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Peligro, el F.C. Barcelona de Roger Grimau empieza a divertirse

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Roger Grimau (Foto: Cordon Press)

Grosso modo, cuando se inicia una temporada, esta está marcada por equipos que no han hecho casi cambios y aquellos que sí los hicieron y, por consiguiente, trabajan a contrarreloj. Si la anterior campaña un equipo ha funcionado, se mantiene el bloque y no hay lesiones importantes; lo lógico es que su rendimiento sea inmediato. Aunque haya un menor margen de progresión, no intentes arreglar algo que ya funciona. Los equipos «nuevos» son un mar de incógnitas. Requieren de un periodo de adaptación y encaje deportivo y, no lo olvidemos, también personal. En esas está el Barça. En esas no está su archirrival, el Real Madrid que, además, disfruta de un mucho mejor momento económico.

Hace ya más de una década que una muy buena amiga me dejó una nota donde me había escrito: «Carlos, no olvides que eres fuerte y valiente». Aquel gesto me ayudó en un momento complicado. Incluso reconozco que, durante un tiempo, la releí de tanto en tanto. Roger Grimau Gragera, mediano de tres hermanos y todos con carrera profesional a sus espaldas como jugadores de baloncesto, es casi de mi quinta. También es de un barrio de Barcelona muy cercano al mío. Sólo he charlado con él un par de veces por teléfono, pero conozco a gente que ha coincidido con él en diferentes etapas de su vida. Mi impresión es que nunca le hizo demasiada falta que le recordaran que era fuerte y valiente.

Con 14 años le hicieron co-delegado al llegar al instituto. Eran aquellos tiempos del extinto BUP. Era un «pipiolo» con un toque introvertido, pero ya transmitía pronunciados destellos de seriedad, confianza, valentía y determinación. Luego, sobradamente ha mostrado que, ante retos mucho más mayúsculos, ha sido capaz de plantarse delante con la misma actitud.

Así lo vi cuando, siendo un chaval como yo, jugaba unos minutillos con el Joventut. A muchos nos sorprendió, casi tanto como ahora luciendo corbata en la banda como primer entrenador con todo un Barça. En ese periodo en el que coqueteaba con el profesionalismo, ya le recuerdo algún mate tremendo. Tenía mucho que aprender, mucho que trabajar y mucho por lo que luchar. Su filosofía de vida.

Su primera experiencia como primer entrenador, al menos reseñable, fue en la liga EBA con el JAC Sants, un equipo barcelonés de barrio y de origen parroquial con mucha historia. ¡Qué pista aquella! Fue creado en 1935. Como jugador, este mismo club le sirvió de trampolín para llegar a la cantera de un equipo de élite, la Penya. Si no recuerdo mal, otro ex ACB como Roger Esteller también salió del conjunto amarillo y morado para enfundarse la camiseta del Barça. Muchos años más tarde y coincidiendo con la entrada en los despachos de Juan Carlos Navarro, Grimau vuelve a dar ese paso gigantesco entre ambos clubes y se une como técnico ayudante al segundo equipo del F.C. Barcelona también perteneciente a la cuarta máxima categoría española. Allí acabaría siendo primero durante los dos últimos años. Algunas de esas temporadas, compaginando con el equipo júnior.

Los que suelen leer mis ensayos saben que normalmente arriesgo y aunque el dulce momento que viven los blaugranas así invita, de nuevo, como hice cuando hablé este verano de la selección española de baloncesto, pienso que este curso va ser muy productivo a nivel de construcción de identidad y aprendizajes… si los resultados, los despachos y la grada lo permiten… pero en títulos, éxitos… Y ojo, que este Barça novedoso aún tiene un significativo margen de mejora, pero también es un Barça de recortes y de obligado perfil experimental; así que difícilmente va a poder rascar, en lo que a títulos se refiere, al Real Madrid y al resto de los más grandes de equipos de Europa que han invertido para alzarse con el trofeo de la Euroliga. El curso que viene ya se verá ¿Se quedará Tavares? ¿Habrá paciencia para que solidifique el proyecto blaugrana? Los blancos, además de mover pocas piezas, han incorporado a un ex jugador como Facundo Campazzo, el cual sigue siendo uno de los mejores bases del viejo continente, posición en la que el conjunto blanco andaba renqueante desde, precisamente, su marcha.

Roger Grimau (Foto: Cordon Press)

En una entrevista, a poco más de un día del fichaje de Grimau, cuando le presentaban como entrenador del Barça, este respondía con euforia y alegría: «Suena bien eso, ¿no? Bueno, a mí me suena muy bien». El periodista, sorprendido con lo disfrutón que se le veía saltó en seguida ante aquella inhabitual falta de contención que suelen mostrar los técnicos delante de los micrófonos: «A mí me suena muy bien… al final de la temporada es cuando se hacen los balances». Grimau, además de no bajar ni un ápice su emotividad, incidió en su convencimiento: «también sonará muy bien». ¡Guau! Si no fuera porque es un tío al que le he visto superarse tantas veces le habría puesto una cruz. Pero es que él así lo cree. La impresión es que sigue pensando como cuando era jugador. Olía sangre y… ¡Muerto! Precisamente, en mi época de (discretísimo) jugador compartí vestuario con una persona que había jugado con él en el JAC. Era uno o dos años mayor que Roger.

Parece ser que entonces ambos se repartían los minutos de forma equitativa al coincidir en la misma posición en la cancha. Según me explicaba Xavi, mi ex compi de equipo y, por cierto, buen jugador a nivel federativo, él era quien solía salir de titular. Grimau, con el Joventut de Badalona, tras su debut en ACB, sumó únicamente 33 partidos en tres cursos, con una media de poco más de 10 minutillos. La verdad es que era una garrapata en defensa. Tenía muy buenas piernas y manos rápidas para disgusto de cualquier par. Acabó adquiriendo un dominio de balón bestial y un entendimiento del juego tan agudo que le situó en la posición de base en Lleida, a pesar de su 1.96, algo no tan usual en la época. Con ellos ganaría la liga LEB y luego continuaría dominando en la misma ACB, por lo que el Barça de Pesic le ofrecería un interesante contrato. Y lo demás es historia. Aquel tío desgarbado, larguirucho y sin NADA de tiro, ganaría como blaugrana tres ligas, tres Copas y una Euroliga. También acabaría siendo el capitán. Para completar la guinda del pastel, se colgaría una medalla de plata con la selección española.

No hay duda de que a Navarro le gusta moverse en los círculos de confianza, siempre arropado por su mano izquierda en los despachos, Mario Fernández. «La bomba» nunca ha cambiado ni cambiará. Y no le ha ido nada mal. Hasta donde sé, sigue viviendo en Sant Feliu de Llobregat, va con la misma gente, habitualmente va a tomar el café al mismo bar. Grimau ya ha explicado que su fichaje «fue muy rápido, antes de que acabara la frase yo creo que dije que sí. Estoy muy feliz, lo diré unas 500 veces, saldré por todos lados».

Todos sabemos que es un culé sin igual y que su forma de focalizar este deporte parte de la ambición, competitividad y el deseo, pero también de la diversión. El otro día, tras acabar el partido ante el recién ascendido Morabanc Andorra, en el que su equipo ganó in extremis, se «trincó» una botella de agua como si él también se hubiera vestido de corto. Después se le siguió viendo exhausto. Tardó en articular palabra en el corrillo que formó el resto de sus ayudantes. Se le vio reflexivo, agotado. Sabía que si hubiera perdido aquel partido en el Palau, todo el mundo se le hubiera echado encima. Esta vez a domicilio, pero contra el debutante ACB Zunder Palencia, igual. Dos match ball salvados. Superar esos malos momentos no sólo le ha permitido competir con más margen de error, también ha hecho que su equipo se sienta más fuerte, así como ganar tiempo para poder estirar esa fase de continuo aprendizaje en la que está metido. En aquella entrevista también añadió que «no sé si tengo que convencer a alguien, yo sé cuál es mi trabajo y cómo lo haré. Quiero un juego divertido y que enganche a la gente. Y a partir de ahí, ojalá lleguen los buenos resultados».

Sobre esa visión, jugadores como Álex Abrines ya se han pronunciado: «jugaremos de una manera más libre que con Saras. Correremos mucho». Abrines está jugando mejor que nunca siendo pieza decisiva atrás y adelante. Sin embargo, si hay que destacar a alguien, ese es Nico Laprovitola, a pesar de que en sus últimos partidos no se le ha visto a tope. Su genialidad va ligada a pasarlo bien y este curso, con total libertad en su juego y con más madurez con la puesta a punto que le hizo Jasikevicius, le sitúan como uno de los termómetros del equipo. Estamos en los primeros compases de las competiciones, pero el balance de los catalanes es esperanzador: invictos en Euroliga y con tan sólo una derrota en la liga Endesa.

Titánica la ilusión de Grimau y su equipo técnico, tanto como el reto que tienen ante sí: un entrenador principal con proyección, pero sin experiencia ACB ni en Europa. Un Mirotic en Milán. Un Joel Parra con tanto hype como por aprender dada su juventud. Un Willy Hernangómez con un rol importante, por primera vez, en un grande de Europa después de un largo letargo en la NBA. Un Jabbari Parker en el dique seco desde enero de 2022. Un Brizuela que tendrá que hacer olvidar a Kuric. Un presupuesto más reducido. Una plantilla con menos talento y mucho por encajar. Mientras, un Real Madrid de fondo con la presión de favorito y que supongo que ahora desconfía de un Barça porque se lo está empezando a creer.

Los blancos han vuelto a reunir a una de las mejores plantillas de Europa, donde ya reinaron el curso pasado. La lógica es que ser fuerte y valiente se antoja insuficiente para conseguir la gloria esta temporada, pero Grimau, una vez más, está empeñado en sorprender a todo el mundo. Ante tanto pesimismo… ¡Ay si consigue convencer a sus jugadores de que pueden! Por ahora, ya han empezado a divertirse compitiendo.

Un comentario

  1. A ver, presupuesto reducido para la sección de basquet… pero porque Willy y Brizuela+Parker cobrarán menos que Mirotic y Higgins, lo cual no quiere decir que el nivel de la plantilla haya decrecido drásticamente.

    Sí, hay un roster más joven, un entrenador novato con ideas frescas y el Madrid se ha reforzado con uno de los mejores bases fuera de la NBA, pero eso no quiere decir que el Barça no tenga que estar en condiciones de pelear por los títulos en mayo y junio. Decir lo contrario de una plantilla con Laprovittola, Satoransky, Willy, Abrines, Brizuela, Jabbari Parker, Vesely o Jokubaitis me parecería demasiado victimista.

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