Ajedrez

¿Por qué los parques de Bulgaria están llenos de jugadores de ajedrez?

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Cuando llega el buen tiempo a Bulgaria, cada fin de semana el parque City Garden de Sofía, delante del espectacular teatro nacional Iván Vazov, rebosa actividad. Este parque es uno de los más bulliciosos y activos de la capital de Bulgaria y también el más antiguo de todos. Familias con niños, parejas dando una vuelta, perros paseando con sus dueños, grupos de amigos… y los sempiternos señores mayores echando partidas de ajedrez.

Se trata principalmente de jubilados, varios de ellos excompetidores profesionales, e incluso algunos sintecho que se arriman para pasar el rato. Juegan en tres mesas con tablero integrado que proporcionó en su día el Ayuntamiento, pero claramente no son suficientes: alrededor de cada mesa a menudo se amontonan seis o siete personas que se van turnando.

Intenté hablar con ellos, pero para mi sorpresa se negaron, alegando necesitar concentración para las partidas en las que estaban absortos. Dijeron «el chico, el chico te cuenta», señalando vagamente a un chaval de unos veinte años (puede que incluso menos) que observaba la partida.

Mi interlocutor se llama Yoan, dice ser organizador profesional de torneos de ajedrez, y al parecer su papel en el parque es el de organizador y supervisor de las partidas. Fuma sin parar, va vestido con un chándal de marca que le viene grande y asegura tener un nivel alto de ajedrez. Por suerte para esta entrevista, es un gran entusiasta de este deporte intelectual y tiene muchas ganas de hablar de su gran afición.

Su juventud destaca en esta pequeña sociedad burbuja de ajedrecistas canosos. Explica que al principio él iba al parque a jugar con sus amigos y poco a poco se fue metiendo en el mundillo de las partidas aficionadas de jubilados. Ahora todos los ancianos le conocen y le confían las tareas organizativas.

¿Cómo se organizan las partidas de ajedrez del parque?

Yoan explica que en estas partidas del parque todos se conocen y en principio solo juegan entre ellos, aunque ocasionalmente permiten a extraños sentarse a echar una partida a cambio de una propina simbólica. Pero aseguran no hacerlo por dinero. Si el tiempo lo permite, pasan el día entero jugando en el parque, desde las 10-11 de la mañana hasta que empieza a irse la luz. Ninguno trabaja, son jubilados y entre ellos no hay ninguna mujer. Los mendigos juegan esporádicamente, pero casi siempre se limitan a observar en segundo plano.

Tras cada partida, el que pierde se levanta inmediatamente y cede su lugar al siguiente candidato; el que gana se queda y continúa jugando. Todos los jugadores sienten un gran respeto por este deporte en general y por los jugadores más experimentados en particular. Ocasionalmente acuden al parque jugadores de nivel bajo que solicitan jugar con los expertos, a sabiendas de que van a perder, con el único propósito de aprender y mejorar. Para ellos es un honor poder jugar con los veteranos.

Entre los ancianos también hay un tipo de jugador que Yoan define como chesshustler: un jugador experimentado que acepta jugar con desconocidos por dinero. No mucho, apenas cobrando o tres levas (1,50 – 2 €), solo lo hacen por la diversión. El chesshustler de este grupo es un septuagenario llamado Tsetso que lamentablemente en esta ocasión no ha podido venir.

¿Por qué los ancianos juegan al ajedrez en el parque?

Muchos jubilados van a socializar. Se llaman unos a otros para ponerse de acuerdo según varios factores, entre los cuales está, por supuesto, el clima. Unos van a entrenar para torneos, otros solo a pasar el rato. Según Yoan, casi todos los jugadores de élite de Bulgaria acaban yendo antes o después al parque a poner a prueba sus habilidades. También los hay no profesionales, dice señalando a uno de los jugadores, un señor con camiseta azul que al parecer es exfutbolista.

Yoan asegura que todos los jugadores del parque tienen conocimientos muy avanzados de ajedrez y que la mayoría compiten o han competido en torneos profesionales. Jugadores «de élite», les llama. Asegura que incluso alguno de los sintecho fue en su día jugador profesional, y señala que no es raro que jugadores profesionales acaben en la calle. El motivo, admite, es que el ajedrez no da beneficios, o al menos no los suficientes para poder vivir de ello.

«Lamentablemente, parte de los buenos jugadores búlgaros del pasado acabaron en la calle por no contar con ningún apoyo. Se pasaban la vida viajando y compitiendo en Francia, Serbia, España… Pero para poder participar en torneos hace falta dinero, no tanto para las cuotas, que no son excesivamente altas, sino sobre todo para los viajes, el alojamiento y los entrenadores (a veces hasta dos por jugador). Tras el socialismo –añade Yoan–, lo único que le quedaba a la gente, con suerte, era un modesto apartamento y un coche, y pocos se podían permitir competir a nivel internacional».

«El Estado no cubre esas cosas y con frecuencia hay ajedrecistas que venden todo lo que tienen para poderse permitir seguir compitiendo. Cuando envejecen y ya no tienen capacidad mental para continuar participando en torneos, regresan a Bulgaria y se encuentran con que no tienen casa, ni coche, ni a nadie, y entonces acaban en los bancos del parque. Es muy triste, pero es la realidad».

Algunos logran conservar familia y amigos, pero al parecer es habitual que muchos ajedrecistas dediquen toda su energía mental al tablero y no tengan tiempo para las personas.

Torneos nacionales e internacionales

En Bulgaria los torneos de ajedrez se organizan en colegios o centros públicos. Se llevan a cabo en toda Bulgaria, pero contrariamente a lo que se pueda pensar, la mayoría no son en Sofía, sino por todo el país, en ciudades grandes como Varna, Veliko Tarnovo o Plovdiv, e incluso en algunas pequeñas como Shumen, donde se organiza anualmente uno de muy alto nivel.

Algunos torneos búlgaros cuentan con la aprobación de la FIDE, la Federación Internacional de Ajedrez. En esos casos hay jueces cualificados que cuentan con el software de la Federación, con el que pueden automatizar el sistema y todo se gestiona de forma más fluida.

En este punto un señor de aspecto extraño interrumpe la entrevista gritando algo ininteligible, pero Yoan no se inmuta. «Está loco», se limita a decir. «Siempre tenemos alguno así, además de los mendigos, pero son inofensivos y nos apañamos con todos ellos», afirma.

Para participar en los torneos oficiales es necesario tener algún título de la FIDE y no se permite competir a aficionados que no puedan demostrar su nivel. Los competidores también pagan una tasa que suele rondar las 20-25 BGN (10 – 12,50 €), como mucho 30 BGN (15€). No es un negocio, repite Yoan, y asegura que con el ajedrez no se gana dinero, apenas lo necesario para cubrir gastos y mantener los fondos para los premios.

La Federación Búlgara de Ajedrez, que aúna 79 clubs de ajedrez de todo el país, es muy disfuncional, lamenta Yoan. Hace falta gente como él, dice orgulloso, que «haga cosas significativas», que se ponga las pilas y que mantenga las cosas en marcha. Cuenta que él no gana demasiado organizando torneos, que simplemente cubre gastos, pero que lo hace por afición. «Yo soy de familia acomodada y no necesito dinero», explica sucintamente.

Yoan añade que la Federación Búlgara de Ajedrez dispone de fondos y se puede permitir apoyar a los jugadores, pero afirma que lo que hace es «un robo». Por eso él no compite en los torneos, porque entonces «se quedan todos tus beneficios y se los reparten, y eso me pone enfermo».

La preparación para los torneos nacionales supone al menos tres meses intensos de estudiar teoría ocho horas al día y practicar sin descanso. «Paras tu vida entera, sacrificas trabajo y estudios, y si ganas por ejemplo 5000 BGN (2 500 €), la Federación te deja 50 y se queda el resto, alegando haber corrido con los gastos de transporte y alojamiento, aunque en realidad no sean tan elevados (300 BGN)». Ese es el motivo por el que Yoan prefiere organizar las cosas por su cuenta.

Habla también sobre jugadores profesionales de su edad, como su amigo Stoyan Stoyanov, de Plovdiv, dos veces campeón nacional de ajedrez, al que califica de auténtico genio de este deporte y que su opinión podría haber llegado a ser campeón mundial… pero no se lo pudo permitir. Ahora se gana la vida trabajando como entrenador de ajedrez. «Me parece lamentable que un país tenga competidores de tan alto nivel que no consiguen llegar a su máximo potencial simplemente por cuestión económica».

La Federación Búlgara de Ajedrez «roba tanto», según Yoan, que actualmente le debe a la FIDE 800 000 BGN (unos 400 000 €). El problema principal en el ajedrez búlgaro, afirma categórico, no es la falta de fondos, sino esos robos.

Afortunadamente, el hecho de que las partidas del parque se hagan sin ánimo de lucro logra mantenerlas incorruptas y funcionando viento en popa, impulsadas únicamente por puro amor al ajedrez, con lo cual son siempre un éxito.

Si algún día vais al parque City Garden de Sofía, recordad que por apenas un par de euros podéis tener la ocasión de poner a prueba vuestras habilidades echando una partida con auténticos campeones del ajedrez.

 

7 Comentarios

  1. Interesante artículo.

    Solo un apunte: el parque City Garden de Sofía no existe. «City Garden» como se suele traducir al inglés su nombre en búlgaro. Si escribimos en español, no correcto sería llamarlo «parque municipal» o algo similar, que tampoco cuesta tanto.

  2. El desgarra_esfínteres

    Relájate Capullo. ¿Una partidita para calmar los ánimos?

  3. Luis Ramon Concepción Ferrer

    Bulgaria tiene grandes maestros de Ajedrez hoy.como ,el #20,Veselin Topalov o Iván Cheparinov. En mujeres,también tienen una Gran Maestra de nivel mundial,como Antoeneta Stefanova. Los países del Este de Europa,siempre han tenido muy buenos ajedrecistas,como Hungría,Polonia,Rusia,Ucrania,Serbia o Alemania.Esta forma de jugar en parques y escuela ,es típica en estos países,también,en países latinos,como Cuba y Argentina.

  4. Alejandro Victor Hugo Torrejón Palomino

    Excelente artículo, el ajedrez es un deporte muy importante que debe fomentarse en todos los niños del mundo, felicitaciones a Bulgaria un gran país

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