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Vilfort nunca quiso que la muerte de su hija se vinculara a la Eurocopa que ganó Dinamarca

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Kim Vilfort en la actualidad (Foto: Wikipedia)
Kim Vilfort en la actualidad (Foto: Wikipedia)

Es una de las historias más impactantes de la historia de la Eurocopa. Cuando Kim Vilfort logró la victoria contra todo pronóstico con su país, Dinamarca, en la edición de 1992, al mismo tiempo que su hija Line vivía sus últimos días enferma de leucemia.

Como es recordado, Yugoslavia fue eliminada antes de comenzar la Eurocopa como sanción por la guerra Belgrado libraba en Croacia y Bosnia y Herzegovina, especialmente en este último lugar, las hostilidades se habían recrudecido el 6 de abril de 1992. Los jugadores yugoslavos, como nos contó Pedja Mijatovic, fueron tratados como delincuentes al llegar su avión a Suecia y fueron obligados a dar media vuelta. En su lugar, fueron los daneses, que habían quedado tras ellos en la fase de clasificación.

Sin una preparación adecuada, sin Michael Laudrup, los daneses en principio eran una anécdota dentro del campeonato, para el que no había sido capaz de clasificarse España, por cierto. Sin embargo, quizá precisamente por no tener ninguna presión ni expectativa encima, la cosa empezó a rodar y fueron superando partidos y eliminatorias hasta plantarse en la final.

Eterno jugador del Brøndby, Vilfort era uno de los referentes ofensivos de una Dinamarca con un estilo más bien conservador. Pero cuando el estado de salud de su hija empeoró, tuvo que volver a casa en mitad de la Eurocopa. Se perdió el partido contra Francia, ganado heroicamente en el minuto 78 con un gol de Lars Elstrup y volvió para enfrentarse a Países Bajos en las semifinales.

Los vigentes campeones, con Gullit, Van Basten, Rijkaard y Bergkamp eran los claros favoritos, pero los daneses llevaron la iniciativa en el marcador y fueron los neerlandeses los que lograron empatar a dos a pocos minutos del final y llevar el partido a penaltis. Vilfort metió el segundo. Van Basten falló el suyo. Estaban en la final.

Los alemanes, con Riedle, Klinsmann, Hassler, Effenberg, Sammer y Brehme, con Illgner en la portería, también parecían insuperables, pero la hazaña se culminó y los daneses ganaron cómodamente. Vilfort hizo el dos a cero y se coronó no solo como uno de los protagonistas de uno de los torneos más épicos de la historia, también como el personaje central de una vivencia durísima, alcanzar un éxito deportivo de ese calado al mismo tiempo que muere tu hija de siete años.

Esa contradicción ha llenado páginas de medios durante los años, pero lo que se conocía menos era la opinión de Vilfort al respecto. Ahora la ha dado en una entrevista en la Sociedad Danesa contra el Cáncer. Sus palabras son muy directas: «La enfermedad y la muerte de mi hija se vincularon a la Eurocopa porque era una buena historia que vendía periódicos, pero para mí la enfermedad y la Eurocopa eran dos cosas muy diferentes que no tenían nada que ver entre sí».

El delantero llevaba ya un año viviendo aquella experiencia terrible, lo más duro que puede sufrir una persona: «Como todos los demás padres de un niño diagnosticado con cáncer, sufrí un shock, eso era algo que solo le pasaba a los demás».

Kim Vilfort se ventila a Alemania en la final de la Eurocopa de 1992 (Foto: Cordon Press)
Kim Vilfort se ventila a Alemania en la final de la Eurocopa de 1992 (Foto: Cordon Press)

En un principio, con el tratamiento iniciado, creían que todo acabaría bien y solo sería un susto. Hablaron y fue su mujer la que decidió dejar el trabajo para ocuparse. Estaba empleada en una oficina y ella tendría mucho más fácil reincorporarse a la vida laboral que su marido, jugador de fútbol. Nada distinto de las decisiones que suelen tomar las familias en esas situaciones. Y empezó la Eurocopa.

La situación, por desgracia, empeoró. La niña necesitó un trasplante de médula ósea. Cuando Vilfort abandonó la concentración en Suecia para volver al hospital a reunirse con el equipo médico. En ese  momento no esperaba tener que volver. Francia era favorita y lo normal era que Dinamarca se volviese para casa en primera ronda.

En ese momento, un periodista sueco se enteró de la historia. En el acto, llevó el tema a la portada de su periódico. Inmediatamente, la prensa danesa hizo lo mismo. «Los periódicos magnificaron la historia hasta perder la razón», recuerda el futbolista, «vincularon para siempre la enfermedad de Line con la Eurocopa, aunque fuesen dos cosas que no tenían nada que ver entre sí».

Vilfort volvió, se lo pidió su familia. Confiaba en poder estar concentrado durante el partido, pero estaba triste por los suyos. La cobertura del tema le parecía «triste e innecesaria». Encima, al regresar a la concentración, la prensa se había obsesionado con él.

Tras la celebración en el Ayuntamiento de Copenhague, tuvo unas semanas de vacaciones, pero el estado de su hija no hacía más que empeorar. Se había encontrado un donante, pero la niña estaba tan mal que no podía recibir la quimioterapia previa para prepararla para la operación. Los médicos se dieron por vencidos. Line murió en agosto.

Independientemente del doble trago, la muerte de la niña y que se convirtiera en un asunto mediático, Vilfort y su mujer, Minna, salieron adelante de la forma más racional posible. Aferrándose a lo que tenían, un niño de tres años, y continuaron «mirando el mundo sin endulzarlo». Es decir: «es importante aferrarse a lo que tienes, en lugar de lo que no tienes. Esa comprensión es quizás lo mejor que podemos transmitir a los demás».

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