Djokovic es una estrella del pasado, del presente y aspira a seguir siéndolo en el futuro. Ha asegurado en La Gazzetta dello Sport que está preparado para poder enfrentarse a Alcaraz y Sinner en 2025, no obstante, en sucesivas entrevistas que ha ido dando en su país y en otras escalas que ha realizado, ha ido repasando su carrera, rememorando viejos tiempos, ya que suma más de dos décadas con la raqueta en la mano, y en sus enfrentamientos con Rafa Nadal y Roger Federer ha firmado páginas de oro en la historia de este deporte.
En una entrevista en Argentina, ha comentado que esta rivalidad a tres bandas es parte esencial de su legado: «Cuando Roger dijo adiós al tenis, fue un momento muy triste para el deporte, es un icono, un jugador increíble, aunque no hemos sido muy cercanos como amigos, sí que nos hemos conocido muy bien el uno al otro».
Cree que su relación con el suizo y Nadal, desde el punto de vista competitivo, ha sido muy parecida a la de Messi y Cristiano Ronaldo, marcada sobre todo por un respeto mutuo: «Aunque hemos sido grandes rivales, esto es como decía Cristiano Ronaldo sobre lo suyo con Messi: hemos compartido la escena durante muchos años».
De hecho, lo importante, dice, es que estas rivalidades no solo han aumentado el número de aficionados en el tenis, sino que también han dejado una huella imborrable en la historia de este deporte: «Creo que todos serán fans de nuestros partidos y nuestras rivalidades, porque esto es algo que va a quedar ahí por generaciones. He tenido más de 60 partidos contra Rafa y 50 contra Roger, es increíble. No sé si algún rival tendrá tantos partidos como yo he tenido con Nadal, por ejemplo».
Hay que ver los números de esos 60 partidos para entender por qué crearon tanta expectación. Han sido de 31 victorias para Djokovic y 29 de Nadal. Casi un empate, lo que demuestra que nadie ha podido saber de antemano quién iba a ganar, es decir, había expectación, lo que se traduce en grandes audiencias. La competitividad siempre será lo que más gente atraiga al espectáculo. Según el serbio: «Estas rivalidades atraen a millones de personas al deporte y conectan a la gente con el deporte de una forma que es eterna».
Días atrás, en el espacio Veče Sa Ivanom Ivanovićem, insistió en lo duro que ha sido durante su carrera enfrentarse a Nadal, especialmente en Roland Garros: «Cada vez que jugaba contra Nadal en Roland Garros, sabía que estaba enfrentándome a la montaña más alta. Incluso cuando estaba lesionado». Hasta tal punto el español era duro de roer en esa pista, que Djokovic considera que esos triunfos frente a él deberían valer más: «Cada victoria contra él en Roland Garros tiene un valor doble, es el rival más duro al que me he enfrentado en ese torneo».
Nunca ha tenido una mala palabra hacia ellos pese a la extrema rivalidad y, actualmente, considera que le han ayudado a ser lo que es: «Roger y Rafa son leyendas que han llevado nuestro deporte a otro nivel. Competir contra ellos me hizo mejor jugador y persona». Sobre todo, le ayudaron a depurar su técnica y llevarla más allá: «Durante años, Federer y Nadal han sido, sencillamente, demasiado buenos para mí. Me han obligado a profundizar en mi juego y a construir una estrategia más sólida para poder competir con ellos al mismo nivel (…) Gracias a estas batallas, he comprendido la importancia de preparar no solo mi cuerpo, sino también mi mente para los momentos críticos de los partidos más importantes».
Aquí el entrevistador le recordó uno, su Wimbledon de 2019 contra Federer, donde el serbio salvó dos puntos de partido para ganar: «Esa final fue una montaña rusa emocional, Federer hizo el mejor tenis que tiene, pero me centré en estar tranquilo y aprovechar mis oportunidades».
«El miedo y las dudas son compañeros inseparables en el deporte», ha confesado a continuación, con la convicción de quien ha librado mil batallas internas por todos bien conocidas muchas de ellas. Para Djokovic, esos momentos oscuros no son enemigos a evitar, sino que también son, como Nadal y Federer, sombras que ha aprendido a reconocer y usar a su favor. «Lo importante es no dejar que esas emociones te controlen. Debes transformarlas en motivación».
Por otro lado, las lesiones han sido uno de los obstáculos más significativos en su trayectoria, especialmente aquellas que amenazaron con apartarlo de torneos cruciales. «Cuando me lesioné en Roland Garros este año, mi primera pregunta fue: ¿podré jugar los Juegos Olímpicos? Era mi principal objetivo». Sin embargo, su capacidad de concentrarse en lo positivo fue clave. «Me prometí a mí mismo no enfocarme en lo que podía perder, sino en lo que aún podía ganar», ha explicado en referencia al minucioso proceso de rehabilitación que le permitió no solo volver a la cancha, sino seguir ganando.
Sobre la presión, especialmente tras años compitiendo al más alto nivel, ha reconocido: «En mi posición, se espera que ganes cada partido, y aunque eso puede ser agotador, también es un privilegio». Djokovic, además, ha compartido que enfrenta esta presión con una mezcla de autocrítica y preparación mental. «Soy muy exigente conmigo mismo. Siempre busco la perfección, incluso si sé que no existe».
Siguiendo esta línea, a pesar de las derrotas dolorosas, como las sufridas en las finales olímpicas pasadas, Djokovic ha encontrado la manera de superarlas y seguir adelante. «Perder en los Juegos Olímpicos siempre ha sido lo más difícil para mí, porque no se presentan cada año como los Grand Slam». No obstante, esas caídas no han hecho más que alimentar su determinación. «Cada derrota me ha enseñado algo, y cada desafío superado me ha hecho más fuerte», ha concluido.
Recientemente, en la RTS, la televisión pública de su país, ha mencionado que, tras el retiro de sus grandes rivales, ahora es competir por Serbia lo que más le motiva: «Representar a mi país es un enorme honor y una gran responsabilidad. En esta etapa de mi carrera, jugar para Serbia en torneos como el Davis Cup y los Juegos Olímpicos es lo que realmente me motiva y llena de orgullo».
Declaraciones que ha hecho con el patriotismo subido: «Cuando escucho el himno de Serbia en un escenario internacional, siento una conexión indescriptible con mi pueblo. Es un momento de unidad, de compartir nuestra historia y nuestras esperanzas con el mundo».
No sin acompañar la exaltación nacional de ciertas reflexiones: «Somos un pueblo con una rica historia y una identidad poderosa, pero a menudo estamos atrapados en la lucha por superar obstáculos que nosotros mismos nos ponemos. Nos gusta pensar que somos un pueblo celestial, que estamos predestinados para grandes cosas, y esa creencia nos da fuerza, aunque a veces también puede convertirse en nuestro mayor problema».
En un tono personal, el tenista ha destacado en ese plató la importancia de la familia y los valores como pilares de la cultura serbia: «Crecí en una casa donde mis padres sacrificaron todo por nosotros. Esa ética de trabajo y dedicación sigue definiendo a muchas familias en Serbia hoy, incluso frente a enormes adversidades económicas y sociales». Para Djokovic, estos valores han sido la base de su éxito, y considera que son esenciales para el futuro del país.
Sin negar la situación de crisis que se vive en el país, Djokovic entró a valorar los problemas actuales con algo de crítica: «Vivimos en un mundo donde el ritmo de la vida y las tensiones económicas hacen que la gente pierda la fe, pero creo que debemos encontrar formas de cultivar la esperanza y la unidad. Serbia tiene el potencial de ser un ejemplo de resiliencia, siempre y cuando podamos recuperar nuestra confianza en nosotros mismos y en nuestro espíritu comunitario».
Con guerras, como la de Gaza y la de Ucrania, donde se están produciendo crímenes de guerra prácticamente a diario, el tenista ha recordado el bombardeo del que él fue testigo en 1999, cuando fue la OTAN la que bombardeó Yugoslavia para detener la violencia de las fuerzas serbias contra los albanokosovares en su lucha contra la guerrilla del UCK. Djokovic ha explicado que más duro de esa experiencia es la incertidumbre: «lo peor es el miedo de lo desconocido, no sabes si la siguiente bomba va a caer en tu cabeza».
Las alarmas por bombardeos eran constantes, «durante dos meses y medio, tuvimos eso todos los días y todas las noches, esas alarmas nos despertaban cada noche». Durante las primeras semanas, cada vez que sonaban, la gente acudía a los refugios. En una de estas, la madre de Djokovic se golpeó contra un mueble y cayó inconsciente. El tenista, que entonces tenía 12 años, no sabía que hacer, cómo mantener la calma mientras todos sus hermanos rompieron a llorar: «Ahí estaba mi padre, a las tres de la mañana, con su mujer inconsciente y nosotros, los niños llorando, el pánico era enorme».
A esa edad, él mismo pudo ver cómo un avión lanzó un misil contra una base cercana mientras él jugaba en el club de tenis: «Lanzó un cohete en una base militar, bombardeaban hospitales, escuelas y pensabas ¿qué puedo hacer? No puedes hacer nada».
Durante aquellos años en los que la región encadenó varias guerras, los serbios lo que más sufrieron fue el embargo. De repente todas las tiendas estaban vacías, no había ni medicamentos. «No podíamos exportar ni importar nada, recuerdo estar con mi abuelo esperando en la cola del pan a las cinco de la mañana, con eso tenía que comer toda la familia».
Sin embargo, considera que ese episodio fue fundamental para forjar su personalidad: «Fueron circunstancias difíciles, pero son la parte integral de mi carácter, de quién soy hoy como persona». En realidad, le hicieron más resistente: «Nos fortaleció como familia, como personas. No le deseo a nadie que pase por una guerra para ser fuerte, pero para mí formó parte de mi desarrollo». Es más, se identifica con Belgrado, la capital serbia: «Ha sido destruida y reconstruida más que ninguna otra en Europa, 49 veces, ese espíritu de no rendirse nunca vive dentro de mí, es parte de quién soy».
Por otro lado, no guarda rencores: «No odio a nadie por lo que sucedió, nunca lo olvidaré, pero he perdonado». Lo que sí es cierto es que para él representar a Serbia es especial, no es solo una obligación profesional. «Cuando representas a tu país, lo haces con todo el corazón, alma cuerpo, todo. Lo das todo».
Reflexiones humanas muy sinceras y experiencias escalofriantes hacen de Nole una gran persona que al final es lo más importante. Representa para el mundo del deporte y para la humanidad un ejemplo a seguir. Mis respetos Señor!!!!!!!
Eres mi favorito, admiro tu lucha, tú fuerza interior y tu superación. Gracias!.
Reflexiones del mejor de la historia, que grande !!!!
Impressionante el comentario del señor Novak Djokovic