Arbitraje Entrevistas

Pilar Landeira, primera árbitra de la ACB: «La mayoría de las veces los insultos son sexistas; si los árbitros son de otros orígenes, racistas»

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Foto: Archivo de Pilar Landeira (El Periódico de Extremadura)

Cuando se habla de pioneras en el deporte español resulta imposible no mencionarla. Pilar Landeira Guerrero (Madrid, 24 de junio de 1959) se convirtió en 1992 en la primera árbitra en ascender a la máxima categoría del baloncesto masculino. En la actualmente denominada Liga Endesa permaneció durante 12 años, la mayor parte del tiempo siendo la única colegiada, hasta su retirada en 2004. También fue olímpica en Sydney-2000 y ha pitado dos finales de Mundiales femeninos. Hablamos telemáticamente, pero en profundidad. En diez capítulos, esta es su historia y sus ideas a través de sus propias palabras.

El origen

«Nací en Madrid de padres madrileños, aunque mi abuelo paterno era gallego y de ahí mi apellido. Procedo de una familia humilde. Soy la mayor de seis hermanos. En casa no había más que para realizar los estudios básicos, pero acabé consiguiendo una beca para hacer el bachillerato como interna en la Universidad Laboral de Cáceres. Si ibas aprobando, seguías. La inmensa mayoría éramos chicas procedentes de prácticamente todas las provincias de España. Fue un punto de inflexión en mi vida tanto a nivel personal como deportivo, algo que me marcó completamente, básico para lo que vendría. Allí estuve tres años en plena adolescencia (1973, 1974 y 1975) y me ayudó a formarme, a encarar las dificultades.

El baloncesto no existía todavía en mi vida. Estando allí, era portera de balonmano, aunque en la asignatura de Educación Física practicábamos otros deportes. De repente, se organizó un cursillo dirigido por un árbitro del Comité Extremeño, Pedro Muriel, y me apunté junto a otras cuatro o cinco personas. Nos enseñó un reglamento que tenía 20 páginas, me gustó y empecé ya a pitar partidos»

Regreso y vestuarios

«Cuando terminé el bachillerato pude conservar la beca para estudiar la carrera de Biología de vuelta a casa, en Madrid. Trasladé la licencia de árbitro al Comité Madrileño y seguí haciendo partidos los fines de semana. Fui progresando en las diferentes categorías hasta lograr el ascenso a lo que entonces se llamaba Segunda División. Luego pasé a Primera B. Había muy pocas mujeres arbitrando y entre ellas estaba la esposa del árbitro Mateo Ramos. Resultaba raro porque era una sociedad con unos estereotipos muy anclados y uno de ellos era que los árbitros siempre debían ser hombres, tanto en categorías masculinas como femeninas. Una concepción muy androcéntrica. Nadie estaba preparado para lo contrario. Siempre se producía la anécdota de que, cuando llegaba con un compañero a un pabellón para pitar un partido, nos preguntábamos quién se cambiaba primero en nuestro vestuario mientras el otro esperaba fuera. En la Liga ACB ya habría uno específico para mí.

Entonces ser el centro de atención ya era inevitable, pero tengo que confesar que me sacaba de mi situación de confort por mi manera de ser. Al fin y al cabo, era un árbitro como los demás y me debían tratar como los demás. Eso sí, cuando empezaba el partido ya me olvidaba de ello porque sabía que en un deporte en el que tienes que tomar decisiones en décimas de segundo, no estar centrado se nota».

Doce años en ACB

«Cuando subí a Segunda División me di cuenta de que podía hacerlo cada vez más arriba. En 1987 realicé el Curso de Árbitro FIBA-Internacional, que aprobé junto a Xavier Amorós. Ya pensaba que ser internacional era el no va más. Y era consciente de que llegar a la ACB iba a ser complicado o casi imposible, porque había grandísimos colegiados dentro del arbitraje español: se había dado un salto cualitativo a nivel nacional con Pedro Hernández Cabrera en la manera de arbitrar y concebir cómo debía ser el arbitraje. Sin embargo, en 1992 conseguí ascender con Santiago Fernández como responsable de los árbitros de ACB».

Foto: Archivo de Pilar Landeira (El Periódico de Extremadura)

Me retiré tras finalizar la temporada 2003-04, cuando ya me había trasladado a vivir a Barcelona. Consideré que había logrado el máximo de las metas que podía conseguir. Era el momento de dejar a otra gente, el momento de parar. Mis últimos partidos fueron una final de la Lliga Catalana y un amistoso entre Cataluña y Lituania junto a Anna Cardús, que había subido a la ACB un par de años antes».

Insuperable Sydney-2000

«Haber estado en los Juegos Olímpicos fue una experiencia inolvidable. Tengo muy buenos recuerdos, siempre especiales. Hay un sitio especial en casa para el Diploma Olímpico y la medalla de plata que te dan por ser designado. Vivir aquello te genera unos sentimientos que, si no los vives, no los puedes explicar. El trato fue increíble, empezando por las entradas que nos tenían reservadas en el estadio olímpico y en todos los deportes. También la sociedad australiana es muy abierta y plural, gente muy hospitalaria que te ayudaba constantemente si tenías algún problema. El sueño de todo deportista es ser olímpico y es lo mismo para un árbitro».

La formación

«Ya en el Comité de Árbitros de la Federación Madrileña desempeñé funciones de formación a nivel arbitral, compaginándola con mi labor de árbitra en activo.

Cuando me trasladé a vivir a Barcelona, me llamó Joan Carles Mitjana desde el comité de árbitros de la Federación Catalana para preguntarme si quería colaborar con ellos en la formación y le respondí que por supuesto. Le tenía que devolver al baloncesto lo que el baloncesto me había dado a mí: gracias al arbitraje se consolidaron principios y valores que han sido fundamentales en mi vida. Sobre todo, el respeto y la tolerancia.

En las últimas elecciones que hubo a la Federación Catalana de Baloncesto, Ferrán Aril, que es el actual presidente, me ofreció ir en su candidatura con el objetivo de ser la responsable del colectivo arbitral y ahora soy la presidenta del comité. Creo que es un broche increíble para casi 50 años que llevo en este mundo.

Es importante que chicas jóvenes se interesen por arbitrar. Recuerdo que fui a un Eurobasket femenino en 1995 en la República Checa en el que solo estábamos una francesa y yo. Era la primera vez que había mujeres en un campeonato senior. Lo que hice fue abrir una puerta que estaba cerrada y que afortunadamente está siendo transitada por otras mujeres. No todas consiguen pasar, pero al menos existe la posibilidad. A quienes quieren empezar les digo dos cosas: que lo prueben y que no tengan miedo, porque si tienen miedo, no van a llegar a ninguna parte. Después, por las personas que las están formando, está la fase de «dar la oportunidad» y la «confianza» necesaria para que puedan demostrar las habilidades que han adquirido.

El que es árbitro de corazón, lo es para toda la vida. Muchas veces se empieza por dinero, pero después se convierte en una «droga» y te cuesta mucho dejarlo. Es la decisión más difícil, pese a sacrificar tantas cosas. Gracias al arbitraje conoces a muchas personas, conoces otros lugares y, si tienes la suerte de abrir el abanico geográfico porque subes de categoría, incluso otras culturas. Se genera un vínculo emocional con tus iguales. Siempre digo que los árbitros tienen «complejo de rebaño» no en plan peyorativo, más en un sentido «grupal», porque normalmente formamos grupos entre nosotros mismos, compartiendo experiencias, ayudándonos respecto a las dificultades que se te pueden presentar en los partidos».

El público y el sexismo

«En este tiempo, desde mi época como arbitra, la actitud del público ha evolucionado, pero a un ritmo menor de la evolución de otros aspectos sociales y que ahora estamos viviendo de una forma muy latente. No ha ido en consonancia con la evolución de la sociedad. La mayoría de las veces los insultos que se lanzan contra mujeres que están pitando son sexistas. Incluso hay insultos racistas si los árbitros son de otros orígenes. Nos ha llegado el caso de una árbitra de rasgos asiáticos a la que le gritaban que abriese bien los ojos, y eso le había resultado muy doloroso.

Landeira junto a Yasmina Alcaraz, una de las dos árbitras que hay en la Liga Endesa actualmente.

Muchas veces nos mandan a fregar, a la cocina. Y lo más lamentable es que muchas veces esos comentarios los hacen mujeres. Hoy, cuando voy a ver partidos de categorías inferiores y me siento en la grada entre la gente me horroriza escuchar algunas cosas. Pienso: ‘madre mía, estamos intentando conseguir un reconocimiento de igualdad/equidad y se producen ejemplos como estos. Así no vamos a llegar a ninguna parte’.

Creo también que la pandemia nos ha marcado mucho a las personas, nos ha hecho más irascibles, más intolerantes. Volver a la sociedad que teníamos antes va a ser complicado. La crítica sexista, machista y agresiva es una falta de tolerancia y de respeto. A quienes aspiran a ser árbitros les digo que van a ser los menos queridos de la película y los más criticados cuando los que están viendo el partido consideran que se han equivocado, pero que no se dejen influir porque el concepto de error va apegado a su trabajo».

El modo de pitar

«Son decisiones que se toman en pocos segundos. Cuando instruyes a un árbitro, lo más importante es enseñarle dónde tiene que mirar y evaluar lo que está viendo. Debe tener claro lo que pita, porque si no, no vamos bien.

La tecnología ha llegado a todos los ámbitos de nuestra vida. El deporte no es una excepción y nos tendremos que adaptar a ello. Si ayuda la labor de los árbitros para que cometan menos errores, mejor. Es lo más importante.

Los tiempos han evolucionado en cuanto al diálogo con los jugadores y los entrenadores. Yo reconozco que dialogaba poco. La recomendación ahora es que se dialogue, pero de forma corta y clara sobre lo que has pitado, y que se marque una línea roja con las protestas que, si se supera, debe ser sancionada. Al fin y al cabo, no nos vamos a poner de acuerdo ni vas a cambiar tu decisión».

La diferencia entre hombres y mujeres

«Me daba igual dirigir partidos masculinos que femeninos. Me sentía igual de cómoda. Mismo deporte, pero aspectos distintos, pero con la misma reglamentación. Cambian aspectos el tema de los contactos, que en masculino no alteran conceptos de ritmo, balance, velocidad o dirección y en el baloncesto femenino sí y deben ser sancionados.

En cuanto a las protestas, una chica las hace de forma distinta a una árbitra, más intensas, porque la ve como a una igual. No debería ser así. Es un matiz que tenemos dentro y que costará sacar».

Ganarse la vida con el arbitraje

Presidenta del Comité de Árbitros de Catalunya

«A nivel laboral, durante la mayor parte del tiempo que estuve en ACB pude dedicarme solamente al arbitraje porque también pitaba partidos internacionales entre semana. Es la única época en la que no pude compaginar trabajo/arbitraje. Estaba siempre de viaje.

Anteriormente había sido profesora de Matemáticas en colegios y había podido compaginarlo. Mi consejo siempre a los/las que empiezan es que no piensen en vivir del arbitraje porque es muy difícil llegar a la élite. Arbitrar es «pan para hoy y hambre para mañana». Incluso siendo árbitro ACB lo tienes que dejar a los 55 años y la vida continúa. A los árbitros/as les aconsejo que se formen, que estudien y que tengan una formación para integrarse en el mundo laboral. Hay que poner siempre el trabajo y la familia por delante.

Tras terminar Biología, seguí formándome en áreas como la informática y estadística. En los últimos años estoy trabajando en el Parc Sanitari Pere Virgili del área de Salud de la Generalitat de Catalunya como técnica de datos.

No me arrepiento de nada de lo que he hecho en el baloncesto. Repetiría todas las decisiones que tomé porque me ayudó mucho en la vida, me enseñó a afrontar los problemas y forjar la persona que soy hoy en día».

La anécdota: El azotazo

«En todo este tiempo he vivido muchas anécdotas, claro. Siempre me recuerdan una en los años 80, cuando fui a pitar un partido a la pista del Cajasur de Córdoba en Primera B. En una jugada, le pité una falta a uno de los dos americanos del equipo local y me dio un azotazo en el culo, como diciéndome «ok, vale». Me di media vuelta y le sancioné con una falta técnica, aunque sabía que lo había hecho casi como un reflejo y a lo mejor en su cultura era un poco más normal, pero en la reglamentación nuestra, de aquellos años, no estaba permitido. Lo estuvimos comentando».

2 Comentarios

  1. Magnífica entrevista. Enhorabuena buena. Pilar Landeira siempre ha sido un referente en casa y muy nombrada. Mi padre, Pedro Muriel, ha seguido su carrera y se ha sentido orgulloso de ella. A sus 87 años nos sigue comentando la gran valía y profesionalidad de Pilar.

  2. Carlos Pérez Llera

    Una precursora. Su trayectoria en Madrid fue excelente y , para mí, la mejor En la Dirección Técnica del Comité dirigido por Antonio Ballesteros.
    Muy grande

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