El Barça acabó en blanco su primera temporada sin Messi. Esto es intolerable porque «en el Barça siempre hay prisas, siempre nervios. Es el club más difícil del mundo», en palabras de Lattek, glorioso entrenador que pasase por el banquillo en los ochenta. En la dirección del equipo, Koeman siquiera había conseguido acabarla. «Todo depende de los resultados», dijo el neerlandés antes de ser despedido por perder partidos importantes. Fue acusado de maltratar el llamado estilo, pero lo cierto es que en lugar de Messi disponía de Braithwaite y De Jong para marcar los goles. Entonces lógicamente cayeron contra el Bayern, el Atleti o el Madrid, que tenían mejores futbolistas. Koeman llevaba razón al opinar que «tenemos un equipo para competir y pasar la fase de grupos, pero no se nos puede exigir ganar la Champions». Sin embargo, en el Barça la exigencia no se reduce aunque la realidad lo pida a gritos. Realidad que también indica que Koeman «no era el entrenador de Laporta», como sentenciaría el propio técnico tiempo después.
El Barça tenía una mediocre plantilla pero de cara a la presente temporada igualmente necesitaba, claro, ganar títulos. En su primera etapa, Laporta había acertado plenamente con Rijkaard y Guardiola para el banquillo, por lo que no podía agotar en esta toda la credibilidad con otro error. El presidente no estaba dispuesto a permitir que su apuesta por Xavi, el sustituto de Koeman –Sergi fue un sabido apósito-, el elegido para recuperar los éxitos que otrora alcanzase Pep, se fuera al traste. Así, urgidos por circunstancias que alumbran, Laporta, Alemany, Jordi y Xavi pudieron ir a lo concreto en lugar de perderse en un mar de proyectos, masías, adeenes y cualquier otro tipo de literatura. Lo concreto son los grandes futbolistas.
El estilo lo dan los grandes futbolistas
Entonces la acertada decisión fue hipotecar medio club para contratar a muchos muy buenos futbolistas y así recuperar lo que no debería ser lo único importante pero que a la hora de la verdad en este negocio es lo único importante, o sea, las victorias. Llegaron Christensen, Koundé, Alonso, Kessié, Raphinha o Lewandowski, titulares en equipos del máximo nivel. Fue un acto de lucidez, no de locura.
Laporta es un declarado admirador de Cruyff. «Los pilares del Barça son Cruyff, la Masía, Catalunya y UNICEF», dijo en 2021. Claramente en honor al pragmatismo del Flaco, asesorado por este Laporta se dedicó a fichar lo necesario, tal como había hecho en 2003 y siguientes, cuando aún no se vendía el estilo como una fórmula que no pasase por juntar a los mejores. Fichar como previamente hizo Cruyff con Koeman, Laudrup y compañía hasta conseguir la primera Copa de Europa de la entidad, aun a costa de mantener irreconciliables diferencias económicas con el presidente Núñez. «Los millones han de estar en el campo, no el banco» y todo eso. Fichar y de la Masía subir a los de verdad buenos, como acertó Cruyff con Guardiola, Van Gaal con Xavi, Rijkaard con Messi, Guardiola con Busquets, Valverde con Ansu, Koeman con Gavi, etcétera. Porque solo los muy buenos acaban por rendir en el Barça, como también demuestran en sus respectivas épocas Óscar, Okunowo, Santamaría, Cuenca, Montoya, Mingueza, etcétera, etcétera. Etcétera.
Así, gran jugador tras gran jugador, fichaje tras fichaje, desde Ronaldinho a Ibrahimovic, en 2005 regresó la añorada Liga al Camp Nou, en 2006 la Champions y hasta 2010 el Barça presidido por Laporta tuvo la mejor plantilla del mundo y no dejó de ganar trofeos evocando tiempos cruyffistas.
Confusiones con estilo
En ese momento de necesidad, Xavi y Laporta mostraron clarividencia y entonces el Barça empezó esta temporada con la plantilla más larga y compensada de la Liga, por lo que como principal candidato a ganar un torneo que es de desgaste y cuenta con rivales de menor calidad. «Tres puntos de plantilla», tituló Mundo Deportivo la última victoria ante el Cádiz. Es así. El Barça aún es favorito aunque haya perdido a Memphis en el mercado invernal, como perdió a Piqué antes del Mundial o a Aubameyang a última hora en verano, lo que resiente la rotación y le hace jugar con fuego.
Dijo Xavi que «este año la palabra no es obligación, pero con el esfuerzo que ha hecho el club, si no se consiguen títulos habrá consecuencias. Hay plantilla para ganar títulos y si no se ganan vendrá otro entrenador y lo intentará». La palabra sí es obligación y Xavi parecía tener claro el camino. Ahora solo faltaba que el técnico eligiese para su equipo habitual a los mejores y los dispusiera de modo que floreciesen sus características y se redujeran sus defectos, consiguiendo con ello que buenos futbolistas confeccionen un buen equipo. Tal y como hicieron Cruyff, Rijkaard, Guardiola y Luis Enrique, en el que es su mayor legado.
Pero cuando el balón echó a rodar, Xavi olvidó lo de verdad importante y por momentos se lio con zarandajas del llamado modelo y ataques de entrenador. Que si todas las fichas al 4-3-3. Que «lo que he imaginado y planeado ha salido a la perfección». Que si juegan determinados futbolistas porque son especiales en un «estilo que no se negocia». Cosas así y explicaciones sobre el devenir de los partidos del tipo: «el plan pasaba por encontrar al tercer hombre interior». Soflama que hace parecer, por ejemplo, que gracias a la ubicación es posible encontrar un jugador libre tanto si el balón lo lleva Iniesta como si quien lo maneja es un pata de palo. Como si bajo «el modelo que históricamente nos ha dado el reconocimiento mundial» todo jugador pasara por las mismas reglas.
Problemas entre la táctica y la lógica
En esa coyuntura, para pretemporada Xavi dijo que «estamos trabajando con el 4-3-3, pero la idea también es atacar y finalizar con un 3-4-3». Y recientemente apuntó que «somos el equipo en Europa que más va al ataque, junto con el City. Jugamos 3-4-3 o 4-3-3», concluyendo que en su sano juicio usaría el 4-4-2. Debido a la sistematización ofensiva vivida con Van Gaal, Guardiola y Luis Enrique, el de Terrassa descuidó argumentos que emanan de los futbolistas con tal de mantener su apuesta al tres.
En la web del club hay un artículo que se titula «De Cruyff a Xavi: medio siglo con un estilo de juego reconocible». Es innegable que en el Barça hay una idea a respetar, puesto que es tradición. Pero cabe recordar que aspectos como el esquema no son consustanciales a ella, sino accesorios. Sin ir más lejos, el propio Cruyff varió dibujos y roles según los jugadores propios y los del rival. Incluso de manera general, el de Ámsterdam prescindió de sus famosos 3-4-3 y 4-3-3. Muestra de ello es la alineación tipo de cuatro mediocampista del Barça 1995/96:
El esquema base puede ser importante para facilitar un determinado planteamiento, pero en ningún caso su uso ha de contravenir los principios de una alineación, donde mandan las condiciones de los futbolistas. Lo único que intrínsecamente dicta la matriz neerlandesa, fuente del juego culé, es defender con arrojo y abrir el campo para atacar tanto por dentro, aprovechando los espacios generados con la apertura, como por fuera: costados del terreno donde se elude la densidad defensiva y a la vez se provoca el giro de los zagueros, que desatienden así su espalda. Son conceptos globales del juego ofensivo que el club culé adora porque con ellos ganó la mayoría de sus títulos.
Xavi dice que «el fútbol del club lo marca la historia», no él. Para jugar así, esos Barça exitosos en que participó Xavi contaron con grandes futbolistas interiores de carácter asociativo y alguno exterior capacitado para regatear. «Yo quiero jugadores que driblen», dijo Guardiola. Con esta habilidad se aprovechan los ataques desde el individuo, además de desde el grupo. La naturaleza regateadora suele darse en los extremos, por eso son tan considerados en el paradigma neerlandés. Según su mirada posicional, a los extremos se les exige limitarse sectorialmente a fin de asegurar ese espacio interior y de facilitar que sean encontrados con rapidez por sus compañeros a través del pase, uno de sus medios predilectos.
Pero jugar con tres delanteros netos conlleva dificultades que, ante todo, deben ser asumibles por el conjunto de mediocampistas y zagueros. En el análisis de ello falló Xavi. Con extremos que arriesgan, como son Dembélé, Raphinha y Ferran, el técnico quiso que su equipo dominase a grandes rivales formando un centro del campo de solo tres hombres que eran el actual Busquets y los jóvenes Pedri y Gavi. Xavi aspira a que su equipo disponga siempre del balón. «Queremos ser protagonistas, dominarlos y que no se sientan cómodos», dijo en la previa del partido contra el Manchester United. Pero la posesión tiene códigos que conviene atender, sobre todo si se ansía la totalidad. No es casual que, con el triángulo invertido Busquets-Gavi-Pedri, incluso un radical como Luis Enrique optase por situar a centrocampistas de mucha seguridad con la pelota en un extremo de la Selección, casos de Olmo y Sarabia. E incluso a otro medio como delantero centro.
En lo referente a la fase defensiva, Busquets cuenta 34 años y hasta en sus tiempos dulces ha necesitado arrope para no tener que correr a campo abierto. En el Barça de inicios de curso, si la lectura de la posesión o de la presión hacia delante no era efectiva en la mitad de campo rival, Busquets moría de asfixia y los zagueros de duda. Xavi habría de prever que sufrir contragolpes sería algo normal, habida cuenta de que Pedri, Gavi y De Jong son buenos futbolistas pero no son Iniesta, Deco o el propio Xavi en tiempos de Messi. Y, sobre todo, tener presente que usar extremos encaradores conlleva constantes pérdidas de balón, máxime si el indiscutible es Dembélé. El francés es un futbolista desacomplejado y, en palabras de Xavi, «de los mejores del mundo en su posición. Ves las caras de los laterales y sufren. Marca diferencias. Es letal».
Como Dembélé es el extremo más determinante del equipo y por ello ha de jugar, sus carencias hay que cubrirlas complementándolo. En esos momentos, un Xavi que además optó por incluir también a Raphinha en la mayoría de alineaciones, cegado por el manual filosófico no lo consiguió.
Problemas entre el espíritu y la formulación
Por otra parte, en fase de posesión el técnico azulgrana dispuso a los centrocampistas en circunstancias desventajosas. Sus consignas fomentaban la disociación y facilitaban que el oponente desarrollase su plan defensivo.
Con la cantinela de reverenciar el etiquetado juego de posición en cada zona del campo, durante muchos partidos un espíritu asociativo como Pedri tuvo claras consignas tácticas para que se mantuviera en su cuadrícula a esperar el balón, entre las dos primeras líneas rivales, convirtiéndose a veces incluso en delantero. Esta es una mala lectura del juego de posición porque en él hay lugar para todo, no solo para la posición. Recordar elLaudrup de Cruyff y el Messi de cualquier entrenador ayuda a tener presente que sobre el instinto de los grandes futbolistas nunca existió fórmula alguna.
Encerrado y desconectado, Pedri participó menos en la circulación de lo que debería y el juego lo sintió. Dado que es un futbolista diferencial, no cabe duda de que el canario ha de participar cerca del área oponente, pero la mejor manera de que influya allí no fue la pensada por Xavi en momentos donde hizo gala de idealización conceptual.
Por su parte, Gavi y De Jong estuvieron a menudo mal empleados. Desde una zona de interior adelantado, a ambos se les vio trazar constantes desmarques de ruptura sobre el área rival con la jugada apenas iniciada. Desmarques en los que no se veía la interpretación del futbolista, sino el blanco de tiza con la que Xavi dibujaba flechas sobre la pizarra. Se apreciaba la perjudicial mecanización en jugadores que llegaron al Barça precisamente por leer las acciones de partido desde su talento. En particular, proponer eso oscurecía el alma iniciadora de juego de De Jong. Pero además contravenía el apreciado concepto de los centrocampistas que llegan al gol desde segunda línea, puesto que la eficacia de ello guarda una lógica relacionada con aprovechar la sorpresa sobre una estructura rival ya movida.
En la propuesta inicial de Xavi, Busquets estuvo sin acompañante cercano durante muchos partidos, con los interiores dispersos y los extremos muy alejados. Y -como se contará a continuación- en la zaga no jugaron los mejores. Por todo ello, el Barça empezó el curso ganando partidos a fuerza de calidad individual pero sin verdadera lógica en sus alineaciones, mientras Xavi pensaba que las victorias eran conseguidas con profunda razón. Entonces cuando aparecieron los oponentes de su nivel llegaron las derrotas.
Elegir a los mejores en las grandes citas o perder
En septiembre y octubre, aún con el 4-3-3, Raphinha y Dembélé en las bandas, se presentó el Barça ante sus dos primeros rivales duros. Fueron Bayern y Madrid, respectivamente. En ambas citas cayó derrotado y Xavi dijo que su equipo mereció más.
Tras el partido contra el Madrid, el técnico opinó que el resultado se produjo por «errores de estructura, de cosas tácticas que tenemos que ajustar». El armazón ofensivo era débil y la elección de futbolistas para la retaguardia fue aún peor. Ese día la pareja defensiva de Vinicius fue Sergi Roberto, un mediocampista lento y poco contundente, y el 1-0 llegó previsiblemente por su costado. Xavi dice que «las críticas a Sergi son de las más injustas que he visto en mi carrera». Sin embargo, Sergi parece un caso evidente de jugador digno que gracias al relato de la Masía ha hecho carrera en el Barça siendo titular en más ocasiones, y consiguiendo mejores contratos, de las que su nivel merece. También es una certeza que contra el Madrid el central izquierdo fue Eric García y el segundo gol llegó tras un mal despeje suyo, así como el tercero por su zona, al no encimar a Benzema y permitirle chutar.
A inicios de temporada, en la búsqueda del nuevo Piqué con que justificar el modelo, Eric, en realidad el nuevo Bartra, fue titular por delante del resto de centrales, todos mejores que él. Ofensivamente Eric tiene el juego de un volante pero, por falta de aptitudes técnico-defensivas, no da el mínimo exigible para ser importante en el Barça. Una carencia de nivel que puede tolerarse ante equipos inferiores, pero no se sostiene en las grandes noches. Ante las críticas, Xavi lo defendió con vehemencia y mucha parafernalia estilística: «Divide, ve al hombre libre, busca el cuadrado para ver a los interiores (…)». Pero ante la reiterada falta de contundencia tuvo que claudicar, confirmándose que apostar por jugadores así es una de las confusiones del modelo.
En la actualidad, Xavi dice que está siendo injusto con Eric porque merece jugar más. No se puede negar que el central es inteligente en lo táctico, pero lo cierto es que la pareja formada por Christensen y Araujo es de las mejores del mundo y si entra el de Martorell por alguno de ellos se convierte en vulgar.
Fue tras el Mundial cuando Eric desapareció de las alineaciones y el equipo mejoró con Christensen en su lugar. Cuando habla del danés, Xavi sí va a lo concreto y acierta: «Es una garantía atrás. Salida de balón excelente. Parece tímido pero tiene mucha personalidad. Es rápido, agresivo y va bien de cabeza. Está a gusto en este modelo de juego. Está marcando diferencias». Los futbolistas de un aspirante a títulos han de marcar las diferencias.
Que la zaga del Barça juega muy adelantada sí es verdaderamente cultural. Por ello junto a Christensenel adecuado es Araujo. Sobre la llegada del uruguayo al Barça B en 2018, recoge El País declaraciones de un miembro del staff técnico: «Es un drama con el balón y tácticamente no entiende los conceptos». Sin embargo, todo ello pasa a segundo término porque «da liderazgo y velocidad para corregir a la espalda de la línea defensiva, que la ponemos siempre alta», como detalla Xavi. Por no hablar del dominio en el uno contra uno y en el juego aéreo. Los datos dicen que solo lo han regateado una vez en Liga. Recuperado de una lesión también tras la Copa del Mundo, Araujo se ha convertido en el zaguero más dominante de Europa. Ya es comparado con Puyol y, como el antiguo capitán, no necesita la virtud con el balón dominado de Koeman para ser imprescindible en la zaga culé.
Así, con los mejores futbolistas en las alineaciones, el Barça sí pudo ganar a equipos de su talla y Xavi no hubo de justificar derrotas diciendo que su equipo jugó mejor pero no tuvo suerte.
El Barça complementario es el único a su altura
El Barça reciente es un equipo que gana desde el sentido y obviando el dogma. Y es que entre tanto ensayo Xavi encontró los aciertos. Hoy explica el técnico que «nosotros vemos cómo abrir el campo, si con dos extremos puros o con un extremo y un lateral». Con los futbolistas y la idea que tiene el equipo, recientemente se ha demostrado que la lógica pasa por emplear a los cuatro mejores centrocampistas, a los tres mejores defensores y dar la apertura con el mejor extremo derecho y el mejor lateral izquierdo. El dibujo es asimétrico y empezó a alumbrarse a finales de octubre.
Después de perder contra el Madrid y el Inter, frente el Athletic, Xavi dispuso cuatro centrocampistas y prescindió de un extremo. Los medios elegidos fueron Buquets, De Jong, Pedri y Gavi. El equipo ganó 4-0 pero en ese momento el técnico no consideró que la variante fuese significativa, sino simplemente una más en un buen partido.
Con ese cuarteto en liza, a finales de octubre los catalanes sufrieron la derrota más amarga, un 0-3 en el Camp Nou que a la postre supuso ser eliminados de la Champions. Xavi dijo que el Bayern fue superior, pero matizó que los alemanes estuvieron «más intensos». En realidad la intensidad fue la misma en ambos conjuntos pero sucedió que, a diferencia del Barça, el Bayern tuvo a todos sus mejores futbolistas disponibles y mejor colocados sobre el campo. En tamaños partidos cualquier carencia, por mínima que parezca, puede ser diferencial.
Con Christensen y Araujo ausentes, es día fue Bellerín titular y Marcos Alonso jugó como central izquierdo, con Piqué y Eric en el banquillo. Alonso es un buen carrilero, con inteligencia, transición y toque, pero no es rápido en arrancada, ni expeditivo, ni dominante en el juego aéreo. Previsiblemente, el Bayern castigó el nivel de ambos zagueros. El primer gol fue un pase en profundidad a la espalda de Bellerín, emparejado con el genial Mané, a quien no pudo detener. El segundo resultó una asistencia a la zona central desatendida por el impulso ofensivo de Alonso. Y el tercero un balón parado donde el madrileño se despreocupó de su marca sobre Pavard. La salida de Bellerín en el mercado invernal responde a que no tiene nivel para el Barça y Alonso ofrece la calidad defensiva justa y además no es central, por lo que principalmente no es un buen central.
A la vuelta del Mundial, el Barça empató contra el Espanyol formando un 4-3-3 donde nuevamente Sergi Roberto fue lateral y Alonso central. Desde la igualada a cero de la primera jornada contra el Rayo, los de Xavi no habían hecho otra cosa que ganar a todos los rivales de menor nivel, por lo que este mal resultado pareció ser clave para la inflexión. Posibilitó que Xavi encontrase el once ideal en la siguiente fecha, cuando llegó la primera victoria culé ante un contrincante de enjundia.
En aquel 0-1 sobre el Atleti formaron los cuatro centrocampistas y la zaga estuvo compuesta por Baldé, Christensen, Araujo y Koundé. Aun con Ansu en lugar del sancionado Lewandowski, su mejor hombre, aquel día el equipo no lo sintió estructuralmente, por lo que las noticias eran inmejorables.
Las sensaciones se corroboraron ese mismo mes de enero. El día 15 el Barça realizó el mejor partido de la temporada en la final de la Supercopa de España. El rival fue el Madrid, que presentó todos sus grandes futbolistas, y el resultado un 3-1 incontestable. «Este título es el comienzo de una nueva era», aseguró Araujo. Por su parte, Xavi apuntó que «hoy no hemos perdido pelotas y los centrocampistas han entendido muy bien el partido». Con una alineación sensata el entendimiento suele ser más sencillo y si encima se trata de una alineación de nivel es posible incluso ganar al Madrid.
Luego se venció del mismo modo a la Real en cuartos de Copa del Rey y en la prensa se leyó que «en sus últimos tres grandes partidos, contra Atlético, Real Madrid y Real Sociedad, Xavi ha sacado el mismo equipo. Solo recibió un gol y fue en los minutos de la basura (…) Después de muchos intentos y técnicas, el técnico ha encontrado su once de gala». Aunque ya eliminado de la máxima competición de clubes, no fue mal momento para que Xavi aceptara que su Barça encontró el sentido.
Así juega el único Barça con nivel y sentido
Pero ¿cuál es el sentido del actual Barça? Sencillamente, el que refleja cada jugador y cada interacción del equipo titular.
Antes de repasarlo, rómpase una lanza por Xavi, técnico naciente que se ha dejado convencer por el juego. Y es que cabe apuntar que el Barça no llegó a su alineación ideal por simple inercia y sin dejar lastre en el camino. Para su correcto funcionamiento, Xavi hubo de tener cintura en sus postulados. Puesto que se trata del ego de un entrenador, manifestado en tácticas y filosofías de juego a las que aferrarse, este punto no es baladí.
Las versiones actuales de dos futbolistas son determinantes en el engranaje: De Jong y Pedri. A fuerza de actuaciones dadas por ambos, Xavi acabó por otorgar a la posicionalidad de Busquets un acompañante móvil como De Jong. También dotó de libertad a Pedri. Ahora se le ve relacionarse dondequiera que se le necesite. Como no podía ser de otra manera, respetando el ser de cada futbolista se benefició el equipo.
Pasando al punto por punto, nada falla en la alineación y por eso el equipo juega bien y, a consecuencia, gana a otros del primer nivel.
En la zaga, la calidad defensiva de Araujo, Christensen y el polivalente Koundé hace inexpugnable al equipo en cualquier clase de duelo. Esto es decisivo y no lo ofrecen Eric, Alonso, Bellerín y Sergi. Asimismo, disponer tres centrales y un pivote natural como Busquets favorece la superioridad numérica ante delanteras rivales en toda fase de juego, algo que indican los manuales futbolísticos.
Por la derecha, al ser central de origen, Koundé no se proyecta tanto como Sergi o Bellerín. Así el costado se ve sincrónico con el extremo fijado a la cal, sea este Dembélé o Raphinha. El brasileño es otro futbolista de calidad suficiente para influir a través de penetraciones o asistencias sobre Lewandowski, un gran delantero centro que demanda rematar todo tipo de balones.
En esa fase de construcción, Busquets y Pedri ocupan el carril interior derecho, uniéndose para triangular a Koundé, jugador de pie suficiente para encontrarlos. A su vez, la zona queda reforzada numéricamente ante una posible pérdida de balón del extremo. Asimismo, como central derecho, Araujo es impasable y con su zancada abarca la espalda de los zagueros ante posibles ataques directos.
Desde el sector izquierdo, De Jong abre una tercera vía de iniciación de juego, sumada a las de Koundé y Busquets. Esta alternativa es fundamental en un equipo de la propuesta del Barça y tiempos de presiones adelantadas e intensivas. Busquets crea desde el giro y el toque; en palabras de Xavi: «siempre elige el mejor pase, no pierde balones en zona de construcción. Su ausencia siempre es notoria por su capacidad táctica. Por cómo recupera balones, siempre estás en campo contrario gracias a su trabajo».
Mientras, De Jong da pie al juego desde el movimiento y la conducción. Para recibir lejos de su marcador, y desde ahí generar, el neerlandés se retrasa normalmente hacia el espacio que libera el pulmonar Balde, quien actúa más como mediocampista o atacante que como defensor. Si en la derecha el desequilibrio ofensivo lo da el regate del extremo, en la izquierda lo ofrece la irrupción inesperada del lateral, sea este Balde o Alba, jugadores aptos para ello. La diferencia entre ambos costados es que, para activar el izquierdo con garantías, se precisa haber movido el balón anteriormente de modo que el rival haya basculado hacia la derecha. Las combinaciones del cuadrado simbólico que forman Busquets, De Jong, Pedri y Gavi, todos jugadores de buena recepción y pase, son clave para ello.
No obstante, hay que atender a las siguientes palabras de Balde, porque son reveladoras en clave defensa: «Xavi me dice que tengo potencial ofensivo y mucho margen de mejora en la fase defensiva». Con el doble volante, es también De Jong, o Kessié en su ausencia, quien realiza las permutas y coberturas defensivas que demanda el rol de lateral largo, auxiliando así a Christiansen, quien desde la zona de central izquierdo está capacitado para ejecutar labores de corrector.
Como epicentro del juego aparece Pedri, a menudo de manera imprevisible. La capacidad iniciadora del doble pivote le permite recibir el balón metros adelante e influir entre las primeras líneas rivales, a las que acude cuando lo cree oportuno. Era lo que había buscado Xavi con la posicionalidad inicial de Pedri, pero el juego demostró finalmente que había que llegar a ello por el camino del intelecto, no de la fe.
Cuando Pedri recibe, la jugada suele haber avanzado previamente gracias a la virtud de los zagueros y los volantes. Desde tres cuartos de campo, el de Bajamar crea y establece sociedades naturales con Lewandowski, quien a menudo retrasa su posición para combinar; Gavi, que desde el interior izquierdo tan bien se asocia como transita o traza desmarques de ruptura sobre el área, ahora sí con el tempo bien marcado; y el extremo derecho, que aguarda la llegada del balón limpio fruto de una circulación adecuada.
La alineación la cierran el portero menos goleado de Europa, un Ter Stegen al que Cañizares definió en Marca como «el pilar del Barça. Destaca en todo: juego aéreo, reflejos, juego con el pie, mano a mano…» Y el veterano pero infalible Lewandowski, máximo goleador de la Liga, que no necesita definición.
El equipo tiene defectos: carencia de jugadores virtuosos en el pase largo, inexperiencia en grandes citas de varios jóvenes titulares, calidad relacional entre los componentes del costado izquierdo o falta de variantes del juego que podrían enriquecerlo. No es un equipo perfecto, como no lo es ningún otro, pero todo está bien elegido. Xavi lo llama equilibrio pero en realidad es pauta futbolística que deviene en buen juego.
«Vi el Barcelona-Madrid y jugaron un fútbol asombroso», dijo Koeman desde la lejanía, en referencia al Barça. Algo más cerca estuvo Sampaoli, tras perder con su Sevilla el 5 de febrero, y pensó lo mismo: «mi equipo no tuvo el control en ningún momento, no pudo jugar. El Barça está por encima de todos en juego y es difícil que le puedan alcanzar si mantiene este nivel».
El Barça no tiene su alineación ideal y es eliminado de Europa
No obstante, es fácil que una alineación tan sincrónica se vea afectada por bajas sensibles. El Barça ha tenido dos importantes, las de Dembéle y Busquets. Raphinha ha cubierto bien la ausencia del primero, puesto que, sin ser tan determinante, en ataque ofrece prestaciones similares y muy superiores en defensa hacia delante. Sin embargo, el ingreso de Kessié por Busquets, además de ser peor futbolista, varía el plan. El costamarfileño es un volante de segunda línea que precisa movilidad. Actuando retrasado pierde su carácter conector, toda vez que la ayuda posicional que favorece a De Jong desaparece y la zona se debilita.
Sin ambos lesionados el Barça jugó un partido flojo en Europa League, ida de la eliminatoria en el Camp Nou. Fue el 16 de febrero, contra el Manchester United y acabó 2-2. Como Ten Hag, Xavi culpó a los árbitros: «Es un penalti como una catedral. Me parece increíble que lo hayan chequeado y no lo hayan pitado». Aunque para ser justos se ha de decir que, además de las ausencias obligadas, el catalán volvió a pensar que contra un equipo de entidad no es necesario mantener la alineación ideal y, tocando voluntariamente la línea defensiva, de nuevo se equivocó.
De inicio, Araujo pasó a la posición de lateral, intercambiando lugar con Koundé, y como central izquierdo formó Alonso en lugar de Christensen. Es un problema que Xavi aún crea que Alonso puede ser un buen central. Lo usa pensando en la salida de balón, como cuando confiaba en Eric, pero el rendimiento del equipo empeora. La primera aceleración de Rashford acabó en una gran parada de Ter Stegen y la segunda en el empate a uno. En ambas Alonso no pudo alcanzarlo.
Pero la peor noticia de la noche fue la lesión de Pedri. Al respecto, dijo Xavi que «es una desgracia tener bajas y además Pedri es vital para nuestro modelo de juego. Tiene un tempo extraordinario, da fluidez al juego. Perdemos a un futbolista trascendental para nuestro sistema». En realidad Pedri es fundamental para cualquier modelo de juego.
De momento, en la vuelta contra el United su ausencia y la de Gavi fueron cubiertas por otros dos medios: Kessié y Sergi Roberto, respectivamente. Y como Xavi ya se ha percatado de que con las cosas del comer no se juega, en la previa dijo que «es más importante la salida de balón que parar a Rashford» pero en el partido decisivo Eric y Alonso fueron suplentes y se recuperó la zaga titular.
Entre Araujo y Christensen anularon a Rashford, pero sin ambos centrocampistas el nivel del Barça bajó sobremanera. No pudo llevar la iniciativa y sufrió horrores ante un rival que junta cuatro grandes jugadores (Varane, Casemiro, Bruno y Rashford) y es un buen equipo.
Llegó el partido al descanso con 0-1 para el club de la Ciudad Condal, con gol de Lewandowski, al transformar un penalti cometido sobre el ofensivo Balde. El United empató en la reanudación por medio de Fred, quien aprovechó un fallo en la salida de balón cometido por Kessié. Y en el minuto 73 le dio la vuelta por medio de Antony, quien percutió por el costado de Balde, la debilidad azulgrana.
El 2-1 eliminó a un Barça que sin Pedri tendrá difícil solución. Porque hablar de sistemas y razones, como se ha hecho en el nudo de este artículo, de nada vale si no se parte de los grandes futbolistas. Ellos son la introducción y el desenlace de estas letras fallidas y de todos los equipos ganadores.
El análisis es muy interesante, pero tu último párrafo es simplemente magistral. Como dices, el análisis táctico está muy bien (de verdad) pero al final en el fútbol lo más importante son los jugadores y las emociones
Pingback: Historia del mercado invernal del Barça: No solo errores - Jot Down Sport