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Sexo, poder y venganza en la Fórmula1: El caso Horner y las consecuencias para Red Bull y Verstappen

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Christian y Geri Horner (Foto: Cordon Press)

 

Cuando a Max Mosley le descubrieron protagonizando una orgía sadomasoquista rodeado de esvásticas de la II Guerra Mundial, a nadie se le ocurrió pensar que era parte de su vida privada y que era mejor mirar para otro lado. También era demasiado tarde para dejarlo en anécdota porque ya protagonizaba las portadas de los tabloides sensacionalistas británicos que acompañaban a pie de calle la ajetreada vida de la City y que te miraban directamente al verte pasar.

Exactamente, te miraban las nalgas de Max Mosley, un señor de 67 años, entonces casado y con dos hijos. Monopolizaban la primera plana del News of the World apuntando directamente a los viandantes colgado el tabloide al pecho de un hombre cartel o a la salida del underground. Si lo que pasa en las carreras se queda en las carreras, era demasiado considerar esto mera anécdota o solo algo propio de la trastienda del máximo representante de la FIA a nivel Mundial a la que nadie debería tener acceso y mucho menos juzgar.

Simplemente, no había discusión, aquel hombre no podía alargar su cuarto mandato en la Federación y debía marcharse sonrojado. Fue una vendetta, una venganza organizada para acabar con la reputación de alguien que lideraba la parte deportiva y normativa de un deporte tan lucrativo como la Formula 1 que ya hacía décadas que había despegado y que reportaba montañas de millones, en las que su amigo Bernie Ecclestone lideraba la parte comercial y le sacaba los ojos a los países, ciudades, promotores y circuitos deseosos de albergar un Gran Premio de Fórmula 1.

Christian y Geri Horner

Y él, como Federación, regía la normativa técnica y deportiva. Por eso también era el encargado de llevar a los tribunales a quien se saltaba las normas y, curiosamente, el año antes de que le filmaran con el culo al aire en aquel piso del lujoso barrio de Chelsea, a McLaren le descalificaron del Mundial 2007 y le impusieron una multa de 100 millones dólares por espiar a Ferrari. Y después, Flavio Briatore fue inhabilitado de por vida por el Tribunal de Gran Instancia de París por alterar una carrera. Nunca se probó quién estuvo detrás de aquella filmación, pero Mosley siempre tuvo sus sospechas.

Fue una manera poco elegante de acabar con Mosley y que garantizaba, además de su derrocamiento, la vergüenza popular. Ahora, de alguna manera, alguien, anónimamente, ha decidido publicar supuestos mensajes del jefe de equipo de Red Bull a una empleada para garantizar ese sonrojo y provocar un terremoto dentro del equipo campeón.

Vaya por delante que ha habido una investigación interna en el equipo y ha quedado absuelto. Así que como su puesto estaba en vilo y no ha habido consecuencias, ese anónimo mandó las supuestas pruebas a periodistas, jefes de equipo y miembros de la FIA para que conocieran de qué trataba el asunto.

Helmut Marko (Foto: Cordon Press)

La última hora es que Helmut Marko dice que no se interpondrá en el destino del ya tres veces Campeón del Mundo, Max Verstappen, ante los rumores de que pueda abandonar su exitoso equipo. Todo ha saltado por los aires y la guerra política se desarrolla al más puro estilo de Hollywood, pero sin guión y sin frenos en una escena esperpéntica que envuelve al padre del piloto, al nuevo CEO, al propietario de las bebidas energéticas, a una ex Spice Girl, al presidente de la FIA y hasta al Jefe de Mercedes como actor secundario, entre otros, en una comedia de enredos en la que la realidad supera la ficción.

En juego está el futuro del equipo y el de Max Verstappen, la joya de la Corona, el mejor piloto de la parrilla ahora mismo, al que descubrió el asesor de Red Bull F1, Helmut Marko, y al que un medio acaba de relacionar con la llave de todo.

Según F1 Insider, Max puede romper su contrato con Red Bull si Helmut Marko deja el equipo. Que haya dicho que no se interpondrá en su camino ha sido una bomba que pocos esperaban. Si se va, Mercedes podría ser una opción, porque Lewis Hamilton ha dejado un hueco libre a partir de 2025 al fichar por Ferrari.

Christian Horner (Foto: Cordon Press)

Y a todo esto, Toto Wolff, Team Principal de Mercedes, dice que todos los pilotos buscan el coche más rápido y que no cierra las puertas a nada. De hecho, cuando un jovencísimo Max deslumbraba en F3 Europea, dos categorías antes de llegar a F1, él le ofreció un contrato y Red Bull se lo arrebató diciéndole que probaría un F1 en sesión oficial y le darían un asiento en su segundo equipo Toro Rosso, algo que Toto no pudo igualar.

A Verstappen Red Bull se lo ha dado todo, pero es su talento el que le ha llevado ahí y si el equipo salta por los aires y no le garantizan un buen coche para 2026, año de cambio de normativa, todo puede ocurrir. Es un escenario que nadie esperaba y que han precipitado estos acontecimientos que echan más leña al fuego cuando el padre de Max, el ex piloto Jos Verstappen, aparece hablando en el paddock de Baréin, en la primera carrera del año, con el Jefe de Mercedes.

Podrían hablar del precio de Etherium, pera la foto mosquea a todo el mundo. Jos es de la opinión de que Christian Horner, Team Principal y quien supuestamente mandó esos mensajes para ser acusado de comportamiento inapropiado, debe abandonar el equipo.

Max Verstappen (Foto: Cordon Press)

Y va con todo, porque a él se le añade el nuevo dueño de Red Bull Austria, el sucesor del fallecido Dietrich Mateschitz, quien creó el imperio Red Bull de los deportes y triunfó en lo más difícil, el motor. Oliver Mintzlaff, como nuevo CEO, viene para controlar al equipo de carreras, conoce el poder de Horner en la estructura, es el Team Principal con más años en el cargo de la actual parrilla, su sueldo también es el más elevado y dicen que asciende a 18 millones de dólares. Pues Oliver se ha descolgado con una opinión que reza que si esa investigación hubiera sido independiente, no interna, habrían encontrado culpable a Horner y estaría despedido.

Horner contraataca y mantiene su profesionalidad, ha creado a un equipo ganador casi de la nada, no responde a fuentes anónimas con contenido dudoso y aparece públicamente con su mujer Geri Halliwell, la ex Spice Girl, que le arropa en un momento tan delicado. Su piloto le regala una victoria y debajo del podio aparece Horner, Halliwell y el «As en la manga» Chalerm Yoovidhya, el dueño de Red Bull Tailandia.

Algún gesto cariñoso le dedicó Horner a Charlerm y dejaron claro que el inglés está arropado por el que, en teoría, posee el 51% del global de Red Bull y, evidentemente, está por encima de la división de motor. Ante este polvorín, el Presidente de la FIA, Ben Sulayem, aparece con su atuendo popular árabe y le pide a Max Verstappen que apoye públicamente a su jefe, según medios locales, el piloto pilota y no se mete en líos y no lo hace.

Max Verstappen, Oliver Mintzlaff y Helmut Marko (Foto: Cordon Press)

El debate ya no es si es una venganza, si alguien ha preparado el escenario para provocar el despido o la salida de Horner, ni siquiera la integridad de la víctima que supuestamente recibió mensajes y fotografías que pudieran ser calificados como abusos de poder o comportamiento inapropiado, el debate ya ha llegado al punto de ebullición y al que parecía imposible llegar hace solo unos días: ¿Debe irse Max Verstappen de Red Bull? El terremoto es asombroso y cuando nadie se pregunta por el principio, sino por el final, hace sospechar mucho de cómo se ha originado y cuál es el epicentro del seísmo.

A Max Mosley nadie le recuerda si lo hizo bien o mal, él trató de borrar todas las pruebas físicas y digitales para salvaguardar su honor. Fue a juicio y lo ganó, y como el tribunal vio imposible devolverle el honor solo le compensaron con 70.000 libras. News of the World cerró, o lo cerró Rupper Murdoch, por sus malas artes de espionaje y los líos de bajos fondos a los que dedicaba su tinta de linotipia amarilla. A Horner le avala su crédito deportivo intachable y milagroso en las carreras, pero le juzgan por su actitud con una empleada que acaba por tambalear el imperio de película de Red Bull en la F1.

 

Un comentario

  1. No sé a que viene intentar blanquear a Max Mosley, cuando fue un corrupto absoluto. Le regaló la F1 a su amigo Bernie Ecclestone, vendiéndole la F1 a cambio de calderilla (300MM)… durante 100 años.
    Un auténtico escándalo.

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