Las generaciones de baloncesto masculino españolas que fluctúan de 2004 a 2006 lo tienen todo para que, dentro de pocos años, España siga la senda de éxitos cosechados hasta el presente. De esos imponentes cachorros, ya han surgido una primera y aventurada hipótesis: pueden llegar a tener el impacto de los Juniors de Oro. ¿La comparativa ayuda? Aquellos parecen irrepetibles. Cuidado con la cantidad de presión que se pueda arrojar, por muy fuertes mentalmente que sean, sobre sus entre 17 y 19 años. La meta, simplemente (ironía) supondría igualar gestas que han sido insuperables para cualquier país en el mundo que no fueran los Estados Unidos.
La primera irrupción de algunos genios de aquella divina camada en la absoluta fue en las Olimpiadas de 2000, allí fueron convocados Raül López y Juan Carlos Navarro a sus 20 añitos. Cierto que no hubo metal, pero fue el paso atrás idóneo para coger un impulso imparable. A partir de la siguiente cita, plata en el Europeo de Suecia de 2001, se convirtieron en la pesadilla, -a excepción de USA que, eso sí, la medía con sumo respeto-, de las mejores selecciones del planeta. Un año más de madurez y la unión a esos prematuros talentos de Pau Gasol y Felipe Reyes, fue suficiente pólvora para dar el pistoletazo de salida a la mejor época de la historia del baloncesto español y una de las mejores del internacional. Si no contamos los extintos Juegos del Mediterráneo, desde entonces se han sumado 14 medallas de las 20 conseguidas por España en campeonatos internacionales desde su debut en 1935. De esas 14 medallas, 13 han sido conseguidas hasta las Olimpiadas de 2021, cita en la que hubo el último (y único) representante, el mismo Pau, de la magnífica generación del 80. Entre esos metales, se reconocen dos Mundiales (2006 y 2019) y tres Europeos (2009, 2011 y 2015).
Aquel (divino) grupo había nacido en 1980, a excepción de José Manuel Calderón, que era del 1981. Los que hoy aglutinan colosales expectativas están centrados en tres generaciones, y entre ellas, hoy podemos especialmente subrayar dos nombres que abrazan una única, la del 2005: Izan Almansa (2.08m, Team OTE USA) y Aday Mara (2.20m, recientemente firmó por la universidad de UCLA), este último es al que mayor progresión se le espera y quien posee unas cualidades semejantes a las de Pau Gasol por físico, talento, inteligencia y liderazgo. A favor de Mara, que está teniendo más impacto que Gasol a su edad; a favor de Gasol, que tenía más movilidad que Mara a su edad. Eso sí, merece la pena tener en cuenta que en la ecuación, el maño mide como 10 centímetros más que Pau cuando también tenía 18 años.
Esa es la teoría, luego hay mil ejemplos que muestran que cada jugador o jugadora toma y recorre su camino hacia el profesionalismo junto a sus circunstancias: evolución técnica, física y personal. Es conocido el discreto rol que tuvo el ex pívot de Sant Boi en el Mundial de Lisboa de 1999, en el que los Juniors de Oro se coronaron ante los Estados Unidos. Por no hablar de su anterior y más discreta participación en la consecución de otro Oro, esta vez en el Europeo de Varna del verano del 98. Germán Gabriel era el indiscutible pívot titular, mientras Antonio Bueno compartía el resto de minutos con un enjuto Pau. Otro jugador destacado y con trayectoria de late bloomer es Dimitris Diamantidis, a pesar de haber nacido también en 1980, no fue convocado por Grecia para ninguna de las dos citas. Diamantidis, ya retirado, está considerado como uno de los mejores jugadores de la historia de la canasta helena.
Aunque algunos destaquen pronto, todo el mundo no puede triunfar. Más evidente, todo el mundo no puede ser una estrella. Reflexión simplona que pocas personas interiorizan. Además, aquel selecto puñadito que pisen fuerte como profesionales, no se les espera con impacto hasta dentro de 2 o 3 años. El caso de Almansa podría ser el más prematuro, rebotea como un senior. Físicamente, cerca de ellos, técnicamente más alejado. Mejorará, es un chico muy inteligente. De hecho, ya ha sido invitado por Sergio Scariolo para que entrene con la selección absoluta junto a otro grupo selecto que recoge esas tres generaciones, para que entrene con la selección absoluta. «La idea es que durante tres o cuatro días un grupo de jugadores puedan estar entrenando con el primer equipo, que estén en contacto con nuestros veteranos para que les puedan transmitir los valores que han hecho tan especial a este equipo. Buscamos así acelerar el proceso de un recambio generacional» explicó el propio Scariolo.
Sin embargo, estoy firmemente convencido, tras la finalización del Mundial U19, los Europeos U18 y U20, que hay relevo para que España tenga muchas posibilidades de seguir estando en segunda posición en el ranking mundial del baloncesto masculino en un futuro. En especial porque serán arropados por unos tíos que ya saben lo que es ganar como (¿Ricky?) Garuba, Parra, Díaz o los Hernangómez.
Tras la primera plata de la historia en un Mundial de categoría U17 masculino, si no me falla la memoria, este verano se han dirigido muchas miradas hacia esas tres jóvenes selecciones. Los resultados han sido: oro para los U19 en el Mundial, una décima plaza para los U20 y plata para los U18 en sus respectivos Europeos. La menos favorita para colgarse medalla era la que formaron los más mayores, como también ha revelado el podio de Creta. Sin entrar en debates sobre fortalezas mentales, señalaría dos puntos vitales: la diferencia de fondo de armario entre las tres selecciones, liderazgo y no tener a un omnipresente pívot en medio de la pintura como disfrutaron los pequeños con Mara o los medianos con Almansa (MVP en los tres últimos campeonatos que disputó).
Para poner más presión sobre los U20, su concurso venía inmediatamente precedido, como antes anotaba, de un hallazgo casi inédito por parte de los U19, ganar el Mundial. Han tenido que pasar 24 años, el hito había sido firmado, cómo no, por los ya requeté citados Juniors de Oro. Era: «ahora os toca a vosotros, chicos». Vaya marrón. Los más grandes no pudieron pasar del primer cruce a pesar de haber quedado primeros de grupo y, de paso, haber apalizado a casi todos sus rivales. Israel se plantó bien en el campo, jugó en equipo, se lo creyó y no dio una bola por perdida. España se quedó en 52 puntos y las estrellas de casa Juan Núñez, Michael Caicedo y Rubén Domínguez solo pudieron anotar 10 de sus 31 lanzamientos de campo, forzando a penas dos tiros libres para un total de 10 créditos de valoración… insisto… entre los tres. Israel solo había ganado un partido en la fase de grupos, pero ya había mostrado que tenía a uno de los mejores jugadores del Europeo, Daniel Wolf. Asimismo, su hábitat natural se localiza dentro de la pintura, zona donde esta selección española más podía sufrir (les enchufó 21 puntos, atrapó 13 rebotes, dio 3 asistencias, robó 2 balones y puso 2 tapones). El pívot israelí (2004) es un 2.10 inteligente, valiente, intenso y con 85% en tiros libres. Los israelitas acabarían tumbando a todo el que se cruzó en su camino hasta caer dignamente en la final ante Francia.
No hay duda de que el deporte de cantera, reflejo de la sociedad, enfatiza demasiado en el resultadismo. Se olvida que estos chicos y chicas están aquí para aprender. Yendo a la generación de 2004 podemos subrayar el nombre de Juan Núñez, que ya sabe lo que es ser segundo base con peso en un equipo profesional como el Ulm, donde ha sido campeón de la liga alemana y donde ha combinado esa competición doméstica con la Eurocup realizando un buen papel en ambas. Más recientemente, Núñez jugó unos minutos y hasta anotó tres puntos en el primer partido amistoso de la selección absoluta de España para prepararse para el Mundial de Filipinas y Japón que empieza a finales de este mes. Por su estatus profesional, y a pesar de ser más pequeño de edad, parecía que podía petarlo en el Europeo con la U20, pero no pudo despuntar ni aproximar a los suyos hasta alguna medalla. Un año antes, en la misma categoría, se había hecho con el oro europeo y además, alzándose como MVP. ¿Motivación? ¿Presión? Sin duda, si este año hubiera podido tener a su lado al explosivo alero Malik Allen (2003), a quién el Joventut de Badalona le acaba de hacer ficha con el primer equipo, o con el curro del siete pies Guillermo Díaz (2003, University of Pittsburg) habría tenido más posibilidades de guiar al grupo a un éxito personal y grupal superior. El tema es que, si mejora su tiro y confianza, puede ser un claro dominador del juego en la posición de uno.
Ricky Rubio, durante mucho tiempo en entredicho por su irregularidad en el lanzamiento, puede ser un buen referente para él. Por cierto, el base catalán está viviendo un momento muy delicado y ha decidido retirarse, por el momento del baloncesto, de ahí la convocatoria del mismo Núñez, pero puede ser una gran fuente de inspiración para cualquiera. De hecho, me consta, que JN también entrena con Raül López, también entrenador de RR en muchos campos.
Sobre los campeones del mundo, la U19, destacar a Jordi Rodríguez (1.99m, Joventut Badalona), un polivalente jugador y sublime dominador de balón, con buen tiro al que, además, no le tiembla el pulso cuando se juega un balón caliente. Poniendo mucho trabajo en su físico, como es normal para su edad, dará mucho de qué hablar. Al ya comentado Almansa, como hombres altos está Baba Miller (Florida State), el balear es un cuatro de 2.09 móvil con muy buena mano y un físico brutal. A ambos, junto a Núñez, se les podría esperar en la primera ronda del draft de la NBA de 2024. Queda esperar y ver cómo van las respectivas y próximas temporadas para estos tres jugadores y, nunca perder de vista la evolución física de Mara, vaya que acaben cuatro en la lotería.
Ahondando en otros chicos destacados pasaría a los más imberbes, la generación de 2006. Para mí, hay dos que realmente han impactado en el juego: Hugo González (1.98m, Real Madrid), un alero que lo puede hacer todo en la cancha y muy bien. Vertical, buen manejador del balón, físico espectacular, killer… y luego tenemos a una especie de Calderón en potencia, Mario Saint-Supery (1.90m, Unicaja Málaga). Un base disciplinado, pero con carácter. Gran 1×1, desparpajo, muchas piernas y envergadura suficiente como para combinar suspensiones efectivas y muy difíciles de puntear, con valientes finalizaciones cerca del aro, por mucho que se le crucen rivales más altos. Luego están los tapados, a los que yo encabezaría con Lucas Langarita (1.95m, escolta, Casademont Zaragoza, 2005). Un jugón con un gran físico que también puede generar juego para el resto. Langarita ha combinado la selección U18 con la U9 teniendo un rol relevante en las dos. Luego tendríamos a los Villar, De Larrea, Caicedo, Folgueiras, Domínguez, Adrià Rodríguez o Conrad Martínez que tampoco son ninguna broma. Son buenas ‘bestias’ con mucho coco. Compiten como animales y solo les importa ganar. Saben aceptar su rol y cumplirlo. Se proyectan como grupo a contracorriente de los Instagram, TikTok y demás plataformas que les envuelven y que promueven una mentalidad totalmente individualista, superficial y narcisista.
Hay que transmitirle a todos estos chavales (¡y chavalas!) que estudien y mientras, que se preparen tanto saber digerir éxitos como para saber encajar fracasos. Si es tu sueño, inténtalo con todas tus fuerzas, pero guárdate un buen puñado para ser resiliente por si no se cumplen tus expectativas ni, sobre todo, las de tu entorno más cercano y… también más lejano. El daño puede ser para toda tu vida. Tiro de aquello de Carl Jung de «lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma».
Excelente artículo. Pero hablando de futuro, se te ha olvidado meter al nombre más significativo: Santiago Aldama.
Es un texto más para el Marca o el As que para aquí me temo.
No aporta nada que no sepamos la verdad. Flojete.
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Bonito reportaje y ni una línea de la u18 femenina, Con una plata ante USA y un partidazo que firmaría cualquier selección… la prensa tiene que cambiar mucho
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