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Markel Irizar: «Alcoholismo, suicidio, cáncer y violencia terrorista, mi historia tiene de todo, pero he intentado ser feliz, optimista»

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Markel Irizar

Los motes que le ponen a uno a lo largo de su vida suelen reflejar la manera en la que los demás ven a uno mismo. En el caso de Markel Irizar (Oñati, 1980), a lo largo de su vida ha tenido dos muy descriptivos. Sus compañeros en categoría sub-23 le llamaron Bizipoz, una palabra en euskera que se traduciría como Alegría de vivir. Años más tarde, Lance Armstrong le puso el sobrenombre de Radio Vasca por su capacidad inagotable de hablar. La identidad euskalduna, presente en ambos motes, la verborrea y la alegría de vivir forman un perfil que describe bastante bien a Markel.

Fue un ciclista con resultados discretos. Uno de esos gregarios que hace carrera sacrificándose en beneficio del líder y rara vez sube al podio. Precisamente, una de las veces en que lo hizo fue el día de su despedida en la Clásica de San Sebastián, para recibir el cariño de la afición y como él dice, hacerle sentir lo que sienten los gallos, sin ser uno de ellos.

Ahora Markel trabaja como ojeador del equipo Lidl-Trek, el mismo con el que disputó sus últimas diez temporadas como ciclista. Nos recibe en su casa, en la cafetería Bizipoz del centro de Oñati, rodeado de un maillot amarillo, otro arco iris y una maglia rosa, entre otros regalos de compañeros suyos. Acaba de volver de las clásicas del norte en las que han brillado las italianas Elisa Longo Borghini y Elisa Balsamo o el danés Mads Pedersen, todos ellos del Lidl-Trek. Empezamos hablando del presente de su equipo, para luego repasar una historia personal que bien podría dar para una película.

¿Cómo ha ido la temporada de clásicas?

La verdad es que ha ido muy, muy bien para nuestros tres equipos; el World Tour chicos, World Tour chicas y el Devo (equipo de desarrollo). Con el Devo conseguimos ganar Olympia Tour, Youngster y París-Roubaix, así que de lujo. Con las chicas superbien también, siendo primera y tercera en Flandes, segunda en Roubaix…

El año pasado fue complicado para las chicas, porque Ellen (van Dijk) estaba embarazada, por caídas, lesiones… Pero este año nos está saliendo todo muy bien. Y con los chicos creo que es el año que mejor estamos.

A nivel individual, Mathieu es, con diferencia, el más fuerte, pero como escuadra creo que hemos sido los más fuertes. La pena ha sido la caída en Dwars door Vlaanderen, tres días antes de Flandes, que arruinó un poco nuestra temporada de clásicas. Pero, como bloque, lo hemos hecho muy, muy bien; los chicos han demostrado que han subido un peldaño y estando tan fuertes, hasta se podría soñar con hacerle frente a un supervan der Poel.

¿Cuando eras niño te imaginabas que terminarías en el cuerpo técnico de un equipo ciclista?

No, es la segunda parte del sueño. Cuando era crío lo primero era ser ciclista y no pensaba más allá. Y si hubiese pensado más allá, probablemente no hubiese montado la cafetería. La monté por si al dejar la bici no me apetecía viajar o a los niños y a Alaitz les costaba mucho que yo estuviera fuera.

Me saqué el título de director a los 37 años, por si acaso, sin mucha idea, porque tampoco me veía mucho en eso. Empecé de scouting casi a lo tonto y ahora creo que, después de ser ciclista, es lo que más me gusta con diferencia; el scouting y poder hacerlo aquí. Llevo muchos años en esta estructura y si tuviera que cambiar de equipo, me costaría.

Se hace mucho más fácil la transición a un equipo en el que has estado muchos años y a estas alturas, conozco la casa de arriba a abajo, no solo el equipo ciclista, sino también la empresa. Por el momento tengo la motivación muy alta y ahora mismo creo que sentiría un vacío grande si me faltara esto. Soy un apasionado, un friqui del ciclismo. Lo he sido desde niño y los años pasan, nos salen canas, pero la pasión sigue ahí intacta.

¿Cómo fue tu infancia en Oñati?

Fue una infancia dura, con una coyuntura familiar difícil. Con un aita con problemas de alcohol, sin hermanos… La ama trabajaba mucho porque no tenía más remedio, tenía que sujetar todo aquello. Un ambiente familiar complicado en ese aspecto, por los problemas del aita. Con un apoyo muy grande del aitaita y la amama, los padres de mi ama. Porque me he criado en su casa, con mi amama Bixenta, que era mi madrina.

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Aquella casa me evadía de los problemas que podía tener con el aita y muchas veces, si discutía con él, me iba a casa del aitaita y la amama. Ellos y mi tío Txus me daban lo que necesitaba: tranquilidad y cariño. Me siento afortunado de haber tenido unos abuelos así.

Mi abuelo era muy metódico, ordenado. Un tío muy inteligente. Y mi amama era todo lo contrario, era cariño a chorros. Siempre digo que la gente da cariño como sale café de una Nespresso y mi amama daba como sale agua de las mangueras de los bomberos.

Me hacía sentirme muy especial y la recuerdo con mucho cariño. Eso lo llevo muy adentro y creo que el cariño que yo les doy ahora a mis hijos viene de la amama. Era muy disfrutona y me ha transmitido ese disfrutar de la vida. Igual que mi tía Marijo, que falleció de cáncer hace dos años y también era muy disfrutona.

La amama siempre decía que no había tenido la suerte de ir a la escuela, que no había aprendido nada, pero yo creo que, lo más importante en la vida, lo tenía en cum laude, que era ser feliz, ayudar a tu gente, hacer familia…

¿Tienes recuerdo de cuando aprendes a andar en bici?

La afición al ciclismo me viene del aita, pero todo el tema de aprender a andar, limpiar la bici y todo eso me lo enseñó el aitaita en casa de mis abuelos. Tuve una bici de carreras pequeñita, que me trajo el aita.

La ropa del equipo Zahor me trajo también, porque él solía ir con el equipo. Luego ya, cuando empecé a correr carreras, desde el minuto uno empecé muy en serio. En cadete de segunda me cuidaba la hostia, y entrenaba muy en serio. Tenía superclaro que quería ser ciclista y me sacrifiqué un montón.

¿Qué vínculo teníais con el equipo Zahor?

La afición por el Zahor me viene porque la empresa antes era de una familia de Oñati, los Egaña. Mi aita era muy amigo de José Ignacio Egaña y yo solía ir a la presentación del equipo, tenía la ropa del Zahor… Pero empecé a competir en el Lizarralde Kirolak, que, casualidad, era dealer de Trek (la marca de bicis que patrocina a su equipo desde hace 15 años) y tenía una bici de carbono en la tienda.

Pasé un montón de horas en ese escaparate. En ese momento andábamos supermal de pasta y pensaba «algún día tendré una bici como esa». Hace poco, estaba en Trek y ellos me decían «Markel, tienes que conseguir esa bici». Llamando a uno, llamando a otro y a otro, la conseguimos. La compré y ahora la tengo en casa.

Imagino que esa bici, a nivel técnico, estará superadísima ya.

Bueno, era una de las primeras bicis de carbono. En ese momento era un bicicletón. Parece una historia de Netflix, pero es la nuestra, es la que nos ha tocado vivir.

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Esta bici que hay aquí (colgada en la cafetería Bizipoz) también tiene su historia. 

Sí. Mi amama era de un caserío y hasta que se casaron entregaban el sueldo en casa. Cuando se casaron se fueron a Olabarrieta, a casa de una tía que estaba soltera. Claro, no tenían nada, porque todo lo entregaban en casa y con su primer sueldo se compraron esa bicicleta.

Los dos trabajaban en Garay, una fábrica que todavía existe y mi abuela iba en la parrilla y mi aitaita daba pedales. Esta bici tiene un año más que mi ama.

Mi aitaita siempre me decía «Ay mutikoa! Cuando yo muera te dejaré la bici en herencia» y yo le decía «Aitaita, algún día algo tendré. Una cafetería, un restaurante… alguna hostia haré y ya voy a colgar la bici». Eso lo decíamos, no había nada escrito, pero cuando mis abuelos fallecieron, mis primos me decían: «Markel, esa bici es tuya. La tienes que colgar». Me la quedé y solo la limpié, ni la quise restaurar.

Es una bici que tendrá, creo que 67-68 años. En realidad la bici en sí es lo de menos, lo que importa es lo que hay detrás. Las horas que pasaste con los aitonas, lo que te han cuidado, lo que te han transmitido… Cuando yo corría, mis aitaitas iban a todas las carreras, ¡a todas!

Me acuerdo de que mi aitaita iba siempre con una gorra verde de la selección de Euskadi y mi amama llevaba comida para medio pelotón; le conocía todo dios. Tengo muchas imágenes de ver a mis aitaitas en las carreras y ¡buah, es un subidón! Creo que lo disfrutaron mucho y de todas las horas que pasamos juntos, creo que ellos también recibieron mucho de mí. Ellos sabían lo que les he querido.

Cuando fallecieron yo no quería que la casa saliese de la familia y le animé a una prima mía. Le decía «¡Maialen, tienes que coger esta casa!» y ahora viven allí ella y su marido y para mí es una satisfacción. Si tengo algún cross o así, como está más cerca, voy a su casa a ducharme y siempre le digo «Maialen, las escrituras de esta casa dicen que es tuya, pero es la casa de la amama para siempre».

¿Desde el principio te planteaste el objetivo de llegar a profesionales?

¡Exagerado! ¡A tope! Desde el principio me cuidaba mucho, hacía dieta… Por ejemplo, a una profesora mía el primer año le dije «Lourdes, no voy a ir a la excursión. Tengo una carrera en Zarautz, que me tengo que clasificar en la crono y no puedo ir». Me dijo que me tenía que poner un trabajo y le contesté «pónmelo, pero yo no puedo ir».

¿Qué edad tenías entonces?

Diecisiete. Por ejemplo, hice un módulo de montaje y mantenimiento y podía faltar solo al 10% de las clases. Yo hacía al principio del año el cálculo de cuánto podía faltar para poder entrenar. Les decía a mis profesores «mañana tengo que salir del taller a las tres».

Me decían «¡Pero Markel!» y yo «No, no, yo voy a ser ciclista. Lo tengo bien calculado, puedo fallar X horas». Luego mis profesores del módulo han sido mis mayores fans. O sea, me han seguido a un montón de carreras.

Tengo una relación de la hostia con ellos. Mira, el domingo me encontré con Joxu en el aeropuerto, que, casualidad, su hermana me dio clase de inglés aquí en el insti y él siempre me dice «te va a valer mucho más el inglés de mi hermana que lo que te enseñe yo de neumática».

¿De dónde nacía una motivación tan clara? Para cualquier niño puede ser una ilusión, pero no es muy habitual tener la fijación de ser ciclista profesional.

Yo creo que de que todo lo que me rodeaba era difícil. O sea, yo tenía una vida muy diferente a lo que es el estándar. Yo ahora tengo chavales. Uno de 17 años, otro de 14 y otro que va a hacer 12 y tienen una vida mucho más soft. Yo he tenido que aprender a base de palos y creo que tenía dos caminos, o liarme o ser txintxo (formal en euskera) y bastante tenía mi madre como para que la liara yo más.

Y bueno, pues la verdad es que opté por ir fino. Era buen estudiante y creo que pocos disgustos les daba a mis padres. Mi madre siempre me dice, «es que yo nunca he estado una noche sin dormir por ti». Y bueno, la verdad es que tuve que madurar a palos y creo que maduré rápido.

¿Siempre has sido tan responsable?

Sí, porque no tenía a nadie más tampoco. Me acuerdo de que una vez vino mi tío Txutxi, uno de los hermanos de mi aita, a explicarme lo que era Alcohólicos Anónimos cuando yo tendría 13 años. Entonces, al final, las circunstancias te hacen adaptarte a lo que te viene y para los 14 años era muy maduro.

Mis padres tenían una oficina que luego iba como el culo y la tuvimos que vender. Y yo me acuerdo de ir yendo en coche a vaciar la oficina. Tendría 14 años y yo la estaba vaciando para venderla, porque sabía que, si no, íbamos a perder la casa. Entonces, al final, eso evidentemente te marca. Como saber que la amama nos salvó mil veces. Bueno, la amama nos ha ayudado un montón en todos los aspectos: en cuidarnos, en el aspecto emocional, económico…

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Y para mí luego fue una satisfacción. A mí me fui bien en el ciclismo y luego he estado ahí también para lo que haya necesitado mi amama. La verdad es que, al final, ha sido un dar y recibir. Eso también ha hecho que tengamos una relación muy estrecha, tanto con la familia de mi aita, como con la de mi ama.

¿La voluntad de llegar a ser ciclista profesional venía de una afición por el deporte o también era un aliciente el dinero que se gan? ¿Lo veías como una solución a todos esos problemas?

No, no, Era, un poco, una vía de escape también. Necesito canalizar mi energía. Antes corría a pie, por ejemplo. Nunca pensé en el dinero. Ahora mismo, los días que alguien falla vengo a la cafetería a trabajar y si hiciera falta, haría cualquier cosa. Aprendería y haría cualquier cosa.

No se me caen los anillos por hacer nada. Es verdad que vivo bien, pero no tengo pretensiones de tener grandes cosas. No sé. Me gusta mucho esquiar, ¡exagerado! Me gusta andar en bici, me gusta correr, pero no necesito mucho más. Y mis chavales también son bastante austeros. O sea, me ha ido bien como ciclista y me está yendo muy bien. Entonces, mis hijos están en una situación cien veces mejor a la que tenía yo como chaval.

Pero la motivación era más de… challenge, ¿no? Hace tres semanas he hecho una prueba de esquí para la que no estaba preparado, realmente es la prueba más dura de esquí. Y dices… ¿por qué más? Pues ese el challenge; es el reto de testearme a mí mismo y decir ¿sigo siendo duro o ya soy un blandengue?

Necesito saber que la grinta (empuje, coraje en italiano) que me ha hecho salir para adelante la sigo teniendo y me gustaría trasladársela a mis hijos. Ellos son conscientes de que el aita tiene mentalidad dura.

Creo que esa mentalidad luchadora, ese tirar para adelante, me ha hecho superar todos los baches que he tenido. Creo que ha sido un aprendizaje y probablemente, ahora valore las cosas mucho más. Siempre digo que es complicado trasladarles eso a mis hijos, porque ellos tienen una vida mucho más confortable de la que tuve yo.

En ese aspecto, yo viajo mucho, pero mi mujer ha hecho un muy buen trabajo y la verdad es que estoy supercontento con las personas que son. Está mal decirlo, pero son de perfil superbajo, son humildes, son comprometidos, que para mí es importante.

Son amigos de sus amigos y yo no les pido más. Yo no quiero que sean ni ingenieros, ni directivos, ni nada… Yo quiero que sean colegas de sus colegas, gente de perfil bajo, empáticos… Y lo son. Así que, objetivo cumplido. Si siguen así, objetivo cumplido.

Me has recordado a una frase de un escritor argentino, Roberto Fontanarrosa. Cuando le preguntaron qué le pedía a su hijo, respondió «que sus amigos sonrían cuando le vean llegar».

Claro. No sé a quién le escuche decir «no me digas quién eres, solo preséntame a tus hijos». Para mí esa es tu carta de presentación. Si, con todo lo que has hecho, luego has criado tres desgraciados, con todos los respetos, pues no lo has hecho muy bien.

No me importa si has ganado ocho ligas o veintitrés no sé qué, no lo has hecho bien. Yo como ciclista no he sido nada del otro mundo, pero lo que soy como persona se traslada a lo que he sido capaz de transmitir; lo que he recibido de mis aitas, de mis abuelos y lo que soy capaz de transmitir a mis hijos.

Y sí, igual en X tiempo te digo que no, pero ahora estoy supercontento, supercontento con los chavales que tengo. Tenemos una frase escrita en casa:  Bizitzako altxor garrantzitsuenak lagunak eta familia dira, zaindu ditzagun (los tesoros más importantes de la vida son los amigos y la familia, cuídemolos). Para mí eso es fundamental.

¿Tu aita tenía una personalidad similar a la tuya?

Sí, igual. El mayor fallo que hizo mi aita, bueno, el mayor fallo, al final yo lo veo como una enfermedad, pero fue la liada que se pegó con el alcohol. Pero, yo creo que físicamente, genéticamente, cuerpo, forma de ser… yo soy un clon del aita, sí.

Lo que pasa es que, bueno, mi aita se lio, pero era un tío con mucha cultura y no digo que yo la tenga, pero leía mucho. Siempre me decía: «Markel, tú no puedes leer lo que tú creas, tienes que leer lo que tú creas y justo lo contrario, para ver desde qué perspectiva ven otros las cosas y entender la realidad».

Por ejemplo, a nivel político, tú no puedes leer solo el Gara, si lees el Gara tienes que leer justo lo contrario, para saber la foto desde dónde es. Él compraba Gara y El Diario Vasco. Los dos compraba y leía los dos.

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Hablaba francés e inglés. Estuvo de cura y por eso se pudo sacar dos carreras. Quiero decir que era una persona inquieta, tenía don de gentes y le daba a la cabeza. Lo que pasa es que, ese don de gentes, cuando él estaba bien, la oficina fue como un tiro, porque era un máquina y eso mismo le llevó a una vida que no era la ideal.

En aquel entonces yo creo que los negocios también se hacían mucho a base de gin-tonic, de barra, de comida… y ahora yo creo que ha cambiado un poco. Y bueno, pues eso le perdió.

El día pasado lo hablaba con mi tío. Mis abuelos mandaron de cura a mi aita y estuvo seis años ahí amargado y me decía mi tío que salió con ansia de comerse el mundo. Me decía «yo creo que, probablemente, los años que pasó de cura le marcaron».

Estaba estudiando y al menos tenía pasta. Pero yo creo que ahí le marcó, para él fue como una cárcel. A mí me transmitió todo el ateísmo. Todo el odio al catolicismo, mira, eso me lo ha transmitido él (risas).

Te he oído decir que tu aita intentó daros tranquilidad con el suicidio.

Sí, es duro decirlo así, pero yo creo que al final ya se dio cuenta y pensó «como siga así a estos les voy a reventar». Quiero pensar que fue así, nunca lo he analizado mucho y tampoco he hecho terapia sobre eso. Es una conclusión que he sacado yo para poder seguir viviendo.

Entiendo ese punto de vista, porque tomando una decisión así quitas el problema, pero, al mismo tiempo, dejas un peso muy grande.

Sí, pero yo creo que es de la desesperación también. Yo creo que no estaba meditado. Creo que es un día que estás cascado, se te va la olla y dices hasta aquí hemos llegado. Una persona que está en su sano juicio valora, sabe sus contras, pero llega un momento que no eres capaz de hacer eso, o sea, ese instinto racional no lo controlas.

Dices, hasta aquí hemos llegado, pim, pam, voy y me piro. Entonces, creo que fue un momento de agobio, de desesperación. Que mucha gente habremos estado en ese punto, desesperados, con ansiedad y tal y la gente lo gestiona de otra manera, pero él no lo supo gestionar y ya está.

Mucha gente me dice, pero lo estás justificando. Mucha gente me ha criticado y yo digo «no, yo lo vivo así, pero ese es el relato mío». O sea, yo no generalizo. Cuando cuento mi relato, cuento el mío. Hay mucha gente que ha sufrido y cada uno lo sufre a su manera. Yo respeto mucho.

Con los años, que ahora ya tengo una edad, he viajado un montón, he conocido gente superdiferente, creo que me he hecho mucho más tolerante. Sé entender perspectivas de la vida muy diferentes de la mía. Yo siempre le digo a la gente con la que tengo que trabajar: ¡si no nos piden casarnos, joder!

Si tenemos que trabajar ocho horas juntos, vamos a hacerlo bien y ¡a tomar por saco! Si yo estoy casado con Alaitz y espero seguir con ella. Quiero decir, que al final creo que he aprendido a vivir con mentalidades superdiferentes. Me voy a poner a entender cómo este piensa tan diferente a mí, por qué. Empiezo a analizar, este se crio así, este ha tenido una educación así, es normal qué piense de esta manera. Ese ejercicio lo hago mucho.

Vamos a volver al ciclismo. ¿Desde que empezaste a correr se te daba bien?

El primer año que corrí no gané, pero andaba bien. Luego, el primer año de junior gané en Lazkao Mendi y fui con la selección a la Clásica de los Alpes. Ya el segundo año de juvenil fui campeón de Guipúzcoa, campeón de Euskadi, gané la Vuelta a Guipúzcoa con cuatro minutos de ventaja, gané la montaña, metas volantes, una etapa y la general. Hice segundo en el pre-mundial, cuarto en el campeonato de España. Ahí andaba mucho.

Por esas fechas le diagnosticaron un cáncer a Lance Armstrong y decidiste escribirle una carta. ¿Por qué tomaste esa decisión?

Como mi madre trabajaba mucho, yo pasaba mucho tiempo con mi amama y ella había perdido una niña por cáncer de huesos. Desde que murió la tía Lourdes nunca fue la misma. Entonces, todo el tema del cáncer  lo he tenido muy presente y cuando vi la historia de Armstrong, me salió escribirle una carta, probablemente porque mi amama me había transmitido todo ese dolor de perder a una niña joven.

Tuvo que ir a Madrid para estar con ella en el hospital Puerta de Hierro, un hospital privado que casi no podía pagar. Se murió la chavala y dejó un cohete del copón, que mi aitaita tuvo que estar trabajando ocho horas en una fábrica y cuatro más en otra para poder pagarlo. Todo eso mi amama y mi aitaita lo tenían muy dentro y al pasar tanto tiempo con ellos, gota a gota, fue calándome.

¿Hasta qué punto ese compromiso que demuestras es consecuencia de todo lo que has vivido?

Como te he dicho,  he tenido una infancia dura. Quiero decir, mi padre estaba liado, pero luego he tenido unos abuelos top. Y por mi ama también, ¿qué te voy a decir? Si no fuese por mi ama… Pero yo creo que, gran parte de lo que soy, es gracias a mis abuelos también.

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Mi amama, siempre digo que me hizo sentirme especial. Cada vez que entraba a aquella casa, mi amama me lo dejaba claro. Yo tengo más primos y me llevo exageradamente bien. Hemos estado ahora todos los Aramburus en las clásicas. Todos. Hemos cogido una casa en Flandes todos los primos y ha sido de locos. Somos una piña y ellos me dicen, «¡cabrón, la amama siempre te quería más a ti!»

Y me pasa lo mismo con mi mujer. Alaitz también perdió a su aita, es víctima del terrorismo. Y cuando vivía la amama Visi y veía a Alaitz, se paraba el mundo. Creo que Alaitz y yo hemos tenido una vida muy dura, en este caso por parte de los aitas.

Hemos tenido unas madres muy currelas y hemos tenido unas amamas hors catégorie, las mejores. Entonces, nos han marcado mucho a los dos. Y yo creo que, lo que somos, es mucho gracias a las amamas. A las horas que han metido con nosotros, a ese cariño, a los valores…

¿Crees que las víctimas del GAL han tenido un tratamiento igual a otras víctimas?

Lo he hablado con otras víctimas, en este caso víctimas de atentados de ETA y creo que nosotros hemos tenido, vamos a decir, cobertura social y no de las instituciones. Nosotros, me duele hablarlo, pero nosotros estamos indemnizados al 50%. A Alaitz le mataron al aita cuando ella tenía cuatro años y 16 años más tarde, le otorgaron la condición de víctima del terrorismo.

Hasta hace poco, que hemos perdido en Estrasburgo, ellos se acogían a la hora de indemnizar a no valorarla igual, porque decían que era perteneciente a banda armada. Nosotros decíamos que no y han intentado defender que estuvo detenido en una manifestación en Eskoriatza, que era de LAB y tal y cual.

Entonces, aparte del dolor causado por haber perdido al aita, ves que todavía, 30 y pico años más tarde, se siguen gastando la pasta en abogados para no conceder una indemnización. O sea, no dicen «mira, teníamos una presión del copón, tomamos una decisión, no fue buena y lo sentimos mucho». El tema es que van a Estrasburgo, apelan… Hay cero arrepentimiento. La situación es esa.

Yo, sinceramente, tengo relación con otro tipo de víctimas también y lo he hablado. Lo bueno es que creo que no les hemos pasado a nuestros hijos un mensaje de odio para nada. Les hemos contado cómo ha sido, que eso nunca tenía que haber sucedido por ninguna parte.

Para mí no hay víctimas de primera y de segunda, el sufrimiento es sufrimiento. Y ya está. Yo lo veo así y, sinceramente, las instituciones no han estado a la altura y lo siento con dolor.

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Hace dos semanas le hicieron un homenaje al padre de Alaitz, porque se cumplían 40 años del asesinato. Fue Alaitz con los niños, yo estaba afuera y hasta ahora nunca habíamos participado en estas cosas.

Creo que muchas veces se politiza a las víctimas y el relato que tenemos que contar a las siguientes generaciones es qué hicimos mal y qué tenemos que aprender. Pero sí que es verdad que es doloroso que te categoricen.

Tú puedes decir a nivel social una cosa, pero a nivel político, institucional, tienes una responsabilidad, porque tú eres Estado, eres país, eres Gobierno Vasco, eres Diputación y no han estado a la altura. Y que no se me politice, yo lo digo como un sentimiento familiar. No han estado a la altura, ni lo siguen estando.

Pero bueno, nosotros no vivimos desde el rencor, vivimos desde el relato de que la vida nos ha sido dura, pero también nos ha hecho fuertes. La vida nos ha quitado a los aitas, nos ha dado a otros chavales superbuenos, pues hay que disfrutar de ellos y ya está.

Ellos, además, no tienen la culpa de lo que hizo mi padre o de lo que le pasó al aita de Alaitz. Ellos no pueden vivir con esa mochila. Ellos tienen que ser libres, hacer su vida, disfrutar. Les va a marcar ese relato de dolor ahí en casa. Pero yo creo que hemos hecho, sobre todo Alaitz, ha hecho un buen trabajo desde el cariño, desde el aprendizaje, desde la empatía.

¿Crees que ahora se vive mejor en Euskadi?

Sí, creo que sí se vive mejor. Todavía hay mucho trabajo por hacer y probablemente, gente como nosotros tenemos un poquito que decir. Igual, las víctimas, gente que ha sido parte de todo el conflicto, podemos aportar, si queremos construir.

Si queremos decir tu culpa fue mayor o mi dolor es más y lo tuyo estuvo peor, ahí no vamos a ningún lado, mejor que nos mantengamos a un lado y que dejemos paso a otra generación. Lo que tenemos que hacer es decir yo he sufrido esto, lo he vivido así, pero ahora viene otra oportunidad, viene otra generación.

Cada uno tiene todo el derecho del mundo a transmitir el dolor como corresponde, como lo siente, pero ni la madre de Alaitz nos ha transmitido eso a nosotros, ni nosotros a nuestros hijos y estoy superorgulloso de eso. De hacerlo así, desde el cariño. De saber gestionar ese dolor y gestionarlo a nuestra manera y con cero odio.

Cuando estabas en el equipo Olarra, preparándote para ser ciclista profesional, te detectan un cáncer. En ese momento Madariaga te había dicho que contaban contigo para pasar al año siguiente a Euskaltel.

Sí, antes del cáncer me dijo que iba a pasar a profesionales. Luego se lo comenté y me dijo «mira, si te recuperas y estás a tu nivel, yo te sigo pasando. Te mantengo la palabra». Entonces,  me agarré a eso y cumplió su palabra. Y mira, han pasado 20 años y me reía el día pasado cuando me lo encontré.

Le decía «joder, hace 20 años estaba aquí firmando mi primer contrato». Estoy contento de seguir manteniendo la relación con él. Siempre me da unos abrazos de la hostia. «¡Caguendios! Tú nunca te olvidas» me decía y no, yo no me voy a olvidar de la gente que se ha portado bien conmigo. Tanto él como Kepa Zelaia, que me trajo a Radioshack o José Luis, mi entrenador de toda la vida.

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Cuando te detectan el cáncer también hablaste con Alaitz y lo ofreciste terminar la relación, que entendías si lo quería así. Por lo que cuentas, me da la sensación de que sois muy parecidos Alaitz y tú.

¡Buah, Alaitz me da mil vueltas! Es una persona superracional, superordenada. ¡Exageradamente goxua (dulce en euskera), exageradamente goxua! Mil veces he tenido que oír «qué suerte tienes de tener esa mujer». Antes me molestaba y pensaba ¿tan malo seré?

En muchas cosas somos diferentes. A nivel de hobbies, de forma de pensar, yo soy más enérgico. Ella es mucho más tranquila y ahí creo que las energías se ordenan un poquito. Pero, en la forma de ver la vida, yo creo que somos bastante parecidos.

Te lo decía porque, cuando tú le ofreces terminar la relación y ella te dice «vamos con todo en equipo», toma una decisión que implica una responsabilidad muy grande.

Pero ahí se da otra situación. Las cosas no son porque sí. Alaitz viene de una situación en la que su ama se quedó viuda, se quedó en el caserío con su madre, sus hermanos y con una hija. La madre trabajaba de noche en el hospital y hasta que Alaitz cumplió veinte años, no le concedieron la condición de víctima del terrorismo.

Como trabajaba de noche, Alaitz dormía con su amama. También se ha criado con ella y Maixabel, la madre de Alaitz, es… Nunca he conocido nadie tan concurrente, tan consecuente, tan comprometida y que dé tanto por los demás como mi suegra. Nadie. Y, con todo lo que he viajado, no creo que me vayan a presentar a nadie como ella.

Entonces, Alaitz tiene en casa un líder que tiene un peso mayor que todo el caserío junto. Maixabel es de dar, dar, dar, solo dar y Alaitz está acostumbrada también a dar mucho y ese compromiso que tiene hacia mí, hacia la familia, en su trabajo mismo, ¡buf! Es muy bestia. Hasta el punto de reventar de estrés antes que no ser comprometida en su trabajo.

Cuando estabas metido en tu batalla contra el cáncer, recibiste una carta de Armstrong, que en ese momento estaba en lo más alto del ciclismo. ¿Qué supuso para ti?

Fue un subidón. Yo, que soy un pringado y no tengo tiempo para nada, lo que no sé es cómo sacó tiempo él para escribirme a mí. Fue un detallazo. Lance, tenía un montón de cosas malas y las tendrá, no digo que no, pero conmigo se portó muy bien. O sea, que yo solo puedo hablar bien. Luego me dirás «¿pero cómo puedes decir eso?». No, no, yo no estoy aquí para juzgar a nadie.

Yo solo digo que conmigo se portó muy bien. Yo le tengo que estar agradecido. Y yo no me puedo hacer responsable de si todo lo que ha hecho una persona ha sido perfecto. Pues no, yo tampoco lo he hecho perfecto. Pero yo tengo que hablar de mi relato, de cómo se ha portado conmigo.

Armstrong es una persona a la que no le tengo mucha estima, pero también creo que se es muy injusto con él.

Sí, es verdad. En el caso de Lance, es verdad que él ha tenido la vida que ha tenido, una vida complicada. Desde la mentalidad americana, que también hay que verlo desde esa mentalidad. Un tío que sale de la nada y que se siente indestructible. Muchas veces tienes que pelear tanto en una sociedad tan voraz como la americana, que ya eres una máquina de triturar y Lance era un triturador.

Pero era muy amigo de sus amigos. O sea, era con él o contra él y los que estaban con él los defendía a muerte y con los que estaban contra él también iba a muerte. Creo que cometió errores y creo que se dio cuenta, pero, en el fondo, creo que es buena gente.

Markel Irizar

Ha tenido muchos detalles con mucha gente, feos también, pero sólo salen los feos. Por ejemplo, lo que está haciendo ahora con Ullrich, otro no lo haría. En ese aspecto, creo que es diferente.

Cuando te detectaron el tumor, ¿viste en riesgo la posibilidad de ser ciclista profesional?

Sí, yo creo que tenía dos miedos: el ser ciclista y otro, el ser aita. Tenía un poquito de obsesión y bueno, peleé todo lo que pude. El ser ciclista se lo debo a Miguel, que me respetó y me echó una mano y el ser aita se lo debo a Alaitz, que me respetó y me ayudó.

Entonces, yo al final iba a cañón, necesitaba retos. Acabé la quimioterapia el 1 de febrero, en mayo me pilló un coche y el 3 de junio, el día de las bodas de plata de mis padres, gané mi primera carrera, el campeonato de Guipúzcoa de contrarreloj.

Al final, sí, creo que he tenido siempre carácter de luchador, de fighter. Y bueno, un poco de grinta también; los italianos dicen un poco de grinta, un poco de casta, ¿no? Y está mal decir, pero creo que de casta siempre he andado bien. Eso me han dejado en herencia y mi padre también era duro, eso me viene de ahí. Los Irizar son duros para eso.

Te he escuchado hablar muy bien de los médicos que te atendieron y es algo que también he oído a otras personas que han pasado por una situación similar.

Al final, creo que mi forma de ver la vida va también con mi visión de la sociedad. Por ejemplo, en el equipo tenemos el debate de los impuestos y mucha gente vive en paraísos fiscales para no tributar. A mí me toca tributar como persona física, encima trabajo en el extranjero y aquí tengo otra actividad económica.

Está claro que la carga fiscal que tengo es la que es, pero yo no puedo defender otra cosa. Yo tuve una pensión de orfandad cuando mi aita se murió, he tenido un cáncer que Osakidetza (Servicio Vasco de Salud) me ha curado y me ha pagado gracias a que era deportista promesa.

Siempre pienso que va a haber otro Markel Irizar por ahí al que las circunstancias no le sean favorables y no tiene la culpa de que los padres vengan de donde vengan. Creo que el sistema tiene que defender a esa gente que lo quiere hacer bien. ¿Que luego hay gente que no lo quiere hacer bien? Pues la verdad es que sí y esa gente se queda un poco apartada de la sociedad cuando las circunstancias no te ayudan.

A mí la vida me dio caña, a nivel económico estaba muy jodido y el sistema me defendió. Por eso pienso que  tengo que contribuir a que a alguien, por lo menos a alguien que quiera salir, aunque esté jodido, el sistema le eche una mano. Y yo no soy el ciudadano perfecto, ni mucho menos, pero por eso soy un defensor de Osakidetza. ¡Y tengo un seguro privado ahora!

Pero defiendo que quien tenga unos recursos más limitados, tenga derecho a defenderse ante un problema de salud, de educación, de formación… Yo creo que no debería condicionar tanto el hijo de quien eres para poder ir para adelante en la vida.

Una vez que has superado el cáncer y Madariaga te confirma que vas a entrar en Euskaltel, ¿la sensación fue «lo he conseguido» o fue más «ahora esto empieza de verdad»?

No, fue lo he conseguido. Pero es verdad que ahora te das cuenta de que tienes que pensar al revés: ahora empieza todo esto. Fue lo he conseguido porque mi meta era esa.

Tampoco creo que te conformaras con eso.

No, no, para nada. Pero el primer objetivo era llegar. Ya lo hemos hecho, ¡a tomar por culo! Fue un año complicado, pero ya lo tenemos. Tienes la oportunidad, ahora para adelante. Creo que he intentado aprovechar mis oportunidades, he encontrado mi camino y ahora aquí estoy.

Ahora me siento muy cómodo hablando de todo esto y es una gallada esto que voy a decir, pero hablo desde la confianza de que me ha salido bien casi todo lo que me he planteado. Le solía decir a mi abuelo que tendría algo y aquí está, tengo esta cafetería.

Tenía claro que iba a tener una familia amplia, nos quedamos solo en tres, pero bueno. He conseguido trabajar en lo que me gusta, tengo una mujer que es una pasada, tengo salud y solo necesito un poco de nieve y una bicicleta, no necesito nada más.

En 2004 entraste, por fin, en Euskaltel. ¿Qué significaba para ti ese equipo? Te lo digo también porque era un equipo muy identificado con el Gobierno Vasco y el PNV. No sé si los corredores llegabais a sentir eso.

Sí, eso era así y lo digo así, intentando meterme lo menos posible en política. Es verdad que Euskatel estaba muy politizado. En las instituciones estaban ellos, pero tienen que ser representantes de todos los euskaldunes, y en Euskadi hay otras diversidades, otras formas de pensar también.

No sé cómo decirte… ¿La real es del PNV, de Bildu o del PSOE? La Real tiene que ser la Real. Al final nadie tiene la verdad absoluta. Algunos van bien en unas cosas, hay otros que van mejor, hay alguno que, para mí, no van bien en nada, pero bueno.

Yo intentaba mantenerme al margen, porque estábamos vendiendo país ahí, el país de todos y de todas. El equipo representaba a todos. Es verdad que estaba el PNV. Euskaltel puso pasta, entonces estaba Ardanza.

Markel Irizar

Y luego el lehendakari era Ibarretxe, que considero que fue el lehendakari que más unió a los euskaldunes, el que más cerca tuvo a todos los euskaldunes, de todos los puntos diferentes. Cuando estaba en el equipo me tocó tratar mucho con él y a mí me parecía un tío top.

¿Es el que más cerca estuvo del equipo?

Sí, sí. Es verdad que cuando yo estaba fue el único. Él estaba de lehendakari y Ardanza estaba en Euskaltel. Además, le gustaba mucho estar muy cerca.

¿Con Patxi López no coincidiste?

No. Bueno, igual sí. Al final, intentando dejar la política a un lado, Euskaltel era un equipo único, muy euskaldun, vamos a decir. Entonces, si vamos a hablar de los euskaldunes, de los propios euskaldunes; de valores de ikurriña, hizkuntza (idioma)… ya quedaba limitado a los que son nacionalistas.

Por eso Euskaltel era un equipo, en ese aspecto, muy nacionalista. Luego tenía más tintes del PNV, evidentemente, pero las cosas eran así. Y era un equipo para vender país y para tener un impacto en el Tour y eso lo hicieron muy bien.

Intentaron utilizar el ciclismo para bombear Basque Country, etcétera, etcétera. Y eso, para la pasta que se metía, el impacto que tenía a nivel de marketing era muy bestia. Cuando Patxi López fue lehendakari, evidentemente, para ellos rompe un poco su visión de lo que es el País Vasco.

Su visión de Euskadi era diferente a la que había. Entonces es normal que no esté tan vinculado. Y luego, aparte, yo creo que Ibarretxe tiene una relación personal con Madariaga. Al final son circunstancias diferentes.

En tu primera temporada en Euskaltel, Armstrong te llamó para que subieras al autobús del US Postal.

Sí, en el Criterium Internacional. Estaba Kepa Zelaia en el equipo, que luego me llevó a Radioshack. Vino y le dijo a Miguel «oye, Markel luego va a subir a nuestro autobús». Miguel se quedó un poco sorprendido. Estuvimos Kepa, yo, Johan (Bruyneel) y Lance en el autobús. Eso fue en 2004 y en 2010 estaba yo en ese mismo autobús.

¿En ese momento no te dijo nada de la posibilidad de ficharte?

No, no. Me dijo «¿te acuerdas de que te dije que te ibas a poner bien? Aquí estás, disfrútalo» y ya está.

¿Qué supone Armstrong para la gente que habéis tenido cáncer y qué supuso para ti?

Un referente. Nosotros pensábamos si este tío ha salido adelante… Entonces no sabíamos lo que vino después, pero no importa, el tío estaba ganando Tours. Este tío estaba para cascarla y ahora está ganando Tours. ¿Si él lo ha hecho, yo por qué no lo voy a hacer? Era una esperanza muy bestia, muy bestia.

¿Tú crees que era el que más se dopaba o el que mejor se dopaba?

Eso no lo puedo decir, primero porque no tengo ni idea de lo que hacían otros. Creo que él era mejor ciclista. ¡Que fue campeón del mundo con 23 años, que eso nos olvidamos! Que el tío venía del triatlón. Nos olvidamos que el tío deja el ciclismo, vuelve, dijo que limpio y la gente dice: «ya sí, pero iba dopado».

A ver, ha reconocido que se dopó en siete Tours, ¿qué te cuesta reconocer el octavo ya, no? Él dijo que estaba limpio, viene y te hace podio en un Tour con treinta y pico años. Era especial y ya está.

¿Valorar? Joder, tendrías que poder medir lo que hacía él y lo que hacían los otros. Eso no lo sabrá ni la UCI. Eso no lo puede saber nadie, pero las cosas como son. Es un tío listo para los negocios y sí, tiene otras inquietudes. Es un tío listo y la inteligencia es buena en todos los aspectos de la vida, sea para ser periodista o para el deporte también. La inteligencia siempre viene bien.

Cuando llegas a Euskaltel también conoces a Laiseka, que ha sido alguien importante para ti también.

Rober es el que te pone el termómetro. Rober es un cascarrabias de la hostia. Pero te ponía test y si lo pasabas, ya eras su amigo. Primero te da una cera del copón y si aguantas el tirón, ya eres de los suyos. Te medía, a ver cuánto aguantabas. Y  a mí me metió cera como a todos, pero yo le aguanté bien el tirón y ahora me llevo de la hostia.

Y cuando le veo me sigue metiendo cera, pero ahora ya le toreo. Pero le tengo mucho cariño. A él, a Karmele también, su mujer. Sí, yo a Rober le tengo mucho aprecio.

Me acuerdo cuando se cayó en el Giro. Hostia, estaba yo con él. Sabía que ahí se había acabado. Le llevé unas pastas que me había hecho mi suegra. Fui a su habitación. Rober estaba derrumbado. Le di un abrazo de la hostia, y eso queda para siempre.

Me da la sensación de que Laiseka era un tío de mucho peso en Euskatel.

Sí, Rober era un cascarrabias del copón, pero tenía su ADN y yo creo que todos los que hemos pasado por Euskaltel le tenemos mucho respeto y le seguimos teniendo respeto. Poca gente dirá de Laiseka que es mala gente, porque Rober es un buenazo. Lo que pasa es que muchas veces pone esa pantalla de cascarrabias, pero es el puto amo.

Con Euskaltel vas por primera vez a la Vuelta a Flandes, que es una carrera que luego has hecho bastantes veces, pero entonces entiendo que irías con pocas pretensiones.

Íbamos castigados. Con el peor material, el día anterior… Para Euskaltel no tenía mucho interés y yo sabía que, con mis características, con mi peso y así, aquí lo tenía complicado, porque siempre he sido un corredor muy pesado y técnicamente tampoco era muy bueno.

Sabía que la única oportunidad era ir ahí. Lo hice, corrí las clásicas y lo hice medio txukun. Me formé, aprendí y me vino superbien para cuando, luego, en Radioshack, tuve la oportunidad de trabajar para Fabian (Cancellara).

¿Desde el principio te gustó esa carrera?

Sí y me sigue gustando. He estado ahora con toda la familia y flipo. Es un ambiente de locos, es especial.

Es curioso, porque, de los monumentos habláis con mucha pasión, mucha ilusión y lo que se ve desde afuera es que sufrís como perros.

Mira, casualidad, nunca suelo utilizarlo, pero este reloj es un regalo de Fabian. Tengo dos. Este es del día de su despedida y tengo otro que pone «Tour de Flandes, París-Roubaix, you never win alone, Markel Irizar». Al final eres parte de eso y esa es una sensación loquísima.

Markel Irizar

Luego hablaremos de Cancellara, pero antes quería preguntarte por otra cosa. En la Vuelta a España de 2005 te tuviste que retirar porque, en un control antidoping, detectaron algo que podía ser otro tumor.

Bueno, antes de ir a la Vuelta ya sabía que tenía ese tumor. Pero al hacer el control, detectan que tengo 34 de hematocrito y se dan cuenta de que estoy muy, muy flojo. Aunque ya sabía que era benigno, ya solo el meterme al quirófano con unos valores tan bajos era peligroso.

Entonces, con buen criterio, el equipo decidió mandarme a casa. Porque, si no, igual necesitaba una bolsa de sangre para afrontar la operación. Ese día, en Andorra, Miguel me dice «bájate, pero estate tranquilo. Esto no va a afectar a tu renovación».

Al año siguiente, en cambio, recibiste una noticia muy positiva en el Giro.

Sí, me llamó Alaitz para decirme que estaba embarazada y ¡buah, fue un subidón! Porque pensábamos que no íbamos a poder tener familia, que lo teníamos complicado y fue un sorpresón. Xabat ha sido un chaval superdeseado.

Entiendo que la mayoría, pero fue muy, muy deseado. Nos llegó muy jóvenes, con 26 años, que igual éramos demasiados críos. A Aimar lo tuvimos con 30, ya con otra madurez, otra pausa. Y con Unai teníamos ya 32 y éramos master-class, estábamos ya curtidos.

Antes comentabas que, cuando te detectaron el cáncer, tenías dos miedos: no llegar a profesionales y no poder tener hijos.

Sí. Fue flipante. ¡Exagerado! Yo siempre digo que hay dos factores que hacen que mis hijos sean muy deseados o más deseados que el resto. Uno, venir de dos padres que son hijos únicos, con dos infancias que las venderíamos y que teníamos idealizado lo que sería tener hermanos, compartir habitación…

Que luego te das cuenta de que no es así. Pero, encima, te dicen que igual no puedes tener hijos. Entonces se multiplica por 30 las ganas de tenerlos y cuando viene flipas, ¡que ya viene esto! ¡de locos! Teníamos 26 años, éramos chavalitos y fue la hostia.

Lo mimamos, que ahora me dice «menos mal que luego me has enderezado, aita». Luego el pequeño me dice «aita, el especial soy yo, porque tú querías tener el carnet de familia numerosa y el que te lo di fui yo».

Hemos hablado de Madariaga y ¿con Julián Gorospe qué tal fue la relación?

Bien, con Julián bien. Yo soy más enérgico y él es más tranquilote, pero, si le veo ahora, le daría un abrazo. No tengo la relación que tengo con Miguel, pero la verdad es que se portó bien conmigo.

Cuando él se va de Euskaltel entra Igor González de Galdeano y no te llegaste a adaptar a su estilo.

No, no me llegué a adaptar. Mira, ahora tengo 44 años y tampoco me adaptaría. No he hablado directamente con él, pero sé que ahora se da cuenta de que se equivocó y entiendo que no estará orgulloso de la gestión que hizo.

¿Se equivocó con el equipo, no contigo en concreto?

El approach, la manera que tenía de gestionar también. Le pilló muy joven, yo creo. Venía de la ONCE…

Que el estilo de Manolo Saiz es muy diferente.

Sí, un montón de factores influyeron. No estaba preparado para ese puesto y creo que lo hizo de una manera que yo no lo haría. A mí me ha servido la hostia todo lo que he aprendido, porque he intentado hacer todo lo contrario de lo que veía ahí y ahora lo hago al contrario de lo que se hacía en Euskaltel.

¿Era un estilo más autoritario?

Era yo ordeno, yo mando, ¡qué sabes tú! En estos tiempos de coaching, de motivación, ese discurso estaba muerto. Ese sistema autoritario, con el que no comulgué entonces, pues imagínate ahora. Pero tampoco soy rencoroso. Entiendo que él era joven, probablemente ambicioso, famoso…

Markel Irizar

Llegó, creo que se metió en el papel e igual no estaba preparado. Igual es una gallada lo que voy a decir, pero cuando te va bien, no me importa si es a nivel de salud, amigos, mujer… lo que tú quieras, si consigues que te vaya bien, bastante agradecido tienes que estar como para que encima te pavonees. Las dos cosas no. A mí, ahora mismo me está yendo de puta madre, estoy en el equipo de mis sueños. Pues ahora es de bajeza machacar a uno que igual no le ha ido tan bien.

Yo sufrí, está superado, aprendí la de dios, me hice mucho más duro, lloré la hostia, ¡exagerado! Pero lo que yo sufrí creo que nunca se lo voy a hacer a los chavales que tengo que gestionar ahora. También quiero pasar página, porque no puedes vivir con esa cosa toda la vida.

¿Hoy en el ciclismo se sigue utilizando un estilo tan autoritario?

No, evidentemente el que manda tiene que decir que no. Hay un grupo que gestionar, si no esto sería imposible. A mí me toca decir que no muchas veces, pero rara vez levantaré la voz. Difícil que yo levante voz o falte al respeto. A la gente, si le explicas, sabe que no siempre va a poder ser un sí.

Cuando entraste en Euskaltel, Iban Mayo era uno de los líderes y en 2006 se marchó. ¿En qué manera cambia un equipo cuando se va el líder?

Mucho. Aunque también hay que analizar teniendo en cuenta la coyuntura. Que había mucha gente que no habíamos salido nunca de Euskaltel y muchas veces te crees el ombligo del mundo. Luego he conocido líderes fuera y creo que una cosa es un corredor fuerte y otra un líder. Lo que tiene Mads (Pedersen) es liderazgo. Tao (Geoghegan Hart) también; aunque no vaya a ganar, tiene un impacto muy fuerte en el grupo.

¿Hablas de que Pedersen o Tao generan grupo?

Sí, sí, exagerado. Lance (Armstrong), por ejemplo, imponía. Es como Alberto (Contador). Lo digo en el buen aspecto. Gente con personalidad, fuerte, duro… Igual que Fabian. Esos tres son gente dura, que te invitan a subirte a su carro. Mads y Tao son más… no sé.

¿Te refieres a que aglutinan el equipo?

Sí, eso es.

¿Qué rol has ejercido tú en tus equipos? Porque esto que dices lo he leído sobre ti también.

Yo era un chaval que hacía mucho vestuario. Y creo que eso me está ayudando para lo que tengo que hacer ahora: Gestionar un grupo, hacer dinámica de equipo, intentar tener a la gente motivada…

No vas a poder contentar a todos, porque, en el rol que estoy ahora, tengo que decidir quién pasa y quién no, pero no solo decido yo, decide también Iosu, decide Luca… Evidentemente, todos no creerán lo mismo, pero sí considero que esa ha sido mi mayor arma.

Saber hacer equipo, saber amoldarme a diferentes circunstancias… Lo he hecho en Euskaltel, lo hice cuando fui con Armstrong, luego con Fabian, con Contador, Johan, ahora con Luca…

¿Ese rol ha cambiado en los diferentes equipos?

No, eso va con tu forma de ser. Con la forma de ser en casa también. Quiero decir, yo en casa creo que soy un payaso. Todo el día estoy haciendo el nabo y los chavales me dicen también «aita, es que estás muy loco». Eso creo que va todo unido.

No creo que seas solo el que genera buen clima. Creo que generas grupo también. Había ciclistas en el pelotón que te buscaban para hablar contigo.

Pero es porque soy un charlatán. Pello Bilbao me decía eso. ¡Cabrón! (risas). Pello es una persona superinteresante. Un gentleman de arriba a abajo. Un chaval con el que puedes hablar de cualquier cosa y además tenemos unos hobbies muy parecidos: surf, esquí…

Cuando nos juntamos hablamos de estas cosas; de furgonetas, preparación física, que él es licenciado. La visión que tengo de la vida es muy similar a la que tiene Pello. Entonces, en el Giro, cuando estaba aburrido venía y me decía cuéntame algo. Igual yo estaba hablando con alguien en el pelotón, Pello venía y le decía «¡eh, que ahora es mi turno!».

Al salir de Euskaltel, ¿cómo contacta contigo Radioshack?

Por medio de Kepa Zelaia, que sabía de mi situación. Me dijo que se iba a hacer un equipo, que a Lance le haría ilusión que estuviera yo. Me llamaron durante la Vuelta a España, en la etapa de Almería.

Vino Haimar a la mesa de Euskaltel y me dijo «Markel, tengo que hablar contigo. Va a mandar Johan un fax a recepción para ti». Lo cogí y al día siguiente fui donde Igor y le dije «quiero hablar contigo. Me voy a ir. No es cuestión de dinero».

De hecho, me fui en peores condiciones, que mucha gente creía que me había ido porque me habían hecho mejor oferta, pero no. Luego sí he tenido mejores contratos, pero los dos primeros años tenía peores condiciones que en Euskaltel. Económicas me refiero. Fui a perder dinero, pero a recuperarme como persona.

¿Tanto te afectaron esos años?

Sí, sí. Estaba amargado. Me anularon la personalidad. Me lo decía mi mujer: no te mereces seguir así. Lloré, fui a coaching… Tenía un nudo, porque sufrí mucho. Quiero pensar que ellos no son conscientes de hasta cuánto fue. Luego lo he hablado con Álvaro (Glez de Galdeano) por ejemplo. Con Miguel no lo he hablado. Y creo que Igor es consciente del sufrimiento que se generó ahí.

Markel Irizar

¿Con Bruyneel y Armstrong te adaptaste desde el principio?

¡Buah, exagerado! Muy, muy bien. Una gestión totalmente diferente. Johan es un gestor muy, muy bestia.

¿Hasta qué punto tenía peso Johan en aquel equipo?

¡Exagerado! Johan era un gestor. Nunca levantaba la voz, siempre decía todo suave. La gente le respetaba solo por su presencia, no necesitaba decir que era el jefe nunca. Era un estratega del copón.

Sin embargo, la imagen que se transmitía hacia fuera era que el que mandaba era Armstrong.

No, no. Lance le respetaba a Johan, le dejaba su espacio.

En Radioshack consigues tu primera victoria como profesional (una contrarreloj del Tour de Poitou Charentes). ¿Qué supuso para ti?

Me acuerdo de que lloré y nunca lo hubiese pensado. La gané con mi masajista en el coche haciendo de director. ¡Superbonito! Al año siguiente gané la Vuelta a Andalucía y pensaba que el ciclismo no había guardado esa sorpresa para mí y la verdad es que es muy buen recuerdo.

En el libro Marea Naranja Zubeldia dice que te quitaste un peso de encima al ganar la Vuelta a Andalucía.

¡Sí! Había ganado ya en Poitou Charentes, pero en la Vuelta a Andalucía el equipo estaba trabajando para mí. Me sentía más mal que la hostia. Ver a esas estrellas, Leipheimer, Zubeldia y tal, currando para mí… Me quité un peso de encima porque no me sentía cómodo en esa situación de que la gente se sacrificara por mí. Prefería dar que recibir. Igual que ahora.

O sea, que no te quitaste un peso por haber ganado ya en tu carrera profesional.

No, era más bien que habían estado todos currando para mí. Ya he ganado, me llevo la general y yo ya he cumplido. Ahora les devuelvo el favor y ya está.

¿Siempre te has sentido cómodo en el papel de gregario?

Mira, el lunes llegué de Roubaix a Bilbo. Le llamé a mi ama, que justo no podía venir a buscarme y me dijo de llamar a un tío mío. Pero le contesté que no y estuve tres horas con el ordenador. Tenía cosas que hacer y por no molestar, me quedé en el aeropuerto trabajando.

Siempre intento dar el menor trabajo posible. Cuando sea mayor, ¡me caguen sos! Hasta que esté en silla de ruedas intentaré valerme. Nunca me ha gustado dar pena, cuando tenía el cáncer tampoco, intentaba valerme por mí mismo.

En Radioshack hay un cambio cuando se va Armstrong y vienen los hermanos Schleck y Cancellara. ¿Fabian es el líder con el que más a gusto te has sentido?

Sí, fue una época superbonita. Ganamos Strade Bianche, Flandes, Roubaix, Harelbeke, San Remo… era la hostia. 2013 fue un año de locos.

Dentro del equipo ¿cómo vivisteis la rivalidad entre Cancellara y Boonen?

Yo creo que les hizo más grandes. Es como ahora Van der Poel y Van Aert. Uno era imagen de Trek, el otro de Specialized y era perfecto. De Boonen pasamos a la rivalidad Cancellara-Sagan. Peter fichó por Specialized y volvían a ser las dos imágenes perfectas. Al final, en esa rivalidad había salsa, había afición. Fue superbonito.

El otro día leí sobre las tácticas del Lidl-Trek contra Mathieu comparándolas con las que se utilizaban contra Michael Jordan en la NBA. ¿Hacíais una táctica especial contra Boonen o la hacéis ahora contra Van der Poel?

No, las tácticas se preparan en base a posibles escenarios. ¿Quién es el corredor más fuerte en esta carrera? Esta persona. Vale, si apelamos a la lógica, la va a ganar él. Entonces, ¿qué tienes que hacer para que el favorito número uno no gane? Pues te tienes que anticipar, tienes que mandar a uno para que su equipo tire y se quede debilitado.

Al final, tú haces los posibles escenarios para que no se imponga esa lógica, porque, si no, siempre gana el más fuerte, que muchas veces ocurre igualmente. Pero hay veces que, por buenas estrategias, ganas la partida. Entonces, hacemos cuatro posibles escenarios y en relación a eso se deciden las tácticas.

¿Cuál era tu rol con Fabian en las clásicas?

Entre yo y Jesse (Sergent) teníamos que controlar la primera parte de la carrera. Normalmente, tardan 60-70 kilómetros hasta hacerse la fuga y entre dos corredores lo cubríamos todo. No se nos fue nunca un grupo mayor del que queríamos o con gente que no queríamos; por suerte o porque lo hicimos bien, lo que tú quieras.

Luego tirábamos hasta el kilómetro 170 o así, que ya entraban otros a tirar. Me especialicé en un trabajo que la gente no quería hacer y bueno, nos salió bien. Fueron años muy buenos, en los que tenía mi puesto fijo y me sentí muy valorado.

Al final, tenías protagonismo cuando no estaba emitiendo la televisión.

Sí, pero bueno. Me sentía muy valorado y tenía ese agradecimiento en todos los aspectos. Desde los directores, hasta Luca y Fabian también. Cuando él se retiró invitó a muy poca gente y yo fui uno de los que invitó. También estuve en Suiza, en una despedida que le hizo su peña y todavía me sigue llamando de vez en cuando. Fabian siempre me transmitía que era uno de los suyos.

Hubo una carrera en la que, a falta de 50-60 kilómetros, te viste en el grupo principal.

En Strade Bianche fue eso. Luego pinchó el cabrón (Cancellara) las dos ruedas y en cien metros le tuve que dar mis dos ruedas. Me dijo  «Chicho, ho forato!». Con él hablaba en italiano. Le contesté «¡no me jodas!». Le cambié una rueda y a los cien metros me pide la otra. Se la cambié y ahí me quedé, con dos ruedas pinchadas en la mano.

Luego, cuando llegué a meta, me estaba esperando y me dio un abrazo. «Esto, si no fuese por ti, no lo hubiera hecho» me decía. Al final era agradecido. En 2013 firmé un contrato de tres años porque él dijo que a mí me dieran tres años y gracias a eso monté la cafetería. Si no fuese por Fabian, no hubiese tenido esto.

¿Hasta qué punto te consideras partícipe de sus victorias?

Un cachito muy pequeño. Las he disfrutado como si fuesen mías, pero las hubiera conseguido igual. Yo daba lo que tenía, daba el 300%, pero lo veía al revés. Me sentía privilegiado de poder ser parte de aquello, de poder disfrutar de aquello. Cuando trabajas en un sitio, hay gente que piensa gracias a mí esta empresa gana esta pasta. Yo siempre he pensado al revés.

Markel Irizar

Gracias a Fabian tengo Bizipoz, gracias a Trek tengo esto o gracias a Euskaltel tengo no sé qué. No pienso que gracias a Markel Irizar Trek vende no sé cuántas bicicletas o Lidl no sé cuántos yogures.

Con Andy Schleck también has tenido una relación muy buena, aunque no compartíais muchas carreras.

Y no le pillé en sus años buenos. Pero la tengo, sí. Con Andy y con Jil, su mujer. Conectamos mucho en la forma de ver la vida y nos vemos de vez en cuando. Si le aviso un día antes que al día siguiente voy a su casa, sé que tengo una cama allí.

Andy Schleck y Contador tuvieron una rivalidad deportiva, pero se llevaban muy bien fuera de carrera.

¡Sí! Se llevaban muy bien. Se respetaban mucho. Andy es una persona muy fácil de llevar. Le faltó ese carácter que Alberto tenía. Alberto era un killer, tenía más confianza en sí mismo.

¿Era falta de confianza o que no supo llevar la presión?

No se sentía cómodo en el rol de líder. No le gustaba tener todos los focos sobre él. Yo creo que tenía mentalidad de gregario con un cuerpo de líder y no se sentía cómodo en esa situación, con todos los focos…

Luego tuviste a Alberto como compañero, en su última temporada como profesional.

Sí, fue una pena que ya fue su último año. Hizo quinto en la Vuelta y creo que segundo en Cataluña e Itzulia. Ganó en el Angliru. Estuvo muy, muy bien. No disfrutamos del mejor Contador, el que ganó los Tours, pero, ¡hostia!, el que año que estuvo con nosotros me marcó mucho. Tenía unos huevos… Una personalidad de cojones, un fighter de la ostra. No se achantaba, una confianza bestial. Eso me llamó la atención.

Siempre he pensado que Contador es un corredor que no depende tanto del equipo.

Puede ser que sí. Era un corredor que se organizaba bastante solo. Él movía el manzano y a tomar por saco. No dependía tanto de tener un tren del copón. Como ahora puede ser Tadej, que, evidentemente, necesita el equipo, pero se arregla él solo, se lía la manta y corre así. Son gente sin miedo a nada, con un carácter especial, muy atacante, que da espectáculo.

¿Cómo vivisteis desde el equipo la etapa del Angliru?

¡Buah, muy bien! Fue una movida de la ostra. ¡Preciosa!

En esa sí que se organizó una estrategia de equipo desde el principio.

Sí. Me acuerdo de que Marc Soler vino y me dijo «Markel, quiero ir en la fuga, pero dime ya si no me voy a poder mover, porque no me quiero matar». Le dije «Marc, no es el día. Hoy no vas a irte». En un momento, me acuerdo de que estaba lloviendo y dije «bueno, hasta aquí hemos llegado. ¡Fuera gabbas!».

Gabba es la chaqueta térmica negra. Cogí todas las gabbas, las llevé al coche, lloviendo y nos pusimos a tirar. Tuvimos la escapada a un minuto. En el Cordal se lio del copón, Pantano bajó a tope y de ahí para adelante. Salió perfecta la estrategia y fue una manera superbonita de despedir a Alberto.

Me acuerdo de que hasta los policías que estaban acordonando el recorrido, que en teoría tienen que ser neutrales, hacían gestos con la mano para animar. La gente estaba supercontenta.

Markel Irizar

Voy a hacer de abogado del diablo, porque creo que esa etapa ha trascendido muchísimo; tanto que casi se infravalora a Contador dándole tanta importancia.

Está claro que la gente se queda con esa etapa. Esa Vuelta fue increíble la cantidad de gente que venía a nuestro autobús. De locos, loquísimos. Y el último día en Madrid fue precioso. Nosotros pudimos vivir eso, son recuerdos que te llevas para siempre y a eso es difícil de darle un valor. Evidentemente que lo tiene, pero, al final, son cosas que te quedan muy dentro, son sentimientos y vivencias.

¿Ese día pensaste en tu propia despedida?

Aquel año, cuando fui al Tour, ya me despedí de París, porque sabía que era mi último Tour. Había pasado de ser clasicómano a hacer Itzulia. Me adapté un poco a lo que Alberto necesitaba. Pero luego ya venía Nibali y dije «buah, este tren ya no lo pillo». No sé, noté que aquel Tour era el último.

Me despedí y cuando llegué a París dije «yo aquí no vuelvo». Me quedaba un año más de contrato y Luca (Guercilena, manager del equipo) ya me dijo que había que rejuvenecer la plantilla y que Rast y yo ya…

Le dije que me gustaría correr un año más y retirarme en casa. Me dijo: «¿Qué quieres hacer, País Vasco?». Pensé que igual llovía. ¡Pues Donosti! Me la juego, ¡a tomar por culo! Haimar también se había retirado en Donosti en 2017 y quería hacerlo con mi gente, que para mí era importante.

¿Qué sensaciones te quedaron de tu despedida?

¡Impresionante! Una maravilla poder despedirme así, con toda la gente. Me tienen un cariño muy bestia y yo creo que, si tú cierras bien el capítulo, te ayuda luego a abrir un capítulo mejor. En mi caso, me vino superbien para hacer luego el post-ciclismo. ¡Muy, muy agradecido! A Luca, que es el que me permitió hacerlo y a todos los que organizaron. A mis amigos… ¡Buah, fue un día increíble!

Tengo la sensación de que ha habido una generación que lo ha pasado mal, que ha sufrido todo lo que ha ocurrido en el ciclismo y creo que, la retirada de Alberto o la tuya, reflejan que se ha recuperado el cariño del aficionado.

Al final, por mi filosofía de vida, me considero un corredor de equipo, de vestuario, que ha recibido mucho cariño. Bastante más de lo que mis resultados en la carretera merecerían. A mí la gente me trataba como si fuese uno de los buenos.

En ese aspecto, Donosti para mí fue una manera de, por un día, sentir lo que sienten los gallos, sin serlo. Se creó una fiesta del copón, luego ETB hizo un documental… Creo que también fue un regalo que la afición me hizo y yo quería darles la oportunidad de tener un día tan especial con un corredor que se sentía muy identificado con la afición.

A lo largo de toda la entrevista me ha parecido que eres demasiado humilde. Creo que es un reflejo de una manera de ser que, el día de tu despedida, estuvieran en Bizipoz un montón de excompañeros tuyos o que otros mandaran vídeos. Estamos hablando de Armstrong, Cancellara, Contador, Andy Schleck…

Xabi Prieto también, que le tengo mucho cariño y Eñaut Elorrieta, el cantante de Ken Zazpi, que es amigo. Yo creo que ahí se despidió más a la persona. Tengo una historia potente, las cosas como son. La mía no es una historia cotidiana de un chaval normal. Es verdad que es una historia que te tiene que tocar.

Sea por el alcoholismo, por el suicidio, el cáncer, la violencia, en este caso terrorista… Por desgracia, mi historia lo tiene todo. Aun así, he intentado ser alegre, feliz, optimista. Entonces, igual hay gente que se ha sentido identificada y ha pensado, este, con lo que le ha tocado, todavía sonríe, todavía siente alegría. Para mí eso es importante.

Markel Irizar

Todos los deportistas tenemos nuestro punto gallo, porque si no es imposible hacerte un camino en el deporte. Yo soy superambicioso a la hora de gestionar y siempre quiero más. Este domingo hemos tenido Roubaix y en la reunión de esta mañana hablábamos de que había que ganar Amstel. En eso soy ambicioso, pero para mí es importante ser de perfil bajo, porque la vida es un tobogán.

Todo el mundo empieza en la planta cero y yo vengo de la menos dos, de abajo, donde hay humedad. Para subir al cero tuve que subir dos escalones y a partir de ahí ya vamos mejorando. Al final, lo que voy a hacer como técnico un día se va a acabar. Marido de Alaitz igual sigo siendo para toda la vida, ojalá que sí, pero el padre de los chavales lo voy a ser siempre y si no les transmito esos valores de compromiso, ahí la he cagado.

En una entrevista me preguntaron qué es el éxito y para mí es que me he sentido querido haya a donde he ido. Yo el éxito lo mido así. Mi abuelo, por ejemplo, me solía hablar de gente haundixa (importante) y esta es la gente haundixa: gente normala egoera espezial baten dagoena (gente normal que está en una situación especial).

No eres un tío grande, eres un tío normal en una situación muy buena y luego puedes ser un tío normal en una situación desfavorable, pero sigues siendo el mismo tío. Si ahora, del equipo Lidl-Trek de desarrollo salen un montón de corredorazos, porque han hecho un trabajo de la hostia, lo disfrutaré a tope, estaré supersatisfecho, pero seguiré siendo perfil bajo, pico y pala. Tenía un tío que decía T+T=R, trabajo más trabajo igual a resultados y esa es la forma que tengo de pensar.

 

 

30 Comentarios

  1. Lo he disfrutado.
    Gracias Markel y Xabier! (Buenas fotos también).
    Salut i pedals.

  2. Qué manera de disfrutar de una entrevista. Mi enhorabuena al entrevistado por su lección de vida, y al entrevistador por ser capaz de hacérnoslo llegar. De verdad, menudo lujo poder leer cosas así.

  3. Gran entrevista!!! Una gozada para los que nos apasionamos con el ciclismo y con la vida… Milesker Xabi, Markel eta Jotdown sport.

    • Patxi Juanicorena

      Asko ikasi det Markelekin, he aprendido mucho con Markel.
      Todo lo que le ha tocado vivir y ha salido adelante, tiene que ser una suerte, algo grande conocer a una persona como Markel,aundia zera, eres grande

  4. Y muy buenas fotografías también…. Gran artículo!!!

  5. Estupenda entrevista. Me atendió en la salida de una Vuelta y fue amabilísimo. Gracias por todo Markel!!

  6. Que leccion de valores!!! Felicidades Markel. Esta entrevista la guardaré entre mis cosas más preciadas. Enorme privilegio tener ciudadanos como tú.

  7. No soy aficionado al ciclismo. Me ha enganchado la entrevista. La he leído con detenimiento.
    Me ha encantado conocer el mundo de un deportista por dentro y por fuera.
    Enhorabuena al entrevistador y Markel me ha ganado el corazón.
    Muxu haundi bat, eta sekulan ez aldatu.

  8. Ya estamos relativizando las cosas, comparar a las víctimas de eta con las del gal no tiene sentido porque eta mató, torturó, amenazó, secuestro e hizo exiliarse a muchísima más gente que lo que hizo el gal, que en a la gran mayoría de los que atentó eran etarras, que no me vengan ahora las familias de lasa y zabala por ejemplo a decir que eran unos que pasaban por ahí, una gran parte de la sociedad vasca está enferma moralmente y ahí está la prueba de los que votan a bildu.

    • No has entendido nada ,en fin ,es un deportista como la copa de un pino ,te quedas con tus pensamientos de tus víctimas ,en fin,grade Markel …

    • Decenas de páginas de entrevista con reflexiones muy interesantes a poco que se profundices en sus visicitudes que desgrana y te quedas con esa idea que ni siquiera transmite el entrevistado por ningún sitio. Una pena tu forma de filtrar la información, hac

      • he dejado de leer el artículo porque hace daño a la vista lo de «aitaita».
        padre= aita
        madre = ama
        abuelo = aitite
        abuela= amama

        • Lógicamente yo también estaba un poco perdido al principio, pero tú te pierdes una delicia de entrevista por esos prejuicios absurdos.
          Se ve claramente q es su forma de llamar a su padres y abuelos de forma familiar.
          Es cuestión de ser un poco más abierto de mente

        • Aitaita está aceptado por Euskaltzaindia como sinónimo de aitona, te podías haber molestado en buscarlo.

        • Pues que sepas que en Oñati, en el pueblo de Markel Irizar, al abuelo se le llama asi: «aitaita».

          Y aunque no fuera así, ya es triste dejar de leer el artículo por esa nimiedad.

    • Vaya basura de comentario, llena de pobreza mental.

  9. Aúpa Markel, grande transmitiendo ilusiones, no conocía la historia, pero me ha enganchado. Felicidades al entrevistador y al medio!!

  10. Es repugnante cómo el entrevistador y el entrevistado blanquean el dopaje.

  11. Earra entrebistia markel..ta entrebistadoria

  12. La entrevista es realmente buena y el entrevistado se ve que es una persona inteligente. Estas son el tipo de entrevistas que da gusto leer en jot down y que tanto se echan de menos.

  13. Markel, que gran persona, una pasada….lo vis hace dos o tres años en los Dolomitas, el iba con su familia de caravana y me acerqué a el de manera instintiva, como si lo conociera….nos pusimos a hablar de la montaña, de las furgonetas…estaban su mujer e hijos. Su mujer muy simpática y agradable…..Un tipo muy majo y cercano. Grande Markel.

  14. Me gusta la gente que dice lo que piensa directamente desde el corazón, sin pasar por la cabeza. Y Mariel. Un gusto haberte “escuchado” Y enhorabuena al entrevistador

  15. Grande la entrevista, el entrevistado y el entrevistador. Por este tipo de artículos estoy subscrito a Jot Down. Pero muchas veces nos olvidamos de las fotos y del carácter que le da al artículo. Muy buenas las imágenes. Pena no verlas en papel porque ganarían. A mis alumnos les acabo de poner las fotos como ejemplo de lo que tiene que ser un buen trabajo. No encuentro nada en redes sociales del fotógrafo. ¿Alguien sabe algo?

  16. Tamalez Markel, Hi bezelako pertsonai ezaun gutxi azaltzen dek plaza, mundue poltsikun daukielakon ta ezerezea ailatzen dittukenak, arrokeri guzik plazaratu ta mundue jan behar dielakon, eskerrik asko balore onak plazaratzen dittukelako, bejon dikela ta segi zak holaxe….

  17. GRANDE, MUY GRANDE MARKEL!!!! que suerte he tenido en conocerte, conmigo desde siempre te has portado muy bien, y, la entrevista BUENÍSIMA

  18. Haundixena haiz Markel! Lo del amigo Daniel de vergüenza, ya sé habéis dejado claro, se agradece.

  19. Ha sido una pasada leer esta entrevista. Markel, ojalá todo el mundo viera el mundo como tú porque todo sería más fácil. Gracias por el ejemplo. Eres muy inteligente y humano.

  20. Aun recuerdo el programa Informe Robinson dónde Markel contó su experiencia con la enfermedad, me llegó muy adentro, esta entrevista demuestra una vez más que él es “ alegria de vivir”
    Fue un gran ciclista y es una buena persona.

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