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Malas noches y malos goles

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Felipe del Campo, autor de Buenas noches y buenos goles
Felipe del Campo

«Creo que el periodista deportivo está hecho de otra pasta, como se dice de los ciclistas». Es uno de los motivos por los que Felipe del Campo, presentador de distintos programas en Gol Play y Radio Marca, se lanzó a escribir Buenas noches y buenos goles. Es un libro sobre sí mismo y sobre su profesión, tan denostada en distintos órdenes pero rara vez desde dentro de un gremio tan onanista. No esperen crítica en esta obra, que Alfredo Relaño define de forma certera como «un derroche de entusiasmo».

Del Campo es uno de los mayores defensores del periodismo deportivo patrio, aunque hasta ahora le había faltado una frase tan redonda como aquella de Jesús Gallego: «El periodismo deportivo que se hace en España es el mejor periodismo deportivo que se hace en el mundo». En este libro, más de 200 páginas, Del Campo ha dado con un lema a la altura que ha plasmado en la cubierta: «Periodismo deportivo, la mejor profesión del mundo». Leyendo ambas declaraciones, queda claro que al periodismo deportivo español se le queda pequeña España y hay que elevar el elogio a escala planetaria.

En uno de los últimos capítulos, Del Campo explica por qué los especialistas deportivos son los mejores profesionales en todo el espectro informativo. También lo subrayó este lunes, durante una presentación en la que le acompañaron Josep Pedrerol, Miguel Quintana y el mencionado Relaño: «Un periodista deportivo puede contarnos cualquier cosa», opina Del Campo; «yo me imagino perfectamente a Pedrerol contándonos la guerra de Gaza e Israel. Perfectamente. Me imagino a Roberto Gómez contándonos la última hora sobre un tema del corazón. Pero me costaría ver a un periodista político sentarse delante del ordenador para hacer una buena crónica de fútbol. Me costaría mucho ver a un periodista del corazón narrar bien un partido. Creo que el periodista deportivo, con sus altibajos, rinde en cualquier ámbito de la profesión”.

«Derroche de entusiasmo», en efecto. Lo de Roberto Gómez no lo voy a discutir, pero imagínense a Pedrerol, que lleva años anunciando la llegada inminente de Mbappé al Real Madrid, manejando material inflamable como el de Palestina. Quizá lo que quiso decirnos Del Campo, y en ese caso le daría la razón, es que no hay nadie mejor que un periodista deportivo para vender la moto, impostar y atreverse con cualquier tema, por más que le quede cinco tallas grande.

En mitad de este coloquio umbilical, Miguel Quintana, el más joven de la mesa, aseguró que no hay periodismo bueno y malo, porque el malo sencillamente no es periodismo. Pedrerol lo entendió regular: «Decía Quintana que el periodismo es periodismo, simplemente, ni bueno ni malo, es periodismo. Y estoy de acuerdo en eso». Y acto seguido habló de la vocación, la eterna coartada para escatimar a los periodistas unas buenas condiciones de trabajo.

«Creo que es importante sentir la profesión como hobby por encima de todo. Y es importante que la gente se divierta haciendo lo que hacemos». Ya antes, Pedrerol había dicho: «Esto no es un trabajo para funcionarios con un horario fijo, sino que nuestra profesión implica que estés pendiente de todo durante todo el día prácticamente; si no, no eres periodista, o por lo menos no entiendes el periodismo de esa manera».

Pedrerol lamentó que los jóvenes ahora no se busquen la vida como hizo él hace un tercio de siglo. Sólo le faltó decir que en España quien no trabaja de reportero es porque no quiere. «Me llama la atención que me digan que hay mucho paro en periodismo, que seguramente lo hay, pero llegan pocos currículums».

Si lo que cuenta es cierto, no se explica que Quintana, que dijo sentarse en la mesa como representante de «la generación perdida», asegure que lo más complicado de esta profesión «no es desarrollarla, sino simplemente llegar». Su visión me parece más realista que la de Pedrerol y Del Campo, pero por desgracia no conozco ningún libro que la refleje. Habrá que esperar a que alguien escriba esa cara B de la profesión. Quintana hasta bromeó con el posible título: Malas noches y malos goles. ¿Qué? ¿Quién se atreve?

Un comentario

  1. Como ya adelantó Jot Down…
    Que bueno! Corto, directo y certero.
    El periodismo deportivo siempre ha vivido de vender humo, jugar con la ilusión de la gente y ultimamente de avivar la agresividad del aficionado.

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