Selección de fútbol femenino

Recapitulemos: Crónica de un Mundial anunciado, cómo España ha logrado ser Campeona del Mundo

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Olga Carmona y Laia Codina (Foto: Cordon Press)

Para pasar a la Historia del deporte, hay que ganar títulos. Es injusto, porque solo un pequeño -muy pequeño- porcentaje de los deportistas ven reflejado en su palmarés el esfuerzo diario por intentar ser los mejores. Esos, los mejores, son unos pocos elegidos. Si hablamos de fútbol, pasar a la Historia viene marcado por una cita que se repite cada cuatro años: el Mundial. Tanto es así, que el debate de si este jugador es mejor que este otro se zanja cuando uno de los dos levanta la Copa del Mundo. Desde el pasado 20 de agosto, 23 futbolistas españolas están en esa lista. Faltan, por supuesto, otras que deberían estar, pero hoy no venimos a hablar de ello. Hoy vamos a hablar de cómo se gestó la victoria de la Selección Española en Australia y Nueva Zelanda. 

Era el tercer Mundial que disputábamos. Atrás quedó Canadá, aquel debut que sirvió para dar un manotazo en la mesa y decir basta. Fuimos a Francia y Estados Unidos nos tiró en octavos de mala manera. En aquel momento, Alexia dijo que teníamos que estar entre las mejores del mundo cuatro años después. Era la fecha marcada. Por el medio, una Eurocopa decepcionante en la que éramos favoritas y todo se torció. El conflicto pidiendo mejoras. Las mejoras, negadas ante los micros hasta las semifinales. Un pequeño impulso y un salto. 

Para llegar a esta cita mundialista, España tuvo que trepar en el ranking FIFA para caer en el grupo bueno. A ese puesto del ranking se llegó con amistosos y preparatorios, pasando por Estados Unidos y Suecia, y quedamos enmarcados en un grupo sencillo, con Costa Rica, Zambia y una Japón que nos pintó la cara, derrota necesaria en cualquier relato mundialista. Sin esa derrota, no hay puesta de pies en el suelo, reflexiones ni modificaciones. Si bien es cierto que las que llegaron después de esa derrota, aunque salieron bien, son cuestionables. Es difícil encontrar otro ejemplo en el que ver cómo se cambia a la portera titular de una selección en una cita importante sin que haya por medio una lesión, una sanción, o un entrenador como el de Zambia, que expulsa a su portera titular por haberle denunciado. Vilda lo hizo, quitó a Misa y puso a Cata. Salió bien, pero si llega a salir mal, se carga a las dos mentalmente. 

Cata Coll y Misa Rodriguez (Foto: Cordon Press)

Con la derrota ante Japón, el salto de grupos a octavos cayó otra vez por el lado bueno y nos enfrentamos a Suiza para barrerlas con un 5 a 1 en el que puede que haya sido el partido más completo de la selección en este Mundial. Todas las cosas que salían mal en citas anteriores, salieron bien en esta. Se abrió el arco, como dice Morena Beltrán. Aitana brilló y abrió la lata con un gol que le permite ponerse de puntillas para alcanzar con la vista al Balón de Oro. Volvió para esto. Con el campeonato que ha hecho sella una temporada brillante que la pone en todas las quinielas. Pero junto a ella en el campo han brillado otras, como Tere y Jenni, haciendo que el centro del campo de la roja tuviera un dominio absoluto no solo en este partido, también en el que vino después, sabiendo sufrir contra Países Bajos hasta el 110 de la prórroga, donde el nombre de Salma Paralluelo empezó a resonar en todas partes del mundo. 

La semifinal contra Suecia fue otro monólogo español en el que ni Rölfo, inexplicablemente fuera de las menciones a mejor jugadora del año, pudo hacer nada. Olga Carmona, que había sido también señalada tras la derrota de Japón, terminó con la maldición de un equipo que, cada vez que le empataban en fases finales de partido, era incapaz de reponerse. La euforia estaba ya desatada. Estábamos por primera vez en una final con la absoluta. Veníamos de ser  campeonas de todo en las inferiores. Esto era lo que demandábamos, cuando molestábamos con las demandas. Fueron días de nervios e ilusión. Al día siguiente conocíamos al rival: Inglaterra. La revancha de la Euro. El escenario perfecto para otra: donde España consiguió la plata en los Juegos Olímpicos. Todo en el relato apuntaba al oro. El año difícil. La narrativa de Vilda y el falso héroe. El camino allanado por las ausencias en las rivales. La recuperación de Alexia. El foco internacional puesto en un partido de alta gama, con Sarina Weigman recibiendo llamadas de selecciones masculinas -porque sí, una vez más, las mejores del femenino van para allá, los peores del masculino vienen para acá-. Inglaterra y España se verían las caras a las 12 de la mañana de un domingo en suelo patrio. Ellas jugaban en casa, por eso de la Commonwealth, y la RFEF puso un avión para cumplir con otra de las peticiones: tener a los familiares cerca en momentos importantes. 

Alexia Putellas (Foto: Cordon Press)

No pudieron llegar todos. El padre de Olga Carmona, la heroína que nos dio el Mundial con su gol en las semis y también el zurdazo de la final, fallecería horas antes del viaje. El secreto se mantuvo a bloque cerrado para que no le afectara no solo a ella, también a un grupo en el que las ausencias habían hecho mella. El padre de Irene Paredes falleció antes del Mundial. La historia de Alexia la conocemos. También la de Irene Guerrero. Tirando de lírica y tópicos manidos, con tantas estrellas en el cielo era difícil no poner una encima del escudo. Lo que une a este grupo es mucho más de lo que lo separa. Las futbolistas que forman nuestra selección, y también las que dejaron de formarla, están ensambladas por la ambición y la profesionalidad. Ganar este Mundial no es más que la culminación a las horas dedicadas a formarse como personas y futbolistas. 

Queda mucho por lo que luchar. Ya saben: lo difícil no es llegar, es mantenerse. Somos, hoy por hoy, el mejor país del mundo para jugar al fútbol, si solo miramos la vitrina de trofeos de nuestras selecciones y de nuestros clubes. La inversión tiene que ser constante y firme, porque si algo ha demostrado este Mundial es que las fuerzas se nivelan cuando las federaciones reparten justicia e ingresos. Que una selección desconocida puede convertirse en revelación. Que el golazo del torneo te lo deja quien menos te lo esperas. Que España, la España que estaba herida hace 10 meses, que no sabía cómo se iba a recomponer, llegó a ser Campeona del Mundo. Que la estrella no nos ciegue: esto debe ser solo el principio de una historia que dé esperanza a las que vienen detrás. Que sepan que siempre se puede cambiar para bien. Que no desfallezcan cuando arranquen su lucha, porque si algo sabemos es que siempre habrá algo por lo que luchar. Y por último, pero no menos importante: que todos los que se juntaron en plazas, bares, casas y estadios a ver a nuestra selección levantar la Copa del Mundo, vuelvan en septiembre a los campos a apoyar a su equipo femenino, ya sea en un barrio o en primera división. Esas niñas son las que levantarán el trofeo de mañana. Y, cuando lo hagan, que nadie les ensucie su celebración.

4 Comentarios

  1. Básicamente según la autora el mundial se ganó a pesar de Vilda y todo es gracias a las jugadoras que querían echar al entrenador que, según ellas, lastraba su calidad. Menuda milongaza para disfrazar un comportamiento vergonzoso. Y van….

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