Hemos quedado con Mayte Martínez (Valladolid, 1976) en una cafetería con un ventanal que mira a un río Pisuerga muy urbano que, a finales de enero, todavía tiene un caudal modesto. Está siendo un invierno muy loco incluso para Valladolid pero por fin llegan los gorros y los guantes. Llega del gélido exterior enfundada en un abrigo acolchado blanco. Con el pelo corto y encrespado, en la distancia corta sigue impresionando la fuerza que desprende la atleta que fue dos veces subcampeona de Europa y otras dos veces bronce mundial en 800 metros. Si hubiera figuras de acción del atletismo, una que la representase podría encabezar perfectamente un desfile sobre el tablero de juegos con todos los grandes personajes del Olimpo español. Habitual entre las ocho mejores de la doble vuelta al estadio, esta vallisoletana era dura y poseedora de una capacidad agónica para rematar, apurando décimas de segundo en las rectas de meta. Durante su carrera ha adelantado cadáveres en los últimos metros de esa prueba que los británicos crearon troceando la milla en dos mitades. Poseía una innata fase de impulso de tobillo que convertía en su tranco en uno de los más potentes del circuito. Me enseña una foto y produce escalofríos ver a su hija, de nueve años, heredando esa zancada que impulsa hacia delante. Se nace y punto.
Lo que ocurre es que, mientras arañaba segundos al cronómetro y acumulaba podios, su exigencia ante la alta competición la estaba convirtiendo en una víctima de sí misma. Continuas lesiones, problemas de tiroides, anemias y ansiedad fueron batallas habituales que unas veces desembocaban en fracasos relativos y otras, tragándose los nervios, en actuaciones portentosas; medallas que décadas atrás eran sencillamente imposibles en el atletismo español. Yo quería que Mayte dejara un poco a un lado títulos y récords, y cuente a qué escenario vertiginoso se presenta un atleta en la última prueba de velocidad del atletismo y primera de resistencia: la doble vuelta a la pista. Y tenemos suerte: la campeonísima castellana no mira mucho atrás, a las marcas o campeonatos. Nos cuenta que está aprendiendo a disfrutar ahora que enseña a hacer deporte de iniciación a una cincuentena de mujeres. Nunca es tarde del todo.
Siempre digo que, de todos los atletas, los del 800 sois los más elegantes corriendo.
Bueno, hay de todo, ¿eh? Si es verdad que es una prueba con mucha mezcla. Hay atletas que corren viniendo como decimos por abajo, desde la velocidad, haciendo 400 y 800, y otras que hacen buenos ochos viniendo del 1.500. Yo he sido una mediofondista pura. Si bien fui campeona de España en 2010 en 400, el 1.500 tampoco me iba mal (fue quinta de Europa en 2005), en mi caso el ocho se me adaptaba bien. Y lo de correr bien creo que va dependiendo de la persona. Yo tengo una buena parte que puede ser un estilo innato. Ves a mi hija de nueve años corriendo, que está casi iniciándose, la ves correr con la cadera alta, el tronco recto, tan bien colocada, y me dicen que es un calco de cómo era yo corriendo. Está empezando y apenas hace técnica de carrera pero ves ese estilo natural.
Correr no deja de ser una manera de expresarte tú. Para correr bonito luego también influye todo el trabajo que hagas de técnica, saber correr impulsando, como se dice en atletismo con un buen tobillo, que éste sea reactivo, que en cuanto apoyes en el suelo en seguida salgas disparado. Al final es intentar correr como un guepardo con fuerza elástica, y no como un elefante, dejando caer el peso del cuerpo.
Define qué es para ti lo bello y lo terrible del ocho.
Son pruebas muy breves, que duran apenas dos minutos en mujeres y aún menos en categoría masculina. Y hay que ser muy eficiente. En los últimos metros es una carrera muy agónica. Cuando llevas el ácido láctico hasta arriba y no queda un gramo más de energía, que puedas correr con buena técnica influye en esa décima que te separa el éxito del fracaso
Das una vuelta a la pista a tope. Y luego das otra vuelta a tope. Y el organismo, chillando desde dentro.
Es una prueba de velocidad mantenida. Y cada año se corre más rápido, en general. Han ayudado tanto los nuevos sistemas de entrenamiento, el material sintético de las pistas, que es cada día mejor, las tan nombradas nuevas zapatillas, aunque yo no las he usado nunca, pero el aumento de rendimiento con la placa de carbono es notorio. Llámalo una especie de doping tecnológico permitido: puede hacer que gente que no tenga ese tobillo natural esa zapatilla pueda proporcionárselo. Y sí, fundamentalmente es correr muy rápido dos vueltas. Yo tenía como mejor marca 53 segundos en 400 y algunas compañeras de finales salían a pasar la primera vuelta en 57, 56 largos o hasta en 55. Yo corría de menos a más y aun así tenía que rozar mi marca personal con una vuelta todavía por delante.
Merodeáis una frontera entre el sprint, que se hace casi sin oxígeno, y la resistencia, en la que hay que optimizar su consumo.
Tienes que tener mucha velocidad y al mismo tiempo mucha resistencia para en esos últimos ciento veinte metros poder, no mejorar, pero sí ser de las que menos velocidad pierdes, como era mi caso.
Desde las categorías menores ya eras una atleta rápida y a la vez resistente (sexta de Europa sub 20 en la distancia en 1995). ¿Cómo evolucionas en etapa senior?
Yo ya en infantil y cadete, con catorce años, ya competía sobre todo en 1.000 metros, cross, que se me daba bastante bien, y podía correr en 2:51. Desde pequeña ya empecé a destacar con marcas enfocadas más al medio fondo.
Tu irrupción en la crème fue en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, donde llegaste a semifinales. Con 24 añitos ganas tu serie con 1:59, que es tu marca personal como el que dice recién salida de la cama, por la mañana.
Sí, los dos minutos en el ocho femenino es como una barrera psicológica. El año que fui a Sídney venía de estar tres años en el dique seco. Lo que queríamos mi entrenador y yo era volver a disfrutar, a correr sin presión. Para nosotros fue una sorpresa alcanzar esa mínima olímpica y poder asistir a ese evento. Pues imagínate ya allí, a las diez de la mañana, poder levantarme y hacer menos de dos minutos. Aviso que yo soy muy mala para las marcas, a veces tengo que empollar los resultados porque ni me acuerdo. Hice 1.59.60. Digamos que a partir de ahí aun con lesiones ya fue encadenar buenos resultados durante una década.
Y al día siguiente el cuerpo tiene que repetir. En semifinales María Mutola de nuevo hace 1:58, con las más grandes como Hasna Benhassi, Zulia Calatayud. ¿Es imposible repetir la hazaña? Hay que tener mucho entrenamiento detrás que tú no traías.
Depende de cada competición o temporada, los objetivos eran distintos. En 2000, tras un infierno de casi tres años con problemas de tiroides, taquicardias, de no poder ni subir tres escaleras, de estar casi desahuciada, si me dicen que iba a llegar a los Juegos, no me lo creo. En mi caso la genética me ha ayudado bastante. Aprendí a correr sin presión, a saber que cuando algo te gusta y una enfermedad te lo quita luego puedes volver a reengancharte. Entonces valoras más lo que has conseguido y te agarras a lo que sea para seguir. En aquellos Juegos nunca pensamos en pasar una ronda y menos en ganar una serie. Sí que fue el comienzo de una década muy exitosa.
En ese reducido círculo hay gente como Mutola, Kelly Holmes, Stephanie Graf, Hazel Clark, que al día siguiente están corriendo aún más rápido.
Lo que pasa es que yo tampoco sabía casi ni con quién corría. Para mi ir fue una sorpresa y no me fijaba mucho en quién o cuánto. A pesar de eso, en medio fondo ocurre una cosa: nos olvidamos de que en un mundial o unos Juegos no es que tengas que ser muy buena en el ochocientos, sino serlo en tres carreras que se corren en tres días seguidos. A tope. No es correr un mitin donde vas a conseguir una marca y ya. Y ahí entra en juego ese entrenamiento que no pude acumular por enfermedad y que me impidió dar más de mí.
¿Cuánto se tarda en dar con que era un problema de tiroides?
Me tiré casi tres años. Yo empecé a entrenar con Juan Carlos Granado en 1996. Ese invierno había entrenado como nunca y quizá esa presión, del estrés de demostrar a mi familia que no me había equivocado en dejar mi entrenador de toda la vida, a cambiar a entrenar con mi novio, que había acabado la carrera de INEF y no tenía mucha trayectoria, hizo que toda la presión desembocara en un problema hormonal. Las hormonas se me dispararon y hasta que los médicos fueron regulando todo aquello pasaron unos años complicados. Tanto como para que te digan que es imposible que vuelvas a ser aquella prometedora atleta junior. Pero soy afortunada porque me he rodeado de una gente, de mi familia, de un entrenador que siempre me han apoyado. En momentos más bajos siempre estuvieron ahí.
¿Cuánto son tres segundos en un 800?
Si unas décimas es un mundo, imagínate tres segundos. Es pasar, con todos los respetos, de la mediocridad a la excelencia. Me refiero a que con 1:59 ha habido años que ni has pasado a la final de un campeonato internacional.
Y en las ocho calles solo cabéis ocho atletas: la criba de esa distancia es exigente a más no poder.
En el mundo del ochocientos siempre hemos pensado que es más difícil pasar a la final que luego ser medallista. Compañeras mías que después se han pasado del ocho al mil quinientos, y me decían que era como dejar una lotería. Hay eliminatorias en las que sólo pasa la vencedora y las demás a esperar por tiempos a jugarse todo cuando, en un milqui, es más asequible porque pasan normalmente doce a la final. En el ocho tienes que correr a veces una tarde y al día siguiente por la mañana otra vez a muerte. Si no vas muy sobrado en la eliminatoria, poca energía te queda para otra ronda más. Eso es lo que hay que entrenar y lo que me falló a mí, no poder acumular meses y meses.
La distancia que hay hasta un récord del mundo que está en 1:53 (Jarmila Kratochvilova, 1983) es de otro puñado de segundos más. ¿Se traspasaron en aquellos años las fronteras de lo imposible?
Es verdad que ha habido muchos récords de los 80 a los que ahora ni te asomas. Y hoy día hay mucha más profesionalización, tecnología, hasta el sintético de las pistas es mucho mejor. Se sabe más sobre los entrenamientos, y la ciencia del rendimiento, se sabe más sobre cuantificación y análisis de tus topes, hasta dónde puedes llegar, y esos récords de hace 40 años te hacen por lo menos dudar. Hay que creer en la honestidad, pero claro…
¿Cómo se gestiona siendo atleta lo de salir a competir una temporada entera, sabiendo que esas prácticas siguen vigentes?
Yo he tenido mala suerte. En el sentido que, cuando dejé de competir en 2010, se empezaba a trabajar el pasaporte biológico. Aunque se haya ido atrás analizando las muestras de tests hasta algunos campeonatos, no han llegado a los que competí yo. Si se hubieran analizado válidamente las muestras hasta por ejemplo el 2000, estoy segura que a muchas atletas rusas, ucranianas, búlgaras o bielorrusas las habrían pillado, porque hacían cosas muy raras. Pero como no hay pruebas no puedes acusar a nadie. Como se dice, ajo y agua. Yo sé lo que valía, esas eran las armas que tenía, sé que he conseguido todo honestamente y puedo dormir a pierna suelta porque he logrado todo con esfuerzo y trabajo. Y no todo el mundo puede decir lo mismo. A alguna le trae al pairo decir que ha sido campeona del mundo y lo que digan los demás… yo no podría. Ni en el deporte ni en la vida. Quizá ellas duerman hasta más tranquilas, pero no lo comparto.
¿Se cree en el karma en el Atletismo? Constantemente se dan casos de revisión de medallas por sanciones pasado el tiempo.
En muestras tan antiguas ya me da lo mismo, no se va a demostrar nada. De qué me sirve decir que estás casi convencida que buena parte de estas atletas han recurrido a la trampa. Pero hay que competir con las armas que tenías. Es lo que hay.
Mayte Martínez ha sido finalista y se ha quedado fuera de títulos y medallas por pelear en mitad de una generación triste. En el Europeo de Múnich 2002, en semifinales dejó detrás a Cherkasova (RUS) suspendida por dopaje en 2009, y cae en la final sólo ante Yolanda Čeplak (ESL) que posteriormente dio positivo en EPO en 2007. De las 24 participantes en semifinales en los mundiales de Osaka 2007, la lista es preocupante: la rusa Svetlana Klyuka es sancionada dos años por irregularidades en su pasaporte biológico, al igual que la ucraniana Tatiana Petlyuk. La bielorrusa Svetlana Usovich fue sancionada en 2008. Una de las hermanas Aït Hammou (MAR), lo mismo por saltarse tres tests de dopaje. Y Liliana Popescu (ROM), dos años por EPO.
Vamos al Mundial de Edmonton 2001: corres de manera excelente en semis y te clasificas para la final. Eres séptima. Dos de las tres medallas hacen mejor marca el día D a la hora H. Hay que saber ejecutar el plan, ¿no?
Cuando entrenas, intentas buscar el máximo de rendimiento para cuando llegue el objetivo principal de la temporada, ya sean campeonatos europeos, el mundial o los juegos Olímpicos. Un buen entrenador tiene que conseguir, el día D a la hora H, que todo el entrenamiento dé su fruto. Esto muchas veces no sale. El atleta tiene que sortear alguna lesión inoportuna, no sabe gestionar la presión, puede ser que te baje la regla y no puedas rendir al tope… son contratiempos que afectan toda la temporada. El deporte de máximo nivel es conseguir que tú, el día que te toque dar el máximo, estés dando el cien por cien y que te metas en una final.
¿Esto varía mucho entre los atletas españoles? Me refiero a que podrían estar más obligados a buscar varios picos de forma al año.
El que se juega una final en un Campeonato de España, busca ese pico de forma tal fecha. El que anhela una final olímpica o mundial, ha de saber llegar a ello. Luego cada persona tiene objetivos diferentes.
¿Hay una razón económica? ¿Se depende mucho de varios circuitos en los que sumar puntos/medallas para optar a un sistema de becas o calificación para grandes campeonatos?
Es muy personal. Hay gente que prepara solo un pico de forma al año. En mi caso podía buscar dos picos y me mantenía bien. Cada uno es un mundo. Depende si te dura poco la forma y tienes que acumular entrenamiento durante mucho antes. Yo tenía la suerte de que el estado de forma óptima me duraba mucho. En mayo ya competía sobre los 2:00 a nivel internacional. He competido en casi todas las pruebas de la IAAF Golden League (ahora llamada Diamond League), y podía disputar finales del Grand Prix con solvencia, hasta haber ganado finales como el Ivo Van Damme de Bruselas en 2005, y llegar en forma hasta finales de agosto y septiembre, que eran las fechas donde se sitúan muchos campeonatos. Correr rápido puede costar muy poco pero ya te digo que otra cosa era correr rápido tres carreras.
Todo parece ir funcionando y das un paso adelante en el Europeo de Múnich 2002. En semifinales dejas detrás a Cherkasova, a Formanova (campeona mundial en Sevilla 1999), y en la final solo Čeplak te bate. Eres subcampeona con mejor marca (1:58:56). Hasta vences a Kelly Holmes que…
¡Que luego es campeona olímpica en 800 y 1.500!
¿Pero no hemos quedado que ahí hay que traspasar una frontera del esfuerzo anaeróbico/aeróbico?
Muy poca gente puede doblar ocho y milqui o cuatro y ocho. Son muy pocos los elegidos que pueden lograr eso, claro. Además no es lo mismo que si fueran carreras únicas con finales directas. Ahora se ve que se puede hacer doblete en un campeonato en 5.000 y 10.000 si te organizan el programa pero es que esas pruebas de fondo, metabólicamente, no son lo mismo que el medio fondo puro, que te deja con las reservas a cero. De lo de Holmes, yo he vivido una grandísima época con atletas formidables. Es importantísimo entender que me refiero a esas atletas que han mantenido una regularidad. No me des atletas que un año corren mucho y luego desaparecen. Esas atletas me huelen mal. Pero he coincidido con compañeras muy buenas que lo han sido durante una época larga, además siendo también mi época. Si alguna ha hecho trampas, pues bueno, yo quiero pensar que hay gente que ha sido muy buena con esas cualidades genéticas.
Encaras un nuevo ciclo olímpico para Atenas 2004. De nuevo las mejores 45 del mundo tienen que pasar cribas de ocho en ocho calles. Yo creo que esto convierte al 800 en muy injusto. Sólo ocho disputarán la gloria olímpica. ¡Con la ingente densidad que hay! ¿Es el ocho olímpico el más exigente?
En atletismo tiene la misma dificultad un lanzamiento de peso, un ocho, unas vallas, tanto en unos Juegos Olímpicos como en un mundial al aire libre y en pista cubierta. Es cierto que algunas disciplinas, claro, no tienen esa equivalencia. Pero en el 800 corríamos las mismas al aire libre que en sala. Muchos atletas preparábamos los europeos igual que los Juegos. Es cierto que otros deportes no tienen durante el año la repercusión que van a tener en unos Juegos Olímpicos y vuelcan todo a ese ciclo de cuatro años. Por otro lado, yo habría tenido que entrenar igual, pasar igual a las mismas finales pero, si mis medallas hubieran sido olímpicas, es evidente que se habría multiplicado esa repercusión. Por tanto yo creo que la mayoría de atletas va preparando sus citas de temporada en temporada
Unas semifinales olímpicas de nuevo corridas a 1:58 pero no logras acceder a la final ¿Qué no funcionó en esa segunda semifinal de Atenas?
Yo venía de ser bronce mundial en 2003 en Birmingham y había corrido en buenas marcas. Pero tras el meeting de la Golden League de París salí ya tocada de la espalda. Tenía una sacroileitis que luego me dejaría seis meses sin correr. Aún así corrí en pista cubierta bastante bien en invierno y empecé con unos entrenamientos muy buenos. Me subí a entrenar a Navacerrada en mayo, en altitud, para preparar los Juegos Olímpicos e hice algunos de los mejores entrenamientos de mi vida. Pero en esto que me llamaron para una sesión de fotos porque, bueno, como venías de ganar algo en grandes campeonatos, entonces sí se acordaban de las atletas femeninas. Eran para un suplemento de una revista. Y, en pleno mayo, haciendo unas fotos con bastante frío, me tenías posando con un top y una braguita de atletismo, pasando muchísimo frío en pleno Navacerrada. Si es ahora digo que me las hagan en un estudio o con malla larga, que no me juego unas olimpiadas por unas fotos. Pecas de novata y porque lo haces con ilusión. Total; me tiré una tarde entera allí. Bajamos al día siguiente a entrenar a las pistas de la residencia Blume, me empiezo a marear, a marear, hasta que me tuvieron que ingresar con una neuronitis vestibular. Se me inflamó el nervio del oído, como si me dieran una especie de vértigos. Y me tiré un mes sin poder entrenar, ¡en medio de un ciclo de cara a unos Juegos! Estuve todo el mes de junio sin poder correr y, sólo con un mes de entrenamiento, pasé a una semifinal. Pero la gente solo se acuerda que qué mal, que no has pasado a la final, pero no saben que incluso he estado ingresada.
Llegan tus años de plenitud. En 2005 eres quinta del mundo en Helsinki. En 2006, séptima de Europa en Göteborg. Ya eres una habitual de las finales. ¿Cómo se alcanza la madurez en una prueba así?
Es una prueba muy táctica, puedes haber planificado mil tipos de carrera diferentes y que luego no salga la que tú has pensado
Explica un poco eso. ¿Táctica en una carrera que se corren dos vueltas a muerte?
Pero dentro de correr a tope, no todo el mundo juega sus cartas igual. Yo corría de menos a más. No era una atleta de 52 segundos en cuatrocientos pero sí sabía que tenía un final muy potente. Sobre todo era de las que menos perdía en la última recta. Ser no la que más corría sino la que menos perdía ya me hace optar por una táctica. En carrera también puede pasar cualquier cosa y tener que adaptar cada atleta esa situación a sus capacidades. Yo, por ejemplo, tenía mucha tolerancia al ácido láctico. Cuando en el último cien a las compañeras les costaba mucho lanzar la última zancada, a mí me quedaban gramos extra de fuerza para seguir peleando.
Para entrenar esa última recta, ¿lo más importante es el trabajo de fuerza?
Es todo muy personal. Cada atleta somos diferentes. Juan Carlos era un gran estudioso de la fisiología. Y ya hace veintipico años él le concede una importancia fundamental a la fuerza. En mi caso además, por mis problemas de tiroides, al final tenía que buscar otros métodos de entrenamiento. Muchas han preparado por arriba, mientras nosotros hacíamos los pocos kilómetros que mi organismo me permitía. Y entrenábamos mucha fuerza, con hasta tres días por semana, haciendo hincapié en la fuerza máxima…
¿Puedes mencionar algún entrenamiento de fuerza que nos pueda ilustrar? Al final sois los últimos atletas fuertes de la escalera desde la velocidad hacia el fondo. En 1.500 esos hombros y brazos adelgazan sustancialmente.
Pues en mis sentadillas podía hacer tres series de seis repeticiones con 140 kilos. Es verdad que en mi caso yo no era muy coordinada y empecé a hacer pesas muy tarde, y esos ejercicios de cargada, arrancada, que son más específicos para la carrera, no los podía porque me jugaba una lesión. Al principio de temporada hacíamos más fuerza máxima. Tenía que hacer patrones más básicos como medias sentadillas, cuarto de sentadilla y luego a medida que avanzaba la temporada mucha fuerza elástica, fuerza explosiva, muchos multisaltos, pliometría, arrastres, gomas, supervelocidad… Creo que en algunas facetas del trabajo de fuerza fui un poco pionera. Pero improvisando mucho porque, si miras mis cuadernos de entrenamiento, no hay una semana en que no haya un asterisco que indica interrupción por una sobrecarga, lesión o algún problema.
En el 800 se combinan velocidad y resistencia y eso os acerca teóricamente a ser supermujeres. Pero también ha sido una de las distancias donde más se han dado tests de género. En 2018 World Athletics estableció muy particularmente para la agrupación de distancias 400-800-1.500 los famosos 5nMol/L de testosterona.
Es verdad que en los últimos años se dio algún caso más de hiperandrogenismo. Mujeres que de manera natural tienen niveles no más altos sino muy por encima del estándar de una mujer normal. Son parámetros establecidos yo que sé, acordé con los niveles que tenemos el 95% de la población femenina mundial. Aunque en mi caso, fíjate, es una paradoja. Soy una atleta muscularmente muy fuerte pero que siempre tenía unos niveles de testosterona ínfimos. Con las hormonas locas, a ver, cómo iba a estar. Nos reíamos porque, cuando me hacían en la Federación un test de doping de sangre y orina, decíamos de broma que no me iban a dejar correr. Pero porque mis analíticas presentaban niveles de serie roja por los suelos y la testosterona muy baja. Pensé que podía tener niveles altos pero no, es que iba rozando los límites de la salud por la parte inferior. La verdad que era paradójico, corriendo una prueba que exige velocidad y fuerza a la vez.
Imagino que lo que en un principio es una ventaja para estas mujeres acaba convirtiéndose en una maldición.
Para estas mujeres es injusto porque tienen un problema genético. La consecuencia es que se les obliga a hormonarse para poder competir y a desplazarse a distancias superiores. Pero es verdad también que el resto de mujeres tampoco estamos en igualdad de condiciones frente a ellas. Es un tema controvertido. Caster Semenya lo tiene aún recurrido y no se sabe en qué quedará todo el proceso judicial. Claro, ves atletas que nos machacan con distancias humillantes. A veces pensabas si no apretaban más para no dejarnos más en evidencia incluso entre atletas de nivel mundial. Cuando les han hecho trasladarse a otras pruebas de más distancia han pasado a rendir como atletas normalitas. Está claro que el medio fondo corto es un tramo en el que la testosterona es uno de los pilares fundamentales. Del mismo modo, yo como atleta que tenía unos niveles muy bajos, nunca pedí que me inyectaran testosterona para compensar. Así que estas atletas que lo tienen anormalmente altos, quizá deberían hormonarse. Pero poniéndonos en su lugar, ellas tampoco han elegido nacer así. Me cuesta pronunciarme, dependiendo si me pongo en el 99% de las deportistas o en su lugar.
Ellas sencillamente destacaban de niñas respecto de las demás. No vas a impedir que hagan atletismo en sus respectivos países.
Destacaban entre las otras niñas y entre hombres, claro. Verás una cosa que nos pasó en las eliminatorias de los campeonatos del mundo en Berlín 2009. Era muy temprano y realmente yo ni me enteraba ni con quien corría. Pues decíamos, ¡Oye, que nos falta una en mi serie! En cambio veíamos que había un hombre calentando en la pista de entrenamiento, donde sólo se podía acceder antes de la competición. Externamente todo el mundo habría dicho que era un hombre y ya, al ver que ella era una de las que nos faltaba, la perplejidad era absoluta. Tampoco Caster Semenya era una atleta a la que se conocía todavía. Pero claro, la consistencia, el esqueleto, la musculatura, los rasgos, no tener pecho, aquello todo era una apariencia masculina. Pero igual que hay gente que tiene mucho hematocrito de manera natural y otros anemia de manera cotidiana, somos muchos millones de personas y esta excepción justo… Lo que pasa es que en el deporte uno de los principios es la igualdad. Y claro, cuando hay unos parámetros establecidos y algunos atletas no rozan sino que triplican esas cifras, es desequilibrante. Pero claro, no han elegido tener esos niveles de testosterona.
Nos quedamos con Osaka. ¿Fue el mundial de Osaka 2007 tu campeonato perfecto?
Corrí muy bien las tres competiciones. De hecho mi mejor marca personal la conseguí en la tercera de las tres carreras. Eso quiere decir que el Récord de España de Maite Zúñiga lo tenía en mis piernas. No te voy a engañar, me hubiera gustado batirlo. Al final, los resultados quedarán ahí y los récords siempre hay alguien que los acaba batiendo. Ocurría una cosa en mi época: en muchos meetings de la Golden League, como había tanto dinero en el atletismo, las carreras del 800 eran casi siempre tácticas. Las favoritas indiscutibles acudían para ganar varias carreras y hacer caja, pero entonces no salían carreras de récord. Claro que me habría gustado que se hubiera corrido en 1:55. Pero si por ganar te llevabas quince o veinte mil dólares, yo me tenía que adaptar a esas tácticas y sacrificar un posible récord de España. También dirían ellas «pues sal tú a correr más rápido». Oye, no me voy a quejar, mi manera de correr me permitió también hacer mi caja y haber vivido un buen momento como profesional.
Y reconoces que te da cierto pavor regresar a aquellos momentos. No te gusta volver a ver la carrera en diferido
Ya, bueno. Mira, cuando las veo es cuando voy a algún colegio o a una charla y me las ponen. Si no, no las veo. Nunca he sido de verme. Ahora disfruto mucho más del atletismo con mi hija que cuando era atleta. Los últimos años me lo tomaba de una manera ya excesivamente profesional. Me ha faltado haberlo disfrutado más. Como terminé las últimas carreras en condiciones tan duras para la élite, con luchas contra las lesiones durante los últimos dos años y he terminado tan derrotada psicológicamente del atletismo, me ha costado mucho incluso seguir viendo atletismo en la televisión.
Sin embargo te has tenido que reciclar para transmitir ahora a los pequeños el mensaje que a ti te faltó asimilar.
Sí, sí. De hecho a los niños del club y a mi hija, que están empezando a amar el correr, les insisto que disfruten y disfruten. Si yo pudiera retroceder, con lo que ya sé, claro, de poder cambiar algo para ser la Mayte Martínez que fui, la principal sería haber disfrutado. Lo malo de ser tan exigente conmigo misma que en lugar de disfrutar de cada éxito lo veía como «es lo que tenías que hacer, vamos a por el siguiente hito». Ha pasado más de una década y ahora valoro infinito todo aquello que no lo valoré. También tengo un grupo de cincuenta mujeres a las que estoy iniciando en el deporte, corriendo y con ejercicios de activación general. Muchas ni se acuerdan de la última vez que hicieron deporte, pero todas terminan las sesiones con esa enseñanza: hay que disfrutar.
El profesional vive un atletismo más salvaje. Os metéis en un túnel de competir, recuperar y competir.
Dependiendo de la disciplina varía un poco. Cuando íbamos a un campeonato del mundo o europeo llegábamos del avión y, de ahí, íbamos al hotel, y luego de ahí a la competición. Pero sí tenía compañeras de otras disciplinas que , si competían por la tarde, por la mañana cogían el metro y se iban a dar un paseo por el centro de la ciudad. Eso para mí era impensable. Yo era más de descansar y leer. A cada persona le ha ido de una manera. Haber sido muy estricta me ha ido muy bien, porque el ocho es muy exigente, muy complicado, y yo llegaba con tan poco entrenamiento pero… (Hace una pausa y su cara habla por sí sola)
Pero claro.
Si todo hubiera sido un poco más relajado, más fluido, yo habría disfrutado más. Ser muy exigente para llegar a lo más alto es importante pero yo era demasiado radical. Me decía mi marido por entonces que ni cuando ganaba era yo tan buena ni tan mala cuando me ganaban. También cambiaría una cosa. Desde muy joven trabajaría, y no en momentos muy puntuales, a nivel psicológico. Antes ir al psicólogo como deportistas estaba estigmatizado, era un síntoma de debilitamiento. Ahora se ha visto que la parte mental es casi tan importante como la física. Hubo compañeras mías eran mejores que yo de cadete, junior, eran formidables. Y lo dejaron por culpa de la cabeza. Lo bueno que tenía yo es que, al menos, cuando sonaba el disparo de salida, toda aquella falta de confianza, que la arrastraba incluso en campeonatos de España, fijate, un chispazo en mí daba rienda suelta a correr.
Como si fueras…
Como si fuera otra persona. Si la gente supiera, yo sacaba una versión muy mejorada de mí y, si eso lo hubiera trabajado, aquella autoconfianza me habría dado mejores resultados. O al menos más felicidad.
Hay que tener cuidado con el mensaje que vas haciendo calar en un chavalín que hace deporte.
Los entrenadores no dejamos de ser referentes para los deportistas. La suerte que tengo es que en esas categorías es muy fácil trabajar con ellos. Ahora entreno infantiles y cadetes, ya vienen de hacer atletismo de iniciación y les gusta correr. No es probar deportes a ver si te gusta este u otro. Lo de ser una referencia o es por ser Mayte Martínez o que me conozcan ya que nunca les hablo de mí. Los padres todavía pero los niños ni se preguntan si el club se llama Mayte Martínez por mí. Pero somos importantes para esas edades que rodean la adolescencia. Son muchos cambios mentales y hormonales para ellos y nosotros somos esa persona en la que confiar. Empatizo mucho con ellos, otros ratos me enfado y los pongo firmes, pero al hablar con las familias ves que los entrenadores les aportamos conseguir que les enganche el modo de vida del atletismo. Oyes que gracias a nosotros sus hijos no están de botellón y escuchar eso te gusta. Que están deseando ir un sábado al pinar a hacer unos miles.
¿Sigue siendo el atletismo un deporte que todavía se puede promocionar con cuatro perras? Estamos en Castilla León y el mundo rural es eterno. No hay otra cosa que hacer, pues a correr.
El atletismo es un deporte abierto a todas las clases sociales. Con unas zapatillas de treinta euros y una camiseta de algodón, si tienes cualidades, puedes llegar. Si tu familia no ha tenido dinero es más difícil haber podido triunfar en vela, hípica, ski. Seguro que se han perdido grandes campeones porque son deportes caros. Ahora vamos a irnos a esquiar dos días con mi hija y entre monitores y remontes, me voy a gastar lo mismo en estos días que lo que pagan medio año de mi escuela de atletismo. ¡Somos un deporte pobre! Y los propios técnicos, monitores, etc… todos tenemos que empujar para poner en valor el atletismo. Se puede hacer con pocos recursos y en cualquier lado se practica. Mi marido pertenece al mundo del pádel y nos reímos del dineral que se emplea. En esto puedes ser bueno en un parque, puedes ser campeón de España con una licencia y poco más.
En Castilla y León hay una tradición campestre de atletismo encantadora. Antaño corríamos en Venta de Baños, en Cantimpalos, no había excursiones más de campo.
Es verdad que las ciudades en Castilla y León tienen una salud enorme en niveles escolar y de base. Pero luego las licencias se resienten y no son cifras tan altas.
En vuestro club sois…
Somos un club pequeño. No queremos expandir mucho la estructura porque eso significa dispersar cierto control de calidad. Entre Valladolid y cuatro municipios tenemos más de 300 alumnos. Siempre intentamos que los entrenadores sean gente del mundo del atletismo, también de la docencia, que aparte del correr entiendan el deporte desde el punto de vista educativo. De nada me sirve que entrene buscando el rendimiento si carece de valores. Ha habido atletas jóvenes cuyos padres que con 10-11 años quieren que ya sean campeones del mundo. Yo intento formarlos en todas las disciplinas para que se adapten luego a sus gustos. Hay Padres que quieren que sus hijos corran 8km con once años y a esos les hemos dicho mira, ahí tienes la puerta.
Sobre lo de ser referente en tu ciudad, qué duda cabe que sois rostros conocidos durante un tiempo. Desde los 90 la política se acerca a los deportistas españoles ilustres. Una curiosidad: ¿hasta dónde os deja la política ser vosotros mismos?
Yo he estado 4 años en el Ayuntamiento de Valladolid, de 2015 a 2019. Ahora estoy de concejala en un pueblecito muy chiquito. Es verdad que en Valladolid todos nos conocemos. Me lo ofrecieron siendo atleta en activo. Dije que no en su momento, porque hacer dos cosas a la vez y no hacerlas a tope no es mi estilo. Cuando dejé el atletismo y nació mi hija me propusieron estar en el equipo del PP local. En Valladolid habíamos tenido mucha relación, tanto la Diputación como la Junta de Castilla y León me habían dado muchos premios y me habían tratado muy bien. Surgió la oportunidad de ver hasta dónde podía aportar como Mayte Martínez.
¿Qué puedes aportar como deportista experto en un proyecto político? ¿Dónde chocan ambos mundos?
Cuando te metes tienes que acatar las directrices de tu partido. Eso está claro. Pero tienes que tener previamente un marco de ideas. Siempre he sido una persona muy de centro, moderada. Cuando te vas metiendo lo vives desde dentro y me convenció más aún desde dentro que cuando era una espectadora más. Los deportistas donde mejor podemos encajar es en la política local. Es más un terreno de tú a tú. La política autonómica o nacional te puede servir si eres una cara muy conocida, pero si no tienes mucha idea de gestión…
En aquella etapa un alto porcentaje de personas sí que me conocían. Salíamos mucho en la prensa local. Mi experiencia era amplia. Fuera del deporte de élite, soy diplomada en Educación Física, licenciada en Psicopedagogía y máster en gestión deportiva. Sobre todo soy sensible a los problemas de la gente, y a nivel municipal es muy importante, saber tratar con cercanía a los vecinos, a la gente de tus barrios, por encima de la capacidad adquisitiva. Así que estoy siempre muy vinculada con el deporte y la educación, aunque hasta que no te desarrollas desde dentro no sabes bien cómo vas a poder aportar. Fueron cuatro años muy intensos trabajando desde la oposición en el Grupo Popular. Estás de lunes a domingo las 24h. Y en la política encuentras gente con real vocación. Incluso que están perdiendo dinero por dedicarse al servicio público, cuando en la empresa privada podrían estar ganando muchísimo más.
Fundar un club y gestionar 300 corredores también es hacer política.
Estás manejando el dinero de los ciudadanos. Cuando tienes un club aprendes a priorizar presupuestos, grupos de gente, que los entrenadores estén bien pagados. En su día intentamos dignificar la profesión de los entrenadores, del atletismo. Hace unos años subimos sensiblemente los precios anuales respecto de otras escuelas que había por aquí. Dimos facilidades a quien anduviera con dificultades económicas y yo no voy a dejar a un solo niño sin hacer atletismo por dificultades de pago. Pero también quiero que se valore al trabajador del atletismo. ¿Por qué los del fútbol están pagando 500 de cuota y yo tengo que pedir perdón por cobrar 200? Toda la gente que estamos ahí nos hemos formado y preparado, dedicamos muchas más horas al final del mes, y tenemos que ser respetados. Las entidades se van dando ya cuenta que tenemos que dejar ya de ser un deporte pobre. Somos de los deportes más baratos que hay y estamos pagando mucho menos que en rugby, en tenis, etc, y hay grandísimos profesionales a los que hay que valorar.
Cuando el atletismo de alto nivel genera millones en derechos de televisión y marcas.
Hay más temas que en mi época no estaban tan desarrollados. Sin ir más lejos, las redes sociales como manera de promocionar a las atletas. Nosotras nunca tuvimos un escaparate publicitario para encontrar patrocinador, ropa, un bono par el masaje o sencillamente unas zapatillas. Las redes han facilitado mucho que grandes marcas se fijen en atletas top, y también en otras que no son tan top pero que dan bien en cámara y saben venderse. Pues ole; han sabido encontrar una manera de vivir de ello. Las redes nos han ayudado a subsistir en los deportes en los que no se movía tanto dinero o, si se movía, iba hacia estrellas muy puntuales como Usain Bolt o casos excepcionales.
Tengo grabados en mi memoria los 800 de Osaka 2007, seguramente de tantas veces que he visto la carrera. Jepkosgei lanzada desde el primer metro hacia la victoria a un ritmo de meeting. Todas que le siguen y Mayte la última. El paso de la primera vuelta es mortal y un poco antes de los 600 metros Mayte sigue la última. La marroquí Benhasan que era penúltima a esa altura de la carrera empieza la remontada. En la última curva supera a casi todas sus rivales. Mayte, sin embargo, es penúltima a menos de cien metros. Y en ese territorio las enormes zancadas de la pucelana empiezan a superar rivales. Mutola, como un presagio, se echa a un lado de la pista y no llega a la meta. Y en los últimos metros cuando se sabe tercera hasta parece que ella habría deseado que aún faltasen unos cincuenta metros más de carrera, por si la marroquí pudiese haber desfallecido. Tanto la keniata Jepkosgei como Mayte jamás igualarán la marca que cada una de ellas lograron en esa final. La vallisoletana, sin ella saberlo en ese momento, habrá corrido su último 800 en una competición internacional. La promesa de una medalla olímpica en Beijing quedará en la nada por culpa de las lesiones. No sé si es un privilegio dejar tu última participación internacional en la cumbre. El récord de Maite Zúñiga de 1988 queda intacto por unas centésimas. En ese año olímpico, la propia Maite Zúñiga, en un estado de forma excepcional solo podrá ser finalista olímpica. Seguramente se habría cambiado por Mayte Martínez, gozar de un podio en una competición del campeonato del mundo a costa de no contar con un récord de España.
Grande Mayte. Gracias por los momentos vividos.
El último 800 de Mayte en una competición internacional no fue en Osaka. Lo descubrí hace poco revisitando vídeos antiguos de atletismo. En el mundial de Berlín del 2009 disputaría la final de la competición sin poder entrar en los puestos de honor. En esa final haría su aparición internacional la atleta sudafricana Semenya con una victoria aplastante. Y, no estoy seguro, pero posiblemente compitió en el campeonato de Europa de 2010 de Barcelona.
La verdad es un descubrimiento, aunque esta a veces no luzca demasiado en la Wikipedia.
Un poco de realismo mágico dar a entender que esta señora competía (incluso ganaba) contra ultra dopadas yendo a pan y agua siendo parte del pais de la Operación Puerto, ¿no?
Pingback: Carla Sacramento: «Muchos competían por la adrenalina de ganar, no porque les gustara el atletismo, sino por el triunfo, la medalla»