Fútbol Femenino

Cosas que no deberían pasar, pero pasan; o del acoso sufrido por Scarlett Camberos y la necesidad de proteger a las jugadoras

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Scarlett Camberos en un partido con la selección de México

Hay cosas que no deberían pasar, pero pasan. Suelen ser esas cosas que salen en el titular de un diario, que lees mientras te tomas un café y te sabe amargo. Cosas que te cambian el humor, que te hacen pensar que, como decía mi madre, «esti mundu ta pa no lu ver». Muchas de esas cosas les pasan a mujeres, en un entorno donde su posición las hace vulnerables al capricho y la maldad de algunos con los que se cruzan. Una futbolista de 22 años debería poder dedicarse a jugar al fútbol sin tener que preocuparse porque un perturbado que exuda maldad se obsesione con ella, la persiga a su casa, le hackee las redes sociales para tenerla controlada e inventarse historias sobre ella, pero a veces esto también pasa. Scarlett Camberos acaba de abandonar al América, en México, porque estas cosas que no deberían pasar, pasan.

Se llama José Andrés, y es necesario ponerle nombre. No es la primera vez que lo hace, ni tampoco la última. Antes que a ella, acosó a otras futbolistas –Selene Varela y Jana Gutiérrez entre ellas-, y ahora que Scar dejó México está acosando a otra más. Se hace cuentas falsas, usurpa la identidad de otros aficionados -aficionados que sí lo son de verdad- y envía mensajes sexualizando y cosificando a las futbolistas. En julio del año pasado, la futbolista estadounidense lanzó un S.O.S en Twitter exponiendo a este tiparraco «Este muchacho sigue creando cuentas falsas de mí en redes sociales y acosándome. Este es su Instagram (que resultó ser falso. Ya no soporto más todas las cuentas que hace para molestarme a diario, y hoy me lo topé camino a casa». El grito de auxilio se convirtió en un arma más para él. Meses después, le robó todas las cuentas. Utilizó su información privada. Llegó a publicar que era su novio. 

México es un país en el que la violencia contra las mujeres es diaria y frecuente. El año pasado asesinaron a 2.831. 10 muertas al día. 17.776 desde 2018. Es un problema social y político al que las autoridades no dan una respuesta contundente. En el caso de José Andrés, la investigación y posterior condena se hizo por ciberacoso, con un arresto domiciliario de 36 horas, algo a todas luces insuficiente y que deja una sensación de impunidad en la víctima, en su entorno, en el club, y en una liga en la que a cualquier jugadora le puede pasar lo mismo y que aprovechó su comunicado para, en vez de hacer un acto de repulsa y condena, presumir de la asistencia de público a sus estadios. «Agradezco inmensamente todo el apoyo brindado por el club durante esta difícil situación, pero sobre todo las muchísimas muestras de cariño y solidaridad por parte del cuerpo técnico, compañeras y aficionados. Deseo de corazón que las cosas cambien en México para que ninguna mujer padezca lo que a mi me tocó vivir», decía Scarlett Camberos en su comunicado de despedida. 

El respaldo de la afición, aunque prácticamente unánime, también deja una nota amarga, y es el puñado de aficionados -todos hombres- que en redes sociales han protestado porque el club haya facilitado la salida de la jugadora y su incorporación al Angel City. Se la acusa de cobarde, porque es muy fácil opinar de la valentía de otros. Se reprocha que una joven de 22 años no se quede para enfrentarse a un tipo que sabe dónde vive, a qué hora entra y sale de entrenar, los horarios y desplazamientos de sus partidos, y que posee además todo tipo de información privada que ha conseguido en sus redes sociales. Por si aún hay que explicarlo, el único responsable de esta situación se llama José Andrés. Y como cómplices están las autoridades mexicanas, incapaces de frenar la violencia contra las mujeres en su país. Scarlett Camberos es hoy el rostro visible de un rosario de mujeres que viven intimidadas, acosadas, violentadas, sufriendo a un sistema patriarcal que protege a los agresores y que es incapaz de resolver el 95% de los feminicidios que se cometen dentro de sus fronteras. Y aún hay que dar gracias porque tuvo suerte, porque «solo» le hackeó las redes y la persiguió hasta la puerta de su casa, porque no apareció en una bolsa de basura, no es una más de una estadística sangrienta, y porque pudo salir del país antes de que la obsesión de José Andrés acabara con ella. 

Scarlett Camberos defendiendo la camiseta nacional de México durante la Copa Angelina

Lo que toca ahora es preocuparse por el resto de futbolistas, que cada vez son más mediáticas y están más expuestas a este tipo de peligros. Es el precio a pagar por el crecimiento. Las mujeres siguen siendo vulnerables en todas partes, no solo en México. Varias agencias de representación de todo el mundo ya han puesto el foco en la escasa seguridad de las futbolistas en los desplazamientos, cada vez tienen que controlar más lo que publican en redes sociales y los aficionados tendremos que empezar a entender que la cercanía que disfrutábamos hasta hoy, irá poco a poco diluyéndose. Los insultos en redes sociales, los acosos organizados entre bandos de aficionados y las faltas de respeto a pie de grada están hoy en día aún lejos de conductas como las de José Andrés. Pero siempre sabemos tarde que había un José Andrés entre nosotros. Lo único que esperamos de las autoridades, y de las ligas que son las últimas responsables de la seguridad de sus jugadoras, es que a la primera señal de alarma tomen medidas para protegerlas. Una futbolista debería preocuparse únicamente de jugar, no de si llegará viva al siguiente partido. 

 

2 Comentarios

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  2. Qué bueno e importante sería que todos los José Andrés del mundo leyeran esto y dejasen de acosar a toda mujer, sea futbolista o no.

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