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Onésimo, Ted Lasso y un día cualquiera

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Onésimo (Foto: Cordon Press)
Onésimo (Foto: Cordon Press)

Ayer iba a ser un día cualquiera, uno de esos que va directo a la papelera de la intrascendencia, hasta que tuve una ocurrencia. Sucedió de madrugada, justo cuando enfilaba la cama. No recuerdo qué estaba pensando, pero de repente me dije «a uno que intenta el enésimo regate, que nunca la pasa y siempre la pierde, habría que llamarlo Enésimo, como Onésimo, pero mal».

Enésimo. Me metí en la cama bastante orgulloso y pensando a quién podría llamar Enésimo a partir de ahora, y cogí el móvil para apuntarlo y que no se me olvidara la broma. También aproveché para consultar en bdfutbol la carrera del auténtico Onésimo. No tengo muchos recuerdos de Onésimo más allá de los cromos. Solo el cliché: que era un futbolista muy hábil y un poco chupón, un artista del regate en extinción. Robándome minutos de sueño, leí una anécdota en 20minutos (En realidad tardé menos, pero el medio se llama 20minutos).
Por lo visto, cuando estaba en el filial del Barcelona, Onésimo apostó con sus compañeros que era capaz de ir de La Masia al Mini Estadi dando toques a la pelota. Lo hizo. Al leerla apunté también en el móvil una frase que mi hijo suele preguntar a sus entrenadores: ¿Y eso para qué sirve?
No lo sé.
Onésimo me salvó el día, en todo caso. Quizá salve también este artículo, de paso. Antes de mi brillante idea de Enésimo había estado viendo un capítulo de Ted Lasso, pero no lo terminé porque Delia se quedó dormida. La verdad es que me daba un poco igual cómo terminara el capítulo, y eso define a la vez lo bueno y lo malo de Ted Lasso. Empecé a ver la serie porque a mi equipo había llegado un propietario norteamericano, con experiencia en otro deporte que no era el fútbol y, bueno, dados los paralelismos con Ted Lasso pensé que igual me servía de algo. Pero nada, no mucho.
Sin embargo, de vez en cuando volvemos a verla porque no exige demasiado. Eso define igualmente lo bueno y lo malo de Ted Lasso. Me gusta cómo bordea la vergüenza ajena sin resultar del todo incómoda. Es justo lo contrario: una serie cómoda. Te puedes quedar dormido viéndola y no te importa. Se podría decir que verla sirve para lo mismo que ir dando toques de La Masia al Mini Estadi, y esa es precisamente la gracia.
En el (medio) capítulo que vimos anoche, hacen referencia a una palabra holandesa: «gezellig». Leo en Elle que «gezellig» es toda aquella acción que te hace sentir alegre y cómodo durante el invierno, y ponen algunos ejemplos. Una iluminación con velas, leer un libro junto al fuego y cenar con los amigos con una iluminación suave son algunos de esos ejemplos. Lo pido por favor: no entremos a valorar los ejemplos.
Yo pensé de inmediato en la victoria del Mallorca del pasado sábado. Eso sería sin duda un momento «gezellig»: ganar 1-0 pasando frío y sin merecerlo. Lamento no haber visto este (medio) capítulo de Ted Lasso unos días antes, porque el domingo escribí una pieza para la televisión sobre el placer de esos 1-0 (el Señor 1-0, Sofá, mantita y 1-0) y añadir lo de «gezellig» me habría venido genial para parecer sabio y culto, o al menos moderno. Duele admitirlo, pero me habría venido perfecto.

5 Comentarios

  1. Con todo respeto, si crees que Ted Lasso es una serie con la que «no pasa nada» por quedarse dormido creo que te estás perdiendo muchas cosas.

  2. Enrique se repite como el chorizo, cansa con tantos paralelismos sobre su vida. Algunos artículos le salen muy forzados. Tendrá su público poque hay para todos y todas.
    Sin embargo, creo que tiene un estilo reiterativo, lleno de tópicos forzados que ha recibido una excesiva alabanza.
    Lo respeto, lógicamente, pero desde mi humilde visión ha recibido excesivos halagos debido a que el gracioso ha caído precisamente en gracia a ciertos gurús y sesudos pseudointelectuales.
    Saludos

  3. Totalmente de acuerdo

  4. A mi me hace gracia lo que dice Saviour, pero es verdad que en algún medio o a algún «panenkita» de esos como les llaman ahora se refieren a él como «como dice el gran Ballester».
    Recuerdo que salieron unos cuantos de un blog que estaba bien, muy original e aquellos mediados de los 2000 se llamaba DDF o DFF algo así. Escribían artículos guapos sobre historia de fútbol y de política, el cénit fue la Euro 2008.
    Sin embargo, gradualmente se ponían cada vez más «ñoñas» con el pasado y sus memorias de sus equipos estirando el chicle al estilo boomer -el ochentero- hasta el paroxismo absoluto con tal de enlazar con su realidad paralela, hola distorsión . Dice el refrán aquello de lo «poco gusta y lo mucho cansa».
    El paradigma de ello era un tal Naraval o cómo repoll@s fuera, era del Athletic y ahora tengo entendido que quiere que los futbolistas de su equipo parezcan los más cultos e ilustrados de Europa desde cualquier salón de actos.

    También estaba Barbas que no le molaba el Atleti porque tenía a Falcao y su equipo el Athletic no tenía extranjeros y por eso pasó aquello de la Europa League.
    Ya la cosa se puso loquísima con un tio hablando del Córdoba como si fuese el Milán de los 90 y cómo descomía los lunes mañaneros en el baño recordando su visita dominguera al estadio del AC Córdoba.
    Ballester con el Castellón, carajo ,el tipo ha sabido sacar filón a base de símiles y boludeces continuas.
    Disfruté con ellos, vaya cuadrilla, escribían bien cuando querían. Pero también les tiraba la bufanda aunque la llevaban de forma más elegante que otros.

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