Historia del fútbol español

El Racing de Madrid, o la dureza castiza

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En esta casa lo que siempre ha molao es la Segunda División. La Segunda División de fútbol, oigan. Y si es Segunda B también nos vale. Es que somos muy del pueblo, del terruño, de Torrelavega, y aquí la Gimnástica no tiene muchas participaciones en Champions, seguro que me entienden…

Así que… Segunda División. Ojito, fundadores de la Liga. Nuestra Gimnástica, comento. Temporada 1928/1929. Aunque le decimos así por costumbre, vaya, que la cosa fue entre febrero y junio del 29. Agonizante la dictadura de Primo (y casi agonizante Primo, que bien merecido lo llevó). Eso, igual ustedes conocen algún detalluco de aquella primera Primera. Que si ganó el Barcelona, que si segundo el Real Madrid, que si cuatro equipos vascos, que si gaitas, dimes y diretes. En fin, hierba mascada. Porque lo que moló, lo que moló todo lo molable… fue la Segunda, colegas. La Segunda Grupo B, que es donde estaba mi Gimnástica, ay, mi Gimnástica, y casi ascendemos, a cuatro puntines de cambiar la historia, a cuatro puntines de vete tú a saber cuántos títulos y portadas de periódicos. Temporada a golpe de paradoja, con siete victorias sobre nueve en casa (veintiocho goles a favor… no se ha vuelto a ver algo así en El Malecón jamás de los jamases), y solo una más fuera. En Zaragoza, porque ya puestos… hacerlo bien. Debían ser peculiares aquellos campos, tú. Vamos, eso o que los árbitros salían cagadetes antes posibles frutos y embestidas. Vean, si no, lo de la Cultural Leonesa, que ganó todo en casa y fuera perdió cinco de nueve. El Murcia solo cascó un encuentro como local, el Valladolid lo mismo, el Castellón empató a dos con Osasuna y se impuso en el resto. Ahí hay una historia, eh, una historia de agresiones, patadas y amenazas, una historia entre lo deportivo y lo picaresco.

Como la del Racing de Madrid.

Aquel primer año de Liga (de todas las Ligas), el Racing de Madrid estaba encuadrado también en Segunda División. Grupo A, que para eso arrastraban noblezas (concedidas) y pedigríes (de baratillo). Que cargabas más historia (cainita, las más de las veces, se lo cuento en nada), y cayeron justo debajo de la Primera, ese cotito cerrado de clubes que habían ganado la Copa, o que habían sido finalistas en la Copa, o que eran el Racing. El de Santander, no el de Madrid.

El Racing (el de Madrid, no el de Santander) hizo una temporada pésima en Segunda y acabó colista. Bueno, el Racing (el de Santander, no el de Madrid) también hizo una temporada pésima en Primera y también acabó colista, así que nos podíamos haber ahorrado todo este rollo. En fin, al melón… Que este Racing de Madrid ganó solo seis partidos (todos en casa, claro, salvo la visita exitosa al Betis) y ya bajó de categoría, y al año siguiente le tocaba estar en Tercera, Grupo IV, pero renunció a la plaza, y también renunció a la plaza el Zaragoza, y al final en esa Tercera, Grupo IV, solo compitieron el Patria Aragón (lo juro), el Nacional de Madrid y el Unión Sporting de Madrid. Ninguno logró el ascenso.

Aguantó el Racing de Madrid unos meses. Séptimo (de ocho, quedó debajo el Avilesino) en Tercera División, Grupo Primero, temporada 1931. Y luego lo de la gira. La gira. Por América. Como Concha Piquer, como los de Operación Triunfo.

La gira.

Pensarán ustedes que a qué les contamos historietas de un equipo que es, solo, nota a pie de página en el fútbol. Que hay cosas más interesantes, que menudo rollazo. Y, vale, igual sí… pero es que no vean las trambolikadas y el mamarracheo alrededor de este Racing de Madrid. Dan para escribir largo, bien largo. Tanto que hay hasta libro, publicado recientemente. El último gol apache (Debate, 2023), se llama, y lo firma José Manuel Ruíz Blas, que iba en busca de hostias, gangsters y golferías varias. Sí, también trae goles y referís compraos, pero eso es lo de menos. Créanme.

Veamos.

El Racing de Madrid era un equipo de quinquis, de pandilleros. Era la camiseta preferida de Juanma López, eran esa virgen a la que rezaba Pablo Alfaro (y las víctimas de Pablo Alfaro). Aquella caterva de espídicos fue como la Banda del Bate, solo que sin Dani Martín  (Dani Martín acojonaba mucho más cantando que en la Banda del Bate). En tiempos de pitiminís y aristocracias, este equipo chamberilero chamarilero paseó impudicia, hostias y reciedad por campos de tierra, prados a medio pasaó el dalle y algunos estadios de cierto renombre. Por España y fuera.

Ya verán, ya.

La cosa nace en 1914, que fue año agitadete. Racing Club de Madrid, quizá por nostalgia del fundador, que se llamaba Ramón Teja y era cisnerista, odontólogo, jugador de fútbol y nacido en Liérganes, Cantabria, que suma más que lo anterior doblado. Vamos, que vete tú a saber si ese Racing no era hijo de otro Racing (no tipo «Athletic-Atlético», sino inspiración abierta). Camiseta a rayas negras y rojas (cual Milan castizo), interés por la trifulca, animadversión casi inmediata con el Madrid (aun no Real), que era equipo de pijines, de señorones y de peña que usa palabras como «juernes» o «latinear». A esos… leña. Y goles. Tantos como para trincarse algunos Campeonatos Regionales, que daban para lo que daban, pero escocían mogollón. «Triunfo de bravos, obreros en su mayoría, gente modestísima», dice Ruíz Blas que decía El Heraldo de Madrid. Patito feo con malas pulgas. Cliché.

Cierto las más veces, como todos. Ya les dije que contra el Madrid la cosa solía pasar a mayores. Golpes, patadas. Cuentan las crónicas que los aficionados solían gritar sonoros «¡mátale!» a sus muchachos, con objeto de arengar juego limpio y espíritu deportivo. Que, oigan, con tales mimbres también pueden ustedes ser campeones del mundo, abrazarse a Burruchaga, escuchar verborreícas de Valdano. Tampoco tanto cambio con el hoy, vaya.

Estos del Racing anduvieron errabundos cual Melmoth hasta volverse al barrio. Campos, descampaos y patios con rayitas albas. Solo que no, que hay crecidas, que cada vez viene a vernos más gente. Hagamos stadium, amigos. Será en el «solar de los frailes», frente al convento de las Esclavas. Pleno Chamberí, paseo que le dijeron Novelesco años ha. Lo intentas y no te sale mejor. Construcción a lo grande. Paseos, tribunas, un tranvía con parada en la entrada principal. Inaugurado en 1918, ya ven qué de rápido se construye el campo (pero qué bonito el campo) cuando tienes interés. Ah, aquel primer partido terminó empate a uno. Fue contra el Athletic de Madrid, por aquello de la simpatía mutua y la antipatía mutua (contra los de blanco).

(El Athletic de Madrid acabará ejerciendo como local en feudos del Racing, pero a eso llegaremos más adelante).

Los años veinte fueron moviditos para el Racing. A ratos felices, a ratos no. ¿Saben eso de que jugaban sobre territorio eclesiástico? Pues era excusa para salir de los partidos llenos de cardenales. Si tenían enemigo Real enfrente, mejor. Aquella vez que el Madrid ganó metiendo dos goles… el primero con el culo (literalmente), el segundo a hostias dentro del área y con la mano (literalmente). El portero del Racing agrede al árbitro, el público del Racing invade el campo, una pareja de guardias salta al terreno de juego con ánimos chunguísimos, repartiendo palos bien gordos a caballo. Sí, hubo carga equina en el verde, para calmar nervios. Que se calmaron (cuando quedas inconsciente se te calman los nervios mogollón). Es solo una anécdota inocente, hubo muchas del mismo estilo. Pero es que claro, qué vas a esperarte de un deporte donde sus «profesionales» aparecen sindicados en la Sección «Dependientes del Servicio Escénico», junto a cabareteras, domadores de circo y el bombero torero.

(No piensen que los escritores hemos mejorado mucho en lo de tener epígrafes, ¿eh?).

En fin, que por unas cosas u otras andaba el Racing a principios de los treinta con el agua al cuello, más acreedores que el del ático en «13, Rue del Percebe» y con una caterva de ideas estrambóticas para salir de tal situación. Que ya saben ustedes lo mal que funcionan, sí, las ideas estrambóticas para salir de las situaciones.

Ay.

Porque alguien dijo… oye, ¿y si hacemos una gira por América? Sí, sí, como Alejandro Sanz, pero sin frases de autoayuda Paulo Coelho style. Tú lo piensas y dices… fracaso. Fracaso en lo económico y, con mala suerte, todos a la cárcel, que no puedes meter semejante pelotón de bandoleros por tierra extraña sin que ello arrastre consecuencias. Pero estaba la cosa muy malita, así que pensaron, joder, por qué no. Y a América marcharon. No iban a volver.

(Es una licencia… los muchachos sí que volvieron, pero el Racing quedó allí, olvidado como lágrimas en la lluvia. Más o menos).

Pues venga, para allá. Primera parada en Perú, que es donde se jodió todo (no sabemos muy bien cuándo, pero que se jodió… fijo). El entrenador del Racing era Paco Bru, simpatiquísima leyenda del fútbol patrio, seleccionador en aquella medalla de chirigota en Amberes (la de la Furia, la de eliminaos y luego plata), que también fue futbolista, preparador pionero en el fútbol femenino, presidente, árbitro. Cuando ejerció de trencilla llamaba a los capitanes correspondientes a su vestuario y les daba una charla sobre educación y buenas costumbres. Mano de santo, oigan. A ver, igual era ayuda el pistolón que dejaba siempre a vista de todos. Yo soy la ley. Etcétera.

Entre todo eso había sido seleccionador de Perú. En el primer Mundial, nada menos. Claro que fue la cosa algo triste, porque no salió del todo… en fin, que no salió del todo. Fracaso y el amargo récord de entrenar en el partido con menos asistencia de la historia de este torneo. Contra Rumanía. Algunas fuentes (vamos, la wikipedia) hablan de dos mil quinientos espectadores. Otras bajan la cifra a trescientos. En fin. Y eso que Perú venía con buena preparación. Paco les había prohibido a sus jugadores mamar licores, fumar y, en general, todo eso que dibuja sonrisas en los rostros juveniles. ¿Resultado? Una máquina, una máquina. Debut en amistoso contra Paraguay, cuatro golitos que meten a los guaraníes. Pena que para celebrarlo se cuelen unos marineros en el vestuario local y tengan la gran idea de disparar un poquito al aire. Que no era aire, sino techo. Madera, comunicando con las gradas. Fallece una espectadora.

Eran otros tiempos.

Pues ahí, en aquella paradójica aventura, estuvo causa de que los del Racing se fuesen al Perú. Que Paco se pusiera en plan multilaburo y transportase ciertos documentos gordísimamente ilegales, ciertos documentos de esos que traen consejo de guerra… pues ya fue cosa del propio Bru, que era amiguete de Sánchez Cerro y Guzmán Marquina. A la sazón… futuro (y pasado) dictadorzuelo del Perú y pasado (y futuro) presidente de la Federación de Fútbol allá. Bueno, vale, Marquina hacía también otros trabajitos. Como director de policía. Como director de policía en una dictadura. Imaginen. Y eso, que Paco llevaba papeles para no sé qué de un golpe de estado, tú coge esto y se lo das a este otro. Salió bien. Lo del golpe, digo, el Racing jugaba partidos sin apenas sacar pasta. Pero como debut americano tiene fuerza, no me lo negarán…

Luego… a Cuba. A jugar en el Stadium Cerveza Tropical. Que qué me importa a mí el partido, si se juega en el Stadium Cerveza Tropical. Bueno, aquel rollo era organización del Centro Gallego cubano (en Cuba hay muchos gallegos, algunos hasta llegaron a comandante) y tuvo el mismo aire a trifulca callejera, pendencia con la ocho muelles y falta de contraprestación económica que el resto de la gira. Los del Racing ya tenían aspecto de famélicos emigrantes, y cada vez era más difícil hacerlos pasar por deportistas de élite…

Siguiente parada… México. Y esto ya son las risas, porque dicen que si los mexicanos juegan duro, que si provocan al Racing, que si aquello es guerra campal. Los madrileños tenían tantos lesionados que en un partido contra el Atlante se dedicaron únicamente a sobrevivir. Joder, que si falla otro no podemos seguir la gira, y si no seguimos la gira no hay pasta, y si no hay pasta me muero de hambre. Cada vez que llega el cuero… pum, pelotazo a las gradas. Así no hay peligro de huesos rotos. Solo que nanai. El público se tomó aquello como provocación, y los peligros ya no iban con calzón corto, sino que saltaban, en forma de turbamulta, desde más allá del rectángulo. Unas risas. Pregunten a Maximiliano de Habsburgo-Lorena, pregunten…

Aquello pintaba a epitafio, para qué engañarles. Y llegó. En Estados Unidos, porque de Madrid al cielo, pero de Estados Unidos a la tumba. Partidos en Nueva York con tipos cada vez más fatigaos, cada vez con menos pinta de patear pelotas. Bochornos, hostias pequeñucas, desánimo. Eso sí, el tema sigue cachondo, porque, en plena época de la Ley Volstead, los del Racing no tienen idea mejor que juntarse con un tal Juan López, españolito entrepreneur, liberal de los de toda la vida, que se ganaba sus buenos cuartos robando licores a los mafiosos y revendiendo esos mismos licores a otros mafiosos. Ya ven, oferta y demanda. La cosa es que unos cuantos del Racing fueron de cena con el tal López, y el tal López los llevó a uno de esos sitios que frecuentan los que son como el tal López, y salieron de allí robando un auto, quemando goma y en mitad de una ensalada de tiros, porque la inseguridad ciudadana es un hecho, y a ti qué te voy a contar.

Era el mejor de los finales para el más golfo de los clubes.

Aquel Racing dejó de existir. Acalambrado en deudas, apretao por los acreedores. Los futbolistas fueron repartiéndose aquí y allá, tampoco estaban las cosas como para elegir en la España de los treinta. El campo, ese campo precioso, el primero con césped de toda la Villa y Corte, tuvo vida posterior, no vayan a pensarse. Turbia, como campo de concentración desde abril del 39. Seguro que saben por dónde voy, para qué extendernos. Y más gloriosa, cuando el Atlético Aviación (que era el Athletic de Madrid de toda la vida, solo que convenientemente fascistizado) ganó allí los dos primeros campeonatos de su historia. Los dos primeros de la posguerra, que ya es casualidad, tú, que ganase el equipo de la Aviación facha los dos primeros campeonatos de la posguerra. En fin, cosas veredes. Luego el Atlético ya se hizo el Metropolitano (bueno, se hizo un Metropolitano, ahora tienen otro), y aquel estadio del antiguo Racing quedó en abandono perpetuo. En ese mismo solar, en ese exacto punto, se lavanta hoy, nos dice Ruíz Blas, el actual Estadio de Vallecas, inaugurado en 1976.

Y es así, amiguitos, como se cierra la historia.

 

 

 

Un comentario

  1. Siempre me ha atraído la historia del Racing de Madrid, gracias por el artículo! Desconocía que Teja fuese de Liérganes. Curiosamente, el equipo de fútbol de Liérganes, cuando lo tuvo, se llamó… Racing (fue posterior, 1928-30).

    Por otra parte, solo puntualizar algunas cosillas del segundo párrafo:

    1. La Segunda, grupo B era la tercera categoría del fútbol en aquella temporada 1928-29 (Primera, Segunda grupo A y Segunda grupo B: no hay más que mirar los ascensos y descensos para comprobarlo. La temporada siguiente la cosa queda meridiana con las denominaciones Primera, Segunda y Tercera).

    Y 2. La Gimnástica de aquella temporada (fundada en 1907 y desaparecida en 1930) y la actual (fundada en 1928) no son la misma sociedad.

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