Paseo Pintor Rosales. En el distrito de Moncloa. Madrid. Un domingo por la tarde. Aquí he quedado con Jesús Álvarez (Madrid, 1958), que llega en moto y con la misma elegancia de siempre. Cuando te da la mano en su muñeca se advierten dos pulseras que me llaman la atención: una con el anagrama de la guardia civil. La otra con el de la policía nacional.
Tiene 66 años. Pero diría que su sonrisa no ha cumplido esos años y su tono de voz (que sigue siendo el mismo con el que presentaba los telediarios) tampoco. Begoña, la fotógrafa, le dice que sale bien en las fotos porque tiene «una cara simétrica», asegura ella. Él contesta: «A mí me enseñaron que una sonrisa nunca queda mal en las fotos».
El resto está en manos de la grabadora de voz, de mi capacidad para escuchar y de las preguntas apuntadas en mi cuaderno. «Yo acostumbraba a ir sin ningún papel a la entrevista para no distraer al entrevistado», dice Jesús Álvarez. «Pero tenía un guión en la cabeza».
Al final, no has vuelto a trabajar desde que te jubilaste.
Qué dices. Trabajo más que antes. Ahora, como estoy libre me llaman de todos los sitios para hacer cosas: una presentación, una clase en la universidad, una charla… muchas cosas y casi no paro de viajar. Hasta me dan algún que otro premio últimamente.
Porque la historia de Jesús Álvarez es la historia de España.
Al menos, la historia de los últimos 47 años del deporte en España, sí. Son los que he estado en TVE. Al principio no estaba entregado al deporte. Empecé en un programa de información general que se llamaba Siete días. Luego, los restantes 45 años fueron en el deporte, sí.
¿Recuerdas el primer día?
Entré en el deporte de rebote. Estudiaba periodismo, estaba en segundo. Tenía un jefe en Radio Exterior al que le dije: «Mire usted, yo lo que quiero es hacer micrófono, redactar noticias, quiero hacer lo que hace un periodista». Recuerdo que él me contestó: «ya, pero es que usted no es periodista, no ha terminado la carrera y no tiene título». Pero aun así yo le insistí mucho y al final me dijo «a no ser que quiera usted hacer información deportiva». Le contesté: ¿«Dónde hay que firmar?»
Casualidades. La vida son casualidades.
Si me llega a decir que iba a escribir en el departamento de economía igual hoy sería economista. Me hubiese dedicado a la información económica y a la Bolsa y a todas esas cosas. Pero me dediqué al deporte porque fue lo que salió. Antes de terminar la carrera, quería ser periodista y fui donde me abrieron las puertas. Y no fue ningún error porque ya había hecho mucho deporte.
Te gustaba entonces.
Sí, sí, siempre he dicho que a mí me gusta practicar con el ejemplo. Me gusta hablar de lo que he practicado. He hecho casi de todo. He jugado al fútbol, al tenis, al balonmano, al baloncesto. He corrido en coches. He montado en bici. He esquiado. Por lo tanto, podía saber lo que sentía un deportista. Y eso me ha ayudado. Solo se trataba de multiplicar por cien las sensaciones que tiene un deportista de alto rendimiento.
¿Cuál fue el mejor momento?
Hay varios momentos. Cuando me preguntan qué es lo mejor que has hecho en tu carrera profesional siempre contesto: estar en el Soccer City de Johannesburgo cuando España ganó el Mundial de fútbol. Habíamos sido campeones del mundo de todo, pero nos faltaba el fútbol. Soy de la época de «jugamos como nunca y perdimos como siempre». Pero en Sudáfrica constatamos lo que logramos dos años antes en la Eurocopa 2008.
¿Y cómo lo viviste?
Estaba en la portería contraria a la que metió el gol Iniesta. Ahí estábamos todos los periodistas. Fueron las entradas que nos asignó la Federación. Pero lo vimos perfectamente. Para mí, fue una explosión de júbilo. Recuerdo que me abracé Javier Arbizu, el cocinero de la selección. Vivirlo en directo fue impresionante porque mira la que se formó en España a la vuelta. He estado en sitios donde la gente mataría por estar.
Estabas en el España-Malta en diciembre del 83 haciendo las entrevistas a pie de campo.
Sí, aquello fue un milagro. Teníamos muy pocas opciones. Pero a los periodistas nos gusta vender proezas. Antes de empezar el partido, en mis intervenciones en los telediarios, me acuerdo de decir: «estamos solo a once goles de clasificarnos para la Eurocopa de Francia». ¡Once goles y decir «solo»!
Pero es verdad que en aquellos momentos fue muy importante. Ya no fue la clasificación, sino la manera de la que nos clasificamos. Fue un 21 de diciembre de 1983. Lo tengo memorizado para siempre.
Recuerdo tu entrevista a Muñoz, el seleccionador, a pie de campo.
Muñoz era un tipo magnífico. Tenía la clásica flema madrileña. Yo tenía 24 años y era una delicia escucharle. Había vivido mucho. Había entrenado 14 temporadas al Madrid. A su lado, te partías de risa. Todavía es como si le estuviese escuchando cuando nos hablaba de Santillana, que saltaba medio metro más que los defensas, pero tenía sus limitaciones con la pelota.
Nos decía que le decía: «Santillana, no invente usted el pase subterráneo que a usted lo que se le da bien es rematar de cabeza».
Eras más joven que los futbolistas.
Éramos todos jóvenes. Más allá de algún veterano (Arconada, Santillana…) Estaba hasta Butragueño. Emilio no jugó en la Eurocopa, pero ahí estuvo, entre los convocados. Él, como nosotros, tenía la ilusión del que empieza.
¿Se echa de menos ser joven?
A veces, me pregunto, ¿cómo es posible que haya pasado todo este tiempo desde que empecé hasta que me ha jubilado TVE que, por cierto, fue un tema muy discutible? A mí me jubila una Ley, un Convenio Colectivo que nos obligaba a retirarnos a los 65 años con 37 y medio cotizados… Una cosa que quitaron a los siete u ocho meses de jubilarme.
Pero la mayoría de españoles desea jubilarse.
Yo no. Llevaba 47 años cotizados, pero seguía disfrutando de mi trabajo. He sido un privilegiado. TVE me ha permitido contar las excelencias de los deportistas. Es más, amo profundamente esa empresa. Pero hay una serie de normas con las que no estaba de acuerdo y que fueron las que me han llevado a esta situación.
¿Y presentando un telediario uno se divierte?
Yo sí. Estaba deseando que llegasen los Deportes, que era mi momento. Me interesaba el resto de la información, sí. Me encantaba como lo hacía Ana Blanco, con la que he trabajado 20 años seguidos. Pero mi momento era cuando daban paso al deporte. Los años pasaban y yo seguía haciendo lo mismo. Pero lo sentía de la misma manera.
Acabas de hablar de Ana Blanco.
Sí, claro, éramos un matrimonio televisivo. Es una excelente profesional. Era capaz de improvisar sobre la marcha como demostró con la información de las Torres Gemelas. Podía llevar el hilo conductor de una información sin tener apenas información.
A Ana Blanco le das un papel en blanco y es capaz de hacer capaz un telediario. Fue una lástima que se jubilase. Decidió marcharse dos años antes de lo que le correspondía. Pero lo entiendo porque lo que hacía ella quema. El deporte, sin embargo, es una información más amable.
¿Hiciste amistad con ella?
Mantenemos una buena relación, sí. Ahora no sé muy bien donde anda. Es de Bilbao. La última vez que nos vimos fue en Santander. Pero de vez en cuando nos ponemos algún mensaje. Seguro que está disfrutando. Ana necesitaba apartarse de la información diaria. Los años pasan y llega un momento. Cuando eres niño el tiempo pasa lento, pero a medida que te haces mayor te dan cuenta de que los años vuelan y de que hay algo que cambiar.
Estás escribiendo un libro.
Sí, es sobre mi trayectoria de estos 47 años en televisión. Muchas noches me quedó escribiendo. Es una hora a la que me concentro muy bien y me da mucho de sí. Lo estoy escribiendo yo solo, porque es una cuestión de memoria, sobre todo, de recordar cosas que te han pasado. Unas buenas y otras no tan buenas, pero que están ahí. Las más lejanas son las que menos me cuesta recordar.
¿Y eso que dice Garci de que cualquier tiempo pasado no fue mejor?
Los tiempos pasan y hay que adaptarse a las nuevas situaciones. El periodismo de aquella época no sé si era más duro, pero era más puro que el de ahora. No existían estas facilidades actuales. Pero a cambio existía el contacto y como el contacto no hay nada en la vida. Yo lo tenía directo con jugadores, con entrenadores, con periodistas. Aún recuerdo mi agenda de teléfonos fijos. Nos podíamos llamar en cualquier momento.
Compartías mesa y mantel con jugadores, con entrenadores…
Sí, sí, claro. Con Luis Aragonés, con Alfredo Di Stéfano, con Vujadin Boskov, con Juanito, con Santillana…
Juanito, por ejemplo. ¿Cómo era Juanito?
Juanito era un figura. Un tipo muy especial. Era muy suyo. Pero era una referencia con esa garra, con esos conflictos que le acarreaba su carácter en las competiciones europeas. Pero Juanito era uno más de los jugadores del Madrid, del Atlético, del Rayo con los que me relacionaba, nos llamábamos a casa, como te he dicho, quedábamos para vernos, iba a ver los entrenamientos de los equipos, era un contacto que ahora es imposible tener. Ahora los jugadores son figuras.
Entonces eran ciudadanos.
Recuerdo haber celebrado santos y cumpleaños de los jugadores tras terminar el entrenamiento y tomarnos unas cervezas, un aperitivo….
¿Y tabaco?
No, eso, no, mira. Al único futbolista que le he visto fumar ha sido a Cruyff.
Estrella de estrellas
Pero es que yo he tenido la suerte de entrevistar en mi carrera profesional a Pelé, a Beckenbauer, a Di Stéfano, a Cruyff, a Maradona, a Messi… y a todos los grandes jugadores que han pasado por la Liga española.
Por eso eres una personalidad.
No sé si soy una personalidad, pero he tenido mucha relación con la gente. He hablado hasta delante de diez o doce millones de espectadores porque en esa época solo había una televisión. Y he sido fiel a mí mismo y a lo que pensaba.
Siempre he pensado que le debes un respeto al público y que es necesario que te vean como una persona educada. Entras en sus casas sin pedir permiso. De pequeño me enseñaron que con una chaqueta y una corbata no te equivocabas nunca. En definitiva: he hecho lo que aprendí desde el principio.
¿Dónde vivías?
En Pinar de Chamartín, que entonces estaba en el extrarradio de Madrid. Ahora tiene hasta Metro. Pero en aquella época era un barrio aislado.
Fuiste un niño periodista.
Siempre he dicho que he sido periodista por genética. Hice todo el bachiller de ciencias. El COU, la selectividad. Yo quería hacer una carrera que no tenía nada que ver con el periodismo, pero tuve la desgracia de perder a mi padre (que fue el presentador del primer Telediario en 1957) muy joven. Yo tenía doce años y luego mi madre murió cuatro años después. Tenía una hermana un poco mayor que también se dedicaba a la radio. Todo eso configuró lo que, sin yo saberlo, llevaba dentro.
Y a la hora de matricularme en la universidad, cuando aprobé el COU, en lugar de hacer telecomunicaciones o aeronáutica, decido dedicarme a una carrera que me permitiese ganarme la vida, hacer dinero rápido y pagarme los estudios.
¿Qué recuerdas de tus padres?
Cuando fui consciente de que estaba en este mundo, me di cuenta de que mi padre se dedicaba a un oficio diferente al de los padres de otros compañeros. Muchos de ellos, incluso, me pedían fotos dedicadas de él. Yo me preguntaba por qué me pedirían esas fotos y luego entendí que era por salir en televisión.
Mi padre era una persona conocida y se ganaba la vida hablando y con la imagen. Mi hermana y yo la única manera que teníamos de ver a mi padre físicamente era cuando salía en televisión. Presentaba el telediario de las tres de la tarde. Empezaba diciendo: «señoras y señoras, buenas tardes», y nosotros decíamos, «hola, papá, buenas tardes» y nos íbamos al colegio. Era la única manera de verlo. Volvía cuando nosotros ya estábamos en la cama. Había que entenderlo. Eran los comienzos de TVE. Había que echar muchas horas.
Un día se va tu padre para siempre.
Pierdo a mi referencia, sí, la que marca mi ritmo de vida. Volqué entonces todo el afecto en mi madre. Si antes era un complemento de tu padre, ahora mi madre se convirtió en la referencia de mi vida. Y la disfruté cuatro años más.
¿Cómo era tu madre?
Mi madre luchaba mucho por nosotros. Mira, cuando murió mi padre tuvo que buscar otro trabajo. Trabajaba de locutora de radio por la tarde y el sueldo no le daba para mantener nuestro nivel de vida y se puso a trabajar también por la mañana. Y fallece cuando yo tenía 16 años y veo que ya no tengo lazos de la figura paterna y materna y tengo que cambiar a la fuerza. Es cuando me doy cuenta de que me debo dedicar a algo que me permita ganar dinero rápido.
Y la percha es el periodismo.
Sí, porque me doy cuenta de que quiero ser periodista, de que lo llevo en el ADN…
Y el dúo Matías Prats-Jesús Álvarez se convierte en el Dúo Dinámico de la televisión.
Bueno, Matías es mayor que yo. Él tendrá 73 años. Yo, 66. De hecho, Matías ya llevaba unos años en televisión. Pero es verdad lo que dices. Hacíamos un dúo de nombres y apellidos famosos y estábamos unidos afectivamente por nuestros padres y, sí, yo he trabajado con él mucho. Hemos viajado, hemos hasta compartido habitación cuando viajábamos. Alguna vez, incluso, en casa, todo eso está ahí.
Eras como su hermano pequeño.
Si no hermanos, éramos como primos. En aquella época, tenía un nivel superior al mío porque llevaba años. Pero yo creo que le cogí enseguida (risas).
¿Qué aprendiste de él?
De su forma muy correcta de expresarse, de una dicción con esa voz nasal como la que tenía su padre, que era muy peculiar. Lo hacía con mucho aplomo, con mucha personalidad. Nos complementábamos bien. Hicimos mucha información deportiva. Comentábamos partidos juntos. Pero fuera de los platos tampoco tuvimos mucha relación.
Yo separaba mucho el trabajo del ocio. Fuera me dedicaba a la familia, a mis cosas. Hasta que no volvía a la televisión, no solía tener mucha relación con mis compañeros y con Matías me pasaba lo mismo. Alguna vez sí quedábamos, pero no eran muchas. Sí, es verdad que entre nosotros hay una leyenda que no se ha interpretado como es.
El día que se va de TVE te despides entonces de un compañero, no de un amigo.
Su marcha supuso un cambio importante en TVE y personalmente le deseé mucha suerte. Él comunica que se va públicamente, pero a mí no me dice que se va a ir a Antena 3. Es más, yo creo que nunca lo he hablado personalmente con él. Pero entiendo que hizo muy bien y la prueba es que ahí está.
¿Y el padre de Matías?
Fue nuestro tutor testamentario, de mi hermana y mía. Mi madre lo decidió así y él nos echó una mano.
¿Y no te fuiste a vivir con la familia?
No, no. Nosotros nos vamos a vivir con una hermana de mi madre que vivía debajo de nosotros. Pero estamos poco con ella, porque ya tenía 18 años. Ella era locutora de radio y actriz de doblaje. Estaba mucho tiempo fuera de casa.
¿Y?
Me voy a vivir a casa de Ramón Lobo. Sus padres me acogen como un hijo más. Era un gran amigo mío, que pasó a ser como un hermano. Hicimos la carrera juntos. Hacíamos periodismo y como éramos muy nocturnos, muchas noches pasábamos apuntes a máquina de escribir y luego los vendíamos a los compañeros de la universidad. Insisto en que él y yo éramos como hermanos, pero hermanos de verdad.
Luego, a lo mejor no nos veíamos en un año o dos. Pero nos veíamos y nos poníamos rápido al día. Ramón me ayudó mucho en ese periodo donde estás un poco desorientado. Él y su familia. Íbamos a la Facultad juntos. Salíamos los fines de semana. Íbamos hasta a veranear juntos.
¿Dónde veraneabais?
En Benidorm.
Ramón murió a los 68 años.
Sentí mucho su muerte. Hacía tiempo que no le veía. Cuando estaba enfermo estuve un día con él. Tenía esperanzas de salir adelante, pero no le perdonó el cáncer. Fue tremendo. Siempre fue un luchador. Lo suyo eran los conflictos de guerra.
Cuando El País le jubiló aprovechó para escribir libros. Ramón era un erudito en la información internacional. Sabía mucho de las grandes historias del periodismo. Ha disfrutado mucho de la profesión. Ha estado donde debía estar un reportero de guerra como a mí me ha pasado en el deporte. De jóvenes lo hubiésemos firmado.
Los periodistas de TVE viajabais a buenos hoteles.
No. Ese es una leyenda. Pero, en cualquier caso, apenas los disfrutábamos. Eso sí, cuando vas a dormir, por lo menos, que sea una vida cómoda. Nuestra vida está condicionada por nuestro descanso. Y eso lo entendía TVE, que no era una empresa despilfarradora, pero sí pensaba en su gente. Ahí no podemos tener queja.
¿Los peores hoteles fueron los del Mundial de México 86?
No, no. Lo único que recuerdo es que en Querétaro teníamos que compartir hotel con los daneses. Hubo intentos de ellos de que nos mandasen a otro sitio por no romper su intimidad. Pero esa fue la única anécdota en México 86, donde es verdad que teníamos un hotel designado desde hace tiempo.
Pero no sé si recuerdas que unos meses antes sucedió un terremoto que originó miles de muertos. Yo fui de avanzadilla al Mundial, antes que el resto. Cuando llegamos al hotel dijimos a los demás, «no se os ocurra venir porque os va a dar una depresión». Buscamos alojamiento en otro sitio y no hubo problema.
El gran terremoto de tu vida fue el secuestro de tu suegro: Emiliano Revilla.
Sí, eso te cambia absolutamente todo. Jamás te planteas que pueda suceder algo así. Pero sucedió. Estuvimos 249 días sometidos a esa tortura. Cada día que pasó sin saber nada. Cada semana. Cada mes. Lo pasamos muy mal. Pero teníamos que aguantar. No nos quedaba otro remedio. Siempre pensabas en ese día, en algún día en el que se resolviese todo.
¿Y cómo se podía vivir así?
Las noches nos quedábamos despiertos mi mujer, Margarita, y yo en la casa de sus padres. Luego, dormíamos por el día hasta mediodía. Y así un día detrás de otro. No puedo contar otra cosa porque los días eran así. Todos así. De hecho, pedí excedencia de TVE. Me aparté de todo. Tenía que estar con la familia las 24 horas. Solo podía esperar una resolución. No podía trabajar, no podía viajar. Imagina que liberan a Emiliano y yo estoy de viaje. El secuestro nos cambió el ritmo de vida.
Y lo peor era no saber nada.
No había información. De las negociaciones para la liberación no sabíamos nada. Fueron ocho meses de rutina silenciosa y de sufrimiento de una espera indecisa de no saber cómo iba a terminar aquello. Ahora, en el libro que estoy escribiendo, hay un capítulo dedicado a ello: «La noche más larga», se titula.
¿Dónde te enteraste del secuestro?
Me había ido a Londres a perfeccionar el inglés. Había pedido un par de meses de empleo y sueldo. Mi cumpleaños era el 22 de febrero y Maragarita vino a verme para celebrarlo. Y el 24 por la noche nos enteramos de lo que sucedió. Hicimos las maletas y volvimos para España. Son cosas que suceden y las tienes que afrontar de la mejor manera posible.
Hasta el día que lo liberaron: 30 de octubre de 1988.
Ese día ni te lo crees. Piensas que hay truco por algún lado y no te lo crees. Pero fue verdad. Por suerte fue verdad. Recuerdo que lo vi en la calle San Francisco de Sales, cerca de la Plaza de Cristo Rey. Estaba preparando un café y me llamó María José Sáez, periodista de Efe, y me dijo: «baja, baja inmediatamente». Serían las dos de la madrugada. Al principio no lo reconocí.
Había perdido 15 o 16 kilos. Fue el abrazo más intenso que he tenido en mi vida. Habíamos sufrido tanto. Habíamos vivido de forma precaria. Malvivíamos. Dormíamos de cualquier manera. Muchas veces me pregunto cómo fuimos capaces de soportar. Pero, como dice el poeta, todo pasa y todo queda.
Emiliano cambió el chip y enseguida recuperó la mentalidad, la salud, el peso. Se vino arriba físicamente. Con el tiempo te das cuenta de que la vida está llena de situaciones en las que sale a tu encuentro. Primero con lo de mis padres y ahora con el secuestro.
Pasemos ahora a los JJOO de Barcelona 92.
Hice dos programas. Uno antes del telediario de las tres y otro de las nueve. Fueron los primeros JJOO en los que se dedicó La 2 a dar las 24 horas en directo de todo lo que sucedía. Yo hacía un resumen media hora antes de los telediarios de lo que había pasado.
¿Y entre todo lo que pasó en aquellos JJOO?
Bueno, es que fue una explosión de júbilo. El Plan ADO permitió que los atletas se dedicaran al entrenamiento y se olvidasen de su trabajo. Hasta entonces deportistas profesionales había pocos en España. Fueron grandes empresas como TVE, Repsol, Coca Cola, El Corte Inglés… las que pusieron unas cantidades de dinero para que nuestros deportistas solo se dedicasen a eso. El resto lo debían poner el talento de los atletas y se demostró que lo tenían. Logramos 22 medallas. Contarlo fue muy especial.
Lo contabas siempre con una sonrisa
Para mí, la sonrisa es fundamental. Un fotógrafo me enseñó que, hagas lo que hagas cuando te hagas una foto, sonríe porque vas a salir mejor. Y lo he seguido a rajatabla.
En tu vida se han cruzado miles de personas.
Sí, y yo he sido como una esponja. He intentado absorber lo bueno que me proporcionaba la vida y aplicarlo a mi forma de ser. Si me dijeron que había que sonreír cuando te hacían una foto, yo sonrío. Pero también te digo que hoy en día en las facultades ya no te enseñan cómo comportarte delante de una cámara.
En la televisión sois esclavos de la imagen.
Está claro. Si mantienes la forma, te sientan mejor los trajes que si tienes panza o barriga. Pero, mira, ¿sabes lo que pasa? En televisión no se nos ven las piernas. Por eso, a veces debemos hacer cosas extra para que vean los telespectadores que también tenemos piernas.
No lo había pensado.
Pues piénsalo porque es así. Ahora es verdad que se presenta de pie. A mí me pilló en mi última época. Pero todo el resto de mi trayectoria profesional ha sido sentado. Entonces la gente se puede imaginar. De ahí salen tópicos de que los presentadores llevamos chaqueta y corbata, pero vamos después en bañador o en pantalón corto.
¿Y es verdad?
En mi caso no. Pero yo sí he visto a compañeros. Sobre todo en verano, que como no se les veían las piernas iban en bermudas o en pantalón corto. Pero yo, como me ponía traje por la mañana nunca me ha pasado. Tengo la costumbre de dar una imagen no de elegancia sino de respeto a la gente.
Ahora, voy a foros a los que voy con chaqueta y corbata y el resto en vaqueros y camiseta y les miro y entonces me digo qué puedo hacer yo para dejar bien a esta gente. Y lo que acostumbro a decir es que no se preocupen, que yo duermo así con traje y corbata.
¿Has gastado mucho dinero en ropa?
A mí me ha gustado mucho la ropa, vestir bien por lo que digo. Es el compromiso de dar una imagen. Tengo que ser fiel a ella. Tengo que vestir en consonancia con lo que has vivido. Y en TVE teníamos un presupuesto semestral de ayuda para ropa que nos permitía ir a la moda de la época, según lo que tocase.
Y en esa dinámica de intentar vestir lo mejor posible, creo que he sabido hacerlo y he sabido cuidarme, porque procuro salir a caminar, hacer deporte, cuidar la alimentación… todas esas cosas. Han sido 47 años.
¿Trabajar en una gran empresa como TVE es mejor a que te toque la lotería?
Yo no diría tanto. Pero ser periodista y trabajar en un medio así está muy bien. Yo he tenido esa fortuna. A partir de ahí no sé si es que te toque la lotería. Pero es posible que sí. También te digo que hay gente que trabaja en prensa escrita o en una emisora modesta de la radio y son tan felices. Al final, la felicidad no se sabe lo que es. Y es lo más importante de todo lo que hablamos.
Paco Grande decía que tenía todas las acreditaciones del mundo y cuando llegaba a casa no tenía con quién ir a cenar.
A mí las acreditaciones me salían por las orejas. Al principio las empiezas a guardar como recuerdos, pero al final se convierten en un estorbo para organizarte la vida en casa, en el despacho y todas estas cosas. He estado en sitios emblemáticos y ya no sé dónde tengo las acreditaciones. Pero a lo que preguntabas. Yo he sido feliz. Yo desconectaba cuando terminaba mi trabajo y me dedicaba a mi mujer y a mis hijos. He tenido, por lo tanto, una desconexión buena. Los viajes no me han equivocado. Sí, me gustaría volver a los sitios donde he estado para realmente conocerlos.
¿Y el que más de todos?
No lo sé, pero Sudáfrica me gustó mucho en lo poco que pude ver. Creo que me gustaría volver a Ciudad del Cabo. Pero tampoco sabría decir. He estado en la Copa del Mundo de esquí y he esquiado en la mayor parte de estaciones del mundo.
Al final, el pensamiento es he estado en grandes sitios, pero no he conocido casi ninguno. Ahora bien, para volver ahora le tendría que dedicar tanto tiempo que ya no sé si lo tendría. A veces es mejor no remover el pasado y pensar en lo que te gustaría. Al pasado hay que dejarlo en paz.
Además, se puede ser tan feliz en Benidorm.
Yo soy feliz en Benidorm. Soy feliz en muchos sitios. Soy feliz en la montaña. Soy feliz cuando cojo la moto con tres o cuatro amigos sin rumbo fijo y tiramos a donde sea sin saber dónde vamos a dormir. La moto es muy agradecida.
Te permite descubrir sitios y parajes insospechados. Los moteros no buscamos las autopistas ni los recorridos más rápidos. Buscamos lo contrario: las antiguas nacionales para encontrar sitios donde hay poco tráfico, hay curvas y hay paisajes porque eso es lo que nos gusta.
De los compañeros que tuviste, ¿quién ha sido el mejor? ¿A quién te gustaría parecerte?
Estoy contento de ser el que he sido. Pero procuré aprender las cosas buenas de cada uno y adaptarlas a mí. He aprendido hasta de la forma de decir buenas noches de algunos compañeros, el estilo de llevar la ropa. Al final, me he dado cuenta de que cada uno tiene su estilo particular y a partir de ahí está la impronta de cada uno.
Yo no puedo ser Matías ni Pedro Piqueras ni Vicente Vallés, pero sí puedo aprender lo mejor de ellos y adaptarlo a mi forma de ser. Al final, cada uno tiene su personalidad.
¿Y de los jefes?
Hubo de todo. Yo no fui rebelde pero… Mira, ahora me doy cuenta de que amo TVE por todo lo que me ha dado. Amo esa casa, pero no todas las personas de esa casa son amables. Hay gente de una manera determinada. Cada uno ejerce el poder como cree oportuno y yo también elijo con quien iría al fin del mundo y con quien no me iría ni a la vuelta de la esquina.
José Ángel de la Casa.
Ha sido un buen narrador de partidos. Desgraciadamente, está en una enfermedad muy complicada. No está para muchos trotes. Hace poco le dimos un homenaje en Sevilla con motivo del España-Malta y valoro el esfuerzo que está haciendo para estar en cada sitio, pero me da mucha pena escucharle, ver como se mueve porque no es el José Ángel que todos hemos conocido.
Lamento su situación. La única vez que le vi emocionarse fue cuando marcó Señor el 12-1 a Malta. Puedo estar de acuerdo o no. A mí, particularmente, no me gustaba ser tan lineal como lo fue él. No expresaba sus emociones ni cuando España estaba a punto de meter un gol. Pero a él le funcionó.
Cuando te jubilas de TVE, la jefa de deportes es Rosana Romero, una de los estandartes de las nuevas generaciones.
Rosana ha crecido conmigo. Me satisface como personas que han empezado desde abajo llegan hasta donde ha llegado ella. Aparte de buena compañera es buena amiga. Pero llegar a los puestos de mando es complicado. Al final, no puedes hacer lo que quieres hacer porque no tienes presupuesto. Yo eso lo he vivido.
Fui jefe de deportes durante dos años y fueron los peores años de mi trayectoria. Estaba atado de pies y manos. Todos los contratos estaban comprometidos. Ahí es muy difícil. Siempre dices que si yo fuese jefe de deportes… mentira. No haces nada de lo que dijiste qué harías. No puedes.
Pero cuando eres jefe, eliges a los periodistas que van de enviados especiales a los grandes acontecimientos.
Sí, eso sí.
¿Y es difícil?
No, porque normalmente eliges a los mejores. Y eso es muy fácil de elegir. Es verdad que hay gente que te reivindica y te dicen «yo es que lo haría así», y tú le contestas que está fulanito, que lo hace mejor que tú. Y él te dice, «ese es tu criterio» y yo le digo que como ese es mi criterio el que se impone. Cuando tú seas el jefe lo harás de otra manera. Pero en ese momento el que mandaba era yo. No sé si cometí alguna injusticia. Posiblemente. Pero no la hice conscientemente por menospreciar a nadie, sino porque creí que era lo más oportuno.
Veo que no te gusta personalizar. ¿Merece la pena?
Personalizar, ¿en qué sentido?
En nombres, en dar nombres, en profundizar en ellos.
Sí, he personalizado, me has preguntado por José Ángel y te he hablado de él.
Cada vez que narra un partido a Juan Carlos Rivero le cae la mundial en redes sociales.
Muy mal caída, porque me parece un narrador extraordinario de fútbol. Pero el que tiene boca se equivoca. Lo que no puedes hacer es estar pendiente de una persona a ver dónde mete la pata para sacarlo en las redes y para partirte de risa en las redes para decir cosas que son puntuales fallos.
Pero a mí me parece que Rivero es el mejor narrador de fútbol que tiene TVE en estos momentos en el cómputo general. La mundial le ha caído a muchas personas. Recuerdo Sergio Sauca cuando comentaba partidos de Champions. Sus comentarios eran trending topic en las redes. La risa va por barrios. Seguramente esa gente que critica no podría terminar la narración de un partido, si le pusieses delante de un micrófono, de las meteduras de pata que cometería.
Porque es difícil retransmitir un partido.
Muy difícil. Pero cualquier acontecimiento deportivo. Para mí es lo más difícil a lo que me he encontrado. Y en el caso del fútbol es más difícil. En la radio, te tienes que expresar con tu emoción, interpretar el peligro. Pero en televisión la gente lo está viendo. A mí me hace gracia cuando el narrador dice que un futbolista lleva el balón con el pie izquierdo.
Bueno, eso ya lo estoy viendo yo. Cuéntame algo diferente. Dime a quién tiene a la derecha o a la izquierda. No me cuentes lo que estoy viendo. Dime cosas que no puedan verse en televisión. Por eso muchas veces queremos comentar todo. Y no es así. Para eso está la radio. Para contar todo.
Retransmitiste pocos partidos de fútbol.
Retransmití bastantes. Pero, ¿sabes lo que pasa?, me gustaba el automovilismo, el esquí No podía hacer todo. Si hacía Fórmula 1, no podía hacer Champions entre semana. Pero, además, el fútbol tenía acreditados narradores. Y tampoco se trata de hacer todo. Yo siempre he creído mucho en los equipos, porque entonces todo es más fácil.
¿Quién es el mejor amigo que has hecho en la profesión?
He hecho más amigos que están fuera de las cámaras, porque sin ellos nuestra labor no sería posible. Sin el de sonido, sin el de producción, sin el de iluminación o realización, no eres nadie. Al final, nuestro trabajo, a no ser en grandes acontecimientos, es individualista. Tampoco tienes tanta relación con el resto de la gente que sale en televisión. Así que te relacionas más con los que están fuera de la cámara incluso por egoísmo. Si estoy a bien con este me sacará mejor. Y no pongo en duda la profesionalidad de nadie (risas).
¿Cómo fue tu último día en TVE?
Mi último día fue una entrevista con Paulo Futre. Era el último programa. Él no sabía nada. Yo tampoco sabía cómo me iba a despedir. Me salió espontáneo. Dije que fue un placer y que a partir de ahora mi vida se dirigirá por otros derroteros profesionales. Espero ser tan feliz y disfrutar tanto como hasta ahora.
Futre se quedó parado: «¿estás diciendo que te vas?», «No puede ser, no puede ser», insistió. «Necesitas un homenaje de todos los profesionales», decía, porque yo tenía muy buena relación con él. Cuando fui director de deportes le contratamos a un final de Copa del Rey que jugó el Madrid y el Atlético en el Bernabéu. Lo agradeció muchísimo. Futre siempre ha tenido un afecto especial hacia mí. Y eso se notó el último día.
Es de agradecer.
Cuando los futbolistas vienen de otros países, ver la televisión es parte de su manera de relacionarse con nosotros. Y en el caso de los futbolistas ven sobre todo la información deportiva, y yo era uno de los que la hacía cuando vino Futre al Atlético. Y en esa época solo existía TVE.
Está claro.
Pero fíjate lo que son las cosas. Te puedo contar lo que me ocurrió en la Eurocopa de Portugal. Yo no había tenido mucha relación con él. Al contrario. Pero, de pronto, me crucé en una escalera con Stoichkov y me paró. «Hombre, Jesús, ¿qué tal estás?» Y la realidad es que nunca habíamos hablado. Y fue él el que se dirigió a mí porque me había visto en televisión.
Los presentadores rivalizan en popularidad con los futbolistas
Bueno, pero, sobre todo, ellos saben que nosotros hablamos de ellos y nosotros tenemos que hablar de la actualidad deportiva y te relacionan. Saben quiénes somos y se crea una especie de vínculo entre unos y otros. Pero esto también me pasa con actores o con otros periodistas, que no nos hemos visto nunca y, sin embargo, nos conocemos mutuamente. Y a lo mejor es la primera vez que coincidimos. Y como yo he estado tantos años en TVE, sin pretenderlo, he sido como uno más de la casa, de la familia.
Nunca te marchaste de TVE.
Tuve alguna oferta. Pero era cuando empezaban las privadas. La oferta económica era buena, pero la profesional no estaba a la altura. TVE tenía los derechos de todo. ¿Para qué te vas a mover de ahí si lo tenías todo? Porque uno, sobre todo, tenía que mirar por lo profesional.
Sin embargo, Matías Prats se fue.
Pero él ya tenía una vertiente en los telediarios. Era diferente. Él hacía información general. Es verdad que sacrificó el tema del deporte. Pero en su caso lo primordial era la información general que era igual para todas las televisiones. Para Matías no fue un cambio tan drástico en ese sentido.
Olga Viza, María Escario… eran las mujeres de su época en TVE.
Bueno, Mari Carmen Izquierdo fue la primera, la más veterana. Luego, las que dices y muchas que vinieron de Barcelona y se abrieron camino. La misma Elena Sánchez que llegó a ser presidenta de TVE y que fue becaria mía, como el caso de Vicente Vallés. Pero lo que pasaba es que, como yo empecé muy pronto, de alguna manera era como el guía de los nuevos que venían; les explicaba cómo iba todo, les daba, incluso, responsabilidad.
Recuerdo a Frederic Porta en esa época.
Sí, hombre, claro. Luego, fue corresponsal de El Periódico de Catalunya en EEUU. Le vi en un documental de José Luis Núñez de Movistar hace no mucho. Y no le reconocí hasta que vi el nombre de Frederic Porta, porque hacía tanto tiempo… Mira, eso es algo que a mí no me ocurre.
Supongo que es porque la gente me veía todos los días y me decía «estás igual de siempre». Así que el día que me digan cómo has cambiado pensaré que me han caído de golpe 20 años. Esto es como el tema de los hijos. Tú les ves todos los días y no notas el cambio, pero los que llevan tiempo sin verlos…
Tienes tres hijos.
29 años el mayor y 26 los dos pequeños que son gemelos. El mayor hizo periodismo y comunicación audiovisual y los pequeños han hecho ADE. Son buenos deportistas. Uno de ellos ha estado en los JJOO de París como portero de la selección de hockey hierba. Además, se situó muy bien en la ceremonia inaugural. Se puso al lado de la bandera y salía todo el rato en la televisión. Está claro que ha aprendido a situarse (más risas).
¿Y fuiste a verle a París?
No fui porque no tenía seguridad de que fuese jugar. De hecho, al final no jugó. Iba de portero suplente y en el hockey es muy raro que un portero se lesione. No estaba ni en el banquillo cuando se jugaban los partidos. Yo los veía por la televisión. Si hubiese tenido la seguridad de que jugaba, me cogía un avión y, aunque fuese un día, hubiese ido a París. Al final, no jugó. Pero él estuvo en la villa olímpica y tan feliz. Se hizo fotos con todos.
¿En tu caso tienes alguna foto especial?
Tengo fotos con Federer, con Nadal, con Fernando Alonso. Tengo varios álbumes en casa. Pero tendría que repasar. No soy muy mitómano. Cuando estaba en el candelero no teníamos teléfonos con cámaras ni nada de eso. Hoy me hubiese hinchado. Pero tengo con Ayrton Senna, con Carlos Sainz, con Paquito Fernández Ochoa porque comentábamos el esquí juntos. Pero no tengo una gran foto que me acompañe cada día en casa.
Y, si pudieses volver a TVE, ¿volverías?
Me lo pensaría. No es que no quiera volver. Pero las circunstancias no son como las de que me fui. Y mis últimos años de trabajo en TVE no fueron los mejores con mi enfriamiento. El covid me descubrió el teletrabajo. Luego, un programa quincenal. Fue un descenso suave hasta llegar a la meta.
Me quitaron sin justificación de los telediarios. Pregunté por qué me quitaban y me dijeron que buscaban un cambio. Y resulta que al único que cambiaron fue a mí. No me pareció una razón correcta ni adecuada. Hubiese sido mejor que me dijesen claramente: «el nuevo equipo que ha llegado no ha contado contigo».
¿Seguro que hubiese sido mejor?
Sí, yo sabía que mi puesto no era vitalicio. Pero se podía haber hecho de otra manera. Con más delicadeza. Todo el trabajador de esa casa merece una consideración. Y en mi caso era una imagen. Y me despacharon sin causa justificada por el capricho de alguna persona. Yo sabía que algún día llegaría un responsable al que no le gustaría mi cara, que no le gustaría el deporte o que no le gustaría ni mi cara ni el deporte y me quitaría, pero no así.
Bueno, a cambio eres dueño de todo tu tiempo.
Sí, eso ya lo hemos hablado, pero también te digo que el tiempo pasa muy rápido. Ya es casi de noche y hace nada me estaba levantando.
En mi ciudad hay una calle dedicada a su padre ,,calle Jesús Álvarez. Está en Alzira ,Valencia, conocía a su padre por televisión claro ,y a él por lo mismo ,dos grandes
Mi enhorabuena Jesús, tengo 64 años y como tú he hecho mucho deporte, me gustan todos y lo he vivido contigo y otros mas de tu estilo. No estás en TVE porque ha cambiado todo en España ( a peor ) y significas educación, respeto, valores, credibilidad, en fin profesionalidad. Justo lo que no hay hoy. Gracias por todo.
Gran profesional y como el solo queda los de su generación . Hoy todo es woque porque en caso contrario te avisan de ser facha
Un gran profesional, lo que ahora no hay en TVE, lastima, porque yo ni la veo
Que buena entrevista!!
Jesús Álvarez, Ana Blanco, Miguel Ángel Idigoras, se os echa de menos.
Grandes profesiones, periodistas que tenéis el arte de transmitir sin artificios.
Que poca vista tienen algunos directivos!!
Pues eso, así es como se deja de ver tve, se cambia de canal o… apaga y vámonos.
Un abrazo
Marisa
Que gusto ver entrevistas interesantes con personajes tan entrañables que forman parte de nuestra vida. La he disfrutado mucho.
Hola, yo tengo 55 años, desde bien pequeñito he conocido a Jesús Álvarez presentando los deportes y me pareció siempre un periodista simpático, ameno, fresco y muy vital, conectaba muy bien con el espectador….. qué pena que se tuviera que marchar así!!!!
Creci contigo viendo los deportes, ahora 47 tacos ya.
Grande Jesús !!!
Me da coraje q te despidieran así…
quedate tranquilo porque lo hiciste muy bien y los q tenemos una edad nunca te olvidaremos..
Muchas suerte con tu libro y por los derroteros que te lleve la vida.
Un abrazo !!
Javier,
Sevilla, Andalucía
Magnífica entrevista. Ya se lamenta la ausencia de todo in profesional en RTVE y su elegancia, sin prácticamente un mal gesto a sus antiguos compañeros.