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Michael Owen en el Madrid: un conflicto entre expectativas, competencia… y alguna realidad soterrada

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Michael Owen en un calentamiento con el Real Madrid (Foto: Cordon Press)
Michael Owen en un calentamiento con el Real Madrid (Foto: Cordon Press)

Michael Owen jugó durante una temporada en el Real Madrid. Fue la 2004/05. En aquel momento dijo que «desde Inglaterra se analiza mi etapa en el Madrid desde un ángulo negativo. Y no veo ninguna razón para hacerlo así. Mi situación es fantástica. He marcado muchos goles y he jugado el noventa y cinco por ciento de los partidos disputados por el equipo. Creo que no hay otro jugador que haya participado en más encuentros». Goal lo entrevistó en 2022 y el delantero amplió lo siguiente: «La impresión que la gente tiene de mi tiempo allí fue que siempre salía desde el banquillo. Pero comencé muchos partidos. Estuve muy involucrado».

Owen parece ver su estancia en España de manera más positiva que el resto. Quizá ni a uno ni a los otros les falten razones para opinar a su modo. Lo cierto es que el paso de Owen por el Madrid fue un conflicto entre expectativas, competencia y alguna realidad soterrada. Un repaso a qué futbolista fue fichado y qué sucedió realmente aclara la situación.

Un crack de 25 años

Owen subió a la primera plantilla del Liverpool siendo menor de edad y tras hacer 97 goles en un curso. «Mientras sus compañeros entraban en el área con el estilo de la caballería, él sabía aguantar su arrancada hasta el momento preciso para recibir el balón en el sitio exacto. Además, su capacidad para moverse con el balón en los pies a toda velocidad era algo que desconcertaba a defensores mucho más grandes que él, pero poco acostumbrados a ese tipo de rivales», expuso Howard Roberts, quien lo dirigiese en inferiores.

Owen dijo que uno de sus referentes era Lineker y las virtudes que relata Roberts hacen justicia al ídolo. Para más detalle sobre las capacidades del delantero hay que atender a sus propias palabras en El País: «Mi virtud es coger la espalda a los defensas. Conduzco el balón muy rápido y soy bastante bueno de cabeza. No soy un driblador. Nunca pude hacer lo que Solari, Ronaldo o Figo, que se pueden ir de dos o tres marcadores en poco espacio. Yo driblo más como Roberto Carlos, hago un regate largo, si lo necesito. Pero si me marcan prefiero pasar la pelota y moverme».

El joven Owen hacía todo ello de sobresaliente, por eso llegó al Madrid. Y su pasado indica que lo hacía desde siempre, como no podía ser de otra manera, puesto que las condiciones de los futbolistas eternos son innatas.

Owen se estrenó en Premier League para la 96/97. Roy Evans fue quien le dio la alternativa. Salió media hora en Wimbledon y marcó. Tenía 17 años. Al cumplir la mayoría de edad se hizo máximo goleador del Liverpool y durante las siguientes siete temporadas no cambió de estado. En la década de los noventa su media rondaba los veinte goles por curso. Con 18 años también se coronó en la Premier, entonces fue al Mundial de Francia y nadie olvidará su partido contra Argentina.

Owen en 2005 (Foto: Cordon Press)
Owen en 2005 (Foto: Cordon Press)

Owen señaló a Shearer como su segundo referente. «Soy un goleador», afirmó en cierto momento. Shearer fue Golden Bot tres cursos seguidos y Owen le tomó el testigo los dos siguientes. Como a Lineker, con su virtud goleadora también honraba al 9 de Newcastle.

Así las cosas, Owen iba para leyenda del Liverpool cuando su salida en plena madurez lo truncó. «Me decía: quiero estar en Liverpool por el resto de mi vida. Entonces, la del Madrid fue una de esas llamadas realmente difíciles porque cambian la vida. Después de tomar la decisión de irme, también me consolaba pensando: ‘Ian Rush se fue del Liverpool a la Juventus y regresó, así que tal vez yo también podría hacer eso’. No dormí durante una semana antes. E incluso en el camino al aeropuerto, estaba llorando», recordó para Goal.

Pese a tenerlo acordado con Rick Parry, entonces director ejecutivo del Pool, Owen nunca volvió. Por ello hoy no puede ser recordado entre antecesores reds como el propio Rush, el coloso Yeats, Emlyn Hughes, Phil Neal, Souness o Dalglish, quien llegara en 1977 para relevar a Keegan. Quizá en la grandeza futbolística de Keegan sí podemos encontrar la memoria de Owen por Anfield Road. Dejó 158 goles en 297 partidos cuando se fue al Real Madrid.

No es fácil deslumbrar en la galaxia

Para el Madrid, Owen fue un Balón de Oro a saldo, un hito que, como el de Vinicius Jr. en 2024, no fue pronosticado por las casas de apuestas en España. Explicó Rafa Benítez, al aterrizar en Liverpool, que «cuando llegué, Owen tenía sólo un año más de contrato. Yo estaba contento con él y quería que se quedara». Costó 12 millones de euros más el traspaso del canterano Núñez. Ese mercado Woodgate les costó 18 y Samuel, 25.

«Hemos fichado a Owen, uno de los jugadores más jóvenes en ganar el Balón de Oro. Su misión es aportar talento, fútbol y mucho espectáculo», dijo Florentino Pérez en la presentación. Llevaría el dorsal 11. Como en el Madrid no faltan leyendas a las que admirar, Owen declaró que su padre le había hablado de Gento. Mientras, desde la presidencia de honor, Di Stéfano le entregó la camiseta pidiéndole responsabilidad.

Owen fue el último galáctico en llegar al Madrid de los Galácticos. «Se trataba de poder jugar con esa famosa equipación blanca. De jugar en el Bernabéu. De jugar con Zidane, Figo, Beckham, Roberto Carlos», recordó el apodado Chico de oro. Para su llegada en 2004, la famosa equipación blanca del Madrid había visto levantar nueve Copas de Europa y la plantilla sumaba tres Balones de Oro y cinco de plata.

Figo observa a Owen desde la banda (Foto: Cordon Press)
Figo observa a Owen desde la banda (Foto: Cordon Press)

Llegaba Owen para hacerse un hueco en la delantera compuesta por Raúl y Ronaldo, como el más joven de los galácticos. Le preguntaron sobre la competencia a McManamann y contestó: «cuando vuelva a Liverpool me van a matar, pero creo que Raúl es mejor que Owen». El galardón de 2001 decía lo contrario: ganó Owen y Raúl fue segundo. Lo único cierto es que eran futbolistas grandísimos, distintos y complementarios. Algo que al principio costó ver pero que la temporada acabó por demostrar.

Owen no desbanca a Raúl

Desde su llegada, Owen no se amedrentó. «Acababa de ganar el Balón de oro, así que no iba a entrar allí pensando que todos eran mejores que yo. Estaba ansioso por entrenar para mostrarles a todos que era lo suficientemente bueno. Cuando vas a un nuevo club, siempre quieres ganarte el respeto de los compañeros de inmediato. Quería que Zidane me pasara el balón cuando estaba marcado. Quería que Ronaldo me lo diera cuando tenía tres jugadores a mi alrededor. Quieres su respeto por encima de cualquier otra cosa. Si no tienen confianza en ti y tu talento, es difícil volver de eso, es difícil integrarse», recordó para Goal.

Empezó suplente con Camacho. Raúl y Ronaldo venían de hacer 50 goles entre ambos, la campaña anterior. Owen dijo que, además, para el Madrid Raúl era como Owen para el Liverpool, y eso convenía entenderlo. En el estreno liguero relevó a Raúl y dio la asistencia a Ronaldo en el gol de la victoria.

Owen quería demostrar y Camacho le dio la titularidad sobre Raúl en el que sería último partido del técnico, derrota contra el Espanyol por la tercera fecha. Para entonces, Owen había ganado la rotación a Morientes y el puesto de un Raúl de 27 años parecía temblar. Pero se fue Camacho y Owen siguió sin ser titular con García Remón, el sustituto.

En octubre declaró que se «preocuparía un poco si las cosas continúan de este modo para fin de año. Jugando diez minutos por partido no puedo alcanzar mi máximo nivel». A final de mes se estrenó como goleador. Jugó toda la galaxia contra el Dynamo Kiev en Champions y el Madrid ganó 1-0 merced a Owen.

«Ha sido un alivio. Me faltaba el gol y hoy ya respiro tranquilo», dijo. Pero la cosa táctica, así, parecía inviable. Por eso en adelante Owen volvió a limitarse a rotar y cubrir las ausencias de Raúl o Ronaldo en un ataque que, con Figo y Zidane por detrás, se negaba a sumar una nueva pieza. De los tres Balones de Oro, Owen era definitivamente el descartado para García Remón.

Owen abraza a Raúl mientras se les acerca Javier Portillo (Foto: Cordon Press)
Owen abraza a Raúl mientras se les acerca Javier Portillo (Foto: Cordon Press)

Sólo marcar podría salvarlo, pero los goles no llegaban. Sin embargo, el inglés conocía su talento y no perdía la esperanza. «Cuando firmé por este club nunca lo hice pensando en que iba a estar entre los titulares desde el principio. No tengo una bola de cristal y no sé cuándo jugaré. Pero a veces en la vida tienes que ser paciente. No tengo dudas de que saldré adelante. No he jugado mal, estoy contento con mi rendimiento. De modo que mantengo la cabeza alta, sonrío y disfruto. Creo firmemente que tendré una oportunidad. Es cosa de tiempo. Queda toda la temporada».

Todos cuestionaban su rendimiento. Desde El País, Torres le interrogó sobre las posibles razones de su ineficacia. El periodista esgrimió que el Liverpool creaba espacios que favorecían contragolpes dirigidos a él, algo que no ocurría en el Madrid. Y Owen expuso que «sólo porque un equipo haya jugado de una manera no significa que sea la única manera en que yo puedo jugar. He jugado cerca de 70 partidos para Inglaterra y allí no se juega al contragolpe. Si eres un buen jugador te adaptas a cualquier equipo».

Como dice Owen, en fútbol la categoría del jugador es lo primero. Pero no se puede obviar que cada circunstancia influye. Un equipo empieza por el nivel y continúa por la complementariedad de los futbolistas, así se consigue formar una alineación de relaciones sensata. Sobre todo si tus competidores son tan buenos como tú, un matiz puede ser definitivo.

En un Madrid que pretendía imponer su juego desde el avance de las líneas y la combinación de centrocampistas como Guti, Zidane y Figo en la mitad rival, García Remón no veía a Owen por encima de las cuatro estrellas ofensivas, ni junto a ellas como parte de una estructura sólida. Entonces la oportunidad real demandada por Owen llegaría por Navidad, momento en que Luxemburgo fue contratado para dirigir el equipo.

Luxemburgo matiza el equipo y Owen se beneficia

Wanderlei Luxemburgo llegó al Madrid de la mano de Arrigo Sacchi, en la dirección deportiva desde ese mismo diciembre. Más allá de que dos de los galácticos fuesen brasileños, la elección no hubo de extrañar.

En su tiempo como entrenador, Sacchi fue un reputado tacticista que se declaró amante de la escuela brasileña en conceptos como la zona o la zaga lineal de cuatro futbolistas, con los que triunfó en Milán. Por su parte, Luxemburgo es uno de los técnicos más laureados y respetuosos con la historia del fútbol canarinho.

Owen junto a Roberto Carlos en 2004 (Foto: Cordon Press)
Owen junto a Roberto Carlos en 2004 (Foto: Cordon Press)

En Brasil tradicionalmente se juega un fútbol zonal de carácter asociativo y de contraataque largo, como lo llamó Zubeldía en su Táctica y Estrategia del Fútbol, tratado maestro escrito en los sesenta. Como Sacchi, Luxemburgo creía en la existencia de una táctica idónea y a través de ella explicaba su filosofía de juego.

A su llegada a la capital de España, definió lo que sería su Madrid del siguiente modo: «Mi equipo siempre empieza en rombo, pero luego se convierte en un 4-2-2-2 en ataque. También se ve el dibujo 3-4-3 porque un lateral se incorpora arriba (la llamada diagonal brasileña). El cuadrado mágico es el rombo girado. Está hecho con los ángulos mágicos. Entre todos mis jugadores quiero que queden distancias triangulares entre tres, eso significa que ocupo más espacios y hay menos distancia entre ellos».

En ese 4-2-2-2 empleado por clásicos equipos de Brasil, la última línea se mantenía atrasada, abriéndose por delante espacio suficiente para que los jugadores ofensivos pudieran moverse en función de la pelota, asociarse y desmarcarse de manera que, al recibirla, estuvieron en disposición de conducir técnicamente, expresando con ello el genuino talento del atacante brasileño.

Con Luxemburgo el Madrid se estrechó hacia atrás y se estiró en fase ofensiva, reforzó su epicentro y sumó verticalidad al juego. La zaga retrasada benefició a Samuel, Helguera y Pavón, centrales lentos para cubrir campo a sus espaldas. En invierno llegó Gravesen para dar al centro del campo, desde la zona del primer volante, un equilibrio entre la defensa y el ataque que Luxemburgo reconoció buscar en todos sus equipos.

El danés no era Clodoaldo en la Brasil del 70, como hubiese querido el técnico, ni siquiera Vieira, la pretensión de Florentino ese mismo verano, pero funcionalmente sumaba al equipo el sostén que Guti no conseguía. Con el laborioso Beckham como volante derecho, las cuatro vacantes adelantadas podían dedicarse a atacar casi en exclusiva. Y finalmente Owen se hizo con una de ellas, en lo que fue un Madrid mejorado.

Owen adelanta a Figo

Sobra decir que el gol es lo más ansiado en fútbol. Donde Figo sobresalía en desborde, Ronaldo, Raúl y Owen daban gol. Gracias a ello y a las innumerables virtudes de Raúl, el inglés acabó por adelantar a Figo. A Owen le favoreció que, con Ronaldo inamovible en punta, el equipo no precisara de centradores.

Así como que Luxemburgo no creyese en los extremos, rol donde futbolistas con regate y centro, caso de Figo, encajaban a priori más que cualquier otro. Así lo explicó el técnico: «No hay nadie fijo en las bandas, cualquiera puede caer a una banda. Olvídese de las bandas, las únicas bandas que hay son las de música. Mi opinión es que los jugadores no pueden estar fijos en una posición, todos tienen que utilizar las bandas».

Si bien Figo se adecuaba a ello, del mismo modo esas acciones representaban la esencia de Ronaldo, Raúl y un Owen que, poco antes de la llegada de Luxemburgo, declaró que «toda la vida he buscado los espacios. Por eso caigo a las bandas, porque desde allí hay muchos».

A inicios de abril, Owen aprovechó tres titularidades seguidas para marcar en cada partido. Todos se ganaron. De hecho, las estadísticas definitivas dicen que cada encuentro en que Owen hizo uno de sus 14 goles acabó en victoria madridista. Entonces se leyó que «con un tanto cada 2,9 remates, es, de lejos, el goleador más efectivo de Europa». Algo nada casual, ya que poco tiempo atrás Segurola había recogido en un artículo que Owen necesitaba menos de la mitad de oportunidades que Henry o Hasselbaink para marcar en Premier.

El último de dichos partidos fue el Clásico del Bernabéu. La cita resultó definitiva para el británico. Ese día, Figo empezó suplente y Owen compartió ataque con Zidane, Raúl y Ronaldo. El Madrid fue superior al Barça y Owen hizo uno de los cuatro goles que le dieron la victoria. Desde ese momento, no abandonó la titularidad hasta el final de curso. Fueron diez seguidas.

El Madrid de Luxemburgo y Owen

En aquel Madrid de 2005, la cabeza del rombo que refirió Luxemburgo fue Raúl. Ejercer de cuarto mediocampista no era novedoso para el 7, ya que así había jugado con Capello en la temporada 96/97. En cualquier caso, Raúl era un futbolista integral, capaz de sumar tanto a la generación del centro del campo como a la aceleración y al desenlace de las jugadas, por eso Luxemburgo lo eligió para dicho sector.

Mientras Owen acompañó a Ronaldo en la delantera. Cuando los defensores robaban el balón abajo, a través de Beckham y Zidane el equipo buscaba envíos directos hacia la movilidad del trío de ataque. Los contragolpes, a veces conducidos y otras lanzados, beneficiaban a los veloces Roberto Carlos y Salgado por los costados y a los hábiles Ronaldo y Owen arriba.

Michael Owen (Foto: Cordon Press)
Michael Owen (Foto: Cordon Press)

Comoquiera que las características de los grandes futbolista se aprovechaban, el Real Madrid pudo recortar la amplia distancia con el Barça de Rijkaard, Eto’o, Ronaldinho o Deco, hasta acabar la Liga a cuatro puntos del liderato. «Tristemente, en ese momento el Barcelona tenía una plantilla igual de impresionante, y ganó el título», explicó con claridad Owen años después, para Madridista Real.

La venta al Newcastle

Owen fue el futbolista del Real Madrid que en más partidos de Liga participó. Aun con su rendimiento, no se mantuvo en el club. «No queríamos ni venderlo ni cederlo, excepto si llegaba una gran oferta», explicó Sacchi aquel agosto. El Newcastle pagó por su fichaje 17 millones de libras, unos 24,9 millones de euros. Allí compartió ataque con su ídolo Shearer.

Por su parte, el inglés precisó años después en Goal que «el Madrid me dijo durante el verano: ‘Mira, estamos felices de que te quedes, pero hemos recibido una oferta y también estamos felices de aceptarla si quieres irte a casa’.

No estaba seguro, sin embargo, de que iba a ser titular en tantos partidos la temporada siguiente, porque el Madrid acababa de fichar a Baptista y Robinho. Ya teníamos a Morientes, Raúl y Ronaldo, así que pensé: ‘Dios, tengo un Mundial al final de la próxima temporada, no me apetece estar mucho tiempo en el banquillo’. Entonces, la pelota quedó en mi cancha y, después de sopesarlo, decidí regresar a la Premier League».

Una lesión que no le dejaba ser

De esas palabras llama la atención que, habiéndole ganado el puesto a Figo, Owen temiera la competencia de Baptista y Robinho, futbolistas netamente inferiores. ¿Acaso ocultó algo durante su tiempo en Madrid? Se trataba de las secuelas de una lesión sufrida en Elland Road para 1999.

Una vez retirado, Owen habló así sobre ello: «A los 23 años ya estaba en declive como jugador. Las lesiones me frustraron. Ya nunca pude correr tan rápido. Ojalá hubiera sido una pierna rota. La peor lesión para mí fue un tendón de la corva roto, porque en ese entonces no operaban, sólo permitías que se volvieran a unir. Cuando uno de los tendones se rompe ya no es el mismo. Fue un punto de debilidad en toda mi carrera».

Michael Owen en el banquillo (Foto: Cordon Press)
Michael Owen en el banquillo (Foto: Cordon Press)

Aunque la UEFA ganada y los goles conseguidos gracias a un don que nunca le abandonó le permitieran el Balón de Oro en 2001, el Madrid nunca vio al verdadero Owen porque nunca existió la posibilidad de verlo.

La suya fue una dramática situación que, según refirió a Daily Mail, al menos hoy le sirve de cierto consuelo: «Si me hubiera quedado en el Liverpool, me hubieran echado a los 27. Fernando Torres era mucho mejor que yo para entonces. Al menos Liverpool vio lo mejor de mí, en lugar de ser abucheado y llevado a otro lugar. Eso habría sido triste».

Owen volvió a lesionarse de gravedad durante su primera temporada en Newcastle. Hasta su retirada con 33 años, nunca alcanzó cifras similares a las de su tiempo en Liverpool y Madrid.

 

 

 

 

 

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