El viernes, me levanto temprano, sabiendo que el día será largo. Desde Bruselas, tomo el tren a Verviers y luego un bus hasta Spa-Francorchamps. Aunque es viernes laborable, la emoción del Gran Premio atrae a multitudes. La lluvia no da tregua. Al llegar al circuito, me sorprende el impresionante desnivel que tiene. No es solo Eau Rouge y Raidillon, como se ve en la televisión, todo el trazado presenta una marcada topografía. La cantidad de personas presentes a pesar del mal tiempo también me asombra; la pasión por la Fórmula 1 es palpable.
La fanzone es mi primera parada, pero está en el extremo opuesto al camping de Les Combes, donde pasaré 2 noches. Recorro todo Eau Rouge y Raidillon mientras rememoro el legendario adelantamiento en la recta de Kemmelde Mika Häkkinen a Michael Schumacher, con Ricardo Zonta de testigo de lujo. Dicen que es el mejor adelantamiento de toda la historia. Aquí ganó Ayrton Senna por segunda vez en su carrera deportiva, y vio ganar a Juan Manuel Fangio en 1950 con su Alfa Romeo por primera vez en F1 en este circuito. También vio debutar al Káiser, en 1991.
Sin embargo, la sesión es bastante aburrida. Debido al intenso aguacero, los coches casi no salen a pista. La Fórmula 1 actual no está diseñada para correr en lluvia extrema y el espray que levantan los monoplazas dificulta la visibilidad. Spa presenta un desafío adicional, ya que el circuito está rodeado del denso bosque de Las Ardenas que retiene el espray y empeora la visibilidad.
Este fin de semana es especial porque se llevará a cabo una Sprint Race, un nuevo formato que sacrifica dos sesiones de prácticas para agregar emoción a la F1. La clasificación se realiza el viernes, y el sábado se corre una «miniclasificación» y una «minicarrera». Lo que dificulta la puesta a punto de los coches. Como apunte, es el circuito más largo de la temporada, con algo más de 7km, lo que significa que hay muy pocas vueltas, 44.
Luego de la sesión de prácticas, llego al camping, donde la verdadera fiesta comienza. Entre caravanas decoradas con los rostros de Max Verstappen y música a todo volumen, encuentro un hueco para montar mi tienda. Pronto me uno a un divertido grupo de alemanes en un juego llamado Flanky Ball, que consiste en beber más rápido que el oponente. De regreso a la recta de Kemmel para ver la clasificación y los monoplazas a más de 300km/h, me sumo a la decepción de otros fans al ver que los Aston Martin solo consiguen hacer noveno y décimo. Y al ver que Redbull, de nuevo, se pasea. En especial, el neerlandés (aunque nacido en Bélgica, Max). Solo me queda agradecerle al día la simpática cena que decide cocinarme un señor cincuentón en el camping. Huevos con pan, tomate y queso. Una auténtica delicia.
El día comienza con un buen desayuno antes de cerrar la tienda de campaña. Decido cambiar de ubicación para ver las sesiones del sábado, en busca de un lugar en la zona de Pouhon y Les Fagnes. Spa-Francorchamps es un circuito mítico, lleno de historia y carácter europeo, que nombra a todas sus curvas, algo que solo sucede en los circuitos antiguos. Resulta que es Spa se inauguró hace más de 100 años. Es la esencia de la F1, como puede ser Monza, Mónaco y Silverstone, a pesar de que el epicentro de la F1 insista en cambiar de región.
Entre el estruendo de los coches de F2, F3 y Porsche, y entre la multitud, me esfuerzo por encontrar un sitio decente. En la grada fan de Max veo a muchos de los que estuvieron despiertos en el camping hasta las tantas. Y aunque intento llegar temprano, la gran cantidad de personas con entradas para la Bronze Area, la entrada general, y los pocos lugares disponibles, dificultan encontrar un sitio. Te lo venden como zonas, pero no son más que pasillos de paso y pelouse de piedras y tierra.
A lo largo del día, el clima juega con nuestras emociones: lluvia, sol, lluvia, sol… y así sucesivamente. Estas condiciones hacen que la conducción sea aún más desafiante para los pilotos. Lance Stroll se sale en la SQ2 (Sprint-Shootout Q2), impidiendo que Alonso pueda realizar una vuelta limpia, lo deja fuera de la última ronda de clasificación. El asturiano, que cumple 42 años, saldrádécimo quinto en la «minicarrera» de la tarde. Verstappen domina nuevamente.
El día solo se aguanta a base de cerveza, charlas con desconocidos, música techno y frites belgas. Luego llega la «minicarrera», la Sprint Race, que representa alrededor del 30% de la distancia de la carrera del domingo. Sin embargo, nos roban 5 de las 11 vueltas debido a problemas de visibilidad, y los 20 pilotos terminan siguiendo al Safety Car para secar la pista. Es frustrante ver cómo estos coches modernos no pueden correr bajo la lluvia. Algo no está haciendo bien la FIA. Desafortunadamente, también presencio cómo Alonso se sale justo delante de mí. Rara vez comete estos errores. De todas formas, el coche no se daña y no iba a puntuar. Verstappen domina nuevamente.
Al regresar al camping, después de hacer una cola de una hora y media por los pasillos del circuito, me consuela ver que todo el mundo está de fiesta. Aquí los resultados en pista son secundarios, lo importante es disfrutar del ambiente festivo. Me acuesto con coros de «Max, Max, Max, Super Max, Max, Super super Max, Max, Max, Super Max, Max».
Continuamos la celebración jugando más Flanky Ball, y las hamburguesas cierran la jornada. La calidad de las sesiones de F1 deja que desear, pero el ambiente y la camaradería hacen que cada minuto en Spa valga la pena.
La mañana del domingo comienza con el repiqueteo de las gotas sobre mi tienda de campaña y una dolorosa resaca. Al desmontar todo para ingresar al circuito, descubro que me han robado la silla de camping que me habían prestado, una mala señal para empezar el día.
Esta vez, decido ubicarme en Blanchimont y la chicane de la Bus Stop, a pesar de que el recorrido hasta allí es largo y complicado. Solo para encontrarme que las zonas para sentarse están detrás de vallas y árboles, sin tenderetes de comida ni baños. Decido regresar a la recta de Kemmel, a sabiendas de la multitud que me encontraré. El sol brilla inesperadamente, y en mi intento por disfrutar de la carrera, termino con la cara roja por la quemadura del sol. La carrera es aburrida y el resultado es predecible.
Me equivoco de salida una vez termina la carrera y, por tanto, no puedo volver a entrar, lo que significa una caminata de más de 3 horas por una carretera paralela para llegar al punto de encuentro del autobús. Finalmente, logro llegar al último bus que me llevará a la estación de Verviers y me llevará de regreso a Bruselas a altas horas de la noche.
En conclusión, es genial ver cómo la F1 se abre al mundo y atrae a fans de todas partes con sus ídolos, en parte, gracias a la dramatización de la serie Drive to Survive. Pero la realidad es que la F1 actual no cumple con lo prometido. No hay adelantamientos emocionantes como se esperaba con el nuevo reglamento. Red Bull ha dominado en gran parte, ganando 17 de las 22 carreras del 2022 y todas las del 2023. El seguimiento del coche de adelante sigue siendo un desafío debido a la pérdida de carga aerodinámica, y la FIA parece obsesionarse con ciertos aspectos técnicos en lugar de enfocarse en brindar una experiencia emocionante para los espectadores que pagan un dineral por las entradas.
El ADN de la F1 es el desarrollo de tecnologías, combustibles, seguridad y neumáticos. La estandarización de las piezas, un calendario tan largo, alejarte de carreras históricas para meterte en nocturnas y urbanas ficticias, y las carreras al Sprint van en contra de lo que es el Gran Circo. Quizá es hora de repensar la dirección de la Fórmula 1 y poner el enfoque en la emoción real para los seguidores que amamos este deporte, para que no suceda el esperpento del 2021. Sabemos que Money is King, pero no se trata de exprimir la vaca a base de más y más carreras. Veremos lo que nos depara el nuevo reglamento del 2026.
Amena crónica, análisis interesante y conclusiones más que acertadas. Difícil entender por qué no se aprovechan mejor las oportunidades que podría brindar el círculo de la F1.
Me encanta el artículo, muy bien escrito Felipe!
Coincido plenamente con las conclusiones. A ver qué pasa en 2026…
Felicidades por el análisis que haces Felipe! Muy bien redactado. A ver la FIA si pone soluciones para el futuro
Hoy día, ponerse a ver un GP de F1 exige un grado elevado de masoquismo… más aún si es in situ.
La comparación con Moto GP es sangrante: aquí sí hay emoción, alternancia de ganadores, espectáculo y diversión.
Gran crónica Sr. Cossio. Menuda experiencia en busca de la 33
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