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Óscar Freire: «He pasado el que más controles de todo el pelotón ¿Por qué? Simplemente por ser español»

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Óscar Freire

Nos recibe en su casa, entre ajetreo de chavalucos. Árboles, diseño límpido, una cámara fotográfica sobre el sofá, «estuve muy metido con las fotos». Pregunto si la llevó a carreras. No, no, es lo último que… Luego bajamos, estancia grande, muy luminosa. Hay una mesa que reproduce, exactamente, las formas de un antiguo cassette de música. Delirio retro, iconografía pop. «La hice yo mismo, sí». Dedos hábiles, paciencia. Justo enfrente, enmarcados, hay tres maillots arcoíris…

Nadie tiene más de esos que Óscar Freire (Torrelavega, 1976). Los mismos, como mucho. Hay también, allí, un maillot verde, copas, el palmarés completo (que es muy, muy grande), el recorrido de las dos Veronas y Lisboa, su firma sobre una placa enorme.

Fotos, luces, memoria. Un cachito de quien fue el ciclista más atípico y más especial. Clasicómano en un país que despreciaba las Clásicas, emigrante cuando todos querían quedarse en terruño, el de las victorias que no esperas, el de las apariciones que nadie supo anticipar. Genio, le dijeron muchos.

Óscar se sienta cómodamente para hablar de todo. De la bici, de los Mundiales, de cuánto peso tienen prensa y equipo en una selección. También, claro, de qué velocidad pillaba en Hijas o qué se siente cuando te cambia el futuro en Verona. Sin pelos en la lengua.

¿Sales mucho con la bici?

Sí, intento salir, pero este año casi nada, a partir de ahora sí quiero salir bastante. Para comer mejor, solo para eso (sonríe).

Una maldad… a tu hijo Marcos, ¿le puedes seguir?

No, ya no… Bueno, si me entreno mucho puedo ir con él bien y algún susto le puedo dar.

¿Sales a entrenar con él?

Ahora ya no, el año pasado fui mucho, pero es que este año no he salido apenas con la bici. Al no salir… el ciclismo es un deporte donde si no montas, bajas de nivel.

Y eso que tú eras de coger la forma rápido.

Sí, pero esto no es fútbol, aquí hace falta estar preparado. Y luego que, a ver… De diecisiete para dieciocho años hay algunos que ya pasan a profesionales, tienen un nivel muy alto. A Marcos se le da bien, pero hay que seguir dando pasos y mejorando poco a poco.

Yo le he visto en bici y me recuerda mucho a ti.

Bueno, él es más alto, pero el estilo es el estilo.

Esta mañana, por ejemplo, el último día que has salido en bici… ¿dónde fuiste?

Nada, pensaba hacer más, pero, ufff, me vi muy mal y he ido a dar la vuelta por San Cipriano y ya. Pensaba subir San Cipriano, luego ir para Hijas y volver por La Montaña. Ahora que estoy empezando tampoco quiero meterme muchos kilómetros. Normalmente intento salir con algún amigo, pero es que últimamente con el mal tiempo pues no cojo el ritmo.

¿Sales con alguno de los que corrías?

No, no, un poco de todo.

¿Y con tu hermano?

No, con mi hermano no, porque sale a las ocho de la mañana.

Siempre ha sido un machaca de la bici, yo creo que hacía más kilómetros al año que tú.

Más, muchos más. Hace dos semanas le llamé para quedar y marchaba a las ocho… Yo no tengo esa necesidad de salir tan pronto, no voy a hacer muchos kilómetros. No necesito ni hacer tanto ni salir pronto, a esas horas aun hace fresco. Él va rápido, porque anda todos los días.

Es así de fácil.

Así de sencillo.

Y con madera, ¿qué es lo último que has hecho?

Estoy haciendo un mueble ahora pero lo abandoné, porque no tenía ganas. Así que lo último ha sido un mueble para la impresora, tengo una impresora 3D y me gusta hacer cosillas. Acabo de imprimir esos soportes de ahí (señala unos que sostienen maillots). Ahora que lo veo falta un refuerzo… voy a tener que repetirlos (ríe).

Pensaba que tú hacías cosas más en plan artístico.

No, artístico no, yo de arte tengo poco… Algo de diseño sí, prácticamente todo el interior de la casa lo he hecho yo, las puertas, los muebles, todo. La mesa que más me gusta es una que tengo arriba con diseño japonés. Y luego hay otra que es de 1949 el diseño original, en aquella época se vendió en Christie´s por cinco millones de dólares, el mueble más caro de la historia.

Hablo del original, ¿eh? (sonríe). Me gustó la mesa y la copié. Solo hago cosas para mí, salvo algo para mi madre y para mi suegro, que tenía que cambiar la cocina y tal.

Entramos a la bici y la vida… Tú has sido siempre el ciclista del Barrio Covadonga, un barrio obrero de Torrelavega. Naces en 1976… ¿cómo era?

Soy el cuarto de cuatro hermanos, el más pequeño, y a mí durante muchos años me crio mi abuela. Mi padre trabajaba en SNIACE (una fábrica papelera de Torrelavega), mi madre trabajaba en el mercado y tenía una tienda en Tanos, aquí cerca, así que me tocaba estar con mi abuela. ¿Cómo era? Pues mucho mejor de lo que disfrutan ahora los críos, porque solo en mi bloque había amigos suficientes para pasarlo bien durante todo el año, siempre estábamos en la calle.

Tampoco necesitábamos ir muy lejos, prácticamente no salíamos del Barrio. Era muy diferente, no había tecnología, estaba más el juego, la cercanía, el aprendizaje, de cara a disfrutar los niños estaba mucho mejor. Y también estaba la supervivencia, no llamabas a tu padre y a tu madre para nada, entre nosotros nos solucionábamos todas las cosas. Eso te hace ser más independiente.

Con amigos de esos, del bloque, de toda la vida, ¿aun te llevas?

Sí, sí, no del mismo bloque pero de la misma zona. Mi cuñado, por ejemplo, vivía a dos o tres portales de donde viví yo. Iba conmigo al colegio, y…

A ti te cría tu abuela, entonces.

Sí, muchos días al salir del colegio quien estaba en casa era ella.

Dio el salto a la «fama» después de lo de Verona, tu abuela María.

Sí, tanto ella como tío fueron quienes hicieron posible que económicamente siguiera adelante con la bici. Mi primera bici me la regaló mi tío, y era él quien me ayudó cuando pasé a aficionados. En casa no andábamos muy sobrados de economía, era un barrio obrero, nosotros con familia numerosa, y siendo seis en casa tampoco daba para mucho. Pero vivíamos muy bien, dentro de lo que hay…

¿Recuerdas aquella primera bici?

Me la trajeron los Reyes… una pena que no la tenga, me hubiese encantado conservar mi primera bici. Era roja, de hierro, las ruedas a los dos años las puse de aluminio. Empecé con carreras y ganaba mis dinerillos, porque ganaba casi todo, y un poco lo mío, un poco la ayuda del tío, pues me iba comprando mis gafas y mis zapatillas para correr. Totalmente diferente a lo de ahora, se valoraba mucho más cualquier cosa que comprabas.

Tú no has malcriado a tu hijo en ese sentido.

No, no, qué va. Yo no corría con la peor bici del pelotón, pero en casa soy el cuarto de cuatro hermanos, así que iba heredando las zapatillas, iba heredando todo. Ahora ha cambiado, los chavales tienen bicis de quince mil euros. Y no un niño o dos, muchos. Es el esfuerzo que hace el padre, que no lo hacen ni para ellos mismos, y sin embargo con los hijos se obsesionan de esa manera, que no es tan necesario. Yo creo que el deporte y la vida de las generaciones actuales es así, es muy cómoda, no tienen que esforzarse tanto.

¿A ti te gustaría que tu hijo llegase a profesionales?

Es la ilusión que tiene él, a mí me encantaría. Pero sé dos cosas… que es muy difícil llegar a ser profesional y que si eres profesional… que no sea uno cualquiera, que se pueda dedicar y tenga una tranquilidad económica y deportiva. Si va a ir siempre muy justo… Es un deporte muy duro que merece la pena solo si te va a ir bien, de lo contrario es muy sacrificado, sacrificas muchos años.

Óscar Freire

¿Tú recuerdas la primera carrera que ganaste de chaval?

¿De crío? De esa sí que no me acuerdo. Tengo la primera copa que gané, está ahí (señala), pero no gané la carrera. Recuerdo que gané muchísimas, en muchos sitios, pero no tengo en mente la primera.

¿Había afición en tu casa?

Yo tenía tres hermanos, y a uno le gustaba muchísimo el deporte, andaba en bici, me animó a salir con él y fue quien me metió el gusanillo. No había gran afición, pero… eran otros años, venía la Vuelta a España y a todos los colegios nos sacaban para verlo, era la época de Perico Delgado, allí empezó todo. La televisión no te daba tiempo a verla, porque salías a las cinco de la tarde del cole y las etapas terminaban antes, no veía mucho ciclismo en la tele.

Pero a medida que iba creciendo y entraba más en la bici te vas enganchando. Yo viví la época de Perico, luego la de Indurain. No coincidí con ellos, ahora coincido muchas veces.

Y otros deportes ¿te gustaban?

Siempre me ha gustado mucho el tenis, el baloncesto, jugaba mucho de crío.

¿En las pistas de allí, del Barrio?

Sí, era la época de la NBA, conocíamos a todos los jugadores. Y de tenis teníamos una pista… recuerdo que fuimos al ayuntamiento a solicitar una red. Nos compraron una red y pintura, nosotros pintamos todo el campo y tal, con doce o trece años sería. Cosas que ahora son impensables, ahora los chavales tienen una pista y no hacen caso, antes jugábamos a todo.

¿Y el tema del scalextric?

Pues también, un hobby. Le gustaba a mi hermano, me gustaba a mí, y empezamos a ir a pruebas a nivel Cantabria. Recuerdo ir al Palacio de la Magdalena, que te ponían allí un circuito muy grande donde competías. Fui subcampeón de España, recuerdo de ir a Madrid a un campeonato. Se me daba bien, es un tema de concentración, de técnica, y esa siempre ha sido una virtud mía. La concentración, la frialdad.

¿Y los sitios que había por Torrelavega con mesas de scalextric? Yo recuerdo incluso algún bar…

Sí, pero ahí iba menos, porque eran pruebas para otro tipo de coches, más preparados, circuitos muy cortos donde se notaba mucho quien practicaba allí. Yo era bueno cuando el circuito era grande. En casa teníamos, lo ibas cambiando, haciendo… Pasa que en aquella época yo… más de lo mismo, no tenía dinero para comprarme las piezas de los coches e iba montando artilugios.

Luego ya con la bici lo fui dejando, lo retomé con diecinueve o veinte años, ya no me acuerdo, pero no tenía ni los coches. Llegué a una final con un coche prestado, pero el que me había dejado el coche también entró en la final y se lo tuve que devolver, así que no pude hacer nada.

Una persona importante en tus primeros momentos en la bici fue Cundo, bien conocido en Torrelavega por todos los que están alrededor del ciclismo.

Cundo fue, y sigue siendo, el entrenador que ha marcado mi carrera deportiva, en todos los aspectos. Al final siempre damos importancia a los últimos, a los que nos cogen de profesionales, pero él ha hecho lo más difícil, que es educarte en el deporte cuando eres un niño. Cundo lo sigue haciendo aun hoy con los chavales…

Me ha tenido a mí desde que tenía nueve años, después ha tenido a mi hijo, que empezó con él a los doce. Es alguien que se lo merece todo. Todavía sigue haciendo lo que le gusta, y sin ánimo de lucro, que es lo más curioso, y lo más importante.

Te lo llegaste a llevar de masajista, ¿no?

No, no exactamente, cuando yo era profesional venía aquí, donde él, y me daba masajes, pero él seguía con su trabajo. Aun hoy viene a dar masajes a mi hijo. Es gente que no se le valora, pero tiene un valor…

Y el ojo que tiene, ve a un chaval y ya sabe…

Sí, y además está muy curtido. Si se acercan los padres mucho no deja que se acerquen demasiado, si un chaval le echa cuento le corta rápidamente… Sabe cómo hay que tratar a la gente.

Cundo tendría mal encaje en el ciclismo de hoy.

Yo creo que no… El problema es cuando dejas entrar a los padres muy cerca de los críos. Al final… es lo que pasa en el fútbol, que los padres están viendo el partido y gritan al niño de ocho o diez años «a la derecha», «a la izquierda», «sube», «esto, lo otro». Eso Cundo no lo permite en el ciclismo.

Otras dos personas importantes en tu vida antes de ser profesional… bueno, antes, durante y después. Son José Antonio González Linares y Matxin.

Matxin creo que es el director que más visión tiene de los ciclistas, conoce a todos, desde la categoría de cadetes hasta profesionales, eso hace que fiche a los mejores jóvenes. Ahora le vemos en el mejor equipo del mundo, y creo que se lo merece. En el caso mío vino a buscarme siendo juvenil, para pasar a sub-23.

En Ripolín, que luego fue Banaka.

Eso, sí… me fui a correr con él, luego él vino conmigo a Mapei y se quedó en el mundillo profesional.

Una indiscreción… ¿Era bueno como ciclista?

No, no… lo que era es un director muy joven, tenía mi edad y dirigía. Lleva muchos años, sabe mucho, aunque no haya corrido a nivel alto. Si está ahí es porque es muy válido.

Matxin te hace de «representante» en tu salto a los pros con Mínguez.

Bueno, y Linares también, que siempre estuvo, sobre todo cuando me lesioné en el primer año, él me ayudó bastante. Él y Javier Ares, me dijeron que no podía estar parado, que me fuera para Madrid a que me mirasen. Tenía una plica en la rodilla, que casi ni se ve en las resonancias. Me lo vieron en Mompía, aquí, estaban haciendo un estudio precisamente sobre eso.

Y volví a Madrid, donde el doctor Guillén, y me dijo que eso era muy difícil, que debíamos hacer una artroscopia para ver si es o no es, que no lo veía muy claro… Cuando lo hicieron era muy clara, me la quitaron y a partir de ahí empecé a entrenar para Verona.

Hasta esa lesión, hasta llegar a profesionales, todo te había rodado… podríamos decir qué fácil. Porque tú tienes facilidad natural para el ciclismo.

Sí, tenía cualidades, experiencia, sabía correr muy bien, moverme bien. Y tenía una cualidad muy buena para ganar carreras, que era ser rápido.

¿Con esa velocidad se nace?

Es entrenamiento, cualidades que se nace con ellas, pero hay que trabajarlas… No es fácil, en el deporte de alta competición las diferencias son mínimas, a nada que haces algo mal, no ganas, haces segundo o tercero, y eso (chasquea los dedos) no importa. Cuando se gana y se gana mucho parece fácil. Pero tú ves a profesionales que han llegado porque son los mejores de su categoría y luego no tienen victorias como pros. No es fácil, no.

Me llaman la atención unas declaraciones que te he leído durante tu primer año como pro… «Quiero ganar», dices. Es saltarse escalones…

Es que siempre he sido ganador. Una cosa que tenía como objetivo era ganar en todos mis años como profesional. Mi primer año pensaba que no iba a ganar, hice muchos segundos, terceros, pero se me resistía. Y finalmente conseguí ganar.

En Castilla y León.

Encima fue un día curioso, porque era de abanicos, y mi primera experiencia con los abanicos fue siendo yo juvenil, que me llevaron con la selección a una carrera de sub-23, y (ríe)… Iba en el penúltimo grupo de seis. Pero me fijé cómo funcionaba aquello, y la segunda vez fue ya esta etapa que gané. Yo aprendía muy bien, sobre todo de los errores. Hay muchos ciclistas que no lo saben hacer.

Tú sabes que aquel año, y sobre todo antes de pasar, Mínguez no tenía mucha confianza en ti…

Bueno, antes de pasar… Él vino a ver a Horrillo a una carrera que se llama el Memorial Valenciaga, que se supone es la más importante de sub-23 en España. Allí gano yo, él habla conmigo y me quiere fichar. Luego corrí el Campeonato de Europa, que hice quinto, y el Mundial de sub-23, que hice plata, y entonces se queda más tranquilo.

No se ha vuelto a repetir un subcampeón del mundo en esa categoría, a nivel internacional creo que mi generación es la que mejor lo ha hecho en toda la historia… Quedaron primero y tercero en juveniles, que no me llevaron aun ganando prácticamente todo; luego el segundo en sub-23… Con eso Mínguez tiene más confianza, hago el primer año, me quiere renovar y yo no quise.

Óscar Freire

Te la jugaste ahí.

No me parecía una oferta muy buena, me iba a quedar con el contrato que tenía, y dije que no. Acabé fichando después de ganar el Mundial de Verona, porque al final…

Dos detalles de aquel primer año. Uno es coincidir con Pedro Horrillo, que es tu gran colega. Y el segundo es apuntarse, los dos, de voluntarios a Roubaix, a la guerra. Pedro llegó al Velódromo, pero tú no pudiste.

Bueno, yo iba bastante delante, pero se me cayeron unos, caí encima de ellos y se rompió la rueda, tuve que esperar a que llegase el coche. Me acuerdo de que al cabo de cinco minutos pasó Horrillo y luego el coche cuando llega… como que no.

La única Roubaix que hice fue lloviendo, recuerdo entrar en el Bosque de Arenberg en tercera posición, no sabía ni lo que era porque no habíamos ido a reconocer nada. Eso, entrar en Arenberg, en tercera posición, sobre mojado, a sesenta por hora… y justo se cayeron detrás de mí, fue cuando Museeuw se rompió la rodilla. Fue una experiencia, teníamos ganas de hacer aquellas pruebas, en aquel entonces nadie quería hacerlas.

En el equipo os vacilaban.

Cuando dijimos que éramos voluntarios se reían, porque nadie quería ir. Ahí empezamos a abrir un poco ese camino de cara a las Clásicas y a las pruebas de un día.

¿Por qué no repites en Roubaix?

Porque al año siguiente estaba lesionado, no pude correr, y al siguiente ya fiché por Mapei, que ellos tenían un equipo para Roubaix donde hicieron primero, segundo y tercero, entonces… A mí me fichan para ganar la San Remo, otro tipo de pruebas, Roubaix la tenían muy asegurada.

Después, otros años, no la corres por el riesgo, sabes que hay mucho en esa carrera. Estoy seguro de que se me hubiera dado bien, pero al final son decisiones que tomas como deportista, hacer unas cosas y no otras.

El Giro, por ejemplo, no lo hice nunca, y probablemente sería la mejor carrera para mí, por cómo rendía en Tirreno, que es donde más triunfos he conseguido. Creo que he tenido algún error como ciclista, ahora retirado te das cuenta… Seguir muchos años en un equipo, por ejemplo, como seguí en Rabobank. Pero en aquel entonces lo hice porque pensaba que era lo mejor.

Aquel primer año en Vitalicio es cuando corres Roubaix y ganas en Castilla y León, y luego el segundo año lo pasas prácticamente en blanco… y aun así confía en ti Paco Antequera de cara al Mundial.

Confía en mí porque el primer Mundial, en Valkenburg, lo hice muy bien, pero pinché justo cuando se hizo la escapada.

¿Qué crees que hubieras podido hacer?

Me veía muy bien, llegué el diecisiete y en la escapada iban dieciséis. También es un nivel menor, se supone que los dieciséis eran los mejores, pero… Antequera se dio cuentas de que tanto en el Mundial sub-23 como en el Mundial de profesionales había sido un ciclista muy válido.

Además, se seleccionaban diez corredores, así que tuvo más libertad para llamarme. Tuvo confianza, me llevó y luego… Allí, en Verona, el equipo español no tenía mucha táctica de cara a la carrera, porque no éramos favoritos.

El Mundial era otro sitio donde muchos no querían ir, lo veían casi como una carga a final de temporada.

No era tan importante, no, porque iban con mentalidad de perdedor, y con esa mentalidad no puedes hacer nada. Terminaban la Vuelta, se olvidaban de lo que faltaba, el Mundial venía después. Si en el deporte no vas mentalizado a ganar es imposible.

Esa confianza de Antequera, ¿las has echado de menos después, con otros seleccionadores?

Creo que todo cambió cuando no fui al Mundial de Madrid.

Me has fastidiado la pregunta sesenta y algo (risas). Es como un eje, aquel Mundial, pasas de ser líder indiscutido a hablarse de bicefalias, tricefalias, al final había policefalias…

El problema fue eso, que dejas de ir a un Mundial, llegas al siguiente año, otro seleccionador diferente y hay más favoritos. Más favoritos, empiezas a correr y nunca se gana, siempre faltaba algo… Para un seleccionador es situación complicada, porque cada uno corremos en un equipo diferente, nos paga un equipo diferente y no se gana por selección, se gana a nivel individual. Los intereses de los equipos, tener al campeón del mundo todo el año…

Tú a Mapei le sacaste alguna prima para tus compañeros.

Sí, por eso también iban tan motivados, nadie ganaba el Mundial en aquella época y yo, aparte de ganar, les conseguía algunas primas. Y eso contaba, todos iban muy motivados al Mundial, después ya…

¿Tú crees que esa situación, la de tantos favoritos y tan poco éxito, se hubiera dado de seguir Antequera?

Pues igual sí, no sé… Al final aquí estaba Movistar, Banesto, Caisse, lo que sea… si la selección necesita un autobús para ir al Mundial se lo presta Movistar… Son compromisos, cosas que no se ven pero existen. Y si en aquella época el equipo número uno de España era Movistar, te dejaba los autobuses para el Mundial, tenían corredores que eran válidos… Siempre hay ahí una presión para el seleccionador. El seleccionador cobra su sueldo de la Federación, pero tiene esa dificultad de unir a corredores que corren en distintos equipos, igual no tiene esa fuerza.

Me adelanto unos años, pero ya que has hablado de Movistar… Tú estuviste cerca de fichar.

Más que cerca, yo creo que cada vez que me tocaba renovar ellos buscaban una justificación para no ficharme.

Pero hay una reunión en Madrid…

Sí, pero al final las ofertas eran de risa comparadas con las de otros equipos.

¿A nivel económico o deportivo?

A nivel económico, a nivel deportivo me iban a ofrecer lo mismo, porque yo al final elegía el calendario, de compañeros iba a estar a nivel parecido… Al final creo que ellos querían justificarse ante la prensa sobre no ficharme, pero si no lo hizo ningún equipo de España durante quince años es porque realmente no estaban por mí.

Bueno, también estás cerca del equipo de Matxin en 2008.

Ahí tenía una buena oferta, una mejor oferta. Pero yo sabía que era un equipo no muy fiable, sabía de los problemas que pasaban, yo necesitaba un equipo con más renombre… Por una parte, me hubiera gustado correr en un equipo español y con corredores españoles, pero por otra, mira lo que pasó, que duró muy poco el equipo. No es como ahora que tienen una garantía de muchos años, entonces iban firmando casi año por año. Y eso para un ciclista no es garantía de estar seguro.

¿Qué significa para Óscar Freire el Mundial de ciclismo?

Para mí… mucho, y a nivel de ciclismo también, porque… Mira el caso de Peter Sagan, que le valoraban muchísimo por ganar los tres Mundiales, o a Tom Boonen en Bélgica, que era un héroe allí. Ahora ha sido van der Poel, que es un crack… Y, sin embargo, cuando yo lo gané me lo valoraban en el extranjero, los ciclistas dentro del pelotón, pero a nivel, no sé, de publicidad y medios aquí en España no se valoraba demasiado. No se daba por televisión, por ejemplo, una Milán-San Remo llevando yo el maillot de campeón del mundo.

Óscar Freire

Aquella primera, que te pone Mapei hasta un helicóptero para el reconocimiento. Parecía que embarcaba el Papa y luego no lo dan en la tele.

Muchas, no dieron muchas. También es verdad que el ciclismo ha cambiado, ahora lo dan todo. Pero en aquella época fue un poco de mala suerte, o igual de injusticia.

Tú preparas el Mundial de Verona aquí, en Torrelavega, haciendo tras moto con tu hermano… Una curiosidad, ¿qué circuito hacías?

Lo mismo que era el Mundial, había visto los perfiles y la subida era muy parecida a Hijas. Así que hacía el circuito de La Montaña e Hijas, daba tres vueltas solo y luego otras dos o tres con la moto, depende. Algún entrenamiento di seis vueltas, que eran doscientos cuarenta kilómetros. Era un test, sabía que me venía bien ese tipo de entrenamiento, y cuando iba al Mundial sabía si estaba en condiciones para ganar o no.

Pero aquel primer año, sin referencias… ¿Con qué idea vas a Verona?

Con idea de hacerlo bien, porque me veía bien entrenando, corrí París-Bruselas y anduve muy bien… Pero no tenía esa referencia de un Mundial, que además era tirando a duro. Luego allí, a medida que iban pasando las vueltas…

Yo tenía una cosa muy buena, y es que recuperaba muy bien, igual no era el mejor subiendo, pero una vez que coronaba en menos de un minuto veía que recuperaba muy bien, y en un circuito como el de Verona era importante. Y eso, a medida que pasaban las vueltas, veía que estaba delante con un grupo cada vez más reducido, y ya en la última decía «si aguanto esta vuelta voy a ganar».

¿Voy a ganar?

Una vez que estoy allí yo siempre pensaba en ganar. Antes de la carrera no, porque era muy difícil, pero una vez que te ves ahí yo tenía mentalidad de ganador. Un tercero o un cuarto hubiera sido un triunfo, hubiera sido positivo para mí, pero yo solo quería ganar. Y sabía, con la experiencia de otras categorías, cómo moverme. Y también sabía que no era tan favorito, no me conocían tanto, no tenían ese miedo de mí. Yo podía haber ganado al sprint…

Eso iba a preguntarte, que por qué haces ese movimiento final en vez de esperarte hasta la llegada.

Porque sabes que haciendo ese movimiento en ese momento haces mucho daño… En ese momento iba tirando uno de Suiza, acababan de coger desde atrás, se había unido el grupo, y era una distancia que si alguien sale a por mí, sabe que pierde el Mundial. Yo era el desconocido, salgo, miro para atrás, si llego a ver que me siguen paro… pero vi que cogía unos metros, tiré para adelante, y dije «el que salga a por mí sabe que no gana», y todos quieren ganar, así que en ese momento de duda coges unos metros y…

¿Tú lo ves claro cuando sales?

No lo vi claro ni en meta, no sabía que era campeón del mundo, me parecía tan…

Pues levantaste los brazos, si llega a quedar otra vuelta…

Sí, pero los levanté diciendo… buah, es que ni sé, luego se me abrazaron todos, hostias, que he ganado el Mundial.

Hay una anécdota en ese post-Mundial, que es cuando te presentas en la rueda de prensa, «me llamo Óscar Freire, soy tal y tal». Uno no se imagina a Peter Sagan haciendo eso.

Los periodistas aquí en España me conocían, tenían alguna referencia y tal, pero muchos extranjeros no…

Fue la última vez que fuiste «Freire Gómez» en la tele.

(Ríe). Sí, sí… es curioso, además, porque mi compañero de equipo Elio Aggiano, un italiano, cuando faltaban dos vueltas llamó a la televisión para decirles que iba a ganar yo. Y el director deportivo italiano que teníamos, Domenico Cavallo, también. Él apostó por mí, que iba a hacer pódium, ganó… estaba contentísimo, ganó no sé cuánto dinero.

Aggiano estaba como loco, «va a ganar Freire, va a ganar Freire», en la tele nadie sabía nada, no tenían ninguna referencia, y él sabía que yo era muy rápido al sprint y los que iban conmigo eran muy buenos ciclistas, pero no tan veloces.

Así que llegas y todo el mundo quiere saber quién es Óscar Freire, porque nadie lo sabía. Para el organizador fue un fracaso, una desilusión, porque estaban allí Vandenbroucke, Ullrich, otras figuras que daban más caché a la prueba. Pero después de eso… dejé de ser «Freire Gómez».

Luis Román Mendoza, en el libro de Juanma Muraday sobre tu figura, cuenta que estabas serenísimo después de ganar, que iba contigo en coche e ibas mirando el móvil tranquilamente.

No, el móvil no creo, porque igual ni tenía… Bueno, sí, sí tenía, porque todo el rato me estaban llamando, la prensa y tal. Recuerdo que ese día no disfruté nada, entre el cansancio de la prueba y todo el estrés, la gente, eran las cuatro de la mañana y seguía allí…

Yo eso siempre lo he pensado… Tú acabas el Tour y la última etapa es casi una fiesta, pero un Mundial, que son siete horas de tensión, debes terminar derrotado como para verbenas.

Pero una vez que terminas ya sabes que acaba y puedes disfrutar de ello. El problema es que no estaba acostumbrado y no sabía gestionarlo, así que todo me vino de repente, todos quieren saber de ti, todos quieren la foto… (resopla).

¿Cómo es tu vuelta al Barrio Covadonga?

Pues también una fiesta que te sorprende, aquel primer año fue la leche, inolvidable, toda la gente respondió muy bien, una experiencia muy bonita, llegar aquí y todo el mundo disfrutando.

Tú a partir de entonces, por ejemplo, ¿puedes salir con tus amigos a tomar algo o eso cambia?

Sí, puedes salir, pero te das cuenta que la gente te mira, entonces (ríe), las primeras veces es una sensación muy extraña. Te miran, te paran… sorprende. Luego te vas acostumbrando a esas cosas, pero era algo totalmente distinto. También me pasó una cosa, y es que yo tenía que demostrar al año siguiente que era campeón del mundo, así que no podía descuidarme ni un momento de lo que es la vida del ciclista.

Tenía tanta presión… a mí la presión me viene muy bien de cara a tener resultados. Y ese año recuerdo que entrené muy bien, me cuidé y me dio confianza empezar ganando. Pero sí, no es nada fácil tener que demostrar que eres campeón del mundo…

Y algo más prosaico… ¿Cómo se digiere pasar del contrato de neoprofesional, que mantenías, a los cien millones de pesetas que se habló entonces?

Es lo mismo que te comentaba antes, yo no era consciente de que iba a ganar mucho más dinero… A ver, sabía que lo iba a ganar, pero tenía tanta presión para hacerlo bien que no tenía ni tiempo para gastarlo, para permitirme un lujo, no tenía esa mentalidad…

Quería hacerlo bien, demostrar que había ganado el Mundial, y me centré en la vida de ciclista. Después ya te vas dando cuenta de que tienes más dinero… pero esto tampoco es el fútbol, que te viene así el dinero (chasquea el dedo) y tienes mucho tiempo libre, y te puedes relajar, y… Es que no pensaba en eso. Recuerdo la primera concentración, que llegué a Italia y veías a Michele Bartoli con su Ferrari.

Y tú con tu coche de toda la vida.

Yo tenía un Opel Corsa, sí, pero es que me daba igual, no tenía ni la mente de cambiar el coche…

Él te preguntaba que cuánto te duraban las cubiertas y no se lo creía, ¿no?

Sí, claro… me dejó el Ferrari y todo. Son esos cambios que… llegas al mejor equipo del mundo en aquella época…

¿Había divos?

Muchos eran ciclistas muy consolidados, coincides con los mejores clasicómanos en el mejor equipo del mundo, porque era mucha la diferencia entre ese equipo y otros. El tema económico te vas dando cuenta después, pero cuando estás con el ciclismo es cuando más dinero ahorras, porque estás todo el día en la bici, desayunas, comes y cenas fuera de casa, vives encima de la bicicleta… No tienes tiempo para gastar.

Lo que sí hiciste fue comprar un piso a tu abuela, ¿no?

Sí, compré un piso a mis padres, después compré un coche a mis suegros y tal… Fíjate, no me había comprado yo aún nada.

Una curiosidad… tu primera victoria con el arcoíris fue en MTB, en el Naranco… ¿Te hubiese gustado ser alguien como Pidcock o van der Poel, probando en diferentes disciplinas?

Sí… hay gente que no sabe eso, pero la carrera que gané era ante el campeón del mundo y el campeón olímpico de MTB. Igual entonces el mountain bike no estaba tan… Me dieron los de Specialized una bici para correr esa prueba, yo tenía una, pero era mucho peor, y conseguí ganar la carrera con tres días de coger esa máquina.

Óscar Freire

Me han dicho que bajabas poniendo los pelos de punta a todos.

Aquello lo organizaba mi director deportivo en Mapei, Jesús Suárez Cueva, y le interesaba que yo estuviese. «Sales un momento, paseas y te vas». Pero yo si hago algo intento que quede bien, y encima es que me gustaba el mountain bike. En cada vuelta me decía Jesús «vete más despacio, más despacio». Me hubiese gustado hacer MTB, sé que mis cualidades eran mejores para esa disciplina que para el ciclismo.

¿Puede ser que con los años perdieras algo de esa necesidad de salir a ganar en cada carrera?

Sí, en ese sentido yo al final me relajé mucho, por eso digo que hubiese sido mejor cambiar de equipo más a menudo, para motivarme y tener nuevos aires. Me faltó eso, porque a las pruebas donde yo sabía que podía ganar y eran importantes iba motivado, y el resultado era bueno. Pero en otras es que ni me metía en el sprint.

¿Y por qué crees que en Rabobank se produce esa desmotivación? ¿Era cosa suya, te dejaban a tu aire?

Un poco de todo, ellos eran un equipo holandés y tenían muchos intereses en los holandeses. Íbamos al Tour, por ejemplo, y sin tener un ganador estaban enfocados a la general con ellos.

La etapita de Boogerd y esas cosas.

Pasó mucho eso, yo estoy seguro de que si hubieran corrido para mí hubiese ganado muchas carreras más. La Amstel, por ejemplo, seguro que la hubiera ganado, pero la Amstel en el equipo se hacía para corredores holandeses.

Yo creo que si ganas aquella Amstel el año de tu retirada alguno está llorando aún…

Lo curioso es que el día anterior vi al manager del equipo y le dije en broma «mañana gano yo». Si llego a ganar les pega algo. Me cogieron a setenta metros de meta. Y me cogieron porque las motos iban detrás, no delante… si van delante coges un poco el aire y tal, pero me las metieron detrás y… Luego tuve la mala suerte de que Gilbert saliera desde abajo del todo, pero son cosas que pasan en el ciclismo, que muchas veces no sale todo lo bien que tú quieres.

Siguiendo con esto que cuentas de los equipos, las ayudas y tal… tú siempre has hablado muy claro de esas cosas. Recuerdo la primera San Remo con Mapei donde te quejas de que Museeuw no te protegió bien, que perdió la posición en una curva. Lo normal es que tú, el nuevo y casi un chavaluco, te hubieses quedado callado.

Hice tercero, sí. Todo el mundo puede cometer errores, pero yo tenía esa mentalidad, cuando corría en bici estaba con los mejores, pero sabiendo que les podía ganar, o al menos esa era mi mentalidad. También era realista, y sabía que subiendo no podía con ellos, que a Pantani no le iba a ganar subiendo, pero…

Llegas a un equipo, demuestras que puedes ganar, aquel Mapei era una escuadra de gallos. Recuerdo una vez en una reunión, una etapa de la Tirreno. Yo había ganado el día anterior y la etapa era muy buena para mí. El director, Serge Parsani, motivado, hoy seguimos trabajando para Óscar y tal, y levantó la mano Bartoli… No, no, hoy para mí. Y como Bartoli era la figura, pues… vamos a ayudar a Michele.

Recuerdo que Museeuw me miró como diciendo «si ayer este no anduvo bien», y yo, pues, bueno, pues nada, a ello. Empezamos la prueba, iba el Bartoli jodido y ya me dice «no, no, mejor lo hacemos hoy para ti» (ríe). Y aquel día gané. En un equipo de ese nivel era complicado ser el director.

Tú no tienes pinta de ser alguien que levante la voz.

No, yo creo que también me ha faltado carácter ahí, haberme plantado más. Por eso ahora a mi hijo en lo poco que le puedo aconsejar y ayudar es en detalles de ese tipo. Que igual es necesario decir las cosas justas en el momento justo y no después.

De todas formas, a ti Squinzi te tenía en muy alta estima.

Sí, fue una pena que el equipo terminase, yo hubiese seguido más años allí. Estaba mejor con ellos, porque era un equipo más versátil, tenía experiencia, la mentalidad era muy ganadora. Y, aparte, son latinos.

¿Hay diferencias entre Mapei y Rabobank?

Sí, sí, yo llego a Rabobank y soy el único que habla español, y no hay nadie que no hable neerlandés, ellos hablaban en neerlandés siempre, el inglés no se usaba casi para nada hasta que no llegaron otros corredores dos o tres años más tarde. Al principio yo era el autista, estaba cenando, comiendo, en concentraciones, no había los móviles como ahora, internet… Son momentos complicados.

¿Sientes que caes un poco en el olvido al ir a correr fuera?

Sí, claro, porque hay carreras que ni se dan en televisión.

Esa Flecha Brabanzona que tú ganas tres veces.

Por ejemplo, tú ves el palmarés de Brabanzona y salen ahí superciclistas, pero ni la daban. O la Gante, que sigo siendo el único español en ganar allí, en Tours en Hamburgo, la Flecha Brabanzona, carreras importantes, y eso mucha gente no lo sabe. A veces los críos que corren ahora les dicen que este ganó esto y lo otro, y dicen, joder, no sabía que había ganado estas carreras. Los que están ahí lo valoran, saben lo difícil que es ganar, pero el público no entra en esos detalles.

En Mapei empieza también algo que será una cruz para ti: las lesiones.

El problema era que no sabían exactamente lo que me pasaba, al final era un poco tema postural, acortamiento del psoas, todo…

¿Tú qué crees que hubieses hecho sin lesiones?

Hubiese tenido muchas más victorias, porque psicológicamente te mata, hubo temporadas que cuando mejor estaba me pasaba esto, y eso evita que consigas muchas victorias. Pero forma parte del ciclismo, las lesiones… El problema es que no era como cuando me rompí las costillas, que sabes que son dos meses y ya… Aquí no sabías cuándo ibas a volver a correr, y es complicado.

¿Pero tú crees que hubieras evolucionado hacia otro perfil de ciclista? Estoy pensando… tu primera Flecha la haces muy bien, y después es una carrera que parece fuera de tu alcance. O la Lieja.

Pero porque me relajaba, creo. En la Lieja tuve muy mala suerte… es que en Rabobank corrían mucho para Boogerd. Yo iba en grupillo, a veinte segundos, y delante iba Boogerd tirando de Bettini, o de Rebellin, o de Armstrong. Hizo muchos segundos, pero es que a él le valía el segundo, y al equipo le valía el segundo.

Yo estaba una vez en una reunión antes de París-Tours, que podía ganarla, era el máximo favorito, y en la reunión, dijo el director «si ataca Gilbert y Flecha consigue salir con él, tú, Flecha, para adelante, con él». Y Flecha dijo que él no iba a tirar, que si va Freire detrás es mejor darle la oportunidad a Freire.

Pero ¿por qué esa mentalidad de «nos vale ser segundos»?

Porque eran holandeses, corredores holandeses. Yo estaba líder en Tirreno-Adriático, ganando etapa, y ellos estaban obsesionados con Thomas Dekker por la general, porque después había una jornada de montaña y demás…

Óscar Freire

Pero el caso de Boogerd que acabas de decir… Boogerd tiraba y ya podía llevar a rueda a Cipollini que él seguía… ¿por qué?

Porque les valía el segundo, Boogerd era holandés, yo no, al final son intereses del sponsor. Mira la Amstel… equipo holandés, sponsor holandés, la carrera más importante de Holanda. Yo cuando corrí mi primer Campeonato de España pude haberlo ganado, pero no era interesante para el equipo que ganara yo cuando estaba Casero, que era a quien pagaban bien y quien tenía que justificar ante el sponsor… o Mínguez tenía que justificar ante el spónsor lo que se pagaba a este corredor, y eso se hacía siendo campeón de España.

Me dices que en esa carrera vuestro equipo priorizaba que ganase la figura.

Claro, igual que en Holanda querían que ganara un holandés. Ahora los equipos ya son más internacionales, más variados.

Tu fama de despistado… ¿Hasta qué punto es cierta? Porque parecía casi un tópico.

Yo cuando dejaba la bici era muy pasota, como te lo hacían todo…

Pero por ejemplo, en Lisboa diste un espectáculo, aquello fue una exhibición.

Sí, pero aquello fue un día muy malo para mí.

Contextualizo… tardaste un montón de horas en volver al hotel porque te perdiste al final del entrenamiento, luego subiste a un taxi y no sabías indicarle dónde estaba el establecimiento, ni su nombre, ni nada.

Pero hay que ver la situación… no tenía móvil, llegas cerca del hotel, llevas todo el año de hoteles y no recuerdas ni cómo se llama…

¿Cuánto clavó el taxista aquel?

No lo sé, porque pagaron los de la Federación, yo no tenía dinero ni nada.

Pero ¿esas cosas te pasaban tan a menudo como dice la leyenda? ¿Tú eras tan despistado?

Más que despistado es que cuando no estaba corriendo pasaba un poco de todo, no me fijaba en las cosas.

¿Cuál es el despiste más gordo tuyo?

Para mí ha sido ese, porque tenía mucho interés en ganar el Mundial, y ese suplicio…

No salió mal, porque ganaste.

Ya… Pero, bueno, las he liado muchas veces, mi mujer es la que más lo ha sufrido, porque ha pasado cosas… Yo qué sé… Una vez, vivíamos allá, en Suiza, nos íbamos de viaje a Marruecos y yo había perdido el pasaporte. Y para hacer un pasaporte había que ir a Zúrich, o a Milán. No encontraba el pasaporte, y nos fuimos para Milán, pero en coche no nos daba tiempo, así que cogimos una scooter y con un trolley fuimos para allá.

Llego, hago la denuncia, saco el pasaporte, y le enseño el pasaporte en la moto, le doy así una palmada, digo «ya está todo». Llegamos al aeropuerto y me dice que le dé el pasaporte, «joder, si le tienes tú», que no, que no. Había desaparecido. Estaba ya toda la cola en el avión, la tía para cerrar, llego allí y me dice «pasaporte».

Y yo, no, no, y ella «no se puede viajar sin pasaporte», y yo «pero cómo que no se puede, si llevo muchísimos viajes a Marruecos con el carnet de identidad solamente». Yo nunca había ido a Marruecos, claro. Y la tía todo nerviosa, no sé si por el tiempo o lo que sea, «venga, vale, yo te lo paso, pero luego igual te paran en la aduana». Y subimos, sí.

Eso es muy del Barrio Covadonga, ¿eh?

(Ríe) Otra vez me pasó con un carnet de identidad, el primer año de profesional. Íbamos a la Clásica de Hamburgo y llevábamos el equipo justo, seis creo que eran, entonces estaba la Copa del Mundo y había que correr estas pruebas obligatoriamente. Y yo llegué al aeropuerto sabiendo que tenía el dni caducado.

Me para el policía, me dice en alemán «dni», y yo como que no le entendía. Luego prueba en inglés y lo mismo, «do you speak english?», y yo no, no, qué va. Y ya me pregunta «¿España?», digo que sí, y me hace así (gesto de volverse), «a España». Yo decía «¿ahora qué cojones hago?». Menos mal que se podía sacar una especie de dni para correr un día y me dejaron participar en Hamburgo.

También subiste a un pódium en zapatos porque no encontrabas tus zapatillas.

Sí, y en carrera. Me acuerdo que un año corrí con las zapatillas de repuesto una etapa del Tour, porque me las había olvidado, y me las hicieron llegar ya subiendo el Tourmalet. Iba en la escapada, encima, joder. De esas me han pasado muchas, de olvidarme cosas. Muchas, muchas.

¿Y eso cómo se compagina con que después entrases en carrera y eras un ciclista totalmente concentrado?

Es eso, la concentración, yo iba muy concentrado, miraba al público y no veía a nadie. Una de mis virtudes era esa, sabía moverme bien dentro del grupo, no gastaba mucha energía, iba siempre muy bien colocado. Y probablemente toda esa tensión la soltaba y me relajaba tanto que me pasaban esas cosas. Creo que lo que mejor hacía yo era saber correr, y ahora veo a muchos ciclistas que no saben correr.

¿Algún ejemplo?

Ahora muchos, muchos. No tienen esa base…

Me estás hablando de la cantidad de caídas que hay, intuyo.

Claro, porque no han corrido en escuelas, en nada.

No han cogido bidones del suelo en las gymkanas.

O no saben cuándo es el momento de meter la rueda, meter el manillar. Ahora hay muy poca experiencia, te fichan por los vatios, de repente fichan a uno que ha sido el mejor del mundo en una prueba de rodillos, pero no sabe andar en bicicleta, y así es complicado. Y aunque tú lleves bien la bici, se te caen delante y es imposible.

Entonces la abundancia de caídas, ¿lo achacas a eso?

Yo creo que el principal problema es el pinganillo… He corrido con radio y sin radio, y la radio ha hecho mucho daño, aunque digan que no. Si es por el tema de la seguridad es tan fácil como meter un GPS como llevan los coches de rally, o que pinchen Radio Vuelta.

El pinganillo ha hecho, además, que las carreras sean muy cerradas, que no haya tanto espectáculo. Y a las caídas, también, contribuyen los frenos de disco… Frena el primero o el segundo por cualquier motivo, el siguiente tiene que frenar un poco más y el tercero se le come, porque la frenada de un disco es mucho más potente que la zapata, y el tiempo de reacción es mucho menor. Yo creo que ahí está el origen de muchas caídas.

Y luego corren más juntos, hay más tensión, se va más rápido porque el grupo va más unido, hay más aerodinámica, con nuevos maillots y culotes, con nuevas bicis, y eso hace que haya más caídas.

Tu relación con la prensa… te leo textualmente, de nuevo, a Luis Román Mendoza, citado en el libro que dijimos antes de Juanma Muraday… dice Luis que «Óscar atiende a todos, pero no persigue a los periodistas»

Es que no tengo por qué perseguir a nadie, cada uno tiene su trabajo.

Pero tú sabes que hay deportistas que lo hacen.

Yo creo que los atendí bien, ellos se portaron bien. Pasa que yo también vivía fuera y…

Ese fuera es en Suiza, ¿por qué te vas allí?

Simplemente, porque cuando estuve la primera vez lesionado, que vivía aquí, en Torrelavega, tuve que ir a Varano Borghi, que es Italia, pero muy cerca de la frontera con Suiza. Empiezo a entrenar allí con Nardello, con algún otro ciclista, y te das cuenta de que era una zona buena de compañeros, para entrenar, para ir al aeropuerto.

Y luego en tema de impuestos y demás estaba mejor que en España, yo estaba lesionado, y te das cuenta de que la vida deportiva puede durar tres, seis años, no sabes, y el ciclista es alguien que está todo el día viajando. Cada uno mira por lo suyo, me arrepiento de no haber ido antes.

Volviendo a los periodistas… ¿Tú crees que has sido poco político? De vender cosas, de buscar alianzas.

No, el problema era que, aun siendo campeón del mundo, la mentalidad del periodista y el público se enfocaba a corredores de Grandes Vueltas. Entonces informaban y valoraban lo que yo había hecho, pero no de la misma manera que con quien corre en un equipo español y gana, no sé, una Vuelta a España.

Óscar Freire

¿Tú nunca pensaste probar con generales? No hablo de la Vuelta, pero sí cosas tipo Itzulia.

Bueno, gané Tirreno, Andalucía y tal, pero yo no era un corredor para… Yo sabía lo que podía hacer, y en el ciclismo no puedes ser como Valverde, que podía ganar de todo, pero hubiera ganado mucho más si no le hubieran enfocado al Tour de Francia.

¿Quién le enfocó?

El equipo, la prensa, esa necesidad de tener alguien que gane el Tour, no sé.

Cuando tú te postulas para ser seleccionador, esa distancia con la prensa…

Pero ahí es todo política, la prensa, yo creo que sabían todos que puedo ser un buen seleccionador. Pero es la política lo que va por delante, son elecciones regionales las que deciden el seleccionador, la Federación Española… Sabía que no iba a ser seleccionador porque estaba delante de mí otra persona que era más política que yo. Es algo que me gustaría ser, sé que lo podría hacer bien.

Dejaste, en ese camino, una frase algo polémica, algo sobre que no necesitas conocer el circuito ocho meses antes para rendir en condiciones.

Debes, sobre todo, motivar a quien va a ir al Mundial, y yo de eso sé mucho. No tenemos los mejores corredores para ganar un Mundial, como había en aquellos años, pero probablemente te pueda hacer buenos resultados.

De todas formas tú eres un electrón libre. Cuando ganas aquello (señalo el maillot verde que cuelga en la pared) corres todo el Tour prácticamente solo. Una carrera, el Tour que, además, no parece motivarte mucho.

Tuve caídas, tuve lesiones.

Te dispararon.

Sí (sonríe), cuando mejor estaba, siempre me pasó algo. Han sido, tanto el Tour como las Olimpiadas, dos pruebas donde tenía que haberlo hecho mejor, porque estaba para hacerlo mejor. Pero no lo hice.

¿Cómo te enfrentas a luchar por el verde, que es una carrera del día a día, sumando como hormiguita, y hacerlo casi solo?

Bueno, estaba Flecha, que es el único que me ayudó. El problema es que si la puntuación hubiera sido como ahora yo hubiese ganado más maillots verdes, pero entonces puntuaban solo los tres primeros en los sprint especiales.

Entonces Cavendish, que no pasaba ninguna subida pero en la llegada tenía un equipo para él y ganaba, hacía que todos los puntos de los sprints especiales se fueran, porque dejaban una escapada y ya los rivales no podían conseguir puntos.

¿Qué pasa? Si yo hubiera tenido equipo, se hubiera controlado para llegar al sprint ese y hubiera intentado conseguir puntos, porque hubiera pasado un puerto en el que Cavendish se queda…

Ahora se escapan tres o cuatro y no pasa nada, porque el quinto, el sexto, el séptimo cogen puntos. Un corredor de mis características hubiera ganado más maillots verdes, como ha hecho Sagan, que ha cogido esa época… Él escalaba, no era el más rápido en meta pero pasaba todos los puertos y al final ha conseguida muchas veces el maillot verde.

Antes de meterte en un sprint ¿sientes miedo?

(Resopla) Cuando vas muy bien y es una carrera no muy importante sí notabas miedo, porque tú ibas relativamente relajado pero mucha gente iba al límite, metiendo la bici por donde no debe y tal. Ahí sientes miedo, pero ya en una carrera importante, cuando entras en ese kilómetro final, no sientes miedo.

¿Y viéndolo repetido?

No, es que yo no lo veía.

Lo de Lisboa, por ejemplo, que te metes por un sitio donde no pareces entrar… ¿nunca lo has visto?

Sí, ese sí, pero yo no veía las carreras, todavía sigo sin ver muchas. Esas llegadas míticas, las tres o cuatro, sí que te las ponen en algún evento, pero nada más. Y no sientes miedo, porque aparte nunca tuve la mala experiencia de una caída en un sprint. Y luego que lo ves allí, sabes como funciona, sabes que en un segundo te cambia todo… Pero no puedes tener miedo, porque es el deporte que has hecho desde crío y sabes que tu momento es ese.

Antes decías de meter la bici y tal… ¿Quién era el sprínter más guarro de tu época?

Había de todo, algunos no llegaban ni al sprint y eran peligrosísimos. En el sprint depende, yo he corrido con muchos y más o menos todos nos respetábamos. Hay ciclistas que arriesgan más, como puede ser Cavendish, McEwen, algún italiano.

Cavendish, por ejemplo, en un Tour entró pasado en la última curva y a mí me tiró, pero eso también le puede pasar a otro. Normalmente, nunca con maldad, tú sabes cuando te van cerrando… Recuerdo el día de las Torres Gemelas, que llegábamos a Gijón. Esa etapa la tenía que haber ganado yo, pero me iba cerrando Zabel, me iba cerrando, cerrando, hasta que no tuve hueco.

Llegué a meta y la carrera no existía, todos los periodistas preguntándonos si sabíamos lo que había pasado y tal. Eso, lo de Zabel, ahora, con todas las teles y todos los helicópteros que hay, lo hubiesen descalificado, pero en aquella época no se hizo.

A veces descalificaban sin merecerlo, a ti te pasó dos veces casi seguidas en la misma carrera, en la Itzulia.

Fue curioso, porque pocas veces he visto descalificar y a mí me lo hicieron dos, cuando yo era de los más… Una fue porque me pegó un empujón mi propio compañero, que me había cerrado antes, y otra vez porque cerré a Valverde, se supone, en una curva que era de interior y no le daba tiempo a pasarme. Son cosas que pasan en el ciclismo y me tocaron a mí.

Hablabas de Zabel en Gijón cerrándote… tienes una foto bonita con él en tu primera San Remo.

Pero yo también he perdido carreras así, Harelbeke, el último año, lo perdí por querer salir tarde, pensaba que la meta era recta pero había un pequeño ángulo donde metieron las vallas, y salí cuando quedaban cuarenta metros…

No es lo mismo, tú no levantaste los brazos, no quedó esa foto.

No, pero dos semanas antes, en Ruta del Sol, me pasó lo mismo con Zabel, pero al revés. Yo le dije que compensábamos (sonríe), pero él decía que no tenía comparación Andalucía con San Remo. En aquella ocasión doscientos metros antes yo le dejé meterse para no pelear con él, sabía que si me metía en esa pelea no ganábamos ninguno de los dos.

Luego él salió muy tarde y yo salí muy tarde, me equivoqué un poco, si no levanta la mano no creo que hubiese ganado. Pero si él me deja pasar antes yo hubiese ganado mucho más fácil.

Luego llega esa famosa celebración donde os llevan a un restaurante de alto standing y os plantáis todos en chándal, os dejan chaqueta y no os las podíais quitar en ningún momento.

Claro, era una fiesta de etiqueta, y todos con la chaqueta del traje encima del chándal, unas pintas… Encima los italianos, que todas esas cosas lo llevan a rajatabla, pero bueno… Yo era el premiado, la estrella en aquel momento, y nos dejaron pasar.

Tu tercer Mundial en Verona… yo creo que es el día que más fuerte has ido en toda tu carrera.

Sí, ya entrenando me veía, fue el día que más presión he tenido nunca. Presión mía, yo mismo, ni la prensa ni nadie, andaba muchísimo, entrenaba en el circuito y nunca había estado así de bien. Y en el Mundial teníamos una selección muy fuerte, corrieron para mí, y no tuve ningún instante de debilidad, todo lo contrario.

Se controló bien, yo respondía en el momento… Recuerdo que quedando dos vueltas le dije a Valverde que si estaba bien atacase, que yo estaba muy bien. Pero él en ese momento iba jodido, y me respondió que no, que me echaba una mano, me ayudaba. El año anterior, en Hamilton, la cagó un poco él…

¿Tú crees que ese Mundial de Hamilton lo podías haber ganado?

Yo podía haber ganado, pero se dio la situación de carrera que se metió Astarloa en una escapada y había que darle la oportunidad. El problema es que Valverde me vino y me dijo «voy bien», yo contesté que también iba bien, pero que tranquilo, que está Astarloa delante, lo veíamos porque era una recta muy larga, en subida. Y de repente arrancó uno y salió rápido con él.

Si lo hago yo, se viene todo el pelotón conmigo, y si después no ganamos es la gran cagada. Todo salió bien, pero no se corrió bien… Bueno, corrió bien Astarloa, corrí bien yo, pero Valverde no corrió bien. Y ya al año siguiente sí que trabajó bien, me lanzó al sprint y gané. Pero en Canadá se equivocó.

Luego viene lo de Madrid, que es el gran cambio, y después el famoso Mundial de Ballan.

Sí, horrible. El problema es que ahí ya había muchas figuras, muchos ganadores y corrimos fatal. Yo estaba también para ganar, ese día.

Un salto en el tiempo… ¿Debió esperarte Valverde en el Cauberg durante tu último Mundial?

No, a ver… yo antes de salir le dije «tú con Gilbert, que va como una moto». Y él me decía que no, que conmigo… No, no, tú con Gilbert. Yo sabía que si sale con el belga, igual Gilbert se para y detrás cazamos. Pero… Iban los belgas tirando, atacó Nibali, pero nada, muy despacio, y de repente veo a uno que pasa a toda leche (Philippe Gilbert), y todos mirando pero ninguno salió, porque rodaba muy rápido.

Y Valverde iba diez metros detrás, no pudo, era… Luego él se quejó, dijo que me estaba esperando, pero… Nada, no pudo. Después la prensa, el equipo, justificar…

Luego ya Florencia.

Eso fue lo peor, eso sí que fue una cagada buena.

Ahí no estabas tú, no te pueden echar culpas.

No, yo no estaba, pero ahí estaba Mínguez, que era un tío súper radical cuando era director de equipo, y mira… Como seleccionador no pudo hacer nada.

Óscar Freire

Decían que como no hubo pinganillos…

Da igual, eso da igual, fue un error entre ellos, que los dos quisieron ganar… y nada, no ganó ninguno.

¿Cómo es Valverde?

A ver, el problema no era Valverde, el problema era lo de alrededor, la presión, la prensa, el equipo.

¿Tú crees que a él le calentaban la cabeza?

Muchísimo, muchísimo, él tenía esa posibilidad de ser campeón del mundo, que no lo había sido. Y sus resultados en Mundiales son muy buenos… Pasa que no se corría bien.

¿No corríais bien porque no seguíais el plan preestablecido o porque el plan preestablecido no estaba trenzado en condiciones?

El plan preestablecido es que muchas veces no se puede llevar a cabo, porque la carrera es muy cambiante.

Te lo planteo de otra forma, ¿en el autobús era «todos para Óscar» u otra táctica?

No, no era «todos para Óscar», era «hay tres», o «hay dos», o «hay los que sean».

Pero en 2000 era «todos para Óscar», y esa era la diferencia.

Claro, esa es la diferencia. En el momento que hay tres…

Esos tres sois tú, Valverde y Samuel Sánchez.

Sí… entonces ya la cosa… tú dices, ¿qué pasa? Si se mete uno de los tres con otros diez, ¿ya vale? Eso es lo que pasaba… van diez, o quince, y con uno ya valía. Uno entre quince, pues es muy difícil.

Y la cena con Valverde y Samuel, después de eso… ¿Habláis o se echan balones fuera?

Sí, se afronta, todos nos comprendemos, comprendemos cómo funciona, sabemos la situación, que es así. Es como si hay tres delanteros y tienen que lanzar un penalty, a ver quién lo lanza. Son momentos que en ciclismo no se suelen dar, porque corres un día o dos al año con algo que no es tu equipo.

¿Y tú no impones galones? Decir, «oye, que yo tengo tres de esto».

Es que no puedes hacerlo, no sirve de nada. Al final corres, te marchas y a los cuatro días estás en una carrera con tu equipo.

Una maldad, si hubieses sido más político, con la prensa y eso, ¿te hubiesen respetado más?

No sé… la prensa… cada uno tiene su opinión.

Te seré claro… dio la impresión entonces de que tú eras la gloria del pasado y Valverde el nuevo niño bonito de la afición… Él iba a la Vuelta, al Tour, y tú estabas siempre en esas carreras extranjeras que igual ni las ponían por la tele.

Yo creo que no era así… Correr un Mundial es muy complicado, porque cada uno somos de un equipo diferente, y quien gana lleva el maillot para su equipo todo el año. Y eso el seleccionador lo sabe, y no tiene esa capacidad para decir «no, tú no vas si no haces lo que te digo». Porque no, eso no pasa, nunca ha pasado.

Si fuera un equipo te dicen «si no haces tal, no corres el año que viene y no te pagamos», pero es que es distinto, a mí no me paga la selección, al otro no le paga la selección… Te paga el equipo, y ¿a quién haces caso?, ¿a la selección o al equipo?

Entonces hay sobreabundancia de gente alrededor de la selección, entiendo.

Más que sobrar gente es que igual está mal enfocado, el Mundial de ciclismo casi que tendría que ser por equipos. Me refiero para que funcionase bien deportivamente.

A ti en otros momentos te favoreció, como aquella ayudita de Lanfranchi, compañero en Mapei, persiguiendo a Simoni. No sé si había algo hablado…

Si hubo algo sería de la escuadra, yo de eso… Todavía hace poco me lo preguntaron, y yo respondo que se lo pregunten a él. Lanfranchi, encima, me hizo perder una San Remo, la que ganó Cipollini. Entró en la última curva cruzado y si no freno nos caemos todos. Y él no iba a hacer nada, pero…

Aprovecho que hablas de Cipollini… ¿tú sabes quién te toca en Zolder?

Sí, este, el alemán… Danilo Hondo. Íbamos como a setenta y cinco por hora, se me metió y rompí todos los radios de la rueda, no sé ni cómo no me caí. Fue en el último kilómetro, y curiosamente era una de las veces que me sentía muy bien, no había estado ni un minuto de esto que dices «voy al límite». Pero…

Aquel Mundial lo gana Cipollini, que luego sale en los famosos papeles de Eufemiano Fuentes. Cuando estás en carreras de esas y quien te gana se ve envuelto en asuntos de dopaje… ¿cómo te sientes?

Pues lógicamente… (piensa), pero más que eso me da mucha rabia también que la prensa valorara muchas veces más una chorrada como aquello de Manzano, que Manzano era un vago, y que den más valor a la noticia de eso que yo…

Mira, por ejemplo, iba a correr el Tour de Flandes con el primer maillot de líder del Pro Tour de toda la historia, y era más importante la otra noticia. Ahí te sientes fatal. ¿En lo de Cipollini? Pues lógicamente también te sientes fatal, pero igual que me he sentido fatal cuando salieron solo los ciclistas en aquel momento en que había más deportistas y no salió ninguno (se refiere a la Operación Puerto).

Tenían que haber salido todos, eso es lo que más rabia me da, que yo tenga que estar localizado todo el año y un futbolista, otro deportista, no. Yo siempre he dicho que en un año pasaba más controles que un futbolista en toda su carrera deportiva.

Entonces es como si pones la autopista y dices que no hay radares… nunca te van a poner una multa de velocidad. Y eso pasaba con los demás deportes, la habían tomado con el ciclismo.

Estoy de acuerdo en que la habían tomado con el ciclismo, pero partimos de una base… el futbolista no tendrá radares, pero el ciclista, que sí tiene radares, a veces le salta exceso de velocidad. En otros sitios igual no hacen nada, pero cuestión distinta es lo que tenía el ciclismo dentro.

Estoy totalmente de acuerdo.

¿Tú has visto alguna cosa rara?

Al final el ciclismo es «tú estás en tu casa y vas a las competiciones», lo que hace el ciclista…

¿Pero nunca hablabais nada? Este cómo está andando, este otro…

Pero es que eso empezó a hablarlo la prensa, y el problema de la prensa es que muchas veces trataron al ciclismo como que todos éramos iguales. Entonces cuando nombraban un ciclista pasó de ser un campeón a ser… pues eso, «ojo, a ver este, a ver qué ha tomado». Y a mí me ha tocado esa época, y ha sido una época de mierda. Qué más me hubiera gustado que correr ahora.

Óscar Freire

Tú eres de los pocos campeones de esa época que no tiene ninguna vinculación con el dopaje. De hecho cuando te han hecho alguna insinuación (Rasmussen, por ejemplo) has reaccionado rápido y con contundencia, amenazando con llevarle a juicio.

Sí, claro, lógicamente, el problema es que la gente hablaba por hablar. A mí me pasó lo mismo con La Gazzetta dello Sport. Yo iba a hacer el Giro, me convoca el equipo y les digo que tengo sinusitis, que no podía ni respirar, no podía ir al Giro en esas condiciones. Llegué tres días antes, una presión de la leche, un equipo hecho para mí por primera vez…

Claro, el Giro no les interesaba, a los holandeses les daba un poco igual. Llego a una reunión con el mánager, los médicos, «tienes que probar», y yo que no. Me voy de allí, me llevan hasta Holanda para operarme y al día siguiente salgo dentro de una noticia de doping, que habían cogido a alguien por ahí o que tenía un problema alguien, y me meten a mí. «Pasa esto y casualidad que Óscar Freire no va al Giro».

Llamé al periodista, le dije que cómo escribía eso, que qué era eso. «Perdona, joder…» Y al día siguiente una página en La Gazzetta para resarcir el daño que habían hecho. Pero claro… Ese y el de Rasmussen son los dos únicos problemas que he tenido yo, pero han sido porque la prensa, la gente, todo el mundo se pensaba que era así…

Pero al margen de eso, sabiendo lo que han contado muchos y huyendo de personajes de feria como Manzano o el propio Rasmussen…

No, Rasmussen ojo, nunca le pillaron haciendo nada… Él dijo que estaba en un sitio y estaba en otro, y empezó a meter presión el Tour de Francia para que lo echasen.

Pero él luego confesó.

Eso no lo sé.

A lo que iba, que quitando a gente como Manzano y tal…

Eso son delincuentes.

Quitando a gente como Manzano y tal, sabiendo lo que sabemos hoy, el ciclismo en el que corriste tú, y seguramente el de antes, sí que alcanzó un momento donde se hacían cosas peliagudas. No digo que todos, pero sí sabemos que, al menos, algunos…

Otros también hacían cosas que… mira, te voy a poner un ejemplo. Había un producto, no recuerdo el nombre, que estaba prohibido en el ciclismo, y salió un video de la selección de fútbol italiana inyectándose ese producto. Yo decía, «joder, están metiendo a la gente en la cárcel por tener un producto que está permitido en el fútbol».

Es que al ciclismo lo han tratado muy mal, a mí me han pasado en quince días siete controles sorpresa. Venía uno de la UCI, otro del Comité Olímpico, otro de tal.

Tú fuiste muy crítico con la obligatoriedad de indicar en cada momento el sitio donde ibas a estar…

Claro, el problema era que tú estás haciendo todo bien y, por unos cuantos, te dicen que debes estar localizado en todo momento. Joder, yo tengo mi vida privada, yo hago el ciclismo y fuera tengo vida. Luego se complica la cosa y dices «habrá que aceptarlo», pero el problema de aceptarlo es que no estaba bien hecho el sistema, porque debíamos estar controlados los cincuenta primeros de la clasificación UCI y los sospechosos.

¿Qué pasa? ¿Al cincuenta y uno no lo controlas? Después, es que era escrito, y tenías que decir tres meses antes dónde ibas a estar cada día… O te quedas en casa sin moverte o… Ahora ya hay aplicaciones, hay una hora para que estés en ese sitio, está mucho mejor… Pero antes viene un tío, dice que no estás… no podías salir de casa, si alguien te quería putear te puteaba. Y si tú ves que está mal hecho el sistema, pues…

Tú devolviste la solicitud a la UCI con una fotocopia de la Constitución Española diciendo que aquello era inconstitucional. Entiendo que nunca te contestaron a eso.

No, y al final tuve que firmar porque, junto con Bettini, éramos los dos únicos que dijimos que no estábamos de acuerdo con ese sistema. No estábamos de acuerdo porque estaba mal hecho y porque, joder, mi vida fuera de la bici es mi vida privada.

¿Nunca se te acercó un gurú? Tipo Ferrari, Fuentes…

No, yo a Fuentes ni le vi, nunca. Cuando salió en la prensa, solo entonces.

¿Y Ferrari?

No sé ni quién es.

El médico de Armstrong, decía que la EPO era como el zumo de naranja, solo perjudicaba en caso de abuso.

Pues no sé… sí sé quién es, pero me refiero a que no le pongo ni cara. Al final yo lo poco que leía decía «no puede ser esto que escribe la gente». Yo veía la realidad, vivía en Suiza y veía cómo se hacían los controles en fútbol.

Yo sé que llegaban, por ejemplo, a Milanello y les decían antes quiénes pasaban el control, no dejaban entrar dentro a los comisarios y les pasaban solo de orina, no de sangre. Esa era la diferencia respecto a un ciclista en aquella época.

¿Esto lo ponemos en la entrevista o queda off the record?

Ponlo, ponlo, me da igual.

Lo digo porque tú tienes pasta para abogados, pero nosotros no.

A mí es lo que me contaba quien me venía a pasar el control. Ese me decía «a mí me indican qué dos futbolistas pasan, y solo de orina». Ahora igual ha cambiado.

Tú, de todas formas, siempre has estado un poquito al margen de todo el mundillo, ¿no?

A ver, yo como ciclista he ganado desde el primero hasta el último año, y he corrido todos los años. Nunca he tenido ningún problema, he pasado el que más controles de todo el pelotón. ¿Por qué? Simplemente por ser español, que estábamos mal vistos, y por ganar carreras. Y eso a mí me jode, me jode mucho, que todavía haya gente que diga que no sé qué, no sé cuánto.

Yo siempre he estado con muchísimo cuidado, llamando al médico, esta crema puedo, no puedo. He tenido que aguantar controles en casa de gente inaguantable, me han sacado de una fiesta con trescientos invitados para pasar control sorpresa. Fue en Suiza, nos sacaron a mí y a Cancellara, lo hacían para darse publicidad.

Otro ejemplo, un partido de la Eurocopa o el Mundial de España contra Suiza, estaba yo con cuatro amigos de Suiza y, pum, control, justo cuando empezó el partido. De esas… venir a las seis de la mañana, a las cinco de la mañana, sabiendo que tenía que entrenar. Y no era uno, era uno, y otro, y al otro día otro. Y eso te jode, eso te jode.

Volvemos a la carretera… alguna vez has dicho que debiste marchar antes de Rabobank.

Sí, porque me acomodé mucho allí. Me di cuenta después, al fichar con Katusha, un grupo español, estuve muy bien, se me pasó muy rápido el año, otra vez me empecé a motivar. Son cosas que te das cuenta hiciste mal.

¿Por qué escoges Katusha? No parecía una salida natural para alguien como tú.

Me quiso fichar el Green Edge a principio de temporada, y les dije que no, que pensaba que iba a ser mi último año y no… Luego enfermé en la Vuelta, anduve muy mal, y dije, mira, igual tiro un año más. Pasa que Rabobank me hizo una oferta muy mala. Ese año prescindieron de Menchov y de mí en el Tour de Francia, cuando éramos los que salvábamos un poco en el Tour, porque él hacía una buena general y yo podía ganar alguna etapa.

Pero ellos querían apostar por los holandeses, y ese año… Fue el peor Tour de Rabobank. Luego llegó un nuevo mánager, que era empresario, y a todos los ciclistas nos quería ofertar la mitad de lo que cobrábamos. Duró ese año, el mánager. Yo me marché, Menchov también, muchos.

A mí me dio pena, porque con todos los años en Rabobank llegó uno de fuera, un empresario, y te medio echa. Green Edge ya no podía firmar, porque no tenía cupo para meter a más ciclistas, y llegó Katusha. Estaba Purito, estaba un grupo de cinco o seis españoles, y fui para allá. Un equipo de Rusia que al final era medio ruso y medio español.

Ese último año estás muy bien a nivel deportivo, se te ve cómodo… ¿Cómo te vas dando cuenta de que es el final? Dicho de otra forma, ¿Cómo afronta el ciclista ese día de la retirada?

Pues fue otra equivocación, tenía la idea de terminar ese año, porque era el Mundial en Valkenburg, donde fue en mi primer año, y dije… Eso y que ya empiezas a tener miedo con las caídas, tienes hijos, sabes que has hecho muchos años de profesional, sabes del riesgo, y piensas que seguir un año o dos más no te va a cambiar nada.

Pero luego vi que me equivoqué, tuve la mala suerte de caerme en el Tour, me rompí las costillas y no dio tiempo a hacer bien el Mundial. Y fue un año que hasta el Tour en la clasificación UCI, iba el tercero del mundo. No había conseguido triunfos importantes, aunque tenía unos resultados increíbles. Luego tuve la mala suerte de caer en el Tour, estaba muy bien porque iba pensando en las Olimpiadas, pero ya no pude recuperar, me hice un neumotórax y se tarda, es lo mismo que ha pasado con Vingegaard.

Cuando corrí la última carrera mantuve lo de retirarme, pero a los dos o tres años sí que pensaba… joder, pude haber seguido. Estaba corriendo muy cómodo, el nivel de ciclistas había bajado, no había grandes campeones…

¿Sí?

Los siguientes cuatro o cinco años el nivel bajó muchísimo, a nivel mundial no había grandes campeones. Estaba Sagan… van Avermaet, que había corrido conmigo, fue campeón olímpico, ganaba en el Tour, ganaba no sé qué… Y eran corredores de un nivel inferior, pero es que no había… Yo siempre lo dije, Sagan está ganando mucho ahora porque no hay nivel. Llegó a oídos de él, y se mosqueó un poco. Pero es que luego vienen van der Poel, van Aert, estos, y Sagan desaparece. A ver, desaparece también porque mentalmente cambia todo. Ahora sí hay campeones, ahora sí.

Óscar Freire

¿Y cómo aterriza alguien como tú en la otra vida? Llevas en esto casi desde los diez años, como quien dice.

Cambia mucho, porque no hay nada que te llene más. Cambias de vida completamente, no tienes ese aliciente por la recompensa, por la victoria, que es lo que has hecho siempre. Pero si tienes ilusión por las cosas… yo es que me ilusionaba con cualquier cosa, también siendo ciclista. Me iba a comprar una cámara de fotos y me miraba revistas, investigaba…

Eso me sigue pasando, cualquier tontería, cualquier cosa, y me encanta estudiar, disfrutar de esos momentos. Hay que tener ilusión con todo, hay gente que no cambia, no sabe que deja la bici y pasa a otra vida. Hay momentos muy complicados, eh, porque, hostias, lo que hacía yo sabía hacerlo, sabía hacerlo bien y, joder, era mi pasión. Yo tuve la suerte de ser ciclista, y es un privilegio.

Aquel primer año de retirado.

Se me pasó volando, ni me enteré.

¿Viste carreras por la tele?

No, no, es que no tenía tiempo, quería hacerlo todo. Quería ir a esquiar, quería…

Hiciste lo de los rallys.

Es eso, he tenido la suerte de hacer cosas que me gustaban y me las podía permitir, así que se me pasó volando. Después llega el tercer año y, hostia, ya notas que te falta algo, y ahí empieza el momento más duro, cómo me sitúo, qué hago. Todo eso no es fácil para un deportista. Ahora ya estoy más relacionado con el ciclismo, voy a la Vuelta a España con un sponsor, matas un poco ese gusanillo. Pero la competición, esa adrenalina… eso ya no lo matas.

¿Tú ves por la tele carreras y corriges a los ciclistas? ¿Te sigues visualizando?

Ya sabes que no eres ciclista. Muchas veces pienso que cómo me gustaría andar como andaba en aquella época, pero es que para eso te tienes que sacrificar mucho, y ahora ni aunque quieras puedes llegar a ese punto. Le daba poca importancia, yo salía con un amigo y le decía «tío, si vamos despacísimo», luego dejas la bici y… Me acuerdo de una anécdota… quedaba siempre con uno de Italia para entrenar, el típico machaca que hacía pruebas y demás.

Pues un día le digo «quedamos en esta subida», y él me pregunta si subo por lo duro, yo no sabía cuál será lo duro… Al siguiente año y medio, que no había salido en bici, vuelvo a quedar con él y me dice «quedamos donde la otra vez», empiezo a subir y… joder, si era duro, sí.

No me había fijado, porque cuando corrías en bici todos los repechos y todas estas cosas las subías sin darte cuenta, y ahora ves que ibas muy rápido, muy rápido sin notarlo. Cuando llega un cicloturista y dice «es que yo podía haber sido» él no es consciente de que es otro nivel, otro mundo. Yo entrenando en Hijas, por ejemplo…

¿A cuánto podías subir Hijas?

Yo a veintinueve lo que menos, detrás de la moto. Sin moto a veintiséis por hora. Ahora voy a diecisiete y mecagüendiez, aceleras para ponerte a veinticinco y duras diez metros, yo duro diez metros ahora. Y eso que todavía ando relativamente… Pero aun así es otro nivel.

¿Te vas de vacaciones y llevas la bici? Siento curiosidad de si has vuelto a subir el Tourmalet o algo, por ver el paisaje.

No, nunca, pero ni cuando corría. Mira, un grupo de amigos suelen ir a ver el Tour y tampoco me animan. El año pasado sí fui al Giro, y este año también me han llamado. Lo hice con la e-bike, por tema de spónsors, la etapa de Roma y tal. El año anterior estuve en Bolomitas y, bueno, fue una experiencia bonita, con la bici eléctrica y tal.

¿Y tú qué sientes con la bici eléctrica? Porque es prácticamente como ibas antes.

Yo lo veo un avance… a ver, a mí me gusta hacer deporte, y si salgo en bici es para mantenerme en forma.

¿Ves mucho ciclismo?

No, lo justo. Veo carreras de un día, que son bonitas de ver, el Tour algo, este Giro no he visto casi nada.

¿Te siguen gustando más las carreras de un día?

Depende de la situación de carrera, del momento… a veces me pilla por ahí fuera, que coinciden las carreras con pruebas de mi hijo, o con eventos que voy. Hasta finales de abril o mayo pasé prácticamente todos los fines de semana fuera de casa, coincidieron varias cosas.

¿Qué carrera crees que podías haber ganado y no ganaste?

Hay unas cuantas, pero la que más me hubiese gustado ganar era el Tour de Flandes, y no la gané.

Nunca tuviste demasiada suerte ahí.

No, y cuando mejor estaba, tuve… Un año andaba la tira y, buah, en la primera caída me pegué un trompazo con uno y nada. Luego otro año iba solo y me pillaron, porque tenía buen equipo el Quick Step entonces. Es una carrera que es importante conocerla, y yo no tenía esa experiencia. Pero tanto esa como una Olimpiada son cosas que me hubiese gustado ganar.

En un ranking histórico de ciclistas españoles, ¿dónde te pondrías?

Yo… a nivel mundial he visto una puntuación en la que estoy en el puesto cuarenta y nueve de toda la historia, no sé cómo lo valorará. De españoles no lo sé… ¿Cómo me valoraría? Es difícil, eh, porque Olano, por ejemplo, tiene un palmarés increíble, y hay gente que no lo valora, que no lo pondría ni entre los siete primeros. Es muy complicado… está claro que lo que ha hecho Indurain, esos cinco Tours; luego Valverde también ha hecho mucho, aunque no haya ganado el Tour, es un ciclista de la madre que lo parió; Contador también, no sé… Pues me pondría entre los cinco primeros, pero detrás de ellos (sonríe).

Te lo digo porque tú ves la gente que ha ganado tres veces San Remo, o la gente que ha ganado tres veces el Mundial, y son putas leyendas… estás ahí con unos nombres serios.

Yo me valoro, pero es que el Tour es la carrera más importante, y Miguel ganó cinco. Pero es complicado…

¿Has sido feliz como ciclista?

Sí, claro, mucho… Mucho, porque ha sido la mejor época de mi vida… nacieron mis hijos, una experiencia increíble vivir en Suiza, si volviera atrás me quedaría en Suiza. No por mí, sino por el futuro de mis hijos, teníamos amigos allí, pero es que mi mujer es de aquí, yo soy de aquí, teníamos la ilusión de volver cerca de la familia.

Y como persona, ¿has sido feliz?

Sí, sí, no me puedo quejar, he sido un afortunado de hacer lo que me gusta, dedicarme a lo que me gusta… Joder, mira todo lo que hay por ahí… Nosotros estamos bien de salud, de todo… Hay gente que se queja de cualquier chorrada, pero a mí me gusta mirar alrededor y… No me puedo quejar.

7 Comentarios

  1. Bastante encantado de conocerse la verdad, es un top 10 de españa? sin duda, pero no es un top 5

    • Beti Freire

      Con 3 mundiales, 3 San Remos, 4 etapas Tour, n etapas Vuelta y varias clásicas es uno de los deportistas más infravalorados por el «periodismo» deportivo. Claro que el ciclismo es uno de los deportes más infravalorados por el «periodismo» deportivo y se centran en lo que se centran.

      • Es infravalorado porque solo saben de futbol y de noticias tontas que se mueven alrededor del futbol, y no saben valorar lo que se esfuerza un ciclista para llegar a ser figura, no saben lo que es ganar un mundial, ni una San Remo, ni una etapa del Tour, pero sacan noticia de si un futbolista ha dormido bien o mal.

  2. En la época actual se le hubiera reconocido mas,pero en España solo nos interesaban las generales….y el ciclismo es mas amplio que solo el Tour o la Vuelta…un talento natural de los que salen uno cada 30 años
    Un top 5….no se ….3 mundiales…palabras mayores, yo creo que si

  3. Se me ha hecho corta la entrevista. Óscar es un tío normal, al que te encuentras en la carretera y hablas con él de cualquier cosa. Le conozco desde pequeñín.
    Una anécdota para que vean lo duro que es el ciclismo: Salí un sábado a rodar a las 9 de la mañana y me lo crucé, a las 12 llegué a casa y me lo volví a cruzar. A las tres de la tarde cogí la moto para ir a la playa y me lo volví a cruzar a 30 kilómetros de su casa.

    Sólo estaba preparando la Milán- San Remo (una de las tres que ganó, casi 300 kilómetros).

  4. Enhorabuena al entrevistador y al entrevistado. Pedazo entrevista.

  5. Oscar Freire nos dio a conocer un mundo nuevo cuando corría. Carreras de un día que eran más emocionantes que cualquier vuelta. 3 San Remo, palabras mayores, Cavendish solo pudo ganar una y Sagan ninguna. Top 5 seguro. Pena lo que cuenta de Rabobank, ganaría mucho dinero pero el sabe que se equivocó, se le nota en sus palabras. Aún así, muy grande!

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