Verano del 97. Esta es la historia de cuando a la mejor alineación conocida del Valencia sólo le dieron amistosos. Aunque todo empezó un año atrás.
Combate nulo entre Romario y Aragonés
El Valencia había conseguido el subcampeonato de Liga dirigido por Aragonés, entonces Roig le fichó al mejor delantero del mundo para que la ganase. En palabras contemporáneas de Ronaldo: «Romario es mejor que yo». A Roig le obsesionaba hacer un Valencia campeón y había perdido a Mijatovic. Cualquiera sabe que, sin goleador, no hay Liga.
En lugar de ello, Romario y Aragonés pronto se enfrentaron y el delantero acabó cedido al Flamengo, en contra de la opinión del presidente. Y si te cruzaba Roig, tenías las horas contadas.
Para entonces, Valdano, libre de contrato, escribía en sus Cuadernos de andar por casa que «El Valencia empezó el campeonato con demasiadas cosas sin resolver (…) El entrenador no quiere a un jugador, el presidente no quiere al entrenador y al jugador lo trajo el presidente. Mal remedio».
Con Romario rindiendo en Brasil a sus cifras habituales y el Valencia a la deriva, en efecto, sin remedio, Aragonés salió en noviembre del 96. Mientras el elegido para relevarlo fue precisamente Valdano, que bien sabía dónde iba a meterse.
Hacer olvidar a Aragonés con los futbolistas de Aragonés
Reciente campeón liguero y apasionado del talento, Valdano era a piori el técnico ideal para recuperar a Romario y llevar al Valencia hacia el título. Por ello se impuso a otros técnicos reputados como Scala o Víctor Fernández.
Aún sin Romario en la plantilla, aquella media temporada no fue fácil para Valdano, ni con la afición ni de cara a los resultados. Sobre la situación inicial, recordó en Las Provincias que «llegaba para suplantar primero a una persona muy querida, con carisma, y después a un entrenador muy eficaz».
Estuvo cerca de ser despedido en febrero, tras caer en Copa ante Las Palmas, equipo de Segunda, y decir que fue una «derrota útil». En esas fechas sonó Cruyff, quien aseguraba en France Football haber tenido proposiciones del Real Madrid, Betis y Valencia: «me ofrecían prácticamente un cheque en blanco».
También al final de temporada, con un equipo de mitad de tabla, la salida de Valdano dio en el palo. En tales circunstancias, el argentino fue claro: «Si me quedo en el Valencia, no van a quedar en su sitio ni los percheros».
Un proyecto específico para Valdano
Influido por su cuñado, Jesús Martínez, secretario técnico y amigo de Valdano, Roig ratificó al entrenador al tiempo que le ofrecía una verdadera revolución: la mejor plantilla de la historia del club.
Cara a la temporada 97/98, salieron más de una decena de futbolistas y llegaron otros tantos. Tiempo después Valdano aseguró que no fueron obra suya «ni los fichajes ni las bajas», y contó: «un día estaba en París y me llegó una llamada donde me dijeron que acababan de vender a Engonga a Romero y a Moya. Cuando pregunté las razones, me dijeron: ‘¿para qué te servían?’. Y yo les dije: ‘Para jugar al fútbol’. ‘Pero vamos a reforzar fuertemente la plantilla’, me respondieron».
Sin embargo, lo cierto es que todos los fichajes eran de su gusto e interés. Como él mismo había afirmado tras el mercado estival de 1997: «El club ha seguido al pie de la letra mis sugerencias. (…) Ahora soy el responsable de un proyecto esperanzador».
Un equipo es una idea
Esta remodelación sucedió porque Valdano era técnico de una idea fija y la anterior plantilla no le representaba. «Cuando llegué, había heredado una plantilla que no es la mía (…) todos mis esfuerzos eran para consolidar defensivamente al equipo. El estilo no podía girar todo lo rápido que a mí me habría gustado. Nos convertimos en consistentes, pero nos costaba ser alegres», explicó.
La idea pasaba por un modelo combinativo basado en futbolistas técnicos. Para Valdano, anhelante de grandeza, «un equipo nunca puede ser grande si divide la posesión de la pelota». Y esto era algo que «disrumpía con el estilo contragolpeador de Aragonés».
Asimismo, la esencia de esa idea tenía que ver tanto con sus «sensaciones estéticas» como con los orígenes del técnico, por lo que se trataba de una cuestión sensorial y también cultural, cuestiones éticas de las que no conviene dudar.
«¿Cómo hacemos para ganar, qué idea usamos? Ese es el debate sustancial. (…) Y la razón de nuestro fútbol es el balón. No es una idea mía, sino que tiene algo que ver con la memoria colectiva de los argentinos y de todos los sudamericanos. (…) Es un modo de sentir. (…) Sudamérica tiene algo inimitable: la cultura a ras de suelo, hecha de barrio y tradición. (…) De este lado, hablamos del potrero como escuela», expuso Valdano en una conferencia de la época.
La idea empieza por la sociedad entre Ortega y Romario
No es casualidad, por tanto, que Valdano quisiera contar con futbolistas sudamericanos para desarrollarla. Ni que la revolución empezara precisamente con Ortega, mediapunta firmado al poco de que su compatriota tomase el mando. Un potrero como pocos.
Ortega llegó desde River, era considerado el sucesor de Maradona en la Albiceleste y fue el fichaje más caro del Valencia y del fútbol argentino hasta esa fecha. «Es un jugador capaz de desequilibrar, que destaca por el regate y cambia muy bien de velocidad», lo definió su nuevo compañero Claudio López.
En aquel tramo de temporada, Ortega dejó siete goles en sus doce titularidades de un ataque junto a Gálvez. Era la primera prueba de que, con Valdano, el talento funcionaba.
Ahora Ortega esperaba ser el socio ideal de Romario, recuperado como bandera del equipo. «He vuelto aquí para ser campeón con el Valencia y máximo goleador del campeonato. Si juego cuarenta partidos, marcaré más de treinta goles. La última vez que hice una promesa, cuando estuve en el Barcelona, la cumplí», dijo el 9. Nadie lo dudaba, ya que había salido casi a gol por partido en todos sus equipos, incluido el Barça y los cinco que le dio Aragonés.
En el nuevo Valencia, Romario y Ortega serían las estrellas. Una «pequeña sociedad por afinidad», que diría Valdano, del «jugador talentoso que escapa al control, al dibujo de la pizarra». Entre futbolistas que comparten tamaño nivel y sensibilidad «los encuentros son sólo una cuestión de tiempo, las soluciones surgen espontáneamente». Así lo demostraron en pretemporada, entendiéndose fabuloso. Pero el equipo de Valdano apuntaba a ser mucho más que ellos.
Un fútbol conceptual entre el orden y la aventura
Valdano se decía enemigo de esa «pizarra» que rige al gran futbolista. Al respecto, exponía que, «o nos limitamos a cumplir órdenes, como propone el tacticismo, o permitimos la expresión libre del individuo, ayudándolo a pensar y animándolo a imaginar».
Sin embargo, lo cierto es que Valdano trabajaba sus equipos tácticamente como lo hace cualquier gran técnico porque, según él, «el orden es un punto de partida, un sostén, un hábito de comportamiento que se incorpora para olvidarnos de ello mientras jugamos».
El trabajo táctico de Valdano iba desde atrás hacia delante, en un fútbol del todo conceptual. Esto era fruto de ser pupilo de Menotti, quien cambió el entrenamiento desde los conceptos, según aseguró Cappa en El Confidencial. Hay que «llenar el fútbol de conceptos», exponía Valdano, «primero precisión y luego velocidad, se inicia tocando hacia afuera, mirar cerca y buscar una solución antes de recibir, el balón debe viajar rápido de un pie a otro para no facilitar el pressing del adversario, de espaldas a la portería rival se juega a un toque, en el medio no pensamos con el balón en los pies, se toca en corto para atraer y en largo para sorprender, se sale del pressing tocando hacia atrás y cambiando de frente, tocamos hacia atrás para escapar de un problema y hacia delante para crear un problema, el último toque debe ser de riesgo y si el balón no pasa deja la sensación de amenaza que genera confianza…»
Sus equipos se manifestaban desde conceptos generales que sólo los futbolistas de excepción, los Romarios y Ortegas, tenían plena libertad para saltarse, ya que su genio encuentra soluciones variadas a problemas complejos. Porque en fútbol se trata de «entender que determinados futbolistas necesitan carreteras amplias y otros las necesitan más estrechas».
Así que para las vías estrechas propias estaban los conceptos y para controlar las de los rivales, Valdano usaba la táctica en zona.
Defender en zona, vivir en zona
En lo referente a la concepción defensiva, en los años noventa el español aún era un fútbol de marcación combinada, pero para Valdano la zona, «inalterable en sus principios», era innegociable.
Explicaba el de Las Parejas que «Menotti dijo que la zona es libertad, y es cierto, ya que sólo quien piensa es libre. Y conviene a agregar que si todo equipo es una cooperativa, la zona fortaleza sus principios porque obliga a la organización colectiva y a la solidaridad. (…) La escuela sudamericana, entre otras, hace decenios que da lecciones de zona, no es una modernidad, que es como la consideran en Europa».
En los equipos que defienden en zona los zagueros piensan más y controlan los espacios, ya que no persiguen como autómatas a los delanteros, como sucede en la marca hombre a hombre. En el Valencia de Valdano, esta ventaja de base estuvo acompañada de lo más importante: defensores de máximo nivel.
Una zaga plena de internacionales
Con el legendario Zubizarreta en la portería, aquel equipo compuso una zaga con dos centrales tan fiables en defensa como diestros con balón, caso del mundialista Cáceres y de Djukic. Había que «salir jugando desde el fondo», en palabras de Valdano.
Sobre las virtudes de Djukic, poco antes había escrito Cruyff en Mis futbolistas y yo que «juega con una frialdad escalofriante (…) los yugoslavos son una raza especial dentro del deporte de equipo. Tienen una mentalidad distinta, una técnica fina, suave; ven las cosas fáciles y las hacen más sencillas aún. Djukic tiene un poco de todo esto, lo que le convierte en un jugador valiosísimo».
En lo defensivo, la zaga se adelantaba para achicar espacios, otro concepto valdanista, y Cáceres era el encargado de corregir los balones a la espalda, al ser más rápido que Djukic.
Al respecto, los equipos de Valdano se caracterizaron por trazar la línea del fuera de juego de manera agresiva, una consecuencia natural de achicar hacia delante cuando los delanteros presionan; sin embargo, aquel Valencia no sufriría tanto a la espalda debido a que los futbolistas del frente de ataque no tenían las condiciones adecuadas para presionar de manera intensiva, como en otro tiempo hicieran Dertycia o Zamorano, y por ello el técnico propuso un equipo más largo.
Ese funcionamiento indicaba que Valdano se adecuó también a los defectos de Romario y Ortega, en lugar de obligarlos a hacer algo para lo que no estaban dotados, en una lógica grupal que también agradecía, en el otro extremo, un veterano Zubizarreta al que le costaba hacer de líbero, como en otro tiempo hiciera Buyo para Valdano.
Mientras que el rigor ofensivo de la zona lo detalló el argentino en sus Cuadernos del siguiente modo: «Una defensa en zona (…) debe romper la línea cuando el equipo pasa al ataque; cada jugador pasa a estrechar la vigilancia de los rivales sueltos más cercanos, siempre con la primera marcha puesta».
La línea de cuatro en el fondo la completaban laterales de características similares entre sí. Aquel Valencia recuperó a Juanfran, firmó a Angloma, elegido mejor lateral derecho del continente poco antes, y también a Carboni, quien fuera parte de la selección italiana en Inglaterra ‘96.
Sus trayectorias demostraron que eran futbolistas de primer nivel defensivo y también ofensivo, dado el corte de lateral largo de todos ellos. En lo grupal, estos respetarían el concepto clásico que indica lo siguiente: si un lateral sube, el otro se mantiene a fin de asegurar la superioridad numérica ante los dos delanteros rivales.
Y a partir de esta ofensividad lateral fue como en aquel breve Valencia se vio un matiz táctico referente al esquema distinto a los anteriores equipos de Valdano.
Un Valencia de toque, a la brasileña
Tanto en el Tenerife como en el Real Madrid, Valdano había perseverado en su sistema predilecto. Así lo explicó Álvaro Benito, talento promocionado por Valdano antes de que una lesión lo llevase a ser un excelente analista, en El Confidencial: «aquel Madrid era un equipo tremendamente ofensivo donde jugábamos un 4-4-2 en rombo. Pero ni siquiera era un rombo porque los dos extremos estaban muy abiertos a las bandas».
Con las salidas de Karpin o Eskurza, en el Valencia de Valdano no habría extremos naturales. Pero el concepto indica, en palabras del propio técnico, que «todo equipo que cree en el toque debe agrandar la cancha y la amplitud y eso se consigue con jugadores que ocupen la línea de banda».
Y si en algo creía fielmente Valdano era en el toque: «El toque es a un equipo lo que la palabra a la sociedad: una manera de entendernos. El fútbol empieza por la técnica, por la pelota, por el toque. El toque es un ejercicio de generosidad, un acto de solidaridad no hecho para exhibicionistas. El toque debe respetar las reglas de la velocidad y las leyes del engaño. Para mí, tocar es una de las esencias del juego. Decir toque es decir jueguen».
Milla, Del Solar, Saïb y Marcelinho Carioca, lo mejores centrocampistas fichados, eran puro toque. Se podría aprovechar todo su talento relacional gracias a la capacidad ofensiva de los laterales. Por ello Valdano fue inteligente, prescindió de los mediocampistas pegados a las líneas de cal, que ejercieran como extremos, y potenció a un tiempo a los laterales y a los medios.
En cualquier caso, la variación no le resultó forzada, ni desagradable, habida cuenta de su admiración por las selecciones brasileñas. Por entonces escribía que «para emocionar está Brasil. A la una de la mañana los veo jugando un amistoso contra México y no me dejan ir a dormir. Como siempre: toma y dame; mía y tuya, toque y toque. Un fútbol hecho de precisión y engaño que busca sin prisas el momento de acelerar. El poder hipnótico del balón que pasea de un pie a otro va desordenando al adversario, le va quitando entusiasmo, convicción y fiereza hasta que la presión parece avergonzada de buscar sin encontrar el famoso balón».
En su Valencia, Valdano formó por vez primera un 4-2-2-2 a la brasileña.
Un centro del campo con calidad y equilibrio
El centro del campo en «cuadrado mágico» que imaginó Valdano estaba compuesto por un especialista del toque, un todocampista capaz de acelerar por potencia y dos creativos válidos tanto para combinar como para acelerar por técnica. «Usamos el medio para distraer y en los últimos treinta metros hay que sorprender acelerando», resumía.
El pivote era Milla, petición expresa de un Valdano que decía creer «en los especialistas, porque cada talento necesita de un hábitat». El de Milla se limitaba a un pequeño sector por delante de los zagueros centrales y se relacionaba exclusivamente con el toque. Alrededor de él todo se movía según la ubicación de la pelota. Explicaba el técnico que «la movilidad sirve para ofrecerle posibilidades al poseedor y sustraer las referencias a los rivales. Pero sin conservar determinadas posiciones tampoco, porque todo equipo necesita pasar por algunas estaciones obligatorias. El mediocentro, por ejemplo, debe tener sentido natural para la distribución».
A la izquierda del hombre-eje, en la primera altura se situaba Farinós. Era la principal apuesta canterana en el Valencia de Valdano, quien siempre consideró las categorías inferiores. «Un chico con una personalidad muy potente, un jugador con radio de acción muy amplio», lo definía.
No exento de toque, Farinós se encargaba de las transiciones. Tenía 19 años y una capacidad física capaz de compensar la calma de Saïb, así como de solucionar defensivamente, en permuta y en cobertura, el tremendo impulso de Juanfran o Carboni.
En fase de posesión, Farinós se adelantaba para que cayese a iniciar Saïb, un fino jugador que había sido el referente del centro del campo de uno de los mejores Auxerre que se recuerdan, ganador de la liga francesa. El argelino era el escalón asociativo de Milla en el sector izquierdo. Mientras en el sector derecho, Marcelinho Carioca hacía las veces de enganche.
El ex del Corinthians era lo más cercano a un crack sin llegar a serlo. Recientemente dijo que fue injusto que Brasil no lo citara a ningún Mundial, puesto que por nivel tenía que haber estado en tres, incluso como titular en el de Franca ´98. Es cierto.
Decía Valdano que «el toque no siempre puede llevarte al final del viaje. Muchas veces los centrocampistas tienen que eliminar al rival por habilidad o velocidad, para poder progresar en superioridad numérica», y para eso pidió al de Río.
Carioca fue el fichaje más sonado de aquella temporada. Se definió en Don Balón como «un jugador de equipo al que le gusta jugar con libertad. Me muevo habitualmente en la media por la derecha, aunque puedo jugar en cualquier posición, incluso como segunda punta». Además de ser un excelente lanzador de faltas, como recordó Gerard en una retransmisión junto a Zubizarreta. Y también un socio ideal para Ortega y Romario, según demostró en pretemporada.
Esos eran los titulares y desde el banquillo rotaban futbolistas con la talla de los citados Claudio López y Del Solar. Jóvenes con la proyección de Gerard, Mendieta, Angulo y Javi Navarro. El internacional Vlaovic para el gol o Fernando, referente valencianista que perdió fuelle con Valdano porque «ya estaba en el camino de vuelta y, como en otros tiempos con la Quinta del Buitre, me tocó gestionar eso». Pero a aquel equipazo las ansiedades de directivos y aficionados no les dejaron ser.
La afición disfruta como nunca en la pretemporada
El Valencia de Valdano duró una petemporada de ensueño. Sus grandes futbolistas brillaron contra el Atleti el día de la presentación, victoria con un gol magnífico de Romario. El brasileño volvió a exhibirse en el Trofeo Naranja, haciéndole hat-trick al Palmeiras, a la postre campeón. Y entonces, ante el Flamengo, cuando el estadio se caía, llegó la desgracia que lo impidió todo.
Así lo recordaba Valdano en Las Provincias: «En los partidos, Romario fue tan desequilibrante como yo había pensado, pero en el Trofeo Naranja, por estar sobremotivado, sufrió una lesión muscular de cierta gravedad».
Romario había marcado, con asistencia de Ortega, antes de lesionarse al hacer una chilena. Fue sustituido y el Flamengo remontó, un resultado que fue premonitorio. «Recuerdo que pasó al lado del banquillo, arriba de la camilla, y le dije a Giráldez: ‘En esa camilla me llevan a mí también’. Y, efectivamente, duré tres partidos», evocó Valdano.
Romario, el crack insustituible por el que apostó Roig, no pudo jugar un solo partido oficial para Valdano. Además de ello, en la segunda jornada, contra el Barça, tampoco estuvieron los internacionales. El técnico no tuvo a Djukic ni algún delantero disponible y el Valencia salió goleado y sin marcar de Mestalla. «Y en el tercer partido, en Santander, cometí esa torpeza imperdonable de alinear a cinco extracomunitarios», rememoró Valdano.
Roig lo despidió argumentando que «los malos resultados nos han obligado». Mientras Valdano, desolado, se despedía con un recuerdo para la estrella brasileña, Romario, quien medió en vano para evitar su cese.
«La verdad es que me merecía a Romario. Lo he luchado tanto y lo seguido tanto, que tendría que disfrutarlo. Merecía una oportunidad con la plantilla al completo [Pero] la fatalidad a veces dicta sus normas. Las lesiones no dejaron definir el equipo y las equivocaciones hicieron el resto».
El Valencia triunfa finalmente al contragolpe
Que a la mejor alineación de la historia del club no se le diese ningún partido oficial fue una insensatez. También hubiera sido un error histórico, pero afortunadamente para el valencianista quedó oculto porque los sucesores de Valdano ganaron títulos.
Lo hicieron con una plantilla nueva (así funcionaba Roig) y una propuesta contraria a los postulados de Valdano. Una idea que prescindía de los cracks indomables y también de los futbolistas técnicos, tal y como Saïb resumió cuando se fue: «Tenía la sensación de que hiciera lo que hiciera no iba a jugar con Ranieri. Si yo fuera el único, pensaría que no soy bueno, pero han sido tantos: Romario, Ortega, Carioca… A Ranieri sólo le gustan los jugadores que trabajan y corren. Es importante, pero hay más cosas. Su fútbol no es espectacular; es jugar ocho atrás y dos arriba al contragolpe».
Un estilo, el de Ranieri, Cúper y Benítez, tan válido para ganar como cualquier otro, si se tienen futbolistas de nivel suficiente y adecuados para desarrollarlo. Como también los tenía el estimulante, fugaz, injusto Valencia de Valdano.
Poco atinado por una vez el artículo.
Para empezar, en esta misma web y su hermana mayor hay al menos 3 ex-futbolistas de ese Valencia que contradicen y califican como poco más que un falso y un vende humos a Jorge Valdano: Engonga, Sietes y Fernando. En especial es curioso lo de Engonga porque refuta totalmente lo que el autor cita. Valdano es el caso curioso de entrenador que agarra un equipo subcampeón, lo deshace, sus descartes acaban haciendo temporadones ( los que acabaron en Mallorca llegaron a finales europeas), para que al ser sustituidos esos equipos repunten después de echar a sus futbolistas fetiche ( Valencia de Ranieri-Cuper-Benitez). Luego como director deportivo en el RM tampoco fue una maravilla y acabo saliendo mal…todos sabemos que pasó un par de añitos después de su salida.
Es de agradecer a Valdano que haya sido un abogado del buen futbol en España…pero creo que ni sus resultados ni la opinión de las personas que trabajaron para él estén a la altura de ese mito de sabio del futbol. Lo siento, el objetivo del juego es ganar al contrario.
Gracias como siempre por su sapiencia, Sr Roldan
El artículo simplemente recoge testimonios de Valdano, no emite opinión alguna sobre ningún hecho (salidas de Engonga, Romero y Moya) ni gusto futbolístico, más allá de la lícita reflexión de que esa plantilla merecía haber tenido recorrido junta.
No sé cómo un artículo que no emite juicios de valor y que simplemente recoge hemeroteca del protagonista puede ser «poco atinado».
Pues, desde la humildad, parece poco atinado porque sólo recoge precisamente una versión: la de Valdano. Como comento en el comentario anterior, se puede apreciar en todas las entrevistas como sus ex jugadores hablan de forma no muy buena de la gestión del entrenador. Creo ( pura opinión) que el problema del fracaso radique precisamente en pensar que crear un equipo es solamente colocar jugadores como si fuera el PC fútbol.
Pero es que entonces una entrevista a Engonga, o a Iván Campo que comenta alguien más abajo, también serán poco atinadas porque los futbolistas no cuentan la versión de Valdano.
Yo a un artículo le pido que no me mienta a sabiendas. Que se haga eco de las declaraciones de este o aquel… es lo normal.
Precisamente que sólo exista la versión de Valdano da la visión de que fue un error echarle. Precisamente hablar de las virtudes de saib, carioca etc. Sin mencionar sus evidentes limitaciones es lo mismo. No hablar de cómo esa idea de juego haga que equipos medianeros te pasen por encima es lo mismo. El artículo es un revival nostálgico de nombres…no atina en su análisis. Ese equipo ( como tantos otros de ese periodo) era un esperpento.
¿Cómo que no emite opinión sobre ningún hecho si dice que es la mejor alineación de la historia del Valencia?
No estoy de acuerdo en que fuese la mejor plantilla de la historia del club. Es más, después del Valencia los que se fueron no recuperaron su mejor nivel. Si que creo que aquel equipo podría haber sido otro en otras circunstancias. Las lesiones, sobretodo la de Romario que estaba enchufadisimo. Luego el tiempo. Era una plantilla nueva, y era normal que necesitase tiempo para funcionar. En otro entorno y contexto Ortega habrá sido un jugador muy diferencial junto a Romario, y habla buenas piezas sobre todo en defensa. Me deja dudas el centro del campo, donde Saib y Carioca incluso en circunstancias positivas para mi eran incógnitas. Pero bueno, vino Ranieri, potencial a jugadores suplentes y secundarios en aquel Valencia (Mendieta y Claudio López) y la historia ya es conocida. Claudio también estuvo a punto de caer pero un gol de Mendieta lo impidió, hizo una gran segunda vuelta e hizo su propio equipo, y lo demás es historia, desde clasificarse para Europa via intertoto a ganar la Copa como motos
Por cierto…vi ese Racing-Valencia ( soy racinguista). Fue una vergüenza ver tantos millones y metáforas estrellarse ante un Racing con uno menos hasta que Valdano se suicidó con los extracomunitarios ( segunda vez que le pasaba…la primera se la perdonaron en el Madrid). Recuerdo los dos goles del Racing ( dos errores clamorosos de la defensa del Valencia) y pensar que si no lo echaban el Valencia se iba a segunda…
Ciertamente parece un artículo de desagravio a lo que hizo Valdano en el Valencia… Y ciertamente en esta página hay entrevistas a varios jugadores ex valencianistas en las que no tienen muy buen opinión del argentino en la etapa en la que coincidieron con él.
Sobre el papel su idea de juego podía ser atrayente… pero la realidad va por otro camino. Y tan sectario fue él a al hora de elegir los jugadores para su proyecto como lo podía ser Ranieri.
Lo decía Iván Campo, ex futbolista del Valencia, da alguna clave: «Un entrenador tiene que ser sincero. No le puedo mentir al jugador. Eso es lo que le mataba a Valdano. No tenía sinceridad de entrenador y mucho menos como persona, y nosotros cuando vemos que eso lo pierdes, lo tiramos a un lado».
estuvo dos temporadas en las que dirigió al equipo de Mestalla en 47 partidos. El balance no puede estar más igualado. 15 victorias, 16 empates y 16 derrotas. Por estar igualado, lo está hasta en el balance de goles encajados y marcados, 65 en ambos casos. Y venir después de Luis…
Los malos resultados no fueron consecuencia de tener malos jugadores. Muchos de los que formaron parte de la plantilla de Valdano serían, a posteriori, aquellos que llevarían al Valencia CF a lo más alto. A ver si te vas Lim.
Palabrería un sobresaliente. Llevarlo a la práctica, aprobado raspado. Así es Valdano. Un trampantojo en todas las facetas de su vida profesional
Creo que el periodista exagera el nivel de aquel equipo y más teniendo en cuenta que en aquella época casi cualquier equipo de primera podía tener alguna estrella o jugadores de nivel alto.
De aquella todos los equipos de Primera tenían estrellas internacionales (yo pude disfrutar de Jokanovic, Prosinecki, Jerkan… o Paulo Bento, Onopko, Dubovsky o Dely Valdés, qué tiempos de mi Oviedo), pero juntar a Romario y al Burrito Ortega no estaba al alcance de casi nadie. Marcelinho Carioca lo petaba en Brasil, la defensa era top… yo sí creo que ese Valencia podía haber hecho algo importante. Por suerte para ellos, no tuvieron que esperar mucho.
Ese es el problema del fútbol hoy en día. Que un equipo como el Oviedo pudiese tener a Jokanovic, Jerkan, Prosinecki, Armando, Cristobal o Carlos sobre el césped era lo lógico y habitual mientras que hoy es impensable que un equipo de pérfil medio bajo tenga tres internacionales españoles y media selección de los Balcanes. Karpin, Mostovoi, Lediakhov, Finidi, Kovacevic… son tíos que hoy en día no te jugarían en un equipo de medio pelo.
Carioca o Saib fracasaron en el Valencia pero no creo que fueran unos cojos (bueno, igual Saib). Por Marcelinho igual hoy en día te piden riñón y medio.