pacheco, para mí fue un premio a la lucha diaria. Un premio al no abandono, a tener la familia detrás, a continuar, a seguir sin parar, porque tengo alma de entrenador y lo digo así. Tengo dote de entrenador, la Psicología me ha llevado a esas cosas.

Cuando me pongo a escribir, soy un monstruo escribiendo (sonríe), pero porque me apasiona. Eso lo puedo transmitir en la cancha a muchos chavales. En superación, fútbol, vida, relaciones, tengo muchísimas cosas que dar. ¿No es triste que a día de hoy no haya recibido una sola oferta del Betis para poder entrenar en la cantera? ¿No es doloroso eso para un bético de cuna, que ha pasado por todas las categorías siendo canterano puro y duro, capitán con muchísimos partidos a cuestas? ¿No duele eso? Eso duele en el alma.

Por cierto, ¿cómo ves al Betis en la actualidad, que va a construir un campo nuevo?

Lo veo bien. Como no estoy dentro, no sé realmente la dimensión que pueda tener en cuanto a ampliación de capital y todo lo que se está formando. Desde que ha llegado Pellegrini, creo que le ha dado una estabilidad futbolística tremenda al Betis. Después se ha reforzado bastante bien con futbolistas como Fekir o Canales, que han dado un rendimiento terrible y te puede venir cualquier futbolista, como en el caso de Isco, que ya ha hecho partidos extraordinarios. Me gusta.

Creo que hay un buen equilibrio en cuanto al tema deportivo con un crecimiento que se ve ahí, pero en el que no puedo profundizar porque no sé lo que realmente hay en el cajón. A mí, por ejemplo, la oposición u otros accionistas me caen muy bien. El hijo de Galera, Salas, Castaño

Manolo Castaño respira beticismo por todos los lados. Accionista, cuando estuvo en el Betis se entregó en la cantera. Hizo un proyecto muy bueno. No lo conozco de nada. Tampoco a Caro Ledesma, pero para mí es un hombre creíble. Me encanta leerle lo que dice y lo dice todo con mucho con sentimiento bético. Tiene muchas ganas de todo y ha invertido también en el Betis.

No puedo hablar de uno, porque no lo conozco en profundidad, ni de otro. ¿Que me gustaría saber más y participar más en el Betis? Sí, pero mi pregunta es ¿Y por qué yo no estoy, cuando yo puedo dar? ¿Por qué no nos sentamos y me dicen «hasta dónde puede dar usted y por qué no nos entrega un proyecto?»

Cuando uno es futbolista y tiene muchas cosas que dar, hay que llamarlo también. Para los chavales igual puede ser un estímulo, mil cosas. No puedo ni decir que Haro y Catalán son unos fenómenos, ni los otros accionistas que ahora no están. Pero si yo tengo que quedarme con personas que a mí me agradan, Caro Ledesma me da mucha credibilidad, a Castaño lo conozco perfectamente y sé que su beticismo es imperial, Hugo Galera era la repera para mí, pero yo no puedo decir de Haro y Catalán nada malo porque no los conozco bien.

Simplemente puedo decir que el Betis está creciendo, está ahí, vamos hacia arriba, que se gana en Villarreal como antes se ganaba en Palamós con facilidades, incluso, y que a mí me pone mucho este Betis.

Colaboras en Radio Marca desde hace mucho tiempo y supongo que tus comentarios tendrás que medirlos mucho porque mucha gente pensará que hablas desde el rencor.

Son quince temporadas en Radio Marca y todos mis análisis son desde la honestidad de lo que veo. Si yo fuera una persona con rencor, diría muchísimas más barbaridades porque tengo un micro cada semana para decir lo que me plazca, porque afortunadamente desde Madrid no me prohíben absolutamente nada, pero no me paso de mis límites porque estoy ahí para analizar dentro de mi capacidad intelectual.

Digo lo que veo, bueno o malo. Te pongo un ejemplo. En un Villarreal-Betis, estaba Isco en el campo y lo primero que dije es que había que verlo. Pero antes había dicho que si yo hubiera sido entrenador, no lo habría firmado. Terminó el partido y dije que el mejor del partido había sido Isco, que había jugado terrible, buenísimo, fantástico, imperial. Ha llevado al equipo, ha dado pases, ha corrido, ha peleado. Porque llevo quince años trabajando desde la honestidad. No guardo rencor, todo eso lo dejo en el cajón de mi casa.

Dices que tienes total libertad en Radio Marca, supongo que también habrán intentado quitarte de en medio, ¿no?

Cuando el poder tiene la capacidad o al más débil abajo, intenta apartarlo cuando le molesta. Yo nunca he sentido ese dolor, aunque me lo han comentado. Como nunca lo he visto o la persona que me lo tiene que decir no lo ha hecho, tendré que decir que no.

A mí me contrataron dos personas para Radio Marca, Andrés Ocaña y Agustín Varela. Me pusieron en manos de Edu García. A día de hoy estoy en manos de los Pablos. Ninguno nunca jamás me ha mencionado nada de que el poder podría ir en contra de mí por las cosas que yo digo.

Hago halagos o digo cosas muy fuertes, pero soy un hombre con mucho temperamento que se deja llevar por las emociones. Cuando juega muy bonito, lo digo, igual que cuando juega mal, lo critico. Si no me ha gustado el director deportivo por un fichaje, también lo digo. Nunca me he sentido amenazado y sí con mucha fuerza de Madrid para que continúe analizando porque también soy muy simpático. Doy mucho juego en cuanto a bromas y cachondeo, en fin, otro tipo de radio. Tuve la ocasión de estar en El Chiringuito, pero no pudo ser. Hubiera aportado. El periodismo para mi es mi otro fuerte, me siento agusto…

Posiblemente si hubieras sido menos sincero, habrías llegado más lejos.

Si hubiera sido un poco más hipócrita, quizás hoy no tendría más dinero… sí una finca más grande, de diez hectáreas, no de dos. Pero prefiero morir como soy y morir de pie que catorce años de rodillas y pidiendo perdón para tener una finca de diez hectáreas.

Las personalidades no se cambian, puedes moldearlas. Y a mí no me van a cambiar nunca. Me puedes moldear, porque los años te moldean. Cuando te pones a pensar y recapacitar, lo que antes metías la pata porque era muy impulsivo, hoy coges y te das. Eso es literatura pura y dura, eh…

¿Por qué Gabino, ese futbolista habilidoso, que gusta, de pellizco, tiene esa etiqueta de raro y bohemio que te han colgado?

Por los aplausos. Todos los futbolistas que despiertan mucho interés para lo bueno y para lo malo es por sus cualidades. Yo era futbolista de un cañito, un penalti, de tres, de muchas filigranas, que decía cosas diferentes. Lo diferente es para lo bueno y lo malo.

Cuando una afición te saca un pañuelo, también puede criticarte todo lo que pueda y más. Todo el que despierta un interés grande y universal y esté al alcance de cualquiera, puede ser condenado. Por eso, el arte se condena. En el mundo del fútbol y en la vida, el mediocre siempre queriendo ser como tú, el que tiene el talento, pero con eso se nace, no se hace.

Hablando de tu vida actual, ¿cómo acabas haciendo pasteles?

Yo no los hago. Somos un grupo de cuatro personas, entre ellas mi mujer Lola, y organizamos lo que más o menos creemos que tiene éxito y talento para jugar en la élite, con honradez y compromiso. Confiamos en dos personas, los mejores pasteleros de Andalucía para mí.

No escatimo ningún céntimo en el producto, la mejor manzana del día, la tarta del día, la mejor nata, mezcla ninguna. Mi pan es pan, aunque le saque menos beneficio. No busco la riqueza, solo que me paguen las facturas y la luz, pero primero hay que dar lo mejor y ése es el éxito que tiene «Lola y Gabino».

¿Qué te falta por hacer en esta vida?

Que me dieran una segunda oportunidad, que la hay hasta para las finanzas, para ejercer mi profesión, que es entrenador nacional. Una pido, nada más. Yo no elijo el equipo, pero que me evalúen correctamente, con honestidad. Creo que lo demás lo he conseguido por quitarme una etiqueta tan malvada, a día de hoy está todo borrado.

Y me gustaría volver a ser padre y, en este caso, de una hija. Ya por edad se nos está pasando el arroz, pero hay muchos métodos y a mí y a mi mujer Lola nos encantaría. Estamos muy estables en todos los aspectos, pero nos falta algo que necesitamos. Tenemos tres niños y una niña. En El Ronquillo se ha hecho una labor tremenda, pero estamos muy limitados en cuanto a niños. Nos volvemos locos cuando vemos niñas. Tenemos estabilidad, pero nos falta la guinda…

¿Cuántas veces te has casado?

Dos veces. Con Amparo, la madre de mis hijos pequeños, y con Lola llevo 27 años, que cumplo el 9 de septiembre, cuando trabajamos juntos en Ceuta, aunque ya la conocía de antes. Es un sitio maravilloso, pero está muy vinculado a drogas. Trabajábamos 24 horas. Ella reparte personalmente las cajas de los pasteles.

Lola conocía las leyendas urbanas…

Cuando me conoce, en la primera conversación, lo primero que hace es abrirme su casa. Se quedó firme en el momento clave, era un muro. Es la mujer más feliz del mundo cuando hablan de su marido. Puedes caer mejor o mejor, pero es muy fuerte que te digan golfo. Me han gustado las mujeres, pero nunca he sido un golfo.

Tiene los valores y ha sabido estar, la amo. Si te dicen que he pedido en un semáforo, pregúntame a mí. No le deseo a nadie que sea juzgado y apaleado antes de que se sepa la verdad. Me han degollado y me he portado muy bien con la gente. ¿Quién dice que no puedo servir al Betis? ¿Eso quién lo dice? Me he ofrecido 250.000 veces, ¿por qué no me dan una oportunidad…?

Un comentario

  1. La entrevista se repite hasta la extenuación y finalmente no sabemos cuáles eran exactamente las críticas que le dedicaban al personaje. Si fuera Maradona no pasaría nada por no especificar porque cualquiera conoce gran parte de su vida pública y privada, pero no es el caso.

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