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Más pan que circo: en defensa de la explosión ofensiva de la NBA

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Luka Doncic

¿Qué no hemos visto esta temporada? Uno de los tantos —aparentemente— imbatibles récords de Wilt Chamberlain pulverizados por Doncic (con un triple doble de 60-21-10, el 27 de diciembre). Dos jugadores con una anotación de 71 puntos en el lapso de unas pocas semanas (Mitchell, el 2 de enero, y Lillard, el 26 de febrero). Un partido que acaba con un marcador estratosférico: Clippers 174-176 Kings (el segundo mayor de la historia, jugado el 24 de febrero, con tan solo dos prórrogas). ¿Cómo es eso posible? No cabe duda de que estamos en el mejor momento de la historia de la liga en cuanto a eficiencia ofensiva. Sin embargo, para muchos, entre los que se incluye Pau Gasol, esto ha sucedido porque la defensa ha desaparecido.

«Quiero pensar y creer que son ciclos», declaró el exjugador a Movistar Plus+. «A la gente le gusta la novedad, el cambio. Ahora se están promocionando mucho las altas anotaciones, el juego muy dinámico, los tiros de tres ‘a patadas’. Es ahora lo que premia. Incluso comentaristas de la NBA, que son gente que ha jugado, dicen que la defensa ha desaparecido. Da igual. Es ver quién mete más. A mí no me acaba de gustar que se pierda la esencia de este juego, que es jugar en equipo, mover el balón, que haya un equilibro dentro-fuera. Un poco más de táctica. Antes, tirabas en los ocho primeros segundos de posesión o un triple en contraataque sin rebote ofensivo y te mandaban al banquillo para que lo pensaras un poquito».

Las cifras hablan por sí solas. En el momento en el que se escribe este artículo, llevamos disputados 1070 partidos, casi el 87 % de la liga regular, y el promedio de puntos por partido por equipo es de 114.5. Para darnos cuenta de la verdadera dimensión de este crecimiento, hace casi veinte años—en la temporada de 2003-2004—el promedio era de 93.4. De la misma manera, el rating ofensivo es el más alto de la historia (114.6), así como el porcentaje de tiros libres (78.2 %), y tendríamos que remontarnos varias décadas atrás para encontrar más asistencias y mayor porcentaje de aciertos en tiros de campo por equipo. Por el contrario, el volumen de pérdidas y de robos es uno de los más bajos registrados: ambos se encuentran entre los diez primeros.

«Ahora es un correcalles», añadía Gasol. Y es cierto que las posesiones por partido se han visto reducidas dos décimas con respecto a la temporada anterior. ¿Pero son la velocidad de las posesiones y la falta de defensa las culpable de estas cifras alucinantes? ¿Se juega ahora ligeramente peor que antes, como parecen opinar la mayoría de exjugadores de la NBA, según una reciente encuesta de The Athletic?

El criterio arbitral como agente del cambio

Contaba Roland Lazenby en Showboat, su magnífica biografía sobre Kobe Bryant, que en la temporada 2005-2006 surgieron, de pronto, varios grandes anotadores. El año anterior, la NBA había cambiado la interpretación de su reglamento para dar más libertad a las posiciones periféricas. La hand check rule impedía que el defensor tocara a su oponente con la mano, el antebrazo o el cuerpo, con la excepción de si este posteaba en la pintura. Entonces, Allen Iverson, LeBron James, Gilbert Arenas y el mismo Bryant comenzaron a anotar a placer. Conseguían promedios de más de treinta puntos por partido. Era la primera vez que sucedía desde 1962, cuando todavía no se permitían las defensas en zona y los dobles marcajes.

En un momento en el que el juego era demasiado físico, el arbitraje comenzó a penalizar el contacto de los defensores y a favorecer el virtuosismo ofensivo. Una tendencia que ha ido en aumento hasta hoy, a la par que los índices de audiencia de los partidos televisados. Asimismo, en los últimos años, la NBA ha aplicado un criterio de silbato fácil, tanto en los bloqueos como en las jugadas donde hay peligro de lesión —por ejemplo, cuando el defensor ocupa la zona de aterrizaje de un jugador—. Incluso ha endurecido las sanciones en los intercambios verbales entre rivales, para evitar peleas que ensombrezcan el nombre de una liga modélica en todos los sentidos.

Nikola Jokic

Por el contrario, para compensar las consecuencias de estos cambios de criterio, también se ha tratado de frenar el aumento de la búsqueda del contacto por parte del atacante para sacar faltas personales y evitar que el partido se convierta en una sucesión de tiros libres. Pero esto no ha supuesto una gran diferencia, porque los jugadores son cada vez más fuertes, más rápidos, más versátiles, más hábiles para sacar ventajas. Y esta es la clave de la explosión ofensiva que vivimos.

Triple amenaza desde todos los frentes

No se pueden comparar épocas distintas. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que hoy los jugadores cuentan con las ventajas de una ciencia que antes no existía, y esto se ve reflejado en la mejora sustancial de los jugadores. Actualmente, no solo tienen entrenadores específicos para aspectos muy detallados del juego, sino también nutricionistas y preparadores físicos que han llevado su trabajo a otro nivel. Y, por si esto fuera poco, han añadido especialistas en algoritmos e inteligencia artificial que explotan las características de cualquier plantilla para aprovechar el espaciado de la pista.

Así, figuras como las de Luka Doncic, Nikola Jokic y Joel Embiid, tan grandes y tan versátiles, hubieran sido inimaginables en otros tiempos. Ahora tenemos una liga donde, dejando de lado a las habilidosas estrellas, el jugador promedio ya no es un especialista, sino alguien que domina el tiro, el pase y el bote, y tiene la suficiente velocidad lateral como para no ser un hándicap en defensa. Tenemos una liga con cuarenta y tres jugadores que meten más de veinte puntos por partido y suplentes que hacen mucho más que acertar triples liberados: aprovechan todas las ventajas que les otorga el juego. Se llama acumulación de talento. Como nunca antes se había visto.

En este contexto, la impotencia de los entrenadores es enorme. «Es una pesadilla, no tenemos respuesta», dijo sobre Doncic el entrenador de los Lakers, Darvin Ham, antes de enfrentarse a él. La sensación es generalizada. Porque, además, ya no consiste en defender a un solo hombre, sino a cinco. Incluso los suplentes, cuando están en la pista los minutos suficientes, son capaces de entrar en racha. Si un semidesconocido como Cam Thomas pudo aprovechar la baja de Kyrie Irving en los Nets para sumar 91 puntos en dos partidos consecutivos, esto quiere decir que es una hazaña al alcance de cualquiera. Rick Carlisle, el entrenador de Indiana Pacers, lo ha descrito mejor que nadie: «Es algo salvaje, un desastre, tratar de defender ahora en la NBA».

Control de daños para evitar un ataque nuclear

Es fácil caer en los tópicos si no se ven los partidos completos y solo highlights de dos minutos. Sobre todo en una época como la nuestra, tan dada al consumo rápido. Es cierto que se tira, y mucho, desde la línea de tres puntos: 34.2 intentos por partido, frente a los 14.9 de la temporada 2003-2004. Pero, en la NBA actual, ningún equipo puede sobrevivir solo del triple. Para ello es necesario entender que el espaciado es clave. La media distancia ha desaparecido y se tira mucho de tres, sí. Aunque también se aprovechan los desajustes defensivos por velocidad para sacar una falta o un pase hacia un perimetral liberado. Los bloqueos directos e indirectos están destinados a conseguir estas ventajas, que el algoritmo y los resultados justifican. Solo así se entiende una dinastía como la de los Warriors, cuya complejidad táctica es incontestable. No paran de moverse para liberar a un compañero. A pesar de que se diga que la táctica ha desaparecido y que todo tiempo pasado fue mejor.

¿Cómo frenar este nivel de explosividad y rapidez, en el contexto de un juego que se caracteriza por los movimientos constantes? Todos los equipos tratan de minimizar sus efectos con los cambios defensivos, el omnipresente switching. Un buen equipo cuenta con exteriores fuertes e interiores ágiles que pueden soportar prácticamente cualquier emparejamiento. A pesar de ello, a través de diversos bloqueos, el atacante sigue buscando el enfrentamiento con el defensor más débil, para un aclarado en el que se pueda sacar algún tipo de ventaja. No siempre es posible: los jugadores cada vez tienen menos defectos que se puedan explotar.

Joel Embiid

Incluso así, y lo hemos visto varias veces esta temporada, la defensa flaquea. Es posible defender muy bien un triple de Lillard a ocho metros del aro, y también es posible que lo meta, hasta habiendo contacto. Contrariamente a lo que se cree, en la NBA se defiende. O, por lo menos, se intenta defender. Lo hemos visto en los últimos años, con el aumento del uso de las zonas, los cambios constantes en las rotaciones defensivas, las dobles y triples marcas con ayudas de piernas ágiles. En un solo partido, podemos ver varias estrategias diseñadas con el único fin de enfriar al jugador en racha. Pero ocurre que el talento ofensivo supera, muchísimas veces, al talento defensivo.

No parece que vaya a haber cambios, ni siquiera en el reglamento, para frenar esta explosión ofensiva que se vive en la NBA. Al fin y al cabo, el modelo funciona. En cualquier caso, la vara de medir nos la darán los playoffs. ¿Podrán los equipos seguir encadenando puntuaciones tan altas? ¿Anotaráncon la misma facilidad los jugadores que entran en racha? Quedan pocas semanas para encontrar las respuestas a estas preguntas.

 

9 Comments

  1. La NBA es la mejor liga de cualquier deporte del mundo. Claro que se defiende, pero nunca antes ha habido tantos jugadores por equipo capaces de anotar triples y eso es lo que ha cambiado todo. Manta larga o manta corta. Los aficionados salimos ganando aunque yo prefiero menos de 25 triples por equipo y no tirar por tirar, pero en general, está NBA es mucho mejor que aquella de 90 a 84 y palos por doquier.

  2. ¿Y los pasos? Ya no se pitan. No tener pasos de salida ya es una ventaja terrible para el atacante, pero si además puede ir desde el triple hasta el aro sin botar el balón o dar 5 pasos en un desplazamiento lateral hasta encontrar una posición libre para lanzar de 3, ¡apaga y vámonos! Ya existía un baloncesto sin normas, se llama Harlem Globetrotters.

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