Juegos Nómadas

Españoles en V edición de los Juegos Nómadas Mundiales, celebrada en Kazajistán

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V edición de los Juegos Nómadas Mundiales
Enric Freixa sujeta un águila dorada momentos antes de participar en la prueba de velocidad, una de las demostraciones de cetrería de los Juegos Mundiales Nómadas. (Foto: Arnau Puigvert)

Astaná es la nueva capital del Kazajistán desde 1997. La segunda capital más fría del mundo y una ciudad de avenidas enormes, donde tienes que andar veinte minutos para cruzar a la calle de enfrente. La silueta de la ciudad se conforma con rascacielos, construidos por algunos de los mejores arquitectos del momento por deseo de Nursultan Nazarbàiev, el antiguo presidente del país. Cerca de la nueva capital distópica, del 8 al 13 de septiembre se celebraron los Juegos Nómadas Mundiales.

«Este año han participado 89 países y hemos contado con más de 3.000 atletas» explica Madina Urazmbetova, portavoz de la organización. Esta es la quinta edición de los Juegos Nómadas Mundiales, unas competiciones que empezaron en Kirguistán en 2014. Las tres primeras se celebraron en el país montañoso, donde aún en verano los nómadas se desplazan con sus yurtas. La cuarta edición fue en Turquía.

Ahora es el turno de Kazajistán, antiguo país nómada donde ahora las comunidades son más folklore que realidad. Las políticas soviéticas terminaron con el nomadismo, obligando al asentamiento. El cambio de estilo de vida causó una hambruna que mató a más de 2 millones de personas.

Cerca de las viviendas en construcción y de la mezquita más grande de Asia Central, al sur de Astaná, los atletas españoles se preparan para participar en los Juegos: esta es la primera vez que España formará parte de los Juegos Nómadas Mundiales. Hay representación de países de los cinco continentes. «Hay 10 juegos nacionales, pero también contamos con 11 deportes de otros países de tradición nómada, como el Oware, un juego africano», detalla Madina Urazmbetova.

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El kok-boru es un deporte tradicional de Asia Central. El objetivo es encestar el cuerpo de una cabra en una portería circular del campo contrario. (Foto: Arnau Puigvert)

Uno de los objetivos de los Juegos es expandir la cultura nómada y los deportes tradicionales: «Aunque en Kazajistán ya no hay comunidades nómadas, celebrar estas competiciones es una forma de preservar sus tradiciones y llevarlo a un nivel más alto» añade la portavoz.

En el Ethno-Aul, el pueblo de yurtas nómadas con exposiciones construido para la ocasión, Joan Ferrer espera su turno para participar en el Powerful Nomad, la versión nómada del Strongman. Él es el hombre más fuerte de España. Ha ganado tres veces la liga nacional de fuerza: en 2020, 2022 y 2023. «Lo que cambia en la versión nómada es el tipo de pruebas. En España siempre son sobre asfalto, en cambio, aquí serán en arena. Las pruebas están dedicadas al campo, al trabajo físico. Por ejemplo, tenemos que levantar piedras, mover un carro o lanzar una lanza» cuenta Joan Ferrer, quien combina el Strongman con la agricultura en las tierras del Ebro.

Aunque en este deporte las pruebas vayan cambiando según el país donde se celebra la competición, para prepararse para el Powerful Nomad, Joan Ferrer se ha construido sus propios recursos, explica: «He diseñado yo mismo una lanza de unas características semejantes a las que encontraré aquí, y he buscado unas piedras que también sean parecidas. Es la forma de adaptarnos». La invitación le llegó a través de la Casa Kazaja, una asociación cultural que promociona la cultura del Kazajistán en España.

«Busqué atletas que quisieran participar en los juegos de las distintas modalidades. Fue un poco difícil, pero al final encontré personas muy apasionadas por sus deportes», explica Zhannat Nurbaeva Amangeldy, presidenta de la Casa Kazaja. «En la asociación organizamos entrenamientos de deportes tradicionales como Assyk Atu  o Togyzkumalak. Además, tenemos acuerdos con las federaciones de todos los deportes nacionales del Kazajistán. Nuestra asociación es educativa y cultural y pienso que los deportes son una parte muy importante de la cultura» defiende Zhannat Nurbaeva Amangeldy

Darío Llodra, Javier Negre y Pedro Prats tienen unos veinte años y hace seis meses que juegan a Assyk Atu, patrimonio inmaterial de la UNESCO desde 2017. Darío y Javier son de las Baleares y Pedro, de Murcia, aunque estudia en las islas. La pareja de Darío es del Kazajistán y él animó a sus compañeros a aprender este deporte tradicional. El funcionamiento es parecido a las tabas, pero las piezas son vértebras de oveja. Los chicos y las chicas juegan versiones diferentes. «Cuando le expliqué a mi abuelo que venía a jugar me dijo que cuando él era pequeño también practicaba un deporte parecido», explica Darío.

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Participantes femeninas de tiro con arco, entre ellas María Martínez, apuntan a la «puta», una diana otomana tradicional. (Foto: Arnau Puigvert)

El objetivo es conseguir desplazar de un círculo una hilera de huesos, tirando con otra vértebra. «A ver si al llegar a España podemos enseñar a más amigos a jugar, la verdad es que es muy entretenido y divertido», recalca Diego. El Assyk Atu es un deporte federado en Kazajistán, pero la federación en España es más complicada: «En España no se considera un deporte porque no está reconocido por el Comité Olímpico Internacional. Estamos pendientes ahora de abrir una asociación de Assyk Atu», cuenta Zhannat Nurbaeva Amangeldy, que además de ser la presidenta de la Casa Kazaja, también prepara personalmente el equipo de Assyk Atu.

Otro de los deportes tradicionales con representación española es el Togyzkumalak, un deporte intelectual conocido popularmente como el «ajedrez de las estepas». Sara González se interesó por este deporte a raíz de su contacto con la Casa Kazaja y su presidenta, que también la preparó para los Juegos y la introdujo en la cultura kazaja.

Igual que el Assyk Atu, el Togyzkumalak no se puede federar en España por la falta de reconocimiento internacional.  «Aspiramos a que haya suficientes practicantes con interés para poder organizar un torneo nacional y que salgan jugadores para ir a competiciones internacionales» comenta Sara González.

El Togyzkumalak, también patrimonio inmaterial de la UNESCO desde 2020, tiene orígenes nómadas, y se basa en compartir, explica la jugadora: «Cuando iban por la estepa y se encontraban con un poblado, con unas yurtas que acababan de irse, los otros les habían dejado ahí provisiones. Entonces los iban distribuyendo para que todo el mundo tuviese algo para comer. Y eso es un poco lo que atiende el juego, que todo el mundo pueda compartir, repartir y recibir» explica Sara González.

Este deporte se caracteriza por ser intergeneracional. En las competiciones de Astaná había desde un niño de 11 años hasta un anciano de 70. «Aparte de mi participación, otro compañero español, Miguel Hernández, también ha competido en Togyzkumalak, y en Oware, otro juego abstracto» añade Sara González.

En el centro de la capital hay distintos pabellones construidos para la práctica deportiva: el Astana Arena es el estadio de fútbol, el Alau Ice Palace es el de patinaje y el Palacio de Artes Marciales en memoria de Zhaksylyk Ushkempirov –luchador kazajo- es el de la lucha. En este último se practican distintas modalidades de este deporte, entre ellas la lucha kazaja. David Férnandez, Daniel González y Jazmin Arjona son judocas españoles, que ahora también practican la lucha kazaja. «Para nosotros estos juegos son extrapolables a unos juegos europeos u olímpicos» dice David Fernández.

Hace unos cinco años que se empezó a practicar esta lucha regional en España, con un interés creciente. «Intentas complementar tu deporte inicial con otros, y ves que tienen elementos comunes» añade David Fernández. David Fernández y Daniel González ya han participado en algunos campeonatos de lucha kazaja, pero para Jazmin Arjona es la primera vez. «La lucha es un deporte que ha existido toda la vida. Al final cada país ha creado su tipo de lucha, pero hay muchas luchas asiáticas que practicamos en España, como el judo, que se entrena hasta en las escuelas» explica la judoca.

En el hipódromo de Astaná, las participantes femeninas de tiro con arco esperan en fila para tirar a la diana. Cada una lleva un vestido tradicional de su región. Una de ellas es María Martínez, presidenta de la Sociedad Ibérica de Arquería Histórica. Con sede en Madrid y representación en distintas comunidades autónomas, promocionan el arco histórico, una mezcla entre deporte, cultura e historia. A través de los documentos reproducen arcos de distintas épocas, así como la ropa tradicional, y quedan para practicar el deporte.

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Joan Ferrer, el hombre más fuerte de España, celebra su resultado en el levantamiento de tronco, una de las pruebas del Powerful Nomad (Foto: Arnau Puigvert)

«En España el tiro con arco histórico no forma parte de la Federación de Tiro con Arco, así que no se considera un deporte federado. En otros países es una rama de la federación. Nosotros quedamos una vez al mes para practicar» cuenta María Martínez. En los encuentros hay reproducciones de arcos de épocas distintas, desde la prehistoria a la Edad Media. «En España no hay tanta tradición arquera como en otros países por evolución histórica. Durante la Edad Media era un imperio muy potente y el arco se sustituyó muy rápido por las armas de ballesta» informa Susana del Rivero, arqueóloga y una de las entrenadoras del equipo durante los Juegos. En la competición ha participado también Santiago Marín, Marisol Jiménez, Félix Gallego, Jorge Belinchon y Sonsoles Gallego, de entrenadora.

Detrás del hipódromo hay el Ethno-Aul, el pueblo de yurtas. El último día de los juegos, Enric Freixa se prepara para hacer volar un águila dorada. El animal tiene que llegar con el mínimo tiempo posible al final del campo. Trabaja como cetrero en aeropuertos españoles, donde se utilizan aves rapaces para evitar los accidentes de los aviones con pájaros. «Esta es la primera vez que compito en cetrería, volar un águila dorada era una oportunidad que no quería desaprovechar», comenta. «La cetrería en España no se considera un deporte. Cada vez está más limitada y muy pronto será imposible practicar esta disciplina», añade.

Junto con Enric Freixa, Javier Álvaro, Fernando Sanz y Luís Guijarro también compiten en la especialidad de cetrería. Se conocen del trabajo en los aeropuertos, aunque a diferencia de Enric Freixa, los otros participantes ya han formado parte de otros campeonatos. «En la época de vuelo, que es en invierno, hay muchas competiciones en España. La cetrería es patrimonio nacional, en parte gracias al naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, por toda la divulgación que hizo a favor de las aves rapaces, consiguiendo su protección. Él demostró que pueden ser un beneficio en el campo» explica Enric Freixa.

Las yurtas se empiezan a desmontar y los más de mil voluntarios señalan a los asistentes el camino para salir de los recintos deportivos. En unos días la cultura nómada en Astaná ya no será parte del paisaje urbano y dentro de dos años los atletas se desplazarán de nuevo al Kirguistán, donde se celebrará la sexta edición de los Juegos Nómadas Mundiales.

 

 

 

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