Tampoco hay mucho que ver, por Hoogerheide. Tiene algo más de nueve mil hoogerheidianos, una iglesia rollo pastiche-gótico-kitsch, cuatro calles, cuarenta casas, siete bares (todo ello aproximado). Ah, y praos, praos por los alrededores, praos que rezuman limo y mala hostia, praos perfectos para lo que vinimos a hacer aquí. […]