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Iñaki Gastón: «Te puedo decir diez tíos que se han muerto a causa de la EPO»

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Iñaki Gastón

Aparece sonriendo, como es él. Fuera está la tarde mustia y cae agua en gotas gordas, gotas que repican por cristales y coches. «Vengo ahora de cocinar unas alubias, que tenía rato. Me gusta hacerlo así, al mediodía hago alguna cosa». Desayuna solo un café, no come, y las siete o las ocho se sienta a cenar. «Es que si comiera todo lo que quiero estaría como el muñeco de Michelín», dice. Vida frugal, de ciclista. «Tú pregunta lo que quieras, yo te diré lo que quiera».

Iñaki Gastón (Bilbao, 1963) es rostro reconocible en aquel ciclismo ochentero de Vueltas a España y conexiones especiales. El de una generación optimista, moderna, que enganchó con un país optimista y modernizándose. Gastón hacía, en ese cuento, el papel del pícaro, del pequeño que siempre gasta bromas, que se lleva bien con todos y termina pillando un cofre con esmeraldas o sus cinco victorias al final de cada añito.

De eso le queremos preguntar. De su infancia en el barrio, de cómo era Tony Rominger. De correr junto a Kelly y disputarle puertos a Chiappucci. De cómo cambia el ciclismo, de cómo cambia la vida. De caerse y seguir adelante, porque es tu curro. También de cosas feas, pero sin malicia.

Y él ha venido preparado. Cuando tomamos asiento se abre la cazadora y debajo tiene un polo de color lila, cierto nombre muy reconocible justo encima del corazón…

Hostia, Mapei-Clas. Muy oportuno.

Sí, lo vi esta mañana y pensé «voy a ponérmelo para la entrevista».

¿Y has venido en Ferrari?

Sí, en Fiat, que es de la misma casa. Un Fiat Bravo.

Lo digo porque en Mapei teníais Ferrari.

Y Fiat, los dos con «efe».

Mejor empezamos por el principio… tú naces en Bilbao, en Otxarkoaga.

Sí, aquí al ladito. Aquello era un barrio (piensa) fenómeno. Detrás de nuestra casa teníamos el monte, no había tráfico, todo eran jardines, hierba, tenía el colegio enfrente, jugaba al frontón, baloncesto, fútbol, hacía de todo… Yo tengo un grandísimo recuerdo de Otxarkoaga. Pasa que hubo una época dura en la que era muy peligroso. No el barrio, ¿eh?, sino todo el resto.

La droga entraba por los puertos, por Lekeitio, Ondarroa, esa zona, y llegaba a Otxarkoaga, San Francisco… Te puedo decir que tuve la suerte, o la mala suerte, de que mis compañeros de clase eran los que trapicheaban con ello. Al final hubo muchos que murieron, otros están un poco jodidos y… Es así la vida, muchas veces estás en un cruce y si vas a la izquierda bien, pero si vas a la derecha a lo mejor te jorobas…

Tú ves el cambio, por lo que me dices, de vivir entre huertas a un barrio más deprimido a finales de los setenta y principios de los ochenta.

Otxarkoaga ha sido siempre un barrio de trabajadores, se hizo para trabajadores. Pero en la segunda mitad de los setenta entró mucha droga en el País Vasco, y entró por los puertos hasta Otxarkoaga y algún barrio más. Yo estaba en Otxarkoaga.

Es lo que conoces.

Es lo que hay. Yo me lo pasaba muy bien, tuve la suerte de tirar por el camino correcto. A mí me gustaba muchísimo el deporte, siempre estuvo muy presente en casa… Mi padre fue boxeador profesional muchos años, mi hermano jugó al fútbol, ha corrido maratones… A mí me dio por andar en bici como podía haber jugado a pelota mano o cualquier otra cosa.

O la segunda alternativa… con mis compañeros de clase, «vente pa´quí, hay dinero fácil, no pasa nada». Bueno, dio la casualidad de que tiré por ese camino, y salió todo con mucho sacrificio, tanto de la familia como mío.

No tuvo que ser fácil decir «no» a aquella otra más directa…

Pero era algo que no me habían enseñado nunca. Yo nací pobre, y sigo siendo pobre (sonríe), mis padres siempre me decían que el dinero fácil nunca es bueno. A mi padre le costaba mucho ganar el dinero, a mi madre le costaba mucho mantener a la familia con el dinero que ganaba mi padre… Todo lo que te dan gratis no es valorado y, encima… es peligroso.

¿A qué se dedicaba tu padre? Aparte de ser boxeador, digo…

Mi padre, hasta que tuvo un accidente muy gordo, trabajaba en el muelle, aquí en El Arenal, cargando y descargando con grúas los barcos que entraban a Deusto, a San Ignacio, al ayuntamiento.

Y después tiene ese accidente.

Sí, un accidente muy jodido. Cargando un camión de palanquilla… palanquilla son como vigas, vigas macizas. Pues debieron cargar tres en un lado y al cargar las otras tres se le cayeron todas encima, sobre las piernas. Con el pasar de los años le cortaron una pierna, y después la otra.

¿Tú qué edad tenías entonces?

Yo tenía (piensa) once o doce años. Ahí hay un caldo de cultivo muy jodido, porque mis hermanos ya estaban fuera de casa, solo quedaba yo… Pero, bueno, gracias a Dios tiré a la izquierda en vez de a la derecha. Es así, muchas veces en edades jóvenes tienes que tomar decisiones… «voy aquí», «me junto con esta gente o me junto con la otra».

Muchas veces los padres no nos damos cuenta de con quién andan nuestros hijos. Aunque queramos, eh, aunque queramos, pero es imposible. Si tú te enteras siempre de dónde está tu hijo eso quiere decir que lo tienes acosado, desmoralizado, todo el día encima de él. Hay que dejarles libertad…

Quitarles el pinganillo.

Exacto, que sepa lo que es bueno y lo que es malo. Yo siempre se lo he dicho a mi mujer, ellos tienen que saber qué es bueno y malo, y escoger. Si yo siempre le enseño lo bueno, cuando llegue lo malo no sabrá que es malo. Se tienen que dar cuenta.

¿Tú sigues conservando amistades del colegio? Digo en general, no los que tiraron para cada lado…

Es que… yo he tenido una vida muy… Veo ya a muy pocos, porque están casi todos muertos. Veo a uno o dos, de vez en cuando, porque sigo yendo a Otxarkoaga, a mí me gusta. Hasta hace poco mi amigo de toda la vida, que también corría en bici y yo me metí en la bici por él… tenía un bar allí. Él se llama Martín Morata, el bar «Piloto». Nos vemos mucho, casi todos los días, ha tenido un problema y suelo estar mucho con él.

Dejó el bar hace un año, tiene una herrería, y pinta cuadros de bici, hace cosas, de toda la vida… De siempre hemos tenido mucho contacto, yo corro un Campeonato del Mundo de Ciclocross en Getxo y él me hizo las bicis de ciclocross, especiales, de aluminio, con lo último que se llevaba… tenemos una amistad especial.

Fue el año 1990, lo de Getxo, ¿no?

Sí, ese año. Y respecto a lo que me decías antes, de si conservo gente del colegio… Un día, sería 1992 o 1993, yo estaba en Clas, salí a entrenar por aquí y me encuentro a un tío todo desgarbado en bici, unas pintas… impresionante. De eso que le paso, me quedo mirando, yo a este le conozco, le conozco. Paro quinientos metros más adelante, le hago señas… ¿Tú me conoces? Joder si te conozco, dice, si te sigo mucho.

Era uno de los compañeros de clase que en su día se metieron en el tema y estaba destrozado. El tío había empezado a andar en bici después de estar en desintoxicación… Y bueno, el hombre estaba muy jodido, pero empezó con la bici porque se acordaba de mí, y de verme en los papeles, y tal.

Eso debe emocionar.

Pues sí. Quedé con él, además, en la tienda de Luis Zubero, y le llevé ropa mía, de Clas, él se la ponía… Después se hizo repartidor en Bilbao con la bici. Hace poco le he vuelto a ver en el bar de mi amigo.

¿Se recuperó?

(Suspira). Sí, sí, él sí… Su hermano no, su hermano era un poco mayor, un año, y… eso. Hincó la rodilla igual que otros compañeros de clase. Son cosas que… Te digo todo esto porque cuando dejé de andar en bici yo me metí en la profesión de la visita médica, y en el laboratorio donde trabajaba llevábamos medicamentos de psiquiatría y drogodependencia.

Y cuando iba a Otxarkoaga, a Drogodependencia, el psiquiatra me conocía, tú eres Gastón, eres el ciclista, sí, sí. Y entonces me dice… Pues en este barrio te quedan pocos amigos. Y dije «sí, ya lo sé». Me acuerdo perfectamente. Sí, ya lo sé. Y en otra ocasión, que iba a visitar a ese médico, llegué un poco pronto, y estaban allí todos los chavales, enganchados hasta las trancas, alguno de mi edad, otros más jóvenes…

Iban a por la metadona, y recuerdo que estaban en la puerta, y me dice uno (fuerza la voz para hacerla ronca), «oye, yo contigo iba al colegio». Estaba el pobre hecho un cisco. Empezamos a medio hablar y vino rápido el de seguridad, pensaba que se estaba metiendo conmigo. No, no, tranquilo, son del barrio, son amigos. Allí estuve con todos, gente que conocía, más jóvenes… Son experiencias que te enseña la vida, por una cosa u otra piensas «de la que me he librado».

Eso de visitador médico es oficio de antiguos ciclistas, allí en Cantabria tenemos a Alfonso Gutiérrez.

Sí, él entró unos años después. Yo estaba en Laboratorios Cantabria, once o doce años, teníamos un vademécum muy amplio, así que le daba a muchos palos… respiratorio, cardiología, digestivo, hacía hospitales y centros de salud… un poco de todo.

Eres polivalente, como cuando corrías.

Sí, sí… allí, en los hospitales, conocí a médicos que iban a la Vuelta a España, o que ayudaban a chavales…

Decías que en tu casa había mucha afición por el deporte… ¿también por el ciclismo?

No, no especialmente. Pero por cosas del barrio, mi amigo Martín, otro vecino que andaba en bici, aunque más por obligación del padre que por lo que él quería… Por ahí empiezas a andar en bici, a estar, aprendes, te van enseñando.

Iñaki Gastón

¿Tú recuerdas la primera carrera que ves en directo?

Pues no… Yo me acuerdo, siendo muy pequeño, tendría trece años… en casa teníamos un televisor en blanco y negro, y me acuerdo de la etapa que se cayó Ocaña, en el 71. Me acuerdo que puse la tele, un español, no sé qué, no sé cuánto, se ha caído, y dije (hace un gesto con la mano), bah, chatarra, fuera, no me gusta. A mí me encantaban las motos, que estaba Ángel Nieto, pero las bicis no me…

Entonces no tienes un ídolo de niñez.

Cuando empecé a correr sí… los que siempre son buenos. Merckx, Hinault. Después, encima, corres con ellos.

¿Y cómo era correr con Hinault?

Una bestialidad. Con los grandes campeones, con Moser, Saronni, Maertens, Zoetemelk, no sé…

A mí me han dicho de Moser que era un poco altivo en el pelotón, soberbio.

Marcaba las distancias, mucho. Saronni no tanto, por ejemplo. Hinault también, pero te podías acercar a él, hombre, tal… y bien. Pero Moser siempre lo he visto muy apartado de todo el mundo, él en su nube y fuera.

¿Y algún ciclista con el que no quisieras coincidir en el pelotón? Por peligroso o por caerte mal…

Pues no, no… ninguno, ni español, ni extranjero. Con algunos te llevas mejor, con otros te metes en un sprint y es más o menos peligroso… Pero eso de «este tío es asqueroso» no lo he tenido con nadie. Yo he corrido con Suárez Cuevas, era muy valiente, se metía mucho en llegadas y ya sabes… «ojo, que es valiente y no va a frenar», si te metes con él en un sprint es a degüello, pero tu eso lo sabías, me la juego o no me la juego.

¿Tu primera bici?

La tengo, la tengo.

¿Guardas todas tus bicis?

Tengo una réplica exacta de la primera bici que me compraron mis padres. La tengo en casa, es exactamente igual… después de buscar y buscar conseguí la misma bici. No el mismo color, porque yo la tengo en verde y la que me compraron era en azul. No he podido encontrar… la he visto verde, en gris, pero de ese azul no. Pero me da igual, porque es exactamente igual, tiene todos los componentes idénticos.

Aquella bici tiene historia.

Fue una pirula que hice a mis padres, un poco gorda, con el tema de las quinielas. Hice una trampa… un crío de… qué años tendría… doce para hacer trece años, imagina. Quería comprarme la bici como fuera, pero mis padres me decían que no hay, no hay.

Y estaba yo burraco, burraco, así que hice una trampa con una quiniela, les dije que había acertado trece. Fuimos a cobrarla, mis padres contentísimos, ahora te compramos la bici, va a sobrar mucho dinero (sonríe). Va a sobrar mucho dinero no… mire, se ha equivocado usted, mi padre alucinando, que ha hecho su hijo una pirulilla.

Pero mira, en vez de castigarte, romperte la cara, darte dos tortazos, pues mi padre me dijo «¿de verdad que tanto quieres la bici? Pues vale, venga». Pidieron dinero al banco y para adelante. Me acuerdo que no podía competir con aquella bici, era nueva pero tenía un material muy malo, pesaba, era de carretera pero más para pasear que para competir. Entonces yo corrí un par de carreras… la primera con una bici prestada, y la gané.

¿Dónde fue eso?

En Bolíbar, en Markina, en un pueblo de por allí. Una bici que me prestaron y gané. Me dieron cien pelas de aquellas… casi me moría de la emoción, cien pelas. Entonces en invierno, a medio curso de Octavo, iba a cumplir catorce, dejé la escuela y me puse a trabajar.

En un bar, en el Casco Viejo. Estaba con los garrafones, llenando botellas, después de barman, después de aprendiz de cocinero, y ahí saqué dinero para arreglar la bicicleta. El sueldo se lo daba a mi madre, pero las propinas eran para la bici.

¿No compraste una nueva?

No, cambié piezas, ponía cosas de aluminio, las ruedas… No sabes lo mejor… antes en El Gallo, que está pasando Galdácano… allí hay una rotonda que le dicen El Gallo, y ahí había una persona que se llama Juan y arreglaba las bicis. Yo le dejé la bici para que cambiase piezas, las bielas, tal, voy, le pago, la bici completamente nueva, tiro para casa y… en la primera curva me cierra un camión, paaam, me pegué un leñazo terrible, la ropa rota, yo iba con pantalón vaquero, todo destrozado.

Las ruedas, los pedales… a quinientos metros de El Gallo. Un berrinche… Y fui donde Juan y le dije «mira, me ha pasado esto». No nos conocíamos de nada, pero me dijo que no me preocupase, que me la arreglaba gratis. A la semana siguiente tenía la bici para correr. No tenía dinero ni para repuestos, ni para tubulares.

A coser.

Sí, al final tenían unos zurcidos… Para eso están los amigos, yo te dejo uno, tal, de repuesto, por si pinchas entrenando. Tampoco ellos estaban muy boyantes, pero se hacía. Después empecé a correr, andaba bien…

¿Con qué equipos corres al principio?

Empiezo con un club de Barakaldo, el Choymo, era de una familia que vendía electrodomésticos y estas cosas por allí.

¿Cómo era ese maillot?

Lo recuerdo, pero es el único que me falta de todos los que he vestido. Hicimos hace poco una comida con todos los de la época, me mandaron fotos de chavales que corrieron conmigo. Era negro, con rayas así, amarillas. Con ellos solo corrí esa carrera en infantiles que te digo, que la gané.

Ya después era cadete y me vine al club de aquí, a la Santutxu, y estuve allí hasta aficionados, cuando voy a Lasoak. Ahí corrió Etxabe hasta que pasó a profesionales con Teka, por ejemplo. Estuve allí el primer año de aficionados, y después a Reynolds para el segundo año, y de ahí a profesionales.

Ahora que citas a Etxabe… me han contado sobre cierta carrera donde tú le racaneas relevos y él se enfada muchísimo… pero se enfada al punto de buscarte después de la meta para tener unas palabritas.

No fue así… ya sé por dónde vas, pero te lo explico. Eso fue en una Vuelta a Asturias, e íbamos escapados Gorospe, Etxabe y yo. Era subir un puerto, bajar y meta.

¿Es aquella Vuelta a Asturias que ganas? Que pillas un montón de parciales, además.

Sí, esa. Aquel día yo veo a Etxabe que se pone a hablar en euskera con Julián, y luego se pone a hablar conmigo, y me dice que si ataca él que no salga, y así nos unimos contra Gorospe. Y yo euskera no hablo… ¿Qué te sugiere a ti eso?

Que te estaba haciendo la trece.

Pues eso. Ataca Julián y Etxabe no se mueve. Voy a por Julián, ataca Fede, salgo, le cojo. Y él que se mosquea, oye, si hemos quedado en que… No, no, yo no he quedado en nada, quien ha hablado eres tú con Julián. No, no, que no… Ya sé, ya. Llegamos a meta, sprint y les gané fácil, aquella Vuelta a Asturias iba muy bien, gané general, tres etapas, montaña, regularidad… todo.

Entonces él vino muy bravo a por mí, me has engañado, tal, esto, lo otro. No, yo no te he engañado, tú me has intentado engañar a mí… a mí y a Gorospe, lo has intentado con los dos. Son cosas que… estuvimos mucho tiempo enfadados, su director me boicoteó en algún Mundial…

¿Ese director era?

Mínguez, Javier Mínguez.

Etxabe y tú sois compañeros después.

Coincidimos en Clas, sí, y ya acabamos con Mapei. Una cosa es la competición y otra cosa es lo de fuera, mucha gente no se da cuenta y lo que pasa en carrera lo llevan al tema personal. A mí me enseñó mi padre que eso no se hacía, fíjate, él era boxeador, si se daba de leches en el ring y seguía después fuera…

Yo siempre lo he tenido muy claro, si llevas lo de la competición fuera eres tonto. En aquel entonces pasó eso y estuvimos durante un tiempo sin hablarnos ni con Etxabe ni con Gorospe, porque creían que yo era… bueno, es que me da igual lo que creyeran.

A mí lo que me han dicho es que en el pelotón le caías bien a todo el mundo, pero en una escapada no te quería nadie.

Ehhh (piensa), a mí me han pagado muy bien, y quienes no me querían eran los otros equipos, donde no estaba yo. Porque yo era un ciclista polivalente… si llegaba al sprint podía ganar, si llegaba en subida podía ganar, si había una crono podía ganarla…

Muchas veces no necesitaba ni equipo para ayudarme, porque ya sabía mis cosas… si acababa en alto ya sabía los cuatro o cinco que estarían ahí, y sabía que si llegaba con ellos los podía ganar. Pero claro, había que estar ahí. Entonces el resto no te aprecia, porque dicen «hostia, tengo que trabajar para poner a este tío ahí y llega el otro y le gana».

Pero tú también sabes que siempre has tenido cierta fama de aprovechar el trabajo ajeno. Pienso en la Clásica de San Sebastián de 1986, que los seguidores de Marino Lejarreta casi te buscaban por las calles.

No, no, en absoluto. Eso se ha vendido porque yo era de Otxarkoaga, yo era de Santutxu. No he sido de Larrabezúa, no he sido de…

¿A ti te miraban mal por ser de barrio?

Por supuesto. A ver… Clásica de San Sebastián… lo que pasa es que no está aquí Marino, me fastidia hablar, dar mi opinión, sin el otro delante, me joroba. En la Clásica de San Sebastián Marino ataca subiendo Jaizkibel, un poquito antes del descansillo. Él ataca y se marcha, yo aprovecho la bajadita y el repecho para arrancar, arranco y le cojo. Y le digo, «Marino, te doy relevo», y él dice que no, que no quiere relevo, y eso fue así. Marino ponía su ritmo y no le gustaba que se lo cambiasen. Qué iba a hacerle… ¿cambiarle? No, déjale, él ya sabe que si llega conmigo hace segundo.

Si llega con cualquiera hacía segundo…

No te creas, eh, Marino era rápido, lo que pasa es que ha llegado con mucha gente, pero era rapidito. Pero volvemos a San Sebastián… Marino pone ritmo, llegamos arriba, empezamos el descenso, y me viene el difunto Perurena, su director. «Oye, tirarás para adelante con Marino, ¿no?».

Pasa que en mi equipo, el Kas, estaba Kelly, y a Kelly le pagaron un montonazo de dinero para que fuera a correr, y ganar, esa Clásica. Yo tenía que trabajar para Kelly, pero es que estaba hasta las moñas de estar trabajando para él, tenía prohibidísimo escaparme, siempre supeditado. ¿Qué ocurre? Blanco y en botella: está Marino y estoy yo, llevamos nuestro tiempo con los de detrás…

Entonces viene Rupérez (director del Kas) con el coche, y me dice que espere a Kelly. Mira, basta que me lo recuerdes para que ahora… Llegamos abajo y le dije a Marino que íbamos, fin, fan, dimos relevos. No creas que desde abajo de Jaizkíbel hasta meta fue tirando él solo, ¿eh?, yo también di relevos, como era normal. Muchos o pocos… los que podía, porque él iba muy deprisa, los que podía. En el sprint él ya sabe que va a hacer segundo… A mí, después, me leyeron la cartilla en el equipo.

¿Kelly?

No, Kelly no, pero sí dos personas. Fui al pódium como ganador y nadie del Kas estuvo conmigo en el pódium, nadie vino a felicitarme, nadie… Porque tenía que ganar Kelly. Pero nadie sabe eso, nadie ha preguntado eso… La única preocupación era que había ganado a Marino. Marino conmigo siempre hacía segundo, pero con otros no hacía ni segundo.

Es una buena forma de definir esa relación.

Es una forma de decir la realidad, porque solo se ha escrito lo que decían los periodistas y lo que decía Marino, nunca lo que digo yo. Mira la Clásica de San Sebastián que gana Indurain… arranca Marino, se escapa, va Miguel, le coge rueda, le tuesta un poquito, le deja tirar, tirar, tirar, le da un relevo, un leñazo, y el otro queda tirao. Coño, si te ha hecho media subida déjale rueda a él, por lo menos que haga segundo, esa es mi forma de pensar.

¿Cómo era Sean Kelly?

Muy majo, Kelly era un fenómeno. Yo, gracias a Dios, he estado en grandes equipos y con gente formidable. Kelly era chapeau, muy bueno.

Volvemos a tus inicios en el profesionalismo… Tú pasas con Reynolds, un equipo que era algo diferente a lo habitual en el ciclismo español de entonces. Cuentan que allí gustaban los ciclistas grandes, rápidos…

No te creas, ¿eh?, también teníamos bajitos, estaba Laguía, Carlitos Hernández, Guillermo Arenas, estaba yo.

Una curiosidad… ¿en aquel Reynolds Unzué mandaba algo o era solo Echavarri?

En el equipo profesional, años 84 y 85, mandaba Echavarri, el amateur lo llevó Unzué. Pasa que el equipo empieza a crecer y necesitan un segundo director, así que pasan a Unzué y Jaimerena queda con los amateurs. Unzué, además, llevaba muy bien a Miguel en la contrarreloj, desde siempre, desde aficionados. Yo creo que le llevaba en las cronos incluso mejor que Echávarri.

¿Y cómo se lleva a alguien en una contrarreloj?

Conociéndole muy bien, sabiendo sus cualidades, dónde puede forzar y donde no… Luego le cantas las curvas, aquí no frenes, aquí frena un poquito, sabiendo cómo hacerlo según se encuentre el corredor y según cómo las vea el director.

Al final de esa primera temporada en Reynolds haces décimo en Lombardía… ¿por qué no insistes en esas carreras?

Creo que ha sido un pequeño fallo mío, el no hacer esas pruebas. Sí que tenía oportunidades, sí.

¿Quizá por no salir de tu zona de confort?

Posiblemente. Después, en Kas, Kelly siempre me decía que fuera con él a las Clásicas. Pero es que si yo estaba al calendario español no podía ir también a las Clásicas, porque aquí hacíamos un montón de carreras.

Y ¿crees que hubieras podido destacar? Yo te recuerdo, al menos físicamente, muy parecido a Rolf Gölz.

Muy fuerte, Gölz, muy bueno. Pero su equipo era Superconfex, estaban acostumbrados. En mi caso quizá… En Reynolds estuve dos años y el segundo estaba más para otras cosas, los años de Kas teníamos un calendario muy fuerte en España que hacía entero, más lo de fuera, París-Niza, Tour… se acumulaba mucho.

En Kelme era totalmente distinto, porque ellos querían más Colombia que Clásicas. Y luego en Clas los primeros años sí que salimos y fuimos a San Remo, a Lieja, pero… Es un poco lo que decías tú, lo de salirse de la zona de confort.

Esas cosas para las que estabas en Reynolds ¿cuáles son?

Tenía más peso específico en el equipo, debía ir a la Vuelta a España para ayudar a Gorospe, me llevaron al Tour, y después del Tour hacía el calendario español, las Clásicas de aquí, Volta. Todo no se podía hacer. Si quieres hacer Clásicas de la Copa del Mundo tienes que conocerlas, concentrarte.

Ese segundo año en Reynolds debutas en Vuelta y Tour junto a Miguel Indurain.

Sí, Miguel hacía un calendario un poco profesional y un poco amateur, con el Tour del Porvenir. Se preparó muy bien el prólogo de la Vuelta, que quedó segundo y luego pilló el amarillo. Era una etapa que nos pusimos fun, fun, subiendo para Ponferrada.

Iñaki Gastón

¿Cómo era Miguel entonces?

Como ahora, Miguel no ha cambiado nunca nada, es exactamente igual. Hace un par de años estuvo aquí, en Bilbao, en la presentación de un libro de Astorqui (muchos años médico en la Vuelta a España). Acabó la presentación y se iba para casa, y nosotros que no, no te vayas, te invitamos a comer, estábamos Antonio Balboa y yo.

Vinimos aquí, a un bar… un bar-restaurante normal y corriente, no pienses que… Yo conocía al dueño, entramos y él «¿este no es Miguel?», hostia, sí, la mano y tal, nos preparó un sitio, una mesita para los tres, para que no os molesten. La gente allí lo miraba y no le conocía, pero luego alguien dijo algo y ya todos… Media hora sacándose fotos, firmando, con todos… con todos, con los que estaban allí, con los trabajadores, con todos.

Y como ciclista ¿se le veía especial ya de joven?

Siempre ha sido muy bueno, desde cadetes, juveniles, aficionados… Es el Campeón de España más joven que ha habido, eh. Siempre ha sido muy bueno. ¿Ha mejorado muchísimo? Pues claro, pero es de esos corredores que es bueno… pero es que es bueno hiciera lo que hiciera, si hubiera jugado al baloncesto también. ¿Por qué? ¿Por las cualidades, la técnica?

No, para el deporte hay que ser muy cabezón, prepararte todos los días, cuidarte todos los días, entrenar todos los días. Es fácil, pero también muy difícil, porque un día como hoy (señala a la cristalera, empapada de lluvia) sal a entrenar, con cuarenta grados sal a entrenar, cuando no te apetece sal a entrenar. Y Miguel salía. Al margen de condiciones y cualidades es que era muy machacón.

En aquel primer Tour conoces la realidad de los Tours en aquel tiempo… a veces sin hoteles, pasando hambre.

Hostia, antes era duro… Yo he dormido en escuelas, en albergues, en parques de bomberos… menos los equipos franceses, que siempre tenían hotel, el resto todos. Recuerdo acabar la etapa, ducharnos en luchas largas, todos allí en pelotas, yo decía que si aparece un fotógrafo se lo iba a pasar de muerte. Y después todos tirándonos por el tubo ese de los bomberos, por el que bajan…

¿Seguíais desnudos o ya vestidos?

(Ríe) No, cada uno con su chándal, si no daría un poco de cosa la barra. Y allí todos haciendo cola, otra vez para arriba. Cosas así. O dormir en literas, en colegios internos, ahí juntos. Por las noches un descojono…

Y las colas en el teléfono para llamar a casa.

Sí, o no llamabas en mucho tiempo. En Francia se llamaba menos, porque era más caro y no había tantas cabinas como en España. Así que llamabas de vez en cuando, sabían en casa que estabas vivo, te veían por la tele y ya está.

¿Y no aprovechabais para conocer la noche del país?

No, no, no… imposible. Allí, en el Tour… encima la comida era un puto desastre, siempre lo mismo, la ensalada, la tortilla, el cacho de carne quemada y ya está, pescado ni lo toques. Y de beber ni se te ocurra beber agua del grifo.

Y por aquí ¿tú eras de salir mucho? Con la cuadrilla y tal.

No, yo no tenía cuadrilla. Salí, fíjate… dos o tres veces, ya en mis últimos años de profesional, que me llevó mi mujer a La Otxoa, un pub muy famoso. Pues el dueño, que es cantante, es un tío muy aficionado al ciclismo y a otros deportes, me conoció, nos regaló un vaso con la cara de mi mujer y con la mía. Recuerdo que me tomé un cubata. Pero no, no solía andar por la noche, a lo mejor un día a cenar con mi mujer, pero ya.

Igual los más jóvenes no saben bien el cambio que ha vivido el ciclismo desde que tú corrías a hoy. Por ejemplo, vosotros pasáis a profesionales, pagáis impuestos… pero no tenéis Seguridad Social.

Joder, no me digas eso, todavía me duele. Yo pagaba un cincuenta y seis por ciento de lo que ganaba… Yo he ganado mucho dinero, ganaba muy bien, pero pagaba mogollón. Luego no me ha servido para nada, porque se pagaba a Hacienda pero no a la Seguridad Social, no se consideraba que el ciclismo fuera un trabajo, era solo un deporte.

Entonces tú pagabas lo que te reclamaba Hacienda pero no servía… Mira, yo me tengo que jubilar a los sesenta y siete después de haber estado pagando un dineral. No hay más.

¿Y a nivel de material y preparación?

Mira, este año Cervélo me ha dejado una bici, la trajo Kuss, el americano, me la dio aquí. Era con la que ellos estaban corriendo hasta el Tour, porque para el Tour les cambiaron de modelo. Y, joder… no puedes comparar esa bici con ninguna otra de las que yo he tenido. Ni siquiera al final con Mapei…

Aquella Colnago, que era muy bonita.

Preciosa, de titanio, todavía la tengo. O la Pinarello del Reynolds, del 84. O la Vitus con Mavic que llevábamos en Kas. Yo tengo todas, y no puedes comparar. Pero tampoco épocas, no puedes comparar a épocas.

Vosotros ¿cuántas bicis teníais para el año?

Las que me hicieran falta. Dos, tres…

¿Y ropa? ¿A capricho?

No, no, a capricho no. Una cosa es tener por tener, y otra cosa es tener lo que necesitas. Yo nunca he tenido problemas de ropa, materiales, nunca, en ninguno de los equipos que he estado. Pero es que tener veinte maillots… ¿para qué quieres veinte maillots si vas a utilizar cuatro o cinco? Porque ahora hay lavadoras, la ropa sucia la echas a lavar y la tienes al día siguiente limpia y seca.

Al principio no tendrías de eso.

No, qué va… nos lavábamos la ropa a mano, hasta el año 87, recuerdo. Yo gané una carrera en Zizurkil y me dieron una lavadora pequeñita, y con eso ya no tenía que estar lavando, que luego lo secabas en la habitación como pudieras…

De mecánica de la bici, ¿te lo hacías tú todo?

Sí, yo he trabajado donde Zubero unos cuantos años, montando bicis, arreglándolas. Todas mis bicis las arreglo yo, las monto yo… todo. Menos la última, que es todo electrónica y paso hasta de aprender.

¿Tenías representante?

Mi mujer.

Bien, ¿no?

Al principio, cuando no la conocía a ella, nada, solo yo. Pero tampoco era difícil: hay esto, esto, sí, venga, adelante. Nunca he tenido problemas con ningún equipo en el tema de dinero.

A mí me da la impresión de que tú, y otros como Peio Ruiz Cabestany por ejemplo, sois una nueva generación de ciclistas… Recuerdo una entrevista en Ciclismo a Fondo, antes de un Tour de Francia, creo que en 1986… te preguntan por el recorrido, por tus posibilidades, y el tono, el trasfondo de la entrevista, es muy diferente de los ciclistas que habíamos conocido hasta entonces… más moderno, más alegre, más de pícaro.

Pero no te creas que antes era distinto, igual de cara afuera, pero solo así. En privado nos lo hemos pasado muy bien. Por ejemplo en 1986 estuvimos un mes en Colorado, concentrados para el Mundial que ganó Argentin. Allí lo pasamos fenómeno.

De esa concentración hay algunas fotos interesantes, más duras que el Mundial…

Muy duras. Y muy buenas (sonríe). Pero mira, en ese mes, doce tíos ahí, entrenando… buff. Y en cambio nos llevábamos de vicio.

Y allí, en esas concentraciones, o en el autobús antes de las etapas… ¿de qué hablabais vosotros? ¿Ponéis música?

Autobús tuvimos ya desde Reynolds, sí. Vas hablando con el compañero, lo normal, de esto y lo otro, es tu amigo y de qué hablas con los amigos… pues de todo. Si hacías un viaje largo o lo que sea pues lo mismo, qué has hecho, te vas a comprar una casa, te vas a comprar un coche… Los coches eran tema grande, a ver quién se compraba el pepino más gordo, el más bonito o no sé.

Y tú entrabas en esa competición?

Uy, sí… te duraba el coche dos, tres años, cuatro como mucho. Hubo una época, en el año 86 u 87… yo me compré un Omega 3000, Alfonso Gutiérrez tenía un M3 que se lo trajo (Raymund) Dietzen desde Alemania, Chozas tenía un Peugeot 405 de 16 válvulas… Te estoy hablando de pepinos con 200 caballos, eh, que cuando aquello era…

Y teníamos nuestros más y nuestros menos, una cosa era la competición en bicis y después la competición de los coches (resopla). Hemos hecho burradas. Un fin de semana… hay el sábado por la mañana un critérium en Madrid y el domingo por la mañana otro en Barcelona, fíjate. Así que arrancar el viernes, ir a Madrid a toda leche, dormir allí el viernes, correr en Madrid, chuuum, a Barcelona, dormir en Barcelona, correr en Barcelona, chuuum, y domingo por la noche dormir en Bilbao.

Y más. Me acuerdo un critérium en Zaragoza, que llevé a mis padres. Y no sé qué pasó que llegábamos tarde, así que tardamos de aquí, de Bilbao, al centro de Zaragoza hora y media… (silencio). Saca la media. El coche no se movía, era un pepinazo, pero me acuerdo que decía mi madre «oye, pero ¿eso está bien?, ¿vamos a doscientos sesenta? Pues mira, creo que sí. Claro, si no llegaba a la hora me penalizaban… no es que no cobrase, sino que tenía que darles todo lo que me iban a pagar.

¿En aquel critérium te tocaba ganar?

No, no, allí nada, solo salir, que te vieran. Recuerdo otra vez, que íbamos a Madrid a recoger un premio Carlos Salvador y yo. Carlos tenía un Toyota Supra, un pepinazo terrible. Y llegando a Madrid debió reventar una rueda, paaam, íbamos a todo lo que daba el coche, los dos ahí, concentrados, y me dice Carlos «oye, sale mucho humo por la parte de atrás, ¿no?».

Miro y sí, joder, mucho, mucho humo. Aparco y ya estaba solo la llanta, ni aire ni hostias. Cambiamos y otra vez, a recuperar media. Teníamos que llegar allí a la hora, para el premio, así que machaqueo, no había rádares, no había nada. Otra vez íbamos para Barcelona… Nos llamó Rafa Carrasco a Antonio Balboa y a mí, justo veníamos de entrenar.

Y eso, que llama Carrasco, «oye, tenéis que estar aquí ya, tenéis que ir a tal carrera porque los dos que iban no pueden». Jo… llamo a Antonio, «te voy a buscar en media hora». Coño, no puede ser, si me tengo que duchar. No te jode, y yo. Al final viene él aquí, a Bilbao, arrancamos para Barcelona… doscientos cincuenta, doscientos cincuenta, doscientos cincuenta, pa, pa, pa, a echar gasolina. Gastaba ese coche, ¿eh?, bebía, veinte litros, veinticuatro.

 Y eso, cargamos el depósito, cambiamos de conductor, que a partir de entonces lo llevaba Balboa, pasamos el peaje de Zaragoza y seguíamos al ritmo cuando se nos pone en paralelo un Porsche 944 turbo… y empieza el Porsche a adelantar y yo «venga, dale, a ver hasta dónde llegamos». Dos cuarenta, dos cincuenta, dos sesenta, dos setenta, y ya miro la aguja y está en lo rojo, abajo del todo… y hace el Porsche (hace gesto con el brazo) fiuuuu, y se nos marcha, y yo «pero acelera, que se nos va», y él señalando la aguja, pero ¿no ves dónde está? Hostia, ese Porsche se pondría a trescientos o así. Nah, batallas.

Iñaki Gastón

Volvamos a la bici… ¿por qué te vas al Kas?

Me pagaron muy bien.

¿Solo por eso?

Quizás Echavarri retrasó mucho el renovarme, pero es que Kas me pagó muy bien, y yo lo necesitaba. De aquellas aun vivíamos en Otxarkoaga, en un tercer piso sin ascensor, y mi padre no tenía piernas, tenía dos prótesis, para subir a casa mal, porque había muchísimas escaleras.

Llegó Kas, ofreció muchísimo dinero y firme ahí mismo. Hasta les pedí dinero por adelantado, conté lo que me pasaba y me dijeron «ahora mismo». Me dieron el adelanto y nos vinimos a vivir a un piso a Santutxu, con ascensor y mucho más cómodo para mis padres.

Tú has estado en todos los grandes equipos españoles, quitando la estructura de Mínguez y el Teka… ¿por qué cambias tanto?

Porque cada uno me pagaba mejor.

Es una respuesta sincera que no se suele oír.

El otro día estaba hablando con un compañero y él me decía que yo había sido el más listo, en carrera y fuera, porque siempre me había ido a equipos donde te pagaban igual o más. Y siempre gané más. Yo era profesional…

A mí el ciclismo me gusta, me encanta, pero yo era profesional, y tenía claro que los años en que estuviera, más o menos tenía calculado que diez u once, iba a estar donde más me pagasen. Y así fue, ya está. La única vez que no… el último año, estando en Clas, cuando nos compró Mapei me dijo Juan Fernández de seguir por equis dinero. Tuve una oferta del Euskaltel, que era por dos años, pero es que yo quería correr solo uno. Entre los dos años sumaba más de lo que me ofrecía Mapei, pero no quería correr dos, así que acabé en Mapei.

Nunca quisiste probar con generales? Quizá no en la Vuelta, pero Itzulia, Volta, cosas así…

Las he disputado, y he estado ahí… La Vuelta a España quizás me venía grande, para mis condiciones o mi forma de correr.

Tras tu triunfo en la Setmana de 1990 llegaste a declarar que te veías capacitado incluso para la Vuelta a España.

Sí, pero ahí es donde me doy el gran hostión, me doy cuenta de que no. Para preparar una Grande tienes que estar muy bien orientado física y mentalmente para esa carrera, no puedes estar disputando desde el principio.

Ese año, el 90, hice Setmana, segundo en Murcia, disputé País Vasco, llegas a la Vuelta a España, estás bien pero… no te das cuenta de lo que llevas ya disputado, venía muy apretado.

Un año antes haces tu mejor clasificación, séptimo, en la segunda Vuelta de Perico, con lo de Ivanov… ¿Cómo recuerdas aquello? Porque además corrías en Kelme, eras parte interesada.

Me dio mucha pena, por ambas partes. El que tenía que haber ganado aquella Vuelta era Parra… no que se la mereciera, sino que tenía que haberla ganado. Aquel día se atacó con todo, pero fue por los ciclistas, en el equipo no querían ni arriesgar. Y luego me dio pena por como transcurrieron las cosas.

¿Te refieres al famoso sobre de Delgado a Ivanov?

Sí, puedes hacer trampas, entre comillas, pero que encima se vea… Fabio no ganó por lo que hizo Perico. Así que me dio pena por ambas partes.

Te voy a añadir un tercer motivo de pena… tú no ganas en los Lagos de Covadonga porque te mandan esperar a Parra.

Sí, y luego él no ganó la etapa. De hecho Fabio venía tan rápido desde atrás que yo no pude ayudarlo nada. Aquello fue una metedura de pata del director, Carrasco. Yo iba con Pino, habría ganado o no, pero hubiera estado ahí. Yo no podía ayudar a Fabio, porque subía muy deprisa, muy muy deprisa.

Él te pilla pasado lo más duro, creo.

Pasada La Huesera, ya casi arriba, quedaría un kilómetro para el primer lago, dos y medio a meta. Fabio venía disparado, yo venía de ir escapado con Unzaga y con Pino, estaba ya machacadillo. Para aguantar a Pino justo, Unzaga se había quedado y sabía que si llegaba con Pino lo ganaba. ¿Podía haber llegado? No lo sé.

¿Con Perico tienes buena relación?

Sí, nos llevamos bien, hemos estado en marchas retro y todo.

El boom aquel de Perico, cuando se convierte en un fenómeno social, ¿cómo lo vivís?

Bien, bien, Perico es un buen tío, no es de los que te mira… Pero es que en el ciclismo español de la época estábamos todo el día juntos, desde enero hasta octubre, coincidíamos muchísimo.

Teníais carreras en todos los sitios, y llegó a haber como diez equipos profesionales.

Claro, así que imagina. Te conté antes lo de Colorado, otro año en Japón, que estuvimos también otro mes, en un país totalmente distinto… y nos lo pasamos de coña.

El Mundial que gana Dhaenens.

Sí, segundo hace De Wolf, uno gordito.

Bueno, gordito nivel ciclista pro.

Fíjate, en ese Mundial… el día antes acabamos de entrenar y coincidimos con Kelly y con los belgas, Kelly corría en el PDM e iba con ellos. Lo vemos, coño, Casero, qué tal, esto, lo otro.

¿Casero por qué?

Yo a Kelly lo llamaba Casero, porque en su país tenía un caserío con vacas, animales… Eh, Kelly, Casero, y tal.

Decían que cuando fue a ficharlo de Gribaldy lo pilló en sus tierras, subido al tractor, y que le ofreció tanto por correr con él… y Kelly no se bajó hasta que le subieron la oferta y allí ya se dieron la mano.

No sé, eso no sé… pero Kelly era un hombre de palabra. Entonces, te digo, estábamos en Japón, eh, Casero, ven a tomar una cerveza, que sí, joder, que tomamos una cerveza con estos, con Dhaenens y De Wolf. Y entonces me dice Kelly señalándolos «mañana primero y segundo». Yo me reía, pero él todo serio. Al día siguiente… primero y segundo.

Y eso… ¿buen ojo o sabía algo?

Eran del mismo equipo, estaban todo el día juntos, yo no sé, ellos sabrán. El año pasado estuvo aquí Kelly y hablamos de Dhaenens, que se mató hace unos años.

Decíamos que en los ochenta había muchas carreras, muchos equipos, que el ciclismo era un deporte muy popular… ¿Tú eso lo sientes? Porque tu nombre es muy reconocible, casi un icono ochentero.

A veces sí te reconocen por la calle y te dicen cosas, sí.

De aquella época me han dicho que te llevabas muy bien con Guillermo Arenas, había un speaker que os llamaba Zipi y Zape.

Yo es que me llevaba bien con todos. Quitando el encontronazo con Fede, y con él terminé bien, pero es que me llevaba muy bien con todos. Estábamos tanto tiempo juntos que… un día por ti y otro por mí.

Me han dicho que te hablabas mucho con Robert Millar, que siempre tuvo fama de taciturno.

Sí, me llevaba bien, era muy así… pero tengo fotos con él divertidas. Hablábamos en medio francés, en tal… a mí me lo presentó Kelly.

Iñaki Gastón

¿De la Vuelta 85 no te contaba nunca?

No, en aquella época… Yo a Millar lo conocía por las revistas, a mí me gustaba seguir el ciclismo, sabía que era muy bueno, que había ganado etapas en el Tour. Pero yo en aquella Vuelta a España estaba un poco fuera de juego, porque Gorospe era quien disputaba, y yo iba más a echarle una mano que metido en la batalla esa de Perico con Millar y Peio.

Así que no sabes lo que pasó, ¿no?

¿Allí? Pues que al director de Millar no le dieron tiempos… ni él se preocupó de preguntar ni nadie se los dio. Así que les dejaron marchar, marchar, y para cuando se quisieron dar cuenta… ¿Culpa de quien? Un poco de la organización y un mucho del director, por no preguntar cómo iba la escapada.

Al parecer a Berland le despidieron inmediatamente.

Sí, puede ser.

Siguiendo con esto que decíamos de que erais una gran familia… me han hablado sobre concentraciones de pretemporada en Sierra Nevada y unos partidos de fútbol asesinos.

No, hombre, yo creo no, aunque se intentaba siempre ganar. Corría yo en Clas y también estaba allí el Amaya o el BH, año 90.

Y qué se hace en una concentración de esas… Porque hoy con el móvil estás conectado a todo el ocio, pero entonces…

Fíjate, en el 84 estuvimos también en Francia, quince días, en una estación de esquí. Pero son quince días con tus amigos, tus compañeros, así que juegas al fútbol, a las cartas, hablas con este, con el otro. Siempre estabas relacionándote con tu compañero. Ahora, según me dicen, eso no pasa.

Me llama la atención, porque hablando con varios corredores de tu quinta todos me dicen que se morían de aburrimiento en estas cosas, y tú… Debías de ser especialmente abierto.

Yo siempre me enrollaba con uno, con otro. Con los del equipo, y con los demás equipos. Claro que estabas también en la habitación, pero casi todos nos llevábamos bien y estábamos mucho tiempo juntos.

Una pequeña maldad… me han chivado que eras conocido por las zapatillas tan viejas con las que bajabas a cenar en los hoteles…

Zapatillas de paño, antiguas, las tengo aun y de esas uso en casa. Yo es que cojo catarros por la cabeza o por los pies, así que procuro tener los pies siempre muy abrigados. Las chancletas esas de los pies al aire… no, no.

¿Y te vacilaban?

Al principio sí, me llamaban viejo y tal, pero luego ya… Si yo me evito coger catarro…

Tú ves el palmarés de Iñaki Gastón y es muy completo, pero ¿echas en falta algo? Una etapa del Tour, la general de la Itzulia.

Yo he hecho lo que he podido, me han pagado bien en algo que me ha gustado… ¿Echas de menos? Nada. Tengo mucho más de lo que hubiera jamás pensado y…

Pero los deportistas, que tenéis un gen muy competitivo, siempre recordáis más esa carrera que se os escapó que todas las ganadas.

Yo no, yo no. Fíjate, cuando estuvimos comiendo con Miguel él comentaba la espina que tenía por no haber ganado un Mundial de carretera, le había quedado eso. Pero yo… es que cuando empecé a andar en bici nunca hubiera pensado en hacer lo que hecho.

Pero tú en amateurs eras muy bueno.

Sí, destacaba, ganaba carreras, pero una cosa es amateurs y otra profesionales, donde se gana el dinero es en profesionales. Hasta amateurs me lo ha pasado genial, cojonudísimo, en profesionales también, pero… cambia el pensamiento.

Entiendo que eres profesional y debes ganar el máximo dinero en el mínimo tiempo posible. ¿El palmarés? He ganado mucho dinero, he pagado mucho a Hacienda, cosa de lo que no me arrepiento, he tenido suerte o me la he buscado. ¿Espinita? No, creo que no.

Pero yo pienso que tú hablas así sobre el palmarés porque lo tienes bueno… de lo contrario igual pensabas diferente, igual decías «hubiese sacrificado esto por aquella victoria».

Creo que no, porque mi pensamiento era… Muchos me dijeron en su momento que era un pesetas… pues claro que sí, porque para eso estaba trabajando, para ganar dinero, no como muchos que decían «este es mi equipo del alma», y estaban cobrando cuatro pesetas.

Tu equipo del alma, con tu director del alma, y te estaban pagando cuatro duros, eso es lo que te quiere a ti tu director del alma. Yo siempre eso lo he tenido claro. También he conocido a corredores que no han pegado un palo al agua y han estado muy cotizados, ¿eh? Cojonudo, fenómeno, yo estoy conforme con lo que he ganado y con lo que he hecho.

Vas al Clas y en tu segundo año haces algo muy llamativo, muy visual, que es ganar la montaña en el Giro de Italia. ¿Era un objetivo al empezar la carrera?

No, en principio no.

El maillot aquel tan bonito.

Verde.

Qué preciosidad.

Mucho. Mira, fuimos al Giro a intentar ganar una etapa. Pasa que Leanizbarrutia andaba también muy bien…

Gana el Intergiro.

Gana el Intergiro pegando unas exhibiciones brutales.

Y le regalan una vaca.

Sí, un novillo precioso.

¿La trajo a casa?

No, la vendió allí, o la regaló allí, o algo.

Iñaki Gastón

 

La montaña.

Al principio venían etapas pequeñas, con poca montaña, y cogió el maillot da Silva, antiguo compañero mío en Kas. Y yo pensé «hostia, en la montaña soy más rápido que Acacio», así que le empecé a disputar puertos, y a ganarle.

Así que empieza la montaña de verdad y yo veo que he cogido muchos puntos respecto a los buenos, a Bugno, a Chiappucci, a Chioccioli, a Marino… Hostia, la montaña grande-grande para mí es mucho, así que me pongo a meterme en escapadas, coger todos los puntos posibles y hago cortes para que ellos no cojan puntos, se repartan entre corredores que no tienen importancia. Y en la montaña más grande calculé mucho para en los primeros puertos intentar coger el máximo de puntos.

La disputa contigo Chiappucci, que era pestoso.

Sí, sí. Yo hablé con él, «oye, estás disputando la general, estás disputando la regularidad, ¿quieres también ganar la montaña o qué?». Sí, porque la montaña me piace. Pues vale, no hay ningún problema.

Si yo esprinto con Chiappucci él me gana, así que hago cortes para quitarle puntos y, si se metía conmigo al sprint, le esprintaba de muy largo para que gastase fuerzas, si le metes un sprint de kilómetro y medio o dos kilómetros y él entra luego no estará bien al final con Chioccioli, con Marino, que eran los que disputaban.

Haciendo eso cojo puntos suficientes para ganar la Montaña. Unas etapas antes de terminar me dice Claudio que tranquilo, que no me va a disputar, ya veo que quieres ganarla, yo no entro. Pero el penúltimo día cojo un pajarón bestial, casi no llego a meta. Entro y me dice Acacio da Silva, «¿eh?, has hablado con Claudio, ¿no?, porque ha sido el primero en arrancar y ha trincado todos los puntos».

Acacio le esprintó para quitarle… Miro la clasificación… primero Da Silva, segundo Chiappucci. Así que fui donde Claudio, «tío, cómo me haces esto». Y él, «ah, es que no estabas, es que tal». Y luego, al año siguiente, coincidimos camino de Sestriere, cuando yo me caigo.

Iba a preguntar si te llegó a pagar algo aquel día…

No, hablamos el día anterior para que le echase una mano. Le dije que sí, pero a condición de que si llegábamos juntos, ganase yo. Se hizo una escapada, conmigo iban Arsenio y Espinosa, creo, del Clas. Claudio no metió a nadie, y nos pusimos a tirar. Íbamos muy bien, yo iba muy bien, pero luego pasó lo que paso y chau.

Luego volveremos a Sestriere. Te quería preguntar, siguiendo en ese Giro 1991, por el Mortirolo… es el año en que debuta su vertiente más dura.

Yo llevaba un 39×25, subí muy bien, debí tener ese día inspirado, porque hice segundo en la cima. Subimos el Mortirolo con Marino tirando todo el rato porque quería dejar a Bugno y a Chiappucci, Chioccioli ya iba escapado. Así que a su paso fue dejando a todos menos a mí, a ese ritmo iba bien.

Tenía el día bueno, normalmente esos puertos tan largos a mí no me iban. Pero aguanté y le dije que pasaba antes por cima, él me dijo que sin problema. Así que Chioccioli, luego yo, después Marino, Chiappucci y no sé quién más. Luego, tras bajar el Mortirolo, había otro puerto, Santa Cristina, que era largo y duro, y me quedé.

Así que a mi paso, a mi paso, los veía de lejos. Empiezo a subir Aprica, que era la última subida, y me encontré a Marino y a Fede Etxabe con una pájara bestial, no podían los pobres… Marino iba segundo en la general y Fede creo que cuarto o quinto.

Les dije que me quedaba con ellos y les iba marcando ritmo. Y ellos que no, que no, no podían ni hablar. Iban palos, palos, los dos. Hostia, qué miedo. Perdieron muchos puestos, yo seguí para adelante y cogí algún puntillo en la montaña.

En el 91 sigues en Clas y el equipo ficha a Rominger.

Marcha Peio (Ruíz Cabestany) y llega Tony, sí.

¿Tú eso cómo lo ves? Porque Rominger era un ciclista buenísimo pero arrastraba fama de frágil para tres semanas.

Pero él ya nos lo dijo… nunca había probado el tener un equipo para disputar tres semanas. Lo había tenido Bugno, pero él no. Nosotros le dimos mucha confianza y no se achantó.

¿Cómo era Tony?

Muy seguro. Buen tío, hablaba poco, pero muy seguro. Después se fue soltando, aprendiendo español.

¿Y como ciclista?

Bufff, una bestia, mucho poderío.

Yo lo recuerdo en etapas como las de aquí, de Itzulia, media montaña con mal tiempo y tal y… Un estilo Pogačar.

En ese terreno era una bestia. Como Pogačar, sí, pero con unos desarrollos durísimos, bestiales. Mucha fuerza, muy duro. Y no fallaba nunca, nunca.

De aquella a Rominger lo llevaba Michele Ferrari.

Sí, siempre lo ha llevado.

Durante tu carrera deportiva, ¿alguna vez tuviste médico?

No, nunca.

¿Llegas a coincidir con Ferrari?

Sí… en la etapa que gana Rominger a Miguel, en Isola 2000, al llegar a meta estaba allí Ferrari. Estaba con Tony, con la bici, una bici especial, no sé qué… Se me quedó el tío mirando y me dijo «tú montas muy bajo, tendrías que venir por Italia para que yo te ponga la bici bien. Y, si quieres, yo te llevo». Y yo le dije (hace una pausa) «creo que va a ser que no». No porque me quedaban en el ciclismo dos años.

¿Tú ya sabías lo que te estaba ofreciendo?

Sí, claro, de Ferrari y del test de Conconi yo escucho hablar en mi primer año de profesional, en el 84.

Pero una cosa es el test de Conconi, que es una prueba física, y otra cosa es que venga Ferrari con el zumo de naranja.

Ojo, el zumo de naranja hay que demostrarlo.

Iñaki Gastón

Bueno, en el caso de Ferrari está demostrado, porque tiene una sanción de por vida, y él ha reconocido que utilizaba el zumo de naranja famoso con los ciclistas. La EPO, vamos.

Sí, sí, y otras cosas. Pero ninguno ha dado positivo.

No, pero tampoco a ti te pillaban los rádares cuando ibas a doscientos.

Exacto, y eso ¿qué quiere decir?

Que siempre va por delante la trampa que la ley.

Eso es. Entonces… es como lo que le pasó al equipo ONCE y a Manolo Saiz, «es que le han cogido, había bolsas», sí, sí, pero ninguno ha dado positivo. No puedes sancionar, y les han sancionado a los corredores.

Eran presuntos positivos, pero presuntos… presuntos qué, si yo no he dado positivo, cómo me vas a sancionar. Se lo sacó la UCI de la manga y sancionado todo el equipo de la ONCE. Es zumo de naranja, sí, o zumo de café, pero nunca han dado positivo.

Pero está claro que en la primera mitad de los noventa hay un cambio en la velocidad del ciclismo.

No… los buenos siempre han ido muy rápido.

En la primera mitad de los noventa iban muy rápido también los malos.

Sí, pero seguían ganando los buenos. A lo que voy es… para mí hay pocos ciclistas que hayan sido buenos, buenos… muy pocos. Miguel, Hinault, Moser, Saronni (piensa), Zoetemelk, y poquitos más. ¿Por qué? De un profesional considero que es bueno cuando ha sido siempre bueno. Para mí Chiappucci, por ejemplo, no ha sido bueno. Pim, pam, es bueno… ¿Qué hacía de aficionados, qué hacía de juveniles? De la noche a la mañana se ha hecho bueno… Pues no me lo creo.

¿Y de Rominger no te podrían decir lo mismo?

Es que Tony siempre ha sido bueno. Yo me mosquearía si fuera un tío fondista y pasase a ganar carreras de un día, pero de carreras de un día a fondista, eso puede ser. Vas viendo, con la edad, la resistencia, eso pasa… yo al final andaba más en vueltas grandes que en las pequeñas. Pero yo ahí tengo muy claro… Si siempre ha sido bueno y si encima lo coge un médico bueno pues… Pero a un tío normal y corriente hacerlo bueno…

¿Rijs?

Por ejemplo.

Ese canta más.

Ese cantó muy alto, porque ellos, encima, han sido tan tontos de luego decir lo que habían hecho.

¿Tú en aquella época veías que alguna gente arriesgaba más en el tema de dopaje?

Sí, claro. Había gente que iba un poco más allá, que lo veía…

¿Eso lo conocíais dentro del pelotón?

Claro, pero es como todo… tú sabes lo que hay, y entras o no entras.

¿A ti te lo ofrecen? Más allá de lo que has contado en Isola 2000.

Sí, sí… yo sabía lo que se utilizaba, cómo se utilizaba, todo. ¿Quise entrar? Nunca.

Y ¿por qué no quieres entrar?

Por miedo, y mira que yo he sido un tío muy valiente para todo siempre, pero ahí no, ahí me achanté. Y sabía perfectamente todo, yo siempre, en el ciclismo, me informaba de absolutamente todo. De todo.

Los tests Conconi, por ejemplo… cuando bate Moser el récord de la hora, poco tiempo después los cogí yo y los hacía por mi cuenta, viendo aparatos, luego en la Federación, haciéndome test allí para ver si estaba bien con los consumos de oxígeno… Soy un tío que siempre ha intentado estar a la última, pero con ese otro tema no.

¿Y sabes de algún compañero que sí?

Claro, claro que sí, muchísimos. Pero voy a lo que dijimos antes… si yo piso el coche a 200 por hora y no me ponen multa… ¿es legal o ilegal?

Es ilegal, aunque no te pillen.

Sí, es ilegal, pero ¿quién lo sabe? Lo sé yo, que he pisado ese acelerador, pero no lo sabe nadie más.

Habrá alguien que piense que si ibas a doscientos por hora sin miedo es raro que no entrases al zumo de naranja por miedo.

Sí, ahí era valiente, pero con esos medicamentos, cuyos efectos secundarios aun no se sabían, no lo era. La EPO, por ejemplo… yo te puedo decir diez tíos que se han muerto a causa de la EPO.

Hay historias muy turbias, equipos que iban aun más lejos.

Hay historias… mira, la hormona de crecimiento, que viene de antes, se empezó a usar mucho antes de ser yo profesional… esa hormona se sacaba de los cadáveres, de la hipófisis en muertos. Y eso lo trataban para luego inyectártelo a ti. Hostia…

Te llegaría además por un mercado negro que no sabías si…

El que se metía ahí pues… olé sus pelotas, pero yo no tenía. Igual que con la EPO… a mí, además, no me hacía falta, el otro día me hice un análisis y tenía cincuenta por ciento de hematocrito, tengo unos niveles muy altos de forma natural. En cambio otros, que tenían sus valores muy bajos, sí que tenían ganancia. Ahí es cuando empiezas a notar, ves a gente, «hostia, cómo ha mejorado este tío».

¿Tú sientes, al final de tu carrera, que no puedes seguir si no caes en ese tipo de dopaje?

No, eso no. Todo el mundo dice que para correr las Grandes… Yo corrí las tres Grandes en 1991… en la Vuelta anduve muy bien, en el Giro gané la Montaña, y en el Tour acabé. A gatas, pasé un Tour horrible, pero lo acabé. Y no tomaba nada… tomaba todo lo que estaba dentro de la reglamentación, pero nada de lo que estaba fuera de la reglamentación, e hice las tres Grandes.

Ahora, sufriendo como un perro, como siempre… Dicen que tengo un gran palmarés… claro, sufriendo como un perro, sufriendo siempre. Tiene clase, ahí, tal… yo iba ahí (hace gesto de llevar un gancho en el gaznate), jugándomela por todos los sitios, intentando arañar. A veces sonaba la flauta y ganaba, otras muchísimas no. Pero si ves alguna foto mía siempre iba sufriendo, agachado allí abajo, sufriendo.

Lijando.

Ahora que dices lijando… en una Vuelta a España gané etapa en Zaragoza, y yo me entero que van a repetir la meta otro año. El año que viene va a haber aquí la misma llegada, me dicen… y yo, buaahh, curva, curva, curva, esto me gusta. Gané en el 87 porque yo en el 84 vi a de Vlaeminck ganar en esa misma llegada, e imité su estrategia, atacar a kilómetro, kilómetro y pico… Él ganó, yo gané. Y para el próximo año pensaba repetir…

Aprendí, fíjate, aprendí a meterme por donde va el agua en las curvas, en el canal del agua que va junto a la acera, aprendí a inclinar tanto como para pegar con la rueda en el bordillo y de allí salía a toda velocidad, con más fuerza, porque rebotaba. Hostia, ensayando, ensayando, y lo conseguí hacer. Una vez, otra, paaa, paaa.

Llega la etapa y yo convencido… arranco otra vez y saco nada más que tres metros, porque todos iban al loro, me meto en la curva… claro, yo no necesitaba frenar, porque de peralte usaba el bordillo… entonces hago eso, paaa, uso el bordillo y el motorista de la tele se debió de acojonar, pegó un frenazo y, pam, le pegué a él, frené y en la siguiente curva ya me cogió el pelotón y me pasó.

Cagüen la hostia, un año preparando esto y ahora… Luego me pidió perdón, era un cámara francés, perdona, venías muy deprisa, ya, es que yo aquí reboto, no, imposible, y tal…

Iñaki Gastón

Dos imágenes tuyas muy icónicas, una dura y la otra positiva. La primera es aquella caída en la Cormet de Roselend en el Tour, con Suárez Cuevas sosteniendo tu cabeza ensangrentada… No sé si has vuelto a ver aquello.

Sí, sí, es más, unos años más tarde Johan Bruyneel se cayó en el mismo bache y en el mismo sitio. Pasa que yo pegué de frente contra la piedra y él la esquiva y se cae para abajo. En el mismo sitio, exacto.

¿Tú cuánto tiempo estás en el hospital?

Poco, no creo que llegase a la semana. Cuatro o cinco días, vino mi mujer y volvimos para acá, a Bilbao. Les dije que me pusieran algo y ya aquí me reconstruyeron. Toda la cara destrozada…

Ha quedado bien (risas).

Me tenían que haber hecho la cirugía en la nariz… Yo siempre vacilaba a Guillermo Arenas, porque tuvo un accidente y se destrozó la nariz, siempre me metía con él, narizotas, tal… Y después del accidente él se acabó operando y yo no, ahora es él quien me vacila… Pinocho, hostias.

Y tras un accidente como ese, ¿cómo puedes volver a meterte en el grupo, bajar a toda velocidad los puertos?

Sí, mira lo que hicimos después en la Cobertoria.

Esa es la segunda gran imagen que te quería comentar.

Era mi trabajo y me tocó a mí. El otro día comentaba con Unzaga y con Mauleón, que era la Vuelta donde íbamos más justos, porque queríamos después disputar el Tour a tope. Así que una etapa de montaña la defendía uno, otra etapa de montaña otro…

El que hacía la selección a Tony, después él arrancaba y pum… Pero había que hacer esa selección. No siempre se marcaban los dos o tres mismos, íbamos rotando. Y en esa etapa me dijeron que tenía que estar yo, porque…

¿Aquello estaba preparado?

Sí, la noche anterior vino Rominger y me dijo «Iñaki, me tienes que echar una mano subiendo, a ver si podemos escaparnos para arriba y ya después»…

¿Y cómo fue?

Subiendo nos quedamos Rominger, Zülle y cuatro del Amaya… Cubino, Rincón, Montoya y Aparicio. Entonces Rincón empieza a arrancar, yo le cogía. Y a falta de un par de kilómetros puse un ritmo muy fuerte para ver si Tony arrancaba y podíamos marchar juntos. Llegamos arriba, Rominger pasa primero, porque era líder de la montaña, y yo detrás… miramos y habíamos sacado unos metros. «Vamos, vamos, vamos». Nos tiramos los dos para abajo, yo como podía.

¿Tuviste miedo aquel día?

No miedo pero sí… precaución. A mí, igual que a él, se me iba la rueda de delante unas cuantas veces. Y de atrás, de atrás muchas. Pasamos a todo el mundo… a motoristas, coches, estábamos los dos solos cuando llegamos abajo. Menos mal que me sabía el recorrido, porque allí paramos, «hostia, ¿y ahora?», por aquí, por aquí, arranqué.

La ruta estaba marcada por las vallas en el pueblo, pero no había ningún motorista, la carrera la abríamos nosotros. Entonces me puse a toda leche y al rato nos pasan los coches de la organización, las motos… y al rato-rato llega Juan Fernández. Oye, lleváis tanto tiempo, vienen atrás los cuatro del Amaya, Zülle se ha caído. Yo le llevé hasta donde pude y luego él arrancó.

¿En ningún momento se te pasa por la cabeza que puedes ganar esa etapa?

No, físicamente no podía. Tony iba muchísimos más rápido que yo. Iba rapidísimo.

Siempre se recuerda toda la gente que había aquella tarde.

Sí, sí, una bestialidad. Nosotros no éramos conscientes de lo que habíamos hecho. Llegué a meta y no sabía… ¿ha llegado Tony? Sí, sí, ha llegado, ha sacado tanto tiempo, hostia, cojonudo. No sabíamos bien lo que había pasado, la carretera estaba muy peligrosa, los coches no podían pasar mucho, los jueces estaban muy… Es que nos estábamos jugando la Vuelta.

En aquel Mapei vosotros erais los gregarios de quien desafiaba al gran ídolo, a Miguel… No sé si alguna vez te dijeron algo en la carretera, o bromearon los amigos…

No, eso no. Pero sí que nosotros nos preparábamos muy mucho para batir a Indurain. Éramos los malos para España, menos en Asturias, que solo éramos los malos para algunos. Piensa que Miguel era Miguel. ¿Qué pasa? Que en ese Tour tuvimos mucha mala suerte, porque andábamos los que más.

Siempre le he dicho a Miguel que si ganó aquel año fue gracias a nosotros, porque le hicimos todas las selecciones, le hicimos la carrera. Pasa que Tony no podía con él… pero si dura una semana más hubiera ganado Tony, porque la última semana estaba bestial y a Miguel se le veía que iba en picao para abajo, iba en picao.

Banesto no marchaba, estaban cansaos, físicamente o psíquicamente, no marchaban, y nosotros cogimos el peso del Tour. Si ves la carrera, todas las etapas las marcábamos nosotros, pero es que dejar a Miguel… Jugábamos en contra. A Tony en el prólogo se le rompe la bici, si no yo creo que hubiera andado ahí.

¿Qué pasó en ese prólogo?

Llevábamos cambios eléctricos, nos los pusieron para las Grandes. Iban muy bien, fantásticos, muy cómodos. Corrimos Vuelta a España y perfecto, vamos al Tour y nos ponen todas las bicis nuevas, todo el material nuevo… una bestialidad.

Pues va y se le jode a este el cambio, no le bajó, había un repecho muy duro y tuvo que hacerlo con un desarrollo bestial, ahí perdió mucho tiempo. A la noche vinieron todos los mecánicos de Mavic, cogieron todas las bicis, unas cincuenta, y entre los mecánicos de Clas y los de Mavic quitaron todo el electrónico y pusieron otra vez cambio manual. Y luego ya en la contrarreloj por equipos se cayeron dos, nos penalizaron porque alguien debió de agarrarse a otro, o le empujaron… Algo pasó.

Yo me enteré, fíjate, el otro día, que me lo dijo Olano. Aquel día se cayeron Arsenio y el propio Olano. Así que la contrarreloj… Pero lo demás… perfecto. Yo creo que le hubiera ganado Tony a Miguel.

Iñaki Gastón

¿Cómo siente un ciclista que le llega la retirada, el momento de irse?

Yo lo tenía muy claro, me retiré porque quise. Dejé y estuve diez meses tranquilo, andaba en bici, paseaba, miraba el paisaje, «joder, si por aquí he pasado veinte veces y hay un gallinero»… A los diez meses ya me aburría y dije «voy a buscar trabajo», y me salió lo de Industrial Farmacéutica Cantabria.

El dueño era muy aficionado al ciclismo, recuerdo que cuando me presenté dijo «la pasta que he perdido contigo, y la pasta que he ganado contigo». En la universidad apostaban, hacían las porras, y a veces le tocaba y tal… Yo de la industria farmacéutica nada, no tenía ni idea, si nunca había ido al médico.

Me dijo que si tenía ganas me contrataba, que me daba dos años y en ese tiempo debía aprender. Y así cada mes un curso de ventas, otro de marketing, otro de medicamentos… Y así aprendes, si quieres aprender, aprendes.

Antes me dijiste que no tenías médico, ahora dices que no has ido nunca al médico, tampoco has tenido entrenador… La preparación ¿te la hacías tú?

Sí, en base a lo que leía, veía, vas probando… Una anécdota, para que veas cómo entrenaba. Yo estaba en el 86, en Valencia, íbamos todo el equipo y vi una moto con tres ruedas, de esas que usan los hortelanos allí para recoger la fruta.

Mi padre estaba en la silla de ruedas, porque las prótesis no le enganchaban bien, no se lo hicieron muy bien… y yo dije «ya está». La compro, le pago al tío y la llevan a casa. Acaba la Vuelta a Valencia, y llega la moto, un bulto grande, una caja enorme. Entonces le digo a mi padre que baje… Entra en el ascensor, con la silla, venga, vamos a abrir la caja. ¿Y esto? Para ti, para que vengas conmigo a entrenar… Hicimos miles de kilómetros con esa moto, íbamos todos los días a entrenar trasmoto.

¿Y te apretaba?

Joder, joder si apretaba, era una moto de 49, él iba al límite, a cuarenta y cinco o cincuenta por hora, pero para seguirle en bici… De aquellas yo ya salía de novios con la que hoy es mi mujer, y compramos un piso aquí cerca… Pues cuando estaba mi mujer el padre me apretaba aun más.

«¿Qué? Estás flojillo, ¿eh?, anoche hubo fiesta»… qué cabrón, te cazaba siempre, apretaba y me llevaba allí que no podía… Nos metíamos doscientos, doscientos cincuenta kilómetros. La Vuelta Asturias que gané la preparé de esa forma, y la Clásica de San Sebastián también.

Lo que pasa es que en San Sebastián la moto era Marino.

Si no hubiera estado Marino (piensa) hubiera usado otras tácticas. Tercero y cuarto hicieron Etxabe y Juan Fernández… ahí también podía haber toreado yo.

Juan Fernández era rápido, eh.

Hubiésemos andado los tres ahí, ahí, que Etxabe también… Pero yo estaba muy preparado en esa carrera, tuve un problema gordo, estaba el asunto Kelly…

Tú llegas a ser director en un equipo amateur.

Saqué la licencia de director en un curso de directores deportivos, de una semana, en Asturias. Siempre nos juntamos los mismos… Marino, Torrontegui, Mauleón, nos lo pasamos bestial. Con los profesores, además, yo era un poco cabrón… Uno era un director de un equipo ruso que estaba por aquí, por España, en la zona de Levante. Ese daba una clase, otro daba técnica, y yo ahí siempre estaba pinchando.

¿A ti te gustaba dirigir?

No, lo hice por probar, estuve dos años, pero es que era muy pringado, mi mujer me dijo que me fuese a tomar por el culo… Sábados y domingos, y algún día de diario que pedía permiso en el trabajo. Entonces qué… Y eso, dos años, pero es que la juventud… no tenía claras las cosas, no había necesidad. Un tío para triunfar debe ser martillo pilón y tener necesidad de algo…

Yo solo he visto correr a un tío millonario de familia, y fue muy bueno, que era Roberto Visentini, el de la funeraria. Moser, Hinault, Miguel, el otro, se lo han ganado. Si no tienes esa ambición es complicado, y yo veía que los chavales tenían una mentalidad muy rara.

Me peleaba mucho con ellos, por ejemplo, porque querían utilizar desarrollos de profesionales… «que no tenéis fuerza para llevar un cincuenta y tres por doce». Y ellos que sí, que tal. Además yo iba con ellos a entrenar, iba con un cincuenta por trece, y no me dejaban… llevo menos desarrollo que vosotros y no me podéis dejar, no pasáis de cincuenta y cinco por hora, para qué queréis llevar más. Y ellos «no, porque a mí el preparador, a mí mi médico me dice»… Chatarra, chatarra.

Una curiosidad, me han dicho que tienes un maillot de la Unión Soviética, auténtico, y quería saber su historia.

Se lo cambié a un ruso en la Vuelta a Navarra de amateurs, año 83. Aquella Vuelta la ganó Oleg Chuzhda, un tío potente… Eran profesionales, esos tíos, terminaban la etapa y se ponían a hacer rodillo, pensábamos que estaban locos. Es que a ellos se les quedaban cortas, estaban acostumbrados a doscientos kilómetros o más, y muy rápido, así que venían aquí y… ¿Qué pasa?

Que luego llegaban a profesionales y abrasaditos. Se lo cambié al ruso por un maillot del Reynolds. De aquella ellos traían tubulares y cámaras de fotos que hacían un ruido, cloc, así. Yo como no quería tubulares ni cámara de fotos fui con el maillot y se lo cambié. Así que tengo lo de la URSS con manguitos de botón, eh, de lana y con botón. Es precioso, lo tengo en casa.

Tú ahora vas a muchas marchas de bicis clásicas, retro… te gusta mucho.

Eso me viene por amigos… te juntas con uno, con otro, tenemos muchas. Hacemos cincuenta kilómetros con tres paradas, avituallamientos, degustación… allí el que corre es tonto. Yo tengo fotos acojonantes del asunto, hemos montado fiestas (nos enseña algunas fotos en el móvil).

Esas bicis, ¿te las haces tú?

Son las mías, con las que he ido corriendo. Tengo, por ejemplo, la Pinarello con la que corrí mi primer Tour de Francia, que tiene una historia de la hostia. Para el Tour nos cambiaron a todos los cuadros, pero el mío lo hizo mal Pinarello, porque pedimos que tuviera el enganche para dorsal y dos bidones… Pues en mi bici el segundo bidón no entraba, así que me retiraron el cuadro después de una semana y me pusieron otro.

Y ese cuadro se lo lleva Carlos Vidales, lo vende en Vizcaya a un fontanero, que después se lo vende a otra persona. Y resulta que esa persona es corredor de seguros, y le lleva los seguros a Antonio Balboa, ¿le recuerdas?, el del coche. Me llamó un día Balboa y me dice «eh, creo que tengo tu cuadro Pinarello».

No puede ser, joder, no puede ser. A los dos minutos voy a la tienda, miro y nada más verle… ese es mi cuadro, esa es mi tija, este es mi manillar… «dame la llave», la muevo, la pongo donde yo la tenía y veo mi marca, siempre hacía una para tener la altura medida. Todo contento, es mi tija. Me monto y ahhhh, es mi bici. Vino el dueño y le dije que se la compraba. Quédatela, hombre.

Y yo que no, que se la cambiaba, por otra, así que le monté una bici muy bonita, con Vitus y Dura Ace, y cambiamos. El manillar, la tija, el cuadro y las bielas eran originales, lo que llevaba yo, el resto lo habían cambiado. Así que monté un grupo Cincuentenario, que tiene doce monedas de oro, se hicieron solo cincuenta mil para todo el mundo… lo tenía guardado desde hacía muchos años.

¿Y la usas?

Sí, yo uso todas mis bicis.

¿Qué desarrollo monta?

Cincuenta y tres por trece. Y de pequeño trae cuarenta dos por veinticinco. Pero es que no subo puertos, me doy un paseo, despacio, mirando que no se caigan las monedas, que si se pierden se jode el grupo (ríe). Y luego tengo la de Kas, que era Vitus con Mavic, La de Kelme, que era Eddy Merckx, me falta.

Iñaki Gastón

Vamos terminando, tres preguntas muy rápidas… ¿Cómo te definirías como ciclista?

Un poco de todo.

¿Y como persona?

Un poco de todo también.

Sabía que ibas a decirlo.

Bueno, es que… a ver, si hay una fiesta y tengo que disfrazarme, me disfrazo, si hay una reunión pues reunión, que debo darla pues la doy, es que no tengo ningún problema. Soy un sinvergüenza, en el sentido de que no tengo vergüenza. En la última marcha que hicimos retro me disfracé de indio. Era La Histórica, y había que disfrazarse de vaqueros… y yo dije «a tomar por el culo», yo de indio, y el único indio era yo.

La última… Con todo lo que has andado en bici, ¿por qué sigues andando hoy?

Porque me gusta, si no me gustase no andaría. A mí la bici siempre me ha gustado, ahora la disfruto más, también me pico, cuando quiero ir deprisa voy, cuando quiero ir despacio voy, las marchas me encantan, porque siempre hay alguna fiesta, siempre hay amigos. Me encantan.

16 Comentarios

  1. Un crack. Grande, Iñaki.

  2. Un ciclistas de los que me causaban admiración, por su talento y por su valentía en las carreras,

  3. Un autentico fenómeno, doy fe, también de esas fiestas de las que habla. 😉

  4. Buen ciclista Iñaki
    Valiente y con clase

  5. Qué buen rato he pasado leyendo las historias de Iñaki, un saludo y eskerrik asko por compartirlas con nosotros.

  6. Buenísima entrevista Iñaki!!!! A la altura de tu grandeza y personalidad !!!! Un abrazo!!

  7. Eskerrik Asko Iñaki, me han encantado tus anécdotas. Pienso que el ciclismo más auténtico lo hicisteis tú y los de tu generación.

  8. Iñaki Martínez

    Un apunte: cuando ponéis que corrió en Lasoak realmente debe poner la SVAC (Sociedad Vizcaína de Amigos del Ciclismo).

  9. Una suerte poder verte competir y posteriormente conocerte como persona.
    Luchador,jatorra y sincero.
    Grande. IÑAKI GASTON.

  10. Un gran ciclista de su generación, un tío currante y simpático y desde hace un tiempo un amigo mio con el que comparto carretera en las quedadas clásicas y momentos inolvidables junto a la familia retrociclista. Uno de joven sueña con conocerlo y al final hay sueños que se cumplen. Gracias Iñaki por tu amistad.

  11. Muy buena la entrevista

  12. Que grande es Iñaki,yo le conozco desde niño recuerdo a sus padres, le vi muchas veces persiguiendo a su padre ,que tenía la moto de tres ruedas . Iñaki un corredor de los de antes y muy bueno si señor

  13. Tiempos de tíos duros ¡Stallone MANDA! más de 100 días de competición anual a 220km de media por etapa, coches potentes con el pedal a fondo, bajadas y sprints sin casco. Hombres de VERDAD

  14. Uno de mis ídolos cuando era pequeño, ha corrido en todos mis equipos favoritos. Kelme, Clas y Kas en ese orden.

  15. Mi ídolo desde la infancia gracias a su prima bego k era mi andereño,un crack

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