Fue una temporada complicada, la pandemia de Covid-19 todavía arreciaba, pero aun así se convirtió en uno de los momentos más importantes para la carrera del estadounidense Neilson Powless. Cuando ganó en la Clásica de San Sebastián de 2021 recibió un chute de moral que le empujó a continuar. Según publica Cycling Weekly, sintió: «Merezco estar aquí».
Powless es conocido también por ser uno de los primeros ciclistas del pelotón con raíces nativas norteamericanas y esta fue su primera gran victoria a nivel WorldTour desde su debut profesional en 2018. Su difunto abuelo, Matthew, pertenecía a la tribu Oneida, que vive en el estado de Nueva York, junto a los Grandes Lagos, y sobre todo en Ontario, Canadá. Un oneida célebre, por ejemplo, fue el escritor Graham Greene. Esta tribu pertenece al Pueblo de la Piedra Vertical y es una de las cinco tribus de la Nación Iroquesa.
Por su parte, Powless tenía reputación de ser uno de los ciclistas estadounidenses más prometedores, pero calzarse la txapela fue su confirmación. Su paso por Donosti dio un nuevo significado a su proyección como profesional. No solo eso, también personal. Cuando crecía en California, no pensó nunca en el significado de sus orígenes. Era solo un niño y asumía que su familia era la que era. Tanto él como su hermana tienen un 25% oneida, que es el porcentaje mínimo requerido para ser miembros de la tribu. Por parte de abuela, Neilson y su hermana tienen sangre cherokee.
Pero de pronto su nombre empezó a alcanzar celebridad y ganar la Clásica de San Sebastián fue un hito que le puso en el mapa. Ahí pasó de ser un mero corredor del LottoNL-Jumbo a reivindicar sus orígenes como nativo americano. Según explicó en Oympics.com: «He centrado mi identidad en saber de dónde vienen mis raíces. Eso te aporta mucho. He intentado darle más importancia educándome leyendo Historia, biografías y material de ese tipo sobre los nativos americanos». El hecho de ser consciente de su origen ya le hizo: «Prestar más atención en la clase de Historia cuando estudiábamos la colonización y la Guerra Civil».
Desgraciadamente, lo que no ha podido recuperar Powless ha sido la lengua. No es como el euskera, que cuenta con una red habilitada y efectiva. En su caso tuvo que aprenderlo de su padre, pero no lo logró: «Es muy difícil de aprender, parece como si estuvieras hablando con la parte posterior de la boca, es difícil lograr la pronunciación adecuada».
Su padre, en cambio, sigue manteniendo muchas tradiciones que le enseñaron a él. No hay casa en la que entre después de una mudanza en la que no celebre un ritual de tabaco para atraer a la buena suerte. Lo que de niño para él era normal, acudir a la reserva a los pow wows, ceremonias con baile para socializar y cantar entre nativos, luego comprobó que era un tesoro. Una identidad única, minoritaria, y que estaba en sus manos mantener y conservar. En eso, Powless no duda: «Ser indígena estadounidense es algo de lo que me siento muy orgulloso. Si alguien me pregunta cuál es mi origen étnico, suelo decir indígena estadounidense primero. Siempre trato de destacar el hecho de que soy indígena. Creo que es importante».
Una de las iniciativas que ha puesto en marcha es tratar de hacer llegar bicicletas accesibles para los habitantes de las reservas. Además, su hermana Shayna tiene una fundación, Dream Catcher Foundation, para introducir a los niños de esas reservas en el deporte, llevarles material y ofrecerles tutoría atlética.
Desde que tomó con ciencia de la importancia de su identidad, su pasado oneida le sirve de inspiración en el ciclismo. De niño, iba a visitar a su abuelo (que falleció en 2015 a los 80 años) a la reserva de Stockbridge, en las afueras de Green Bay, Wisconsin, donde trabajaba la madera, era artesano y carpintero. El anciano, que también fue paracaidista del Ejército de Estados Unidos, donde aprendió a boxear, le decía a su nieto «si trabajas con una mano, recibirás la mitad del salario» y que «si vas a trabajar en algo, tienes que comprometerte completamente» y el ciclista ha tratado de llevar esas enseñanzas a su carrera como profesional.
Su categoría todavía está en crecimiento y, aunque ha mostrado ciertas dificultades con la alta montaña, pasa bien la media y ha demostrado ser un luchador, como muestra que vistiera el maillot de topos durante varias etapas en el pasado Tour de Francia. Para él, fue cumplir «un sueño de la infancia» llevar el maillot de la montaña. Antes de la carrera, daba muestra de su ardor guerrero declarando «Corro como si la vida de mi familia dependiera de ello». Dan Ninham, un amigo de la familia y también oneida como ellos, añadió más valor a estos éxitos al investigar y comprobar que Powless era el primer indígena americano participante en la carrera. Ha habido indígenas sudamericanos, pero nunca procedentes de Norteamérica.
Aun así, su perfil destaca en carreras de una semana o de solo un día y duras. Este año, su campaña sobre adoquines en Flandes ha sido muy interesante. No se le ve como uno de los próximos ganadores del Tour, pero sí como un excelente secundario. Hace tan solo un mes, se llevó la victoria en la 108ª edición del Gran Piemonte después de un ataque en solitario a 40 kilómetros de meta.
En la citada entrevista, Powless también citó otros momentos clave de su carrera, como el tercer puesto en la clásica Dwars door Vlaanderen. Ahí se dio cuenta, con esa y San Sebastián, de que su carrera iba a transcurrir de clásica en clásica. Aunque su 2024 ha sido irregular debido a las lesiones, ha sufrido tendinitis, también se llevó una Japan Cup y octavos lugares en el Grand Prix Cycliste de Québec e Il Lobardia.
En esa conversación también dejó bastantes titulares sobre el indomable Tadej Pogačar. Dijo: «La única forma en la que creo que se le puede vencer realmente en la final es con números y obligándole a perseguir». Con suerte, solo se tiene una oportunidad para acabar con él: «Puedes aprovechar un momento de duda. No vas a ser capaz de romperle las piernas, así que sólo tienes que aprovechar cualquier buen momento que tengas. No cabe duda de que es muy complicado».
Powless, al igual que Mondo Duplantis, forma parte de ese tipo de deportistas que no tuvieron muchas opciones antes de elegir qué querían ser en la vida. Si el sueco era hijo de un saltador con pértiga y una heptatleta, los padres de Powless eran triatletas profesionales.
Desde muy pronto, le pusieron a hacer deporte: «A mis padres les encantaba estar al aire libre y hacer actividad física. Nos llevaban a mi hermana y a mí a hacer lo que a ellos les encantaba. Así crecí. Era normal nadar, andar en bicicleta y correr prácticamente todos los días. No tengo ningún primer recuerdo de ninguno de estos deportes, siempre han sido parte de mi vida». Hasta tal punto era así, que hasta los 19 años no se decidió por el ciclismo en ruta. Dudaba si dedicarse al atletismo o al triatlón. Ahora se ha convertido en al gran esperanza estadounidense para enmendar el infausto recuerdo de Lance Armstrong. Un reto a la altura de los que enfrentó su tribu.