Curvas sinuosas. Herraduras por doquier. Bosques cerrados que dejan sombras loquísimas, raíces asomantes y unas pocas hojucas en el suelo, para adornar. Caídas tipo «cuadro de Friedrich». Y tíos a noventa por hora sobre máquinas que pesan ocho mil gramos y tienen cubiertas de veinticuatro milímetros. Como para no acojonarse […]