España. Año 2045. Doñana es ahora un parque temático Rociero; el chino mandarín sustituye al inglés como lengua vehicular de la Unión Europea, y Sofía de Borbón arrasa con su canal de Twitch donde despotrica sobre la vida en palacio, su familia y la monarquía. En esta inquietante distopía, la pirámide de población es ya una escuálida T con una base más fina que mi pensión. Un país de viejos escondidos en sus casas por el miedo a la séptima pandemia mundial del siglo XXI.
Un hombre a punto de jubilarse —pongamos que con 75 años, aunque estoy siendo conservador— llama al centro de salud con su «Eyephone». ¿Recuerdas ese capítulo de Futurama? El ojo biónico proyecta un holograma en 3D de su médico de cabecera, con su bata blanca y una carpeta en la mano.
Que le han vuelto los dolores de espalda y de rodilla, dice el paciente. El médico, tras una serie de preguntas, traslada la llamada al equipo de especialistas. Y aquí llega la única propuesta positiva de ese futuro que, Cambio Climático mediante, nos espera: el traumatólogo que diagnosticó la lesión; el fisioterapeuta que lo ayudó en la rehabilitación, y el readaptador, encargado de guiar al paciente en su vuelta a la actividad física tras recibir el alta de una lesión, los tres elaboran un plan de trabajo como si el enfermo fuera un atleta olímpico. Y podríamos incluir a más miembros en ese equipo: el psicólogo, el preparador físico especialista en determinadas patologías – oncología o esclerosis, por ejemplo—, el analista de datos…
Esta escena a lo Start Trek es, en realidad, una propuesta de Vicente Gómez Encinas, Decano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid, además de ser el jefe de campamento y organizar junto a Miguel de la Quadra-Salcedo la Ruta Quetzal de 1985 a 2021.
«El modelo del Alto Rendimiento, donde trabajan diferentes profesionales en equipo, contribuyendo cada uno con lo que sabe, debe extrapolarse a otros ámbitos de la sociedad, entre ellos el sanitario. Y dentro de esos equipos, el profesional de las Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFYDE) tendrá un papel relevante, como lo tiene ya en el deporte de élite. Pero sin olvidar que nosotros no curamos. Ni debemos, ni podemos. Lo nuestro es la prevención, el proporcionar bienestar físico y mental y calidad de vida a la sociedad a través del desarrollo de la competencia motriz».
Prevención, bendita palabra. La de dinero que me habría ahorrado en mi coche si hubiera hecho caso al refrán.
Y tú, lector enamorado del deporte, profesional del scrolling y el sillón-ball, ya sabes que el tiempo pasa y envejeces casi tan rápido como un post de Instagram, que un factor determinante para el bienestar físico y mental es el ejercicio, que si no lo practicas, todo va a ir a peor. Y esta obviedad es, y ha sido siempre, el gran reto de los profesionales del «mundo del chándal», como llama el Decano a este colectivo discreto y silencioso pero en permanente lucha y transformación desde su llegada al mundo durante los turbulentos años del fin de la dictadura.
«La juventud, llega un momento que se aparta de la actividad física continua sobre los catorce años. La mujer prácticamente desaparece del deporte federado. Hemos logrado asentar la actividad física en el sistema educativo, pero aún no hemos encontrado la solución para que esta continuidad no se rompa durante la adolescencia».
Mientras Vicente analiza el problema de la adolescencia y el deporte, yo recuerdo el día que abandoné a mi equipo de baloncesto en mitad de temporada. Agobiado con la selectividad, una virginidad que rompía todas las estadísticas estatales (y lo que me quedaba hasta ese bendita noche…), y la cita semanal con la botella de whisky barato, el refresco y la bolsa de hielo en el parque de mi pueblo, transformó aquella rutina saludable en una obligación prescindible.
Pasadas las décadas me pregunto: ¿Cómo cambiar la prioridad de esos seres vivos desesperados por amar y ser amados? Y aunque no hay una respuesta concreta, una solución puede llegar por el lado más inesperado: La tecnología y las Redes Sociales.
El Director fundador del INEF de Granada y Doctor en Educación Física, Miguel Ángel Delgado Noguera, lanza su apuesta desde el púlpito de quien lo ha visto todo en sus más de cincuenta años de docencia:
«La mayor preocupación ahora es el sedentarismo de los niños con el uso de las redes sociales y tecnologías. Y no son malas per se, depende de cómo se usen. Somos nosotros, los profesionales, los que nos tenemos que adaptar a estos cambios imparables que trae la Inteligencia Artificial. Hay que aprovechar esas tecnologías para enganchar a los jóvenes a la actividad física».
¿Quién no se descargó una app de ejercicio durante la pandemia, o seguía los vídeos de aquel entrenador cachas con la ilusión de salir de la cuarentena con el abdomen como una tableta de chocolate? Fueron excesivas las expectativas, pero se demostró que las redes sociales son una buena herramienta para alcanzar a toda la población y ejercer cierta influencia positiva. El problema, como suele ocurrir donde huele a negocio y dinero, es el intrusismo de supuestos profesionales ocupando competencias que no les corresponden. Pero para eso están las 54 Facultades CAFYDE, entre públicas y privadas, y organizaciones como los 17 Colegios autonómicos de Licenciados de Educación Física repartidos por todo el país.
Rosa de Tapia Ortega, presidenta del Colegio Oficial de Educación Física y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Comunidad de Madrid (COPLEF) y Jefa de la Delegación de Deportes del ayuntamiento de Leganés, me explica el trabajo del Colegio con un entusiasmo contagioso. Tanto que nada más acabar la entrevista me apunté al gimnasio de debajo de mi casa. (He ido tres veces en un mes, pero ese es otro tema que no viene al caso).
«Estamos en contacto permanente con las administraciones públicas y el tejido empresarial para promover cambios en la legislación que incentiven la salud a través del deporte, y que regulen las profesiones y la actividad empresarial relacionada con el ejercicio. Por ejemplo, logramos en la Comunidad de Madrid las 3 horas de Educación Física en Primaria. Y se ha creado un programa que se llama Salud activa con fondos europeos para que, desde los centros de salud se derive a las instalaciones municipales deportivas a pacientes con patologías que necesiten actividad física de cualquier tipo. Y los que van a prescribir ese ejercicio físico vamos a ser nosotros, los CAFYDE».
Miguel Angel Noguera tiene la misma opinión en relación al futuro de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la rama sanitaria: que sean los CAFYDE quienes prescriban el ejercicio físico.
«Tiene que haber un esfuerzo conjunto para fomentar la salud física y mental a través de la actividad física, potenciar la parte recreativa y la actividad en el medio natural, y desarrollar planes de trabajo específicos para grupos problemáticos, con patologías o tercera edad. Que haya una Educación Física permanente para las personas mayores».
Es decir, que quien entre por la puerta de un centro de salud salga con el chándal puesto.
Aproximadamente, 100.000 profesionales se gradúan cada año en el estado español. Además, hay que añadir a la suma los titulados desde la Formación Profesional, los Técnicos Deportivos, los animadores socio culturales… Sin duda, son unos estudios muy populares entre los jóvenes. La gran duda es si el mercado laboral está preparado para soportar tantos fundamentalistas del sudor, y si en ese futuro próximo, los humanos mantendrán a raya a la Inteligencia Artificial o serán las máquinas quienes nos enseñen coreografías de Zumba.
Para Vicente Gómez, quien ha estado vinculado al INEF de Madrid durante toda su carrera profesional, el escaparate del ejercicio físico tiene capacidad para absorberlos a todos, pero avisa que debe de haber un cambio de mentalidad en el alumnado, y un trabajo permanente desde la universidad para responder a las necesidades de la sociedad.
«En 1º de carrera les hacemos una encuesta a los alumnos para saber cuales son sus expectativas. Solo el 15 o 20 % responde que quiere ser profesor de Educación Física. El resto quieren ser entrenadores, o graduarse para luego sacar oposiciones a policía o bombero. O, simplemente, no saben. Llegamos a 4º de carrera y les pasamos el mismo test. Más del 50% quiere ser profesor de instituto. El resto se distribuye entre gestores o directores de instalaciones deportivas, entrenadores. Y unos poquitos ya empiezan a interesarse por la salud y la actividad física relacionada con la calidad de vida. Esto demuestra que las Universidades tienen que reorientar los estudios y potenciar ciertas ramas para que no haya demasiados graduados pujando por entrar en un sector, y pocos en otros».
En la corta historia de estas profesiones vinculadas con el ejercicio físico, la influencia en la sociedad ha sido tan profunda que hay motivos para presagiar un futuro más sano y comprometido con la salud a través del deporte. Para Rosa de Tapia, el alcance y el impacto de las Ciencias del Deporte está siendo mucho más positivo que nunca. Y la razón es, simplemente, que la sociedad se ha dado cuenta de lo necesarios que son estos profesionales:
«No dejamos a nadie sin tocar a lo largo de toda la vida. Estamos en todos los estadios de desarrollo, de salud y enfermedad, tanto en prevención como en el deporte de élite, o con personas con cualquier patología. Empezamos desde el embarazo, de bebé, y hasta la tercera edad, ya sea gestionando instalaciones, actividades al aire libre y de ocio, profesores de instituto, entrenadores personales o de equipos, readaptadores… Además, con todas las investigaciones científicas alrededor de la salud que se llevan a cabo desde la universidad, o el conocimiento generado por el trabajo con atletas que luego se transfieren a la sociedad, nos convierten en un colectivo en permanente crecimiento, muy apegado a las necesidades reales de la gente. Ya sabíamos que el ejercicio físico es bueno para la salud. Pero ahora lo puedes demostrar con estos estudios. Puedes llegar a un hospital, a un consejero de un ayuntamiento, a todos lados»
España. Año 2046. Nuestro paciente se jubila. Ya no tiene dolores de espalda ni de rodilla. Cada día, después de desayunar, pasa una hora en el gimnasio, y le gusta pasear al atardecer por el parque, aunque la máscara antigás le irrita la piel y cada vez sale menos tiempo.
En el futuro de nuestro protagonista, el aire será cancerígeno, el mar llegará hasta las afueras de Murcia y Sevilla, y por fin se sabrá cómo usar las tres conchas de Demolition Man. Y lo más importante de todo, el ejercicio será considerado culturalmente como una más de las necesidades vitales básicas, a la altura del beber agua, comer verduras y dormir ocho horas.
Crucemos los dedos para que solamente se cumpla esta profecía. Nos va la salud, y el planeta, en ello.
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