Esta pieza va a ser complicada de escribir. Voy a intentar trasladaros la magia de una serie sin haceros ningún spoiler —o al menos ninguno importante—. Es uno de esos textos difíciles de hacer pero, por cuyo contenido, merece la pena el esfuerzo.
Hay pocas cosas más icónicas de la actual cultura pop que el fútbol y las series. El fútbol es un fenómeno de masas inherente al ser humano durante prácticamente los últimos 90 años. Sin embargo, el de las series es relativamente nuevo como boom y viene de la mano a los nuevos consumos y plataformas audiovisuales.
Lo curioso es que el binomio fútbol-cinematografía nunca ha terminado de calar. Salvo maravillas como Evasión o Victoria, el resto de intentonas han acabado —en mayor o menor medida— en fiasco y dejándonos con una extraña sensación de frío en los huesos. Y cuidado, Evasión o Victoria es un producto para los muy futboleros donde gusta mucho ver a Osvaldo Ardiles, Pelé y Bobby Moore, pero en el que se nos atraganta ver a Rambo, antes de que dejase de sentir las piernas, atajando balones con unas dotes y poses harto discutibles, en cuanto a credibilidad.
Entono el mea culpa por haberme gustado la inefable Goal. Sí, reconozco que disfruté con las andanzas de Santiago Muñez (sí, Muñez) en Newcastle y su periplo de «espalda mojada» a estrella mundial del balompié. De las secuelas no voy a hablar; ni un friki como yo, puede salvar semejantes bodrios. Y lo que no consiguió la gran pantalla, lo ha conseguido una serie pensada y emitida por una plataforma de pago como Apple TV con Ted Lasso. La serie cuenta la historia de un entrenador de fútbol americano universitario que es contratado para dirigir un equipo de la Premier League. El argumento, a priori inverosímil, nos traslada a una ficción en la que nos enamoramos de cada uno de los personajes y que, esta vez sí, nos hace sentir y creernos que estamos (vi)viendo el día a día de un equipo de fútbol.
Es probable que en el resto de producciones relacionadas con el balompié, el deporte rey sea una excusa para contar una historia. En Ted Lasso la historia, contada en clave de comedia, es la excusa para que nos hagamos hinchas incondicionales del ficticio AFC Richmond. Y todo ello con escenas bastante básicas —pero cargadas en lo emocional— en lo que se refiere a los partidos.
Coreografiar verosímilmente un encuentro de fútbol es sumamente complicado, ya que es un deporte en el que pasan muchísimas cosas internas pero que a la vista puede parecer que no sucede nada. Algo muy poco cinematográfico. Y en esto, la serie no se complica. Escenas básicas porque cuando tenemos que creernos que estamos viendo el día a día del equipo, es en las escenas de vestuario, palco o despacho de la presidenta.
La sinopsis es sencilla: Entrenador de fútbol americano que es contratado por la presidenta de un modesto club londinense que se debate entre Premier League y Championship para hacerlo fracasar, como venganza hacia su ex marido (anterior dirigente del club). Bajo una premisa simple, la producción nos traslada a un escenario repleto de personajes complejos.
Ted Lasso (Jason Sudeikis) es un entrenador sin experiencia en lo que para él es un deporte llamado soccer pero con una personalidad positiva, alegre y optimista hasta el hastío. De hecho, a lo largo de la trama se dará cuenta de que tapar las cosas que le hacen daño bajo el manto del positivismo de brillantina, trae consecuencias. Lo más curioso es que el personaje de Ted Lasso ya apareció en la cadena NBC Sports en una serie de promos, para anunciar la cobertura de la Premier League por parte de cadena estadounidense, allá por 2012. La inversión de la cadena para emitir la máxima categoría del fútbol inglés había sido muy fuerte para la época, 250 millones de dólares.
Los directivos del canal entendían que una manera de hacer atractivo el producto «soccer» en Estados Unidos, pasaba por utilizar el personaje de un entrenador de fútbol americano que intentaba dar el salto a un equipo de la Premier League. Se buscó la colaboración de los equipos pero la premisa fue rechazada por los integrantes del fútbol inglés, al considerarla descabellada. Bueno, no por todos. El Tottenham Hotspur accedió y la popularidad de los sketches fue absoluta en el país norteamericano. La notoriedad del personaje fue tal, que la NBC ordenó otra tirada de spots con Lasso comentando los partidos de la Premier.
En 2020, Sudeikis —productor, intérprete y padre de la criatura— nos regaló al personaje, definitivamente, volando libre en su propia serie. Pero, ¿cuándo nace realmente la idea? El escritor argentino, Juan Manuel D’angelo, nos cuenta en su blog que todo comienza en 2003, cuando Jason Sudeikis y Brendan Hunt (que interpreta al segundo entrenador Beard) estaban de gira con otros cómicos por Ámsterdam. El ambiente futbolero de la ciudad neerlandesa y las horas jugando al FIFA —siendo estadounidenses— llevaron a ambos actores a plantearse un escenario curioso: ¿Qué pasaría si un entrenador de la NFL y su ayudante trataran de entender las reglas básicas del fútbol?
En 2017, tras el éxito alcanzado en la NBC, Sudeikis y Hunt se asociaron con Bill Lawrence, el creador de la comedia médica Scrubs y se pusieron a trabajar en el guión. El proyecto les atraía tanto que la primera temporada estuvo redactada sin saber, siquiera, si sería emitida alguna vez. La serie vio la luz, por fin, en el pandémico 2020 gracias a Apple TV. El personaje era el creado por Sudeikis pero la historia comenzaba desde cero.
La compañía tuvo reticencias de inicio, ya que el fútbol no suele dar buenos resultados en pantalla. Sin embargo, el éxito fue absoluto y trascendió más allá de los futboleros (a quienes nos tiene enamorados) para ser una serie de disfrute generalizado. Acompañando a Lasso, el elenco de protagonistas —y secundarios— es simplemente delicioso y cargado de unos tópicos iniciales que dan paso a unos personajes complejos y poliédricos. Tenemos a la presidenta despechada e implacable en un mundo de hombres que le obliga a ser dura de pelar y que en el fondo es una persona amable y cariñosa (Hanna Waddingham interpretando a Rebecca Welton). Al director deportivo con no demasiadas luces pero con un gran corazón (un Higgins interpretado magistralmente por Jeremy Swift) y si nos vamos a los futbolistas no puede faltar la joven promesa engreída y producto de la sociedad actual (Phil Dunster interpretando a Jamie Tartt) cuya infancia y un padre capullo lo han convertido en estrellita a punto de estrellarse, pero que en el fondo es un buen chico. O a la gran figura en el ocaso de sus días deportivos: Roy Kent, ex estrella del Chelsea y campeón de la Champions League. (Interpretado por Brett Goldstein);un tipo siempre malencarado y con la empatía de un ladrillo, bajo cuyo manto pétreo se esconde una gran persona.
El elenco se completa con unos secundarios que nos conquistan con su personalidad. El entrenador Beard (Brendan Hunt) es el inseparable segundo de Lasso. Un estudioso del fútbol con una personalidad un tanto «rara» y sumido en una relación más tóxica que los atunes de Fukushima. Sam Obisanya (Toheeb Jimoh) es un joven jugador nigeriano de gran corazón y principios morales inquebrantables. Keeley Jones (Juno Temple) es la típica WAG… que no quiere ser la típica WAG. Dani Rojas (Cristo Fernández) es un delantero sudamericano alegre, entusiasta, un tipo que une al equipo. El fútbol es vida para Dani. Cabe destacar que Cristo fue futbolista y eso le ha ayudado a la hora de dar credibilidad a sus escenas de coreografía balompédica. Aunque un personaje sobre el que debemos pararnos más en profundidad es Nathan Shelley (Nick Mohammed), el tímido utillero que se destapa como un estratega increíble. Para lo bueno y para lo malo. Hasta ahí podemos leer.
Por deformación profesional, uno de mis secundarios favoritos es Trent Crimm (James Lance). Un periodista flemático e iracundamente implacable con Lasso a su llegada y con una carrera en la que miró más por su ego, que por las consecuencias que podía tener lo que publicaba. Crimm, termina convertido en un aliado para el equipo y para Lasso. Un tipo que termina entendiendo los muchos errores que ha cometido (y pide perdón por ellos).
En Ted Lasso nada ni nadie es lo que parece. Es una de las grandes virtudes del show. Siempre te mantiene pendiente de por dónde van a ir los tiros. Pero, sobre todo, Ted Lasso es una historia sobre las buenas personas.
El éxito y la calidad es tal, que la propia Premier League —probablemente la competición europea que más y mejor trabaja su marca— ha terminado por acoger la serie como si de un producto oficial se tratase. En la tercera temporada, la liga ha proporcionado grafismo, imágenes de archivo y permiso para lucir indumentarias reales de sus equipos (incluyendo los parches y brazaletes de capitanía oficiales). Además, no es raro ver interacciones entre las cuentas oficiales en Twitter de la Premier y de la serie.
Lo más curioso es que se ha desarrollado una especie de vida paralela en la que la gente de a pie se ha hecho aficionada del Richmond. Sí, gente aficionada a un equipo que no existe y que demanda su camiseta y su bufanda. Gente que cuando se toma un cubata —venga lo reconozco, entro en esta categoría—, termina cantando la canción de Jamie Tartt (al ritmo del famoso Baby Shark).
La serie es disfrutable por cualquier público, pero para el futbolero es una delicia. Sabe jugar con los constantes guiños. Beard cargando constantemente con un ejemplar del libro de Jonathan Wilson, La Pirámide Invertida—biblia de todo «panenkita» que se precie— repleto de marcadores. Cómo desdramatizar el juego también queda patente cuando Beard le pregunta a Lasso si está entendiendo el libro y el entrenador responde: «Ni una palabra».
Pero cuando más nos divertimos es buscando las analogías con futbolistas reales. Sí, en Ted Lasso muchos de los protagonistas se basan —ya sea físicamente o en rasgos de su personalidad— en jugadores contemporáneos. Todos sabemos que Roy Kent es un calco de Roy Keane y muchos vemos en Jamie Tartt al guapísimo Jack Grealish. Pero, al menos yo, no puedo dejar de ver en Obisanya una mezcla de N’Golo Kanté y el Sadio Mané «pre tortazos» de Múnich. En la tercera temporada ha irrumpido Zava, un delantero de clase mundial y flipadez extrema que no deja de ser la clarísima caricatura de Zlatan Ibrahimovic.
Al éxito de público lo avala también el de la crítica. Más de 200 nominaciones y 34 premios EMMY jalonan las tres temporadas del serial; pero su mayor éxito es el de volver a ponernos en contacto con nuestra parte más humana. Esa parte que a veces queda doblegada y embrutecida por los reveses de la vida y que nos recuerda que no hace falta ser un capullo, falto de escrúpulos, para hacer algo grande con nuestra existencia. Esa parte que, cuando las cosas se ponen complicadas, nos señala lo mismo que el cartel que Lasso pone en el vestuario del Richmond a su llegada: «Believe».
A mi Obisanya siempre me ha hecho pensar a Bukayo Saka.
Hay otra serie de fútbol inglesa, de la que solo se ha emitido una temporada de 6 capítulos, que no está mal. «The First Team»
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