«La mayoría de las que estamos aquí hemos crecido pensando que no era nuestro lugar, que el fútbol era un lugar que no nos pertenecía, que nos han puesto pegas, que nos han puesto los peores horarios, que te ha entrenado gente que casi no estaba preparada para ello» dijo Irene Paredes el día antes de ser campeona del mundo. Ella tendría que haber levantado el trofeo este domingo como capitana, pero le quitaron los galones después del conflicto de las 15 en un clarísimo ejemplo de esas lecciones que las mujeres deben aprender por las buenas y, sobre todo, por las malas: levantar la voz siempre tiene consecuencias. La fundamental, eso sí, es que gracias a que lo hicieron, levantar la voz, la Federación española se vio obligada a hacer cambios que no tenían previstos ni veían necesarios porque según ellos todo estaba perfecto y las jugadoras eran unas caprichosas.
Más fisios, una mejor planificación de los entrenamientos, y los viajes, poder conciliar su profesión y la concentración con su vida familiar, las dietas, las primas, un nutricionista, eso reclamaron las futbolistas y eso lograron, pero varias se quedaron por el camino y a otras las quitaron el brazalete mientras Rubiales -que ayer quedó una vez más retratado con el beso sin consentimiento a Jenni Hermoso, ya tarda en dimitir o que lo dimitan- presentaba a Jorge Vilda como héroe y mártir. La frialdad con la que la mayoría de ellas ha tratado al seleccionador incluso en momentos de euforia que todo el mundo ha podido ver por televisión ha sido tan evidente como el empeño cerril con el que muchos han reivindicado la figura de Vilda proponiendo una dicotomía perversa: ganaba él y perdían las 15. Otra lección. Que aprendan. Porque el fútbol es de ellos, siempre ha sido de ellos, ellos mandan y a callar. A ver qué se han creído, muy subiditas estaban.
A Irene Paredes se le había metido la idea de ser una intrusa en un mundo de hombres porque esa ha sido su experiencia hasta el momento. Ella, junto a Alexia Putellas y Jennifer Hermoso son las únicas supervivientes que estuvieron con Ignacio Quereda, ese seleccionador que quería erradicar la homosexualidad, que les decía que lo que necesitaban era un buen macho, que las chillaba, las vejaba y que no las enseñaba un vídeo de las rivales porque no tenía, ni le preocupaba. 27 años estuvo en el cargo, nada menos que 27 años a pesar de que las futbolistas escribieron una carta al entonces presidente de la Federación, Ángel María Villar. ¿Y qué hizo? Romperla. Porque eran unas niñatas.
Después del enésimo fracaso en el Mundial de Canadá del 2015 y ante una nueva rebelión de las jugadoras, Quereda fue destituido porque la presión social ya resultaba insoportable. Vilda se hizo cargo entonces del equipo y no volvió a llamar a algunas de las caras visibles de la revuelta como Vero Boquete, que recordaba recientemente en una entrevista para Relevo: «Yo en mi carrera he jugado en algunos de los mejores equipos del mundo y si tengo que valorar el nivel de entrenadores y de dirigentes que he tenido no llegan al suficiente. Imagina lo que eso te limita. El fútbol femenino hasta ahora ha sido que el que no servía para el masculino le llevaban al femenino». Vero Boquete no volvió a la selección, ni siquiera tuvo una despedida que desde luego se merecía. Su error fue decir en voz alta que tal y como estaban no se podía seguir. Lecciones que las mujeres deben aprender.
En ocho años con Jorge Vilda la selección nunca había ganado una eliminatoria hasta este Mundial y futbolistas con una estructura profesional de años ya en sus clubes, como el Barça, señalaron a la Federación en varias ocasiones las carencias que veían. No las hicieron ni caso y cuando se plantaron, cuando enviaron la carta, la respuesta fue hacerla pública y apuntarlas. Las caprichosas, las niñatas, la pataleta. Que Vilda ha evolucionado, que ha sido valiente con los cambios después del sopapo ante Japón, que ha sabido manejar acertadamente la difícil papeleta de la gestión de minutos de Alexia Putellas, que la titularidad de Cata Coll ha sido un acierto, que el éxito, en fin, también es suyo no es en absoluto incompatible con la certeza de que un seleccionador del equipo masculino jamás habría aguantado tanto tiempo sumando un fracaso tras otro, jamás. Su continuidad ha sido posible porque el fútbol femenino era secundario, no importaba, no había presión. Han sido ellas, las futbolistas, las que han propiciado con sus exigencias, esas que fueron tachadas de caprichos, que se lo tomaran en serio. Me cuesta imaginar lo que deben haber sentido profesionales tan dignas, campeonas de Europa, jugadoras tan impresionantes como Mapi León o Patri Guijarro, al renunciar. Este Mundial también es suyo.
Tirar la puerta a pesar de ellos
A mis veintitantos, cuando ya llevaba unos años trabajando en el diario Marca en la sección del Real Madrid, respondía que era peluquera cuando algún tipo que acababa de conocer me preguntaba a qué me dedicaba. Lo hacía para ahorrarme un cabreo que había aprendido que iba a llegar sí o sí porque cuando decía la verdad -soy periodista, de deportes, fútbol concretamente, hago el Real Madrid- la sorpresa, la incredulidad, incluso el examen al que me sometían para comprobar si sabía quién era el lateral derecho me arruinaba la noche, o un rato de la noche. Así que soltaba que era peluquera y podía seguir bailando tan ricamente sin tener que soportar esa mirada de total desconfianza ni la condescendencia de mierda.
Casi dos décadas después le pedí a mi marido, también periodista deportivo -él ya sabía que no era peluquera cuando nos conocimos- que se fijara en cuántas mujeres veía trabajando en la Eurocopa de Francia en el 2016. Cuando lo hizo, fijarse, se dio cuenta de que había pocas, muy pocas en las salas de prensa de los estadios. No me pasaba a mí, nos pasaba a todas. El fútbol en particular, el deporte en general, era cosa de hombres y contada, explicada, también por ellos. Esos que entre grandes risotadas celebraban hasta hace nada que uno de ellos dijera que el fútbol femenino no era ni fútbol, ni femenino. Los que se aburrían viéndolo, los que lo menospreciaban, los que se burlaban.
Hace solo cuatro años un compañero que ahora ha cubierto desde Nueva Zelanda y Australia el Mundial femenino me contó pesaroso un día que me lo topé por la calle que su mujer estaba embarazada de una niña y, claro, que no la podría llevar al fútbol. No le contesté, pa qué, me hice la rubia. Si ha cambiado de opinión, si su hija empieza a darle patadas a una pelota, no creo que sea porque él haya reflexionado en la intimidad ni leído libros de feminismo, sino porque las mujeres, las jugadoras, han derribado la puerta a pesar de él.
Son las campeonas del mundo, por mucho que Vilda siga insistiendo de forma irritante en decir campeones, las que se han empeñado en demostrar que el fútbol nos pertenece, que también es nuestro sitio. Un lugar para quedarse, vivir, trabajar, disfrutar y emocionarse para jugadoras, entrenadoras, árbitras, fisios, periodistas en el que el principal problema es que hay mucho tarugo machista suelto que nos sigue limitando, incluso dando un beso en la boca sin consentimiento, que tienen motivos de sobra para ponerse nerviosos. Y esta es la mayor lección que ya hace rato que deberían haber aprendido.
Que buen artículo. Gracias.
De verdad, dejadlo ya. Ha vencido España con Vilda de entrenador y con sus decisiones técnicas. Justificar el comportamiento vergonzoso de algunas jugadoras (Incluso haciendo dudar de la honorabilidad del entrenador, qué papelón) no os hace ningún bien. Y se nota que supura por vuestra piel que haya vencido nuestra, vuestra selección.
En fin, otros pocos minutos desperdiciados….
Si te molesta que las mujeres te recuerden lo machistas que sois los tíos, ya te puedes ir armando de valor, porque las quejas no van a parar; es más, es posible que con el triunfo de la selección vayan en aumento.
Las jugadoras y las periodistas deportivas tienen todo el derecho a contar sus vicisitudes profesionales, faltaría más.
Resulta curioso que le atribuya todo el mérito a un ente inmaterial como lo es un país, y a un hombre (Vilda), y no le dé ningún crédito a esas «caprichosas», aquellas quienes toman todas las decisiones sobre lo que hacer en el terreno de juego en cada momento preciso. Su concepto de «nuestra selección» es la definición de un forofo, pero no del fútbol.
Saludos
Todo el mundo sabe que para determinado sector si perdía España, Vilda era el responsable, y si ganaba habían sido las jugadoras las únicas responsables. Por eso me hace gracia todos estos artículos a la defensiva que el entorno mediático cercano a esas jugadoras están publicando.
Realmente me importa una higa que un tipo o tipa me califique de machista sólo porque no le guste mi comentario, a mí toda la situación de principio a fin me ha parecido una VERGÜENZA, toda una lección de cómo no comportarse de parte de las jugadoras en cuestión y su entorno mediático.
Y también me importa una mierda la Federación y sus dirigentes.
Bueno, tu eres un tipejo prepotente a quien te crees que le importa tus traumas mentales? A nadie
Yo creo que es hora de que Vilda y el machirulo de Rubiales recuperen a las amotinadas y confeccionemos una selección invencible. El germen está ya más que plantado. Los de arriba son los que fallan
Claro, y el mundial de Sudáfrica lo ganó Vicente del Bosque, por su estrategia y su inteligencia, que David Villa (el segundo mayor goleador del Mundial), Sergio Ramos (ganador del premio Castrol EDGE, seguido en puntaje por Capdevila y Puyol), Iker Casillas (que se consagró como el mejor portero del mundial) y los demás no hicieron nada, vamos. Según tú, todo fue por obra y gracia del entrenador y de su espíritu santo, el pulpo Paul (que, por cierto, aunque te moleste, era hembra).
Cómo que lo dejen !?
Las jugadoras han ganado a pesar del pésimo entrenador, asúmelo tú, el mérito es de ellAs.
Gracias Gemma
Magnífico artículo. Somos muchas las que hemos dicho que somos peluqueras fuera de nuestro contexto profesional real. Afortunadamente esto está cambiando y en ese camino estamos
Lo dijo Alfonso Guerra hace muchos años y aún sigue de actualidad: «quien se mueva no sale en la foto»
Déjalo ya tu, de blanquear a una Federación corrupta y machista. Manejada por un inútil que lo único que hace es perpetuar a otros inútiles. Eso o deja que cada uno tenga su opinión.
Excelente artículo. Nos alegra el día también a los hombres
+1
Pues el decir que era peluquera habla muy mal de usted. » Para no soportar miradas de condescendencia… «, vaya cobardía. Y piel fina.
Eso sí, ahora se apunta a la quema, al arrimo de la hoguera prendida por la turba.
Excelente Gema, en todos los ámbitos laborales sucede…
Seguimos de pie.
Tu descripción es tan exacta…. duele exaspera.
Un repaso al empleo del laísmo en el artículo:
«(a Irene Paredes) le quitaron los galones». Bien.
«a otras las quitaron el brazalete». Mal.
«les decía que lo que necesitaban era un buen macho». Bien.
«las chillaba». Mal.
«las vejaba». Bien.
«no las enseñaba un vídeo». Mal.
«no las hicieron ni caso». Mal.
«la respuesta fue hacerla pública y apuntarlas». Bien.
“Las chillaba”. Bien.
Véase la segunda acepción de “chillar” recogida en el DLE, que admite el uso de chillar como transitivo cuando significa “gritar (levantar la voz)”.
Creo que se equivoca. El verbo chillar es normalmente intransitivo. Sin embargo, como usted señala, chillar sí que puede aceptar un complemento directo si se equipara a gritar como levantar la voz. En estos casos chillar se comporta como transitivo pero el complemento de persona sigue siendo le o les.
Así por ejemplo, «A María, le chillaban palabras obscenas» y desde luego no «A María, la chillaban palabras obscenas».
Si va sin complemento directo el pronombre que puede acompañar al verbo es dativo: «A María, le chillaba la señora al cruzar la calle» pero no «A María, la chillaba la señora al cruzar la calle».
Es mi opinión. No me dedico a escribir como la autora del artículo que debería de saber más que yo y que usted de esta materia.
Yo tampoco soy un lingüista o experto en lengua sino tan solo un amante de mi lengua materna, que procuro – seguramente sin conseguirlo- hablar y escribir con la mayor corrección posible. Soy enemigo también del uso indiscriminado e innecesario de los anglicismos. En el caso que nos ocupa, a mí no me sonó mal la expresión “las chillaba” y fue al consultar el diccionario cuando vi esa segunda acepción que permite el uso del verbo como transitivo. Intuitivamente, para mí, chillar o gritar a alguien me parece un verbo transitivo con un complemento directo y, por tanto, habría que decir “la chillaba, las chillaba, las gritaba” o “la gritaba”. Usted dice que incluso en ese caso el pronombre que acompaña al verbo es dativo. Seguramente tenga Vd. razón. Insisto en que me pudo la intuición (que no me sonara mal la expresión “las chillaba”) y que el DLE admitiera una acepción del verbo como transitivo. En todo caso, muchas gracias por su respuesta educada. Un saludo cordial.
Y un repaso, salvo error u omisión por mi parte, de los resultados de Vilda en la selección femenina de fútbol.
En 2015, subcampeonato de Europa sub-19.
Selección absoluta:
En 2017, cuartos de final de la Eurocopa. Eliminada en los penaltis contra la selección de Austria.
En 2019, octavos de final del Mundial. Derrota ante los Estados Unidos y posterior campeona del torneo.
En 2022, cuartos de final de la Eurocopa. Derrota en la prórroga contra Inglaterra que luego resultó ganadora del campeonato.
Ahora pregúntate si algún seleccionador masculino hubiera aguantado tanto con esos resultados en 6 años.
Sin ánimo de polemizar. De primeras me vienen Javier Clemente y Miguel Muñoz.
GENIAL !!!!
ES LA HORA DE LA REVOLUCIÓNNNNNN
Genial, más claro el agua, excelente articulo.
Ese resentimiento y victimismo no puede ser bueno para la salud.
Lo dices por ti, imagino.
Empezó una revolución imparable donde tenemos que apoyarnos todos los colectivos vejados por estas supremacías. Será duro porque los poderosos de ahora moverán toda su artillería para mantener sus privilegios. Pero los que abogamos por la igualdad de todes somos más y tenemos la verdad de nuestra parte.
Cuànto machismo destila esta crónica pero en inverso
Tu comentario sí que destila machismo del que vivimos cada día.
El machismo en sentido inverso no existe. El desprecio/rechazo de las mujeres a los hombres(no de todas, sino solo de las feminazis globalistas descerebradas afines a Irene Montero, Ione Belarra y Ángeles RodríguezPam) se llama «misandria».
Me encanta el artículo y tienes toda la razón, pero eres periodista y lo del laísmo lo deberías tener superado ya.
Pingback: Entrevista a Rubiales, jijí jajá
Enésimo texto misándrico, victimista e histérico de una feminista. La decadencia de Jotdown es terrible.
A ver si me publicáis el comentario y no lo borráis como otras veces, censuradores.
Has dicho todo lo que se tenía que decir desde hace milled de año y nadie lo quería, publicar, oír o leer. Mil gracias por ser nuestra voz internacional. Gracias por publicar lo que hemos sentido desde hace siglos. Gracias, mil gracias. Lo del comentario del laísmo, no tiene nada que ver con el artículo.
Simplemente gracias por el artículo.
Pingback: Asun Langa: «Grand Prix buscó árbitros profesionales de baloncesto porque tomamos decisiones rápidas con agilidad visual y autoridad»
Sí, sí, el fútbol también es vuestro. Permitidme que me despiporre de la risa. Es tan vuestro, que cuando habéis sido convocadas para la selección os habéis callado cómo puertas. Y a Jenni Hermoso, la que ha montado el pollo del pico de Rubiales, la han expulsado de la selección y otra vez lo mismo. Calladas cómo puertas, porque puede que os afecte al bolsillo y eso duele, peseteras.