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No somos Stephen Curry, no nos flipemos demasiado

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Stephen Curry (Foto: Cordon Press)

«Muy por debajo de los estándares de la NBA en cuanto a su físico. Una estatura bajísima para un escolta de la NBA. No cuentes con él para dirigir tu equipo. Suele lanzar demasiado fuerte y demasiado pronto. No le gusta que los defensas se le acerquen demasiado. No es un buen anotador debido a su estatura y atributos físicos. Necesita fortalecer el torso y los brazos, pero parece que siempre será delgado». Todo esto aseguraban los expertos en el informe preliminar sobre el entonces imberbe Stephen Curry, tal y como enseña el hagiográfico documental que se puede ver en Apple TV para pasar un buen rato. La pieza subraya que esa falta de confianza ajena en sus posibilidades fue uno de los principales motores que alumbró la carrera de uno de los jugadores más importantes en la historia del baloncesto. Ahí Curry encontró la gasolina necesaria para demostrar al mundo que estaba equivocado.

Todo muy bonito, pero conviene tener cuidado. El visionado del documental «Stephen Curry, un jugador subestimado» puede llevar a engaño. Existe el riesgo de la confusión. Cualquiera de nosotros puede verse identificado, al menos en esa primera parte de las dudas y el rechazo. Como a Curry, en el deporte o en el trabajo, alguien en algún momento nos ha dicho o nos dirá que no estamos preparados, que en realidad no somos lo suficientemente buenos, que no valemos y somos malos. Quizá alguien vea lo de Curry y piense «si me esfuerzo, demostraré lo que valgo», y muy bien, pero insisto: conviene tener cuidado. No somos Stephen Curry. Con una elevada probabilidad, si nos descartan será por algo y seremos nosotros los que estemos equivocados. Por mucho que nos esforcemos solo nos salvará un milagro. No nos flipemos demasiado.

De alguna manera, el documental me recordó una maniobra de motivación que llevó a cabo mi madre, con escaso éxito, durante mi adolescencia. Seguro que fue culpa de algún cursillo de coaching obligatorio en el trabajo, pero esto no lo tengo contrastado. El caso es que un día llegué a casa y encontré mi habitación decorada con carteles inspiradores. Los lemas variaban en la forma, pero respondían a una misma tendencia, a un espíritu emprendedor situado en las antípodas de mi naturaleza. Han pasado décadas de aquello, pero todavía recuerdo algunos. Uno preguntaba retóricamente «¿Qué tengo que hacer hoy para estar bien mañana?» y yo, al leerlo, en lugar de a estudiar me ponía a pensar alguna excusa redonda que me librara de ir al instituto al día siguiente. «Con voluntad todo es posible», rezaba otro, un mensaje directo que me motivaba para intentar ganar la Champions, en el PC Fútbol, con el Moralo o el Plasencia. «No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy», ordenaba el cartel más clásico, y ahí ya directamente me masturbaba.

Quizá no quieras admitirlo, y no pasa nada, pero intuyo que estás más cerca de ser como yo que de ser Stephen Curry. De hecho, no creo que tengas ningún récord de triples ni cuatro anillos de la NBA, y en cambio aquí estás, leyendo un texto del autor del chiste de «Estic fent curry». [Se abre el telón, aparece un cocinero preparando una salsa en un restaurante indio en Barcelona. Se cierra el telón. ¿Cómo se llama el jugador de baloncesto? Estic fent curry].

Cuanto antes lo asumes, hace menos daño.

8 Comentarios

  1. Buenísimo 🤣🤣🤣

  2. Excelente columna !!! Si todo fuera cuestión de echarle ganas , el equipo de fútbol de “Cremería Huerta” ya hubiera ganado la Champions League jeje.

    Saludos y buen fin de semana

    Daniel Arteaga
    Aguascalientes , México, Planeta Tierra.

  3. El gran engaño de la meritocracia: » si quieres, puedes». Como decía un amigo: » como querer, quiero. Lo que pasa es que no puedo»

  4. Eres otro empollón más. Te ha ido bien, muy bien. 🙂 Tampoco lo flipes tanto. 😉 Jajajá 😅

  5. 😊
    Muy bueno.una realidad que arruinaría a la mitad de los ‘coaches ‘del planeta.aderezada en un texto con frases épicas,como;»No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy,y ahí directamente me masturbaba»
    Gracias,me gustó y me reí un rato

  6. El párrafo de los carteles y la masturbación es magistral. Felicidades.

  7. Pingback: Stephen Curry: el asesino con cara de niño que revolucionó la NBA

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