Carlos Alcaraz hace historia

Carlos Alcaraz, 20 años, ha hecho historia este domingo en su cuarto torneo sobre hierba tras ganar su primer Wimbledon ante nada menos que Novak Djokovic que buscaba su quinta victoria consecutiva, la octava en su carrera y que no perdía en el All England desde 2017 cuando tuvo que retirarse en los cuartos ante Tomas Berdych por unos problemas en el codo que terminó llevándole al quirófano. Desde entonces, 29 victorias ante 27 rivales, incluidos Federer y Nadal. Alcaraz es el tercer tenista español en recibir la copa dorada después de Santana y Nadal. Así que sí: ha hecho historia y de qué manera.

Una auténtica proeza en el escenario más importante del mundo y rodeado de celebridades, desde el rey Felipe VI, y los príncipes de Gales hasta un Brad Pitt que no envejece, Hugh Jackman o la estupenda pareja formada por Daniel Craig y Rachel Weisz. Un lugar donde se bebe champán rosado con pajita, los señores lucen trajes impecables y las señoras cutis perfectos y gafas de sol con la que la mayoría de los mortales pagaríamos dos mensualidades de alquiler. Y ahí se plantó Carlos, «Carlitos», para demostrar que estamos, muy probablemente, ante un tenista que marcará una época. Y eso que la final no empezó precisamente de la mejor manera porque en apenas media hora Djokovic le endosó un 6-1. El murciano estaba absolutamente agarrotado, incómodo, sobrepasado.

Parecía un muñeco en las manos del serbio y se salvó del rosco de milagro. Hubo momentos que daba hasta pena verle tan apabullado, pero en el segundo set el asunto comenzó a cambiar cuando logró calmarse y con cada bola ganadora se animaba a sí mismo para ganar en confianza. Aunque siguió impreciso con algunas dejadas que no le terminaron de funcionar y acelerado en algunos momentos, llegó al tie-break y logró la hazaña. Djokovic no había perdido uno en este Wimbledon, había ganado los 15 que había disputado durante el 2023 y durante su carrera han caído mayoritariamente de su lado, pero dos reveses a la red dieron la ventaja al murciano y el 1-1 en el marcador.

Recuperada la autoestima, Alcaraz comenzó el tercer set rompiendo el servicio de Nole, más fluido de piernas y exhibiendo un mayor repertorio de golpes ante un rival que comenzó a sufrir. Llegó entonces el momento clave: el quinto juego del tercer set. Un juego que parecía interminable, sobre todo para el serbio. Duró nada menos que 27 minutos y Alcaraz rompió el saque a Djokovic después de siete ventajas, 13 iguales y con el favorito de los nervios quejándose al juez de silla por vaya usted a saber qué mientras su gente en el box resoplaba inquieta. Con el segundo break, el español ganó el saque en un visto y no visto y se anotó el set con un contundente 6-1. Eso sí, quien pensara que a partir de ahí podía ser fácil, se equivocó…

En el cuarto, Djokovic, que no estaba muerto ni de parranda resucitó y rompió el servicio de «Carlitos» para colocarse con 3-2, crecerse y a partir de ahí meter primeros saques, poner en aprietos a Alcaraz y terminar ganando el set por 6-3 de la peor manera posible: con una doble falta del español en el último punto. Y así llegó el quinto, el definitivo. Y estamos hablando de Djokovic, el tenista con mayor porcentaje de victorias en el quinto set del circuito, el rey de los partidos a cinco sets, prácticamente invencible tirando de épica y que solo había perdido una en Wimbledon: contra Murray en el 2013. Parecía misión imposible, vaya.

Alcaraz fue valiente, entró más en pista, se fue más a la red y confió en sus dejadas mágicas para romperle el servicio en el tercer juego, con el público enloquecido y el serbio haciendo gala de su frustración mientras rompía su raqueta tras estrellarla en el poste de la red. En el punto definitivo, con 0-15 se atrevió a hacer una dejada seguida de un globo; era la señal definitiva, iba a por ello y no dudaba. Y sí, pasó. Se tiró primero sobre la hierba y escaló ya como campeón de Wimbledon las gradas para reunirse con su familia y con su entrenador, un lloroso Juan Carlos Ferrero que demostró ser humano por si alguien tenía dudas después de presenciar durante la mayoría del partido como no movía ni un músculo facial pasara lo que pasara. «He cumplido un sueño», afirmó más tarde y, ante las risas de los presentes, le recordó a Djokovic que había empezado a jugar al tenis viéndole a él y que siempre fue un referente, una inspiración. «Estoy todavía que no me lo creo», soltó ante el micro de Movistar+. No es el único, pero es verdad, ha sucedido: Alcaraz lo ha conseguido.