De Julen Guerrero (Portugalete, 1974) sorprende su calma. Su ritmo tranquilo, sus palabras precisas. Probablemente, sin esa calma, sin esa paciencia, sin esa capacidad para normalizarlo todo, jamás habría podido pasar por el torbellino que supuso una postadolescencia tan rutilante: ídolo pop con apenas veinte años, máximo goleador en uno de los grandes del fútbol español, habitual en la selección española con dos mundiales a sus espaldas… La carrera de Guerrero es la carrera de un prodigio juvenil que culminó con el subcampeonato de su Athletic de Bilbao en 1998 y a partir de ahí se vino abajo con estrépito sin que nadie sepa muy bien por qué. Ahora, con 49 años recién cumplidos, el ídolo es un padre de familia encargado de llevar a la Selección Sub 17. Ahora bien, lo dicho, la misma calma, la misma tranquilidad, el mismo amor por sus colores y su gente. Esta es su historia, tal y como él nos la cuenta…
Has centrado tu carrera como entrenador en las categorías de formación ¿En qué se diferencia entrenar a chavales de la sub-17, o de la sub-19, respecto a entrenar ya a profesionales curtidos?
Bueno, aquí estás en un período de formación, pero sin dejar también de competir, porque es cierto que, al final, todos los años tenemos los campeonatos de Europa, o cada dos años los campeonatos del mundo y, evidentemente, lo que te gusta es pelear por esos campeonatos… Lo que pasa es que no podemos olvidarnos de que, al final, lo que queremos es que todos los chavales, cuando lleguen a la selección absoluta, lleguen lo mejor preparados. Ese es nuestro principal objetivo. Lo estamos viendo mucho últimamente: chavales muy jóvenes están llegando a la selección absoluta y se les ve perfectamente preparados para afrontar cualquier reto. Para nosotros, esa es la mayor satisfacción.
Eso te iba a preguntar: cuando ves a tantos jugadores de 21 años o menos en el pasado Mundial, ¿te frustra porque no puedes contar con ellos para los campeonatos de su categoría o piensas «pues, mira, algo habremos hecho bien»?
Bueno, yo creo que es una cosa que tenemos clara: el hecho de que haya jugadores que vayan saltando etapas nos hace felices. Evidentemente, como bien dices, muchas veces, los que están más arriba son los de tu edad y eso te complica, pero es que aquí los jugadores no son de la sub-17 o la sub-19, son de la Federación… y la Federación, en este caso, lo que intentará es darles la mejor formación posible. Darles el nivel a partir del cual ellos puedan progresar lo mejor posible. Ese es el principal objetivo. Cuando un chaval da un salto de categoría y se ve que está preparado, que lo hace bien, que es maduro y que responde a todo lo que necesita esa categoría, para el entrenador de la base es una gran satisfacción, porque significa que todo el trabajo que has hecho está funcionando y que les has dado herramientas a los jugadores para que vayan progresando.
¿Te conocen los chavales? ¿Son conscientes del fenómeno que fuiste en los noventa?
A ver, es que yo me retiré ya hace dieciséis o diecisiete años. Los míos, este año, son de 2006 y yo me retiré en 2006, o sea, que lo que es jugar en vivo no me han visto, evidentemente. Aunque ahora hay herramientas para ver cualquier partido antiguo. No sé, el que se haya querido interesar, sabrá quién fui, me imagino que la gente alrededor se lo habrá explicado o lo habrán visto en redes sociales…
¿Qué recuerdas tú de cuando estabas empezando? ¿Hay algún ejemplo que les repitas a los chicos, en plan «cuidado con esto, cuidado con esto otro»?
Bueno, ellos están llegando a una etapa de formación que es un poco la última. Desde los diecisiete a los diecinueve o veinte, es, más o menos, cuando das el salto a ser profesional o te quedas en el camino. Yo les insisto en que se centren muy mucho en ser profesionales las veinticuatro horas del día, que tengan muy claro lo que quieren. Que sean conscientes de que tienen que dejar muchas cosas aparte y centrarse en lo que es el fútbol, sin dejar los estudios, por supuesto, porque a todos los niños les damos tiempo también para que sigan estudiando. Son tiempos diferentes, porque antes nosotros viajábamos menos, teníamos menos herramientas…
Y menos exposición supongo, también, ¿no?
Sí, sí, claro, es que hoy en día la exposición es brutal.
Por ejemplo, tú, con 18 años, ya ganas la liga y la copa juvenil con el Athletic de Bilbao. Supongo que ahora un chaval que ganara con el Athletic de Bilbao la liga y la copa juvenil tendría su Instagram, su Twitter, sus tres agentes, su empresa de representación…
Sí, antes era muy difícil conocer jugadores de otros lados. Muy difícil. Y ahora es que todo lo puedes ver al instante. En ese sentido, sí que cambia muchísimo la exposición que tienes. Ahora, vas a ver un Europeo y te conoces a todos. Antes, yo iba al Europeo sub 16 y tenía que llamar a casa para contarles el resultado, porque no salía en ningún lado. En ese sentido, sí que ha cambiado muchísimo: no tiene nada que ver la información que se les da a los jugadores, el conocimiento que tienen de los rivales, el conocimiento que tienen de ellos mismos… porque hoy se graba todo y eso te sirve incluso para ayudarles a su mejora personal. Antes no se grababa nada, yo no tengo vídeos de cuando jugaba de pequeño y me da mucha pena porque es un recuerdo muy bonito, pero no tenemos nada, cuatro fotos que te sacaban y ya está.
Recuerdo ver un campeonato con Iván de la Peña, creo que fue en el 94, puede que un Europeo sub-19, y pensar: «¿De dónde ha salido este tío? Si es buenísimo». El público normal descubría a los jugadores en esos torneos, no en la prensa. Supongo que algo parecido pasaría cuando de repente tú llegas, pasas ya del juvenil al Bilbao Athletic en la misma temporada, y con 18 años te conviertes de repente en una estrella en todo el país. Seguro que en Bilbao te conocían de sobra, pero fuera… ¿cómo vives tú ese momento de pasar de llamar a casa para contarles a tus padres los resultados a que todo el mundo te conozca?
Pues fíjate que yo he sido internacional desde los quince años: he venido a la selección a la sub 15, la sub 16, la sub 17… todas. Y, bueno, pues no había nada de prensa. Igual salía alguna cosita puntual en el periódico, muy pequeña, pero poco más. El cambio lo viví con mucha naturalidad, la verdad. Muy centrado en lo que quería, muy centrado en el día a día que yo tenía, muy centrado en querer mejorar, y en ese sentido he sido una persona bastante ordenada, o sea que no me despisté con todo ese tipo de cosas porque tenía bien claro lo que quería ser y adónde quería llegar.
A mí me impresiona que repitas en todas las entrevistas que fue un proceso normal. No hay nada normal a los dieciocho años.
A ver, es cierto que, si no tienes las cosas claras, pues te viene mucho de repente. Eres un chaval joven y asimilar todo eso puede que no sea sencillo, sobre todo si la gente a tu alrededor tampoco lo sabe llevar. Lo que hay que hacer es centrarte muy, muy mucho en lo que tienes. En mi caso, bueno, lo llevé con mucha normalidad, es así, y seguí haciendo lo mismo que hubiese hecho si no hubiese tenido esa repercusión.
En el 92, como decíamos, ganas liga y copa con los juveniles y pasas al Bilbao Athletic. Solo juegas doce partidos, pero marcas seis goles y el Bilbao Athletic se salva.
Eso es, yo subí el 23 de febrero del 92 al Bilbao Athletic, que además estaba peleando por no descender. Jugué los doce partidos y al final salvamos la categoría bien, sin pasar apuros. De ahí, vuelvo al juvenil, creo que justo para el partido en el que nos proclamamos ya campeones de liga y juego la vuelta de los cuartos de copa. A partir de ahí, juego las semifinales y la final y ya me dicen que voy a hacer la pretemporada con el primer equipo.
Supongo que te quedarías de piedra.
A ver, en esa pretemporada yo tampoco sabía lo que iba a pasar: lo normal hubiese sido hacer la pretemporada y volver al Bilbao Athletic o incluso al juvenil, porque yo podía jugar aún otro año más en el juvenil, pero en esa pretemporada ya las cosas fueron saliendo desde un principio. Creo que ya en el primer partido que jugué, que salí en la segunda parte, hice un gol. Me fueron dando cada vez más minutos, me salieron bien las cosas y acabé en la primera jornada de titular, pero, al principio, no sabía lo que iba a suceder.
Es curioso porque mirando el equipo aquel del Bilbao Athletic está Javi Gracia, está Asier Garitano… jugadores que luego serían entrenadores de élite. ¿Se animaba desde el propio club a que los jugadores fueran más allá en su conocimiento del juego?
Pues no lo sé. Yo creo que es porque los que estábamos ahí, amábamos mucho el fútbol. De allí casi siempre han salido entrenadores, por la pasión con la cual seguimos el fútbol en aquella zona, por la forma en que tenemos de identificarnos, por la filosofía del club… y eso te hace querer seguir en el fútbol. La gente allí se implica mucho, sobre todo por la forma de trabajar que vives en el Athletic, esa pasión que tienes y las ganas de saber por qué haces las cosas: por qué haces tal jugada o por qué haces tal entrenamiento o por qué haces los partidos así. Eso te hace querer tú también ir más allá.
Que el jugador entienda lo que se pide de él.
Sí, que las cosas no son solo porque sí. Creo que es bueno hacer reflexionar a los chavales, cuanto más jóvenes mejor. Yo por lo menos lo intento también, explicarles que las cosas no se hacen porque lo diga el entrenador y es así y ya, sino que hay un porqué, tanto a nivel individual como colectivo, como de situaciones del rival, como del potencial de tu propio equipo… Si consigues que reflexionen sobre ello, muchas veces no hace falta ni darles una explicación. Todo eso hace que el jugador también se involucre más y que entienda más todo lo que se hace.
El Athletic de Bilbao venía de los títulos de 1983 y 1984, pero en 1992 estaba en una crisis enorme. Es cuando aparece Heynckes y apuesta por los jóvenes.
Sí, la temporada anterior fue bastante dura, de estar abajo, no peleando por el descenso, pero casi. Heynckes vino unos meses antes a ver cómo estaban las cosas, a conocer el club, ver partidos del equipo, del Bilbao Athletic, igual también vio alguno del Juvenil… Yo creo que lo vio todo y lo que a mí me han dicho es que sus comentarios hacia mí eran muy positivos. Me convocó para la pretemporada, pero, claro, luego tienes que responder. A ti te pueden subir, pero al final hay que responder cuando vas arriba. Sí es cierto que fue un entrenador que, en mi opinión, revolucionó un poco todo, porque el Athletic era un club de fútbol más directo, más de pelea, de lucha… y él era un entrenador, sin quitarle al Athletic el carácter competitivo que le caracterizaba, que quería cambiar cosas. Por ejemplo, cambió el sistema, jugamos con un sistema bastante ofensivo, con un 4-4-2 en rombo, sacando el balón desde atrás, siempre con paciencia, con balón, para poder manejar el encuentro. Era diferente.
Un estilo que a ti te venía de maravilla.
La verdad es que a mí ese cambio me vino bien, por mis características de fútbol. A ver, yo estaba aclimatado al Athletic porque había pasado por todas las categorías, pero sí es verdad que el hecho de tener un buen manejo de balón e intentar tener la posesión iba más con mis características, y él modernizó un poco el club en ese sentido. Yo creo que todos nos sentimos muy identificados; modernizó también las instalaciones, los vestuarios…dio un toque distinto al club en un momento en el que lo necesitaba, porque era renovarse o seguir pasándolo mal, y afortunadamente, bueno, yo creo que desde el principio nos sentimos todos cómodos, creo que todo el mundo vio un poco que eso iba a ser muy positivo para todos, y desde el inicio las cosas funcionaron bien y tuvimos muy buenos resultados.
Tú tenías algo que eso sí que se tiene o no se tiene, que era el gol: la primera temporada, con 18 o 19 años, juegas 36 partidos de titular y marcas 10 goles. Además, te llama Clemente para la selección, te conviertes en una especie de icono pop, las chicas llevan tu foto en sus carpetas…
Pues es un poco lo que te he dicho antes: para mí, lo importante, no solo cuando estaba arriba, sino cuando estaba en alevines, infantiles… era el partido del domingo. Hacerlo lo mejor posible, ser el mejor del partido, disfrutar de lo que hacía, hacer mis goles, mis jugadas. Es que no tenía otra cosa en la cabeza, o sea, dentro de que, bueno, tenías que compaginar con los estudios, por supuesto…
Estudiaste periodismo, ¿verdad?
Sí, yo he acabado la carrera de periodismo, pero aparte de eso, no me podía salir de mi rutina de entrenar, de comer bien, de descansar, de pensar en lo que tenía que hacer el domingo, de ver al rival… O sea, no cambié. Si te sales de ese carril, pues evidentemente te puedes empezar a desviar, pero yo no. He tenido también a mis padres, que me han acompañado a todos lados y que me siguen acompañando a todos lados. En ese aspecto, nuestra vida ha sido muy familiar, ellos también se han dedicado mucho a sus hijos, a lo que necesitábamos. A veces, ves a padres que, en fin… si el hijo juega mañana, pues vamos por ahí. No, si toca quedarse en casa, pues nos quedamos en casa todos. Y éramos felices haciendo eso. Lo de alrededor te tiene que acompañar, no te tiene que desviar. Y, muchas veces, el camino o la trayectoria de una persona no es solo de esa persona, sino de todo el entorno, así que el entorno tiene que tenerlo también claro, porque, si no, pues no ayuda.
Volviendo al fútbol, son muchos goles para un chaval tan joven.
Bueno, es que yo siempre he hecho goles, creo que he sido el máximo goleador en todas las categorías por las que he pasado, a pesar de que he jugado en el medio del campo. Aquel primer año con Heynckes jugábamos un 4-4-2 en rombo y yo jugaba un poquito más adelantado porque tenía mucha llegada, pero en categorías inferiores me tocaba de medio centro. Lo que pasa es que yo siempre he llegado y siempre he finalizado bien. Siempre he tenido ese contacto con el gol.
Al año siguiente marcas 18 goles y os metéis en la UEFA. Por entonces, jugar en Europa era una hazaña, casi. ¿Qué tenían ese equipo y ese entrenador, para pasar en dos años de estar luchando por el descenso a competir con los primeros?
La mentalidad. Piensa que yo venía de ganar liga y copa en juveniles, con lo cual veníamos de un equipo ganador y que quería cosas. Y él, bueno, en su trayectoria como jugador y entrenador, siempre ha sido un ganador, ¿no?
Sí, sí.
Entonces, en ese sentido, conseguimos acabar con un cierto conformismo y empezamos a aspirar a ir a Europa, a ir a por cosas importantes, a querer estar arriba de la tabla. Además, en San Mamés, bueno, con el ambiente que hay, se sacan muchos partidos adelante. La afición está entregada y para los rivales era y es muy difícil sacar puntos.
Yo recuerdo un partido que tengo marcado todavía, 25 o 30 años después, en el Camp Nou contra el Barça de Cruyff, que ganáis 2-3.Tú marcas el 1-3, me parece que en una contra. Lo tengo como uno de los partidos más bonitos que vi en aquella época.
Yo creo que hicimos muy buenos partidos además de ese, pero, claro, ganar en Barcelona al Dream Team de Cruyff, que prácticamente era inalcanzable para todos, y cómo lo hicimos, jugando al fútbol… quizá fue ese el partido que dejó claro: «este Athletic va en serio», y la verdad es que fue un poco todo, ¿no? La filosofía de jugar, las ganas de ganar… no valía con decir «es muy difícil ganar ahí», sino «vamos allí y queremos ganar». Quizá fue el partido que a nosotros nos dio ese salto de decir «estamos aquí arriba».
Sí, de llegar incluso a un chaval de Madrid fascinado por lo bien que jugaba el equipo.
Sí, sí, además, yo recuerdo que una o dos veces cambió y me puso a mí de delantero, pero fue un poco menos alegre y no salió bien y dijo «no voy a cambiar más».
Tú jugabas detrás de Ziganda y Valverde.
Exacto. Ellos dos arriba, y yo llegando desde el centro de campo.
No sé si te acordarás, pero es curioso porque le ganáis al Madrid también, un partido en San Mamés, y ya estáis terceros, pero luego tenéis una racha de cuatro partidos, con tres empates y una derrota, y os jugáis todo al final en casa contra el Tenerife, un partido que vais ganando 2-0 y os empatan a 2. Tú tienes el penalti para el 3-2, y lo fallas.
Sí, pero no me dio tiempo a pensar mucho en ello porque Ziganda metió el rechace. La primera parte de aquel partido fue muy buena, jugamos un buen fútbol y, como bien dices, parecía que estaba todo hecho. Lo que pasa es que teníamos mucha tensión encima y nos complicamos. No sé, el recuerdo es bonito, es un recuerdo de estar peleando por entrar en Europa, con San Mamés lleno, un ambientazo… No sé, una mezcla de tensión y alegría, o sea, de estar muy metido en lo que es el partido y pasar por todos los momentos que puedes pasar dentro de un partido con un final muy bonito. El recuerdo es extraordinario y ponía un broche de oro a esas dos temporadas que tuvimos: en la primera, avanzamos mucho, y la segunda fue la confirmación del fútbol que estábamos haciendo.
Vamos a hablar del Mundial del 94. Tú llevabas ya dos años yendo con la selección de Clemente. Me gustaría que me contaras cómo era Clemente más allá de la idea que nos hacíamos desde fuera.
Bueno, dentro del equipo era una persona muy dialogante, muy cercana al jugador, muy competitiva, con carácter de ganador. En ese aspecto, nuestro clima dentro del equipo era muy bueno. Nos llevábamos todos muy bien y él sabía sacar partido a cada jugador con la idea futbolística que él tenía. Además, en ese Mundial íbamos a por todas: creo, firmemente, que nosotros habríamos llegado hasta la final. No tuvimos suerte en esos cuartos de final, pero nuestro destino estaba en llegara la final. Fue una pena, pero yo recuerdo esa experiencia con mucho cariño: era jovencito, pero me recibieron de maravilla. El perfil de los jugadores invitaba a que hubiera un compañerismo total.
Si no me equivoco, tú juegas de titular el primer partido contra Corea del Sur, y el tercero, el de Bolivia, que es el decisivo… pero luego no juegas ni un minuto contra Suiza ni contra Italia, ¿Te dio un poquito de rabia?
Bueno, me imagino que como a todos los que no juegan esos partidos.
¿Te dio Clemente alguna explicación?
No, no, ni tampoco hacía falta. Son las circunstancias. En ese momento, lo único que quieres es ayudar al equipo, estar preparado y lo que diga el entrenador, pues adelante. Estoy contento de lo que participé en ese Mundial. El primer partido fue raro porque expulsan a Nadal y en el descanso había que quitar a uno. Me tocó a mí y ya está. Y el tercero, bueno, se le ganó bien a Bolivia y yo estuve bien. Era un partido con trampa, además, porque te lo jugabas a todo o nada. Luego, el entrenador decidió hacer otras cosas y el partido de Suiza salió bien, por lo que quizás le dio continuidad también a lo que hizo. Nunca se sabe. Igual, si pasamos, acabo jugando en semis o en la final.
Vamos al famoso partido contra Italia, ¿cómo os quedasteis?
Pues con mucha impotencia. Mucha impotencia. Imagino que, desde el campo, los que participaron más ya lo verían así, pero es que desde afuera decíamos: «Si es que estamos ahí, que lo vamos a ganar, que lo vamos a ganar» y de repente… Son oportunidades que luego nunca sabes si van a volver. Además, veíamos que, en semis, creo que era Bulgaria la que nos tocaba y, de hecho, Italia le ganó bien. Nosotros nos veíamos superiores a Bulgaria, a pesar de que tenía muy buen equipo, muy buenos jugadores… pero yo creo que ese partido lo hubiéramos ganado nosotros, así que ahí se nos escapó la oportunidad de ir a la final.
¿Cómo estaba Salinas después del partido?
Bueno, él, como llevaba ya tantos años, lo asumía como una parte del juego.
La prensa le atizó una barbaridad para atizarle en realidad a Clemente.
Bueno, yo creo que él ya tenía mucha experiencia. Si me hubiera pasado a mí, que tenía 20 años… pero él ya había demostrado mucho. Supongo que le daría muchas vueltas a la ocasión, porque era un goleador nato, había hecho goles siempre.
El Mundial aquel tiene un encanto, por lo menos para mi generación, de fin de época, con Roberto Baggio, Romario, Bebeto, Stoichkov, Hagi… todos en su plenitud y a punto de iniciar el descenso.
No sé, yo lo que recuerdo del Mundial es el colorido que había. La mezcla de diferentes culturas. No era lo mismo jugar contra un país africano que contra uno sudamericano o asiático. La forma en que cada país vive el partido, eso fue para mí lo más llamativo y lo más bonito. Ves cómo se compaginan en el campo, cómo se juntan esas distintas culturas. Era un ambiente precioso. Ten en cuenta que yo tenía veinte años.
Aquel fue el último mundial de Maradona y uno de los reclamos era el recientemente fallecido Pelé, que había jugado en Estados Unidos, ¿coincidiste con alguno de los dos?
A ver, yo jugué contra Maradona cuando volvió con el Sevilla. Su primer partido fue en San Mamés. Y luego jugué con él un partido de estos de la Selección Mundial, en Roma. Y con Pelé creo que coincidí en uno de los cumpleaños que se celebraron de Nelson Mandela. Jugó una selección africana con una selección mundial, ahí en Sudáfrica, y él estuvo también en el partido. Bajó luego al vestuario. Le saludamos todos… Con los dos, veías la dimensión que les rodeaba. Eran personas que iban a un sitio y lo revolucionaban todo. Aparte de que les acompañaban un montón de personas. No sé si podían vivir tranquilos: fueran donde fueran, se montaba una buena alrededor. Pero bueno, luego, en el vestuario, Pelé estuvo muy bien, cercano a todos, nos hicimos fotos, charlamos… Ahí es todo más natural. Quizá cuando se sale del vestuario es cuando se revoluciona todo. Pero cuando entras al campo, pues todo muy natural.
Vuelves al Athletic y el entrenador es Javier Irureta, que venía de hacer un año fantástico en el Racing y luego funcionaría de maravilla en el Celta y en el Deportivo, pero en el Athletic pinchó.
Pues sí. Es lo que pasa muchas veces, ¿no? Venía a su casa y a veces es más complicado en ese sentido. Veníamos de dos años, sobre todo el último, muy buenos, con una forma determinada de jugar… y Jabo tenía otra manera de ver el fútbol que a él le ha dado unos resultados extraordinarios, pero que igual era demasiado diferente. En cualquier caso, creo que le echaron cuando llevábamos algún positivo. Ya sabes, cuando había positivos y negativos en la clasificación. Creo que perdimos dos partidos en casa seguidos o así, y a partir de ahí le echaron. Vaya, que la temporada no estaba siendo tan mala.
No estaba siendo mala en comparación con el 92, pero sí en comparación con el 94.
Sí, sí, pero, fíjate, con un positivo, o sea, seguro que estábamos a mitad de tabla o así y quedaba temporada todavía. Pero, no sé, había un ambiente raro alrededor, que quizá posibilitó que acabara todo así con una persona que es un gran profesional y que encima pues quiere al club porque es el club de su vida.
El que entra luego es Amorrortu, que había sido tu entrenador en los juveniles.
Sí, bueno, él había sido ya el segundo de Heynckes, así que llevábamos mucho tiempo juntos. De hecho, también había sido entrenador mío en la selección vizcaína el año anterior a coincidir en juveniles. Supongo que sería la sub-16. El año que subo yo al primer equipo, sube él también como segundo entrenador, y al año siguiente pasa lo de Jabo y se queda de primero. Para mí, bueno, genial, porque siempre hemos tenido una relación muy buena y la seguimos teniendo, así que, en este caso, que fuera el entrenador me ayudaba porque él sabía mi forma de jugar, cómo sacarme rendimiento y teníamos complicidad para compartir de todo.
Ese año llega Bittor Alkiza y al siguiente, Joseba Etxeberría, dos estrellas de la Real Sociedad. ¿Son los años que tú recuerdas de más tensión entre los dos clubes?
Sí, puede ser. Mi primer año en el Athletic fue el último de Atocha. Jugué ese partido y el que se hizo allí de despedida. Era muy bonito, aunque el campo fuera pequeño. Era diferente, vaya. Y de ahí, pasamos a Anoeta, que no era el de ahora, sino que tenía la pista de atletismo. Y fueron, sí, fueron unos años que no fueron agradables. No vamos a echarle la culpa a nadie ni nada, pero sí, demasiada tensión. Cuando llegabas al campo no era agradable. Había muchos piques entre las aficiones cuando yo creo que el derbi tiene que ser algo bonito y una fiesta para todos. Tiene que haber una cordialidad, dentro de que cada uno defienda o anime a su equipo. Y si fueron años con demasiada tensión, la verdad. No fueron fáciles.
Durante todo ese año, te llueven las ofertas, y más después de haber jugado un Mundial con 21 años: el Madrid quiere pagar tu cláusula de rescisión, estaban detrás el Barcelona, el Inter… ¿Tienes claro que vas a renovar o hay un momento en el que dices, bueno, igual debería plantearme cambiar de aires?
La verdad es que yo siempre he estado muy comprometido con el Athletic. Era lo que sentía. Empecé a entrenar con el Athletic a los ocho años. Jamás en mi vida me había planteado jugar en otro lado. Siempre había sido «Athletic, Athletic, Athletic»… No era en plan «a ver si subo al primer equipo para luego irme». No, nunca lo he tenido en la cabeza. Es cierto que en esos momentos puedes dar un giro a tu carrera, pero mi compromiso con el club y, sobre todo, con la afición, era máximo. Piensa que conmigo se volcaron desde el principio, que yo tenía con ellos una relación extraordinaria y la sigo teniendo. No podía, después de dar todos esos pasos, dejar el club. Es que el compromiso era total. Entonces, bueno, lo vives con la alegría de que los grandes clubes estén interesados en ti… pero también con la responsabilidad de que estás en el club de tu vida, donde has pasado tantísimos momentos, donde sientes que la gente está esperando cosas tuyas. Y, bueno, yo, en ese sentido, siempre he sido fiel.
Decía Ramón Mendoza que, si te hubieran fichado, no habrían podido volver a pisar Bilbao.
Sí, habría tenido que coincidir una época en la que el club necesitase vender y hubiese sido algo positivo para todos. Pero estaba claro que no era el caso y, aun así, no lo vería claro por la afición. Estar en un club como el Athletic, con la pertenencia que tiene, con tantos jugadores que son de la casa y llevan ahí tantos años… Yo lo siento como una familia, si me hubiera ido, habría sido como quitarle un hijo a la afición. Es complicado ese paso.
La solución de Arrate para competir mínimamente con lo que te están ofreciendo es hacerte un contrato de doce años, hasta 2007.
Correcto.
Pensándolo ahora, ¿te arrepientes de haber firmado tantos años?
Es que yo no le doy importancia a eso. Si, al fin y al cabo, por mucho que firmes o no firmes, si no estás a gusto o no funciona, pues no funciona. Para el club, ese paso era importante para decir: oye, pues queremos que la gente sepa que Julen está aquí y está totalmente comprometido con el club. Pero si en algún momento dado las cosas no fueron bien… no creo que fuera por eso, la verdad.
El siguiente en el banquillo es Stepanovic, pero las cosas van aún peor que con Irureta. ¿La gente te exigía más o, al revés, te salvaban de la quema?
No, no es ni salvar ni exigir. En ese aspecto me sentía igual. Fue un año difícil, porque yo creo que fue un año de mucho cambio de jugadores. Se fueron algunos veteranos y vinieron otros más jóvenes y ese cambio no es sencillo, menos para una persona que vino de fuera y que igual conocía menos el club. Cada cierto tiempo, es normal que eso pase en el Athletic, porque es así: o haces muy bien las cosas, que te coincida que cuando se van unos, tienes ya a otros preparados para el relevo o el Athletic no puede tirar solo con fichajes. Tienes lo que viene de abajo y alguna pincelada que puedas traer de fuera.
¿Cómo era Stepanovic? ¿Más como Heynckes o como Irureta?
Tenía cosas diferentes, del fútbol alemán, que era de donde venía. Por entonces, en Alemania se hacían cosas diferentes. Nos había pasado ya con Heynckes. Eran sistemas diferentes, una forma diferente de jugar, aunque con más cambios. Con Heynckes jugábamos de tal manera y no la cambiaba nunca. Con Jabo jugábamos de otra manera y tampoco la cambiaba. Stepanovic sí cambiaba cosas: a veces jugábamos con cuatro atrás, a veces con tres y con laterales largos. Pero ya te digo que, para mí, ese no fue el principal problema, sino el cambio generacional. No es fácil que los veteranos dejen de jugar y aparezcan jóvenes preparados. Se necesita un período de adaptación. En otros sitios, quizá sea más automático: si se va uno, pues ficho a otro que ya está asentado. En el Athletic, no, tengo que traer a uno de abajo y se tiene que asentar. Y ese cambio le tocó a Stepanovic y no fue bien.
Al final del año por lo menos Clemente confía en ti y te lleva a la Eurocopa de Inglaterra.
Sí, porque yo seguía con mis números. Quizá hicimos menos goles que en otras campañas y por eso estuvimos un poco más abajo en la clasificación, pero, bueno, yo en cuanto a rendimiento y goles y tal, creo que seguía más o menos parecido. Aparte, Javier era mucho de hacer grupo. Teníamos un grupo que nos llevábamos muy bien, un grupo que estaba funcionando y, bueno, pues en ese aspecto, más o menos, seguía confiando.
Yo lo que recuerdo de entonces era que Clemente era un tío muy polarizante. Siempre lo había sido antes también, pero del 94 al 96, la relación con parte de la prensa sí que se deteriora muchísimo. En esa Eurocopa, le pedían a Raúl y a De la Peña y no los llevó. ¿A vosotros, eso os afectaba de alguna manera?
Yo creo que en cuanto al grupo no nos afectó. Nosotros éramos un grupo muy unido y esa era la idea de Javier como entrenador: si el grupo no está unido, es muy difícil conseguir cosas. Y si alguno no encajaba, pues había que tomar decisiones y lo mismo ese jugador tenía que dejar de venir porque, si no, en el campo es imposible. Nosotros estábamos con el entrenador y no le dábamos vueltas a nada más.
Esa Eurocopa empezó con dos empates, contra Bulgaria y contra Francia, que ya era un equipazo, la base del que ganó el Mundial 98.
Yo jugué el primero con Bulgaria, después empatamos con Francia y el tercero fue contra Rumania. Ese partido lo teníamos que ganar sí o sí y recuerdo una tensión horrible porque teníamos un equipazo. No podíamos pensar en irnos en primera ronda. Ese partido salí unos minutos, cuando estábamos jugándonos la clasificación. Recuerdo que fuimos a por todas para marcar un gol y en una jugada de esas, pues, bueno, lo conseguimos. El sentimiento fue más de liberación que otra cosa, porque estos campeonatos son así, te vas a casa a la mínima. Y fíjate que yo creo que, a partir de ahí, eso al equipo lo hizo crecer, porque luego jugamos posiblemente el mejor partido.
Sí, contra Inglaterra en los cuartos de final.
El equipo yo creo que ahí se liberó, estábamos ya en la siguiente fase y jugamos muy bien.
¿Qué recuerdas del ambiente de ese partido de cuartos de final? Ellos estaban con el «it´s coming home», convencidos de que iban a ganar, con Gascoigne, con Shearer…
Sí, ellos estaban convencidos de que, jugando en casa, iban a ganar. Tengo un recuerdo muy bonito porque se jugó en el viejo Wembley. Jugar contra Inglaterra en Wembley era extraordinario. Teníamos la sensación de que en cualquier momento íbamos a meter el gol, en cualquier momento, pero no llegaba. De hecho, nos anulan un gol que es legal. Pensábamos que esta vez no se nos escapaba, pero iban pasando los minutos y veíamos que nos íbamos a los penaltis otra vez, en cuartos de final… Teníamos la leyenda de que España siempre caía así, de manera algo injusta…
O sea, que esa sensación que tenía el espectador, el aficionado, de «ostras, la maldición de cuartos», ¿calaba de alguna manera también en el jugador?
No es tanto eso, sino que ves que estás perdonando. Y en los penaltis, suele suceder que el que más perdona, luego es el que cae, mientras el que se ha visto más apurado dice: «Mira, ahora tengo los penaltis». En 2008, la historia cambió y fue el impulso que necesitaba España para poder ganar cosas. Los penaltis son lo que son. Es cierto que hay que saber tirarlos, es cierto que cada vez se preparan más. Es un poco cierto todo, pero a mí me parece una manera un poco triste de definir quién pasa a la siguiente ronda.
Cuando vuelves a Bilbao está un personajazo como Luis Fernandez en el banquillo.
Era diferente a lo que habíamos tenido. Muy mediático. Con sus ruedas de prensa, su forma de llevar las cosas. Es un cambio que, al principio, es muy positivo porque él mete mucha energía, por su forma de ser. Es una persona muy enérgica, que vive todo al máximo: los entrenos, los partidos, la preparación… y esa energía nos la contagiaba a todos.
Esa temporadaes en la que de repente el Madrid y el Barcelona se vuelven un poco locos. El Madrid ficha a Suker, a Mijatovic, a Seedorf, a Panucci… y el Barça se trae ni más ni menos que a Ronaldo Nazario. Quería preguntarte cómo era jugar contra ese Ronaldo.
Pues le disfrutamos poco, porque estuvo un año y se marchó. Yo ya le conocía de cuando jugaba en el PSV, ya había imágenes y se le veían cosas: los goles que hacía, parecidos a los que hizo aquí. Era un jugador que marcaba muchas diferencias, con esa arrancada, esa velocidad con espacios. Y, sobre todo, su definición, porque, al final, si tenía dos ocasiones, te metía las dos, y eso no es nada sencillo ni para los cracks mundiales. Fue un jugador que llevó a la liga a otra dimensión porque, en aquella época, la liga italiana era la que más sonaba y poco a poco la española empezó a igualarse o incluso a estar por encima del resto. Antes, ya habían venido Romario, Laudrup, Stoichkov, más los que tenía el Madrid. Empezaba ya a haber jugadores muy mediáticos de otros países más los mejores jugadores del país. Y, bueno, ahí la liga se empieza a asentar y a aspirar a ser la primera de Europa.
Ese año os metéis en UEFA, ¿no?
Sí, nosotros nos metemos en UEFA el primer año.
O sea que ya se ve la mejora…
Sí, aunque también creo que ahí ya había empezado a cambiar el número de plazas. No lo recuerdo exactamente, pero creo que ya a la Copa de Europa en vez de uno iban dos y que ya se llegaba al sexto o el séptimo en posibilidades de ir a la UEFA. Y, bueno, la verdad es que el equipo hizo buenas temporadas. Era un equipo con mucha energía, como te he dicho. Muy pasional. También, él sabía meterse al público en el bolsillo para que apretara… y mira que no le hace falta mucho al público para venirse arriba, ¿eh? Pero si encima le das ese plus…
Hablamos de un tío (Luis Fernández) que llegó a tener un guiñol en el Plus cuando eso era símbolo de reconocimiento nacional.
Sí, sí, sí. A la prensa le daba mucho juego, en el campo daba mucho juego, con los árbitros, con los rivales… Era su forma de vivir. El partido de la semana no solo era lo que pasaba en el terreno de juego, sino todo lo de alrededor, y eso a él le gustaba tenerlo controlado. Dominaba bien esas situaciones.
Hay dos momentos de esa temporada que recuerdo especialmente: uno, por supuesto, es el pisotón de Simeone, que creo que ahora, por fin, en su serie de Amazon, ha reconocido que fue un error. ¿Cómo te afectó a ti? ¿Afectó en algo tu reacción con Simeone?
Afectarme en nada. Sin más. Lo único, la repercusión que tuvo.
O sea, luego en el siguiente partido, volviste a ver a Simeone y sin problema.
Sí, sí, sí, sin más. Bueno, como si no hubiese ocurrido. Lo que pasa es que desde entonces no hemos tenido ningún contacto, ninguna relación, ni nada, pero bueno. Recuerdo que fue algo muy mediático, que sigue siendo muy mediático. Quizá con el VAR, hoy en día, hubiese cambiado todo, porque en su momento fue una acción que en el campo ni se sancionó, el árbitro no pitó nada… no pasó nada.
¿Y lo de que haya pedido perdón ahora te afecta en algo? ¿O te da igual?
A ver, está bien que haya reconocido que no fue una acción fortuita. Además, fue un balón que yo creo que estábamos los dos fuera del campo. No venía a cuento. No fue una situación agradable para mí y me imagino que para él tampoco. Pero, bueno, no le doy más vueltas a cosas que pasan dentro del terreno de juego. Mejor si no pasan, pero ya está.
Hay otro partido ese año que tiene un detalle interesante. Uno que se juega en Madrid, en el Bernabéu, y está nevando. Está todo lleno de nieve y están los aficionados tirando bolas de nieve. Hay un momento en el que tú vas a tirar un córner y te niegas porque como te den, te dejan en el sitio. Y ahí, cuando te apartas del córner, empieza todo el Bernabéu a gritar «Julen, Julen, Julen, maricón», que es lo que le cantaban a Míchel, pero contigo. Y entonces igual me pareció normal, pero ahora, afortunadamente, quiero pensar que un grito de ese tipo sería inaceptable.
Afortunadamente, cada vez estamos viendo, todas las semanas, lo que ha cambiado el fútbol. Es que había veces que se tomaba como normal: mucha gente decía «pago la entrada y la entrada me da derecho a insultar a quien quiera». Y no. Todos somos personas y no hay que insultar a nadie. Lo que pasa en ese córner es que las bolas las tiraban desde arriba, desde cincuenta o sesenta metros, y eran hielo puro. Pero, vaya, estábamos acostumbrados a que nos llamaran de todo.
¿Tú notabas que eras el objetivo de las aficiones contrarias?
Sí, pero es que normalmente eso suele pasar con el jugador un poco más mediático del rival o el más peligroso, llámalo como quieras. Es con el que las aficiones rivales siempre se centran más, ¿no? Pero ya te digo que te acabas acostumbrando.
Al año siguiente, os metéis en la Champions. No la jugabais desde la 1984/85, catorce años atrás. ¿Considerarías que ese momento es el mejor de tu carrera?
Bueno, en cuanto a la clasificación, sí, pero creo que, en cuanto a juego, el segundo año fue mejor. En 1993, 1994… creo que, futbolísticamente, rendimos más. Ese año del subcampeonato, éramos un equipo supercompetitivo. Además, el club hizo varios fichajes porque era el año del centenario y queríamos haber llegado a la final de la Copa del Rey, que era un objetivo más asequible que ser subcampeón de liga. Porque el asunto no era tanto jugar la Champions, sino quedar segundo en la liga, detrás del Barcelona de Van Gaal, eso es lo que tuvo mérito. Quedar subcampeón ese año fue algo extraordinario y más en el año del centenario, con las celebraciones y la reafirmación de nuestra filosofía. Asentaba un poco esa forma de sentir el club, de poder seguir todos ahí identificados con la idea. Fue un año bonito, sobre todo cuando llegamos a las últimas jornadas y vimos que estábamos ahí y que los demás iban fallando y nos preguntamos «¿por qué no vamos a poder pelear por ese puesto» Y ahí se focalizó toda la energía del Athletic en un objetivo que podía ser factible y era difícil que se nos escapara. Sobre todo, jugando el último partido en tu casa, con toda esa energía. Impresionante.
El Athletic tardaría otros diecisiete años en jugar Champions, con Ernesto Valverde, tu compañero de principios de los noventa y otro entrenador de élite.
Sí, pero me imagino que sería quedando cuarto o una cosa así. Por eso, insisto en el mérito del subcampeonato.
La Champions que jugáis vosotros es rara, porque acabáis últimos de grupo, pero, en realidad, con haberle ganado a la Juventus uno de los dos partidos que empatasteis, habríais sido primeros y habríais pasado a cuartos de final.
O si no se nos escapa el partido en Turquía, contra el Galatasaray, que íbamos empate y marca Hagi en el descuento. Para nosotros, era una sensación nueva, normalmente no la jugábamos y quizá pagamos un poco la novatada, porque podríamos haber pasado a cuartos tranquilamente. Además, fíjate, yo creo que el equipo con menos nombre, que era el Rosenborg, fue el que peor se nos dio, el que más nos costó. Debutamos contra ellos en casa y pensamos «esto son tres puntos seguros», porque sí, era un equipo que jugaba todos los años, incluso al Madrid le había puesto en apuros alguna vez, pero éramos superiores y empatamos a uno. Luego, en la vuelta, estaba nevando y perdimos 2-1. O sea, ese equipo fue un poco el que nos quitó la clasificación, porque luego es cierto que el Galatasaray nos ganó allí, pero nosotros le ganamos aquí. Con la Juve, empatamos los dos partidos…
Un equipo que venía de llegar a la final el año anterior con el Madrid y que tenía a Zidane, a Inzaghi, a Davids, a todos los buenos…
Sí, sí. Solo con haber ganado uno: el de la Juve, el del Rosenborg en casa… nos habríamos clasificado. Lo del Rosenborg fue incomprensible, es que solo sacamos un punto de seis contra ellos.
¿Qué recuerdos tienes de esos partidos contra la gran Juventus?
Pues muy bonitos. Me acuerdo de San Mamés, un empate a cero, muy táctico, muy de estar centrado los 90 minutos, de no podernos permitir un despiste porque ellos tenían un medio del campo formidable, manejaban muy bien el balón. No era sencillo, pero el equipo estuvo muy, muy bien. Y en Delle Alpi, contra todo pronóstico, nos pusimos por delante con un gol mío y ellos en ningún momento estuvieron cómodos. Jugamos muy bien. Tal vez en la segunda parte, ellos tuvieron más oportunidades porque dominaban más, pero nosotros también tuvimos dos o tres contras para meter el segundo gol. Es posible que ellos pensaran que nos iban a ganar fácil, como nosotros contra el Rosenborg. Y, luego, en un despeje tonto, una jugada un poco aislada, nos empataron. Fue una pena. En la última jornada, ellos dependían de nosotros. Teníamos que ganarle al Galatasaray en casa… y les ganamos.
Tú, en este momento, ya tienes 25 años: has jugado la Champions, has jugado un Mundial, una Eurocopa, has sido subcampeón de liga, has marcado goles de todos los colores, has tenido cinco o seis entrenadores y te llega el Mundial de Francia 98, que es un poco el principio del fin de la era Clemente. ¿Qué recuerdas de aquel campeonato?
Pues las sensaciones eran muy buenas. Nuestra idea era ganar el Mundial, no era otra cosa: no era ni pasar la fase de grupos, ni los cuartos, ni los octavos… era ir a por el Mundial. Y en el primer partido, contra Nigeria, un partido que lo teníamos más o menos bien, de repente se da la vuelta, lo pierdes, y en estos campeonatos, un partido malo te manda para casa.
Además, es que ese partido empieza como todos lo habríamos soñado: con gol de Raúl, porque Raúl venía de ganar la Champions, con 21 años, para consolidarse como estrella mundial. Y marca el primero nada más empezar el partido.
Sí, no sé qué pasó, que se torció todo. De repente, te ves por detrás en un partido que tienes controlado y cambiar esas dinámicas no es fácil para un equipo, aunque esté jugando bien. Es muy difícil cambiar. Nos costó mucho y no le dimos la vuelta. Luego fuimos con esa necesidad de tener que ganarle a Paraguay, que era un equipo rocoso, típico sudamericano, y al que le valía el empate… y no fuimos capaces de hacerlo. Íbamos 0-0 y veíamos que pasaban los minutos y no metíamos gol, no metíamos gol… una impotencia horrorosa. Fíjate que son dos partidos que se supone que teníamos que ganar, porque no nos había tocado Alemania, ojo: los rivales eran Paraguay, Nigeria y Bulgaria. La favorita era España y mucho más tal y como llegaba al campeonato.
Tú juegas solo el último partido, el de Bulgaria, pero es un poco la desesperada, porque había una posibilidad mínima…
Sí, pero a Nigeria y a Paraguay les valía el empate, así que ya estaba hecho.
Ese es tu último partido en una gran competición con España, ¿te imaginabas entonces que era el final de una época?
Bueno, yo seguí jugando con Camacho. Jugué en las clasificatorias de la Eurocopa del 2000 y del Mundial de 2002, aunque no jugué las fases finales. De hecho, sigo jugando con Clemente un poco más, lo que pasa es que no estuve en el partido famoso en Chipre, que perdimos 3-1.
Por cierto, a Chipre, en la vuelta, ya con Camacho, les metes tres. ¿Por qué crees que te dejó fuera de la Eurocopa?
Pues porque llevó a otros. A ver, yo tenía la esperanza de ir a la Eurocopa, primero, y luego al Mundial, porque había estado en las fases de clasificación, pero prefirió a otros jugadores.
¿Te dio algún tipo de explicación?
No, no, no… ni se la pedí. No tenía por qué dármela.
Tu último partido con la selección es el 11 de octubre de 2000, en Viena, contra Austria, que acabáis 1-1.
Pues no me acuerdo del resultado, pero, sí, el 11 de octubre de 2000 y en Viena, justo después de la Eurocopa y ya clasificatorio para el Mundial.
Volvamos, pues, al Athletic, y a los dos últimos años con Luis Fernández que son… complicados, porque empieza a ponerte de suplente de vez en cuando.
Sí, a ver, también es que el fútbol estaba cambiando, porque se jugaban más partidos. Empezamos a entrar en Europa y empezaron las rotaciones, que antes casi no había. Creo que aumentó también el número de jugadores en el banquillo: cuando yo empecé, había once en el campo y cinco en el banquillo, aparte de que solo había dos cambios. Todo eso se moderniza. Aparte, lo que te digo de que jugar en Europa, en la UEFA, hacía que el entrenador fuera cambiando para reservar jugadores, porque ya no eran tampoco eliminatorias como antes, sino fases de grupos con más partidos. Y en aquella época, pues sí, yo empiezo a rotar más, a pesar de que sigo jugando muchos minutos.
En un artículo de la época se te cita a ti quejándote de que estás jugando menos y en otra posición, con lo que era injusto exigirte el mismo número de goles.
Bueno, a veces me ponía en otra posición. Más atrás, para potenciar que otros llegaran más que yo o que trabajara más defensivamente. El asunto es que Luis tampoco tenía un sistema en concreto, variaba mucho en función del rival, o en función de la semana. Después de jugar con tres atrás, había que jugar con cuatro. Variaba mucho. Mucho. Incluso, a veces, hasta que no daba la alineación, no sabíamos cómo íbamos a jugar.
En ese artículo se comparaba tu situación con Luis Fernández con la que tuvieron Sarabia y Clemente. No sé si crees que esa comparación tiene sentido o no…
No lo sé. Yo hacía mi trabajo y no me metía en el control del equipo en ningún momento. Yo no soy de las personas que se meten en lo que hace el entrenador. Lo respeto siempre. O sea, puedes compartir o no algunas cosas, como le pasa a todo el mundo, pero en ese aspecto, siempre he sido una persona respetuosa.
Con el cambio de siglo, llega el recientemente fallecido Txetxu Rojo al banquillo. Me gustaría que me contaras que recuerdas de él como entrenador y cómo te afectó a ti en tu experiencia en el equipo.
Bueno, era diferente. Txetxu Rojo era más de la casa y venía de hacer buenas temporadas en el Celta y en otros equipos. Su forma de ser no tenía nada que ver con la de Luis Fernández. Fue un año también de bastantes altibajos porque los cambios no son fáciles y veníamos de cuatro años muy buenos con Luis Fernández, aunque el último no funcionó tanto porque exigía mucho desgaste: por su personalidad, por la pasión con la que lo hacía todo, su forma de entregarse… Todo eso también va generando mucho desgaste y aquel último año no fue sencillo.
Txetxu era otra historia, claro.
Era mucho más tranquilo que los demás. En el día a día, mucho más tranquilo. En ese aspecto, pasamos de días más calientes a una mayor tranquilidad.
Tú empiezas marcando dos goles al Rayo en uno de los primeros partidos, pero al final solo completas trece, me refiero a jugarlos enteros, con solo cinco goles.
Yo creo que tuve algún problema con alguna lesión o alguna molestia. En esa temporada, recuerdo que tuve bastantes molestias y fue un año irregular en todos los aspectos. En general, no conseguimos una regularidad como equipo ni yo a nivel personal. Y mira que la pretemporada sí fue buena. Para mí, fue muy buena. De hecho, fue cuando me llamó Camacho para la selección. El inicio fue bueno, pero, luego, no sé, no se consiguió hacer una temporada, en ningún momento, que digas «estamos todos enchufados, esto va sobre ruedas».
Cuando se va Arrate después de ese año, ¿tienes dudas sobre tu compromiso con el club?
No, no, no, porque Javi (Uría) también llevaba ahí muchos años. Había sido la mano derecha de Arrate o una persona muy cercana, vaya. No era una persona desconocida en absoluto, habíamos estado juntos muchos años…
Uría se trae a Heynckes de nuevo.
Se trae a Heynckes, sí.
Pero ya no fue lo mismo.
Pues empezó muy bien. Vino con mucha ilusión. Yo recuerdo, incluso, que en la pretemporada habló conmigo y me dijo que teníamos que recuperar las buenas sensaciones que habíamos dejado anteriormente. Además, empezamos la temporada muy bien. Recuerdo que ganamos fuera de casa, hice varios goles y de repente, dejó de contar conmigo.
¿Por qué?
No tengo ni idea, porque mi rendimiento había sido bueno, ya te digo, empecé de titular, marcando goles… (se encoge de hombros)
¿No tenías suficiente confianza para hablarlo con él? Para saber qué estaba pasando…
No es que no tuviera confianza, sino que, como te he comentado antes he respetado las decisiones de los entrenadores…
La gente, no sé en Bilbao en concreto, pero desde luego en el resto del país, nos preguntábamos qué pasaba, no lo entendíamos, te habíamos visto crecer desde niño.
Y en Bilbao también la gente se lo preguntaba. Yo sé que hay muchos aficionados que se lo preguntaban… pero él dio un cambio ahí en ese aspecto y pasé de jugar todo en las primeras jornadas, con el equipo arriba, haciendo goles, a prácticamente desaparecer. Yo ya vi que no iba a jugar, pasase lo que pasase.
Todo esto te pasa con 27-28 años, que, en principio, es la edad de esplendor de un deportista y te metes en una dinámica que, de hecho, con los años no cambiaría: al año siguiente, llega Ernesto Valverde, al equipo le va bien, pero tú solo juegas un partido de titular. ¿Cómo me puedes explicar eso?
Es que no te lo puedo explicar. Yo soy una persona profesional, he entrenado siempre a tope y me he cuidado 24 horas. Yo pensaba que podía jugar, pero decidieron poner a otros compañeros.
También leí unas declaraciones en las que decías que llegó un momento en el que ponían a cualquier canterano delante de ti… y si no había canterano, fichaban a alguien para ponerlo en tu puesto.
Fue así. Son datos.
¿Y tú lo vivías como una cosa personal contra ti?
Bueno, no lo sé. Si era algo personal contra mí, no tengo ni idea. Lo que sí tenía muy claro era que no iba a jugar. No porque me lo dijera nadie, sino porque lo ves: se lesiona el de tu puesto y no te ponen, está en baja forma el de tu puesto y no te ponen, hay un cambio y no te ponen…
¿Y tú qué sientes que puedes hacer ahí?
Pues entrenar. Seguir entrenando. Yo soy una persona de entrenar y cuidarme y dedicarme solo al fútbol.
A la prensa no acudes, en plan estrella despechada, así que se queda ese misterio de un Julen Guerrero que poco a poco va desapareciendo.
Sí, así es.
¿No pensaste en marcharte a otro equipo?
Pues no lo pensé por lo que te dije antes: siempre me he sentido totalmente identificado y responsable con la gente, con lo que yo había hecho, con el club… y es que además la afición me quería aquí. Yo salía a calentar y la gente se ponía a aplaudir. No puedes fallar a la gente. Lo que no sé es si lo llegó a pensar el club… y si lo pensó, tal vez tendría que haberlo dicho, haberlo afrontado. No era sencillo porque la gente estaba pidiendo que saltase al campo. De hecho, cada vez que salía, pues más o menos lo hacía bien.
¿Sentiste en algún momento que no se estaba pagando la lealtad que tú habías mostrado en su momento por el club?
A ver, yo soy una persona de club, desde el primer día hasta el último. Tanto en el campo como fuera, he hecho todo lo que el club ha querido. De hecho, si me llaman para algo, sigo haciéndolo porque siento que, aunque ahora no estoy dentro del club, soy del Athletic para siempre y no tengo ningún reproche en ningún sentido. Ahora bien, es cierto que, a veces, cuando se cambia de presidente, muchos no se acuerdan de lo que has hecho… o no quieren acordarse. De todo lo que tú has dejado o lo que te has entregado. Pero, bueno, yo estoy orgulloso de todo lo vivido.
Aguantas dos años más, hasta 2006, aunque tu último año de contrato es 2007. ¿Lo decides tú o te invita el club a dejarlo?
Bueno, no te dicen que te vayas, pero ves que no vas a jugar y ya incluso ir a entrenar se hace complicado. Se convierte en un tema difícil de llevar, muy desagradable. Jugábamos partidos amistosos, por ejemplo, y yo jugaba, marcaba dos o tres goles, y el domingo me quedaba sin jugar. Así que me ofrecen la posibilidad de poder entrenar, que es algo que también me ha gustado siempre, que me apasiona y me sigue encantando. Me había sacado el carnet de entrenador ya siendo jugador y todo.
Das una rueda de prensa anunciando tu retirada en la que te echas a llorar, pero se percibe una cierta frialdad en el entorno.
Sí, fue frío. Después de haber entrado ahí con ocho años, pasar por todo lo que había pasado… Piensa que me tuve que ir casi de un día para otro, que incluso había empezado a entrenar con el equipo en la pretemporada y al segundo día ya me tuve que ir. Fue duro.
El contrato que firmaste con Arrate hacía que, cuando tú te retiraras, te convirtieras automáticamente en entrenador dentro del club de manera indefinida. Fuera en los juveniles, en el Bilbao Athletic o en el primer equipo… de hecho, estás un año con los juveniles, pero llega Macua de presidente y chocáis de inmediato.
Sí, desde el principio, Macua tenía otras ideas, que no me incluían y ya está. No hay que darle más vueltas. Te da pena que, a pesar de estar en el Athletic veintiséis años, de darlo todo, parece que no has hecho nada.
Estamos ya en 2007, tienes 33 años, y te tienes que ir de tu equipo de toda la vida. Por un lado, tienes toda una vida por delante, pero, por otro, supongo que hay algo de vacío, de decir «bueno y ahora, ¿qué?» Llevabas eso, veintiséis años, con la rutina de ir a entrenar cada día a Lezama…
Sí, pero no soy una persona conformista, no me asustan los retos. Y, aparte, hay momentos que he podido disfrutar de la familia, porque, a pesar de haber sido muy casero, he estado siempre muy ocupado. Pude disfrutar de mi mujer y mis hijos, vivir con ellos veinticuatro horas, y a mí eso me hizo muy feliz.
¿Te planteaste caminos aparte del fútbol?
Pues aproveché para acabar la carrera de periodismo, realicé el curso de Director Deportivo, también un máster en derecho deportivo… Sí, fui haciendo cosas: colaborar con medios de comunicación, me salió lo de la cantera del Málaga…
Hasta que al final recalaste en la RFEF, ¿de alguna manera fue como volver a tener un hogar fijo?
Es que yo de la Federación no me he ido nunca porque, al final al cabo, al retirarme, ya me puse a jugar con los veteranos. Soy vicepresidente de AEdFI (Asociación Española de Futbolistas Internacionales). Más o menos he estado siempre en la Federación desde que tengo 14 años. Tengo mucha gente super conocida. No sé si es volver a casa o seguir con los de casa. Ya te digo, llevo desde los 14-15 años y hay gente super profesional que sigue aquí todavía.
¿Tienes aún trato con el Athletic?
Pues un trato normal. Un trato bueno, incluso. Si me llaman o lo que sea, voy. Un trato cordial, como siempre he tenido con el Athletic, al menos por mi parte.
Tú qué has pasado por todo esto: por la fama, el éxito, las decepciones… y que además te lo encontrarás con tus chavales en la selección o incluso ahora con tu hijo, que va para estrella, ¿hay algún consejo en concreto que le hayas repetido mil veces?
Evidentemente, por cada etapa que ha ido pasando, le he ido contando mis experiencias o, sobre todo, lo que se puede encontrar. El mayor consejo que le puedo dar es que esté veinticuatro horas pensando en donde quiere llegar, en ser mejor cada día, en ser profesional, en cuidarse para rendir el máximo posible. Aislarse un poco del ruido que hay alrededor de los chavales de su edad, que es lógico, pero es complicado de llevar, porque uno puede elegir una cosa o elegir otra, pero las dos es difícil.
Creo que eres una gran persona, ya que no has comentado el «desaire y traición» de algunos «compañeros» de juego, y que creo que eso fue el detonante de tu salido del Athletic, que por otra parte estará en deuda hasta que no digan la verdad de tu salida y el homenaje que te debemos todos los que amamos y sentimos al athletic. Un abrazo
Cuando se sabrá la verdad de tu declive en el Athletic?
Decía Javi Clemente que si te ponía había tres/ cuatro jugadores que no jugaban.
Por supuesto que hubo una gran tradición hacia Julen.
La envidia es muy mala y tener al lado un enorme profesional que además la gente quiere más que a ninguno, parece que escuece.
El Athletic debió tomar nota y no tener tantos futbolistas de fuera de Vizcaya.
Aún recuerdo un entrenamiento en Lezama con Irureta, donde algun «compañero» entre dientes, le llamaba : puto niñato.
Yo lo recuerdo como que se arrastraba por los campos al final y veo q aqui los socios y el periodista no lo dicen,pues si,se arrastara a y daba pena por eso no jugaba
Perdona, pero veo que no tienes ni idea. Tu llamas arrastrarse por el campo a salir a 10 min del final y correr como un loco para intentar hacer algo. Salia a falta de esos 10 min muy revolucionado y asi es imposible hacer nada. Se cargaron a uno de los mejores jugadores que ha tenido este club ese grupito de jugadores comandados por el navarro y el traidor Etxebe. Aun sigo esperando que le otorguen el premio ONE CLUB MAN porque no conozco a nadie que se lo merezca mas. Y ademas quiero agradecerle el trato que siempre tuvo con los aficionados
Julen molestaba porque era un profesional y eso no era del agrado de grupito que eran conocidos por sus fiestas salidas de tono y les dejaba en mal lugar. Pero claro eran los que iban a ser futuro pero acabaron en fracaso por no ser tan profesionales como el . Julen muchas gracias por ser ATHLETIC fuistes y serás siempre la bandera de este club .
El ONE CLUB MAN no se le puede conceder porque en sus bases está que no puede ir a jugadores del Athletic.
¡Pero se lo merecería!
Me temo que no sabe usted de qué habla.
Nunca se arrastró. Más bien todo lo contrario.
Se le podría acusar de querer darlo todo de forma precipitada en los 10 minutos que le daban para levantar partidos torcidos, que en alguna ocasión llegó a resolver.
¿Quiénes le quitaban el puesto? Nadie les recuerda porque eran mediocres.
Julen es un gran León Buen jugador, y persona
Tratado muy mal al final x el club al que dio todo . Pudiendo haberse marchado a buenos equipos eligió seguir en nuestro Athletic. Eskerrik asko. Julen
Pasan los años y ahí sigue, cero autocrítica, cuando en sus últimos años daba pena verle arrastrarse por el campo, con una velocidad de movimientos impropia de primera división. El por qué de ese declive es la gran pregunta, pero existió clarísimamente y su disminución de minutos fue totalmente merecida. Ni Heynckes, su gran valedor, que vino con todas las esperanzas de recuperarle, pudo hacerlo.
Su declive empezó con el figurin de Luis Fernandez que no supo imponerse al clan navarro y Heynkes ya no era el de la primera etapa, vino tambien mediatizado por el ambiente en el vestuario. Su ultimo entrenador en el Athletic fué Clemente y en su segundo año quiso revolucionar el equipo, quitandose de enmedio a cierto navarro que ejercia de lider del vestuario y no queria que Julen jugase. La respuesta del presidente fue cesar inmediatamente a Clemente e inmediatamente Julen supo que no iba a jugar mas, asi que presento su dimision. Jamas podre olvidar las lagrimas de ese grandisimo leon al dejar el club, su club y jamas olvidare tampoco que ese vestuario comandado por ese navarro no estuviese alli acompañandole. Gracias Yeste, tu si estuviste alli.
En resumen, no hubo un declive del jugador sino una traicionera jugada de parte del vestuario contra el por envidias. Si no hubiese sido por eso habriamos tenido Julen para varios años mas
Cuando hablo del navarro me refiero a Orbaiz, por si hay dudas
Orbaiz era el culpable de que Julen fuera más lento que mi abuela, ajam.
Por cierto, algo no cuadra en la conspiración: Orbaiz estaba en Osasuna cuando Julen empieza a no jugar….
Que sabrás tu, tururu, vete a cagar imbecil
Hola Perla. Si el Athletic es «grande», es porque tiene unas personas que generación tras generación, siguen haciendo posible su SER y su ESTAR. Los dirigentes de este club te deben una excusa y un homenaje como Dios manda y mientras eso no ocurra, su Athletic, que, no el nuestro, jamás volverá por sus fueros. Un abrazo fuerte y gracias por tu silencio prudente, tu fidelidad rojiblanca y por una educación y un respeto que, no se compran en las tiendas… Hasta siempre Julen!!
Tu no has visto ni jugar a Julen, es más ni eres del Athletic.
Su última temporada jugó 120 minutos y metió tres goles, arrastrarse es lo que hacían otros, que ni tenían calidad ni sacrificio.
Muy buena entrevista, Julen sigues siendo todo un señor León y todo un caballero Athleticsale,solo tu y los envidiosos y hipócritas de los que se hacían llamarse compañeros sabreis la verdad de por que una Leyenda,tiene que dejar el club de sus amores. Eskerrik asko Julen Guerrero la Perla Jarrillera por esos momentos que nos hicistes pasar a tu afición. Gora Athletic eta D° Julen Guerrero.
Yo puedo decir orgullosa… Que vi jugar a JULEN GUERRERO!!! Derjase la pies cada vez que pisaba el césped era poco. Alguien muy grande que toooodos lo que somos del Athletic llevamos dentro. Puedo con seguridad que incluso gente que no le ha visto jugar (en vivo) le quiere. Solo hay que ver la despedida del antiguo San Mamés. El piso el césped y el estadio se vino abajo…. Abuelos, padres, nietos… Daba igual. Una leyenda sin ninguna duda. GRANDE JULEN🖤
Elegante dentro y fuera del campo!! Respetuoso con personas q no lo merecen!! Siempre serás ese peter pan del fútbol español.. mi gran idolo ❤️
El orgullo del Athletic a pesar de muchos.. besos desde Santander!! Julia
Fue una de las suplencias más humillantes que ha habido. Creo que hubo varios factores: Luis Fernández le cogió manía a raíz del conflicto con su hermano José Félix, lo cual motivó que otros compañeros también. Esa temporada 97-98 fue muy negra para él, la lesión en el primer
partido le dejó tocado. Incluso Javier Clemente reconoció en el Mundial que había perdido velocidad a raíz de esta y ya ni le convocó para el partido contra Chipre.
No obstante, Julen seguía siendo un gran jugador, pero tuvo que ir aguantando las trabas de Luis Fernández que lo sentaba sin argumentos y no por las rotaciones. Al jugador se le añadió una presión insoportable y parecía que tenía que marcar siempre, ello motivaba que jugase nervioso en muchas ocasiones, su primera y única expulsión fue una prueba de ello.
Con Txetxu Rojo seguían los problemas físicos de Julen y esa presión que hicieron que pasase a ser suplente en la segunda vuelta. Veía un Julen muy desmoralizado, Camacho ya no contó con él y eso le perjudicó aun más.
La llegada de Heynckes le motivó y buena prueba fue su rendimi
rendimiento en la pretemporada y al principio, pero incomprensiblenente le sustituyó en el descanso del partido frente al Madrid, algo que volvió a repetir después sin saber la razón porque Julen siempre ha sido muy de decir: «No he pedido explicaciones».
Vino una lesión menor y cuando ya estaba bien, no había manera de que jugase ni al final, lo tuvo de suplente hasta después de Navidades y el colmo fue dejarlo fuera de la convocatoria en la Copa del Rey frente al Madrid. El técnico alemán decía que había hablado con él sobre el tema, pero aquí Julen nunca ha contado qué le dijo. Otra lesión le volvió a mermar, aunque al final de temporada volvía a demostrar que podía jugar bien.
Pero la siguiente temporada fue negrísima, empezó de titular, pero de nuevo lo sustituyó cruelmente en el descanso frente al Barcelona. Empieza a acostumbrarse a ver incluso todos los 90 minutos sentado, Heynckes dice que el fútbol había cambiado e insinúa que no encaja.
Con los demás entrenadores sigue esa suplencia y solo Clemente le dio algunos minutos más sin tampoco mucha pasión.
Todo un caballero, como siempre. Injustamente tratado. Zutaz harro Julen.
Hola Julen,as sido y serás una de las personas y jugador,que más ha querido y seguirá queriendo la afición del Athletic,como jugador fuiste un diez pero como persona eres inmejorable gracias Julen por todos los buenos momentos que nos hiciste pasar en el viejo San Mames,siempre contigo
REITERO MI COMENTARIO DEL DIA DE AYER , MUCHAS ALABANZAS PERO NINGUNO TIENE LOS HUEVOS O COJONES PARA LOGRAR QUE SE LE HAGA UN HOMENAJE COMO PUEDE SER EL ONE MAN CLUB , CUANDO SE LO DAN A OTROS , Y OJO SI EL ATHLETIC ES DE LOS SOCIOS POR QUE NO LO HACEN , TIENEN SANGRE? DESDE ARGENTINA UN ATHLETICZALE
El One Club Man es un homenaje destinado a jugadores que no hayan jugado en el Athletic… un poco de rigor antes de escribir, por favor.
El ONE MAN CLUB es un trofeo que se les da solo a jugadores que no han pertenecido al Athletic Club
Demasiado elegante, Julen.
Nunca me gustó ni entendí que aguantase tantos años así y que no buscase otras opciones que le ayudasen a recuperar ese nivel, pero que hable así y no haya contado aún toda la historia por no hacer daño al Athletic habla a las claras de lo que quiere al club. Demasiado elegante.
Julen fue un futbolista elegantísimo, mostraba deportividad, era un caballero en todos los sentidos, se le notaba lo buena persona que era (y es) parándose a firmar autógrafos, atendiendo a la prensa… Un chico que a los 20 años mostraba una madurez inusual y más en el mundo del fútbol. Incluso con una cultura exquisita, le recuerdo tocando el piano con ese rostro bello a lo Alain Delon. Humilde, simpático, educado. No he vuelto a ver otro como él
Julen ha sido el jugador que mejor me ha caido del Athletic de todos los que he conocido.
Gran jugador y mejor persona.
Pero lo de la Champions del año de centenario es uno de los mayores tongazos que he visto en mi vida. Todo el mundo sabía que TENÍAN que quedar segundos, el que tenga dudas que repase los videos de los goles de los últimos partidos en San Mamés.
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Nunca disfruté tanto del fútbol como en los años de esplendor de Julen Guerrero. Recuerdo, ya en los últimos años, cuando apenas jugaba, que salió en los últimos de un Athletic-Osasuna de Liga que se había ido al descanso con 0-3 y cómo marcó, casi en el último minuto, el 4-3 definitivo y cómo San Mamés se vino literalmente abajo de los saltos que dimos todos, casi más eufóricos por haber sido Julen quien marcara que por la remontada misma… buf, el comentarista de Radio Nervión casi revienta de gritar aquel gol… fue una pena que tuviera que acabar así, que le rodeen tantos rumores de problemas en el vestuario y de que una de las grandes figuras salidas de Lezama no ocupe el lugar que se merece en la historia del club, más aún cuando pudiendo haberse ido a cualquier club «grande», decidió quedarse en Bilbao. Una pena.
Un campeón en todos lossentidos. Nunca ni un reproche.Que haya tenido «compañeros» que le han hecho la cama,ni entrenadores de la casa que lo hayan podido cortar. Una pena. Además,parece que ya nadie se acuerda de él. Pero, sólo una palabra lo define. Elegante. Aúpa Athetic.
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Respecto al grupito de jugadores que le hicieron la cama….
Me habia llegado que el peor fue Tiko con Etxebe.
Veo que alguno pone que Orbaiz tambien. Cual era el grupo finalmente?
No soy del Athletic pero siempre me ha parecido un tio correctisimo y buena persona. Esta claro que eso no suele gustar y que algunos no respetan con deportividad el no poder llegar a su altura.
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