Fútbol Femenino

A romper la hegemonía, o de por qué Estados Unidos es la mayor potencia Mundial de fútbol femenino

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Megan Rapinoe (Foto: Cordon Press)

Esta semana arranca un Mundial de Australia y Nueva Zelanda que será distinto a los demás por muchos factores. El primero, el de la visibilidad que -aunque el horario no beneficie al resto de continentes- se espera siga en línea creciente y bata los números de el de Francia, con 1.120 millones de espectadores acumulados, una final que vieron 260 millones de personas y que aportó, además, 284 millones de euros al PIB del país galo. Cuatro años después, el panorama del fútbol femenino ha cambiado tanto a nivel mundial, ha crecido en la mayoría de países donde ya había competiciones organizadas, se ha expandido a más países y federaciones que empiezan a cumplir las directrices FIFA, se ha consolidado como referencia en algunos como Inglaterra, que los datos que se esperan superarán en más de un 30% lo visto en la anterior cita.

Pero a nivel deportivo, todo este crecimiento ha roto una balanza que se inclinaba siempre hacia Estados Unidos, con mucha diferencia del resto. Cuatro títulos mundiales, otras tantas medallas de oro en los Juegos Olímpicos y 8 títulos Concacaf es el balance que respalda el palmarés y la importancia histórica de una selección que ha dominado sin paliativos el fútbol femenino desde su creación. El resto están invitados a romper la hegemonía de un equipo que se sabe ganador desde el momento en el que pone el pie en el autobús para dirigirse al primer partido de un Mundial.

El dominio de Estados Unidos en el fútbol femenino se corresponde con el respaldo institucional al deporte femenino en el país. Todo nace en 1971, con la creación de la Ley que se aprobó el año siguiente y por la que cualquier institución pública o privada que solicite un centavo de dinero estatal tiene la obligación de tener no solo un equipo femenino de todas sus disciplinas, sino de tenerlo en las mismas condiciones que tenga el masculino. El Title XI, que entró en vigor en 1972, es el responsable de que el deporte femenino en EEUU no sea un adorno como en otros países. Es una fuente de medallas, títulos y éxito. Las universidades están obligadas a ofrecer el mismo presupuesto, instalaciones, medios e incluso becas deportivas a hombres que a mujeres, fomentando la participación de niñas y adolescentes en el deporte y construyendo carreras profesionales, algo de lo que se benefician el atletismo, la natación, baloncesto, tenis, y por supuesto el fútbol, con un catálogo de becas a las que optan también futbolistas de todas partes del mundo, incluido España.

Que EEUU haya potenciado el fútbol femenino desde hace cincuenta años, y en especial en la década de los 90 y tempranos 2000, es la respuesta a por qué esta hegemonía que hoy, cuando países como Inglaterra, Alemania, Francia o España comienzan a apostar, se acorta y se pone en duda en un campeonato en el que por primera vez puede pasar de todo. Tenían (y tienen) a las mejores jugadoras del Mundo. Una de ellas dirá adiós a los terrenos de juego desde Oceanía, es el caso de Megan Rapinoe, que más allá del fútbol intentó luchar por los derechos de todas las futbolistas del mundo y en especial de su país, siendo abanderada de una lucha por el Equal Pay que puso los cimientos de las del resto.

Y mientras en EEUU el Gobierno protege al deporte femenino, lo impulsa y le da una estructura necesaria para el amateur y el profesional, en España el 83% de las niñas no hace deporte de forma habitual. Un 76.5% de los deportistas federados son hombres, mientras que solo un 23.5% son mujeres. Del total de licencias femeninas, solo un 19,2 pertenecen a deportes de equipo. La tasa de abandono crece de forma abrupta a partir de los 16 años. El año pasado solo había 66.000 mujeres y niñas jugando a fútbol, cifra que se aumentó hasta las 87.000 en los últimos datos proporcionados, apenas hace unas semanas por la RFEF. Jugar al fútbol en España siendo mujer o niña sigue siendo algo complicado, una desigualdad histórica a compensar y un proyecto de país, como dijo José Manuel Franco, exPresidente del Consejo Superior de Deportes, algo que ni ellos mismos se toman en serio, ahogando a la Liga F, rompiendo el concepto de solidaridad que ahora va de abajo a arriba, cuando una liga recién creada que debería recibir apoyo institucional para establecerse y ser la puerta de entrada a la profesionalización del resto de deportes está obligada a repartir sus escasos beneficios con una institución que tiene un superávit de 32 millones de euros.

Pero hemos venido a hablar de fútbol y del Mundial: ¿Mantendrá EEUU su hegemonía histórica o veremos por primera vez a unas campeonas mundiales de otro país? ¿Conseguirá Inglaterra continuar con el impulso deportivo y de títulos que le dio la Eurocopa celebrada en su país? ¿La Francia post Diacre tendrá por fin la relevancia que merece? ¿Está capacitada Alemania para liderar el fútbol mundial? ¿Seguirá pesándole a España no tener a un entrenador a la altura de sus jugadoras en el banquillo? Las preguntas comenzarán a responderse el 20 de julio. Estén atentos a sus pantallas. En la 2, bien temprano. Pónganse el despertador y sintonicen el canal por el que casi nunca pasan.

3 Comments

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