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Serbia: Cómo ser el mejor cuando no eres el más fuerte

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Bogdan Bogdanovic en el Serbia – Canadá de semifinales (Foto: Cordon Press)

4 de junio de 2021. Serbia acababa de perder en Belgrado ante la Italia de Meo Sacchetti.  Una derrota tan inesperada como inconsolable. El equipo que había conquistado la medalla de plata en Río 2016, quedaba excluido de los juegos de Tokyo por una Italia que aquel día les superó en aspectos tan determinantes como la concentración y el deseo de ganar. Aquella derrota supuso el fin de ciclo para Igor Kokoskov,  un hombre que nunca terminó de convencer al exigente aficionado serbio. Antes de eso, bajo la dirección de Sasha Djordjevic, Serbia estuvo a punto de tocar el cielo en tres ocasiones: la primera de ellas en el Mundial de 2014 disputado en tierras españolas, un campeonato saldado con una medalla de plata con sabor a oro; después llegó la plata en Río y la derrota en la final del Eurobasket 2017 ante la Eslovenia que dirigía Kokoskov.  Fue este hecho el que hizo virar la dirección de la Federación serbia hasta el punto de entregarle las llaves del equipo nacional al propio Kokoskov.  Concluido el experimento Kokoskov, llegó el turno para Svetislav Pesic, uno de los más respetados y legendarios entrenadores del viejo mundo.

La primera prueba para Pesic llegó en el Eurobasket del verano pasado.  Con Nikola Jokic al frente del equipo, los balcánicos llegaban con vitola de favoritos. Y lo fueron… hasta que en su camino apareció de nuevo Italia en octavos de final, esta vez con Gianmarco Pozzecco como entrenador en jefe.  Ya en sus años como jugador, Pozzecco era conocido por su impulsivo temperamento, un aspecto de su personalidad trasladado a su faceta como entrenador. Serbia lideraba por catorce puntos de diferencia un partido que tenía controlado… hasta que Pozzecco asumió el papel de MVP de la noche con una actuación entre bambalinas digna de la mejor representación teatral. Una técnica para él, luego otra para uno de sus ayudantes, luego una tercera para todos los que estaban en el banquillo de Italia.

En apariencia, no parecía el mejor plan para revertir el orden de los acontecimientos. Sucede que fue el mejor revulsivo para sus jugadores; un equipo que parecía a punto de caer en el abismo acabó cerrando filas en torno a su autofustigado entrenador, enviando a la Serbia de Nikola Jokic de vuelta al reino de las sombras. No puede decirse que Jokic no brillase en ese partido, pero el trabajo colectivo en defensa y las palabras expresadas por Pesic en rueda de prensa cuando dijo que «hay que estar físicamente preparado», sugieren que Serbia no encontró la forma de igualar colectivamente la intensidad defensiva a la que Pozzecco, por el contrario, si consiguió llevar a los suyos.

Nikola Jovic (Serbia) (Foto: Cordon Press)

En la guerra psicológica empleada por el técnico italiano, Serbia llevó las de perder. Podría escribir ampliamente sobre la relevancia de perder balones y conceder segundas oportunidades por largo tiempo, podría hablar sobre las consecuencias de subestimar al oponente o dar por cerrados los partidos de forma unilateral, lo que pasa es que no aportaría nada fundamentalmente nuevo a su conocimiento.  Me parece más relevante destacar la confianza mostrada en ese momento desde el cuerpo técnico, encabezado por Pesic, en sus hombres. El mensaje enviado hablaba de la confianza en la calidad del equipo, tanto aquellos que habían jugado, como en algunas piezas que no habían acudido. La gran pregunta era si la acumulación de talento sería suficiente para que Serbia regresase a sus viejas costumbres de gloria en las canchas. Una pregunta a la que era complicado responder en un oscuro momento como ese, pero nunca hubo dudas sobre la existencia del potencial con el que el conjunto serbio contaba.

Un año después, la preparación para el Mundial ha estado marcada por la ausencia de Nikola Jokic, MVP de las finales y considerado por muchos como el mejor jugador en la actualidad.  El nombre de Jokic acapara muchos titulares, pero a decir verdad la lista de dificultades objetivas en la composición serbia, no se la desearía usted a su peor enemigo: Micic se embarcó en la aventura de la NBA, Jaramaz, Smailagic, Pokusevski,  TrifunovicLucic causaron baja por diversas lesiones, Kalinic renunció a acudir , después de dos amistosos Nemanja Nedovic dejaba un «venga, hasta luego» como epíteto de su paso por el equipo nacional en el verano de 2023. La sangría de ausencias desvirtuó las opciones de los serbios, aunque no hasta el extremo de no lograr reconocer la esencia de la Reprecentazija.

Todo comenzó a tener sentido de nuevo con la vuelta de Bogdan Bogdanovic, jugador ideal para liderar el proyecto mundialista.  El debut de Nikola Jovic,  y la milagrosa recuperación de Stefan Jovic ayudaron a recuperar la sonrisa de Pesic.  Jugadores como Marko Guduric, Vanja Marinkovic, Ongjen Dobric, Filip Petrusev y Dejan Davidovac volvieron a gozar de la confianza de un Pesic que encontró en Nikola Milutinov un arma ideal para dar rienda suelta a sus fantasías tácticas.  Ancla defensiva , con una especial sensibilidad para el pase, poderoso en el rebote ofensivo y en la finalización, Milutinov es un completa garantía en puesto de cinco, posición en la que el ex jugador del CSKA ha sido un elemento diferencial en partidos como el que hemos visto hoy ante Canadá.

Hubo un momento de duda con la derrota ante Italia en la primera fase. Parecía una escena revivida de un pasado muy presente. Serbia perdió ante la selección italiana de manera similar a la clasificación para los juegos olímpicos de Tokio, después en la citada derrota en el último Campeonato de Europa en Berlín, y también habían perdido ante ellos este verano en la Copa Acrópolis. Con la certeza de saber que tal vez no eran el equipo más fuerte del campeonato, los serbios se pusieron manos a la obra demostrar al mundo que eran los mejores. Una contundente victoria ante la República Dominicana fue el preludio a la primera demostración de verdadero poder al dejar fuera de la lucha por las medallas a una Lituania que llegaba tras asombrar al mundo con su victoria ante los Estados Unidos.  El triunfo de Canadá ante Eslovenia, aseguraba mantener a Serbia entre las dos mejores selecciones europeas en el Mundobasket, y por ende, clasificar directamente para los Juegos de París. El objetivo planteado desde el primer día, por tanto fue cumplido.

Marko Guduric en el Serbia – Canadá (Foto: Cordon Press)

Antes del partido semifinal ante Canadá, Pesic insistió en que sus jugadores no esperasen a ser golpeados, sino que golpeasen ellos para que no les pegasen primero a ellos.  ¿Entienden el mensaje? Vamos a soportar el físico de Canadá a través del sufrimiento.  Estupendo planteamiento el de Pesic. Lección defensiva partiendo desde el esfuerzo colectivo, caras rabiosas, rostros llenos de deseo que celebraban cada robo  de balón como si su vida estuviese puesta en esa defensa. Tienen un mérito tremendo.  Han atravesado un pedregoso camino en los últimos años, aparentemente su composición no era la más fuerte, no está Jokic, pero a cambio Serbia encontró como director de orquesta al mejor Bogdan Bogdanovic. Todos hicieron su mejor esfuerzo para alcanzar la final. Ogjen Dobric estuvo genial en defensa y en ataque. Lució muy bien en el uno contra uno contra Shai Gilgeous– Alexander en defensa, mientras en ataque aportaba 16 puntos. Aleksa Avramovic y sus intangibles, y la explotación del factor Milutinov también resultaron importes a la hora de allanar el camino hacia la final.

Para Pesic será su cuarta final en seis grandes torneos.  De momento, tiene tres medallas de oro para sus equipos. El domingo jugará ante la selección con la que tocó el cielo en el Eurobasket de 1993: Alemania. Hoy toca recoger cable a todos esos expertos que sentencian a entrenadores debido a una inhumana generalización que viene a decir que todo el conocimiento que una persona ha acumulado y ha divulgado durante una vida tiene una fecha de caducidad cuando se llega a una indeterminada edad. Hoy hablamos de Pesic, mañana podemos hacerlo sobre Messina (habitual receptor de los mismos reproches), o sobre cualquier otro. Por eso me alegro tanto por Pesic, el hombre que a sus 74 años puede llevar a la Reprecentazija de nuevo a la cima del baloncesto mundial en lo que puede suponer un triunfo de gran calado histórico.

Svetislav Pesic, entrenador de Serbia (Foto: Cordon Press)

Hace 60 años, el equipo nacional de la República Federativa Socialista de Yugoslavia ganó su primera medalla en un campeonato Mundial de Baloncesto, concretamente la plata ganada en Brasil. En aquella ocasión la única derrota se la infligió el anfitrión, el equipo que resultó campeón. Seis décadas, cinco oros, tres platas y dos bronces después, un solo triunfo separa a Serbia de la gloria.  Los jugadores y Pesic ya saben que son héroes. Hagan lo que hagan en la final del domingo, será la guinda del pastel.  Y me causaría una enorme satisfacción, que esa guinda fuese la de la celebración. Las viejas tradiciones bien lo merecen.

 

 

4 Comentarios

  1. «Seis décadas, cinco oros, tres platas y dos bronces después, un solo triunfo separa a Serbia de la gloria.»

    Serbia no es Yugoslavia. Esos cinco oros no son serbios.

  2. Deportiva y humanamente considero la desintegración de Yugoslavia y las guerras que la propiciaron una gran tragedia con un coste humano inaceptable.

    Respeto todas las opiniones, pero éste es mi sentimiento.

    • Como alguien que perdió en esa guerra a 4 familiares a manos de serbios y que se vio en una trinchera 3 putos años de mierda por la idea serbia de que Bosnia les pertenece, de que nosotros (bosnios) éramos y teníamos que ser serbios porque sí, estoy de acuerdo… pero en esa desintegración etc. no todos tuvieron la misma culpa. De todos los países, curiosamente es Serbia el menos yugonostálgico.

      No me alegro que perdieran, pero ver a Avramovic con una cruz en el campo y rezar al final, santigüandose me provocó arcadas. Otra muestra de que no son Yugoslavia.

  3. Las viejas tradiciones bien lo merecen.

    La tradición de Serbia desde que desapareció deportivamente Yugoslavia (2004) es perder finales: 2 eurobasket, 2 mundobasket y unos JJOO.
    No son Yugoslavia.

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