No lleva reloj pero llega puntual a la cita y lo primero que hace es esbozar una sonrisa y confesarse: «Sólo saber que me harías una entrevista me hace sentir Michael Jordan». Aunque quizá no sea capaz de anotar 69 puntos contra Cleveland Cavaliers, Rubén Uría (Madrid, 1975) nos da la oportunidad de poder charlar con él sobre la salud del periodismo deportivo y los medios de comunicación en España, donde ha tenido una larga trayectoria.
La lista es eterna y nos dejamos muchos medios por el camino, pero pasó por Onda Cero, también por la Cope, la cadena Ser, beIN Sports y un sinfín de tertulias en radio y televisión. También escribió en Sport, Eurosport o en estas mismas páginas de JotDown y ahora es su propio jefe en «El Club de Uría» de Twitch, donde pasa revista a la actualidad del Atlético de Madrid.
Habla con seguridad, sabe muy bien lo que quiere transmitir y está despojado de cualquier tipo de corporativismo. Nuestro protagonista no se muerde la lengua, descarta regatear tema alguno pese a que sabe la que puede venirle encima. Medios, fútbol y vida con Rubén Uría.
Lo has hecho con Messi, Zidane, Simeone… ¿pero has entrevistado a algún periodista?
No, por lo menos de momento.
¿Y crees que un periodista merece una entrevista?
Alguno que otro sí. Uno de mis sueños es entrevistar precisamente a un periodista: José María García, que siempre ha sido mi ídolo.
Si tuvieras que entrevistar a Rubén Uría, ¿qué sería lo primero que le preguntarías?
Le preguntaría que si se arrepiente de algo, y él seguramente me diría que sí, porque se arrepiente de muchas cosas. Sobre todo, de no haber hecho algunas y haber dicho otras cuantas. Pero como al final no puedes rebobinar el tiempo, tampoco hay que martirizarse.
De cualquier modo, en lo básico no tengo tanto de lo que arrepentirme, porque me considero un tipo que ha tenido mucha suerte en el vida, que ha estado bien rodeado de mucha gente maja y al que han ayudado muchas personas que no tenían necesidad de hacerlo. En ese sentido me siento un privilegiado.
¿En ese arrepentimiento no está haberte posicionado mucho por un equipo? ¿No crees que a la larga ha podido ser perjudicial para ti?
No considero que el hecho de ser honesto y decir que soy del Atlético de Madrid me haya perjudicado. Lo que seguramente sí ha podido perjudicarme es el hecho de ser antimadridista, pero considero que igual que hay periodistas madridistas también puede haberlos antimadridistas y que no pase nada.
Ahora la sociedad puede convivir un poco más con esto, pero hace unos años había puertas que se cerraban si decías que eras antimadridista: no te volvían a llamar, te daban un toque o te decían que por ahí no ibas bien enfocado. Incluso tus propios compañeros o tu propio jefe te decían que ciertas cosas era mejor no comentarlas.
Has trabajado con periodistas abiertamente madridistas o exjugadores del Real Madrid como Álvaro Benito y Jorge Valdano. ¿En algún momento te has sentido incómodo por ese aspecto?
¡No! Por ejemplo, ahora me hablas de Álvaro Benito, que es un tío extraordinario, superpreparado y muy buena gente. Además, nos llevábamos muy bien y siempre que coincidíamos en Barcelona charlábamos durante mucho tiempo de fútbol y la verdad que escucharle era gloria bendita.
Muchas batallitas, yo le pinchaba mucho y él a mí también, pero siempre nos llevamos de cine. En cuanto a Valdano, es una de las personas más inteligentes que yo he conocido, y mucho más allá del ámbito futbolístico. Charlar con él era un auténtico lujo y además era muy divertido. De hecho, cada vez que me veía siempre decía lo mismo: «Mira, ahí viene el enemigo».
Con Jorge había mucha complicidad y nunca supe si le caía bien o mal, porque es muy inteligente y muy educado con todo el mundo, pero sí recordaré toda la vida aquella final de Milán entre Atlético de Madrid y Real Madrid. Después de la vuelta de honor del Madrid y que todo se quedara vacío, acabamos el programa, salimos del estadio Jorge, Andoni Zubizarreta y yo y ellos dos se pasaron consolándome todo ese camino, dándome ánimos y comentándome que alguna vez el Atleti la ganaría.
¿Cómo viviste esa tanda?
Estaba con Danae Boronat y Ricardo Rosety y la verdad que me llevé un bajonazo. No por el hecho de perder, sino por el ambiente. Teníamos la cabina justo en la parte en la que se encontraban los seguidores del Madrid, así que imagínate ese Rubén Uría con traje y corbata saliendo del set de BeIN Sports y encontrándose con cuatro mil aficionados del Real Madrid. Era una foto para haberla visto con esos gritos: ¡Guapo! ¡Tío grande! (risas).
Ya habían pasado muchos años de tu primera vez en un estadio. ¿La recuerdas?
Perfectamente. Fue un Atlético Madrileño – Córdoba un domingo a las 12 en el Calderón. Nos pusimos detrás de la portería en la que estaba un guardameta uruguayo que se llamaba Eduardo Belza, que creo que llegó a jugar dos o tres partidos en el primer equipo y luego se marchó. En esos años los asientos eran todavía de cemento y ni sabíamos lo de la aluminosis.
Curiosamente, a la carrera de Periodismo llegas después de algún rebote.
Sí, hice un año de Derecho y otro de Políticas antes de empezar. Hay gente que se enfada porque le dices que la carrera de Periodismo es la del vago. Pero es así: a mí no me costó prácticamente nada, no tuve que esforzarme. Recuerdo que no me daba la nota y mi padre estuvo el año pagando la universidad hasta que empecé a sacar notables y sobresalientes para que me dieran la beca.
Estudié en la Francisco de Vitoria, que cuando yo empecé eran dos chalets y ahora parece el Pentágono de lo que ha crecido. Por aquel entonces era muy vago y estaba todo el día en la cafetería. Pero también te digo que soy una persona casi semianalfabeta, he leído muy pocos libros en mi vida, pero periódicos… yo veía un periódico y me lo bebía. Al día podía leerme siete u ocho, y eso es lo que me ha ayudado mucho.
Empiezas con Brotons.
Antes te decía que admiraba a García, pero de Brotons puedo decirte que es de los más grandes que ha habido en el oficio. Todo lo que soy o lo poquito que he podido haber sido, se lo debo a él, que me enseñó mucho. En mi opinión, después de García él es uno de los pocos periodistas deportivos que merecen la pena. A nivel radio era un animal comunicativo y, sobre todas cosas, un periodista original. Un auténtico maestro.
La primera vez que coincidí con él fue porque fui a Onda Cero a ver los partidos un fin de semana. Me vio en el garaje, paro el coche y me soltó: «Tú no tienes novia, porque llevas un mes viniendo aquí. Eres muy pesado. Que sepas que no te vamos a contratar de becario si sigues siendo tan pesado».
Y justo cuando me estaba dando la vuelta me pidió que subiera con él, estuvimos viendo los partidos y me dijo que volviera en verano para hacer las prácticas con ellos. Curiosamente, el mismo verano que entré, fue cuando lo echaron. Tampoco se había quedado ningún becario en catorce años y yo sí.
Mi padre, que en paz descanse, falleció hace poco, pero Brotons en la profesión ha sido mi padre. Mira que tengo defectos, pero él me los fue curando a base de jarabe de palo y también de cariño, porque Brotons es una persona muy temperamental, absolutamente genial y con una calidad humana y una frase que decía y representa mucho su espíritu: «Lamentable a la vez que sensacional».
De Onda Cero pasas a Deportes en Cope, pero acabaste en informativos.
A mí me ficha José Antonio Abellán. Pero ya desde el principio lo hicieron con trolas y mentiras. La primera decepción fue que me ofrecieron un contrato fijo para firmar y cuando llegué no fue así, sino de autónomo.
La segunda fue en el día a día. Abellán daba un trato magnífico tanto humano como profesional a todos los que se incorporaban. Era un tío muy amable, muy majo, estaba siempre en la pelea, dormía muy poco… y te enganchaba, pues veías que era un estrellón y querías aprender todo lo que pudieras de él.
¿Qué pasa? Que había que tener mucho cuidado, pues si estabas muy cerca suyo a las dos semanas acababas quemado y se cansaba de ti. Y yo creo que eso fue lo que pasó: Abellán se enamoró muy rápido de mí y luego se desenamoró. Y cuando él se desenamora de ti es complicado. Tuve que aprender a sobrevivir prácticamente sobre la marcha.
¿Cómo notaste el «desenamoramiento»?
Noté un distanciamiento personal de él hacia mí en cuanto empecé a formar parte del equipo de Edu García en Tiempo de Juego, a comentar partidos, a hacer el Atleti y la selección, a ir a Mundiales y Eurocopas. En este tiempo, me demostró que es aquello que jamás tiene que hacer un jefe.
Eso fue lo que aprendí de Abellán: todo lo que no hay que hacerle a una persona. Le guardé mucho rencor durante mucho tiempo, pero tengo que decirte que ya no. Cada vez que pienso en él intento ponerme en sus zapatos y a lo mejor echándome me hizo el favor de mi vida.
¿Cuándo te fulminan no fuiste a hablar con él?
Sí, fui allí con mi caja de cartón para comentarle que me echaban y respondió: «No sé nada» cuando era él el que había dado la orden. Ya cuando estaba saliendo del edificio me encontré con el que era presidente de la Cope, Alfonso Coronel de Palma, que en paz descanse. ;e preguntó: «Hombre, Rubén ¿qué tal estás? ¿qué llevas ahí?». Yo le respondí: «Mis cosas, que me habéis echado».
Me dijo que me fuera tranquilamente a casa y al día siguiente fuera a las ocho de la mañana a su despacho. Esa mañana siguiente me comentó que yo era un profesional muy válido, que no me podía ir porque era un activo de la Cope y comencé en informativos.
Imagínate esos dos o tres años que luego estuve allí cada vez que me cruzaba en los pasillos con Abellán o toda la gente de Deportes que habían sido mis compañeros. Una situación realmente tensa, pues si sólo hubiera pasado conmigo tal vez no hubiera pasado nada, pues nadie sabía quién era yo.
Pero es que de la noche a la mañana Juanma Rodríguez, que ya era alguien en el mundo deportivo e incluso había ganado una Antena de Plata, y yo estábamos mano a mano durante las madrugadas haciendo boletines. Entrábamos a las doce de la noche y salíamos a las ocho y media de la mañana.
En verano de 2010 hay un cambio de rumbo en Deportes Cope con la llegada de Paco González, Pepe Domingo Castaño y Manolo Lama desde la Ser. ¿Cómo se vivió en la emisora?
Si te soy sincero, aunque quede un poco mal con esto, lo hice con una bolsa de palomitas continua. Vi cómo iban saliendo por la puerta todos aquellos que no habían movido un dedo por mí. No te alegrabas, pero sí que pensabas: «cómo es la vida». Es cierto eso del proverbio japonés: «Si te sientas junto al río el tiempo suficiente, verás flotar el cuerpo de tu enemigo». Y vi pasar unos cuantos cuerpos.
¿En ningún momento te plantean que vayas con ellos a Deportes?
No. A mí me llegaron comentarios de segundas y terceras personas que me decían que si Lama me había querido fichar, que si había alguna oportunidad en Deportes contarían conmigo… pero hay ahí dos cosas. En primer lugar, ellos no tenían ninguna obligación y, en segundo, ellos no tuvieron cojones a hacerlo.
Pero no me refiero a que no se atrevieran, sino a que estaban entre la espada y la pared: ¿Cómo iban a meter a un tío que iba a quitar el trabajo a los suyos?. ¿Dónde iba a encajar yo en su redacción? Ellos habían llegado con veintitantas o treinta personas y lo que necesitaban era asegurar el pan de los suyos: de su Antonio Ruiz, de su Heri Frade, de su Antonio Pérez del Castillo…
Y los huecos que quedaran no iban a ser para mí, sino para los supervivientes de la anterior redacción de Deportes: Luis Munilla, Pilar Casado, Melchor Ruiz… Luego, alguien se encargó -no sé quién, pero lo puedo imaginar- de hacerles ver nada más llegar con consejitos, reuniones y cafetillos quienes eran los buenos que se tenían que salvar y los que se tenían que ir.
Es raro lo que te voy a decir, pero tengo mucha admiración a Manolo Lama. Siempre se la he tenido. Él es un tío al que o quieres mucho o le odias, pero es alguien que ha conseguido todo en el mundo del periodismo y sigue teniendo la ilusión de un chaval. A trabajador no le gana nadie y siempre me ha merecido un respeto.
Recientemente se hizo viral una entrevista en Lo que tú digas donde se le ve emocionado acordándose de los compañeros que se quedaron sin trabajo con el cierre de El Golazo de Gol.
Lama no es un periodista común. Desde muy joven ha sentido, por obligaciones de vida o por distintas circunstancias, que era el padre de generaciones de periodistas. De hecho, lo poco que pude ver de gente de la Ser que luego llegó a la Cope, él era un poco mamá gallina y luego iban todos los pollitos detrás.
Era el padre de todos y luego en El Golazo de Gol fue un poco así también. Manolo había arrastrado a muchos a esa aventura allí y él se sentía culpable, aunque no es culpa suya. Manolo debe sentir una impotencia tremenda.
Te despiden de la Cope y a los pocos días te ficha la Ser.
Eso fue maravilloso. De los mejores momentos de tu vida. Es como que el Atleti te diga que no vales y a la semana siguiente te fiche el Madrid por el doble. Cuando me fui de la Cope, le dije al director de Recursos Humanos que me habían hecho el favor de mi vida. Me marché muy contento de allí e incluso mis padres pensaban que había enloquecido porque no iba a encontrar trabajo nunca.
Sin embargo, a los siete días estaba en Carrusel Deportivo con Jesús Gallego, al que estaré agradecido de por vida. Él me dio una oportunidad muy buena y allí pude estar con Valdano, Álvaro Benito, Kiko Narváez, Manolete, al que le tengo un cariño enorme, y mucha otra gente majísima.
¿Crees que los aficionados del Atlético de Madrid son más cariñosos con sus periodistas que lo pueda ser la del Real Madrid? ¿Tal vez porque sois menos en los medios?
Sí, creo que puede haber algo de eso. Y sobre todo, hay una identificación. Parece un tópico pero es cierto: ser del Atleti es vivir en campo contrario, nadar contracorriente, ser minoría. Y fíjate que en la capital la proporción ha cambiado, pues ahora es 7-3 o incluso 6-4 en algunas clases cuando antes era 9-1.
6-3-1, que alguno hay del Rayo…
Sí, es cierto. Rayo, Getafe o Leganés han crecido exponencialmente cuando antes era rarísimo ver a niños y niñas que fueran sólo de esos equipos, pues siempre eran del Madrid o el Atleti y luego de esos. Afortunadamente, esto está empezando a cambiar.
¿Y no te parece curioso que esto suceda cuando la prensa se ha convertido en prácticamente un Real Madrid – FC Barcelona?
Soy muy crítico con el periodismo deportivo y precisamente lo que más me preocupa es eso. El gran cáncer periodístico de nuestro tiempo es la batalla patética que se hace cada día entre Madrid y Barça como si el resto no existiera o no se pudiera hablar de otra cosa que no fuera eso.
Se ha llegado a un punto en que para hablar bien del Madrid hay que hacerlo mal del Barça o si para decir algo bueno del Barça tuvieras que odiar al Madrid. Es una lucha que te meten por los ojos a través de periodistas que sólo saben hablar de esos dos clubes. Y esos periodistas que únicamente hablan de Madrid y Barcelona lo hacen por comodidad, por una vaguería insultante, pues si tuvieran que hablar de los demás equipos tendrían que trabajar.
Y a esa gente no le gusta trabajar. Lo único que quieren hacer es comentar el odio latente y la pelea permanente entre Madrid y Barcelona, que además es falsa e impostada. Madrid y Barcelona son grandes enemigos, pero a la hora de los dineros van juntitos de la mano. Hay mucho cinismo y mucha hipocresía.
¿Y sabes que es lo peor? Cuando subrayan eso de «lo demás no vende». Eso es mentira. Durante muchísimos años, el periodismo deportivo en este país ha vendido. Y vendía otras cosas. ¿Qué todo no vende como Madrid y Barça? Perfecto. Pero que una cosa no venda tanto como otra no quiere decir que todos los programas y a todas horas estés con el mismo tema y esta guerra.
¿Vale la pena para el periodista meterse en esta dinámica Real Madrid – FC Barcelona de la que hablas?
He aprendido una cosa y no soy quién para dar consejos a nadie ni ser ejemplo de nada, porque estoy absolutamente intoxicado y lleno de barro y porquería hasta las trancas, pero hay dos cosas que me soliviantan, me rebelan y hasta me ponen de mala hostia.
La primera es el periodista que dice que es de un equipo cuando realmente no lo es: un periodista que tiene unos colores pero que resulta que para ejercer su profesión y poder comer se hace pasar por un equipo del que no es. Eso es tristísimo. Si la gente lo supiera, si los aficionados supieran que Real Madrid Televisión está llena de atléticos, ¿qué cara pondrían?.
En Real Madrid Televisión hay atléticos y alguno en puestos importantes. Gente que ha sido hasta socia. A mí eso no me parece un problema a la hora de ser un gran profesional, pero sí a la hora de ser un hipócrita y un cínico. Hay algunos que a veces me dicen cosas y me dan ganas de responderle: «¿Pero qué vas a decirme a mí, si hay gente más atlética que yo ahí currando con vosotros?».
¿Y la segunda?
Esa me da todavía más pena: periodistas que no tendrían que ver nada con la guerra Madrid – Barça pero como les llama una emisora de radio o un programa de televisión deciden que su, entre comillas, «personaje de provincias» se mete en ese lodazal.
Entonces, hay mucha gente del Sevilla o del Valencia a la que llevan a la radio porque son antimadridistas, o al revés, por ser muy madridistas. ¿Qué sentido tiene? ¿De verdad estamos tan desesperados por tener trabajo? ¿Por qué nos escuchen? ¿Somos de verdad tan ególatras? Entre todos nos estamos cargando el periodismo deportivo. Unos más que otros, eso sí. Pero nos lo estamos cargando.
Echando un vistazo a tus redes, he visto que recibes mucho cariño, pero también mucho insulto. ¿Sientes que te están esperando cada vez que escribes algo?
Es normal que me estén esperando. Uno, lo que no puede pensar es que está siempre en posesión de la verdad, en el lado bueno de las cosas, y que los otros son siempre los tontos o gente que no se entera. Seguramente yo meto la pata más que nadie, pero lo que no voy a hacer es dejar de opinar.
Uno de los grandes miedos que tenemos los periodistas es la autocensura… o al menos, yo. Muchas veces me he autocensurado: tuits, contenidos, artículos, opiniones… ¿por qué lo hago? ¿Solamente para no sufrir una ola de descrédito o insultos? Es un error, yo debo seguir opinando con toda la libertad del mundo y sin el miedo de que vengan a ponerme cuatro tuits.
¿Qué se enfadan los talibanes mediáticos del Madrid porque yo pongo algo? No es un problema mío. Sin embargo, si hay una diferencia, porque cuando esa misma gente publica cosas yo no estoy pendiente de lo que ellos dicen. A mí no me interesa lo que opina esa gente que tan interesada está en lo que yo digo. Es curioso y creo que hay un momento en el que tienes que madurar y darte cuenta que la otra parte no tiene interés en lo que tú dices y debes buscarte otro muñeco de pim pam pum.
Y una de las respuestas más frecuentes cada vez que escribes algo es…
¡Militao!
Exacto. La famosa investigación del fichaje de Éder Militao.
Siempre respondo lo mismo: que no lo estoy investigando yo, sino la Fiscalía de Portugal. Que eso se les olvida. De cualquier modo, esto tiene una intrahistoria: Soy un personaje no muy querido por los madridistas. Incluso demasiado odiado, aunque creo que no tiene demasiado sentido odiar a nadie.
Hay veces en la que abro mucho la boca y un día lo hice hablando del tema de Militao. Fue un en programa que se llamaba La prórroga que hacía mi amiga Nira Juanco, un día salió una noticia sobre Militao y yo dije algo así como que me olía muy mal el fichaje y venía siempre de lo mismo.
La gente lo interpretó como que daba un palo al Madrid aunque en esa misma intervención había aclarado que no era así. ¿Qué pasó? Pues que la gente que hizo el famoso vídeo tan solo cogió la primera parte de mi intervención y no la segunda. Pero sí que tenía razón en eso que comenté: que estaba siendo investigado.
Y no sólo se investiga lo de Militao, sino también lo de Felipe, que pasó por el Atlético de Madrid, y las comisiones del fichaje de Joao Félix. No era un tema del Real Madrid. Pero sí, no hay día que no surja el tema Militao. Me está bien empleado, por bocazas.
Las redes sociales son un tema complicado.
Las redes han sacado lo peor que tenemos cada uno como periodistas: la vanidad, el ego, querer ser siempre el más original, llevar la cosa al extremo. Los periodistas tenemos cero sentido de la autocrítica, no nos gusta que nos lleven la contraria y nos hagan ver cuando la hemos cagado.
Muchos de estos son descerebrados y taraos mentales. Sin embargo, hay otros que son tipos inteligentes que lo que buscan es hacerte daño y, sobre todo, que te autocensures. A mí ese tema tampoco me ha preocupado demasiado y llevo bien que me digan que estoy gordo, que soy feo o tengo cara de sapo.
Lo que sí te digo es que hay gente que notas que tiene problemas, porque el día que se murió mi padre yo recibí tres o cuatro mensajes de pensar: «hostia, que sociedad estamos creando». Hubo un tío que me llegó a decir que ojalá fuera hereditario y otro algo así como «al final, las cosas acaban en su sitio, los antimadridistas muertos y los madridistas, celebrando».
Un término que sueles utilizar es «nacionalmadridismo». ¿A qué te refieres?
Es gente que en sus convicciones más íntimas piensan que ellos siempre están en posesión de la razón y jamás pueden reconocer que han hecho algo malo o han metido la pata. Es decir, que defienden un ente inmaculado e impoluto que puede echar pestes de las personas, porquería en las instituciones, creer en conspiraciones y trampas del resto pero que cuando el gana lo hace legalmente. Lo tuyo es muy bonito y el resto es una basura. Podría definirse como una propaganda mediática asquerosa.
¿Crees que eso se ha extendido a los medios?
El nacionalmadridismo creo que engloba todo lo que es este país. Está presente en todo. A veces cuesta mucho distinguir qué es información y qué es propaganda. Se trata de algo que está muy enraizado en este país: la forma de presentar las noticias.
Y no es algo sólo deportivo, sino también político. También hay un trasfondo de nacionalmadridismo político en el país, en las instituciones, en los medios de comunicación, en los propios barrios, en las personas… ¿por qué? Porque sólo existe con el Real Madrid o contra el Real Madrid.
Hay un amigo mío muy madridista, Quillo Barrios, que es muy majo aunque estemos en las antípodas, y dice que en España sólo hay dos equipos. Uno es el Real Madrid y luego están los antimadridistas que eligen equipo. Pues estoy un poco en esa teoría.
¿Qué ocurre? Que antes los que no éramos del Madrid no teníamos tantos elementos de juicio como para decir que nos sentíamos permanentemente atacados y agraviados. Y ahora sí. A la gente que ha sido siempre del Madrid se le ha ido un poco el relato de las manos: no es posible que haya un ente en este país que todo lo haga bien.
Me hablabas antes de José María García. Ya hace más de veinte años que se retiró…
Lo retiraron.
¿Cómo ha cambiado la profesión desde entonces?
Para mal. Jorge Valdano siempre dice que el mejor del mundo es Messi y el segundo mejor, Messi lesionado. Pues en el periodismo deportivo el mejor era José María García y el segundo mejor, José María García retirado. No hay nadie a su altura, ni nunca lo habrá. Ni José Ramón de la Morena cuando estaba, pues él tenía detrás todo un «Imperio del monopolio», como decía el propio García, y si no, no hubiera podido superarlo.
A García le hicieron la zancadilla no sólo poderes fácticos de este país como Florentino Pérez o José María Aznar… a por él fueron desde el primer momento en que no se plegó a lo de las torres. Creo que el periodismo deportivo es un sucedáneo, porque no es ni periodismo ni deportivo.
¿Cuántos periodistas hay hoy en primera línea de fuego que no han dado una noticia en su vida? Me hace gracia cuando alguno dice: «yo soy comunicador». ¿Comunicador de qué? Ser comunicador está muy bien y puedes ser un gran comunicador y no haber hecho la carrera de Periodismo para serlo.
Pero un periodista es alguien que da noticias. Y yo veo a gente que no ha dado una noticia en su vida. Te digo más: algunos hasta se las inventan. Hace años jamás hubiera pensado que podría decir que un periodista se inventa noticias, ahora sé casos, con nombres y apellidos, de algunos que lo hacen.
También hay gente a la que llaman cada lunes y le comentan «tienes que decir esto, esto y esto», y ellos van y lo hacen como si fueran un loro. El periodismo está en una crisis galopante. Ya lo estaba desde hace algunos años, pero ahora está peor.
Esas guerras entre García y De la Morena marcaron una generación.
El periodismo ha cambiado mucho. Antes había competencia de verdad y ahora es todo jiji, jaja. De hecho, los programas son puro jiji, jaja. ¿Ves a alguno de estos, que ahora son líderes de audiencia, pelearse por las noticias, por las exclusivas o por los protagonistas? No. ¿Ahora quiénes son las estrellas? Los propios conductores de los programas radiofónicos.
Ahora hay un fenómeno, casi mágico, de ver prácticamente a los mismos contertulios en distintos canales, en diferentes programas de radio y televisión, hablando de lo mismo pero a distintas horas.
Es como una rueda. Yo lo comparo mucho con el tema de los banquillos en el mundo del fútbol. Es decir, cuando eres un entrenador da igual que seas bueno o malo, lo que importa es que estás en la rueda o tu agente te ha metido ahí. Es indiferente que lo hagas bien o mal, cuando un equipo va a cambiar de entrenador siempre hay dos o tres que suenan como sustitutos.
En el mundo del periodismo sucede lo mismo: hay periodistas que llevan informando desde la década de los sesenta. ¿Cómo puede ser?
Yo los tengo mucho cariño y, por ejemplo, comparto plató con Roberto Gómez y me llevo de cine con él, pero las preguntas son: «¿Es bueno para el periodismo que haya gente de la quinta de Roberto Gómez continuamente en los platos?», «¿es bueno que haya periodistas que son buenísimos y nunca hayan tenido una oportunidad en televisión?», «¿es bueno que haya personajes que repiten una y otra vez?».
Más allá de los nombres, creo que también es una cuestión empresarial. Las empresas son conservadoras y no quieren empezar proyectos con gente joven y desean hacerlo con caras conocidas, personas que ya sean algo en la profesión. Y cuesta mucho que esto cambie.
Luego hay un tema que me preocupa mucho. Es el papel de la mujer en el periodismo deportivo, un tema absolutamente tabú para todos los periodistas. A mí me hace gracia, porque cuando leo entrevistas a los «grandes», entre comillas, periodistas de este país como Manolo Lama, Paco González o Siro López, todos pasan de puntillas por el tema de la mujer.
Me provoca sorpresa cuando se dice esto de «el fútbol es un deporte muy machista» o «las mujeres deberían tener más protagonismo deportivo». Efectivamente, hay muchas que son buenísimas. Pero curiosamente no escucho a ningún compañero, y mucho menos a una compañera, criticar el hecho de que haya mujeres en el periodismo deportivo solamente por el hecho de que tienen buena figura, buen culo o buenas tetas. Eso nunca se cuenta.
No se denuncia que haya compañeras a pie de campo sólo por ser muy guapas cuando no tienen ni pajolera idea de fútbol ni sabrían distinguir un 4-4-2 de un balón de playa. Eso, curiosamente, no se dice. Como tampoco se dice de la típica periodista «florero» que pones en un plató a presentar para que parezca que no eres machista.
Supongo que cuando se publique la entrevista me van a crujir por esto, pero lo que más pena me da de todo y me preocupa son esas televisiones en las que se impone una cuota: tiene que haber mujeres por narices para que haya igualdad. «Oiga, tendrá que haber mujeres que estén preparadas, no tiene que venir una mujer a hablar de fútbol sólo por el hecho de serlo».
Eso me avergüenza, me abochorna y me gustaría que las periodistas deportivas un día nos hablaran de eso, porque ellas saben perfectamente que hay cuotas pero nunca lo denuncian.
¿Ser del Atleti te ha cerrado puertas?
Si lo dices exactamente así, sí. Pero no ser aficionado del Atleti, sino denunciar cosas del Atleti. A mí me cerró puertas ir contra la directiva del Atleti. A mí me cerró puertas decir que los dueños del Atlético de Madrid se habían apropiado ilegalmente del equipo. Me cerró puertas decir que Gil y Cerezo eran delincuentes prescritos. Muchas puertas.
¿Cómo es tu relación con esa cúpula del Atlético?
Inexistente. No hablamos. Ellos saben quién soy, pero hay una relación fría y distante. Es verdad que a lo largo de los últimos años he cambiado dos o tres mensajes con ellos, pero en casos muy concretos: ganar una Liga, una donación por la pandemia, el nuevo estadio…
Hay mucha gente que ha confundido muchas cosas. El hecho de denunciar, el hecho de que quieres que el Atleti vuelva a los socios, no quiere decir que tengas nada personal. Yo no tengo nada personal contra Gil o Cerezo, nunca lo he tenido y si nos encontramos en un acto nos daremos la mano como personas civilizadas.
Sin embargo, sí que tengo que decirte una cosa: cada año me han invitado a la comida de Navidad que hace el club. Yo no he ido, pero es por una cuestión de principios, pues no quiero que absolutamente nadie se confunda conmigo.
¿Y te han invitado a las famosas barbacoas?
No, a esas van otros ilustres de la comunicación española y hay fotos por ahí. Por cierto, hay fotos de los que van de barbacoa, pero estaría bien que algún periodista aclarara con que yate se iba de vacaciones, si es que de verdad iba y no sólo presumía de ir
¿Pero periodistas del Atlético de Madrid?
No sé si serían del Atlético de Madrid. Ya te dije antes que hay muchos que dicen que son del Atleti y no lo son.
A la larga, ¿crees que la llegada de Jesús Gil en aquel 1987 fue beneficiosa o perjudicial para el Atlético de Madrid?
Perjudicial. Jesús Gil y Gil destrozó al Atlético de Madrid. Cuando él llegó era un club de todos y se convirtió en un club de uno. Se cargó una entidad que podía elegir a su presidente cada cuatro años, lo saqueó sistemáticamente y se apropió indebidamente de él.
Y eso no es algo que diga yo, lo dice el Tribunal Supremo. Por no hablar de que se cargó a la cantera, la selección de balonmano, de voleibol, boxeo… el Atlético de Madrid era un club polideportivo y se lo cargó.
Lo primero que hizo Gil al llegar fue despedir a Luis Aragonés, quizá la figura más emblemática de la historia de la entidad. ¿Tú tuviste relación con él?
Me vacilaba. Luis se reía de mi como quería. En su última etapa en el club, cuando el equipo asciende de Segunda a Primera, yo iba de vez en cuando, porque no era titular en la plaza. Pero sí recuerdo que, por lo que fuera, él estaba especialmente dicharachero en las ruedas de prensa y un día me soltó: «Usted no se sabe el chiste de la calle Imagen».
Creo que él no sabía mi nombre y cuando me veía me asociaba con el tema de la calle Imagen. Estuvo con lo del chiste tres o cuatro veces seguidas y ya cuando acabó la temporada me acerqué a él, le pregunté: «Bueno, míster, ¿cómo es el chiste?», y el me respondió: «Pues se me ha olvidado».
Luis era un tío que si te acercabas mucho y rompías un poco el círculo, era un tío maravilloso. Pero no era fácil estar con él. Luis podía tratarte fenomenal igual que podía darte una bronca que no veas. Siempre había que estar en guardia con él.
Me asombra toda esa gente que al principio decía que era un tío que estaba gagá y después le besaban el culo por ganar la Eurocopa. Me asombra igual que todos esos que decían que era el número uno y después parecía que no valía para nada porque no llevaba a Raúl.
Tengo que decir que yo estuve muy desafortunado con él, pues lo critiqué muchísimo por no haber llevado a Raúl e hice artículos muy duros. Después de la Eurocopa me lo encontré un día que estaba con Pepe Navarro y el Pechuga San Román, le cogí del brazo y fui a pedirle perdón. «Míster, quería pedirle perdón por esto, porque se ha demostrado que usted tenía razón». Y Luis apenas le dio importancia, me dio las gracias y me dijo que no me preocupase porque no había ningún problema.
Jesús Gil llegó al Atlético de Madrid, poco después Johan Cruyff al banquillo del FC Barcelona y el equipo culé se convirtió prácticamente en el único rival del Real Madrid.
El boom de Cruyff supuso que el Barça diera dos pasos hacia adelante en títulos y en mentalidad. Mientras tanto, el Atlético de Madrid dio tres pasos hacia atrás. Se cargó todas las secciones del club, lo convirtió en una Sociedad Anónima e, insisto, saqueó al club.
Si el Barça da dos pasos adelante y el Atleti tres atrás, pasa lo que pasó. Y esto es cuantificable a nivel de títulos. Antes de que llegara Gil, el Barça tenía diez Ligas y el Atleti ocho. Ahora es muy fácil comprobar que tiene ahora uno y otro, la expansión del FC Barcelona y la involución del Atlético de Madrid.
Y también saber el papel del FC Barcelona con respecto al Madrid. Al Madrid, que no tenía rival en Liga, se le emparejó el Barcelona de Cruyff y, sobre todo la actuación de los poderes fácticos, los políticos y las empresas e instituciones. Canal+ empujó muchísimo al Barça, lo equiparó con el Real Madrid y olvidó al Atlético.
Pero yo estoy seguro que el Atlético de Madrid no se hubiera quedado fuera de esa ecuación si no hubiera estado Jesús Gil, pues en esos tiempos era muy difícil llevarte bien con él. Jesús Gil, lo que hizo fue ganarse al sector antimadridista de los atléticos culpando de todo al Madrid. Pero de lo que nunca hablaba era de cómo él gestionaba a la entidad.
Y el Atleti era un club caótico. Todo era un sindiós, un desgobierno total. Y eso era lo que creo que en el fondo era lo que quería Gil: que nadie supiera absolutamente nada, excepto él.
Para ti, ¿qué es el Atleti?
Es rebeldía. Pelea. Vivir en campo contrario, estar en minoría y saber que todo va a costarte el doble que a otros. Saber que vas a perder pero que lo importante sea cómo has caído. Y lo más importante, que nunca se vaya la capacidad de soñar. Para mí el Atleti es un poco como Rocky Balboa, seguir en la vida sin dejar de resistir lo golpes. Y al Atleti le han dado muchos golpes y siempre se ha levantado. Levantarte hasta cuando no tienes ganas de levantarte.
¿Y dónde ves al club en diez años?
Pues seguramente en un fútbol que no me va a gustar nada. Será en una superélite, un fútbol exclusivamente para los muy millonarios. Entiendo que el Atleti se meterá por unas cuestiones de guión y puro dinero y estará entre los quince o veinte clubes con más dinero del mundo, pero a mí no me gustará. Seguiré siendo del Atleti, pero no me gustará, pues el Atlético de Madrid debería ser precisamente la locomotora de los clubes españoles que vayan contra el espíritu de la Superliga.
Parece que hablamos de la NBA.
Y acabará siendo así. Lo noto cuando voy a los estadios, porque antes ibas al fútbol y lo sentías como si fuera algo único: lo saboreabas, lo disfrutabas y lo paladeabas. Ahora, ir al fútbol se ha convertido en ir a algo parecido a un centro comercial, un parque temático.
Hay un montón de actividades y a lo mejor el fútbol en sí es lo menos importante. Antes, ir al fútbol era todo un acontecimiento. Ahora es como ir al cine: comprar palomitas, tomar una cerveza, ir antes a un restaurante y tomarte un chuletón, comprar unas camisetas, montarse en los columpios y ver a la mascota. El fútbol ha pasado a ser un elemento accesorio y cuantos más años pasen más nos daremos cuenta que el aficionado ya no es aficionado, sino un cliente.
Horarios, precios demenciales… ¿no se está fomentando que los más pequeños puedan hacerse aficionados? ¿Se está perdiendo a toda una generación de futuros aficionados?
En el campo del Atleti siempre se dice «de padres a hijos», pero eso cada vez es más complicado. Está claro que el padre quiere que el hijo siga la senda, pero ¿cómo vas a enganchar a un niño o una niña al fútbol si los horarios son terribles y hay partidos a las nueve de la noche cuando al día siguiente hay que madrugar para ir al colegio?
Por no hablar del precio de las entradas, los balones, el material deportivo, las camisetas… se nos está yendo de las manos. Y ahí reside la carga cínica de la sociedad. No podemos decirle a los aficionados: «Football is for the fans» cuando les ponemos una camiseta a ciento veinte euros.
Además, hay una cosa que, para mí, se ha perdido. Es todo lo relacionado con los peñistas. Cada vez hay menos niños que formen parte de peñas. El espíritu del peñista, esos viajes en bus para ver al equipo, se está perdiendo. Los aficionados perdemos, perdemos y perdemos, pero los clubes no defienden a los aficionados.
¿No crees que se va a caer el chiringuito?
Seguro. Nunca mejor dicho (risas).
Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. ¿Qué opinas de esta fórmula de periodismo que está cada vez más extendida?
Hay una cosa que está haciendo mucho daño. Y es que mucha gente confunde el periodismo con la telebasura. A partir de ahí, cada uno consume lo que quiere. Yo no soy nadie y a lo mejor también hago basura, pero antes se hacía otro periodismo. Uno en el que se podía hablar de muchos equipos y en el que se informaba.
Y ahora lo de menos es informar y lo de más, opinar. Y todas las opiniones tienen una carga y un interés determinado. ¿Qué buscan este tipo de programas? Favorecer a la misma persona. Siempre es la misma persona. Que no se enfade la misma persona. Y a partir de ahí salen esos programas con esas editoriales de cartón piedra y más falsas que una moneda de nueve euros.
Todo va enfocado a beneficiar siempre a los mismos. Hay una prensa barcelonista escorada, que no miente porque siempre ha sido del Barça, y luego una prensa ultramadridista que para disfrazarse dicen que son «el diario de todas las aficiones», como hace el diario Marca. Y eso me parece mentira: Marca no es el diario de todas las aficiones, es el diario de una afición, que es la del Real Madrid, pues el resto le importan entre poco y nada.
En cuanto al Chiringuito, yo siento profundo asco por la fórmula y por el programa, pero sobre todo, por lo que implica, pues estamos destrozando el oficio del periodismo. Ahí no va gente a opinar, sino ultras a decir barbaridades. Y cuando dices la mayor barbaridad, gritas más o pataleas más, más viral te haces.
Y el principal culpable de esto es Pedrerol, que es un personaje que lleva años cargándose el periodismo deportivo. Él se está forrando, haciéndose de oro, a base de enemistar, germinar una cultura del odio deportivo donde lo importante es machacar, humillar y destrozar al contrario.
A nivel show, incluso televisivo, el tipo es un absoluto maestro: nadie esparce veneno con tanto arte como lo hace él, nadie suministra toxicidad como él y olé sus narices y cada céntimo de euro que tiene en su cuenta, porque se lo ha ganado, pues nadie ha sabido enfrentar tan bien a dos aficiones. Lo hace fenomenal.
Juanma Rodríguez, del que me hablabas antes, trabajó contigo e incluso hicisteis un libro juntos, trabaja allí.
Para mí es una situación incómoda, porque yo he sido muy amigo de Juanma. Fuimos uña y carne durante diez u once años. Fuimos muy amigos. Esa amistad se rompió y he de decir que es verdad que a nivel profesional no le conozco.
El Juanma con el que conviví era, seguramente, el mejor periodista radiofónico que he visto delante de un micrófono, un tío realmente brillante, y que además escribía como los ángeles. Poco a poco, con el paso del tiempo, se ha radicalizado. Por lo que sea, porque yo no voy a juzgar a Juanma y él es libre de hacer lo que crea, pero el cambio lo ve cualquiera que lo haya conocido. Ahora ves un personaje y antes veías un periodista.
¿Sabes que te van a caer unos buenos sopapos?
Pero es lo que pienso. Y te repito lo que ya te comenté antes: probablemente el menos indicado para hablar de ese programa sea yo, pues estoy tan contaminado como ellos, tengo tanta mierda encima como ellos y tantos perjuicios encima como ellos. Pero lo que sí puedo decir es que en mi hambre mando yo. Y otro, a lo mejor, no lo puede hacer.
En periodismo se dice mucho que «perro no come perro».
A mí eso me importa una mierda. No soy nada corporativista. De hecho, sólo tienes que fijarte en que todos esos periodistas que no somos corporativistas automáticamente somos alejados de los focos. ¿Por qué? Porque hoy en día nadie quiere periodismo libre.
No hablo de personas libres, sino de periodismo libre. Se les llena la boca de hablar de pluralidad y libertad, pero eso es mentira, nadie quiere eso. Sólo tienes que darte una vuelta por cómo funciona La Sexta o el Marca. Basta con echar un vistazo a la parrilla, los contenidos, los colaboradores o presentadores y te darás cuenta cómo funciona. O estás en un bloque o estás en otro.
Te preguntaba antes si ser del Atleti te había costado trabajos. ¿Y no ser corporativista?
Naturalmente. Hace poco colaboraba en Radio Marca con Pablo López, Pablo Juanarena y gente maravillosa con la que sólo puedo tener palabras de cariño. Pues un día en mis redes sociales metí cuatro palazos bien dados con la portada famosa de «El fútbol femenino entra en otra dimensión» por la llegada del Real Madrid, dije que habían hecho un completo ridículo y ese video alguien se lo envió al director de Marca y él llamó a su gente para que rescindieran la colaboración.
A mí me parece muy bien, pero como le dije al propio Juan Ignacio Gallardo, porque le llamé por teléfono, el tema me decepcionó porque pensaba que era amigo mío y tenía suficiente confianza como para haber llamado él personalmente para decírmelo y no tener que enterarme por terceras personas. Y por cierto, desde que el fútbol femenino entró en la nueva dimensión, no se las veces que las habrá ganado el Barcelona y el Atlético de Madrid…
Parece un poco que es el juego de las sillas musicales y hay tortas por estar en tertulias y programas. ¿Se dan tantos mordiscos como parece entre los propios profesionales por un hueco?
A veces es un poco incómodo, pues aunque las empresas no te lo quieran decir, lógicamente todo el mundo tiene amigos, toma partido y le gusta más una opinión que otra. Nadie va a venir a decirte «no digas esto», pero a veces pasa. «Oye, mira a ver…», «No seas tan radical con este tema…», «Tenemos una colaboración con este…»
Pero yo siempre voy al mismo tema, no se trata de ser el tipo más valiente del mundo o el más rebelde, pero sí defender tu independencia. ¿Si no lo haces tú, quién lo va a hacer? Recuerdo un jefe que tuve que me envió al Cerro del Espino a preguntar una cosa a un central del Atlético de Madrid, yo le respondí que no y que si quería preguntar algo que fuera él, pues si yo hacía una pregunta en rueda de prensa iba a ser lo que yo quisiera, no lo que me dijeran.
Automáticamente, dejé de ir al Atlético de Madrid y no volví a un entrenamiento. Lógicamente, eso me hizo estar marcado y al poco tiempo acabé saliendo de allí, pero también sirvió para que la gente que estaba por encima de mí se diera cuenta que no era ningún pelele ni un corre ve y dile.
Eres un tío incómodo.
Soy un tío incómodo. Pero perro ladrador y poco mordedor. La gente luego me conoce, se toma un café conmigo y ve que no soy tan hijo de puta como parezco.
Esta temporada dejas de aparecer en Estudio Estadio con la llegada de Juan Carlos Rivero.
Lo que he vivido ha sido decepción. Ha sido una profunda decepción personal y profesional. Pero sobre todo porque yo he estado diez u once años colaborando con Televisión Española, dos de ellos completamente gratis, y esperaba que las cosas hubieran pasado de una forma completamente diferente.
Le agradezco mucho a Juan Carlos Rivero, que durante años ha contado conmigo para el programa y también a Paco Caro y Rubén Briones el cariño que han tenido conmigo los últimos meses. Pero lo que me da es mucha pena haberme enterado que no continuaba en Estudio Estadio por un tema de contratos.
Siempre, a comienzos de agosto, alguien me avisaba y me enviaba un contrato, pero este año iban pasando los días, nadie me avisó, nadie me mandó un contrato y tuve que ser yo el que se pusiera en contacto con Juan Carlos Rivero a través de un mensaje para decirle que no me había llegado el contrato y si había pasado algo.
En ese momento, me puso un mensaje transmitiéndome que no contaba conmigo. Después de diez años allí, nadie de Televisión Española me llamó para avisarme. Por cierto, me alegro de que mucha gente descubriera lo buen narrador que es Paco Caro, porque a veces parece que en este país te encasillan y para algunos solo era «el del balonmano». Paco es un fenómeno.
La competencia por un hueco es feroz.
Generalmente, el hueco en las tertulias te lo dan por ser madridista o antimadridista. Si te fijas, en la mayoría de programas ponen dos posturas enfrentadas: el lado madridista y el lado antimadridista. Como si de verdad tuviéramos que aceptar unas reglas del juego que han aceptado dos o tres tipos para hacerse ellos ricos.
¿Por qué me tengo que sentar enfrente de otro tío? ¿Para que haya división y enfrentamiento? Porque para mantener un debate puedo hacerlo perfectamente con alguien que esté sentado a mi derecha o mi izquierda.
Alguien dirá que es por un tema de cámara: pues perfecto, pero el papel que deberían darte es como periodista, no como alguien como aficionado del Atleti, del Barça, madridista o antimadridista. Pero es curioso, porque casi nunca ves en programas nacionales a aficionados o periodistas de provincias.
Entonces, ¿es imposible la amistad entre periodistas?
¿Es posible la amistad entre periodistas? Sí, porque tengo muchos y buenos amigos periodistas. Pero si es cierto que debo decir algo con mucha pena: en mucho más fácil perder un amigo si es periodista que si no lo es. Sobre todo, si ese periodista es competencia. Y a lo largo de todos estos años me ha pasado el tener que competir con un amigo por un puesto, por llevar la información de un equipo o por ser contertulio. Y eso, si no eres muy legal, acaba mal.
¿Y entre un periodista y un futbolista?
Un periodista puede ser amigo de un jugador, y muy buen amigo, siempre y cuando se deje su profesión en casa. Lo que no puedes ser es periodista y, a la vez, amigo.
¿Y si tienes que analizar el rendimiento de ese futbolista?
No solamente eso. Tú puedes hablar de esa persona diciendo que eres subjetivo, pero sobre todo tienes que ser honesto: si alguna vez tienes un buen amigo y te toca criticarle, lo has de hacer. Por eso es muy complicado y debes decirle lo mismo que señalaba el maestro Azuara: «en el micrófono no hay amigos». Si lo entiendes bien y si no tendremos que dejar de ser amigos.
¿A ti te ha pasado?
Me ha pasado con gente que yo consideraba amigos y dejaron de serlo porque hice algún comentario. Hay un caso muy curioso que no puedo desvelar de un examigo que falló tres goles en un partido y señalé que no había tenido un día muy afortunado.
Cuando se lo contaron, él me llamó para preguntarme cómo se me había ocurrido hacer ese comentario, así que le respondí que el que tenía que haber hecho era que era más malo que la carne de pescuezo y no lo hice. A partir de ahí, te puedes imaginar: cada uno por su lado.
Generalmente, los futbolistas encajan muy mal las críticas, incluso de los amigos. Y los periodistas somos todavía peor que los futbolistas, nos creemos dioses que están en posesión de la verdad y no nos equivocamos nunca.
Tú eres muy cholista…
El Cholo es el ejemplo perfecto de cuando no puedes ser objetivo. Nunca se puede ser objetivo, porque es una palabra que viene de objeto y yo no soy una mesa o una silla, sino una persona. Pero con Simeone yo soy extremadamente subjetivo. ¿Por qué? Porque lo tengo que ser.
En primer lugar, porque es una persona que a mí, como aficionado, me ha hecho feliz durante trece años. Los años más felices del Atlético de Madrid, me los ha dado él. Como aficionado del Atleti, yo estoy agradecidísimo al trabajo enorme que ha hecho.
En segundo lugar, como periodista conmigo siempre se ha portado bien y ha tenido bastante respeto. Y tercero, se portó muy bien conmigo cuando falleció mi padre. Todos esos condicionantes te marcan y por supuesto que yo critico a Simeone cuando creo que se equivoca, tiene un mal planteamiento o hace un mal cambio. Y él lo sabe. Y al él seguramente le joderá que yo le critique. ¿Pero cómo vas a tratar mal a un tío que se ha portado tan bien contigo?
¿Quién ha sido mejor entrenador para el Atlético de Madrid, Luis Aragonés o el Cholo?
Para mí, el mejor entrenador que he visto en el Atlético de Madrid ha sido Luis Aragonés. Lo que pasa es que Simeone es muchas más cosas que un entrenador, pues también es secretario técnico, economista, portavoz…
Creo que Simeone ha conseguido sostener a todo el club y llevarlo a lo más alto gracias a su personalidad carismática y también por una cosa que no tuvo Luis: continuidad. Luis fue muy grande, pero en diferentes etapas. A veces por resultados, otras por problemas personales, o por temas con la directiva, Aragonés se iba y volvía. Simeone sí ha tenido esa estabilidad.
¿La diferencia no puede ser que Simeone es un hombre de club, que no tiene nunca una queja pública y Luis si se tenía que enganchar con Gil porque algo no le gustaba, lo hacía? ¿Quizá tener un Cholo en el banquillo es más sencillo que tener a un Luis?
Al Cholo de ahora, sí. El Cholo de antes, no. El Cholo de antes era muy como Luis. Recordemos que en los primeros tres o cuatro años Simeone iba a la rueda de prensa y mandaba un viaje a la directiva o al árbitro. Pero es lógico que con el paso de los años ya no veamos a ese entrenador tan guerrillero y rebelde y ahora lo observemos en un perfil más bajo, con unas ruedas de prensa que le sobran porque ya ha dado diez mil, con unas preguntas que en vez de afrontarlas las esquiva, que se pone de perfil…
En la primera etapa Luis y el Cholo sí que tenían una similitud muy grande. De hecho, si te paras a pensar hay un par de cosas que les unen mucho: ellos nunca criticaban a los jugadores en público, mataban por ellos y sabían que parte de la prensa iban contra ellos. Eso siempre lo han tenido muy claro: eran gente que conocían muy bien cómo funciona la prensa, qué frase van a querer y por dónde les van a atacar. Hablamos de personas que iban dos o tres pasos por delante de la prensa de este país.
Ahora los futbolistas han puesto una barrera con relación a los periodistas que hace años no existía.
No quieren saber nada de nosotros. ¿Pero cómo van a querer saber nada de nosotros cuando hace un tiempo estoy viendo una rueda de prensa de Ancelotti y le preguntan que cómo se ha gestionado la crisis de la DANA y que fueran allí los Reyes? ¿Tú crees que Ancelotti se tiene que poner del Rey y de la Reina, de Pedro Sánchez o de Mazón?
Cada vez es más complicado hacer una entrevista a un futbolista en activo.
Es normal. Los futbolistas se han dado cuenta que ellos son su propio medio. Un futbolista como Messi puede comunicar lo que él desee en sus redes sociales y no necesita a ningún medio. No necesita dar una entrevista para ser noticia.
Ahora mismo, los deportistas son un medio de comunicación en sí mismos y tanto los medios como los periodistas somos prescindibles. Y para los aficionados, cada vez más. Los grandes medios, tanto periódicos como televisiones o radios, se están acabando para los aficionados. Ahora, se consume cada vez más Twitch, Youtube en directo.
¿Por esto has decidido dar tú el salto a estas plataformas?
Un poco sí, pero he de decirte que yo le tenía pánico y todavía sigo teniendo bastante respeto, pues me da la sensación de haberme metido en un mundo que no es el mío. El primer motivo por el que decidí entrar en Twitch es porque mi padre estaba obsesionado con que hiciera un canal del Atlético de Madrid.
El segundo, para que vamos a negarlo, era porque yo quería ser mi propio jefe. Después de tantos años, estaba harto de gente que te pusiera zancadillas, me cerrara puertas o no me dejara desarrollar mi trabajo por mis opiniones. Necesitaba libertad y esta plataforma y «El club de Uría» me la ha dado.
En apenas un año que llevamos considero que hemos tenido un gran éxito con veinte mil seguidores en Twitch y quince mil en Youtube, más de mil descargas diarias en formato podcast y hemos recibido muchísimo cariño, aunque sí que es cierto que esperaba un poco más y que la afición del Atleti aprovechara la oportunidad de disfrutar de tres horas al día en un programa de su equipo.
En 2020 tú hiciste una entrevista a Messi que recorrió el mundo.
Siempre lo he dicho: tuve muchísima suerte. Primero, porque si no llega a ser en la época del COVID seguramente no me hubiera dado la entrevista a mí y hubiera hecho una rueda de prensa en un hotel o en el Camp Nou donde hubieran ido siete mil periodistas. Segundo, al querer salir del Barcelona o estar en guerra con el Barcelona, automáticamente se descartaba hacer una entrevista con los medios catalanes.
Y tercero, porque una entrevista tan importante en su carrera no podía dársela a Marca o As, periódicos nacionalmadridistas. Entonces, en ese perfil de búsqueda, él intentó encontrar una persona que no le fuera ajena, con la que estuviera cómoda y que hubiera sacado la cara por él. Y a mí se me puede acusar de muchas cosas, pero de falta de coherencia con Messí no.
También fue importante que nosotros en Goal salíamos en 121 países y a Messi y su equipo les interesaba que saliera automáticamente en cuantos más países, mejor. Tal vez buscaron también una persona que no fuera allí de protagonista y lo hiciera para escuchar.
He visto la entrevista muchas veces. La Libreta de Van Gaal me decía que si no pregunté esto o aquello y yo digo: es verdad. Tampoco he destacado en el mundo del periodismo por ser un gran entrevistador, pero sin embargo creo que esa entrevista sí la repasas bien, verás que es en la que Messi ha dado más titulares en toda su vida.
A una entrevista se va a escuchar.
Yo iba a eso. Hay algo que la gente no se cree y van a decir que a mí me pusieron allí y me marcaron lo que tenía que preguntar, pero cuando me senté allí con él yo no sabía si se iba o se quedaba. Lo descubrí sobre la marcha como todos los demás.
¿Cuánta piedra hay que picar para lograr una entrevista con Messi?
Yo me tiré insistiendo siete años. Y en ese tiempo tienes que ser muy constante. En ese tiempo hubo seis o siete veces que estuvo a punto de hacerse la entrevista y finalmente no se pudo en el último momento por distintas razones. He llegado a estar a cinco minutos de ponernos con la entrevista y se ha caído. Así funciona esto.
En tu caso, ¿cómo fue el día después?
Para mí fue una completa locura. Yo jamás tuve noción de lo que era ser Messi hasta ese día. Aquel día lo comprendí. Fue tremendo, no sé cómo averiguaron mi teléfono fijo, pero no paraba de sonar ni de día ni de noche y al móvil le duraba la batería apenas unos minutos con tanto mensaje y tanta llamada.
Sin embargo, no sabría decirte si la entrevista de Messi me ayudó o me perjudicó. De hecho, hay veces en la que creo que me perjudicó. Primero, me generó muchas envidias en la prensa catalana y hubo muchos periodistas que se llevaban bien conmigo, se tomaron la entrevista como una afrenta personal y ya empecé a molestarles.
Y luego, sobre todo, me di cuenta que en el periodismo deportivo hay mucha gente que ha vivido de Messi, que ha chupado de Messi, que se le ha llenado la boca de hablar de él pero que ni siquiera lo conocen. Exclusivas, tertulias, ¡se han inventado noticias de Messi sin haberlo conocido en su vida!
Hay un cambio radical en los futbolistas cuando cuelgan las botas y se retiran.
Estoy completamente de acuerdo con esto. Hay casos muy sonados de exfutbolistas que cuando jugaban no querían saber nada de los medios de comunicación y trataban muy mal a la prensa y desde el momento en que se retiraron empezaron a ver el fútbol y la sociedad de otra manera.
Me ha pasado mucho con futbolistas de primer nivel que acababan en los medios siendo comentaristas. Un caso muy claro es el de Rafa Alkorta. Él no era un futbolista que fuera demasiado amable con los medios de comunicación cuando estaba en activo y cuando se convirtió en comentarista para mí fue uno de los mejores descubrimientos de mi vida: alguien afable, cariñoso, amable, que nunca ponía una distancia, generoso… una persona que me demostró que había futbolistas que sí sabían lo que pasaba.
A Alkorta creo que le perjudicó todo aquel guirigay con Clemente y algo que tiene Alkorta es que por sus amigos, mata. Y en aquel momento, matar por Javier Clemente le generó un montón de enemigos en los medios de comunicación.
En relación precisamente a este tema: ¿Qué te parece la proliferación de exfutbolistas en radio y televisión?
A mí no me gusta. Este es otro charco en el que voy a meterme: odio el intrusismo. Entiendo que haya una persona, que pueda ser un comunicador fenomenal y no tenga el título de periodista. Genial. Pero, por favor, que vuelva a la facultad. Siempre lo digo: entre un comunicador muy bueno sin título y un periodista muy bueno con título, yo quiero al periodista con título.
Si los dos son muy buenos, yo quiero al periodista con título. Es una manía que tengo. Si a ti te van a operar: ¿prefieres un doctor con título o uno sin título? Pues eso. Y con los exfutbolistas me pasa igual. Evidentemente, hay de todo: muy buenos como Álvaro Benito, Mario Suárez o Alberto Edjogo, y muy malos.
Pero yo me revelo contra la figura del futbolista – comentarista cuyo único mérito es tener una cara conocida y haber jugado en un equipo, pues en muchos de estos casos ni se preparan los partidos, ni conocen los nombres de los jugadores y ni siquiera saben comunicar. Me parece vergonzoso que los periodistas que sí hemos estudiado para ello no podamos acceder a un puesto de trabajo solamente por el hecho de no haber jugado al fútbol o tener una cara conocida.
Cuando, insisto, hay muchos exfutbolistas profesionales que son comentaristas que tienen serios problemas para juntar la b con la a e incluso pronunciar según que palabras. Y lo que más me enerva son aquellos comentaristas deportivos que ni siquiera se preparan los partidos, pues me parece una falta de respeto enorme.
Bloque bajo, dobles ubicaciones en las cuartas alturas… ¿qué te parece la nueva jerga de las retransmisiones?
¿Sabes qué pasa? Es una cuestión generacional. Ha habido muchos chavales jóvenes que no tenían sitio en el periodismo y piensan que repitiendo veinte veces lo del «bloque bajo», la «presión tras perdida» y la «amplitud» les van llamar más.
Ha habido comunicadores y periodistas jóvenes que han hecho muy buen trabajo en Youtube y en las redes y ahora están empezando a encontrar su nicho de trabajo hablando mucho del 4-4-2, el 5-3-2 y la presión orientada. Y a mí me parece bien, no lo critico.
Empezó Abel Rojas, Miguel Quintana, Adrián Blanco, Álex de Llano, al que yo quiero mucho… hay gente muy válida, que son muy buenos comunicadores, están dando otra visión al fútbol y hacen un buen producto. La única pega que les pongo es que yo pienso que los periodistas tienen más estatura cuando mayor número de enemigos tienen.
Antes me hablabas de tu padre, que murió hace algo más de un año de ELA.
Él fue un motor. Todo lo que he hecho en mi vida no habría podido hacerlo sin él. Y cuando te digo todo, es todo. Yo no hubiera sido periodista de no ser por él, pues fue el que me cogió de la oreja cuando era un tarambana y me matriculó; no hubiera ido a Onda Cero de no ser porque mi padre me llevaba, no hubiera hecho la entrevista a Messi de no ser porque él se empeñó en que tenía que entrevistar al mejor, me hubiera ido mucho antes de Estudio Estadio de no ser porque él me decía que tenía que seguir allí… mi padre ha sido una persona que me ha influido mucho.
Además, se daba una cosa curiosa: yo era su hijo, pero a la par él era mi mayor crítico. Si yo volvía a las tres de la mañana, las cuatro o las ocho, él aparecía por allí y me decía todo lo que había hecho mal en el programa porque lo tenía apuntado. Y no veas las hostias que me daba. Él era el que me hacía darme cuenta que no era nadie y que por salir en la tele no tenía que creerme nada.
Recientemente se aprobaba la ley ELA después de tantos años esperando. ¿Cómo se ha tenido que esperar tanto?
Es inexplicable. Voy a meterme en otro charco, pero yo soy socialista y además de los convencidos. Pero esa es una de las cosas que menos entenderé de este Gobierno: el hecho de que tardara tanto en aprobar esta ley. Yo me preguntaba cuántas personas tendrían que morir para que se aprobara de una vez por todas.
La ELA, que es una enfermedad terrible, va a empezar a tener exposición ahora, porque cada vez somos más las personas afectadas, las familias destrozadas y la gente que se ha muerto. Al final todo es una concienciación social. Hoy en día el cáncer forma parte de nuestras vidas, todos lo aceptamos, y poco a poco nos damos cuenta que la ELA desgraciadamente va abriéndose paso y es cada vez más común tener a alguien conocido o un familiar que la sufre.
Y para terminar, ¿quién crees que va a estar más atento a lo que vas a decir en esta entrevista, la gente del Atlético o la del Real Madrid?
La gente del Atleti, seguro. Tengo mucha suerte, porque a pesar de considerarme antimadridista y darle mucha caña, también hay mucha gente del Madrid que me trata con cariño o me dice que le caigo bien porque me entienden o tienen una buena imagen de mi… o directamente no me insultan mucho (risas). Pero sí que es cierto que la gente del Atleti es especial. Cuando voy al estadio me siento un tío muy querido, extremadamente querido. A veces paso vergüenza de lo que me quiere la gente.
Una vez coincidí contigo en el Metropolitano y parecía que estaba con Beyoncé.
¿Lo dices por el cuerpazo? (risas).