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¿Quién conoció a Charles Ray Thomas?

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Wayne Brabender y Pedro Cifré ante Charles Thomas (Foto: archivo Justo Conde & José Ramón Ramos/Fundació Bàsquet Català).

¿Cómo? ¿Que no sabéis quién era Charles Ray Thomas? ¡Normal! Era un crack del baloncesto que jugó en España durante la parte final de los 60 y mediados de los 70. Negro, alto, rico (al menos en una España aún por desarrollar en muchos sentidos), tipazo, guapo, con mucho flow y una mujer espectacular, una bella atleta universitaria llamada Lynda Bradshaw.

Aíto, que jugó en el Barça con él como jugador, me dice que le vio hacer «varios mates impresionantes». Que normalmente eran a dos pies, más al estilo de «Mike Smith (exjugador del Joventut de Badalona y Real Madrid, entre otros equipos) que de Michael Jordan». Air era más de planear en carrera. Pero para el veterano técnico, sus «tapones eran igual o más espectaculares», recuerdo que me aseguró en otra ocasión. Quien conoce a Aíto, sabe que no es de regalar los oídos a nadie.

El mismísimo Jerry West, cuando aún era jugador en activo en los Lakers, lo testeó en algún entrenamiento privado. Andaba loco por encontrar una fórmula para ganar, de una vez por todas, a aquellos Boston Celtics. Hoy, los verdes aún le hacen tener alguna que otra pesadilla.

Tuve la oportunidad de contactar con su hijo Ryan para que le preguntara a su padre sobre Thomas. Amablemente, así lo hizo. A pesar de haber pasado más de cincuenta años, me explicó que sí, que el viejo Jerry «se acuerda de su nombre y de que era un buen jugador». Para los que no les vaya el mundo NBA, anotaros que el logo de la mejor liga del mundo está inspirado en él, en Jerry West. Podéis ver una caricatura suya en la serie de HBO: Lakers: Tiempo de ganar.

Poca gente conoce el fenómeno Charles Thomas. Eran tiempos en los que solo había un canal de televisión, muchos amigos y familiares suyos han fallecido, el baloncesto era un deporte minoritario en España y que sus demonios se lo comieron hasta el punto de casi desaparecer de la faz de la tierra. Pasó de ser un triunfador a un sin techo. No quería que ninguna de las personas a las que apreciaba o de las que había sido objeto de admiración, le vieran así. En España, después de Thomas, este deporte no volvió a ser el mismo. ¿Cuándo, dónde y cómo se dio el fatídico punto de inflexión que hizo que todo se fuera al carajo?

El de Texas volvía loco tanto a sus aficionados como a los de los equipos contrarios. Felino, espectacular, individualista, muy suyo, de semblante duro y áspero pero con la imperiosa necesidad de ser protagonista y gustar. Inmaduro pero también innovador, legendario, carismático, buen tío y estiloso.

En 1968, el mismo en el que fuera asesinado Martin Luther King, CT no fue incluido en ninguna ronda del draft de la NBA. Su nombre no apareció entre los más de 200 jugadores elegidos por sus franquicias. Hasta donde he buscado, tampoco fue incluido en el draft de la ABA, entonces competición paralela a la NBA y ya extinta.

Eran tiempos en los que había un racismo normalizado, brutal y pocos recursos para seguir jóvenes talentos. Así que las cagadas en aquellas elecciones eran abundantes. Sin embargo, choca. Por mucho que hubiera competido en una universidad no demasiado relevante y en reestructuración, y por mucho que sólo hiciera dos metros y pesara poco más de 80 kilos jugando por dentro, era mucho mejor que muchos de esos otros universitarios que fueron listados.

Chascos como el de Charlie Paulk (número 5) o Bill Hosket (número 10) son un buen ejemplo, por no hablar de Ron Dunlap (número 19), que no jugó ningún partido ni en la NBA ni en la ABA o el de Skip Harlicka (número 13), que solo formó parte de la primera liga una temporada. La otra cara de la moneda fueron dos muy buenos jugadores como Rick Adelman, colocado en una peyorativa posición 77, o Ron Boone que se fue hasta la 147.

No obstante, hay que decir que el bueno de Charles tuvo su oportunidad con los Atlanta Hawks entrenados por Richie Guerin, quien también actuaba como jugador, y administrados por Marty Blake. De este último, uno de los periodistas con mayor conocimiento de la NBA, Gonzalo Vázquez, me cuenta que le confesó un día que «si un jugador destacaba y un solo scout hacía correr la voz, no importaba su centro de procedencia».

En esos Hawks las estrellas eran Zelmon Beauty, Lou Hudson y Joe Cadwell. Y después de tanto tiempo buscando información y hablando con gente del entorno de Charles, no es de extrañar que él tampoco se diese una oportunidad. Entonces, si no tenías un contrato garantizado cobrabas muy poco dinero y era fácil que te cortaran, mientras que Ramón Ciurana, persona que manejaba los hilos en un recién ascendido a la máxima división española como era el San José Irpen de Badalona (desde hace muchos años Sant Pep o Sant Josep, en la época franquista no se permitían nombres que no fueran en español), le ofreció un millón de las antiguas pesetas, con otros gastos aparte y formar parte de su familia.

El contrato era por más de una temporada. Charles siempre tuvo un espíritu viajero y no se crio lejos de la frontera con México, así que aceptó. Ciurana, por primera vez en su vida se embarcó para volar a los Estados Unidos, allí permaneció dos meses, allí vio en acción a Charles. El entrenador de entonces en el San José, el internacional José Brunet, fue quien le aconsejó su fichaje. Era la segunda opción. La primera era un tal Lew Alcindor (Kareem Abdul-Jabbar), pero este era inalcanzable.

Lo demás es historia, durante su carrera, Charles se enfundó las elásticas del equipo de Badalona ya anotado, el Barça y el CD Manresa. Nunca ganó un título. Se nacionalizó español, pero nunca jugó en la selección española. La larga espera de ese trámite le costó un curso sin jugar: el 1970-71, debido a un cambio de normativa en el que se volvía a prohibir cualquier jugador que no fuera nacional o no hubiera sido nacionalizado, como ágilmente antes se había conseguido en el Real Madrid con Clifford Luyk y Wayne Brabender.

Charles Ray Thomas (Foto: Fundació Basquèt Català)

La razón, se creía que así el jugador español elevaría su nivel para los próximos Juegos Olímpicos de 1972 que se celebraban en Múnich. España acabaría décima primera de 16 equipos. Un año antes, en el Europeo de Alemania de 1971 habían quedado sextos entre los 12 participantes.

¿Qué hubiera pasado si Charles hubiera competido en esos eventos? Nunca lo sabremos. Podía mantenerse en el aire un buen puñado de décimas más, mientras sus defensores se sometían justamente a la ley de la gravedad. Había veces que se encogía para no darse en la cabeza con el aro. Reventaba los balones con sus tapones y era raro que se le escapara un rebote.

Buena mano, rápido, corría muy bien las pista y fue dos veces máximo anotador de la liga. Muchos coinciden en que no se contempla que también liderara en rechaces y tapones simplemente porque no se registraron. En su universidad, California State, recogió 25 en tres ocasiones y en otra 24. Allí también ostentó el récord de rebotes. Diría que aún lo tiene con 1.025 rebotes. Es una pena, pero casi no hemos encontrado vídeos suyos. Incluso, por ahora, nos ha resultado imposible hacernos con alguna instantánea suya machacando. Pero no nos rendimos.

Su vida era su familia y el baloncesto, aunque no sé, a ciencia cierta, si ese era el orden real. Antes se cuidaba mucho. No fumaba, no bebía. abandonó ambas cosas a los 29 años. Aquel noviembre de 1974 no sólo se destrozó la rodilla, también lo hizo su alma. La última vez que sus hijos le verían sería un par de años después.

La temporada 75-76, la última de su carrera, había sido cedido por el Barça al CD Manresa de Antoni Serra porque su entrenador, Ranko Zeravica, no lo quería. El serbio quería un pívot grande y ya exigía entrenar dos veces al día. Charles nunca  había sido de hacer grandes esfuerzos en los entrenamientos. Únicamente jugaría 9 partidos con los manresanos, donde poco destacaría, eso sí, entre esos choques hay una histórica victoria en Manresa ante el Real Madrid, donde consiguió dos tiros libres decisivos.

La rodilla de Charles ya no era la misma. Se había separado y Lynda se había marchado con sus dos hijos. La situación era inaguantable, deprimido, mal influenciado, irascible, tirano, desquiciado… Charles ya no era Charles. Estaba totalmente enganchado al alcohol y a las drogas. Abrazado totalmente a malas compañías. Un infierno para él, pero no olvidemos que, evidentemente, también lo fue para su entonces mujer y sus dos pequeños hijos.

Hasta febrero de 2021, Charles no había dado señales de vida. Fue a través de dos enfermeras, Tari Cannon y Teresa Hall Block, que pusieron en contacto a nuestro protagonista con Norman Carmichael. Norman era un excompañero suyo en el Barça y gran amigo. A ambas, en más de una ocasión, Charles les había explicado que, hacía muchos años, era una estrella del baloncesto en Europa. Unas horas googleando les sirvió para poder confirmar lo que su paciente, -sin piernas, sin dientes y delicado de salud- les decía.

Entre la poca información que repescaron, había un extenso artículo en Solobasket.com de 2017. Este les ayudó a atar cabos e idear un plan para que ambos se encontrasen. En la publicación en cuestión, el propio Norman había colaborado escribiendo una especie de carta abierta.

Se sinceró explicando cuánto había significado Charles para él y, aunque dándolo por perdido, cuánto deseaba volver a verlo. El encuentro fue posible, el mundo de Norman dio la vuelta y me sentí orgulloso por haber sido una de las primeras personas a las que decidió avisar de aquella inesperada toma de contacto. Cuando se vieron, se fundieron en un abrazo, al que sucedió una entrañable conversación que pudimos grabar: «Te he echado mucho de menos, ha pasado demasiado tiempo hasta vernos, pero esto no volverá a pasar». Aseveraba Norman. Charles le respondía con una pregunta: «¿Cómo lo sabes?». Emocionado y directo, Norman sí le daba respuesta: «Porque ya sé dónde estás».

Ray Charles (Foto: Fundació Basquèt Català)

Un mes más tarde, se me acabarían escapando las lágrimas. Llevo más de 25 años escribiendo, he escrito más de dos mil artículos. Aunque el tiempo y la inspiración juegan un papel importante, siempre los he intentado hacer con todo el cariño del mundo. Ni antes, ni durante, ni después puedes saber el impacto que puede tener una publicación en las personas que aparecen en él. Sin duda, Charles Thomas, la triste historia del primer súper ‘matador’ del basket en España fue uno de los artículos de mi vida, pues fue con el que Tari y Teresa encontraron el camino para que Charles contactara con Norman.

Have you ever met Charles? ¿Conociste a Charles? Junto al director Fèlix Colomer y la productora El Terrat, estamos elaborando una serie documental sobre Charles. Aún estamos recogiendo testimonios que arrojen más luz después de sus más de 45 años desaparecido. Si os apetece ayudarnos me puedes poner comentarios en este mismo artículo o escribirnos a [email protected]

Alguna vez el historiador Albert García Espuche dijo algo así como «si no podemos dar marcha atrás en la historia, podemos hacer todo lo posible para no olvidarla».

4 Comentarios

  1. El Gran Maciste

    Gran semblanza del gran Charles Thomas , redactado por el no menos grande Carlos Jimenez.

    Te sigo desde los inicios de Solobasket y constato que continúas con el buen gusto de siempre.

    Suerte con el documental.

    Un abrazo

  2. Carlos Jiménez

    Gracias por valorar mi trabajo. Yo que pensaba que me iba a retirar del baloncesto periodístico y mira. SB siempre en mi corazón. Un abrazo.

  3. David Ballester

    Gran idea, supongo que tenéis controlada una portada de Rebote con Thomas en portada, mitad camiseta blaugrana, mitad manresana, si no recuerdo mal.

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