Selección Española

De la Fuente se reivindica ante un entorno exagerademente crítico

Es noticia
Luis de la Fuente (Foto: Cordon Press)

La selección de Luis de la Fuente ha ganado su primer título. Uno menor, pero un título al fin y al cabo. Y eso era algo que no pasaba desde hace 11 años, desde aquella Eurocopa del 2012 que fue el colofón de los mejores años de España. Se le miró con sospecha desde el primer día precisamente por escenificar lo contrario de lo que representaba Luis Enrique: se paseó por las redacciones y desde la primera rueda de prensa llamó a los periodistas por su nombre. Su buenismo generó dudas y el batacazo contra Escocia en el debut dio la razón a los que estaban deseando tenerla, así que en la previa del encuentro de semifinales ante Italia, sabedor del runrún soltó, tan pancho: «Lo veo como si fuese mi último partido, no hay día después». Ahora se marcha campeón de Rotterdam y con un proyecto que comienza con un pan, la Nations League, bajo el brazo.

A quien siga teniendo ganas de infravalorar el título bastaría con pasarle las imágenes de Luka Modric después del partido. Desolado, jodido. O de las lágrimas de muchos de los 25.000 aficionados croatas que acudieron en masa hasta De Kuip para asistir, por fin, al primer triunfo de una selección maravillosa, competitiva como pocas y que no termina nunca de poner la guinda: plata en en el penúltimo Mundial, bronce en el último. Esta vez fue España la que les birló la gloria en el último suspiro con la crueldad de la tanda de penaltis. Unai Simón fue el héroe parando un penalti a Majer con los pies y otro a Petkovic con las manos y Carvajal terminó de ajusticiarles lanzando el definitivo a lo Panenka. Todo lo anterior fue un quiero y no puedo donde Ansu Fati tuvo la mejor ocasión en el 84’ y Perišić, un tormento durante la final, despejó bajo palos.

Dio gusto ver el lógico jolgorio con el que los jugadores españoles celebraron el título, primero en equipo, luego con sus familiares en el césped, después de tantos años de decepciones, aunque continúa siendo un misterio si esta selección conseguirá dar la talla en los grandes torneos, pero eso lo dejamos para otro día. La autoexigencia que había impuesto el entorno y por la que De la Fuente estaba en el disparadero desde que posó el culo el primer día en el banquillo y dejó fuera a Sergio Ramos tendrá ahora un respiro porque desde el triunfo se crece mejor e inmensamente más tranquilo, pero es tan fina la línea que separa el éxito del fracaso que da vértigo pensar qué estaríamos diciendo si Unai no despeja la de Majer con la punta de la bota o si Carvajal hubiera enviado su penalti a las nubes. El madridista, por cierto, aseguró tras la final que habían ensayado los penaltis y se notó, sobre todo después de la penosa resaca que nos dejó la tanda ante Marruecos en el Mundial de Qatar.

El seleccionador dispondrá de un margen que se ha ganado con creces en Rotterdam en medio de un clima exagerado de desconfianza y con la presión de que si no ganaba se abría en canal el debate de si era el técnico idóneo. Ha empezado bien y enfrente no estaba un equipo de chichinabo. Con un puntito de normalidad, sin la querencia por el cuerpo a cuerpo que tanto le motivaba a Luis Enrique, De la Fuente ya ha firmado su primer éxito. Ojalá que vengan muchos más.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*