El acto de machacar, de hundir el balón con contundencia dentro del aro, es probablemente la acción más espectacular del baloncesto. Como la canasta se encuentra a 3,05 metros del suelo, hacer un mate exige tener cierta envergadura, una potencia asombrosa de salto o ambas cosas. Aparte de la plasticidad de la acción en sí, machacar simboliza el dominio absoluto de la zona del rival puesto que se llega a tocar el aro contrario (poniéndonos en plan metafóricos, es como profanar lascivamente el templo del enemigo) y es casi imparable para el defensor ya que, si este se arma de valor e intenta evitar el mate, la inmensa mayoría de las veces se cargará con una falta y/o quedará posterizado. Y cuanto más llamativo resulta el mate da la sensación de que la canasta cuenta, moralmente, como un poco más que dos puntos. Esa búsqueda de la plasticidad que te haga congraciarte con el público al mismo tiempo que mine la confianza del equipo contrario ha generado todo un catálogo de formas diferentes de machacar: a una mano, a dos manos, de frente, lateral, de espaldas, molinos, rectificados…
De entre la gran variedad de dunks que existen hay uno que es especialmente complicado a la par que vistoso: el mate pasándose el balón por debajo de la pierna en el aire (en adelante, para abreviar, lo denominaremos arbitrariamente UTL —under the leg—). Para hacerse una idea de la combinación de potencia y coordinación que exige esta maniobra, pueden intentar recrearlo en su casa a pequeña escala: cojan una pandereta, salten con fuerza, en el aire, golpee la pandereta con la mano opuesta a la que la sujeta bajo una de sus piernas (que obviamente deberá haber levantado) y, antes de caer al suelo y en un mismo movimiento fluido, golpéese con la pandereta en la cabeza. Bien fuerte, si les da tiempo. Si todo esto lo hace satisfactoriamente y además suele ir disfrazado de Cervantes, podrá presentarse con aspiraciones de éxito a una audición para ser el tuno saltimbanqui de la facultad más prestigiosa de cualquier universidad centenaria. Lo normal es que la primera vez que lo intente sea incapaz de hacerlo puesto que, afortunadamente para la humanidad, el gen que caracteriza al tuno de la pandereta es recesivo. Aun así, extrapole su esfuerzo y sustituya mentalmente la pandereta por un balón de basket y su salto por uno que le catapulte hacia ese aro que está alrededor de medio metro más alto que el techo de una vivienda convencional. Pero no se venga abajo si no se ve capaz de hacerlo, puesto que hasta jugadores profesionales en su plenitud física no han podido culminar una jugada así: ni Michael Jordan acertó en su único intento que ha quedado registrado, en un campus veraniego organizado por Magic Johnson en 1989.
Este tipo de mate no se vio en baloncesto al máximo nivel hasta que Orlando Woolridge lo realizó en el Slam Dunk Contest de 1984 de la NBA. Su altura (medía 2,06 m) y su salto un tanto justito le hicieron parecer agarrotado y deslucieron la ejecución, aunque le otorgaron 48 puntos. Tendrían que pasar diez años hasta que Isaiah Rider recuperara este mate en el concurso de 1994, del que fue ganador; por eso, muchos piensan que fue el primero que lo hizo en un evento de estas características:
Su cuerpo más compacto (pesaba lo mismo que Woolridge midiendo unos diez centímetros menos), la extensión de las piernas y la fuerza de su batida dejan en mal lugar al innovador mate del malogrado alero de los Bulls, siendo mucho más plástico el de Rider, a quien por cierto le dieron 49 puntos. Al año siguiente, el polémico Rider, cuyo nombre será siempre recordado por ser el campeón de mates del 94 y por sus múltiples problemas con la justicia, defendía título pero fue incapaz de repetir el mate a pesar de intentarlo varias veces (en aquella edición, las bases del concurso permitían todos los intentos que quisieran en un tiempo dado). Un par de años más tarde, tras ganar ¡un blanco! (Brent Barry) el título de mejor matador, lo que dio lugar a una de las frases más memorables de Charles Barkley («la NBA está en decadencia. Necesitamos otra marcha del Millón de Hombres»), fue un jovencito de 18 años quien se llevó el gato al agua pasándose el balón por debajo de la pierna:
Este chaval, como habrán adivinado, era Kobe Bryant, quien ya había realizado esta jugada durante un partido de exhibición cuando iba al instituto en 1995. A pesar de la belleza del mate, más elegante que el de Rider, esta edición supuso un punto y seguido para la NBA. El nivel del concurso había ido bajando progresivamente dado que las grandes estrellas dotadas para esta disciplina renunciaban a participar. Tanto el año 1998 como el 1999 no se celebró el Slam Dunk Contest (en 1999, de hecho, ni se celebró el All Stars como consecuencia del cierre patronal de la liga), pero la NBA no quería renunciar a un evento que le proporcionaba muchísima publicidad. Así, el año 2000 recuperó el concurso reuniendo a los mejores especialistas del momento, que dieron lo mejor de sí en el que probablemente sea el mejor concurso que se haya realizado y que encumbró a Vince Carter con un mate inolvidable:
Si ya es difícil realizar todo el movimiento en el aire cuando se tiene el balón en las manos, imagínense tener que cogerlo cuando ya se ha saltado. Tracy McGrady le puso el balón a la altura de la cabeza por lo que Carter tuvo que bajarlo, pasárselo bajo la pierna y hundirlo a toda velocidad; Air Canada hizo todo esto con un movimiento fluido y continuo, con una plasticidad tan insultante que hasta miembros del jurado se subieron a la mesa dando saltos de alegría, enloquecidos con lo que acababan de ver. La propia puesta en escena propició el estallido de asombro general: McGrady se la dejó demasiado baja al primer intento y Carter no pudo realizar el mate pero se pudo intuir lo que iba a hacer, lo que aumentó la expectación porque parecía imposible. Tras realizar ese prodigio de coordinación y potencia, Carter se apuntó al show haciéndonos entender que el concurso había acabado porque lo que había hecho era insuperable. En directo pareció increíble, pero cuando se ve la repetición es impresionante. Incluso en el pabellón, cuando repitieron el mate por las pantallas al mismo tiempo que en todas las televisiones del mundo, el público no pudo reprimir los ¡oh! de asombro con cada toma. Una maravilla. Huelga decir que le puntuaron con lo máximo, 50 puntos.
A partir de ese momento, el UTL se convirtió en una especie de acto iniciático o de prestigio, todo el mundo quería entrar en ese selecto club. La lista de jugadores que han completado con éxito esta jugada desde entonces en concursos por todo el mundo (1) sería interminable, por lo que solo recordaremos los más destacados en la NBA: Desmond Mason ejecutándolo en escorzo en el concurso del 2003, Amar’e Stoudemire a aro pasado en 2005, el meritorio mate de Nate Robinson en 2006 desde sus escasos 1,75 metros de altura o el de Gerald Green en 2008, puntuado únicamente con 45 puntos. Y es que en los últimos años [este artículo se publicó originalmente en Jot Down en 2013], perdida la novedad y el impacto, así como la masificación puesto que lo ejecutan ya muchos jugadores, el UTL no ha sido bien recibido por los jurados del concurso. Los casos más significativos en este aspecto han sido los de Andre Iguodala y DeMar DeRozan. Iguodala tuvo virtualmente ganado el concurso de 2006 cuando le hacían falta 45 puntos para llevarse el título y realizó esto. Estableciendo los primeros mimbres para el pucherazo, le dieron solo 44 puntos, por lo que tuvo que jugarse una ronda de desempate con Nate Robinson quien, en una de las situaciones más bochornosas de la historia del fin de semana de las estrellas de la NBA, necesitó ¡14 intentos! para un mate muy regular. Por su parte, Iguodala dio un paso más y ejecutó el UTL a aro pasado. El jurado parecía que tenía claro que debía ganar Robinson y le dieron solo 46 puntos al visiblemente cabreado Andre, suficientes para que el histriónico y menudo base ganara (inmerecidamente) aquella edición. En cuanto a DeRozan, también sufrió en 2010 la indiferencia de los jueces que dieron 42 puntos a un UTL que finalizó de espaldas y a dos manos, o 44 puntos en 2011 en una versión aún más complicada.
Siempre hablando de concursos dentro del baloncesto profesional, se han dado algunas innovaciones interesantes más allá de machacar con la misma mano que el pie de batida (un movimiento menos natural). El que más evolucionó el UTL en la primera década del siglo XXI fue Jason Richardson, campeón en 2002 y 2003, con bellas variaciones: fue el primero que lo finalizó de espaldas tras coger el balón en el aire o el que lo comenzó lanzando el balón contra el tablero. Otro tipo de novedad introdujo Terence Ross en el concurso de 2013: ejecutar un UTL saltando sobre un niño. Pero este tipo de mate, saltando sobre personas u objetos me parece que están (aún) más cerca del circo que del baloncesto, sobre todo si el saltador calcula mal y se lleva todo por delante. Que ya ha pasado.
James Flight White
Puede que James White sea el mejor matador que ha dado el baloncesto profesional. Reúne potencia, plasticidad y una exuberante capacidad de salto aunque, como jugador, su mejor logro ha sido el título de máximo anotador… de la liga italiana. Tras su paso por la NCAA, fue elegido en segunda ronda del draft de la NBA, donde apenas ha tenido minutos, por lo que ha deambulado por Rusia, Turquía o la NBDL. Pero es un superdotado cuando llega la hora de machacar; raro es el concurso en el haya participado en el que el mejor mate no ha sido suyo, aunque su irregularidad y atrevimiento le hayan costado más de un título. En el 2013, puesto que formaba parte de la plantilla de los Knicks (aunque lo cortaron al finalizar la temporada), pudo por fin intentar demostrar su capacidad en el mejor escaparate posible: el concurso del All Stars. Y comenzó con un mate desde la línea de tiros libres, para romper el hielo. Pero marró su segundo intento, quedando fuera de la fase final para la que probablemente se guardaba un UTL… ¡desde la línea de tiros libres! Esta barbaridad se ha convertido en la marca de la casa aunque no siempre lo consiga, pero es de alabar que se arriesgue poniendo toda la carne en el asador. En el concurso de la liga turca de 2008, por ejemplo, lo clavó. Que alguna franquicia de la NBA lo fiche, por favor, aunque solo sea para que imite a Carter tras marcarse un UTL desde la línea personal y diga, con razón, que lo que acaba de hacer es insuperable.
El no va más: realizar el UTL durante un partido
En partidos de instituto se lo hemos visto hacer, entre otros, al citado anteriormente Bryant o a LeBron. Este último también lo intentó con éxito en el partido de Rookies-Sophomores de 2004, aunque llamar a eso partido es como catalogar de «exhibición de talento» a una pachanga entre solteros y casados. A The Chosen One, por cierto, sigue dándosele bien este truco, como hemos podido ver en alguna rueda de calentamiento reciente. Pero en partidos del máximo nivel es muy raro ver un UTL en juego. No es lo mismo intentar hacer un mate de concurso durante un concurso que en un partido serio porque a tu entrenador le puede dar un infarto como falles una canasta fácil en contraataque por hacer el gamba. Por ejemplo Josh Smith, ganador del concurso de 2005, probó suerte durante un partido de playoff y se saldó con un rotundo fracaso. Curiosamente, Smith no lo había intentado en ninguno de los concursos en los que participó (2005 y 2006). El caso contrario es Ricky Davis, que erró en su intento en el concurso de 2004 pero fue el primero que realizó un UTL durante un partido de la NBA, en el año 2003.
Si se han fijado en el marcador habrán visto que en el momento de ejecutar el mate su equipo perdía de 20 puntos a falta de menos de dos minutos y medio para la conclusión. Vamos, no es que el partido estuviera igualado que digamos, por lo que no se estaba jugando gran cosa. Podríamos pensar que Davis no es el tipo de hombre que mira el marcador y las estadísticas cuando está en la cancha. Pero no. Ese mismo año protagonizó una de las acciones más rocambolescas de los últimos tiempos: a falta de pocos segundos para acabar un partido que su equipo ganaba cómodamente, tiró a fallar ¡en su propia canasta! para así apuntarse su rebote número diez en el partido y conseguir su primer triple-doble como profesional. A sus rivales evidentemente no les hizo tanta gracia como a nosotros y uno de ellos, DeShawn Stevenson, le midió un poco el lomo. Lo peor de todo es que la NBA no le anotó el rebote en su planilla por la forma en que lo había conseguido. Su equipo, además, rescindió su contrato por conducta inapropiada o algo así. Pero no le dijeron nada por hacer un UTL durante un partido cuando es una jugada que también puede despreciar al rival, porque pasar el balón bajo la pierna en el aire es una imagen que muchos tenemos grabada desde hace décadas gracias a Drazen Petrovic, que no es que fuera un ejemplo de deportividad. Por cierto, Davis volvió a intentar un UTL en un contraataque en la temporada 2003-2004. Y falló, aunque lo compensó cogiendo el rechace y anotando la canasta (un vistoso windmill, además) antes de que se replegara la defensa. O puede que lo hiciera a propósito para apuntarse otro rebote en su estadística, quién sabe.
(1) Por ejemplo, en el concurso de la ACB en 2005, lo realizó en la forma clásica Saúl Blanco y, en alley oop, Mickaël Gelabale. O recientemente en la NCAA, el explosivo James Justice consiguió una de las mejores canastas del 2012. Y luego están los concursos o partidos de exhibición, donde se ven auténticas burradas (las jugadas nº 6, 4, 2 y 1).
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