Ajedrez

Todos estamos hechos de ajedrez

Es noticia

Partida de ajedrez en un guateque (Foto: Cordon Press)

Mucho humo y mucho filósofo, así era el ambiente del Café de la Régence, según lo describe la obra Ajedrez, arte y cultura, de varios autores, que acaba de lanzar la Universidad de la República de Uruguay. Estas páginas se centran en la presencia de Voltaire, Balzac o Víctor Hugo entre los veinte tableros en los que se jugaba día y noche.

Fue el lugar en el que se estrecharon las manos por primera vez Fredrich Engels y Karl Marx. Tiene algo de poético que el ajedrez atrajera a los literatos y filósofos más importantes de los siglos XVIII y XIX y que el local, como se relató en Jot Down Sport, estuviera rodeado de prostitutas y un trajín de gentes de vida licenciosa que alternaba por sus soportales.

Este libro data el fin de ese ágora fantástica en 1910, cuando La Réngence se convirtió en un restaurante y los aficionados se trasladaron al Café de l’Univers. Hubo intentos en los años 30 de devolverle el brillo, pero finalmente el edificio fue ocupado por la Oficina Nacional de Turismo de Marruecos. Todas lo que se vivió tras esos muros tuvo su efecto en las sociedades de su tiempo y las posteriores.

Como la cita de Eduardo Galeano con la que Esteban Jaureguizar introduce este capítulo del libro: «Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias». Así pues, con el legado de este local: «podemos acceder, cual texto hipervincular, a la historia del ajedrez y a su entramado con la historia de la cultura occidental».

Sigue la historia de Rousseau, que aprendió a jugar en el palacio de una de sus amantes, la baronesa Warens. Le enseñó a jugar un ginebrino llamado Bagueret. Esa nueva afición le llevó al café de la Régence en 1742, cuando se estableció en París. Estuvo doce años jugando allí con contrincantes del nivel de André Danican Philidor.

En 1754 publicaría Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. Su actividad revolucionaria le costó el exilio, marchó a Inglaterra y allí frecuentó al filósofo, David Hume. Con él tuvo sus más y sus menos, pero mientras fueron amigos, explica Jaureguizar, jugaron al ajedrez.

Pero no fue solo el germen de las sociedades democráticas y la lucha por los derechos elementales lo que se coció alrededor de tableros de ajedrez, también las primeras Inteligencias Artificiales. Este capítulo histórico recorre también la historia de los autómatas. El primero que cita, evidentemente, tiene que ser El Turco, que tenía poco de autómata, era una caja que simulaba un robot de la época y en cuyo interior se escondía un jugador de ajedrez al que se exigían dos condiciones: nivel ajedrecístico y poco tamaño para poder ocultarse dentro del armazón de madera.

El Turco fue una idea de Wolfgang Von Kempelen, que no era ningún embaucador, había inventado la primera turbina de vapor y sistemas de bombeo de agua como el que abastecía al castillo de Bratislava, además de ser el fundador de la primera escuela para sordos de Europa. Su autómata más que para los anales de la robótica, quedará para los del ingenio y el ilusionismo. Se trataba de una gran caja de madera dentro de la cual se escondían ajedrecistas como Allgaier o Schlumberger.

Con este truco lograron derrotar a Benjamin Franklin, Federico II de Prusia o Edgar Allan Poe. Sobre todo fue notoria la partida contra Napoleón Bonaparte, que intentó hacer trampas y el autómata barrio todas sus piezas con una mano. En realidad, un sofisticado sistema de imanes permitía al hombre oculto en El Turco seguir la partida. El talento estaba en el engaño y el placer, en humillar a las celebridades.

Varias personas lograron derrotar al Turco, la más relevante posiblemente fuese la polaca Constanze Mozart, la mujer de Wolfgang Amadeus Mozart, en 1777. Un detalle que pone de manifiesto el olvido de las mujeres en el juego de trebejos. Sobre ese particular escribe el colaborador de Jot Down Sport, Sergio Negri. Cuenta que el ajedrez era uno de los pasatiempos preferidos en las cortes, donde las mujeres jugaban sin discriminación alguna.

De hecho, en muchas ocasiones se utilizaba el juego como parte del cortejo para que fructificaran situaciones amorosas. «Las largas partidas (el ajedrez era muy lento en esos primeros tiempos) permitían perfectamente un clima de mayor intimidad», explica. Mujeres como la bizantina Anna Comneno y la poeta María de Francia fueron las primeras escritoras en mencionar el ajedrez en obras literarias.

La narradora de Las mil y una noches, Scheherezade, incluiría el ajedrez en varios relatos, igual que en el Decamerón, donde jóvenes de ambos sexos jugaban al ajedrez en su retiro fuera de Florencia, escapando de la peste y divirtiéndose «en un erótico contexto».

Fue a partir del siglo XVI cuando la mujer, recluida en el hogar progresivamente, abandonó los circuitos competitivos del ajedrez, quedando en el ámbito restringido de la intimidad. «Si en la Edad Media estuvo lejos de marginarlas, la Edad Moderna las apartó del escenario», denuncia. No es hasta el siglo XIX cuando nos encontramos casos como los de Mary Rudge o Louisa Matilda Fagan que ingresaron en clubes de ajedrez demostrando sus dotes y derrotando a hombres.

Fagan, además, fundó un club ajedrecista de mujeres en Londres que agrupó a cien mujeres. Aun hoy, se sigue luchando por eliminar la brecha causada por la subordinación de la mujer con ejemplos como el de Judit Polgár, primera mujer en alcanzar el título de GM a la edad más temprana, quitándole el récord al mismísimo Bobby Fischer.

Otros aspectos de la onmipresencia del ajedrez en la cultura citan el cine contemporáneo. En esas páginas Jesús Cabaleiro recuerda películas como 2001: una odisea en el espacio, donde la computadora HAL9000 jugaba con el astronauta Frank Poole. El director de la cinta, Stanley Kubrick llegó a jugar de forma semiprofesional y en la película reflejó la partida jugada en el torneo de Hamburgo de 1910 entre A. Roesch y Willi Schalage.

Finalmente. Osmar Daniel Santoro recuerda que el ajedrez, como cualquier otro juego, no es más que una expresión de simbologías o alegorías de la vida. Ese es el motivo por el que el ajedrez ha servido para explicar conceptos filosóficos y matemáticos. La demostración de que la presencia de este juego en el arte y la cultura desde tiempos inmemoriales indica que es algo tan antiguo como la sociedad, posiblemente intrínseco a ella.

10 Comments

  1. Gracias, buen relato, agradable y bien fundamentado.
    En las próximas semanas estaremos lanzando otro libro como aporte a su reconocimiento, difusión y apoyo. Una novela corta que incluye en la trama temas como el arte y su mercado, la filosofía y el pensamiento complejo.

    • Desiderio uviedo.

      Buena historia sobre el ajedrez personajes históricos y su relación con el café regencia en Francia

  2. Alberto Navarro

    Impresionante exposición sobre el ajedrez y su influencia en la filosofía, arte, etc y como a través del mismo se unieron filósofos, escritores, en tiempos anteriores. Como ex jugador de cierto nivel superior, está forma de exponer su influencia, me causa una enorme satisfacción en conocer detalles tan poco conocidos. Gracias por el magnífico artículo.

  3. Eduardo

    CHESSUMARE QUE BUEN ANALISIS

    • Pedro Alvarado Carloz

      Agradable literatura …Muchos éxitos a los promotores y colabiradores ….

  4. Este artículo nos acerca al pasado poco conocido del ajedrez, a su desapercibida brillantez -para algunos- (aunque suene irónico) y a su «importancia paralela» como parte de muchos descubrimientos.

    • Desiderio uviedo.

      Excelente libro de ajedrez sobre jugadores de este juego ciencia de ajedrez y personajes y su relación con personajes de la cultura e historias de esa época del café la regencia en Francia

  5. Marcelo Rodríguez

    Excelente artículo en su redacción y en su contenido. Por demás interesante y bien llevado por los distintos momentos y personas en la historia. No podia dejar de leerlo, cosa rara hoy en día.

  6. Alejandra

    Maravilloso, gracias por este artículo

  7. Gabriel María Isola

    Muchas gracias

    Excelente relato.

    El isotipo de mi consultora «Isola y Asoc. Consultores en Desarrollo Humano» y creador del concepto Educación Profunda, es precisamente un Alfil negro. Es el único trebejo que no cambia de color de escaque durante todo el partido. Esto da un fundamento ético a nuestro servicio profesional.
    Puedo ampliarlo si resultará de interés.
    Felicitaciones.
    Muchas gracias.

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*