Los medios están buscando al próximo Usain Bolt desesperadamente, parece que han puesto la mira en Gout Gout, un joven de 16 años, pero la leyenda del jamaicano no parece nada fácil de igualar. Como ya adelantó Jot Down Sport, de los cinco mejores de todos los tiempos en los 100 metros lisos, solo uno no ha sido sancionado por dopaje: Usain Bolt.
Los positivos le han caído cerca, pero nunca le han dado. Lo que no quiere decir que no le hayan dolido. Entre todos los que ha visto pasar, uno que se produjo en su propio equipo, le dolió especialmente. Lo ha revelado en el podcast High Performance: fue el de su compañero de relevos Nesta Carter, lo que le obligó a devolver esa medalla: «Perder esa medalla fue difícil porque fue algo que trabajamos como equipo. Pero no cambia lo que creo: que el éxito se consigue trabajando duro y siendo honesto».
Aunque los positivos entre velocistas son una constante, para Bolt sigue resultando algo incomprensible doparse: «Nunca podré entender por qué. Mucha gente no tienen paciencia para esperar su oportunidad. Creo que si trabajas en tu talento y realmente eres dedicado, puedes encontrar formas de mejorar sin atajos». Aquel año fue inolvidable para él, consiguió su primer récord mundial en los 100 metros lisos con 9,72 segundos, pero quedó la mancha de esos relevos: «Fue decepcionante porque yo siempre he trabajado limpio. Pero al final, mi carrera no se define por eso, sino por mi ética y mis logros».
Han pasado años, pero sigue sin ocultar su decepción con su compañero: «no puedo entender por qué alguien haría eso. Si no estás dispuesto a poner el trabajo necesario, entonces no mereces estar en la cima». Porque considera que si algo hace el atleta dopado es arrebatarle a los demás lo que no le pertenece: «El dopaje no solo te roba a ti mismo, también roba a los demás atletas que trabajan duro y compiten limpiamente».
De modo que niega taxativamente cualquier vinculación o siquiera tentación de prácticas ilegales: «Yo nunca quise excusas. Siempre me dije a mí mismo que si trabajaba lo suficientemente duro, podría superar cualquier desafío. Nunca sentí que necesitaba algo más que mi esfuerzo y mi equipo».
No obstante, aparte de la continua sombra del fraude que se cierne sobre esta y otras tantas disciplinas deportivas, Bolt también comentó largamente en la entrevista lo que fueron los orígenes de su carrera. Revela que al principio dependía casi exclusivamente de su talento natural, de unas cualidades que siempre le habían hecho destacar: «Cuando era niño, no entendía el concepto de ser grande. Solo corría porque me gustaba, porque era fácil ganar».
Sin embargo, el talento no era suficiente para imponerse en la elite. A los 15 años, Bolt ganó los Campeonatos Mundiales Juveniles en su tierra natal, Jamaica, un momento que marcó el inicio de su carrera internacional. «Fue una de las experiencias más estresantes de mi vida», recuerda. Porque medida que ascendía a categorías mayores, comenzaron a llegar las derrotas.
El giro decisivo en su carrera llegó en 2005, cuando empezó a trabajar con Glen Mills, uno de los mejores entrenadores de atletismo del mundo. Mills no solo le diseñó un plan de entrenamiento que combinaba velocidad, fuerza y resistencia, sino que también transformó su mentalidad: «Él me enseñó que todos los profesionales tienen talento, pero los que trabajan más duro son los que llegan más lejos», ha explicado.
Inspirado por Muhammad Ali y Michael Johnson se propuso ganar tres Juegos Olímpicos consecutivos. No por nada en particular, sino porque no lo había hecho nadie: «Si quieres ser una leyenda, tienes que hacer algo que nadie más haya hecho». En su caso, no solo fueron los registros -Pekín 2008, Londres 2012, y Río 2016- sino también su estilo, una forma de correr relajada y con idas de olla en las celebraciones, detalles con los que logró una conexión especial con su público: «Siempre he sido yo mismo. Competir es importante, pero también hay que disfrutar del momento».
Pese a todo, de todas las lecciones que le dejó Mills, la más importante no tuvo nada que ver con ganar, sino con perder. Uno de los principios que guió su trayectoria fue una frase que el preparador le dijo en el mismo momento en el que iniciaron su relación contractual: «Tienes que aprender a perder antes de aprender a ganar».
Al principio se quedó desconcertado, pero con el tiempo fue entendiendo lo que quería decir y logró a armar un esquema filosófico en torno a esa máxima. En la entrevista, Bolt diserta sobre la importancia de esa idea: «Al principio no lo entendía. ¿Por qué querría aprender a perder? Pero luego me di cuenta de que cada derrota es una oportunidad para analizarte a ti mismo, para entender qué hiciste mal y cómo puedes mejorar. Cuando aprendes de tus errores, estás un paso más cerca de ganar».
Todo venía de una decepción que a punto estuvo de costarle la carrera. En los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, con apenas 18 años, Bolt llegó a la competición con altas expectativas tras haber dominado las pistas juveniles. Sin embargo, su debut olímpico fue un desastre: no pasó de primera ronda en los 200 metros. «Ni siquiera pasé a la siguiente fase. Fue un golpe para mi ego, porque hasta entonces había confiado únicamente en mi talento. Ese momento me enseñó lo lejos que estaba del nivel necesario para competir contra los mejores del mundo».
La presión de representar a Jamaica, un país donde el atletismo es casi una religión, hizo que esa derrota fuese todavía más dura y dolorosa. El velocista todavía se conmueve cuando recuerda lo mucho que le frustró no cumplir con las expectativas de sus compatriotas: «Cuando ganas, todo el mundo te adora. Pero cuando pierdes, esos mismos aficionados pueden ser muy crueles. En un momento me di cuenta de que no podía competir solo para satisfacer a los demás. Tenía que hacerlo para mí». En ese momento comenzó su colaboración con Mills.
A partir de ahí, siguen algunos lugares comunes, casi sacados de la saga Rocky, pero que pueden resultar inspiracionales: «Esa derrota fue un llamado de atención. Me mostró que el talento no es suficiente. Si quieres ser el mejor, tienes que trabajar más duro que todos los demás». O cuando dice: «Ganar no es solo cruzar la línea primero. Es entender que el camino hacia la victoria está lleno de obstáculos y fracasos. Cada derrota que sufrí me hizo más fuerte y más decidido».
Sin embargo, esas son las únicas razones por las que explica su éxito histórico en ese 2008: obediencia y trabajo. No hubo más que eso en Pekín: «Ese año fue todo o nada para mí. Decidí hacer todo lo que mi entrenador me decía, seguir cada detalle al pie de la letra. Pekín no solo fue el resultado de mi talento, sino del trabajo más duro que había hecho en mi vida».
En la villa olímpica, donde era un don nadie, todo cambió tras ganar su primera medalla de oro: «Recuerdo entrar al comedor al día siguiente de ganar los 100 metros y todos se levantaron y empezaron a aplaudir. De repente, todo el mundo quería fotos, autógrafos… Fue abrumador». Aunque la fama, como a tantos otros, se le presentó como un pacto con el diablo: «Es divertido, pero también es difícil. Pierdes privacidad. Ya no puedes salir a cenar o llevar a tus hijos al parque sin que alguien quiera acercarse».
Llegado cierto punto, el agobio era tal que se vio obligado a plantarse y proteger su espacio personal: «Con el tiempo, aprendes a moverte, a decidir qué puedes hacer y qué no. Pero al principio fue complicado. Soy un chico del campo en Jamaica; no estaba preparado para ese nivel de atención». Además, se ayudó de profesionales a su nivel, que no se dejaban deslumbrar por el brillo, y le recordaban que era humano: «Tuve suerte de rodearme de las personas adecuadas. Mi entrenador, mi manager y mi familia siempre estuvieron ahí para recordarme por qué comencé esto y qué quería lograr».
Así, cuando vinieron mal dadas, tuvo puntos de apoyo para salir adelante: «En los días difíciles, cuando no quería entrenar o estaba lesionado, ellos eran los que me levantaban. Recordaban que estábamos trabajando hacia un objetivo común, y eso me mantenía motivado». Hasta el punto de transformar la presión en motivación: «Siempre me encantó competir. La presión de ser el mejor nunca me pesó porque yo quería demostrar, una y otra vez, que merecía estar ahí. Pekín fue el inicio de todo. Allí entendí lo que realmente significa ser el mejor y lo que se necesita para mantenerse en ese nivel».
Al final, su conclusión es que el secreto reside en talento, sacrificio, trabajo y el apoyo de un buen equipo. Nada nuevo bajo el sol: «El talento puede llevarte lejos, pero si no trabajas duro para pulirlo, nunca alcanzarás tu máximo potencial. El sacrificio es inevitable si quieres ser el mejor, y un buen equipo es esencial para mantenerte enfocado y motivado». Y como en un anuncio del famoso refresco, sentencia: «He aprendido que no puedes limitarte. Si piensas que algo es imposible, ya te has derrotado. Siempre hay una manera de lograrlo, y tienes que estar dispuesto a intentarlo».
Aunque ha demostrado ser metódico en todo. Se retiró después de ganar en tres JJOO, tal cual era su deseo. Una vez conseguido, lo dejó. Solo transigió con los aficionados cuando le empezaron a pedir que siguiera al menos un año más y llegase a los Mundiales del 17: «Yo quería retirarme después de Río, pero todos querían que siguiera. Londres era un gran escenario, y sentí que debía hacerlo por ellos».
Sin embargo, por hacer caso a terceros, en ese certamen las cosas no salieron como había planeado. Se lesionó en los 4×100: «Fue un momento duro, pero no siento que haya manchado lo que logré antes. Lo hice por los fans, y eso me hace sentir bien». Quizá por ese sabor agridulce, abandonar las pistas se le hizo muy cuesta arriba. Llegó a plantearse incluso un regreso por todo lo alto: «Hubo un momento, dos años después de retirarme, en el que pensé en volver. Pero mi entrenador me dijo que el deseo que me llevó al éxito ya no era el mismo, y tenía razón».
En este punto, dice la frase más profunda de toda la entrevista. Una que resulta difícil de olvidar: «Los atletas mueren dos veces. La primera es cuando se retiran».
Un gran ejemplo a seguir en especial a la juventud , les alejaría de las tentaciones y los conduciría a muchos éxitos. Felicitaciones para ti. Gracias por existir,
Muy bonita e inspiradora historia del gran campeón bolt
Un gran ser humano Usain bol porque supo baloral el trabajo de otros atletas regresando la medaya desde Venezuela te queremos y siempre serás el mejor
Soi de Venezuela estado Zulia pescador y aunque no tuve la oportunidad de destacarme en los deportes ni en los estudios me emociona ver esos grandes ejemplos de portistas como Usain Bolt porque aunque ami nome baleren mis esfuerzos por mi trabajo por mui umirde que sea oque sebea es duro porque siempre trato de dar todo para sacar ami familia adelante y no es justo ver cómo no espoltan y nos roban de frente pero Usain Bolt no es un ladrón puso umilda por enésima de todo
Un grande ! Con enseñanzas grandes! Gracias Usain por inspirarme.
CON POCAS PALABRAS Y EN MAYUSCULAS. EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS Y PARA TODOS LOS TIEMPOS, NO SOLO POR SU TALENTO COMO CORREDOR SINO TAMBIEN POR SU CARISMA. GRACIAS USAIN BOLT POR EXISTIR Y POR HABERNOS HECHO FELIZ EN CADA UNA DE TUS PRESENTACIONES EN LA PISTA.