Extravagante, atrayente, hipnótico, René Higuita fue uno de los porteros referencia de su generación. Cuando se acaban los adjetivos, lo mejor es dejar hablar a los genios. Y Diego Maradona lo definió como «un personaje hermoso, un loco». Para el 10 eterno, «él fue, en serio, el que inventó eso de que los arqueros patearan penales, tiros libres y también hicieran goles. Que no venga nadie a sacarle la patente». Sobran más palabras. Ahora vuelve a ser noticia por un documental de Netflix sobre su vida: «Higuita, el camino del escorpión». Decidimos llamar por teléfono.
«Soy una persona que acepta sus errores. Que reconoce cuando se equivoca». Decir que René Higuita fue un portero atípico no es descubrir la pólvora. Capaz de anotar alrededor de cincuenta goles en su carrera profesional o enmudecer Wembley con un despeje de escorpión cuando el balón se colaba en su portería, el guardameta colombiano es una de las figuras más representativas de los ochenta y noventa. De ese fútbol que se fue. Sin embargo, su vida no fue siempre sencilla. La situación económica familiar provocó que ya desde que era niño «estaba casi obligado a trabajar», según recuerda en conversación con Jot Down Sport. A los nueve años comenzó a repartir periódicos, pero se ganó más de una bronca de su abuela por regresar con la ropa destrozada de jugar al fútbol. «Yo jugaba en varios equipos. Tenía mucha energía. De hecho, en un momento me iban a suspender por lo que aquí se denomina ‘piratería’, pues estaba en dos equipos de Federación. Sin embargo, con un buen abogado defendiendo los argumentos y diciendo que era un niño que tiene toda la energía y que no sabía de normas, me levantaron la sanción», reconoce.
En esa época, el colombiano estaba lejos de la portería y brillaba en posiciones más adelantadas. «Yo era delantero goleador, aunque también jugaba por la izquierda. Tenía bastante velocidad y marqué muchos goles», desvela antes de añadir un dato que cambió toda su carrera deportiva: «Mi equipo fue invitado a un torneo que organizaba el Deportivo Independiente Medellín, que buscaba jugadores para su escuela. Aunque yo era el goleador en mi equipo, cuando empezamos el torneo faltó el arquero, me coloqué ahí y me fue muy bien. Jugué todos los partidos en esa posición y ganamos. La gente que organizaba el torneo me vio bajo los palos y por eso llegué al equipo en esa posición». El guardameta reconoce que no se acuerda la cantidad de goles que marcó en las categorías inferiores pero que está cerca de la centena y que su facilidad con el balón en los pies provocó que sus características salidas de la portería comenzaran ya siendo un niño. ¿El motivo? Su «forma de sentir el fútbol».
«Yo pensaba que eso era lo mejor que podía hacer y creo que me fue bien. Me costó muchas críticas, pero dejé un gran legado. Evitar un gol con una estirada era muy normal, pero ver a un portero jugar con los pies, combinar con los compañeros e ir al ataque o tirar las faltas y los penaltis era lo que yo sentía. Si no, no estaba contento», añade.
La primera vez que el nombre de René Higuita comenzó a sonar fuera de su país fue con motivo del Sudamericano juvenil de 1985. Por aquel entonces el portero contaba con apenas dieciocho años y coincidió en la cita celebrada en Paraguay con varios futbolistas de primer nivel. «La mayoría de los juveniles que estuvimos representando a nuestro país llegamos a ser profesionales e internacionales. Hubo muchas estrellas muy importantes como José Luis Chilavert, Taffarel, Romario o los jugadores de Argentina, Bolivia y Ecuador, con los que volvimos a enfrentarnos en categorías absolutas. En este torneo quedamos terceros y empezó a escucharse nuevamente el nombre de Colombia en los mercados internacionales».
No pudo estar, sin embargo, en el Mundial sub’20 que se celebró en la URSS ese mismo año, aunque hizo todo lo que estaba en su mano para lograrlo: «Me llevaron, pero estaba lesionado en el metacarpiano del dedo. Yo le pedí al seleccionador que me dejara jugar unos minutos aunque fuera de lateral, pero no se dio la oportunidad». El futbolista aterrizó en Atlético Nacional en 1986 y su progresión se disparó.
Pero si hubo un momento que marcó la carrera de René Higuita fue la Copa Libertadores lograda en 1989. Para siempre quedará su actuación en el choque definitivo, cita que considera «uno de los partidos de los que más me acuerdo, pues paro cuatro penaltis y hago uno en la tanda para ganar junto al resto de mis compañeros. Lo hicimos después de remontar un 2-0 a Olimpia en la vuelta de la final».
«En nuestro país hemos hecho una historia no tan rica como algunos países o equipos europeos. En Sudamérica, Independiente es uno de los equipos que más copas ha ganado, pero aquí, en Colombia, en nuestra pobre historia, está el Atlético Nacional, que hoy en día tiene dos Copas Libertadores. Y nosotros fuimos partícipes de la primera con un equipo netamente criollo. Fue un equipo que marcó un camino no solo a las demás selecciones que venían, sino que también influyó en una selección campeona del mundo como España. En las selecciones hay muy poco tiempo de trabajo, la base era el Atlético Nacional y ahí le colocaron jugadores como el Pibe Valderrama e Iguarán. Hablo de España porque España en el momento que fue el campeón del mundo tuvo como base a FC Barcelona y el Real Madrid», dice echando la vista atrás.
Una pieza clave en los éxitos tanto del citado Atlético Nacional como de la selección de Colombia fue el técnico Pacho Maturana, para el que su compatriota sólo tiene palabras de elogio: «Maturana es excelente como técnico. Es un entrenador que en nuestro país ha ganado todo: Copa Libertadores, torneos nacionales y una Copa América. Tan solo le faltó ganar un campeonato del Mundo, pues también ha sido campeón en Arabia. Él ha sido un adelantado a su tiempo. Yo recuerdo que en su época se jugaba con cinco defensas: cuatro atrás y un líbero. Después, cuando llegamos nosotros, él quitó el líbero y el líbero era el portero, en este caso yo. Fue muy admirado por Arrigo Sacchi, que tenía el mejor equipo europeo como era aquel AC Milan de Gullit, y Van Basten. Francisco es una persona que todavía podría estar dirigiendo a cualquier equipo o selección y del que seguimos aprendiendo día a día».
De vuelta a un Mundial después de una ausencia de veintiocho años, Colombia brilló en la cita de 1990 en Italia. La selección cafetera alcanzó los cuartos de final después de vencer a Emiratos Árabes y empatar con Yugoslavia y Alemania. Higuita fue protagonista por salvar los muebles ante los balcánicos parando un penalti y realizando varias intervenciones de mérito frente a los germanos. Sin embargo, todo se esfumó debido a la derrota con Camerún, cuando perdió un balón absurdo frente a Roger Milla que acabó con gol del africano. De cualquier modo, el de Medellín lo tiene claro: «En aquel partido nosotros vamos perdiendo 1-0 y nos fuimos con todo al ataque para empatar. Ellos nos hacen el 2-0 y si nos llegan a hacer el tercero o el cuarto yo creo que no hubiera pasado nada. Sin embargo, como terminamos haciendo el 2-1 se habló de que tuvimos la posibilidad de empatar y que Colombia había quedado eliminada por Higuita. Fue injusto, porque en el fútbol se gana, pero también se pierde, y siempre que hay un gol del rival es porque aprovechó una desconcentración o un error del equipo».
Mucho se habló acerca de que el jugador hubiera recibido amenazadas después de este lance, aunque él le quita hierro al apuntar que «nunca le presté atención a esto. Siempre que pasan este tipo de cosas yo siempre digo que son de desadaptados o locos, nunca de una persona cuerda». Del mismo modo, nuestro protagonista lanza una reflexión al respecto: «Yo creo que nosotros, los jugadores, siempre estamos expuestos y en el punto de mira y centramos las críticas tanto positivas como negativas. Esto es la vida. El camino en la vida te sirve para aprender. Nosotros éramos muy jóvenes y estábamos haciendo un Mundial muy bueno. Yo estaba siendo muy destacado también hasta que llegó la eliminación ante Camerún. En el fútbol perdemos todos o ganamos todos. Y es como la muerte: uno sabe que se va a morir, pero no lo acepta. En el fútbol es lo mismo: uno da todo para ganar pero sabe que también puede perder. Entonces, empezamos a buscar excusas y nos cuesta asumirlo».
Merced a este error grosero que le puso en el punto de mira, René Higuita reconoce que el citado partido ante Camerún «tal vez es el más jodido y el que más queda». Del mismo modo, la cita de Italia también dejó un hecho que cambió para siempre la historia del fútbol. Concretamente, la «ley Higuita» por la que los porteros no podían coger el balón con las manos cuando llegaba por medio de un pase de un compañero. «¿Cuando morimos qué dejamos aquí? Queda la persona, los hechos. Yo creo que ni , ni Maradona, ni Messi ni Ronaldo ni Ronaldinho han hecho cambiar las normas de la FIFA. Lo hizo un colombiano, que le dijo al mundo que los porteros tienen que jugar con los pies. Eso es lo más bonito lo que dejo en el fútbol», revela orgulloso.
Y apenas un año después del Mundial, el colombiano dio el salto a Europa. Lo hizo junto a sus compatriotas Leonel Álvarez y Carlos Valderrama para acompañar al propio Carlos Maturana en su segunda temporada en Valladolid después de un primer curso sensacional. En esta ocasión la moneda salió cruz y ninguno pudo ofrecer una buena versión, algo que explica: «Hay muchas razones. Yo pienso que al jugador hay que hacerlo sentir bien y a nosotros la parte directiva no nos hizo sentirnos de la mejor manera. Empezando porque parecía que pedíamos limosna y nosotros aquí estábamos ganando bien como para ir allí a gastar prácticamente nuestros ahorros en este equipo. Partiendo de ahí, personalmente yo no me encontré. A veces uno va y le dan su espacio, pero allí no nos lo dieron. Nosotros teníamos un nombre, unas condiciones y la capacidad, pero no nos alcanzó el sueldo y nos sobraban ganas para ir a mostrar nuestras condiciones».
Prefiere esquivar las cuestiones en torno a aquellas voces que hablaban de su amistad con Pablo Escobar y se encuentra incómodo al recordar su paso por la cárcel, circunstancia que le impidió disputar el Mundial de 1994 y que señala como «una de las mayores injusticias que ha pasado en mi país». Igualmente, «todas estas cosas marcan y dejan enseñanzas y experiencias».
A la hora de repasar la lista de atacantes con los que ha tenido que enfrentarse y más problemas le han causado, el exfutbolista reconoce que «Hay muchos. Si empezamos a hablar no acabamos la lista. Podemos recordar a un goleador como Emilio Butragueño o Enzo Francescoli aquí en Sudamérica. También me enfrenté al mejor de la época como Diego Maradona, que son palabras mayores».
Hablar del astro argentino es hacerlo de uno de los jugadores más queridos por el propio René Higuita. «Mi relación era excelente. Con el Diego siempre tuve un trato fantástico. Fue muy caballeroso con nosotros. Él vivía en un completo asedio. Donde iba siempre lo estaban buscando y no podía tener esa paz y esa tranquilidad necesaria para cualquiera y, obviamente, se enojaba, porque el vestuario es para estar con los compañeros. Como amigo fue impecable». De hecho, uno de los momentos para recordar en el homenaje del propio Maradona es cuando ambos protagonizaron una acción inolvidable… aunque no todo lo bien que hubiera cabido esperar: «Hay un momento en el que puedo hablar con él y le digo: ‘Diego, mándela para que hagamos el escorpión’. Él se rio y lo intentó. La pelota fue bajita pero era una oportunidad. No es fácil que el jugador mande un balón. En este caso él era el protagonista y todos estábamos allí para complacerlo. Medio la hicimos y la gente se quedó feliz».
Si ha habido una jugada que ha marcado la trayectoria de René Higuita es la del escorpión. Su recurso en Wembley frente a Inglaterra dio la vuelta al mundo, si bien no es una jugada fruto de la casualidad, tal y como reconoce: «Cuando decido hacer el escorpión frente a Inglaterra ya llevaba siete años trabajándolo. Llevaba tiempo decidido a hacerlo, pero no sabía cuándo me iba a llegar un balón así ni en qué partido. Aquel día se dio todo a mi favor por cómo llega el balón cuando va a la portería». Además, explica, «veo que el juez de línea levanta la bandera, así que me concentro porque es una oportunidad para poder hacerlo. Después de sacar el balón veo como el linier baja el banderín y hacen un gesto al central para que siga jugando el balón». Cuando llegó al vestuario a la conclusión del choque, recibió «un aplauso» de sus compañeros, rememora.
Aunque fue la primera vez que la gran mayoría del planeta fútbol pudo ver esta acción, el futbolista manifiesta que «Antes de eso yo hice una publicidad de un refresco con unos chavales y cuando yo saco el balón un niño me empieza a hacer una treinta y una y después una chilena. Entonces, por mi mente pasa responderle con algo todavía mejor, y hago una chilena al revés. Ahí sale el escorpión por primera vez.
A partir de entonces seguí practicándola y antes de los partidos mis compañeros colocaban el balón para lanzar desde fuera del área y que yo hiciera el escorpión». Lo hace antes de dejar patente que la acción salió de su cabeza y nunca antes la había visto: «No, jamás. Eso me nació en ese momento, en décimas de segundo». Se trata, sin duda alguna, de la mejor parada que ha hecho. «Pienso que sí. Es una acción que quedó para la historia y yo le doy ese reconocimiento», espeta.
Y como hablar de René Higuita es también hacerlo de uno de los porteros más goleadores de la historia, el colombiano tiene también en alta estima algunos de los tantos que ha marcado en su carrera. «El que más recuerdo fue el que le hice al Mono Burgos de libre directo en las semifinales de Copa Libertadores de 1988», reconoce añadiendo que dedicaba varias horas a las faltas después de cada entrenamiento. Se trata de una circunstancia que contradice muchas de las cosas que se dijeron de él durante su carrera: «Sí, mucho. Todo lo que yo hice en el fútbol fue trabajado antes, muy entrenado antes de llevarlo a un estadio».
Tildado muchas veces de «loco» por sus acciones, señala que «sé que se ha dicho siempre con cariño y en el buen sentido». Y termina con una reflexión: «Siempre hay que tener un poco de locura para poder hacer lo que otros no hacen o no se han atrevido. No todos tienen el talento para hacerlo».
Efectivamente, no es solo tener calidad, es atreverse!
Yo entreno a un equipo de niños y siempre les animo a q intenten todo. Regates, caños, voleas…
jamás me enfado cuando eligen chutar desde lejos en vez de pasar fácil a un lado, hay que intentarlo!
Viva el fútbol de los valientes y los «locos»!!