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Poli Díaz: «Lo que gané en mi primera pelea lo repartí entre mis compañeros»

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Policarpo Díaz Arévalo (Madrid,1966), ocho veces campeón de Europa de los pesos ligeros, subcampeón mundial, el púgil más popular de la historia del boxeo español y máximo exponente los últimos coletazos de la época gloriosa de este deporte, denostado y censurado en nuestros días, concedió a Jot Down Magazine esta entrevista por mediación de un amigo  —porque sin duda así consideramos en esta redacción al también campeón Hovik Keuchkerian— que tuvo lugar en Madrid, en un ring: el lugar más adecuado para un enfrentamiento tan singular. El Potro de Vallecas, con la chispa y la naturalidad que siempre le ha caracterizado, bromeó continuamente con Hovik, el cual debutaba como entrevistador e intentaba parar al esquivo peso ligero con dedicación pero falto de reflejos. Poli habló de lo suyo: el boxeo, y ganó por puntos al peso pesado, que disfrutó tanto como nosotros del encuentro.

Sentado entre doce cuerdas con un amigo, un maestro, un hombre para quien el ring durante muchos años fue su casa, su hábitat natural, el lugar donde hacía lo que mejor sabía hacer: boxear. Tengo delante de mí ni más ni menos que al Potro de Vallecas, uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos y, sin duda, un absoluto fenómeno mediático, el último dentro del mundo del boxeo en España. La afición te adoraba porque eras sincero, natural, contundente, un hombre con un carisma excepcional, ¿lo sigues siendo?

Sí, porque no me he muerto (ríe). No sé, yo no me veo a mí mismo.

Te lo digo yo que sí. Y te voy a contar una historia de la que seguro no te acuerdas: yo trabajaba en el restaurante de mi padre cuando tenía diecisiete años…

Pues no me acuerdo, fíjate. Eso es que no me lo has contado.

Pero te lo voy a contar hoy. Yo no seguía el boxeo en aquella época pero te conocía. Apareciste en el restaurante y en diez minutos te habías hecho con todo el mundo. Luego entraste en la cocina, hiciste allí “sombra” un rato, te metiste a la gente en el bolsillo como haces siempre y cuando te ibas fui a parar un taxi y me dijiste: “no, no, ya lo paro yo”, te quitaste la americana y paraste un taxi con un pase torero.

Eso es de una película que has visto.

No, no, no (risas). Te pusiste en medio de la calle y lo paraste con la americana, te lo digo yo. Esa fue la primera vez que te vi, luego ya empecé a boxear y te conocí personalmente. Comencemos con la entrevista, vamos a ir en orden cronológico. Tu última pelea profesional fue el 16 de marzo de 2001.

De fechas no me acuerdo. ¿Fue en Barcelona?

En Barcelona, correcto. Somos muy dados a destrozar la vida de alguien que ha estado arriba y luego está abajo…

Eso se hace en España. Fuera no ocurre. Al revés, se le ayuda; mira Maradona y otra mucha gente.

Aquí es deporte nacional. Hay gente que olvida que para caer de muy alto hay que haber subido antes. Pero no tengo ninguna intención de hablar de esto. Me gustaría que me dijeras en estos diez años que hace que dejaste el boxeo qué has sentido, qué sentimientos has tenido hacia la gente del boxeo, hacia la crítica.

A nadie le gusta que le critiquen, creo yo. Pero no, no me he sentido muy bien, no me he portado tan mal como la Federación se porta conmigo.

Me contabas antes fuera de cámara que siendo siete veces Campeón de España, ocho veces Campeón de Europa y aspirante al título mundial, no tienes ni un solo cinturón.

No, no valen para nada. Solo para el recuerdo.

¿En estos diez años no ha habido gente que te haya querido ayudar?

La única ha sido mi chica. Siempre se ha portado muy bien. Llevo con ella diez u once años.

El 27 de julio de 1991 peleaste con Whitaker…

Yo las fechas es que no…

Yo te las voy refrescando. Peleaste con Pernell Whitaker en Norfolk, Virginia, y sé —aparte de porque lo he leído, porque conozco a gente de tu equipo— que esa pelea la hubieras podido ganar.

Hombre, si no me hubieran sujetado los ayudantes y me hubieran echado crema en la cara, que ni veía… Eran peores los de mi esquina que el contrario. Y el árbitro le ayudaba, pero bueno… Cuando era joven no me daba cuenta de esos fallos; ahora cuando lo veo es cuando me doy cuenta.

¿Preparaste esa pelea?

Sí, estaba bien preparada.

¿Y tú estabas preparado físicamente?

Sí, estaba fuerte entonces y tenía fondo. Lo que tienen que mirar los entrenadores cuando uno está fuerte y tiene fondo es si con el que vas a pelear es zurdo o diestro y prepararte con un sparring zurdo si vas a pelear con uno. Yo no sabía que era zurdo.

¿Pero tú no viste ningún video de Whitaker?

No, para qué. A lo mejor lo veo, me da miedo y no peleo (ríe). No, en serio, yo no veía a mis contrarios porque me daba mucho respeto.

¿Pero tú sabes lo que estás diciendo? Subirse a pelear un mundial de los pesos ligeros con Pernell Whitaker, que es de los mejores boxeadores que ha habido en la historia, un zurdo escurridizo al que era imposible pegarle, en su casa, sin haber visto un video suyo, es de inconscientes.

La inconsciencia sería del que me llevaba, ¿no? Si el entrenador no me comunica bien las cosas… El veía los combates, pero que los vea él no quiere decir que los vea yo.

Te voy a contar una cosa y me dices si es cierto. Hablando con tu entrenador, que también fue el mío, Ricardo (Sánchez Atocha), me contaba que antes de pelear con Jacobsen te puso el video, te levantaste, dijiste: “bah, a este tío le noqueo antes del sexto” y te fuiste. Luego llegaste a Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid y lo noqueaste en el sexto asalto.

Sí. Me quería meter miedo el entrenador. Yo dije: esto está hecho.

¿Y es cierto que te quedaste dormido en alguna ocasión antes de salir a pelear?

Sí, alguna vez me he dormido. Yo le decía a mi entrenador: “¿Por qué no me llevas al cine y media hora antes yo voy?” Pero no me dejó nunca. Era muy aburrido estar esperando.

Hombre, yo he estado en un vestuario antes de pelear, y quedarse dormido…

Daba muy pocas pulsaciones. Me divertía. El trabajo estaba en el gimnasio, que es donde se tiene que trabajar, lo otro era un desfile de modas.

Existió la posibilidad de que te enfrentaras con Julio César Chávez, habría sido un combate importante: El Guerrero mexicano contra el Potro de Vallecas. ¿Te hubiera gustado?

Tenía pinta de luchador. Era un tío pesado, de los de mantener la distancia. No se hizo porque no me querían pagar lo que merecía. Yo no pedí ninguna cantidad, pero cuando me lo ofrecieron me pareció que merecía más, no hubo comunicación. Ellos bien que ganan con publicidad, ¿y yo qué?

¿Qué cambiarías si empezaras ahora a boxear?

El dormir bien, cuidar las comidas, no rebajar peso a última hora siempre; eso es muy malo, le regalas fuerzas al contrario. Entrenar, siempre he entrenado bien, la carrera sobre todo.

Tengo entendido que cuando entrenabas te subías el Puerto de los Leones todos los días.

Eso es fácil, es como abrir ganas para el almuerzo. Luego hacía aeróbico – digo aeróbico porque yo trabajaba sin pesas, con mi propio peso, que para cargar me pongo a llevar sacos de cemento – y por la tarde guanteaba, tenía un buen compañero, Alfredo Cáceres, un colombiano que boxeaba muy bonito. Me hacía trabajar bien, aprendí mucho con él.

Elio Guzmán, que en paz descanse, me contó que cuando eras todavía amateur entrenabas, te duchabas, y si entraban unos chavales con ganas de hacer guantes, te volvías a vestir para guantear. Te pasabas todo el día entrenando.

Con Elio Guzmán aprendí mucho, sólo hablando con él te enseñaba más que el entrenador mil veces. Me enseñó el golpe de Foreman. Era el más inteligente. Me entretenía mucho entrenar, sí, me pasaba el día entero.

Te voy a decir otra fecha: 30 de noviembre de 1986…

¡Que yo de fechas no!

Calla (risa)… 30 de noviembre de 1986. En esa fecha te proclamas por primera vez campeón de España profesional.

Estaba en el Metropolitano. Trabajaba de obrero en un taller de costura y vino un día Ricardo con Elio, que me conocía ya y sabía que estaba allí, me dijo que si peleaba: dejé la herramienta y empecé a pelear. Lo que gané en mi primera pelea lo repartí entre mis compañeros.

¿Has sido excesivamente generoso?

Sí, siempre digo que no voy a ser tan generoso, pero cuando tengo dinero no me acuerdo. Muchas veces le digo a mi chica que no hay que gastar y luego soy yo el primero en invitar. Eso que no tenemos ni un duro.

Cuando hiciste tus primeros combates en el campeonato de España, ¿tú pensabas que ibas a llegar tan alto?

No pensaba ni siquiera que iba a llegar a profesional. Pensaba: “voy a pelear el campeonato de España y luego ya veremos”. En los primeros combates del campeonato peleé dos veces con el mismo, la primera pelea me la robaron y la segunda, que la hice peor, me dieron ganador. En la que me dieron perdedor me puse a llorar como el crío que era, decía a los árbitros: “¡pasteleros! (como van de blanco) que le den al boxeo, no vuelvo a boxear más”. Luego pensé que no había empezado y ya lo quería dejar, así que me olvidé de aquella pelea y seguí.

¿Te acuerdas de la primera vez que subiste al ring?

Fue en la Plaza del 2 de mayo. Era juvenil, un crío.

Tienes un record de 47 peleas, 44 victorias, 3 derrotas, 28 K.O.

De amateur tengo 61 combates y una derrota. Peleaba igual de pluma que de ligero. Hasta de gallo. Hacía muchas tonterías con el peso, incluso alguna vez hice trampas en la báscula agarrándome a una viga.

Dime algún momento triste de tu carrera.

Ninguno. Siempre he estado bien, haya ganado o haya perdido.

Y algún recuerdo bueno, imborrable.

El mejor: En Italia, cuando quedé por primera vez Campeón de Europa. También cuando peleé con Hernando y gané el primer campeonato de España, que tenía dieciocho años. En realidad eran diecisiete, pero para la licencia eran dieciocho (ríe).

¿Qué golpes te han hecho más daño?, ¿los del ring o los de fuera?

Los de fuera, los de boca. Hay gente que tiene la lengua muy larga y tiene más que callar.

¿Has sentido la soledad en este tiempo?

No, porque tengo a mi perrita que me sirve de terapia.

Supongo que eres consciente de que tu vida es como para llevarla al cine.

Cada vida de cada persona es como para llevarla al cine.

Hablamos el otro día que hay un proyecto para llevar tu vida al cine, ¿te gusta la idea?

No estaría mal, es entretenido hacer cosas, pero lo que de verdad me haría ilusión es que me pagaran bien.

Supongo que te quedan muchas cosas por hacer, ¿qué proyectos tienes?

No sé… ¿no dicen que Dios proveerá?

¿Te gustaría tener más hijos?

Tengo un hijo. Me gustaría tener una niña, la parejita.

¿Tienes algún ídolo?

Sugar Ray Leonard y La Cobra HearnsMarvin Hagler, me hubiera gustado tener un combate con él. Boom Boom Mancini… ¿los conoces?

¿Cómo no los voy a conocer? Poli, que yo he sido boxeador.

No me digas. Yo creía que hacías monólogos. (Risas)

¿Fuera del mundo del boxeo tienes algún ídolo?

No.

¿Crees en Dios?

No.

¿Cuando peleabas tampoco?, ¿no tenías charlas con el de arriba?

No, no jodas. Si no me va a oír nadie.

¿Qué les dirías a los chavales que empiezan a boxear?

Que entrenen, que duerman bien y que den el peso a tiempo. Mi peor contrario era el peso, el que más miedo me daba. ¿Tú nunca le has tenido miedo a la báscula?

Yo era peso pesado, con pesar más de 90,6 kg estaba en peso. Mi problema era que pesaba poco.

Qué suerte.

Tengo grabado mi debut de profesional y sales sentado al lado del ring. Tú tendrás tus peleas grabadas y estarán en You Tube, ¿las sueles ver?

¿En You Tube hay peleas mías? Están sólo la de Whitaker y la de Steve Boyle, que la subí yo.

Me decías que en un día te habías visto cinco películas, que te gusta mucho el cine. Dime tu película favorita.

El Bola. Además el protagonista se parece mucho a mí cuando hice la comunión, mi madre nos cortaba el pelo casi al cero para no gastar dinero en peluquerías.

Juan José Ballesta, gran amigo mío. ¿Y al teatro te gusta ir? Te voy a invitar al teatro, a verme con tu señora.

A ver si es verdad, que no salimos mucho.

Permítanme que me tome esta licencia final: Les puedo asegurar que  en la distancia corta, en una conversación con Poli Diaz,  en algunas de sus respuestas,  en su reacción inmediata,  hay una chispa especial… hay un destello de genialidad. Suerte, amigo Poli, y gracias.
Hovik.

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